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Autosugestión

El término "auto" significa "en si" y la palabra "sugestión" expresa "impresión"; de


modo que “autosugestión" significa "impresión, en sí mismo", es decir, la
impresión que se hace uno mismo de algo, o más claramente, la impresión que nace
en nuestro propio espíritu, lo que nosotros mismos nos imaginamos.

En este curso podrás aprender sobre los mecanismos de la autosugestión, la


curación de los trastornos mentales y físicos por la autosugestión, la formación de
las costumbres y la influencia persona de nuestras impresiones.

1. Introducción

Capítulo siguiente: 2 - Definición y mecanismo de la autosugestión

La inmensa mayoría de los hombres, a fuerza de oírlo repetir y de leerlo en libros y periódicos,
imaginan que algunos de ellos, los llamados sabios, han conseguido descifrar los enigmas de la
naturaleza, conocer la Intima estructura de las cosas y enterarse de lo que el vulgo desconoce.

En realidad, ni los sabios, ni los ignorantes; ni los instruidos, ni los que jamás han hojeado un
libro científico, saben la primera palabra de los secretos de la naturaleza.

Se ha conseguido sujetar a reglas constantes la fuerza eléctrica; nos servimos de ella para
obtener luz, calor y fuerza; pero ignoramos todavía qué es la electricidad. Lo ignora tanto el
ingeniero como el peón que tiende los hilos por los que ha de correr el fluido eléctrico.

A pesar del progreso continuo, disponemos de algunas fuerzas naturales como un niño de pocos
años juega con unos libros o con cartuchos de dinamita si están a su alcance sin saber lo que
son, ignorando por completo su esencia.
Este desconocimiento es causa de que no pueda aprovecharse ni la millonésima parte de las
energías naturales que el hombre tiene a su disposición, lo cual implica una pérdida de tiempo y
el fracaso de muchas empresas que serían fáciles y provechosas.

Y causa un daño mayor aún sin que se sepa por qué el hombre muestra una tendencia invencible
a negar aquello que desconoce. Siente curiosidad; pero superficial, solamente. Casi nunca se le
ocurre investigar de qué proviene una cosa desconocida y que le llama poderosamente la
atención. Y si alguien más concienzudo y curioso pretende averiguar lo que a él no le importa,
le tacha de visionario, de idealista, y cree que es un hombre que no vive en el mundo de la
realidad.

Desde la antigüedad mas remota a habido hombres -pocos por desgracia- que se preocuparon
por descubrir lo que en pasadas épocas se llamaba "fuerzas ocultas", y que sólo son agentes que
desconocemos o que nos empeñamos en no conocer, pues lo cierto es que muchas veces se
revelan de un modo impensado para obligarnos, sin duda, a que en ellos nos fijemos y podamos
emplearlos para mejorar nuestra condición durante el tiempo que habitamos en la superficie de
la tierra.

Cuando un cuerpo sólido se convierte en gaseoso por un procedimiento instantáneo, necesita


mucho mayor espacio en este nuevo estado que en aquél. Si encuentra obstáculos para obtener
ese espacio, los rompe, desplaza o aniquila. En todo tiempo pudo haber utilizado el hombre ese
poder de expansión; pero hasta la invención de la pólvora no empleó explosivos, que ahora son

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el alma de muchas industrias y sirven asimismo para segar millones de existencias humanas.
Es indudable que desde las primeras épocas de la humanidad hubo hombres dotados de! una
facultad que ahora empieza a conocerse y a emplearse, pero que muchos niegan todavía a pesar
de que se manifiesta de un modo patente; se le llamó brujería en la Edad Media y en el
renacimiento "magnetismo personal" durante el siglo pasado, y se le conoce ahora con el
nombre "influencia personal" o "sugestión".

Los que poseen tal cualidad pueden estar seguros de que allí donde se muestren son los amos;
donde ellos brillan los demás se eclipsan; cuando ellos ordenan los demás obedecen.

Son hombres como los otros y, sin embargo, pueden mas que sus semejantes; ningún signo
exterior denuncia su poder avasallador y, a pesar de ello, lo ejercen con imperio y sin contraste.
Nadie sabe a punto fijo en que consiste la "sugestión" o "influencia personal", pero es indudable
que existe; no hay quien pueda negarla y sus efectos son tan claros y patentes que sería necio
empeñarse en desconocerlos.
Después de indagar mucho, de analizar su incógnita naturaleza y de constatar repetidamente sus
manifestaciones; se ha convenido en que es una energía" no bien determinada; pero innegable;
tan mal conocida como poderosa.
Esa "energía" da la clave de muchos misterios, explica la causa de muchos encumbramientos,
permite a muchos hombres una acción rápida y casi milagrosa, confiere un poder incontrastable,
y es, para quien la posee, talismán omnipotente , paladín que inmuniza y permite salir sin
quebranto de los trances más apurados.

No nos entretendremos en indagar la causa ni la esencia de esa "energía", porque es tarea


superior a nuestras fuerzas, mientras no sean mas profundos y amplios los conocimientos
científicos de la humanidad; pero podemos indicar de que modo obra esa "esencia", que es,
quizá, la síntesis de todas las energías que actúan en el cosmos, así en los astros y planetas como
en los espacios siderales, y que cristalizan en fuerzas creadoras , en leyes armónicas, en materia
amorfa y capaz por lo mismo de tomar todas las formas y en materia organizada de un modo tan
maravilloso como el cerebro humano, como la que produce el infinito de los animales, como la
que engendra las obras maestras de los grandes artistas y hace que los océanos tengan corrientes
superficiales y profundas y toda la materia su movimiento eterno, en subdivisión infinita.

Podemos, pues los hechos lo atestiguan y nadie osará negarlo, explicar de qué modo se adquiere
y se acrecienta; qué causas producen su disminución; qué medios hay que emplear para que sus
efectos sean más duraderos y su influel1cia más decisiva Diremos asimismo en que épocas llega
a su apogeo y en qué ocasiones su empleo es más eficaz.
Pero, antes de entrar, en materia hemos advertir que, para sugestionar, para "dominar" a los
demás, el hombre ha de saber sugestionarse así mismo, es decir, "autosugestionarse", "auto
dominarse".

2. Definición y mecanismo de la autosugestión

Capítulo anterior: 1 - Introducción


Capítulo siguiente: 3 - Curación de los trastornos mentales y físicos por la
autosugestión

¿Qué es la Autosugestión?

Es tan corriente el término "autosugestión", que la mayoría de nuestros lectores


comprenderán indudablemente su significado. Pero, a fin de que todas puedan seguirnos

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en el curso de esta obra y entender claramente las teorías que hemos de exponer,
determinamos el sentido en que hemos de emplearla.

El término "auto" significa "en si" y la palabra "sugestión" expresa "impresión"; de


modo que "autosugestión" significa "impresión, en sí mismo", es decir, la impresión que
se hace uno mismo de algo, o más claramente, la impresión que nace en nuestro propio
espíritu, lo que nosotros mismos nos imaginamos.

La impresión mental puede hacerse voluntariamente; por ejemplo, cuando yo imprimo


en mi espíritu la idea que he de levantarme temprano. Esto es esencialmente un caso de
autosugestión voluntaria.
La impresión puede ser también involuntaria; en cuyo caso es el resultado de una serie
de ideas que fueron inculcadas en nuestro espíritu por alguna influencia exterior o a
causa de un pensamiento o una sensación corporal de origen real o imaginario.
El ejemplo más palpable de autosugestión involuntaria, es el siguiente:
Un hombre que ha tocado un traje que encontrara encima de una mesa, o colgado en una
percha, se entera enseguida de que aquella ropa la iba usado una persona atacada por
una enfermedad de la piel, y al saberlo empieza a sentir picores por todo el cuerpo y se
imagina que se le ha "pegado" la misma dolencia. No será así, desde luego, peto los
síntomas son los mismos.

Muchos de los fenómenos atribuidos habitualmente a la intuición no tienen otra causa


que la autosugestión involuntaria. Así pues, un niño que tomará aversión aun hombre
que haya hecho en su presencia alguna acción vituperable o se haya, expresado ante él
con frases censurables ó escandalosas. El hombre y el incidente pasarán, serán relegados
al olvido; pero la impresión quedará archivada en ese maravilloso registro que se llama
imaginación y, pasados los años, experimentará cierta aversión hacia toda persona que
se asemeje al hombre que aborreció en su infancia, y esa aversión persistirá siempre

Preguntadle porque siente tal antipatía, porqué detesta a una persona que no conoce, que
le ha sido presentada en aquel momento. Y seguramente os contestará como lo haría
cualquiera de nosotros en semejante caso: No lo sé pero lo detesto. Mi antipatía con
respecto a ese hombre es instintiva.

Y sin embargo no hay tal. Esa antipatía es el resultado de una Autosugestión


involuntaria, sugerida por la impresión que conservaba de la infancia y que ha surgido
de repente con sólo una rápida ojeada lanzada sobre un rostro completamente
desconocido.

Existe otra especie de autosugestión, que podemos llamar autosugestión involuntaria.


Esta expresión parece paradójica a primera vista, pero se justifica con el siguiente
ejemplo: Un médico prescribe un remedio para un enfermo nervioso, que padece de
insomnio, y le recomienda que tome una cucharada cada dos horas. El paciente puede
muy bien no haber oído hablar en su vida de la autosugestión, pero he aquí el curso que
sus pensamientos toman inconscientemente (¡involuntariamente) cada vez que ingiere la
medicina: Yo tomo este medicamento para calmar mis nervios y conseguir dormir
profundamente esta noche.

Cuando se empieza aplicar el tratamiento sugestivo, conviene distinguir muy bien estas
tres autosugestiones e imponerse un estudio concienzudo del empleo de la

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autosugestión.
Sus aplicaciones y efectos permitirán al n1édico reconocer cuales son las
autosugestiones que en él espíritu del enfermo luchan contra la curación , y, haciendo
un juicioso empleo de la sugestión, puede transformar las autosugestiones habituales de
su cliente de modo que contribuyan en lo sucesivo a restablecer su salud.

Espíritu voluntario y espíritu involuntario


Para claramente el mecanismo de la autosugestión, ya que hemos definido teóricamente
en que consiste, debemos servirnos de los términos "espíritu voluntario" y "espíritu
involuntario", en lugar de emplear otros menos útiles para nuestros fines, como "espíritu
mortal" ó "espíritu inmortal".

Tenga en cuenta el lector que el espíritu involuntario es el que nos gobierna durante el
sueño; que somos inconscientes de él; que dirige el funcionamiento de cada órgano del
cuerpo y que es incapaz de razonar por inducción , y puede ser dirigido por el espíritu
involuntario.
Hay, sin embargo, quien sostiene que el espíritu involuntario puede razonar, por
inducción y hasta por deducción, lo cual se demuestra por hecho de que algunos
matemáticos han resuelto durante el sueño, complicadísimos problemas, de cuya
solución se acordaron perfectamente al despertar.
Sin embargo, este hecho no es obstáculo alguno para la hipótesis de la dualidad del
espíritu que se invoca aquí para explicar el fenómeno de la autosugestión.

No hay que olvidar que el espíritu voluntario esta inactivo durante el sueño, pero
funciona desde el momento en que el hombre al despertar, se vuelve consiente de las
impresiones por sus sentidos; que el espíritu voluntario es capaz de razonar por
inducción y por deducción; que las impresiones encerradas en el espíritu involuntario y
las operaciones relativas a las funciones de los órganos del cuerpo, pueden ser
estimuladas, retardadas y en ciertos casos completamente cambiadas o detenidas por la
impresión hecha en el espíritu involuntario por mediación del espíritu voluntario.

Dicho de otro modo, el espíritu involuntario es automático en sus actos, pero siempre es
susceptible de ser dirigido o guiado por las impresiones que ejerce el espíritu voluntario.
Por consecuencia, una persona que hable siempre de sus sufrimientos impone a su
espíritu involuntario esas ideas morbosas, que ejercen una influencia desfavorable sobre
su estado físico.

Inversamente, el hombre que estudia la sugestión, habla de la salud de los demás y


encomia él mismo las ideas de vigor y de sanidad, con la intención de imprimir en su
espíritu involuntario ideas de igual índole, recoge un fruto precioso y a la vez mejora su
salud.

Un hombre indeciso, apocado y tímido puede convertirse en hombre decidido, seguro


de sí mismo, atrevido y arrojado si mantiene los pensamientos fortificantes, expresados
por esos adjetivos, en su espíritu voluntario hasta que los haga suyos el espíritu
involuntario y mejore así gradualmente su actitud mental. Aprendamos a ejercer
influencia sobre nuestro espíritu involuntario, y podremos transformarnos, mental y
físicamente, como queramos; pero el espíritu involuntario debe supeditarse al espíritu
voluntario. Hay que dirigir y encausar los pensamientos voluntarios.
Como se supone que el lector ha adquirido ya una idea de la significación, poder e

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importancia de la autosugestión, se entiende que no hay necesidad de volver sobre este
punto.
Tenga presente el lector que se ha de distinguir tres clases de autosugestión: voluntaria,
involuntaria y voluntaria-involuntaria.

Desórdenes físicos

Excepción hecha de las lesiones resultantes de golpes o heridas, todo desorden del
cuerpo humano puede atribuirse a una irregularidad en la distribución en la sangre.
La sangre es el agente que aporta la vida a cada célula de nuestro organismo, y la
sanidad de células individuales depende de la cantidad y calidad de la sangre que las
nutre; por consecuencia, cuando se altera la salud de todas las células que constituyen el
organismo humano, debemos mejorar la circulación y distribución de la sangre.

Las personas cuya sangre circula normalmente tiene siempre una salud perfecta, y
cuando la circulación, en una persona que sufre trastornos físicos, se vuelve normal,
desaparece todo síntoma anormal, exceptuando algunos casos bastante raros, o cuando,
a causa de una prolongada desnutrición de las células que componen los tejidos
atacados, se han producido en estos alteraciones graves.

La cantidad y calidad de la sangre dependen de la cantidad y calidad de los alimentos y


líquidos absorbidos, el aire respirado y de la labor realizada por los principales órganos
de nutrición y eliminación; es decir, el estómago, los intestinos, los pulmones, los
riñones y la piel . De modo que, si demostramos que la autosugestión puede encaminar
el apetito hacia una sana alimentación, estimular los órganos de la nutrición y
eliminación y hacer que se transformen los alimentos en una sangre rica y pura!,
habremos indicado cómo se dominan los desórdenes físicos empleando la
autosugestión.

Los elementos esenciales

Ahora bien; es necesario conceder la mayor atención a los elementos esenciales de la


vida, y asegurar al organismo una ración suficiente, porque todas las autosugestiones de
salud, vigor etc., quedarán sin efecto si no nos procuramos dichos elementos esenciales
en la proporción deseada.

Veamos en qué consisten esos elementos esenciales.


En primer término, es menester que el paciente comprenda que su cuerpo exige cada día
de su vida dos litros de agua u otros líquidos. El conocimiento de este hecho debe
convertirse, por lo tanto, en una auto sugestión que le incite continuamente a absorber
suficiente líquido, hasta que adquiera la costumbre de beber dos litros de agua por
día. Hay también quien preconiza que el hombre en estado de salud normal debe beber
siempre que tenga sed y comer cuando tenga ganas, obedeciendo a una ley natural. Pero
esos indicios naturales pueden estar falseados por un desorden crónico de los órganos
digestivos; y entonces la autosugestión intervendrá provechosamente para volver a
enseñar al paciente a sentir hambre y sed con método y razón.

El aire puro es otro factor esencial, cosa que el individuo debe aprender también, a fin
de que su espíritu se fije obstinadamente en este punto hasta que sus autosugestiones le
inciten a respirar profundamente; y entonces hallará formada la costumbre de la

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respiración profunda.
Igualmente deberá aprender que las células del cuerpo necesitan ciertos elementos
reconstituyentes que exis¬ten en la comida, y que dichos elementos se obtienen más
fácilmente por medio de una alimentación semejante a la que constituye régimen
habitual del promedio. De hombres sanos.
Que todo lo referén1e a los elementos esenciales para la vida se fije en el espíritu del
enfermo, y sus autosugestiones le incitarán a aumentar sus esfuerzos con objeto de
proporcionarse de un día para otro una cantidad razonable de aquellos alimentos.

Autosugestiones perjudiciales

Cuando un enfermo que acaba de salir una grave dolencia cuenta los padecimientos que
ha sufrido los vuelve a sentir también en, dichos momentos, como lo demuestran sus
gestos y su fisonomía. El relato y descripción de los males sufridos retardan la
convalecencia en muchos enfermos, por lo cual hay que impedir esa autosugestión
perjudicial al organismo, lo mismo cuando se trate de pacientes que cuando de uno
mismo.

Se da igualmente el caso de que algunos estudiantes de medicina, cuando observan los


síntomas de distintas enfermedades, experimentan frecuentemente los mismos síntomas
y hasta se figuran que tienen esas enfermedades.
El hecho es tan conocido como el de que la lectura de ciertos folletos y anuncios de los
periódicos recomendando toda clase de n1ediéaméntos, supuestos remedios de todos los
males, ha ocasionado sufrimientos sin nombre. Podríamos citar multitud de ejemplos de
los efectos perniciosos que ejercen en el espíritu las autosugestiones desfavorables. por
eso hay que contrarrestarlas con otras autosugestiones contengan ideas de vigor, de
salud.
He aquí a modo, de ejemplo una manera de utilizar la autosugestión:

"Este trago de agua que ingiero es uno de los elementos esenciales de la vida".
"Yo lo tomo para activar mis secreciones y me ayudará á limitar las impurezas de mi
organismo y aumentara la producción de saliva".
"También de domesticar perfectamente cada bocado de mi comida".
"Este trago activará la secreción de jugo gástrico y mi estómago realizará perfectamente
su labor digestiva."
"También aumentará la cantidad de jugo pancreático y de bilis y mis intestinos
terminaran la digestión de los alimentos y los transformarán en una sangre roja, rica y
pura."
Mi apetito aumenta; tengo hambre cuando se acerca la hora de la comida: tomo igual
que un hombre sano y robusto. Y mi alimento me proporciona el mismo bienestar y
fuerza que a todo hombre sano, como lo soy yo
"Esta agua me asegura una deposición a una hora cada día; obra como un estimulante.
sobre el hígado y obliga los intestinos a funcionar.

Mis riñones y mi piel funcionan perfectamente, Me siento alegre, feliz. Gozo de una
salud perfecta gracias a los elementos esenciales de la Vida".

Estas autosugestiones u otras por el estilo, repetidas frecuentemente cada día, serán bien
hechoras y curativas en todo estado patológico, cualquiera que sea el mal que nos aflija,
siempre que al mismo tiempo demos a nuestro organismo, en cantidad suficiente, los

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elementos esenciales a la vida.
Ocupémonos en pensamientos que nos mejoren físicamente y los síntomas
atormentadores desaparecerán ante la sensación de bienestar que los pensamientos
saludables extenderán por todo nuestro organismo.
El pensamiento es una fuerza real cuya acción dinámica se traduce en efectos
materiales.

3. Curación de los trastornos mentales y físicos por la


autosugestión

Capítulo anterior: 2 - Definición y mecanismo de la autosugestión


Capítulo siguiente: 4 - Formación de las costumbres por la autosugestión

Tratamiento general

Infinitos serían los casos que podríamos citar en este documento resueltos
satisfactoriamente durante nuestra larga práctica de terapéutica sugestiva, así en como.
por con los numerosos clientes que hemos podido adquirir, gracias a nuestra seriedad y
a la bondad de nuestros procedimientos, que practicamos siempre con un altruismo
desinteresado.
Muchos enfermos se quejaban de un desorden menta! bajo. una o varias de las formas
siguientes: tormentos, tristeza, insomnio, timidez, nerviosidad, melancolía, pérdida de
memoria o falta de coordinación.
Todos nos decían que practicaban concienzudamente la autosugestión, que habían
consultado numerosos libros y tratado relativos al desarrollo de la voluntad, sin
encontrar el menor alivio, y terminaban diciéndonos que necesitaban la asistencia de un
especialista del tratamiento mental.

Después de escuchar con atención el relato de sus sufrimientos, preguntábamos solícitos


a esta categoría de enfermos acerca de su estado físico, y ordinariamente respondían con
impaciencia, sin dejarnos examinarlos por completo
Doctor, a mi no me inquietan mis desórdenes físicos pues para ello he consultado a
otros médicos, a usted únicamente para que me libre de estos sufrimientos morales que
me aniquilan, porque entiendo que, si mi estado mental mejorase, desaparecerían casi
todos mis padecimientos físicos.
Y es un punto interesante de observación notar con cuánta frecuencia se pierde de vista
la relación íntima que existe entre el cuerpo y el espíritu.

Seguramente solo habrá una persona entre mil. que comprenda la necesidad de conceder
una atención diaria y continua a los elementos necesarios para la vida -aire, agua,
alimentos---" y reconocer que su salud depende de dichos elementos esenciales; de
modo que, cuando las contrariedades o las penas atacan a una persona, le privan
generalmente de su deseo natural de apropiarse esos elementos y se altera, por lo tanto,
su salud física.
Si continúa mucho tiempo atormentándose, apenándose, los órganos principales de la
digestión sufrirán las consecuencias, su sangre se empobrecerá, y se presentarán
innumerables y desfavorables síntomas, a causa de la mala nutrición del organismo y
hasta el cerebro, afectado también por esa nutrición general, acabará por no funcionar
normalmente.

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En tal estado, la pena y los tormentos aumentarán a razón directa de la disminución en
la acción de nuestro "regulador mental" -el espíritu voluntario o consciente- porque el
espíritu involuntario o inconsciente, privado de la dirección y guía del espíritu
voluntario, que le domina cuando el estado de salud es normal, acaba por no reconocer
regla alguna y se agravan los signos de desorden mental.

Cuando un enfermo llega a tal estado de depresión mental física, el suceso más
insignificante, el hecho más íntimo, se exagera extraordinariamente, y se desarrolla con
frecuencia extrañas maneras de pensar, y hasta alucinaciones, manías, demencia, sin
hablar de los desórdenes más corrientes, como insomnio, melancolía y una nerviosidad
extremada.

Por otro lado, una persona que disfruta de un excelente estado mental puede declinar
físicamente por no asimilar suficientemente los elementos esenciales a la vida; si
cambia sus habituales costumbres por otras menos higiénicas, si trabaja en una oficina
mal ventilada, si se aficiona al alcohol, si abusa del tabaco o comete otros excesos, su
salud no podrá resistirlo.

La depresión de la salud física irá acompañada de la correspondiente depresión del


estado mental. La razón, la memoria, la concentración, el sueño, etc., que son funciones
del cerebro, han de alterarse forzosamente, y, en proporción al descenso de la salud
general, se desarrollarán síntomas tales como la nerviosidad, el insomnio, la melancolía,
alucinaciones, manías; en una palabra, formas de pensar anormales y sospechosas.

Poco importa, desde el punto de vista del tratamiento, que el desorden mental proceda o
sea consecuencia del descenso de la salud física; en todos los casos, las primeras
medidas que han de adoptarse débanse encaminar a mejorar el estado físico; esto es
evidente para cualquier persona que reflexione y que tome en consideración los hechos
anteriores. Restableciendo la nutrición del cerebro, ha de producirse necesariamente una
mejoría en las funciones cerebrales; el espíritu voluntario ejercerá su misión directora
con mayor perfección sobre los actos y pensamientos involuntarios, y lenta pero
seguramente, el enfermo recobrará la salud física y mental, sobre todo si le ayuda un
sugestionador experimentado y si emplea él mismo juiciosamente la autosugestión.

Por lo tanto, toda persona que padezca un desorden mental deberá en primer término
volver a leer lo que hemos dicho en el capítulo anterior y comparar sus costumbres,
desde el punto de vista higiénico, con las del hombre sano y bueno. Si nota que sus
condiciones higiénicas dejan mucho que desear, que sufre desórdenes físicos, deberá
emplear las sugestiones indicadas, así como esta otra:

"A medida que mejora mi estado físico, experimento en mi estado mental los
saludables efectos que necesita"
En general; la asociación de este pensamiento con la mejoría física basta para conseguir
las disposiciones de espíritu anheladas, a medida que renace la salud.

Tratamientos especiales

Con objeto de hacer este capítulo todo lo práctico posible para aquellas personas que
deseen dominarse, adueñarse de su estado mental por medio de la autosugestión, vamos
a indicar las autosugestiones que hemos empleado con extraordinario éxito en los

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diferentes casos que sometimos a nuestra práctica.
Tenga mucho cuidado el paciente de apropiarse los elementos necesarios y absorber
suficiente cantidad de líquidos, aunque goce de buena salud, porque cada trago le
recordará ,que, es necesario repetir 1as autosugestiones; y, a fin de conseguir los
mejores resultados, repetirá estas diariamente, cuantas veces pueda hasta que haya
conseguido los apetecidos efectos.

Para cesar de atormentarse

"Yo me asimilo los elementos esenciales necesarios a cada persona perfectamente sana
y reconozco, que salud es excelente, y que, hallándome en perfecto estado de salud,
puedo servir para todo. Soy robusto, fuerte y resistente. Viviré hoy y gozaré de la vida
como si no tuviese más que este día para vivir y disfrutar del mundo"
"Me divertiré hoy y esta noche dormiré profundamente, con la conciencia tranquila,
para levantarme mañana temprano, feliz, y contento con él pensamiento de que tengo
que hacer algo en mi provecho y en el de mis semejantes. El pensamiento se traduce
actos y efectos materiales, y como me represento los acontecimientos futuros como yo
anhelo verlos realizados, contribuyo á modelar mi destino y transformarlo tal como lo
deseo, Me siento feliz, alegre ,y satisfecho hasta hoy".

"La fuerza física se basa en el valor y el éxito. 1os elementos esenciales a la vida
reconstituyen mi organismo, a cada instante. y me torno más fuerte y más robusto.
Poseo gran fuerza física y completa resolución. Siento aumentar mi valor y desde ahora
soy enérgico, valiente e intrépido. Soy un hombre entre los hombres y ya sé que mi
valor y mi fuerza física. me harán vencer todos los obstáculos.

Teniendo en cuenta estos pensamientos ser enérgicos, me siento mas enérgico; mis
actos son mas enérgicos y mi confianza en mi mismo aumenta de una una manera
extraordinaria. Así, pues, yo me siento capaz de triunfar en todos los terrenos. Procedo
francamente, valerosamente, rápidamente en todos mis asuntos.
Cuando un obstáculo se presenta ante mí, resuelvo al punto, triunfo irremisiblemente en
todo lo que pongo mano, porque obro sin temor alguno; .me considero fuerte, decidido,
valiente, confiado, audaz e intrépido."

Para hacer desaparecer la nerviosidad.

"Desde que me he asilado en cantidad suficiente los elementos necesarios a la vida, mi


cuerpo está nutrido suficientemente en todos sus órganos; mis nervios y mi cerebro
participan de esa buena nutrición y vuelven a su estado normal. Ahora me siento más
fuerte, más tranquilo, más satisfecho; soy dueño de mí mismo. Tomo las cosas con
tranquilidad; estoy sereno, plácido, contento. Acepta flemáticamente cualquier suceso, y
reflexiono antes de hablar o resolver algo. Noto un acrecimiento verdadero de mis
energías internas."

Para mejorar la memoria y desarrollar la concentración

"La memoria y la concentración son funciones del cerebro, y ahora que me he apropiado
mejor los elementos esenciales de la vida sé que mi cerebro está más nutrido, lo cual
implica que todas sus funciones se realizan con. mayor felicidad; y mi memoria
aumenta y puedo dedicarme con mayor éxito a mis ocupaciones. Como mi salud es

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mejor, ejercito con más frecuencia durante mi trabajo la memoria y la concentración.
Considero que los órganos cerebrales de la memoria y la concentración se tratan como
los músculos, y cuando un músculo está bien alimentado y convenientemente ejercitado,
se fortifica; mi memoria y mi concentración se desarrollan de tal: modo que se han
vuelto mejores que nunca; llegan a la perfección."

Para vencer la cólera

"Los elementos esenciales establecen el equilibrio y la armonía en todo mi organismo y


yo procuro estar siempre en armonía con los que me rodean. Reconozco que realizo
mejor lo que deseo hacer cuando obro con calma y hablo sin acaloramiento. En toda
circunstancia procuro contenerme, porque he observado que mi juicio es más claro y
que hallo más rápidamente las ocasiones favorables cuando consigo dominarme.

"Antes de hablar o decidir, reflexiono ahora dos veces y no hablo ni obro sino cuando
estoy bien seguro de que soy dueño de mí enteramente. Los que me rodean
experimentan los felices efectos de este cambio mis amigos me conceden más
confianza, desde que conocen que mi carácter es más igual y que reflexiono antes de
hablar o decidir algo; he hecho esto cuestión de amor propio y reconozco que soy un
hombre fuerte y enérgico bajo todos conceptos.
"En lo sucesivo sabré triunfar de mí mismo siempre que lo desee, y cuando me acueste
esta noche tendré la satisfacción de rememorar una jornada pacífica y armoniosa, "que
seguramente "no será la última."

Para acabar con el egoísmo

"Desde que me apropio con mayor largueza de los elementos esenciales, siento una
vitalidad y una salud más generosa esparcirse por todo mi ser y quiero, en cambio,
mostrarme generoso con todas las personas que tengan relación conmigo. La verdadera
satisfacción procede del placer que se proporciona a los demás, y yo me esfuerzo
diariamente en hacer la felicidad de los que me rodean. Soy caritativo y generoso en mis
pensamientos y acciones. Pienso sin cesar en lo que he de hacer para procurar la dicha y
la alegría a los que la necesitan. Quiero que mi generosidad me conquiste amigos
sinceros, generosos; amigos que, como yo, no estén contentos si no comparten sus
satisfacciones con los demás. En lo sucesivo no he de hacer otra cosa, porque mi
conducta será la fuente de mi dicha. Soy previsor, caritativo y generoso"

Para lograr otros fines. Indicaciones generales

Por razones fáciles de comprender no es posible entrar en los detalles del tratamiento
especial para todos los casos que pueden presentarse.

Con los ejemplos anteriores creemos que hay suficiente para ayudar a .determinar lo
que conviene en cada circunstancia particular; cada caso debe ser estudiado
atentamente, desde todos los puntos de vista, y tratado de manera especial habrá notado
el lector que en los diversos tratamientos dedicados no se hace la menor referencia a los
mismos desórdenes en sí, pues la sola mención de ellos constituiría una autosugestión
perjudicial.

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Hay que evitar siempre el empleo de autosugestiones negativas, como "Yo no quiero ser
nervioso" etcétera
Las auto sugestiones negativas sólo sirven para empeorar el mal, recordándoselo a la
imaginación. ¡Cuán diferente efecto ejercéis sobre vuestro espíritu persuadiéndoos de
que sois fuertes y pacíficos!.

La persona tímida que dé a su espíritu ideas y sentimientos de fuerza, decisión, audacia


y valor, será siem¬pre favorablemente influida, y si persevera en este modo de pensar y
sentir, su carácter se tornará gradualmente enérgico, decidido, valiente.

4. Formación de las costumbres por la autosugestión

Capítulo anterior: 3 - Curación de los trastornos mentales y físicos por la


autosugestión
Capítulo siguiente: 5 - La autosugestión y el magnetismo o influencia personal

La fuerza de la costumbre

Acabamos de decir de qué modo se emplea la autosugestión para dominar los trastornos
de orden mental y físico; vamos ahora a demostrar cómo la autosugestión 1os ayudará a
formar costumbres prácticas y preciosas.
Todo hábito del espíritu del cuerpo consiste en la repetición: de un pensamiento o una
acción y la mayor parte de nuestras costumbres se han formado involuntariamente; pero
es interesante hacer constar cuán fácil resulta crear toda clase de excelentes costumbres
a cualquier persona que reconozca sus puntos débiles y haga deliberado propósito de
adquirir saludables.

Hemos conocido un hombre que era incapaz, de conservar en su poder una navaja,
porque todas las perdía o las dejaba olvidadas en cualquier parte.

El que esto escribe le pregunto por qué no tomaba. la costumbre de guardar la


herramienta en un sitio de¬terminado de su persona, después de haber servido de ella, a
lo que contestó que ya lo había intentado diferen¬tes veces, pero siempre en vano.

Entonces le propusieron si quería formular durante algunos días autosugestiones


voluntas y obedecerlas, desde luego porque de ese modo podría crear la costumbre de
tener cuidado de su navaja.

Se le explicó de qué modo debía practicar la autosugestión, que fue según las
indicaciones del capítulo pri¬mero, y se convino lo siguiente: Compraría una funda o
estuche de cuero ordinario para su navaja; y cada vez que la emplease o prestase tendría
la funda en la mano hasta que le fuese devuelta

La navaja. Esta, encerrada en la funda, debía guardarla, siempre en el bolsillo superior


Izquierdo del chaleco.
Después de haber comprado la funda, se ejercitaría en meter en ella la navaja y ésta en
el bolsillo, diciéndose a la vez:
"Tan pronto termine de usar mi navaja, la colocaré en la funda y me la guardaré en el
bolsillo, y tendrá la funda en la mano izquierda hasta que meta en ella. la navaja.. ."

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Nuestro hombre llevó a la práctica el proyecto, y cuando pocos días después: volvimos
a encontrarle, le pedimos la navaja. EI enseguida la sacó del bolsillo del chaleco; la
extrajo de la funda y nos la presentó conservando dicha funda en la mano izquierda.

Le preguntamos. si tenía que violentarse todavía para seguir observando nuestras


instrucciones y nos dijo que ya lo efectuaba automáticamente aunque al principio tuvo
que hacer algunos ensayos... .
Han pasado años y siempre que la casualidad nos pone frente a ese ciudadano, le
pedimos, por broma, la navaja, y siempre la lleva encima, en el mismo bolsillo... y en su
funda de cuero.

Costumbres malas

Hace algún tiempo vino a consultarme acerca de su estado de salud una señora que
residía en una población bastante lejana de nuestro domicilio
Se presentó en un estado de excitación alarmante, a causa de un incidente que le había
ocurrido durante su viaje. En efecto, poco antes de desembarcar del tren había entrado
en el departamento tocador para asearse un tanto, y al lavarse las manos se quitó dos
hermosas sortijas que lucía, adornadas de diamantes muy valiosos.
Dejólas olvidadas en el tocador y, al notar su falta, pasado un rato ya no pudo hallarlas,
porque habían desaparecido.
Su esposo nos dijo además que tales incidentes le ocurrían a la dama con harta
frecuencia, por su mala costumbre de dejar sus alhajas en cualquier parte o esconderlas
en sitios donde ella misma no sabía volverlas a encontrar luego.
Su manía de perder u ocultar las sortijas había concluido por ser la preocupación de toda
la familia
A la vez que atendía a la salud de dicha señora le sugerí la costumbre de colocar sus
sortijas en un lugar determinado cada vez que se las quitase.

Le di instrucciones análogas a las que habían producido tan felices resultados en el caso
de la navaja, y la dama se prestó al ensayo, acordándose que cada vez que se las quitase
para lavarse las manos las envolvería en su pañuelo de bolsillo Y que inmediatamente
se introduciría el pañuelo en el sostén.
Durante varios días se ejercitó en quitarse cinco o seis veces las sortijas, anudadas en el
pañuelo, deslizado en el sostén y repetirse mentalmente.

"En lo sucesivo no olvidaré que debo proceder así cada vez que me quite las sortijas."
Días después, nos aseguró que cuando no llevaba pañuelo encima y quería lavarse las
manos, se sentía inclinada a ir en seguida a buscar uno.
Recientemente hemos recibido una carta del esposo, enumera las diferentes cosas que
desea hacer durante la mañana o la tarde. Por ejemplo, se dice a sí mismo:
Ya sé que he de hacer cinco cosas antes de echar a andar. ¿Cuáles son? Primera:
proveerme de tarjetas de visita. Segunda: llenar de tinta mi pluma estilográfica, Tercera:
echarme en el bolsillo circulares, formu1arios, etc. Cuarta: quitarme de los bolsillos las
cartas que no me son necesarias hoy y clasificarlas: Quinta: recorrer mi agenda; hacer
una lista de los clientes que he de visitar hoy.

Autosugestionado ya, todo lo encuentra. sencillo y fácil Y realiza sus operaciones


automáticamente y con un resultado práctico que le ha beneficiado también desde el
punto de vista económico.

12
¿No sería ventajoso, para la mayoría de nosotros, estudiar nuestras costumbres y ver si
podemos arreglar nuestro tiempo de manera que ganáramos dos horas por día
Además, aun en el peor caso, usemos la autosugestión para dar la mayor finura a
nuestros modales, lo cual servirá para disponer a todo el mundo en favor nuestro darnos
confianza en nosotros mismos, basados en la certeza de que la corrección se ha
convertido en nosotros en una segunda naturaleza.

5. La autosugestión y el magnetismo o influencia personal

Capítulo anterior: 4 - Formación de las costumbres por la autosugestión


Capítulo siguiente: 6 - La autosugestión fuente de dicha

Naturaleza del magnetismo personal.

¿Puede desarrollar uno en sí mismo y a su antojo la sugestión o influencia


personal? Individuos hay que creen que no poseen el magnetismo que desean, no
obtenido por esta causa el triunfo que querrían obtener en la vida social, a la vez que
son testigos de los éxitos de aquellas personas que al parecer son más magnéticas que
ellos.
¿Es, acaso, la influencia personal un poder innato en las gentes? ¿Por qué está tan
desarrollada en unos y tan restringida en otro? ¿Debe creerse que la naturaleza favorece
a unas personas con detrimento. de las demás?
En suma,¿en qué consiste ese misterioso poder? ¿Puede desarrollarse artificialmente,
como se asegura con frecuencia?.
Hay quien pretende demostrar que posee magnetismo personal alegando, como prueba,
que una hoja de papel de escribir, frotada entre sus manos, se adhiere a la pared durante
algunos minutos, lo mismo que a un mueble y a cualquier objeto contra el cual se
coloque.

Pero es absurdo admitir que ese experimento pueda demostrar la existencia del
magnetismo personal, por lo que se refiere al fluido humano.
En efecto, Cualquier estudiante de física .sabe que si .se frota el papel con un pañuelo
de seda o una piel de gato se producirá el mismo fenómeno eléctrico, y hasta en forma
más evidente que si se le flota con las manos. Además, la estación del año influye en
este experimento porqué así como es fácil obtener resultados perfectos con un tiempo
seco y frío, así será casi imposible producir 1os menores efectos en un tiempo
caliginoso y húmedo. Por consecuencia, si la magnetización (electrización del papel)
fuese debida, el magnetismo personal desaparece ante un tiempo cálido y húmedo.

No; el magnetismo personal y la electricidad no son idénticos; ni siquiera existe la


menor relación entre esos dos agentes. La elección puede producirse por medio de
substancias inorgánicas; puede almacenarse en una botella de Léyden; puede circular
por hilos metálicos; en tanto que lo que se denomina magnetismo personal depende
enteramente de la impresión que hace un individuo en los sentidos y en el espíritu de
otro. Una persona que padezca una enfermedad repugnante de la piel, podrá parecer
poderosamente magnética a un ciego, en tanto que su aspecto será repugnante para un
hombre que se halle en posesión de sus cincos sentidos.

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Un hombre de determinada clase social parecerá extraordinariamente magnético a los de
su condición; pero, entre personas de otro rango, sus maneras groseras, su ignorancia de
las prácticas mundanas, le harán aparecer como falto de educación y desprovisto
totalmente de magnetismo o influencia personal.

Definición y desarrollo del magnetismo personal

¿¡Qué es, pues la influencia o magnetismo personal? Si se nos pide que lo definamos en
pocas palabras, diremos:
"El magnetismo o influencia personal puede ser cultivado, estudiando y aplicando el
arte de agradar".
Véanse las condiciones que consideramos como esenciales al más completo desarrollo
del magnetismo o influencia personal

Una fisonomía serena, con mirada tranquila: salud, energía, decisión, afabilidad,
modestia, carácter invariable, vivacidad amable confianza, aseo; maneras agradables,
actitud correcta y respetuosa.
Una persona puede ser atractiva (magnética) sin tener una salud perfecta; pero la buena
salud es una base excelente para el desarrollo del magnetismo personal.

Es más agradable estrechar una mano suave y templada que sentir el contacto de una
mano fría, febril o Viscosa. El sentido de la vista es más favorablemente impresionado
por una fisonomía alegre y satisfecha que por un rostro paliducho, triste o cubierto de
granos.

Es necesario por lo, tanto al desarrollar el magnetismo personal, procurar agradar a los
sentidos, exami¬nándose uno mismo y procurando mejorar su salud, modificar el tono e
inflexiones de la voz.
Un estudio del hombre poderosamente magnético nos probará cuando se trata de
defender los principios que mantiene el corazón.

El hombre magnético no se envanece jamás en público de sus méritos y elevadas


acciones. Es modesto, sin llegar a la timidez; tiene una frase alentadora para cada cual;
reconoce toda atención con que se le distingue y agradece todo servicio que se le preste;
demuestra con tacto su apreciación de los méritos de los demás y, cuando hace algún
favor a un amigo o conocido, lo realiza de modo que parezca ser él mismo el
beneficiado y no el otro.
El hombre magnético es atento, cortés y afable en toda ocasión con respecto a sus
amigos o extraños, no por motivos egoístas, sino porque ha hecho de ese principio una
segunda naturaleza.

La falta aparente de magnetismo en algunas personas, puede imputarse a la influencia


del medio en qué se mueve.
Los hijos de padres insociables, que sólo tienen un reducido numero de amigos y
conocidos, están expuestos a volverse egoístas y aislarse, apartándose de todos sus
compañeros de juego, a excepción de algunos que han de sufrir previamente el examen
crítico de sus egoístas padres.

La regla más sencilla, más práctica y efectiva que ha de seguirse para desarrollar el
magnetismo personal, es la de relacionarse con el. mayor número posible de personas y

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hacer de suerte que cada una de ellas quede satisfecha de haberos visto y persuadida de
que tienen en vosotros un amigo y puede contar con una acogida cariñosa cada vez que
os vuelva a ver.

No basta encerrarse solo en una habitación y hacer ejercicios de concentración y


autosugestión, aunque estos ejercicios, cuando se persigue un fin bien determinado,
sean de bastante provecho; lo que importa más es la forma de portarse con sus
semejantes. La persona ansiosa de desarrollar, la influencia magnética personal y que
conozca sus puntos débiles, hará bien en retirarse a algún sitio aislado donde se halle
sólo con sus pensamientos, esforzándose allí en forjar en su espíritu la mejor conducta
que ha de observar para triunfar de sus defectos, representándose la forma como
procederá cuando esos defectos hayan desaparecido. Son muy eficaces, además, las
autosugestiones bajo la forma dé palabras pronunciadas mentalmente: o en alta voz. sin
embargo, esas palabras no deben repetirse maquinalmente sino que se expresarán con
atención observando el espíritu la plena significación de las frases emitidas.
A manera de ejemplo, vamos a dar, algunas autosugestiones, cuyo empleo prestará
grandes servicios; el 1ectortal podrá fácilmente imaginar otros que respondan a sus
necesidades particulares.

Véanse estas autosugestiones:


"Estoy resuelto a volverme enérgico y magnético a la vez. Tengo sentimientos
generosos y amistosos para todo el mundo y he de conquistarme de cada uno."
"Mi carácter es siempre alegre, jovial y agradable. Tengo una frase de consuelo y
aliento para todo el mundo y todo el mundo se felicita de verme."
"Soy honrado y sincero y puedo mirar de frente y con serenidad a cuantos me rodean."
"He de ser bueno para los viejos y los jóvenes; seré bueno para todos mis semejantes y
haré por ellos cuanto ellos seguramente harían por mi." .
"Estos buenos, sanos, optimistas y fortificantes pensamientos influyen en mi vida y en:
mis actos; son magnéticos, son míos. ¡Yo mismo soy magnético!"

Estas autosugestiones y otras análogas, repetidas frecuentemente y concienzudamente se


convierten en pensamientos y principios arraigados, a condición de que uno se esfuerce
en ponerlas en practica sin el menor egoísmo, Ejercen inconscientemente una influencia
bienhechora y sirven para atraerse amigos. Preguntadle a uno de éstos lo que encuentra
particularmente atractivo en el ser magnético y seguramente os contestará:!Oh! No
puede decirlo exactamente. Lo único que sé es que siento gran simpatía hacia él. Posee
considerable: magnetismo personal.
Es por lo tanto la capacidad de agradar por actos de bondad, de simpatía, de lealtad y
por la fuerza del carácter, por una parte, y la interpretación inconsciente de esos actos,
por otra, lo que constituye el magnetismo personal y lo que hace creer a mucha gente
que ese magnetismo es un agente casi igual a la electricidad o al magnetismo del imán.

6. La autosugestión fuente de dicha

Capítulo anterior: 5 - La autosugestión y el magnetismo o influencia personal


Capítulo siguiente: 7 - La autosugestión y la concentración

Influencia perniciosa del pesimismo beneficiosa acción del optimismo

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El pesimismo es la tendencia a exagerar por medio del pensamiento, los males de la
vida o mirarla bajo el aspecto sombrío: es una melancolía ó predisposición que deprime
el espíritu y hacer todo negro, (enfermedad del alma)
Podemos, por lo tanto, llamar pesimista al que exagera los males de la vida o que se
inclina a no ver más que su lado malo.

Es, en cambio, optimismo la opinión o disposición a creer que todo lo que existe es
bueno y está perfectamen¬te ordenado, por cualquier razón impenetrable, a pesar de
todas las observaciones encaminadas a la conclusión opuesta.
Podremos, por consecuencia llamar optimista al individuo que cree en la supremacía
presente o definitiva del bien sobre el mal; al que aguarda siempre las eventualidades
más felices y dichosas; a la persona que espera siempre.

Son presa del pesimismo agudo los naturalmente optimistas en sus pensamientos, pero
que, a lo mejor, sufren Un ataque de humor negro, debido, generalmente, a la
eliminación imperfecta ocasionada por el exceso de alimentación o por la insuficiencia
de bebida o por los dos casos reunidos. Estos accesos pueden durar un día a dos y
también una semana o acaso hasta diez días, pasados los cuales desaparece la depresión
mental tan rápidamente como se presentó y el individuo se torna más alegre y optimista
que nunca, aunque en el apogeo de la crisis le sea imposible percibir nada bueno en
ninguna parte, viendo tan sólo, por el contrario, el lado malo de las cosas.

Prestando atención especial a la alimentación, a la respiración y particularmente a la


bebida, podrá uno alejar de sí esa melancolía pasajera y no temerá que se reproduzca si
aprende a visir higiénicamente.
Subdividiremos los pesimismos crónicos en dos clases la correspondiente a los
individuos en quienes se ha desarrollado el pesimismo al cabo dé un largo período de
debilidad, de enfermedad y la otra: para los individuos que aunque han gozado siempre
de excelente salud, fueron pesimistas toda la vida.

Puede hacerse desaparecer el pesimismo consecutivo a un largo período de enfermedad


fortificando la salud y empleando sugestiones y: autosugestiones optimistas; por que un
pesimista de esta especie se da cuenta de que su actitud mental es anormal, y, como
busca incesantemente su remedio para su padecimiento físico, se halla dispuesto a hacer
cuanto se le ordene para desarrollar el optimismo.

El pesimismo debido a una costumbre de pensar tan antigua como la vida, es difícil de
desterrar, por las dos razones siguientes:
Primera el pesimista, como no ha experimentado jamás los goces del optimismo, no
puede darse cuenta de que sus pensamiento difieren de los pensamientos de. las gentes
más optimistas que él ni de que esos pensamientos influyen en sus acciones y su
conservación, hasta el punto, no tan sólo de apartar de él a sus amigos optimistas, sino
también de colocar e en la poco envidiable situación de que se lamenta.

Segunda: Aunque el pesimista reconoce la diferencia entre el pesimismo y el


optimismo; y que los estados de espíritu ejercen una acción importante sobre el éxito
que se obtiene en la vida, encuentra difícil al principio mantener su espíritu en actitud
optimista durante tiempo bastante largo para notar una mejoría sensible, y la naturaleza
misma de desarreglo tiende a desanimarlo, para conducirle a otros esfuerzos
concienzudas y persistentes.

16
Desarrollo del optimismo

Pero esas pobres víctimas pueden ser, trastornadas en optimistas muy aceptables,
especialmente si un su¬gestionador competente les administra cada día un tratamiento
sugestivo, y hasta conocemos a muchos que gracias al empleo persistente de la
autosugestión, debieron la salud a sus propios esfuerzos.
El pesimismo es generalmente el egoísmo personificado. En realidad casi se pueden
considerar como sinóni¬mos las palabras pesimismo. Y egoísmo, porque no hemos
conocido nunca un pesimista que no fuese egoísta, ni una persona egoísta que no
mostrase algunas señales de pesimismo de vez en cuando.
El pensamiento se transforma en actos.
Para demostrarla de manera objetiva, basta estudiar la vida ordinaria de un pesimista
empedernido; y haciéndolo así, el lector nos dará la razón y se convencerá
palpablemente.
El optimismo no cuesta más que el pesimismo; pero. el optimismo nos proporciona una
ayuda material; llamando nuestra atención hacia todo lo que es bueno y digno de
poseerse en la vida. ¿Por qué, pues, no hemos de hacerle tomar parte en todas nuestras
acciones?

Si encontramos obstáculos en el camino dé la vida, dediquémonos valientemente a


destruirlos, sostenidos por el optimismo, hasta que lo hayamos conseguido; si nos
vemos detenidos por una barrera, al parecer infranqueable ataquémosla gallardamente,
tenido la fe de que tarde ó temprano vendrá a tierra nuestro optimismo podrá ser el más
seguro medio de atraemos amigos; que estarán dispuestos a ayudarnos cuando
necesitemos sus servidos.
A los que deseen, por lo tanto, desarrollar actitudes mentales optimistas, les
recomendamos, primeramente que retengan este axioma:

"El pensamiento se transforma en actos"


Estúdiese maduramente esa frase, es decir lo que entraña la misma, y procúrese
encontrar su plena significación. ¬
En seguida esfuércense los interesados en desarrollar la generosidad y en ser generosos,
no solamente en las cosas pequeñas de la vida, sino también en los pensamientos.
Hay que estar siempre dispuestos a olvidar un defecto aparente en una persona y creer
que dicha persona posee cualidades que contrarrestan ampliamente su imperfección. La
nueva actitud tendrá por resultado, valga la fra¬se, poner el mundo entero a los pies del
optimismo.

Recomendamos también el ejemplo continuo de autosugestiones de naturaleza


semejante a la que diéramos antes. Las sugestiones deben ser repetidas varias veces
cada día, y no maquinalmente sino con una comprensión completa de su más amplio
sentido.

Repitiendo, estas autosugestiones con puntualidad, se desarrollará muy pronto la


costumbre de pensar con optimismo; desde luego, observando cada vez mejor las leyes
de la higiene
A continuación van algunos ejemplos de estas autosugestiones.
"Yo doy a mi organismo los alimentos, la bebida y el aire que le son necesarios. en
cantidad y calidad. Eso significa que mi cuerpo y mi cerebro están bien nutridos y, por
consecuencia, éste puede funcionar con tanta claridad como el del más optimista de los

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optimistas"
"Deseo cambiar toda mi manera habitual de pensar y mi actitud mental frente a todas las
personas y las cosas. A partir de hoy seré generoso en todos mis actos y pensamientos
Yo veré en todo el lado favorable y buscare solamente: lo que es bueno en las personas
y las cosas."
"Mi optimismo me traerá amigos. La resolución que he adoptado de convertirme en
optimista, me hace estar ya mas satisfecho de la vida ."
"Soy un optimista en toda la acepción de la palabra y cultivo el optimismo para
desarrollar el optimismo."

7. La autosugestión y la concentración

Capítulo anterior: 6 - La autosugestión fuente de dicha


Capítulo siguiente: 8 - La autosugestión y la ciencia de la respiración

Concentración pasiva y concentración voluntaria

Hemos recibido de un corresponsal una carta, de la cual extractamos lo siguiente:"Hay


una cosa que deseo adquirir, y es la concentración mental. Estudio con persistencia las
instrucciones contenidas en los libros que pretenden enseñar o enseñan a sus lectores a
concentrarse, pero no he tenido ningún resultado. No soy positivo, soy incapaz de
concentrar mis pensamientos. ¿Quiere usted ayudarme en esta tarea?

Es posible que cada uno desarrolle un músculo o un grupo de músculos en su


organismo, siempre que esos músculos estén convenientemente nutridos y que sean
ejercitados juiciosa y regularmente; pero no es razonable suponer que un hombre que se
halle en el último grado de la tisis pueda aumentar sensiblemente la fuerza y
dimensiones de sus bíceps intentar la cosa ejercitando los músculos durante algunos
días; pero cada vez, le será mas penosos estos ejercicios. La cuestión es saber si podrá
disponer en cualquier momento de la fuerza necesaria para ejercitar los músculos hasta
el punto de desarrollarlos en forma perceptible; aun teniendo la voluntad bastante firme
para continuar sus ejercicios con regularidad

Si, por otra parte, un hombre bien nutrido lleno de salud, se dedica a desarrollar sus
bíceps y gasta demasiada energía en sus primeros ejercicios, sin .obtener ningún efecto
notable, existe el temor de que pierda valor, a menos que su voluntad y determinación
sean fuertes y es verosímil que abandonará sus ejercicios: antes de haber conseguido su
objeto.

El organismo mental con cuyo auxilio se concentra puede llamarse de manera figurada
"un músculo mental" y su desarrollo depende de dos cosas primeramente de la nutrición
de cerebro y en segundo lugar de la manera como se ejercite el músculo mental y la
cantidad de ejercicios que se le imponga.
Es posible que nuestro corresponsal tenga una capacidad de concentración superior a la
medida y considere insuficiente sus propias fuerzas.

Hay una gran diferencia entre la concentración y la concentración activa o voluntaria.


La primera no exige ningún esfuerzo de voluntad, en tanto, que la segunda, depende
enteramente de la voluntad. Cuando presenciamos un partido de foot ball u otro juego

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que nos apasiona; cuando asistimos a la representación teatral de una obra interesante,
estamos por completo en el juego o en .la acción dramática. Y no tenemos que hacer
ningún esfuerzo de voluntad para concentrar la atención. de nuestro espíritu sobre esos
espectáculos que nos divierten, porque la que interviene en tal caso únicamente es la
concentración pasiva, nos absorbemos por completo en los espectáculos o relatos que
nos entretienen..

Pero si intentamos olvidarnos de nosotros mismos estudiando los verbos griegos o


latinos, por ejemplo, nos hallaremos metidos en una tarea difícil de realizar.
Tendremos que hacer un esfuerzo real de voluntad para mantener nuestra atención
concentrada en los verbos, sin contar. el riesgo que corremos de ver que nuestros
pensamientos van hacia la derrota.
Por consecuencia, si nuestro corresponsal se imagina que debiera ser capaz de
concentrar su espíritu tan fácilmente en un estudio difícil como el hecho de fijarse en
una obra teatral, querría alcanzar un poder de concentración que no ha tenido ocasión de
apreciar a. nadie.

Excelentes estudiantes, en perfecto estado de salud, que se hallaba a la cabeza de su


clase, nos han consultado con la esperanza de que mejorásemos su memoria y
concentración.
Se lamentaban de tener que hacer grandes esfuerzos para ser constantes en el trabajo, al
paso que algunos de sus condiscípulos sabían retener fácilmente. Habiéndonos
informado bien, hemos reconocido que los compañeros de los jóvenes que nos
consultaron estaban celosos de las aptitudes de retención y concentración de estos
últimos, y que ellos trabajaban extraordinariamente cada vez que habían de sufrir un
examen.

Tendemos siempre a creer que los demás vencen las dificultades con menos esfuerzo
que nosotros, y nos sentimos inclinados a disgustamos de nosotros mismos y a
criticarnos cuando nos tropezamos con una labor u obstáculo rudo y pesado en nuestro
camino. Pero, secundados por una salud excelente, no encontraremos ninguna faena
física o mental que no podamos vencer, si damos pruebas de valor y nos imponemos en
el fondo del corazón la voluntad de triunfar.
Cuando se quiere desarrollar un músculo del cuerpo, es menester ejercitarse
moderadamente al principio, y esos ejercicios deben efectuarse diariamente. A medida
que los músculos se desarrollan, puede aumentarse la duración y cantidad de tos
ejercicios proporcionalmente hasta que se consiga el objeto deseado.
Pero un músculo excesivamente desarrollado no tarda mucho en atrofiarse, a menos que
se continúe ejercitándolo constantemente y nutriéndolo en forma conveniente.

De manera análoga, al desarrollarse la concentración voluntaria es necesario hacer


ejercicio de concentración ligeros al principio y si se continúa con regularidad, se
pegará a la posibilidad de imponer al espíritu esfuerzos cada vez mayores. Pero lo
mismo que un músculo físico, el músculo mental se deteriora durante la enfermedad; y
hasta se deteriora en los individuos que gozan de perfecta salud si estos individuos no lo
ejercitan con regularidad ni le conceden reposo, con regularidad también.

Una dosis excesiva de descanso para el espíritu, lo mismo que para los músculos,
ocasiona un deterioro; una dosis excesiva de ejercicios lleva aparejada la ruina; y ambos
extremos deben evitarse con el mismo cuidado.

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Autosugestiones para desarrollar la concentración

No es nuestra intención presentar ejercicios difíciles para desarrollar la concentración


voluntaria porque los ejercicios complicados no son absolutamente necesarios. A1gunas
sugestionadores os dirán que fijéis vuestra mira¬da en el extremo de un dedo y que os
dediquéis sólo a pensar en el extremo de ese dedo. Os invitarán a practicar este ejercicio
y otros similares varias veces al día hasta que aprendáis a excluir de vuestro espíritu
toda cosa a excepción del dedo. Pero, aunque esos ejercicios puedan ser de alguna
utilidad, hay otros más prácticos y provechosos

Los ejercicios más sencillos y eficaces para desarrollar la concentración consisten en


leer una frase en un buen tratado científico cuyo asunto carezca absolutamente de
interés para el lector, y en seguida tratar de reproducir la idea expresada en la frase,
verbalmente o por escrito, o de ambos modos a la vez; habiendo conseguido retener y
reproducir las ideas contenidas en una simple frase, tratar de retener muchas frases
sucesivas a la vez; en seguida tomar párrafos completos, luego páginas, capítulos y por
último un libro entero.
No hay mejor ejercicio que éste para aprender a retener y concentrarse.
Por eso diremos a todo lector que desee cultivar la concentración voluntaria:

En primer término, hay que cuidar de la salud general. Véase si el estómago y los
intestinos cumplen convenientemente sus funciones y si su actuación deja algo que
desear, si la circulación no es perfecta, mejórese la salud empleando la autosugestión y
apropiándose los elementos esenciales. aplíquense a este propósito los consejos
contenidos en el capítulo que trata de la autosugestión y desórdenes físicos, y si la salud
se debilitó momentáneamente, podrá esperarse fundadamente que volverá el poder de
concentración y la salud mejorará.

Habiendo fortificado la salud general, empiécese a ejercer la concentración durante


algunos minutos varias veces diarias, y auméntese gradualmente la duración de los
ejercicios a medida que se note mejoría.
El empleo metódico de la autosugestión ayudará también poderosamente desde el
principio.

Imprímase en el espíritu involuntario lo que se entienda que se realiza y lo que se desea


que él espere de uno. Para alcanzar ese resultado serán útiles autosugestiones por el
estilo de las que siguen;
"Mi cerebro está ahora perfectamente nutrido por medio de una sangre pura y rica; es
capaz de efectuar tan buena labor como cualquier otro cerebro humano."
"Poseo facultades mentales que me hacen posible la concentración y ejercitándolas con
regularidad diaria¬mente estoy seguro de que se desarrollan en todo momento"
"Mi espíritu es lúcido y vivo; sé leer, anotar, aprender, retener y digerir todo lo que leo
o estudio, lo mismo que el mejor estudiante."
"Soy un hombre enérgico, decidido y emprendedor; tengo voluntad firme y consigo
desarrollar la concentración, porque triunfo en todo lo que emprendo"
"Siento que mi concentración voluntaria se desarrolla en estos momentos."

Las autosugestiones de esta especie deben repetirse de cincuenta. a cien veces cada día
y más si se puede .mas y se debe dejar al espíritu meditar acerca de la significación de
dichas afirmaciones.

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He aquí ahora dos axiomas que ha retener el lector que quiera practicar la autosugestión:
"Los pensamientos se transforman en actos."
"Contando muchas veces un cuento, puede llegar a creérselo uno mismo."
De modo que si se repite una autosugestión continuamente, y se deja al espíritu
penetrarse de su plena significación el espíritu involuntario la acepta como un hecho
comprobado y consecuentemente, pierde su influencia.
"El espíritu involuntario es sensitivamente extremado.
Todos poseemos al nacer los centros cerebrales necesarios para el ejercicio de la
concentración; mas para desarrollados, debemos nutrirlos convenientemente ejercitados
lo bastante.
No existen manejos ni procedimientos secretos, ni medios artificiales para desarrollar la
concentración voluntaria.

8. La autosugestión y la ciencia de la respiración

Capítulo anterior: 7 - La autosugestión y la concentración

El hombre necesita aprender a respirar

Indudablemente parecería ridículo pretender enseñar a respirar a los caballos y a los


perros. Estos animales, que viven casi siempre al aire libre y hacen mucho ejercicio,
respiran como la naturaleza les ha ordenado que respiren. Pero el hombre, triste víctima
de la civilización, vive confinado en oficinas y talleres polvorientos, sin ejercicio, hasta
que, falto de aire puro, desfallecen sus fuerzas físicas. Sin embargo, cuando llega a
reconocer que debe dar a sus pulmones aire puro en determinar cuál es el mejor método
respiratorio.

¿A qué perder tan lastimosamente un tiempo necesario para reponernos? En este


documento encontrará el lector lo que desea. Leamos con atención. Si se percata uno de
que hasta el momento sólo ha absorbido un litro de líquido, cuando su organismo
reclama dos litros, empiece inmediatamente a aumentar su consumo de bebida. Beba
agua hervida, si es posible, y, si no dispone de agua bastante buena, beba la mejor que
logre encontrar, pero beba inmediatamente.
Más perjuicio ocasionaría a su organismo negándole el agua necesaria, aunque no sea
buena, que bebiendo cuanta necesite dicho organismo, aunque la calidad no sea
excelente

Y lo mismo ocurre por lo general respecto a la respiración. Si nota uno que los
pulmones no han recibido, suficiente aire hasta el momento salga fuera y respire. Si está
encerrado en una oficina donde la ventilación sea defectuosa, haga que penetre el aire
en el local: respire, respire profundamente por cualquier medio, hasta adquirir doctas
reglas y métodos.
Lejos de nosotros la idea de ridiculizar los diversos sistemas respiratorios que se enseña
en la actualidad. Tenemos en ellos gran fe, por muy diferentes que parezcan entre sí,
pues todo sistema será beneficioso siempre que los ejercicios se realicen
concienzudamente y con una intención bien definida en el espíritu; todos los sistemas:
respiratorios tienen un doble fin.

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En primer lugar, la persona que las aplica fielmente logra que penetre en sus pulmones
más cantidad de aire que penetraría si no los hiciese. En segundo término cada vez que
ejecuta ejercicio respiratorios la hace con deliberada intención, y manteniendo esa
intención ante la visión mental, tiende ésta a realizarse, porque el pensamiento se
materializa, dando origen a los actos.

Dicho de otro modo, consciente o inconscientemente, las autosugestiones que


acompañan invariablemente a los ejercicios; contribuyen a alcanzar los resultados
apetecidos.

Una persona cuya salud es fuerte y vigorosa respira generalmente, a plenos pulmones y
se asimila todo el oxígeno que le es menester, sin esfuerzo. Consciente; no necesita
ningún método respiratorio. Pero es raro que una persona debilitada respire
profundamente, por que el influjo nervioso accionado. en 1os órganos de la respiración
se debilita en proporción al declinamiento de la salud. Por eso, cuando la salud de una
persona se halla a un nivel inferior a la salud media, tendrá que fijarse en la necesidad
de hacer que penetre en sus pulmones, por todos los medios posibles, la cantidad de aire
que necesitaría si gozase de una salud perfecta.

No es necesario que un paciente de esta especie se someta a un sistema determinado lo


único que ha de hacer es respirar hasta que tenga conciencia de haber introducido en sus
pulmones mayor cantidad de aire que de ordinario, y los efectos bienhechores serán
consecutivos, con la única condición de que respire profundamente durante algunos
minutos, ocho o diez veces por día. Pero, en la mayoría de los casos, no basta aconsejar
a las gentes que respiren más aire para alcanzar los apetecidos resultados.

El paciente pensará de vez en cuando durante un día o dos, y luego se olvidará de hacer
nuevos esfuerzos de atención para aplicarse a respirar profundamente. Y he aquí por qué
es de gran valor el empleo de uno u otro sistema respiratorio; porque el hecho dé
respirar de manera especial, sujetándose a determinadas reglas nos conduce a fijarnos en
la necesidad de respirar profundamente, varias veces durante el día, y el cumplimiento
de tales ejercicios es lo que fortifica las autosugestiones.

El arte de respirar

La mejor y la única manera natural de respirar es la "respiración abdominal". Los


hombres, en general, y especialmente los que gozan de buena salud, respiran de esa
forma; pero las mujeres, a causa de la faja y la pesantez de los trajes, sujetos a la
cintura, respiran habitualmente de pecho.

He aquí cómo se practica la respiración abdominal: Hágase una completa, larga y


profunda aspiración, de modo que no sólo se levante el pecho sino que se sienta también
dilatarse el abdomen. Manténgase luego levantado y dilatado el pecho, hágase salir el
aire de los pulmones gradualmente.

Después que haya sido expulsado el aire de los pulmones, contrayendo el abdomen y
elevando los órganos vitales, realice una nueva respiración hasta que se dilate de nuevo
el abdomen, y continúe respirando de esta forma manteniendo todo el tiempo el pecho
en estado de expansión tal que no se note el menor movimiento.
La respiración abdominal tiene una ventaja doble. Por medio de ella se rellenan los

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pulmones lo más completamente posible y el movimiento del diafragma y de los
músculos abdominales efectúa el masaje de los intestinos y el estómago. Hemos visto
más de un caso de enfermedad estomacal antigua curado en pocos días por medio de la
respiración abdominal.

Por lo demás, los pacientes gozaban de buena salud, bebían y comían bien, pero
respiraban enteramente de pecho, sin que fuese perceptible el menor movimiento en el
abdomen. La respiración abdominal obra como por encanto.
Esa respiración es el único ejercicio que ha de exigirse a todos los pacientes. Permite
practicar toda clase de ejercicios recomendados por los demás, y puede aplicarse
ventajosamente durante la marcha.

Téngase el cuerpo bien. derecho, rellénense los pulmones aspírese, dando cinco o seis
pasos, y espire durante los cinco o seis pasos siguientes. Un andar acelerado aumenta el
valor de este ejercido, y se puede elevar hasta siete u ocho el número de pasos que
acompaña a cada aspiración.
Cuando se haga este ejercicio, procúrese respirar por la nariz.
La persona cuya salud no sea buena, debe preocuparse especialmente de los elementos
necesarios.

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