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INTRODUCCIÓN

Al afirmar que el conocimiento se limita a la experiencia, la filosofía


kantiana se aproxima al empirismo, y al afirmar que no todo el conocimiento
proviene de la experiencia se acerca al racionalismo. Pero también es
esencial en el pensamiento kantiano la influencia del tercer gran movimiento
filosófico de la modernidad, la Ilustración. El proyecto ilustrado es un esfuerzo
común de transformación y mejora de la humanidad mediante el
desarrollo de su propia naturaleza racional. Para realizar este proyecto se
propone como tareas fundamentales el desvelamiento de las leyes de la
naturaleza y el ordenamiento racional de la vida humana. Los dos grandes
ilustrados, Newton y Rousseau, influyeron claramente en Kant. Newton
representó para toda la Ilustración la culminación de la ciencia moderna, un
ejemplo de las posibilidades de una ciencia que combina la experiencia empírica y
la razón y del éxito que se puede alcanzar si limitamos la actividad científica al
conocimiento de los fenómenos. La filosofía kantiana es un intento de clarificar
filosóficamente las condiciones de posibilidad de la física newtoniana. Por su
parte, Rousseau era el filósofo del espíritu, de la subjetividad: frente al
mundo externo determinado causalmente, propone reconocer también el mundo
interno, el de la conciencia, pues en él se descubre el hombre como libre, como
sujeto de responsabilidad moral. Rousseau reforzó en Kant la convicción en la
autonomía, en la independencia de la moralidad frente a las leyes que rigen el
mundo objetivo. Newton y Rousseau, reino de la naturaleza y reino del
espíritu, causalidad y libertad. Dos mundos de los que se siente ciudadano,
dos legalidades a las está sometido. ¿Anula la ciencia todo acceso del hombre a lo
metafísico? ¿Pueden conciliarse causalidad física y libertad moral? Problema
esencial tratado por Kant: la posibilidad de lo metafísico para el hombre,
la aclaración definitiva de cómo el hombre es ciudadano de ambos
mundos.
La filosofía kantiana es una filosofía crítica: se tratará de analizar y
comprender la posibilidad y límites de la Razón tanto en su aspecto teórico
como en su dimensión práctica. Su proyecto consiste en establecer los
principios y límites del conocimiento científico de la Naturaleza, al vez
que responder a la pregunta ¿qué puedo conocer?, establecer y justificar los
principios de la acción y las condiciones de la libertad, ligada a la cuestión:
¿qué debo hacer?; y delinear el destino último del hombre para responder a la
pregunta: ¿qué me cabe esperar?. Y las tres se pueden expresar con la pregunta
más general: ¿qué es el hombre?

A. EL USO TEÓRICO DE LA RAZÓN

I. PLANTEAMIENTO KANTIANO DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO


Para responder a la pregunta ¿qué puedo conocer? hemos de señalar los
principios desde los cuales es posible un conocimiento científico de la Naturaleza
y los límites dentro de los cuales es posible tal conocimiento, tareas que lleva a
cabo en su obra “Crítica de la Razón Pura”.

I.1. La posibilidad de la metafísica como ciencia. Las condiciones del


conocimiento científico
La metafísica en la que Kant se formó (la metafísica racionalista wolffiana)
tomaba la matemática como ideal de ciencia y consideraba que la filosofía debía
ser una actividad deductiva, basada en la pura razón. Kant defendió en un primer
momento este tipo de filosofía pero pronto quiso encontrar una nueva
fundamentación a la metafísica: se ha pretendido, dogmáticamente (mediante el
uso de la pura razón) elaborar sistemas filosóficos pero todos han fracasado pues
no han conseguido ni progreso ni acuerdo entre los investigadores, fracaso que
parecía conducir al escepticismo. Kant creyó necesario para la filosofía y para los
intereses y fines últimos del hombre una Crítica de la propia Razón sobre sí
misma, sobre su alcance y sus límites, una "crítica del órgano" del conocimiento.
Urge plantearse pues el problema de si es posible la Metafísica como ciencia. La
tarea crítica consistirá en aclarar los principios y limites de la Razón. Kant creyó
que los errores provenían de una "extralimitación" de la Razón: no respetar
sus propios límites y pretender alcanzar un conocimiento más allá de toda
experiencia (uso dogmático de la razón que da lugar a la filosofía
dogmática). Por contra, de la fijación de límites que la Crítica establezca, Kant
espera obtener dos ventajas: evitar nuevos fracasos mostrando la incapacidad
humana para alcanzar un conocimiento metafísico por la pura razón, y poner a
buen recaudo el ámbito de lo inteligible, arruinar las pretensiones del ateísmo, el
materialismo y el determinismo (este uso de la razón es un uso crítico y trae
consigo una filosofía crítica).
El problema fundamental a resolver es el de si es posible la Metafísica
como ciencia y para ello debemos investigar antes cómo es posible la ciencia,
averiguar las condiciones que la hacen posible, para ver si la Metafísica se ajusta
o no a ellas. En esta tarea necesitamos distinguir dos tipos de condiciones: las
empíricas, que son particulares y contingentes, y las condiciones a priori o
universales y necesarias, también llamadas transcendentales (no confundir con
“trascendente”= lo que está más allá de la experiencia). Las condiciones a priori
son anteriores a la experiencia en el sentido de que son su condición de
posibilidad. No interesan las condiciones empíricas pues se requiere una Crítica
de la Razón Pura llevada a cabo mediante una indagación trascendental de sus
condiciones necesarias y universales.

I.2. Clasificación de los tipos de juicios


Puesto que la ciencia es un conjunto de juicios, la pregunta anterior se puede
expresar más exactamente de la siguiente forma: ¿cuáles son las condiciones que
hacen posibles los juicios de la ciencia? Lo que exige establecer los tipos
fundamentales de juicios, para lo cual Kant nos presenta dos clasificaciones:
• La primera los divide en juicios analíticos y juicios sintéticos y atiende
a si el concepto predicado se incluye en el concepto sujeto: juicios
analíticos si el predicado se incluye en el sujeto; para establecer el juicio
basta analizar el concepto sujeto, por lo que no nos dan información
nueva alguna, no son extensivos; y juicios sintéticos cuando el
predicado no se incluye en el sujeto: son juicios informativos o extensivos
y amplían nuestro conocimiento.
• La segunda los clasifica en a priori ya a posteriori y atiende al modo
de conocer su verdad: juicios a priori si su verdad puede ser conocida
independientemente de la experiencia, ya que su fundamento no se halla
en ésta; son juicios universales y necesarios; y juicios a posteriori si su
verdad es conocida a partir de la experiencia; son particulares y
contingentes.
Los juicios más importantes de la ciencia no pueden ser ni analíticos ni
sintéticos a posteriori sino juicios sintéticos a priori: por ser sintéticos son
extensivos, dan información, amplían nuestro conocimiento; por ser a priori, son
universales y necesarios y el conocimiento de su verdad no procede de la
experiencia. Precisamente los principios fundamentales de la ciencia
(Matemáticas y Física) son de este tipo.

II. LA DOCTRINA DEL CONOCIMIENTO EN LA "CRÍTICA DE LA RAZÓN


PURA"
Tarea propia de la crítica de la razón pura: ¿Cómo son posibles los juicios
sintéticos a priori?; tarea que se puede desglosar en las siguientes partes:
¿cómo es posible la matemática pura? ¿cómo es posible la ciencia natural (la
Física pura o racional)? ¿son posibles los juicios sintéticos a priori en metafísica?

II.1. La "Estética transcendental". Las formas a priori de la Sensibilidad


La Estética (del griego "aisthesis", "sensación") trascendental es la ciencia de
todos los principios de la sensibilidad. La Sensibilidad es la capacidad o
facultad de las sensaciones. La Estética explica el modo de tener sensaciones
y al ser "trascendental" tratará del conocimiento de las condiciones
transcendentales (universales y necesarias) que permiten el conocimiento
sensible, paso previo para todo conocimiento. Kant distingue dos momentos en la
percepción: la materia y la forma. El efecto de los objetos en la sensibilidad son
las sensaciones, que son, pues, dadas a posteriori y constituyen, según Kant,
la materia del conocer al nivel de la sensibilidad. Pero las sensaciones se
presentan ordenadas en ciertas relaciones; eso que hace que las sensaciones
aparezcan ordenadas en ciertas relaciones es la forma. La forma no es dada a
posteriori, sino que está ya a priori en el espíritu, como forma de la
sensibilidad, (Kant la llama también intuición pura). La síntesis (unión) de
sensaciones o datos empíricos, como materia, y la forma a priori es el
fenómeno.
Las formas puras o principios a priori de la sensibilidad son, según
Kant, el espacio y el tiempo. Espacio y tiempo son las condiciones de
posibilidad de toda experiencia porque no es posible ninguna experiencia que no
esté bajo esas relaciones. Ahora bien (y esto es muy importante), espacio y
tiempo no son, según Kant, propiedades objetivas de las cosas mismas, sino
formas a priori de la sensibilidad. El espacio y el tiempo son la forma de la
experiencia externa, y el tiempo de la interna. La matemática es posible (=
es un saber a priori y sintético) por el carácter apriórico del tiempo y del espacio:
la geometría y la aritmética se ocupan, respectivamente, del espacio y del
tiempo. Puesto que la matemática está fundada en las formas de la intuición,
toda objeto que se de en la intuición debe cumplir las leyes de la matemáticas.

II.2. La "Analítica transcendental": la espontaneidad del entendimiento


La sensibilidad realiza las primeras síntesis al unificar las sensaciones en el
tiempo y el espacio, pero percibir tal multiplicidad (colores, formas, sonidos...) no
es, sin más, comprender los objetos. Comprender lo percibido es la función
propia del Entendimiento. Kant estudia esta facultad en la Analítica
Trascendental. Nuestro conocimiento incluye conceptos además de percepciones,
pues comprender los fenómenos es poder referirlos a un concepto; cuando no
podemos referir las impresiones sensibles a un concepto, nuestra comprensión de
aquéllas resulta imposible. Esta actividad de referir los fenómenos a los
conceptos se realiza siempre a través de un juicio. El entendimiento puede ser
considerado, pues, como la facultad de los conceptos, o bien como la facultad de
los juicios, la facultad de juzgar. Kant distingue dos tipos de conceptos, los
empíricos, que proceden de la experiencia y son a posteriori, y los conceptos
puros o categorías, que no proceden de la experiencia y son a priori: las
categorías (sustancia, causalidad, unidad, necesidad,...); son nociones que no se
refieren a datos empíricos pero tampoco son construidas, "inventadas"
empíricamente por el hombre, pues pertenecen a la estructura del entendimiento
(son a priori).

El conocimiento es posible porque aplicamos las categorías a la multiplicidad


dada en la sensación. Los conceptos puros son condiciones trascendentales,
necesarias, de nuestro conocimiento de los fenómenos ya que el entendimiento
no puede pensarlos si no es aplicándoles estas categorías: todo aquello que es
objeto de nuestra experiencia es sustancia o accidentes, causa o efecto, unidad o
pluralidad, etc. De este modo, el conocimiento resulta de la cooperación entre la
sensibilidad y el entendimiento: la sensibilidad nos da objetos, el entendimiento
los piensa; pero las categorías solamente son fuente de conocimiento
aplicadas a los fenómenos (a las impresiones sensibles que se dan en el
espacio y el tiempo) y no tienen aplicación válida más allá de los fenómenos. El
error de la filosofía dogmática (basada en el uso puro de la razón) consiste en
usar las categorías para referirse a realidades transempíricas o trascendentes
(Dios y el alma, p. ej.). La Física es posible como un saber a priori porque el
mundo tiene una estructura matemática (al estar sometido al tiempo y al
espacio) y porque las categorías tienen una validez empírica; porque todo
fenómeno está estructurado en función de las categorías. Con ello Kant está
legitimando filosóficamente el Universo Newtoniano.

II.3. La "Dialéctica transcendental": la Razón y su exigencia de Lo


incondicionado
La "Dialéctica Trascendental" estudia la Razón y el problema de si la
metafísica puede ser un saber a priori, y concluye que la Metafísica como
disciplina científica es imposible. La Metafísica quiere alcanzar las cosas tal y
como son en sí mismas, sus objetos son transcendentes (no empíricos): el
alma, su libertad e inmortalidad, Dios y el mundo como totalidad; pero la ciencia
usa necesariamente las categorías y éstas sólo pueden emplearse legítimamente
aplicadas a los fenómenos, a lo dado en la experiencia. La Razón teórica, en
sentido laxo, es lo que permite el conocimiento del mundo, y en sentido estricto
la facultad de las argumentaciones. Kant entiende por "dialéctica" el
razonamiento falso con apariencia de verdadero. La "Dialéctica Trascendental"
debe mostrar pues cómo la Razón realiza argumentos aparentemente correctos
pero ilegítimos. Precisamente las argumentaciones de la metafísica son de ese
tipo.
El conocimiento intelectual formula juicios y conecta unos juicios con otros
formando razonamientos. Pero hay una tendencia peculiar en el uso de la Razón:
la Razón busca encontrar juicios cada vez más generales, capaces de abarcar una
multiplicidad de juicios particulares sirviendo a éstos de fundamento. La Razón
aspira a lo incondicionado, al fundamento de los fundamentos. Cuando la
Razón, en esa búsqueda de las condiciones de lo condicionado, de leyes más
generales y profundas, se mantiene en los límites de la experiencia, su uso es
correcto y no da lugar a contradicciones; la ciencia avanza precisamente a partir
de esa tendencia de la Razón; pero esa tendencia lleva inevitablemente a
traspasar los límites de la experiencia empírica en busca de lo incondicionado:
así, todos los fenómenos físicos se pretenden unificar y explicar por medio de
teorías metafísicas acerca del mundo, como todos los fenómenos psíquicos
por medio de teorías metafísicas acerca del alma, y, finalmente, unos
fenómenos y otros se intentan explicar y unificar por medio de teorías
metafísicas acerca de una causa suprema de ambos tipos de fenómenos, físicos y
psíquicos: Dios. "Dios", "alma" y "mundo", son pues tres ideas de la Razón;
ideas que no tienen una referencia objetiva, –no tienen un uso constitutivo– en el
sentido de que no podemos conocer los objetos a los que se refieren (Dios, alma
y mundo como totalidad); pero sí un uso regulativo pues permiten la orientación
de la investigación y dirigen el uso de la razón en la aspiración a una explicación
cada vez más profunda de la realidad.

III. EL IDEALISMO TRASCENDENTAL: EL "FENÓMENO" Y EL "NOÚMENO"

III.1. La filosofía kantiana, superación del empirismo y del racionalismo


Su tesis de que el conocimiento se puede referir sólo a lo que se da a los
sentidos, y que, por lo tanto, lo que esté más allá de los sentidos es incognoscible
y no permite un tratamiento científico, es una influencia del empirismo. Por su
parte, la huella del racionalismo la tenemos en sus afirmaciones de que es
posible un conocimiento estricto (los juicios sintéticos a priori), extensivo, pero
también universal y necesario, aunque referido a meros fenómenos, y de que no
todos los elementos que intervienen en el conocimiento se obtienen de la
experiencia, pues hay elementos a priori. Los racionalistas llamaban a estos
elementos “ideas innatas”, aunque entendían que dichas ideas eran contenidos
de conocimiento referidos a objetos; las estructuras aprióricas son, para Kant,
estructuras, no contenidos, y no se refieren a objetos sino a la forma que todo
objeto ha de tener para que la podamos experimentar, no dan información
relativa a objetos del mundo, sino a la estructura del mundo.

III.2. La "revolución copernicana" (o giro copernicano) en filosofía


Kant explica el cambio epistemológico que supone su filosofía con la analogía
de la revolución astronómica copernicana: Copérnico encuentra que no se puede
entender el movimiento aparente de los astros si suponemos que la Tierra es el
centro del Universo y el Sol da vueltas a su alrededor, y nos propone invertir los
términos y suponer que es el Sol el centro del Universo. Kant dice del mismo
modo: si las condiciones de la objetividad del ser objeto no son ni pueden ser
enviadas por las cosas a nosotros, puesto que las cosas no nos envían más que
impresiones, no hay más que hacer lo mismo que Copérnico y decir que son las
cosas las que se ajustan a nuestros conceptos y no nuestros conceptos los que se
ajustan a las cosas. Las categorías, por consiguiente, son conceptos puros, “a
priori”, que no obtenemos extrayéndolos de las cosas, sino que nosotros
ponemos, imponemos a ellas.
La analogía de la "revolución copernicana" refleja muy bien un importante
aspecto de su pensamiento: hasta Kant se había considerado que el sujeto era
pasivo en el acto del conocimiento y se tenía que plegar al objeto para
conocerlo; pero de ese modo no se puede dar el conocimiento a priori pues éste
conocimiento supone la posibilidad de conocer algo sobre las cosas sin que estén
presentes en nuestra conciencia, sin que de ellas tengamos experiencia. El giro
copernicano consiste en rechazar la concepción tradicional del conocimiento,
rechazar que el sujeto se deba someter a las cosas para conocerlas, y considerar
que el sujeto es activo: son las cosas las que se deben someter a nosotros de
cara al conocimiento; si suponemos que para conocer un objeto antes ha de
someterse a las condiciones formales "a priori" de la estructura de nuestras
facultades cognoscitivas, podremos comprender que conozcamos de las cosas
algunos rasgos que éstas han de poseer antes incluso de que tengamos
experiencia de ellas: solo podemos conocer a priori de las cosas aquello
que antes hemos puesto en ellas. El giro copernicano se refiere al hecho de
que solo podemos comprender el conocimiento a priori si admitimos que sólo
conocemos los fenómenos y no las cosas en sí mismas o noúmenos, si
admitimos el Idealismo Trascendental como la filosofía verdadera.

III.3. La filosofía kantiana: el Idealismo Trascendental


El Idealismo Trascendental es la culminación del pensamiento moderno,
que comienza con el planteamiento cartesiano del problema del conocimiento:
para tener conocimiento estricto es preciso remitirse al sujeto del conocimiento
(al "cogito") sólo así tendremos una evidencia tan poderosa como para
fundamentar el resto del saber; pero esto se consigue a costa de problematizar el
conocimiento de la realidad externa. El empirismo continúa en esta misma línea
al considerar que el conocimiento inmediato versa sobre las ideas o percepciones
y no sobre las cosas en sí mismas y al sugerir que los grandes problemas de la
objetividad (el mundo teórico y el mundo práctico) han de resolverse tras el
análisis de los procesos psicológicos gracias a los cuales el sujeto tiene
experiencia de los objetos; pero el sujeto del que hablan los empiristas es un
sujeto empírico. Kant recoge esta línea de explicación mostrando que debemos
reflexionar sobre el modo de conocer para descubrir los elementos, fundamento y
límites del saber, pero pone como sujeto a un sujeto distinto: el Sujeto
Trascendental, que no se puede identificar con el yo empírico, contingente,
hecho de este modo pero pudiendo ser de otra forma; el Sujeto Trascendental es
el sujeto metaempírico del cual se predican las distintas formas aprióricas y que
realiza las distintas síntesis que dan lugar a la constitución de los fenómenos. La
consecuencia es un giro completo en la comprensión del conocimiento y la
separación radical entre la filosofía y el sentido común: el conocimiento universal
y necesario no se puede explicar si consideramos que el sujeto es pasivo cuando
conoce, pero sí al considerar que el sujeto pone algo en el objeto conocido y lo
modela a partir de las estructuras de nuestras facultades cognoscitivas (las
formas de la sensibilidad y las categorías del entendimiento). En cuanto a la
segunda cuestión, debemos recordar que la posición ingenua, y toda la filosofía
anterior a la modernidad, mantiene una concepción realista del mundo: en lo
esencial el mundo es tal y como lo conocemos; en lo esencial los objetos y sus
propiedades y relaciones existen independientemente de la experiencia que
podamos tener de ellos; esta es la tesis característica del realismo. Pero con la
modernidad (con Kant) aparece la concepción idealista: no sabemos cómo
puede ser el mundo independientemente de nuestra experiencia de él;
todo objeto del que tenemos experiencia ha quedado influido por la
estructura de nuestro aparato cognoscitivo. Estas ideas nos llevan a dos
conceptos fundamentales del Idealismo Trascendental: el concepto de Noúmeno y
el de Fenómeno. El Noúmeno (o Cosa en sí) es la realidad tal y como
pueda ser en sí misma, independientemente de nuestra experiencia de ella; la
filosofía premoderna pensaba que nosotros podíamos conocer las cosas en sí
mismas, aunque cada escuela dijese algo distinto relativo al ser de dichas cosas;
el Fenómeno es una realidad dependiente del Sujeto Trascendental, es la
realidad estructurada por las formas de la sensibilidad y las categorías
del entendimiento; la realidad tal y como la experimentamos. El sujeto
cuando conoce no deja intacta la realidad conocida, la constituye en el propio
acto del conocimiento. Por ello, el Idealismo Trascendental se puede resumir en
la afirmación de que sólo conocemos fenómenos.

Kant - Resumen de su pensamiento (segunda parte)

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