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Enseñanza para la Comprensión L@titud 2004

El concepto de tópico generador*


Por: Carlos Vasco, Angela Bermúdez, Hernán Escobedo, Juan Carlos Negret y Teresa León.

H emos denominado tópicos aquellos objetos que permiten hacer integración en torno a problemas
teóricos fuertes, y los hemos llamado así para otorgarles una especificidad propia, de tal manera
que la integración por tópico se pueda diferenciar claramente de las otras modalidades de integración.

En primer lugar, lo hemos hecho con la intención consciente y explícita de diferenciarlos de los temas. Si
un tema es un enunciado cerrado que define un sector del conocimiento culturalmente dado como cierto, un
tópico, por el contrario, es un enunciado abierto que pretende apuntar a lo desconocido, a lo incierto, que
incita al movimiento, a la búsqueda. Un tópico es, en síntesis, una pregunta que plantea un problema. Por
ello, la integración por tópicos se distingue de otras modalidades de integración que no plantean problemas.

Si bien, el tópico es un enunciado que plantea un problema, tiene su peculiaridad central en que dicho
problema es un problema teórico fuerte, es decir no es ni práctico, ni estético, ni mucho menos débil. La
especificidad del tópico radica justamente en que plantea un problema de otra índole, un problema que
llamamos “teórico” porque genera un desequilibrio cognitivo, bien sea por insuficiencia de los modelos
mentales que tenemos para entender la situación planteada, o bien sea porque los modelos mentales que se
activan entran en contradicción ante tal situación. Y decimos que el problema es “fuerte” cuando plantea
una paradoja, cuando genera una tensión entre dos polaridades, cuando apunta a una zona de incertidumbre
que obliga a acudir a diversas fuentes y a realizar varios pasos para abordarlo, reformularlo y, si es el caso,
resolverlo. Es, como diría algún filósofo, una pregunta tan poderosa que no remite directamente a un
respuesta, sino, más bien, una pregunta que genera por sí misma otras preguntas que se derivan en cascada
hacia otras preguntas. Es simplemente una figura que remite al movimiento que hace la balanza sin balance
buscando el equilibrio. Como si fuera la abrupta docena de plátanos en la pesa cotidiana, el tópico es una
pregunta que interrumpiendo la cotidiana quietud, genera cadenas de acciones sucesivas para reeencontrar
el equilibrio.

En síntesis, un tópico se puede definir como un enunciado de forma, por lo general, interrogativa, es decir
una pregunta que contiene en si misma la polaridad de una paradoja, el poder de explicitar una insuficiencia
o una contradicción en nuestras formas de comprender la realidad que genera una deriva amplia de

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Tomado de: El Saber Tiene Sentido. Una propuesta de integración curricular. CINEP. Enero del 2000.

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hipótesis, nuevas preguntas, tesis o, en fin, muchos movimientos para abordarlo o resolverlo, todo ello en
búsqueda de un nuevo equilibrio.

En cualquier caso conviene aclarar que no todas las preguntas enuncian problemas teóricos fuertes.
Decimos esto, porque para nosotros un tópico es una pregunta pero no cualquier pregunta. Nos referimos al
hecho, que por fallido no deja de ser significativo, de tratar de convertir un tema en un problema. Consiste
en tratar de convertir un tema en un problema, al reformularlo de manera interrogativa. Por ejemplo, si el
tema es el fútbol, se pueden hacer preguntas como: ¿Cuándo se originó el fútbol? ¿Cuál es la diferencia del
fútbol con los otros deportes?, etc. La partícula interrogativa inicial de la pregunta hace un recorte sobre el
campo temático y apunta a un aspecto: definición, causas, historia, futuro, etc. Se puede notar que la
operación mental que se hace al formular preguntas como las señaladas es la de delimitar un aspecto del
tema global. Pero una cosa es un tema, otra una pregunta que delimita aspectos de ese tema, y una tercera,
y muy distinta, un tópico generador que hace referencia a un problema teórico que plantea una tensión entre
dos o más posiciones, generando un auténtico desequilibrio cognitivo. Hemos denominado núcleo del
problema del tópico a ese aspecto contradictorio o desconocido de la relación entre dos campos, y
buscamos, antes que todo, que una unidad integrada parta de encontrar y enunciar un tópico fuertemente
desequilibrador para derivar de él preguntas y problemas de las áreas, las cuales más adelante serán
articuladas y contextualizadas en un relato que las recoja. A esa característica del tópico, la llamamos su
poder desequilibrador.

Un tópico es, entonces, un enunciado que plantea un desequilibrio en nuestros modelos; que, además,
genera una tensión entre dos polaridades, apuntando a una zona de incertidumbre que obliga a acudir a
diversas fuentes y a realizar varios pasos para abordarlo, y, si es el caso, resolverlo.

La cuestión final para distinguir los tópicos de cualquier otro tipo de enunciado problemático, y sobre todo
de los problemas prácticos, es un hecho puramente factual, surgido de nuestra experiencia. Sucedió,
simplemente, de pedirle a los maestros que resolvieran una pregunta en apariencia simple: “¿Qué es lo que
finalmente, están buscando que los alumnos comprendan después de abordar ese problema?”. Lo curioso
era que casi siempre nos respondían señalando un cambio en las personas, de orden ético y práctico referido
a los modos de interactuar y a los valores y las actitudes que respaldan esas acciones en la sociedad. En el
ejemplo del fútbol, un maestro respondió: “lo que yo finalmente quisiera es que se disminuyera la
violencia, no sólo en las canchas de fútbol sino también en toda la sociedad”. A una problemática sentida en
el orden vivencial pero débilmente comprendida en el nivel teórico, se le asignaba un propósito práctico y
ético, que no recogía la cuestión teórica formulada en el problema del tópico. Nosotros, siguiendo las
pautas de la “Enseñanza para la comprensión” hemos denominado “práxicas” a esas intenciones
sumamente importantes que buscan que el conocimiento afecte los modos como nos relacionamos con la

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realidad y consideramos que son tan válidas como las teóricas. Notábamos pues, que los maestros
identificaban más fácilmente la finalidad práxica del tópico, pero que le daban un rodeo a la meta de
comprensión teórica, al problema teórico fuerte.

Fue entonces cuando encontramos la siguiente clave. Se trataba de preguntarles por las respuestas
provisionales que ellos tenían frente al problema planteado. De esta manera, frente al problema aparecieron
las respuestas teóricas hipotéticas. Finalmente terminábamos el proceso, preguntando por las concepciones,
las teorías o las ideologías en las que se estaban fundamentando para dar esas respuestas hipotéticas. Como
se ve, el paso del problema a la meta de comprensión es un caso típico de esa forma de razonamiento
llamada abductiva, en la medida en que frente a un hecho problemático se obtiene una conclusión o
respuesta hipotética, por la mediación de un conjunto de reglas genéricas provenientes de las concepciones
dominantes de la mente de los maestros.

Lo importante para nosotros de toda esta parte del trabajo fue que descubrimos que una de las mejores
claves para encontrar los problemas teóricos fuertes, diferenciándolos de los prácticos o práxicos, consiste
en solicitar respuestas hipotéticas provisionales a la pregunta del problema. De esta manera, fuimos
perfeccionando con los grupos de maestros el oficio, y por qué no decirlo, el arte de formular problemas
teóricos fuertes.

Además de su condición desequilibradora, un tópico, para que sea generador debe tener dos características
más, que las denominamos su poder movilizador y su poder relacional. Si el desequilibrio era una
condición lógica que apuntaba a generar procesos de pensamiento, el aspecto movilizador del tópico hace
referencia a su capacidad de afectar, de conmover, esto es, de generar emociones (como el asombro, la
curiosidad o el desconcierto) en maestros y alumnos. De otro lado, y dado que un tópico es el punto de
partida para generar una unidad en la que se integren los conocimientos de diversas áreas y los múltiples
saberes de la cultura, definimos como poder relacional a la necesidad que el tópico genera de acudir a
diversas fuentes del conocimiento y del saber para poder abordarlo.

Un tópico es, en síntesis, generador cuando cumple tres condiciones: es auténticamente desequilibrador, tal
como lo expusimos ampliamente; tiene la capacidad de movilizar, o convocar, o conmover a maestros y
alumnos; y tiene la capacidad de relacionar y vincular las diferentes áreas y saberes del conocimiento.

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