¿Sueño o realidad?
Cualquier similitud con la realidad es mera coincidencia, si los sueños con la oscuridad coinciden al
transitar, se ha de recapacitar, si el soñar despierta la conciencia. Más quien no se sienta libre de
inocencia, la pena deberá de purgar, pues los sueños en verdad nunca se sabrán si son o serán, mera
coincidencia.
Prologo
Su niñez trascurrió entre casas de acogida y correccionales, recibió una selecta educación, con los mejores
profesores en ciencias de la apropiación del bien ajeno, teorías de la subsistencia y lengua gramatical
urbana, en las aulas de la calle, la cancha de basket y en salones de billares, en aquel distrito neoyorkino
donde, la gran nación de las oportunidades escondía la pobreza, el desarraigo y la marginación de todas
aquellas mezclas de razas y culturas llegadas de diversas partes al “paraíso” y donde cualquiera podría
conseguir alcanzar su sueño, pues las diferencias de clases solo eran mera propaganda antiamericana de
unos pocos que en panfletos se encargaban sobre todo en festividades señaladas, de plasmar irrealidades que
solo ellos veían. Según claro está, el aparato de contra propaganda del sistema, instaurado felizmente para
que unos pocos viviesen desahogadamente a costa de la inmensa mayoría y con el lema “Tanto tienes tanto
vales”…
Su tutor el desamparo y su madre la miseria se encargaron de terminar de darle la educación que precisaba
para que la vida le deparase un futuro oscuro e incierto.
Era un joven desaliñado con mirada desconfiada y orgullosa, reflejo de quien se hace a si mismo y de quien
vive a costa del hurto, cambalaches y venta al por menor de droga.
Se había ganado la posición privilegiada de camello de confianza del proveedor que distribuía la droga entre
los pequeños traficantes de la zona, con la fama que le daba el saber que de una o de otra forma siempre
cobraba la mercancía que pasaba y a costa de mantener a raya al resto de colegas que merodeaban por su
distrito, ubicado en una manzana donde no podía faltar uno de los mejores focos de creación de negocio
estable, pues la clientela tenía algo necesario para caer en las redes tendidas en su puerta, tal como, la
curiosidad, la rebeldía y ese mal que termina corrigiendo el transitar de los años; el de la falta de
experiencias dada por la vida inherente al escaso paso del tiempo, combinado con la falta de escrúpulos de
quien se aprovechaba de aquellos jóvenes que cursaban estudios en una de las escuelas de Brooklyn.
Sus días transcurrían con la monotonía repetitiva del desfile de esos potenciales clientes y de los habitúales
drogadictos que merodeaban su puesto de venta detrás de la escuela en el desolado y antiguo moto cine
donde aparcaba su viejo Chevrolet del 56, restaurado y reparado de una forma perfecta y con un don para la
mecánica que muchos profesionales envidiarían, con piezas a veces casi artesanales adaptadas por el mismo
de otros viejos vehículos del desguace, donde estuvo empleado durante un tiempo no muy prolongado, justo
el periodo necesario para cumplir la condicional, una vez que fue puesto en libertad. -Requerimiento
exigido por su mayoría de edad-. Al menos de algo le había servido los cursos de mecánica que recibió en
su estancia en el correccional del condado.
De vez en cuando se acercaba algún estudiante de literatura española a platicar con él, lo que rompía algo su
rutina al consentir el juego de algún avezado estudiante que le ponía en un brete cuando entraba en
profundidades en la practica del idioma de Cervantes y que comenzó aprendiendo en el barrio donde todos
sus vecinos eran hispanos y siguió practicándolo con sus compañeros puertorriqueños del correccional, la
gramática se la enseño un anciano maestro de literatura castellana de aspecto y compostura machadiana, tan
parecido al poeta que a simple vista era una reencarnación casi exacta de Don Antonio, con la diferencia
claro está en el idioma que enseñaban.
Capitulo I
Era un monótono día como cualquier otro de mayo del 79, mientras se desayunaba con una botella de Four
Roses, unas cuantas pastillas de nuevo diseño, que su proveedor habitual le suministró como algo sublime.
-Quien lo probaba era elevado al séptimo cielo- Con Breakfast in America, de Supertramp, sonando en el
radio transistor de su vehículo y un viejo amarillento libro de poemas, recuerdo del anciano profesor del
correccional, quien le inculco la afición a la lectura del arte de Joyce, Eliot, Poe, Lorca o Calderón y que
guardaba celosamente, pues en tales ambientes, podría ser motivo de pérdida de autoridad, andar leyendo
tales noñerías. Fue una etapa muy fructífera para él en lo que se refiere a su intelectualidad, pues sus ansias
de conocimientos y sus ocultas inquietudes artísticas, junto a su innata y extraña forma de absorber
conocimientos generales, en función del ánimo con el que se levantase cada día, le dio una cierta cultura de
la que se guardó mucho
utilizar, para adaptarse a la comunidad, que en su subconsciente, echaba en cara no haberle dado una
infancia y adolescencia al menos con las mismas oportunidades que a los demás. Por lo que su frustración,
le llevaba a querer conseguir de esa sociedad, fácilmente, lo que en su día le negó, aunque para ello, en ese
descarriado camino, tuviese en algún momento que llevar a la perdición a alguna que otra alma inocente.
De pronto, vio entre una especie de neblina matutina, como se acercaba a su puesto ambulante un nuevo
personaje, no fichado por su memoria fotográfica, por lo que la precaución le hizo tomar las medidas que
tenia de antemano planificadas. Agarrando las bolsas de polvo blanco, las introdujo a través de uno de los
huecos, algo más grande que el resto, al estar cortado un par de laterales, de dos de las rejillas, de
aproximadamente 40 pies de largo y 4 pies de ancho, algo oxidadas, por donde podía introducir las bolsas
sin temor de no volver a recuperarlas y cubierta por el lateral del viejo Chevrolet, quedando colgadas de un
fino e invisible hilo.
El personaje desconocido al llegar a la altura del traficante y sin ningún tipo de preámbulo le pregunto:
-¿Qué serias capaz de hacer por los demás si tuvieses mas dinero del que pudieses malgastar?
Una vez que salió de la estupefacción, provocada por la inesperada pregunta realizada por el misterioso
personaje, le indicó amablemente… Agarrándole de la solapa:
-O me compras, o te esfumas.
-Ok, ya me voy, pero antes te diré que de todo lo que te encuentres tendrás que invertir parte en los demás,
de tal forma que la rentabilidad de tu inversión, perdure en el beneficiario o de lo contrario, por cada día
transcurrido sin hacerlo, envejecerás diez años, pues has de saber que...
Sin más atención a dicho personaje, que la de una leve sonrisa de desprecio, se encamino a la rejilla a
recuperar el alijo astutamente escondido. Al tirar del nylon, lo noto tan tenso, que pensó que se había
atorado en alguna grieta del oscuro sótano, pero al ver que, aunque pesadamente seguía recuperando el hilo,
siguió tirando hasta que extrajo las bolsas, viendo que el blanco inmaculado de la coca había cambiado su
color por un reluciente y brillante color dorado.
Después de la primera impresión, provocada por tal inexplicable acontecimiento, y sin terminar de salir de
su perplejidad, sacó una linterna del maletero de su vehículo para inspeccionar el oscuro sótano. Pensaba
que alguien le intentaba gastar una broma pesada, viendo por las cuadrículas metálicas que, en dicha
oquedad, no se encontraba ni un alma, se dispuso a comprobar de qué estaba compuesta dicha materia, que
misteriosamente había cambiado de color y de peso. Al no tener total seguridad de su grata sospecha, se
dirigió al usurero del barrio, un judío afamado en la compraventa de oro y diamantes o de todo lo que
pudiese obtener una beneficiosa y abusiva rentabilidad. Este, le vino a confirmar que efectivamente lo que
tenía en sus manos era oro, dejando atrás la sospecha tenida hasta entonces de que la manipulación de la
droga le había provocado algún tipo de alucinación.
Realizó el oportuno trueque con el usurero, del oro, por el equivalente
a su valor monetario en el mercado del mundo del comercio negro.
Aprovechando la cita que tenia con su amigo Arey, se dispuso a “cerrar el quiosco” antes de la última ronda
habitual de los rezagados, pues tenia suficiente para pagar a su proveedor y pasarse unas cuantas noches de
juerga y lujuria, pero antes, su escepticismo, curiosidad, avaricia, o un cóctel de todo ello, le llevo a volver a
repetir el proceso introduciendo otra pequeña bolsa con polvos de talco en el interior de la rejilla.
Alumbrando con la linterna de mano al interior del oscuro sótano, para intentar, otra vez sin éxito, localizar
a quien le hacia tal extraño cambio, se dispuso a extraer la bolsa viendo que el peso de la misma no era el
adecuado al peso que esperaba. Al llegar a la rejilla, la bolsa se enganchó. Al intentar liberarla introdujo el
dedo meñique y así pudo recuperarla. En ese momento, se produjo un leve resplandor. Retiró de inmediato
la mano y vió que entre la uña y la carne había un familiar color dorado, confirmando su sospecha pero no
como él la había concebido sino de una manera que todavía no alcanzaba a comprender, para lo que hizo
una última introspección en su yaga particular del ver para creer, introduciendo un pequeño saquito que
utilizaba a modo de cajita de rape, donde guardaba la droga para su propio consumo y que contenía una
bolsa de cocaína y una china de hachís. Una vez realizado el proceso de la alquimia vio que funcionó. Se
sentó en su viejo auto, pensativo, deshaciendo un cigarrillo rubio. Una vez preparado y extendido en una
hoja de liar tabaco se dispuso a extraer del papel de plata, la pequeña piedra de chocolate, sin apenas fijarse
en lo que hacía, en un proceso casi automático. Al intentar desmenuzar la piedra noto, como se le clavaba en
la dura epidermis de los dedos; fijándose más detenidamente, vio que seguía teniendo la piedra en la mano
pero transformada en una piedra de diamante.
Sin tiempo que perder, se dedicó a comprar toda la droga que pudo entre los camellos conocidos,
incluyendo a su habitual proveedor, al que convenció de que tenía un comprador dispuesto a pagar de
inmediato todo el “oro” del mundo por la droga que le llevase. Le pasó el último alijo recibido, con la total
confianza de recibir de él, el beneficio prometido. Con un adecuado cortado de la misma, obtendría un
incalculable beneficio “limpiamente”. No perdió ni un instante en ir con todo el botín a su laboratorio de
alquimia improvisado donde, para realizar lo más rápidamente el proceso de transformación, quitó una de
las múltiples rejillas, engarzadas entre si y fijadas para más seguridad por unos robustos tornillos.
Terminada tan fructífera labor, engarzo otra vez las rejillas, sin perder más tiempo en asegurarlas con los
tornillos.
De camino, desde la tienda de antigüedades del usurero hacia su casa, donde había quedado en recoger su
amigo Arey, para ir a celebrar su doctorado. Solo le rondaba una idea por la cabeza y era la total seguridad
de que el proceso de transformación, por no se sabe que arte de birlibirloque, producía dicha transmutación,
solo con la droga, pero sin embargo la bolsa de cocaína ya preparada con su adecuado cortado, había sido
transformada en polvo de oro en su totalidad. -Bueno para que darle más vueltas, lo importante es que
funciona como funciona y de ello me estoy beneficiando- Se decía para sí mismo.
Tres días después, se despertó en la cama de una suite, en un lujoso hotel, con el recuerdo que le llegaba del
último poema que escribió a modo de lamento de un Segismundo urbano, encarcelado entre las rejas que el
mismo se había fabricado.
Conjura la noche oscura agorera
el miedo es oculto nos llega ligero
cuando con la umbría nos deja certera,
el paso del tiempo en el minutero.
La pena se arropa con su manta negra
quedaron oscuros profundos secretos,
del alma su luz ya se desintegra
cuando cohabitan tantos desencuentros.
A ti dulce musa del verso confieso,
que un día oculté al presentimiento
aquello que en vida me dejara preso.
Con mi pensamiento algo reflexivo
yo vivo
¿Por qué de esta mi alma me encuentro cautivo?
Por lados ocultos, a veces me adentro
y encuentro
aquí en mi mundo la falta del estro.
¿Que calmará a mi alma, de tanto dolor?,
el tiempo
pretérito queda al albor y al tempo.
¡Noche!, dale al sueño insomnio debido
perdido
y mi corazón se queda abatido.
El desvelo atrapa todo mi sentido
a ti dama oscura con pesar te digo.
Yo vivo y encuentro el tiempo perdido.
Encaminándose directamente a la bañera con la vista nublada por la resaca tan monumental que tenia,
después de darse un reconfortante baño se incorporó y al salir, vio en el espejo que su melena negra estaba
totalmente teñida de un color gris ceniza.
Sin darle tiempo a pensar sonaron unos golpes en la puerta de la habitación. Se dirigió hacia ella, envuelto
con la toalla de baño, sin ni siquiera preguntar, pensando que sería su amigo, que le visitaba para interesarse
por la resaca que en ese momento le tenía aturdido. Abrió la puerta y vio al misterioso personaje que se le
había aparecido “tres días” antes.
-Veo que has decidido vivir la vida corta e intensamente. Yo no seré quien te lo recrimine ni quien te lo
alabe. Ya sabes lo que tienes que hacer para abastecerte de todo lo que tu imaginación alcance a desear.
Inmóvil y tratando de digerir todo lo que le estaba ocurriendo, con todos sus músculos paralizados por el
miedo y por la inexplicable situación en la que se encontraba y que su conciencia empezaba a digerir, veía
desaparecer por el largo pasillo a esa ya familiar repentina aparición, con un melódico recitar de fondo…
El camello cincuentón envuelto en el albornoz, se dirigió a la boutique que había en el propio hotel, para
vestir su cuerpo. Estaba totalmente transformado por el decadente y vertiginoso paso del tiempo, con
caminar dubitativo y aturdido en un shock producido por la todavía inexplicable transformación y por las
palabras que le seguían retumbando en la cabeza, de aquel loco que ya no sabia si se le aparecía en una
pesadilla provocada por el alcohol y las drogas o si era real.
En su caminar dubitativo todavía le iba resonando la voz de su inseparable pesadilla, como si el ambiente
musical del hotel estuviese conectado directamente a su subconsciente…
-Arye. -Aquí la tienes, a los siete años de tu desaparición me llegó una notificación en la que me decía que
me hacías heredero universal de todos tus bienes, como tenía la certeza de que algún día vendrías, no quise
deshacerme de tus pertenencias.
-Johnny. -¿Y el Chevrolet? ¿Qué hiciste con él?
-Arye. -Voila, ahí lo tienes, en el garaje donde lo dejaste la noche en la que fui a recogerte para llevarte a mi
fiesta, mira que me han ofrecido dinero por él, pero aquí está intacto.
-Johnny. -Por mucho que te hubiesen dado no te habrían pagado su valor.
-Arye. -Lo sé, amigo. Sé que era una joya para ti.
-Johnny. -No, no lo sabes.
Agarrando las llaves del contacto se dirigió al maletero donde había un arcón bajo el fondo del mismo
cubierto con una alfombrilla, abriéndolo con la llave que llevaba colgada al cuello. La cara de su
amigo quedó petrificada, cuando de él extrajo uno de los diez maletines de cuero y abriéndolo le enseño su
contenido, un millón de dólares
Capitulo III
Arye consideraba a Johnny su hermano mayor. Se criaron juntos en una casa de acogida donde fueron
utilizados principalmente de mano de obra barata, hasta su separación, forzada por el ingreso de Johnny en
el reformatorio, al ser acusado de robo por la familia donde estaban acogidos. Poco después, Arye fue
devuelto a los servicios sociales de la ciudad, alegando su debilidad y poca salud lo que les ocasionaba unos
gastos extras que no podían afrontar. Tal decisión le supuso un golpe de suerte, pues fue adoptado por una
pareja que había perdido toda esperanza de concebir hijos y aunque sin grandes lujos le dieron el cariño y la
educación que necesitaba.
A los dieciocho, años Johnny salió del correccional del condado, su don para el liderazgo y su contacto con
la mafia de la droga por mediación de un sobrino de uno de los capos que en el correccional fue su
protegido, le hizo poco después hacerse con la reputación ya conocida en el submundo de la droga.
A Arye por el contrario le seguía acompañando la mala suerte. Sus padres adoptivos morían en un accidente
de circulación y aunque tenia la beca de estudios, se hubiera visto abocado a dejarlos pues no hubiera sido
capaz de afrontar todos sus gastos con un trabajo de media jornada, fregando platos en el restaurante de
comida rápida en el que trabajaba para ayudar a sus padres. Fue gracias a Johnny que dedicó parte del
dinero, fácilmente obtenido, lo utilizó para pagar la estancia en una residencia de estudiantes lo que permitío
a Arye, dejar aquel cutre restaurante y dedicarse a sus estudios de medicina en una prestigiosas universidad.
De esta forma, pudo dedicar todo su tiempo a estudiar, sin tener necesidades que le obligaran a trabajar
para costearse sus gastos.
Una vez licenciado, Arye decidió comenzar su carrera en los servicios sociales especializándose en la
asistencia a los drogodependientes. Hasta después de su graduación, no llegó a tener la certeza de donde
sacaba su amigo el dinero, para que pudiese completar sus estudios, por lo que consciente o
inconscientemente, se dedicó a intentar devolver la ayuda a quienes anteriormente se la habían prestado.
Posteriormente le contrataron en el Centro Luterano Médico, llegando a alcanzar una cierta reputación, en la
actualidad era director del pabellón de Neuropsiquiatría.
Después de unas cuantas cervezas, Johnny se decidió a contar a su viejo amigo su increíble historia, con la
promesa de antemano de que no le escucharía desde su posición habitual de terapeuta, que mira desde una
silla a quien le cuenta sus penas y tribulaciones tumbado en un diván de cuero, si, no con la atención que
pudiera prestar aquel niño que le consideraba su hermano mayor y su única familia.
-Arye. -La verdad amigo que me dejas perplejo, pues no es que no te crea, pero me han enseñado que todo
tiene una explicación y de momento no soy capaz de encontrar ninguna a tu relato, solo se me ocurre pensar
en aquellas letras que un día de un amanecer melancólico compusimos para una canción que finalmente se
quedó escondida en algún cajón como uno de los tantos proyectos que permanecieron en nuestros sueños y
que aún conservo en mi memoria.
Lo primero que hizo Johnny al despertar fue ver el rectangular display de pared que tenia enfrente de su
irreconocible cama y comprobar la fecha que indicaba en él “Saturday, May 23, 2009” Sintiendo la
sensación agridulce de quien por un lado sabe que su conciencia le permitirá dormir y al despertar no
encontrarse con la pesadilla de ver su rostro envejecido y por otro la sensación de despertar de un profundo
y prolongado sueño del que habría perdido los mejores años de su vida. Lo mirase como lo mirase veía su
vida reflejada en el anverso y reverso de su jing-jang oculto tras su propio examen de conciencia.
A continuación, en el margen inferior de dicho reloj se situaba un televisor modelo plasma extraplano fijado
a la pared, donde en el mismo momento del despertar, en ese lapsus que hay entre la inconsciencia del
sueño y la conciencia de la realidad, comenzaba ha emitirse una especie de espacio infantil a modo de
cuenta cuentos, con un sugerente titulo…
“El cuento de los mendigos”
Narrado por una profunda voz en off, decía.
-Una gélida noche de frío invierno, tres mendigos a adecentar sus humildes camas se disponían, de
cartones y una vieja alfombra su cutre alcoba se componía, les guarecía del viento que allí hacia un
lúgubre rincón.
Un hombre de edad incierta se acercó, sobre sus hombros de cuero negro un abrigo se sostenía medio
ocultando un elegante traje que le vestía, del que resaltaba un aura blanca o quizás sería, la espesa niebla
que se posó, provocando en los mendigos su atención.
Dirigiéndose a ellos con voz profunda como si llegase de la ultratumba, un escalofrió por todo su cuerpo
les recorrió.
-Quien consiguiera, a una persona hacer feliz en el transcurso de una semana, caminando junto a él sin
pedirle a cambio nada, un inagotable maletín de dinero tendrá al acabarla.
Los tres pobres hombres incrédulos le contemplaron, quien parecía el más resuelto, le preguntó.
-¿Cómo sabremos, que no es broma?
El personaje de abrigo oscuro y traje blanco, sacando un amarillento libro de su bolsillo leyéndolo les
contestó;
Introduciendo la clave en el candado, el numero de la bestia se dibujó, allí mismo el maletín desbloqueó,
repartiendo un fajo de billetes inagotables de entre sus manos, alguno se le voló.
- Esta es la prueba, a partir de ahora libres seréis de con el dinero hacer lo que os sea menester, con la
condición de que el que no cumpla lo establecido antes de la media noche del séptimo día, su alma he de
tener para con ella lo que quiera a bien hacer.
Dentro de una semana a esta hora aquí estaré y de esta forma las deudas pagaré o de lo contrario me
cobraré.
El primero el fajo de billetes para si tomó, por los arrabales de la ciudad y se perdió, entregándose en
cuerpo y alma a los placeres que la lujuria le brindara, sin pensar en más que en la francachela y el
desenfreno que le deparaba tanto dinero como llevaba.
- !Cuando me veré en otra igual!, con un loco dando dinero.
Así mismo se decía, mientras una botella de güisqui en su mano sostenía, apurándola como el agua de un
oasis que no encontrara, después de un caminar largo que el desierto le deparara.
El segundo se acerco con el dinero hasta un conocido usurero, especulador famoso y poco escrupuloso a la
hora de conseguir beneficios cuantiosos a costa de cualquier “honrado” inversor.
Y le dijo.
- Repartiré las ganancias entre tú y yo, si este dinero me lo multiplicas por dos.
-¡Que fácil -Para sí se decía, negocio redondo haría, con la mitad de los beneficios me quedaré si es
verdad o esta de atar me ha de dar y el maletín con el dinero será mío, al demostrar lo feliz que el usurero
se quedará-.
El tercero quedó pensando que hacer con tanto dinero en su poder...
Al cabo de los siete días, minutos antes de la hora establecida, sin saber por donde, apareció en el lugar el
misterioso personaje con tenebrosa aura, a los mendigos lo convenido vino a demandar.
- ¿Y bien?
Uno de ellos levanto la mirada lánguida y triste, diciendo.
-Quise invertirlo y lo perdí, me lo robaron, nada tengo.
- ¿Y tu compañero?
-Lleva dos días durmiendo, se ha debido pasar cinco días tremendos.
- ¿Y el que falta?
-De el no se nada, no le he visto en toda la semana.
-A partir de ahora vuestras almas me pertenecen.
Desvaneciéndose los dos vagabundos sin dejar rastro alguno de su paso por el mundo.
Instantes después apareció el tercer mendigo totalmente irreconocible, sin sus harapos, los había
cambiado por un vestuario impoluto, junto a otro individuo de igual aspecto.
-Como te aseguré, mis otros dos compañeros se han ido, aquí tienes el rincón, puedes compartirlo
conmigo, al menos compañía tendré y solo no estaré. Se decía para si.
Mientras hablaba a su nuevo compañero, se percato de una sombra alargada que a él sigilosamente se
acercaba.
-¿Qué tienes que contarme? ¿Invertiste bien tu dinero?
-La verdad es que mucho me lo he pensado, para al final ir a parar a un balneario, con este amigo que me
encontré por el camino.
Al cabo de algunos días medité la situación y llegué a la conclusión, que el mantener este nivel de vida, un
gran esfuerzo y tiempo me supondría, por lo que le propuse a mi amigo compartir el lugar que habrían
dejado con toda seguridad los antiguos inquilinos.
-¿Y el resto del dinero?
-¡Ah! Como no sabía muy bien que hacer con el dinero, se lo di a un conocido usurero que merodeaba
junto a mí, mirándome con ojos que de las orbitas se le salían, como sabiendo el dinero que tenía y que
pronto le daría para que disfrutase avariciosamente de él…
Moraleja
El dinero vil metal
del avaro complemento,
el aire que le da aliento
no siempre es lo más vital.
El corrupto lo asegura,
para su propia avaricia
con él cuál se beneficia.
Capitulo V
-Johnny. -Entonces Arey, ¿Cómo me puedes explicar, todos los datos que te he dado, referente al accidente
en la escuela, el detalle del centro comercial o que ejerces tu profesión en este centro?
-Arey. -Todo suele tener una explicación más sencilla de la que a veces solemos buscar, querido Johnny.
Cuando vimos el aumento de tu actividad cerebral, decidimos dejar encendida continuamente la televisión,
para así estimular tus neuronas. Tu subconsciente utilizó todos los datos que ella te suministraba para poner
en marcha tus sueños, los cuales utilizaron imágenes del pasado con imágenes nuevas que empezabas a
captar.
-Johnny. -Entonces todo lo que te he contado. ¿Es producto de mi imaginación?, y… ¿Cómo sabía que te
habías doctorado y que ejercías tu profesión en este hospital?
-Arey. En parte si, en parte no. Efectivamente como ya sabes conseguí doctorarme, pero eso tu
subconsciente lo pudo combinar sabiendo que el día que te encontré en tu casa tendido en el suelo con una
sobredosis, nos disponíamos a celebrar mi doctorado. El accidente del colegio, lo han estado pasando por
los noticiarios y a mi me entrevistó la televisión, una vez terminada la evacuación de todos los accidentados,
por lo que otra vez volvió tu subconsciente a hacer asociación de ideas entre lo que oías y lo que recordabas
¿Y qué me dices del oro y del dinero conseguido con toda esa alquimista transformación?, ¿tampoco es
real?, o solo son casualidades del destino.
-Arey. – El destino es solo un cúmulo de circunstancias aleatorias concatenadas en el espacio y en el
tiempo.
-Johnny. -¿Entonces?
-Arey. -Hombre, referente a esta especie de parábola, pudiera ser que lo asocies a algún cuento de los que
haya podido oír tu subconsciente en la televisión o bien te podría decir que la transformación de la droga en
oro pudiera relacionarse con los diez millones de dólares que le robaste a la mafia colombiana, junto con
una partida de droga de diseño nueva y que tenían para su experimentación, con los camellos que
distribuíais su droga. Además un puñado de documentos que los involucraban, que encontré en tu casa y
que envié al fiscal para incriminarlos, ayudó a desmantelar, apresar y encarcelar a todo el clan. Con la
recompensa, he podido mantenerte aquí durante todos estos años, siendo uno de nuestros mejores clientes.
Después de rumiar una y otra vez todo lo expuesto por su amigo, quedó con esa antigua sensación que tuvo,
no sabría decir si en sueños o en tiempos lejanos, de que toda su vida había sido un sueño, bueno más que
un sueño una pesadilla. Entonces le llegó a la memoria una de las poesías de un manuscrito suyo que
ocultaba celosamente, pues su pasión por la misma era incompatible según los conceptos que caracterizaban
su jerarquía en el bajo submundo del hampa. Y que a modo de versos dodecasílabos con una rima
asonantada y cadenciosa, decía.
Epílogo
Antes de que Morfeo le abrazase profundamente, pudo observar en la televisión a un cantautor de su “lejana
juventud” recitar una de sus canciones favoritas…
Al pretender arribar
con el comienzo ficticio
es nunca poder llegar
sin caminar desde inicio,
nunca sabrás terminar.
Si no le encuentras el medio
y quieres ir al inicio
no niegues hacer promedio
o encontraras maleficio,
te quedaras sin remedio.
El tiempo se perdería
disgustos y algún fastidio
afrontándolos haría
de la necedad suicidio,
la pena nunca se iría.
-¡Que!, ¿al final conseguiste disfrutar de todo lo que la vida te pudo dar?
Entre sueños abrió los ojos y en una especie de nebulosa vio al loco que en tiempos se le apareció en su
puesto ambulante de venta y distribución de estupefacientes. El mismo que vio en su día alejarse por aquel
interminable pasillo del hotel donde despertó de su primer sueño, esta vez con el aspecto inmaculado que da
las ropas de un celador, como si le llegasen lejanos los murmullos, le recitaba…
Efímera es la belleza
Certeza.
Angosto el camino exiguo
Ambiguo.
Quimera la de Morfeo
Deseo.
Ambicionando el trofeo
Oniro fue fulminado
por su enigma codiciado.
Certeza ambiguo deseo.
¿Quién se jacta de tu suerte?
la muerte.
Ella preservará tu alma
con calma.
Acechándote agorera
espera.
La vida sólo es certera
cuando en este mundo arcano
al final tarde o temprano,
la muerte con calma espera.
El mencionado celador, empujó su cama el mencionado celador por el pasillo interminable del hospital entre
la penumbra de la noche y encaminándose hacia un brillante, frío y a la vez difuminado infinito horizonte,
ambos se alejaron desvaneciéndose como los sueños profundos perdidos en los abismos de la conciencia.