Introducción
El siguiente texto es un trabajo realizado en noviembre de 2007 para el seminario “Métodos de investigación en
Historia urbana. Utopía y realidad urbana”, que dicta Celia Guevara en la Carrera de Sociología de la Universidad
de Buenos Aires.
El trabajo está centrado alrededor de la utopía que propone Ursula K. Le Guin en su novela Los desposeídos
(1974). Esta imaginación utópica se despliega en el planeta Anarres, que, con su antagónico planeta Urras
conforman los “Planetas gemelos” Cetianos correspondientes al sol Tau – Ceti.
A partir de algunas indagaciones en el mundo que nutrió a la autora –sobre todo el taoísmo y el anarquismo y su
posible relación con en el movimiento contracultural que atravesó la década del sesenta en Estados Unidos,
específicamente en California, donde nació la autora - intentaremos transitar por los diferentes planos de esta utopía
“ambigua” (como refiere el subtítulo).
a) Taoísmo
El Tao Tê Ching es un breve libro de aforismos atribuido a Lao –Tzu, o Lao – Tse, donde expone los principios del
Tao y su virtud (Tê). Algunos comentadores ponen en cuestión la figura de Lao – Tse, si es obra de un solo autor, o
si es una compilación de las principales sentencias de la escuela taoísta. La leyenda cuenta que fue contemporáneo
de Confusio, que vivió en el siglo IV o III a.C., y trabajó como bibliotecario de los archivos imperiales de los
Chou. Un día, cansado de la vida al lado de los poderosos, se retiró a vivir en soledad, y dejó a Yin Hsi, jefe de la
guarnición fronteriza, este breve tratado conocido como Tao Tê Ching.
La antigua palabra china Tao significaba “camino” o “carretera”, y según Alan Watts, también significaba
“hablar”[1], por lo que la primera línea del Tao Tê Ching de Lao – Tzu (o Lao –Tse) es un juego de palabras que da
cuenta de la imposibilidad de hablar del Tao. Según distintas traducciones que agrupa Watts, “El Tao que puede ser
expresado no es el Tao Absoluto” (Lin Yutang), “El Camino que puede ser indicado no es un Camino Invariable”
(Waley), “El Tao que es sujeto de discusión no es el verdadero Tao” (Old), “El Camino que puede ser considerado
verdaderamente como el Camino no es el Camino Eterno” (Duyvendak), “ La Corriente que puede ser recorrida no
es la Corriente Eterna ”, “ La Fuerza que necesita ser forzada no es la Fuerza verdadera”.[2] En palabras de Chuang
Tzu: “El tao es real y evidente, pero no manifiesta acción ni forma alguna. Puede ser transmitido pero no puede ser
recibido. Puede ser alcanzado pero no visto. Existe por sí mismo y a través de sí mismo. Existió antes de que el
cielo y la tierra existieran y existirá por toda la eternidad. Es causa de que los dioses sean divinos y de que el
mundo se origine. (...) Aunque es anterior al cielo y a la tierra, no es antiguo. Aunque es más viejo que el más
antiguo, no es viejo”.[3]
Chuang – Tzu fue un escritor y sutil pensador taoísta que agrupó anécdotas sobre su maestro Lao – Tse. En muchas
relatos Chuang Tzu ridiculiza la ética confuciana, ocupada en las convenciones lingüísticas, jurídicas y rituales. Si
bien ambas corrientes comparten una visión similar sobre la naturaleza, el confusianismo abunda en
convencionalismos sobre el orden, la disciplina y los diferentes modos de jerarquías; el taoísta, en cambio, como
los anarquistas, rechaza toda forma de gobierno y esquemas de pensamiento. El acercamiento a la naturaleza que
sugieren los aforismos de Lao Tse es de receptividad y de apertura a la espontaneidad.
El taoísmo no surge como una rebelión contra el confusianismo; el taoísta no compite, no le interesa “vencer”, está
más allá del pensamiento dualista: “(...) el Sabio mantiene la Unidad / y se convierte en modelo del mundo./ No se
exhibe; por eso resplandece. No busca confirmación; por eso se lo distingue. / No se alaba; por eso tiene mérito./
No se glorifica; por eso se lo honra./ Y porque no compite, / nadie en el mundo puede competir con él”.[4] Como
dice Alan Watts: “El taoísmo es un camino de liberación que nunca llega por medios revolucionarios”.[5] El taoísta
no se dedica a exaltar su sabiduría: “El hombre bueno no se tiene por buen maestro; el hombre no bueno tiene por
buenas las riquezas del prójimo”.[6]
Un relato de Chuang Tzu narra una historia que podría encauzarse en la corriente anarquista: “Tzu Kung, discípulo
de Confusio, dijo a Lao-Tzu: ‘Dices que no debe haber gobierno. Pero, si no hay gobierno, ¿cómo se purificará el
corazón de los hombres? El maestro contestó: ‘Lo único que no debemos hacer es entrometernos con el corazón de
los hombres. El hombre es como una fuente; si la tocas, se enturbia; si pretendes inmovilizarla, su chorro será más
alto...Puede ser tan ardiente como el fuego más ardiente; tan frío, como el hielo mismo. Tan rápido que, en un
cerrar de ojos, puede darle la vuelta al mundo; en reposo, es como el lecho de un estanque; activo, es poderoso
como el cielo. Un caballo salvaje que nadie doma: eso es el hombre”
El sinólogo Richard Whilhelm dice: “Tao, el Sentido del mundo, el Camino, domina pues al hombre al par que a la
naturaleza visible e invisible (Cielo y Tierra). El signo Tao, en su forma original, consiste en una cabeza, que debe
ser interpretada como “comienzo”, luego en el signo para ‘ir’ (...), también significa ‘vía’ (...) En consecuencia, el
significado original es : ‘una vía que (...) conduce desde un comienzo a la meta’. El pensamiento fundamental,
entonces, es que, inmóvil él mismo, Tao permite todo movimiento y le da la ley”.[7]
Una idea importante del taoísmo está representada por las palabras wu wei, no intervenir, no actuar, dejar actuar a
la naturaleza que siempre prevalece por sobre las intervenciones humanas. Por wu wei se debe entender ese operar
irreflexivo, espontáneo del Tao; es el estilo de vida de quien sigue la corriente natural del Tao. Una inteligencia
“inconsciente”: “El taoísta es aquel que ha aprendido a dejar que sus piernas caminen solas” dice Alan Watts[8]. O,
para citar otra vez a Chuang Tzu: “El niño mira las cosas todo el día sin pestañear; ello es así porque sus ojos no
están enfocados en ningún objeto particular. Anda sin saber adónde va, y se detiene sin saber qué está haciendo. Se
confunde con lo que le rodea y se mueve llevándolo consigo. Estos son los principios de la higiene mental”.[9]
b) Anarquismo
El anarquismo, antes que una teoría sistemática, es una rebeldía individual contra las imposiciones y convenciones
que impone la sociedad; exalta al individuo “único” como una creación singular de la naturaleza en contra del
conformismo de las masas.
Dice Paul Goodman: “De todas las corrientes intelectuales del siglo pasado, sólo el anarquismo, o mejor, el anarco-
pacifismo –la filosofía de las instituciones sin el Estado y sin la violencia organizada- ha previsto de manera
consecuente los perfiles principales y los grandes peligros de las actuales sociedades avanzadas, su policía, su
burocracia y su excesiva centralización de los centros de decisión, su manipulación social y su inevitable
militarización”.[10]
La utopía anarquista que expone Le Guin en Los desposeídos tiene su punto de partida en el comunismo
anarquista que plantea Kropotkin. Este pensador ruso abarcó vastas áreas del saber, desde la biología hasta la
filosofía social, derivando en una singular vertiente del anarquismo.
Una vivencia de Kropotkin entre los nativos de Siberia fue un punto de partida para sus ulteriores
lucubraciones teóricas: “Yo desearía que todos los creadores de planes de disciplina estatal pudieran pasar por la
escuela de la vida real antes de que empezaran a proyectar sus utopías estatales. Entonces escucharíamos muchos
menos esfuerzos de organización militar y piramidal de la sociedad que en la actualidad.”[11]
Imbuido en el espíritu del siglo XIX, en el cientificismo evolucionista de Darwin, Kropotkin quiso demostrar que
el apoyo mutuo se encuentra en la naturaleza del hombre. Angel J. Cappelletti, autor de un prólogo a esta obra,
dice: "De la gran masa de datos zoológicos que ha reunido infiere, pues, que aunque es cierta la lucha entre
especies diferentes y entre grupos de una misma especie, en términos generales debe decirse que la pacífica
convivencia y el apoyo mutuo reinan dentro del grupo y de la especie, y, más aún, que aquellas especies en las
cuales más desarrollada está la solidaridad y la ayuda recíproca entre los individuos tiene mayores posibilidades de
supervivencia y evolución” .[12]
En El apoyo mutuo, Kropotkin, partiendo del reino animal, transita escalonadamente por la “evolución” del
hombre hasta llegar a la sociedad moderna. Según la tesis de Kropotkin, el apoyo mutuo es una constante muestra
del altruismo natural inherente a los hombres y necesaria para su supervivencia: cuanto más sólida es la integración
comunal, más nobles serán las costumbres de los pueblos. Dice Kroptkin: “(...) el progreso moral del género
humano, si lo consideramos desde un punto de vista amplio, constituye una extensión gradual de los principios de
la ayuda mutua, desde el clan primitivo, a la nación y a la unión de pueblos, es decir, a las agrupaciones de tribus y
hombres, más y más amplia, hasta que por último estos principios abarquen a toda la humanidad sin distinciones de
creencias, lenguas y razas.
En su época, Kropotkin vio en las luchas sindicales, en el movimiento obrero, la expresión más alta del
apoyo mutuo; el espíritu de lucha y el heroísmo de sus militantes eran una viva expresión de su tesis.
c) Posibles enlaces entre ambas corrientes
El ideal taoísta era una forma de colectivismo agrario que trataba de recuperar la unidad con la naturaleza que los
seres humanos habían perdido al desarrollar una cultura jerárquica. Una despectiva frase de Marx respecto al
anarquismo (es conocida la expulsión a los sindicatos anarquistas durante la Internacional de Trabajadores) quizá
pueda ayudarnos a vincular este movimiento con los viejos taoístas chinos: “el anarquismo es una ideología
campesina”[13].
Los anarquistas, a diferencias de los comunistas o de los socialistas, en su visceral desprecio por el poder,
no aspiran nunca a conquistarlo, sino a vivir en libertad, independientemente de los mecanismos de control. El
ideal anarquista son las comunidades autónomas, un ideal muy alejado de la maquinaria estatal comunista que se
desplegó durante el siglo XX. Otro exiliado ruso, Bakunin, no despreciaba como Marx el lumpen proletariado, sino
que veía allí una poderosa fuerza de rebeldía. El anarquismo simpatiza con los desposeídos, los alienados, los
marginales, los que no tienen nada que perder. Los taoístas chinos, los cínicos contemporáneos de Platón, los
estoicos, Thoreau, Nietzsche, Artaud, entre tantos inconformistas viscerales conforman una amplia corriente
heterodoxa cuyo horizonte es la libertad del individuo.
Antes de la Guerra Civil estadounidense (1861 – 1865) hubo referentes disconformes que precedieron la
cosmovisión contracultural y sentaron las bases para el pensamiento anarquista norteamericano. El anarquismo en
Estados Unidos tiene un arraigo particular –si bien existen claras ligazones entre Kropotkin y el geógrafo y
urbanista Patrick Gedde-, primero se encuentra latente en la rebelión del movimiento trascendentalista que fundó
las bases para la emergencia de una tradición disconforme. Veamos en qué consiste esta particularidad. Dice
Murray Bookchin: “Gracias a las tradiciones libertarias de la Revolución norteamericana-tradiciones bien
observadas por Proudhon y por Bakunin y, si me permiten agregar, por ellos admirada-encuentro más útil hablar a
los norteamericanos en la lengua de Sam Adams, Thomas Paine, Thomas Jefferson, Henry Thoreau, Ralph Waldo
Emerson y gente como ellos”.[14]
La rebelión espiritual del movimiento trascendentalista exaltó la vida, la naturaleza, en contra del pétreo
materialismo. Emerson, Thoreau, Whitman, inspirados en algunas ideas del romanticismo alemán, se sentían
hondamente americanos. Creían en la fe cristiana y desconfiaban del racionalismo calvinista vigente.
La percepción de Emerson, su fina observación de la naturaleza podría vincularse con la contemplación de los
taoístas chinos: “Para el ojo atento, cada momento del año tiene su propia belleza, y en un mismo lugar de la
campiña contempla hora tras hora un cuadro que no se vio jamás y que jamás se volverá a ver. Los cielos cambian
a cada instante y reflejan su gloria o su desdicha en las planicies de abajo. (...) el estado de los cultivos en las
granjas vecinas altera la expresión de la tierra. (...) Bandadas de pájaros e insectos, puntuales como las plantas, se
siguen unas a otras. (...) En las corrientes de agua, la variedad es aún mayor (...). El arte no puede rivalizar con esa
pompa de carmín y de oro. El río está, en verdad, perpetuamente engalanado, y alardea cada mes con un nuevo
adorno”.[15]
Walt Whitman es el gran poeta moderno americano, sus versos son una exaltación continua de la libertad y de la
“democracia espiritual”. Whitman creía en el universalismo y en la hermandad de los hombres. Canto a mí mismo
es parte de un gran poema que fue rescribiendo a lo largo de su vida, Hojas de hierba: “Estos son los pensamientos
de los hombres de todas / las edades y de todos los pueblos; / no son originales, / no son míos solamente, / si no son
tuyos también, no son nada o casi nada; / si no son el misterio, / y la llave al mismo tiempo, que abre todos los
misterios, no son nada; / si no son lo inmediato y lo distante, no son nada. / Son la hierba que crece donde hay agua
y tierra, son el aire corriente que envuelve nuestro globo”.[16]
Thoreau, como predecesor del hippismo, realizó un experimento solitario que fue recordado por futuros buscadores
de utopías, luchadores sociales, y también por el movimiento contracultural.[17]: durante dos años vivió en
Concord (Massachussets), junto al lago Walden, en la cabaña que construyó con sus propias manos. Durante esos
años vivió en plena comunión con la naturaleza, cazando y pescando para subsistir, y escribiendo un diario,
Walden o la vida en los bosques: “Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentar sólo los hechos
esenciales de la vida, y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar, no sea que cuando estuviera por morir
descubriera que no había vivido. No quería vivir lo que no fuera la vida; ¡es tan hermoso el vivir!; tampoco quise
practicar la resignación, a no ser que fuera absolutamente necesaria. Quise vivir profundamente y extraer toda la
médula de la vida, vivir en forma tan dura y espartana como para derrotar todo lo que no fuera vida”[18].
Thoreau fue preso por no pagar impuestos, y cuando salió escribió un famoso manifiesto: Desobediencia civil,
donde llama a no pagar impuestos a un Estado que perpetúa la violencia –en ese entonces Estados Unidos invadía
México-, la segregación racial y la desigualdad social.[19]
a) Beatniks
“Pero entonces bailaban por las calles como peonzas enloquecidas, y yo vacilaba tras ellos como he estado
haciendo toda mi vida mientras sigo a la gente que me interesa, porque la única gente que me interesa es la que está
loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la
gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos
explotando igual que arañas entre las estrellas y entonces se ve estallar una luz azul y todo el mundo suelta un
‘¡Ahhh!’”.[51]
El grito beatnik irrumpió en la próspera sociedad de bienestar económico que vivía Estados Unidos después de la
Segunda Guerra Mundial. Keruac, Ginsberg, Cassady, Burroughs, Ferlinghetti, Corso, fueron algunos de los
nuevos alucinados de la década del cincuenta que, asqueados de la hipocresía del progreso técnico –sobre todo
después de la bomba de Hiroshima-[52], dieron la espalda rabiosamente al modo de vida establecido y prepararon
el suelo para la emergencia de los movimientos de liberación que florecieron en la década siguiente.
El origen de la palabra beat es de dudosa procedencia. Una versión dice que viene de dead beat o beat – up,
palabras provenientes del jazz neoyorquino que describen un estado de alineación. Otra versión, de beaten down
(“derrotado”), que usaba Kerouac a fines de los cuarenta para denominar a los afectados por la crisis económica, la
guerra y la amenaza de destrucción atómica. Por último, como una abreviatura de beatific - beatífico.
Un rasgo de escritura que comparten los beats es la velocidad, la urgencia por sacudir el estado opresivo de las
cosas, y apresar la fugacidad del instante en textos que son inseparables de su propio universo vital. Esta
generación admiró el be bop de Charlie Parker y Dizzie Gillespie.[53] Se suelen establecer paralelismos entre la
arrebatada escritura beatnik y la espontaneidad e improvisación del swing del be bop. Incluso mucha jerga del
universo del jazz está presente en sus textos (la novela Los subterráneos de Kerouac es una inmersión en el
ambiente de los clubes de jazz).
William Burroughs, el mayor de los beats, fue el más radical en su estilo de vida y su principal referente. Nació en
St. Louis, Missouri, descendiente de una familia que fabricaba máquinas de calcular. Estudió en Harvard literatura
y antropología. Le fascinaban las armas, las drogas, los personajes marginales y los libros. A principios de los
cuarenta conoció a Allen Ginsberg, que por esa época tenía diecisiete años y venía de Nueva Jersey. Ginsberg
venía de una familia comprometida políticamente con la izquierda. Probablemente haya heredado de su padre, el
poeta Louis Ginsberg, el placer por los versos. En un principio estudiaba Derecho Laboral. Poco después ambos
conocieron a Kerouac, de Massachussets, estudiante de letras, un poco mayor que Ginsberg. Los tres se
identificaban con los hipsters (este término viene de hip, de los códigos callejeros que expresaban estos jóvenes
disconformes que se distancian de la sociedad adulta), tomaban mucho alcohol, se mantenían despiertos con
benzedrina, y consumían todo tipo de drogas. Neal Cassady nació en Utah, tenía en ese momento tenía alrededor de
20 años, un personaje marginal, apasionado por la literatura, ex recluso de un orfanato. Kerouac se fascinó con este
personaje, “un demente, un ángel, un pordiosero”[54], y se aventuró por la ruta 66 a recorrer el país. A partir de
esta experiencia, Kerouac escribió la novela En el camino, que rápidamente se convirtió en icono de esta
generación. La difusión masiva de En el camino posicionó a los beats a fines de los cincuenta como un movimiento
clave de renovación para la juventud.[55]
Otro hecho emblemático de esta generación fue la potencia que tuvo la lectura de Allen Ginsberg en Six Gallery
(un viejo taller de autos donde realizaban performances) al leer su poema Aullido (1954), donde evoca la relación
con su amigo Carl Salomon, a quien conoció en un manicomio: “He visto los mejores cerebros de mi generación
destruidos por la / locura, famélicos, histéricos, desnudos, / arrastrándose de madrugada por las calles de los negros
en busca de / un colérico picotazo, / pasotas de cabeza de ángel consumiéndose por la primigenia conexión /
celestial con la estrellada dinamo de la maquinaria de la noche”.[56] A partir del reconocimiento de un poeta
consagrado como William Carlos Williams, Ginsberg se posicionaba como una nueva voz poética capaz de sacudir
la adormecida cultura de masas.[57]
Burroughs no estuvo presente en la mítica lectura de “Aullido”. Estaba viajando por México, Perú, Ecuador,
Colombia, experimentando con el yagé (ayahuasca). Después se trasladó a Tánger, en el norte de Marruecos, donde
vivía su amigo escritor y músico Paul Bowles. En 1959 publicó su temporada en el infierno: El almuerzo desnudo.
Esta novela nació a partir de una serie de notas fragmentarias que escribió el autor durante sus años de adicción a
las drogas. Dice en el prólogo: “Desperté de la Enfermedad a los cuarenta y cinco años, sereno, cuerdo y en
bastante buen estado de salud, a no ser por un hígado algo resentido y ese aspecto de llevar la carne de prestado que
tienen todos los que sobreviven a la Enfermedad.. .La mayoría de esos supervivientes no recuerdan su delirio con
detalle. Al parecer, yo tomé nota detalladas sobre la Enfermedad y el delirio. (...) El título fue sugerido por Jack
Kerouac. Hasta mi reciente recuperación no comprendí lo que significaba exactamente lo que dicen sus palabras:
ALMUERZO DESNUDO: un instante helado en el que todos ven lo que hay en la punta de sus tenedores”.[58]
Almuerzo desnudo no es sólo una alucinación pesadillesca sobre su aventura con las drogas, es también una
denuncia sobre éstas como método de opresión utilizado por el capitalismo: “La droga es el producto ideal...la
mercancía definitiva. No hace falta literatura para vender. El cliente se arrastrará por una alcantarilla para suplicar
que le vendan...El comerciante de droga no vende su producto al consumidor, vender el consumidor a su producto.
No mejor ni simplifica su mercancía. Degrada y simplifica al cliente. Paga a sus empleados en droga”.[59] Esta
novela carece de una narración lineal. A Burroughs le interesaban las experimentaciones que trascienden el
lenguaje convencional, mediante la técnica del cut –up, yuxtaposición de recortes de textos e imágenes, intentaba
acercarse a un universo similar al de los sueños.
En los setenta, dentro del universo del rock, David Bowie, Patti Smith y Lou Reed habían leído y admirado las
obras de Burroughs. También tuvo su repercusión en el cine: el director David Cronenberg realizó una adaptación
de El almuerzo desnudo.
Durante los sesenta, el beatnik más activo fue sin duda Allen Ginsberg, por su constante adhesión a casi todos los
movimientos de liberación que luchaban por los derechos civiles. Se opuso activamente a las guerras que
perpetraba Estados Unidos, se adaptó a los tiempos y reconoció en Bob Dylan un continuador beatnik. Simpatizó
con el hippismo, viajó por el mundo dando charlas, enseñando poesía moderna. Años después, Ginsberg recuerda:
“Había signos de una nueva vida, de otra generación armando una revolución en la conciencia. Una revolución sin
sangre. Como la primera revolución, que nunca derramó sangre. Eso fue lo importante”.[60]
Marcuse, en una conferencia en la Universidad Libre de Berlín en 1967, dijo: “ La Nueva Izquierda consta de
intelectuales, grupos del movimiento por los derechos civiles, grupos de la juventud, particularmente elementos
radicales de ésta que, a primera vista, no resultan en absoluto políticos, como los llamados hippies, de los que
volveré a hablar. Y, cosa muy interesante, este movimiento no tiene como portavoces políticos propiamente dichos,
sino poetas y escritores. Me limitaré a citar a Allen Ginsberg, que tiene gran influencia en la Nueva Izquierda
americana”[61].
c) Universitarios
“Hay un momento cuando la operación de la maquinaria se vuelve tan odiosa que te enferma el corazón y no podés
formar parte de ella. Ni siquiera pasivamente, y tenés que poner el cuerpo sobre los engranajes y sobre las ruedas,
sobre las palancas, sobre todo el aparato, y tenés que hacerlo parar, para indicarle a la gente que lo opera, a sus
dueños, que a menos que sean libres la maquinaria no funcionará”.[64]
En Berkeley entre 1962 y 1964 comenzaron los primeros enfrentamientos entre los alumnos de la
University of California y la policía. Marcuse, referente teórico fundamental para los universitarios californianos,
explicaba en un diálogo con estudiantes en Berlín: “Ninguna oposición puede contemplarse hoy más que en el
marco global; como fenómeno aislado está falseada de antemano. Por eso me permitiré discutir hoy con ustedes
dos problemas de la oposición en ese marco, y particularmente con el ejemplo de los Estados Unidos. Como
ustedes saben, considero la oposición estudiantil como uno de los factores decisivos del mundo de hoy, aunque
desde luego que no, contra lo que se me ha atribuido, como una fuerza inmediatamente revolucionaria; pero sí
como uno de los factores más fuertes que acaso puedan convertirse un día en fuerza revolucionaria”.[65]
Los estudiantes –a diferencia de los beatniks y los hippies- querían la revolución actuando eficaz y rápidamente:
“We want revolution now”era uno de los gritos que se oían en los campus universitarios.[66] No era aislándose de
la sociedad, en aventuras espirituales o en el nomadismo al estilo beatnik, sino luchando desde adentro, incluso (en
radical oposición a los hippies) mediante el enfrentamiento directo.
En febrero de 1965 comenzaron los ataques de Estados Unidos a Vietnam del Norte. En abril, una marcha
organizada por SDS (Estudiantes por una Sociedad Democrática) congregó a veinte mil jóvenes. La Asociación
Nacional de Estudiantes, los SDS y el Movimiento Libertad de Expresión (fundado en la Universidad de Berkeley)
terminaron el año quemando alrededor de medio millón de tarjetas de enrolamiento. Tom Hayden, un estudiante de
Michigan, de veintidós años escribió un manifiesto criticando al presidente Jhonson y todo el sistema político que
promovía el racismo, la pobreza, el militarismo y la explotación...
“Hagamos el amor, no la guerra” era el famoso slogan que usaron los estudiantes que se oponían a la guerra
con manifestaciones pacíficas, ocupando edificios y campus universitarios. Hubo varios arrestos durante las
sentadas. Mario Savio, líder del Movimiento Libertad de Expresión instó a sus compañeros a luchar contra la
máquina educacional – corporativa, y despertó a los estudiantes a darse cuenta de que los programas universitarios
beneficiaban el complejo militar – industrial. Para los estudiantes, la guerra del Vietnam fue la primera revelación
de la necesidad expansiva de su sociedad, de la brutalidad con que actuaban en estos países.
En Suecia, un tribunal de Crímenes de Guerra convocado por Bertand Rusell condenó a Estados Unidos por
genocidio. En 1967, en Londres, un congreso reunió las mentes más lúcidas del movimiento contracultural:
“Dialéctica de la liberación” fue organizado por los “antipsiquiatras” Ronald Laing, David Cooper y Joseph Barke.
Allí asistieron Herbert Marcuse - quizás la figura principal para la juventud europea de esos años-, Paul Goodman,
Greory Bateson, Allen Ginsberg, Stokely Carmichael, muchos estudiantes, artistas, y activistas de todo el mundo.
b) Organización familiar
“Sabía por los escritos de Odo que doscientos años atrás las instituciones sexuales más importantes de los urrasti
eran el «matrimonio», una asociación autorizada y reforzada por sanciones legales y económicas, y la
«prostitución», un término que al parecer sólo se diferenciaba del primero por una mayor liberalidad: la copulación
dentro de un contexto económico”.[90)
Urras representa el modelo monogámico burgués que Emma Goldman –otra autora importante para Le Guin –
aborrece: “El matrimonio y el amor nada tienen de común; uno y otro están distantes, como los polos; en efecto,
son completamente antagónicos. (...)El matrimonio, por lo pronto, es un arreglo económico, un pacto de seguridad
que difiere del seguro de vida de las compañías comerciales, por ser más esclavizador, más tiránico. Lo que
devenga, es completamente insignificante con lo que se invistió. (...) El matrimonio es un ruidoso fracaso, esto ni el
más estúpido lo negará. (...)La institución del matrimonio hace de la mujer un absoluto parásito, un ser que está
sometido a otro ser. La incapacita para la lucha por la vida, aniquila su conciencia social, paraliza su imaginación, y
entonces le impone su graciosa protección, lo que no es nada más que una trampa, disfrazada de humanitarismo”.
[91]
Si bien en la utopía en Anarres no parece ser tan radical como este modelo que propone Emma Goldman. Es un
poco confuso, parece predominar la monogamia (al menos en Shevek es claro), no hay en la novela un énfasis
puesto en las relaciones libres entre los seres humanos. (*)
(*) Fuente: Cristián Costantini, Los desposeídos. La utopía en Ursula Le Guin", texto realizado en noviembre de
2007 para el seminario “Métodos de investigación en Historia urbana. Utopía y realidad urbana”, en la Carrera de
Sociología de la Universidad de Buenos Aires.
Bibliografía
[1] Watts, Alan. El camino del zen. Editorial Edhasa. Barcelona. 2003.
[2] Watts, Alan. El camino del tao. Editorial Kairós. Barcelona.
[3] Chuang –Tzu. En El camino del tao de Alan Watts. Editorial Kairós. Barcelona.
[4] Lao – Tzu. Tao Tê Ching. Editorial Troquel. Colección Letra Viva. Buenos Aires. 2000.
[5] Watts, Alan. El camino del zen. Editorial Edhasa. Barcelona. 2003.
[6] Lao –Tzu. Tao Tê Ching. Ediciones Orbis. Hyspamerica. Argentina. 1983. Edición preparada por Carmelo
Elorduy.
[7] Whilhelm, Richard. El secreto de la flor de oro. Piados. Barcelona.
[8] Watts, Alan. El camino del zen. Editorial Edhasa. Barcelona. 2003.
[9] Watts, Alan. El camino del zen. Editorial Edhasa. Barcelona. 2003.
[10] Goodman, Paul. La nueva reforma. Un nuevo manifiesto anarquista. Editorial Kairós. Barcelona. 1976
[11] Kropotkin, Peter. El apoyo mutuo. Librodot (edición digital).
[12] Cappelletti, Angel. Prólogo a El apoyo mutuo. Librodot (edición digital).
[13] Marx, Karl. Citado en La nueva reforma. Un nuevo manifiesto anarquista de Paul Goodman. Ed. Kariós.
Barcelona. 1976.
[14] Bookchin, Murray. “El anarquismo ante los nuevos tiempos”. Edición digital.
[15] Emerson, Ralph Waldo. El espíritu de la naturaleza. Errepar. Buenos Aires. 1999.
[16] Whitman, Walt. Canto a mí mismo. Editorial Losada. Buenos Aires. Traducción de León Felipe.
[17] El cineasta experimental Jonas Mekas, uno de los integrantes del New American Cinema, realizó un
documental titulado Walden en referencia a la obra de Thoreau.
[18] Thoreau, Henry David. Walden o la vida en los bosques. Errepar. Buenos Aires. 1999.
[19] Dice Throeau: “I have paid no poll –tax for six years. I was put into a jail on this account, for one night; and,
as I stood considering the walls of solid stone, two or three feet thick, the door of wood and iron, a foot thick, and
the iron grating with strained the light, I could not help being struck with the foolishness of that institution with
trated me as if I were flesh and blood and bones, to be locked up”. Walden and civil disobedience. Barnes & Noble
Classics. Nueva York. 2003.
[20] Geddes, Patrick. Citado en Ciudades del mañana de Peter Hall.
[21] Kropotkin, Peter. Citado en Ciudades del mañana de Peter Hall.
[22] Geddes, Patrick. Citado en Ciudades del mañana de Peter Hall.
[23] Geddes, Patrick.
[24] Boucher, Anthony en Capanna, Pablo. El sentido de la ciencia-ficción. Ed. Columba. Buenos Aires. 1966.
[25] Asimov, Isaac. Sobre la ciencia ficción. Editorial Sudamericana.
[26] Asimov, Isaac. Sobre la ciencia ficción. Editorial Sudamericana.
[27] Capanna, Pablo. El sentido de la ciencia-ficción. Ed. Columba. Buenos Aires. 1966.
[28] Capanna, Pablo. El sentido de la ciencia-ficción. Ed. Columba. Buenos Aires. 1966.
[29] Por ejemplo la República de Platón, Utopía de Tomás Moro, Civitas Solis de Campanella, la Oceanía de
Harrington, la Nueva Atlántida de Francis Bacon.
[30] Servier, Jean. La utopía. Fondo de Cultura Económica. Breviarios. México. 1982.
[31] Ibid.
[32] Ibid.
[33] Jorge Luis Borges comparte una visión similar sobre el origen del género cuando en el prólogo a Crónicas
marcianas de Ray Bradbury comienza diciendo: “En el segundo siglo de nuestra era, Luciano de Samosata
compuso una Historia verídica, que encierra, entre otras maravillas, una descripción de los selenitas, que (según el
verídico historiador) hilan y cardan los metales y el vidrio, se quitan y se ponen los ojos, beben zumo o aire
exprimido (...)”.
[34] Morris, A.E.J. Historia de la forma urbana. Desde sus orígenes hasta la Revolución Industrial. Editorial
Gustavo Gili. Colección Arquitectura / Perspectivas. Barcelona. 1977.
[35] Ibid.
[36] Ibid.
[37] Ibid.
[38] Alexander, Christofer. Citado en Ciudades del mañana. Historia del urbanismo en el siglo XX de Peter Hall.
Ediciones del Serbal. Barcelona. 1996.
[39] Ibid.
[40] Hall, Peter. Ciudades del mañana. Historia del urbanismo en el siglo XX. Ediciones del Serbal. Barcelona.
1996.
[41] Fuente: wikipedia.
[42] Dylan, Bob. Canción “The times they are a-changin’ ”. 1963.
[43] En un reportaje Ursula Le Guin dice respecto a una novela anterior que es una crítica al genocidio
norteamericano en Vietnam, El nombre del mundo es bosque: “(...) yo estaba en Inglaterra en esa época y ni
siquiera podía participar en las manifestaciones de protesta. De tristeza y de rabia, pues, escribí un libro”. Dossier
Rodaballo. Año 3. Nro. 6/7. 1997
[44] Capanna, Pablo. El sentido de la ciencia-ficción. Ed. Columba. Buenos Aires. 1966.
[45] Un rasgo de escritura que comparten los beats es la velocidad, la urgencia por sacudir el estado opresivo de las
cosas, y apresar la fugacidad del instante en textos que son inseparables de su propio universo vital. Esta
generación admiró el be bop de Charlie Parker y Dizzie Gillespie. Se suelen establecer paralelismos entre la
arrebatada escritura beatnik y la espontaneidad e improvisación del swing del be bop. Incluso mucha jerga del
universo del jazz está presente en sus textos (la novela Los subterráneos de Kerouac es una inmersión en el
ambiente de los clubes de jazz).
[46] Podríamos mencionar Las cartas del Yagué (1953) que William Burroughs le escribe al poeta Allen Ginsberg
durante sus viajes por Latinoamérica relatando sus experiencias con el yagué (ayahuasca); Las puertas de la
percepción de Aldous Huxley donde narra su experiencia con la mescalina en California durante la primavera de
1953; Los vagabundos del Dharma de Jack Kerouac que refiere constantemente al budismo zen.
[47] Goodman, Paul. Problemas de la juventud en la sociedad organizada. Ediciones Península. Barcelona. 1975.
[48] Le Guin, Ursula. Entrevista en Dossier Rodaballo. Año 3. Nro. 6/7. 1997.
[49] Goodman, Paul. La nueva reforma. Un nuevo manifiesto anarquista. Editorial Kairós. Barcelona. 1976.
[50] Ibid.
[51] Keroauc, Jack. En el camino. Editorial Anagrama. Barcelona. 1999.
[52] Un poema de Gregoy Corso, “Bomba”, describe esta situación”: “Las flores saltarán de alegría con dolor en
sus raíces/ Los campos se arrodillarán orgullosos bajo los aleluyas del viento / Florecerán bombas de cinco pétalos
bombas enruladas animarán sus oídos/ Ah ese día muchas bombas intimidarán al pájaro de mirada apacible/
Aunque no lo bastante para decir que caerá una bomba / O que se afirmará el surgimiento del fuego celeste /
Sépanlo: la tierra será la virgen de la bomba / Para que en los corazones de los hombres venideros nazcan más
bombas / Bombas magistrales abrigadas con armiño / Todas tan hermosas / Y ellas se asentarán pesadamente
sobre los imperios terrestres gruñones / Con feroces bigotes de oro”
[53] “(...) los músicos negros crean, entre 1941 y 1945, el bop en los sótanos de Nueva York. El bop constituye una
revolución musical pues trastorna tanto las formas del jazz como sus significaciones: el bop se afirma, en efecto,
como una reivindicación de propiedad cultural del pueblo negro frente a todo el género. Pero fracasa
inmediatamente en su intento de llevar el jazz únicamente al campo de la cultura negra: obtiene ciertamente el
favor del público blanco norteamericano (...)”.Yonnet, Paul. Juegos, modas y masas. Editorial Gedisa. Buenos
Aires. 1987.
[54] Kerouac, Jack. En el camino. Editorial Anagrama. Barcelona. 1999.
[55] Antes de la aparición de En el camino, En el Black Mountain College de San Francisco, se vivía una
efervescencia cultural alternativa. Antes de la llegada de Ginsberg y Kerouac, Charles Olso, Robert Duncan, Dense
Lebertov, Paul Blackburn, Paul Goodman, y otros poetas y escritores enseñaban a sus alumnos a leer a los beats.
En revistas como Origin y Black Mountain Review publicaban cuentos y poemas que rompían la rima y la métrica
tradicional. Se organizaban lecturas colectivas de poesía, muchas veces acompañadas de por música.
[56] Ginsberg, Allan. Aullido y otros poemas. Visor libros. Madrid. 1993.
[57] En un prólogo William Carlos Williams escribió : “Estamos ciegos y vivimos nuestras ciegas vidas en total
oscuridad. Los poetas están malditos, pero no están ciegos; ven con los ojos de los ángeles. Este poeta ve con toda
lucidez los horrores, en los que participa en los detalles más íntimos de su poema. No elude nada sino que lo apura
hasta las heces. Lo contiene. Lo reclama como suyo y, creemos, se ríe de ello y tiene el tiempo y la audacia de amar
a un compañero de su elección y de dejar constancia de este amor en un buen poema”, en Aullido y otros poemas.
Visor Libros. Madrid. 1993.
[58] Burroughs, William. El almuerzo desnudo. Editorial Anagrama. Barcelona. Novena edición. 1998.
[59] Burroughs, William. El almuerzo desnudo. Editorial Anagrama. Barcelona. Novena edición. 1998.
[60] No direction home. Documental de Martin Scorsese.
[61] Marcuse, Herbert. El final de la utopia. Editorial Planeta – De Agostini. Barcelona. 1986.
[62] Brian, Paul. “Study Guide for Ursula LeGuin: The Dispossessed (1974)”. Fuente:
http://www.wsu.edu/brians/science_fiction/dispossessed.html
[63] Du Roselle, Bruno. La Mode. Paris , 1980, en Los cuerpos dóciles. Hacia un tratado de la moda. Compilación
por Paula Croci y Alejandra Vitale. Traducción de Cecilia Magadán.
[64] Discurso de Mario Savio del Movimiento “Libertad de Expresión”, Universidad de Berkeley. Extraído del
documental No direction home de Martín Scorsese.
[65] Marcuse, Herbert. El final de la utopia. Editorial Planeta – De Agostini. Barcelona. 1986.
[66] Du Roselle, Bruno. “La antimoda” en Los cuerpos dóciles. Hacia un tratado de la moda. Compilación por
Paula Croci y Alejandra Vitale. Editorial La Marca. Buenos Aires.
[67] Wells, H.G. Una utopia moderna. Librodot (edición digital).
[68] Brennan, John y Michael Downs. “Ursula Le Guin: anarquismo y tradición utópica”. Rodaballo.
[69] Ibid.
[70] Sin embargo hay una abundante vida animal en los mares de Anarres: “En los océanos de Anarres abundaba la
vida animal, que faltaba en la tierra. En aquellos mares, incomunicados durante millones de años, las formas de
vida habían evolucionado siguiendo distintos cursos. Eran de una variedad prodigiosa”.
[71] Como indica André Gide, “(...) aunque parten del mismo problema, Nietzsche y Dostoievski proponen a ese
problema soluciones diferentes, opuestas. Nietzsche propone una afirmación del yo, viendo en eso la finalidad de la
vida. Dostoievski propone una resignación. Donde Nietzsche presenta un apogeo, Dostoievski no ve más que un
fracaso”. Es importante esta aclaración en tanto se insiste que The possesed es motivo y referencia de Dispossesed
(la novela de Le Guin). De Dostoievski de André Gide. Editorial Ercilla. Santiago de Chile.
[72] Dice Mark Tunick: “On Anarres there is only ‘one law’ – the law of evolution or change – and one ‘right’:
‘the right of the Odonian individual to initiate action harmless to others’.
[73] Dan Sabia. “Individual and Community in Le Guin’s The Dispossessed”.
[74] Kümmel, Friedrich. Citado en ““The Dynamic and Revolutionary Utopía of Ursula K. Le Guin” de Laurence
Davis.
[75] Le Guin, Ursula. Los desposeídos. Una utopía ambigua. Ediciones Minotauro. Barcelona. 1998.
[76] Le Guin, Ursula. Los desposeídos. Una utopía ambigua. Ediciones Minotauro. Barcelona. 1998.
[77] Le Guin, Ursula. Los desposeídos. Una utopía ambigua. Ediciones Minotauro. Barcelona. 1998.Sobre esta
concepción cíclica del tiempo en las culturas míticas dice Mircea Eliade: “Las cosas se repiten hasta lo infinito y en
realidad nada nuevo ocurre bajo el sol. Pero esa repetición tiene un sentido (...). Además, a causa de la repetición,
el tiempo está suspendido (...) ” En Mito y realidad. Eliade, Mircea. Editorial Labor. Barcelona. 1991.
[78] Guénon, René. La gran tríada. Paidós Orientalia. Barcelona. 2004.
[79] Brennan, John y Michael Downs. “Ursula Le Guin: anarquismo y tradición utópica”.
[80] Brennan, John y Michael Downs. “Ursula Le Guin: anarquismo y tradición utópica”.
[81] Le Guin, Ursula. Los desposeídos. Una utopía ambigua. Ediciones Minotauro. Barcelona. 1998.
[82] Le Guin, Ursula. Los desposeídos. Una utopía ambigua. Ediciones Minotauro. Barcelona. 1998.
[83] Brennan, John y Michael Downs. “Ursula Le Guin: anarquismo y tradición utópica”.
[84] Le Guin, Ursula. Los desposeídos. Una utopía ambigua. Ediciones Minotauro. Barcelona. 1998.
[85] Brennan, John y Michael Downs. “Ursula Le Guin: anarquismo y tradición utópica”. Dossier Rodaballo.
[86] Le Guin, Ursula. Los desposeídos. Una utopía ambigua. Ediciones Minotauro. Barcelona. 1998.
[87] Le Guin, Ursula. Los desposeídos. Una utopía ambigua. Ediciones Minotauro. Barcelona. 1998.
[88] Brennan, John y Michael Downs. “Ursula Le Guin: anarquismo y tradición utópica”. Dossier Rodaballo.
[89] Le Guin, Ursula. Los desposeídos. Una utopía ambigua. Ediciones Minotauro. Barcelona. 1998.
[90] Le Guin, Ursula. Los desposeídos. Una utopía ambigua. Ediciones Minotauro. Barcelona. 1998.
[91] Goldman, Emma. La hipocresía del puritanismo. Edición digital.