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CUADERNO DEL HOSPITALARIO

RITUAL INSTALACIÓN DE AUTORIDADES

JURAMENTO:
(del Ritual de Instalación de Autoridades)
(del Ritual de Instalación de Autoridades)
“Gr.·. Pres.·. : H.·. Maestro de Ceremonias, servíos conducir al Ara, al Orador, Secretario, Tesorero y
Hospitalarios Electos.”
“Gr.·. Pres.·. : De pie y a la orden. ¿Juráis o prometéis por vuestro honor de masones cumplir y hacer cumplir
la Constitución , los Reglamentos Generales para el Gran Oriente Federal de la República Argentina del Rito
Escocés Antiguo y Aceptado, y el Reglamento particular del Taller?”
“Gr.·. Pres.·. : Si así lo hiciereis, que la Masonería os lo premie; si no, que ella os lo demande.
(coloca las joyas a cada uno y al colocárselas les dice):

“Gr.·. Pres.·. : Hermano Hospitalario: Habéis sido electo para ocupar el cargo de Hospitlario.
Por él estáis encargado de la distribución de los socorros y limosnas que acuerda el Taller. Por el
elevado significado del cargo, como por las virtudes que deben adornar al Hermano que lo
desempeña, es uno de los más delicados de una Logia.
Representáis a la Masonería en su misión humanitaria de ayuda y asistencia
social. Esperamos que compenetrado de vuestras obligaciones, os hagáis digno de la confianza
depositada en Vos por vuestros hermanos.

HISTORIA DEL CARGO:

Los protectores de los Peregrinos; (extraído de”Los Templarios”, Fernando Díez Celaya, Ed.Acento,
3ed.1997.Madrid)
Con la conquista de Tierra Santa en 1095 surge el fenómeno de las grandes peregrinaciones de los
cristianos europeos a Palestina, deseosos de contemplar el Santo Sepulcro y pisar la tierra sagrada en que
Cristo sufrió pasión y muerte. Pero el viaje, ya de por sí plagado de peligros y sobresaltos en territorios
cristianos, a pese a las bulas papales que establecían inmunidad a los peregrinos y aseguraban la
protección eclesial de sus familias, tierras y patrimonios mientras durase su devoto periplo, era todavía
más arriesgado en los países delimitados por tierras de infieles, pues los viajeros se exponían de continuo
a ser asaltados por grupos de bandoleros y, sobre todo, a ser certero objetivo de beduinos saqueadores o
de los temibles y fieros ashashins. Por este motivo precisamente y para socorrer a los necesitados de
ayuda en rutas pasos y fronteras, a la labor desarrollada por los benedictinos, que ya antes del siglo XI
poseían los dos monasterios de Santa maría Lima y de Santa María Magdalena, se añade, en 1113,
mediante bula papal publicada por Pascual II, la creación de la ORDEN DEL HOSPITAL DE SAN
JUAN LIMOSNERO DE JERUSALEN, Orden de los caballeros del Hospital; fundada por Raymond du
Puy, cuyos miembros, los hospitalarios, socorren a enfermos y desasistidos, aunque también se ocupan
de la seguridad en los caminos. Pese a esto y con una motivación mas directamente militar, se funda en
1128 la Orden del Templo de Salomón, una milicia compuesta por monjes-soldados (Templarios) cuyo
objetivo primordial es proteger y defender a los peregrinos cristianos en Tierra Santa, pero también
combatir directamente contra el infiel, servir de avanzadilla cristiana en castillos y fortalezas fronterizos

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con los reinos musulmanes (a partir de la prédica de Mahoma S VI d.c.) y patrullar las rutas, acompañar
caravanas y, mas tarde, realizar misiones diplomáticas y secretos de alta envergadura.

Según el Diccionario Enciclopédico de la Masonería, ABRINES Y ARDERIU 1892,T1;


Ed.Kier, Bs.As. 1950;

HOSPITALARIO es el H.·.encargado de visitar, cuidar y socorrer a los enfermos que sean


miembros de su Log.·. y aun de los profanos que el Tall.·.le encargue. Tiene a su cargo el
Tesoro de la Beneficencia, y el inmediatamente encargado de distribuir y hacer entrega de
todos los socorros que conceda y acuerde distribuir el Taller. Son tan delicadas y de tal
trascendencia las funciones del Hospitalario de una Logia, que de su acertada elección
depende, que el fin filantrópico que tanto enaltece a la francmasonería, no quede desvirtuado,
con lamentable desdoro de la Orden, por falta de tacto o por negligencia del hermano a quien
se confía la mas delicada de las funciones masónicas.
La caja del Hospitalario es completamente independiente de la del Tesorero, sus fondos se
hallan exclusivamente destinados al alivio del menesteroso y de los desgraciados. Para su
contabilidad lleva el H.·.Hospitalario un registro a dos columnas (entradas y salidas)
conteniendo por orden numérico, con la mención del acuerdo, el nombre del H.·. socorrido, su
profesión, domicilio etc. Este registro no podrá comunicarse por ningún concepto mas que a
las tres primeras luces de la Logia, a la Comisión de Beneficencia y a la que nombre el Taller
cuando desee en su cargo, para la revisión y entrega de cuentas.
HOSPITALARIO ADJUNTO: en las Logias numerosas suele nombrarse un Hospitalario
adjunto. Puede actuar como auxiliar del Titular ó Delegado y tiene una responsabilidad moral
que va anexa a su cargo. Sustituye al titular en sus ausencias y enfermedades y en este caso
disfruta de todos sus derechos y prerrogativas.

EL HOSPITALARIO
DANIEL BERESNIAK
LOS OFICIOS Y LOS OFICIALES DE LA LOGIA (1992)

Esta función existe en todos los ritos y en todos los grados. El Hospitalario lleva a veces el nombre de
"limosnero". Es el encargado de recoger y de distribuir las "limosnas", de ir a visitar a los hermanos
enfermos, de apoyar a los que están en dificultades, de inquirir y velar por la buena situación de las
viudas y huérfanos de los hermanos, de averiguar por los motivos de las ausencias que no han
sido justificadas, ya que pueden tener que ver con sus competencias. Él es el "corazón" de la Logia.
La existencia de este oficial se remonta a la antigua masonería operativa. Existe actualmente en el
"compagnonnage". Al igual que el Tesorero, el Hospitalario no se encuentra entre los siete oficiales
indispensables para que la Logia sea "justa y perfecta". El rito Emulación lo considera como
"facultativo, pero prácticamente obligatorio".
El Hospitalario se sienta generalmente al pie del Oriente, cerca del Secretario y sobre la Columna del
Septentrión.
En el plano simbólico, es "Jesed", la gracia, en el árbol de las sefirot y la tierra "nutriente" en el
sistema cósmico.
La joya del Hospitalario es una "alcancía para la limosna con un corazón en el centro" o bien una
simple bolsa.
El Hospitalario administra una caja autónoma que se llama el Tronco de la Viuda. Los Francmasones,
haciendo referencia a Hiram el arquitecto, son "los hijos de la viuda". Hiram fue hijo de una viuda, tal
como se indica en el libro de "Reyes" y también en el libro de las "Crónicas" del Antiguo Testamento.
Horus también nació de una viuda, Isis, según narra la leyenda egipcia de Osiris. Es interesante
analizar estos mitos cuyos héroes crecen sin tener que confrontarse con la imagen del padre...
El Hospitalario efectúa lo esencial de su trabajo por fuera de las reuniones. Se requiere entonces que
esté muy disponible. Además, sus cualidades esenciales son el amor y la entrega. Debemos señalar
que hay que insistir en esas palabras. Con demasiada frecuencia el hospitalario se limita a
administrar el tronco que le es confiado haciendo donaciones y préstamos con la autorización del
Venerable. Los destinatarios de esas donaciones y préstamos son asociaciones, hermanos y viudas.
Eso está bien pero no es suficiente. Además, el hospitalario debe preocuparse por las ausencias,
independientemente de que se hayan presentado o no excusas, y se pone en contacto con los
hermanos ausentes con el fin de averiguar exactamente lo que les ocurre. Eso está bien también y es
necesario; pero tampoco es suficiente.

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La solidaridad es un deber y un derecho de todos y cada uno; pero no es solamente eso. Si
abordamos esta noción solamente en términos de deberes y derechos, ignoramos al corazón y la
vivimos de una manera exclusivamente cerebral. En esa perspectiva, la solidaridad se organiza como
un "servicio", en el sentido administrativo de la palabra, y es practicada en un contexto de
formalidades reglamentarias.
La solidaridad, a la luz de una comunidad iniciática, no aparece solamente bajo el aspecto de un
derecho y un deber; sino que resulta algo totalmente natural. Eso quiere decir que su esencia es,
simplemente, el Amor. En esta perspectiva la administración y sus normas permiten una adecuada
gestión sin convertirse en una férula. Dicho de otro modo: la función de solidaridad se cumple de
acuerdo con unas normas necesarias; pero no se desentiende de un problema tan pronto este no se
encuentre previsto en el reglamento. Cuando la solidaridad se plantea como un elemento natural, ello
hace que se tome en cuenta a la vez lo espiritual y lo material: cuando se recibe pan de la mano de
un amigo, se está recibiendo mucho más que un poco de alimento. Ese pan no es solamente pan;
también es la manifestación de una presencia amiga y reconforta el corazón a la vez que el
estómago.
El Francmasón familiarizado con el pensamiento simbólico sabe bien lo anterior y conoce las
correspondencias entre el "soma" y la "psiquis". Por ello es necesario conferirle a la función de
hospitalía una dimensión de orden espiritual que los usos y los reglamentos tienden a minimizar.
Al escribir estas líneas estoy pensando en una desgracia que pudo ser evitada: érase una vez una
Logia como tantas otras... Un hermano de dicha Logia no había regresado más y había dejado de
llamar a presentar excusas. Luego de un cierto número de ausencias, la Cámara de Maestros le envió
al Hermano una carta por recomendado conminándolo a ponerse al día con el tesoro del Taller y a
asistir regularmente a todas las tenidas, so pena de exclusión. Antes de enviar la carta, nadie fue a
ver al Hermano. El Venerable se había limitado a preguntar en Logia si alguien tenía noticias suyas y,
como nadie dio una respuesta afirmativa, se envió el recomendado.
Resulta que el Hermano en cuestión tenía tendencia depresiva. Debido a una cascada de
contrariedades de todo tipo que había tenido que enfrentar había entrado en barrena afectiva y se
había replegado dentro de su "caparazón". Su ausencia en realidad era un llamado de atención que
nadie había comprendido. Su comportamiento era normal desde el punto de vista psicológico; pero
incumplido y condenable desde el punto de vista del reglamento.
Luego de recibir el recomendado, el hermano se suicidó y, siguiendo la antigua costumbre, se hizo
una cadena de unión alrededor de su tumba.
El Hospitalario debe estar en permanente relación con el tesorero. Este último debe informarle al
hospitalario acerca de todos sus problemas de cobro. En una comunidad de seres humanos
normales, el rigor de las sanciones debe estar reservado para los miembros cuya mala fe e
indiferencia ya no suscitan dudas en nadie. En una comunidad que pretende ser "iniciática" y
fraternal, en la cual cada uno se siente responsable del deber de recibir y de transmitir una
enseñanza cuyo propósito es el de despertar y estimular la conciencia y de mejorar la especie
humana, hay que ir tan lejos como sea posible y, en todo caso, más lejos de lo que se llega en el
mundo profano, en la vía del amor y de la comprensión.
Con el Hospitalario sucede entonces exactamente lo mismo que con todos los demás oficiales de la
Logia: cada uno es el más importante... Si logramos vivenciar profundamente esta afirmación, que es
tan razonable como ilógica, tendremos posibilidades de éxito en el proyecto iniciático.

EMILIO ZARA
(14-08-1870 / 25-04-1939) Trabajó en la Logia Luz de Hiram N°35

LA CARIDAD MASÓNICA

Graves y profundas cuestiones han preocupado al espíritu humano desde los albores de la historia. Altos y
complejos problemas ocupan hoy la mente de los pensadores y estadistas. Antes, los sistemas metafísicos y
religiosos acerca del origen y del hombre agotaban el entendimiento en estériles especulaciones hoy; los
problemas económicos y sociales, constituyen el principal afán de las masas, pues se ha llegado a comprender
que no se debe descuidar la vida real por las quimeras de la imaginación y los fantasmas de la razón extraviada.
Es imposible negar la importancia de estos problemas; ellos interesan al bienestar y al perfeccionamiento moral
y material de la humanidad, cuyo fin no es otro sino la realización del progreso indefinido, que es la ley de la
naturaleza.
La humanidad anhela su perfeccionamiento, no hay que dudarlo. Las tranquilas batallas para la vida, las
pacíficas luchas por la existencia, así como los grandes sacudimientos revolucionarios lo atestiguan.
Las cuestiones políticas y religiosas de todos los tiempos, las cuestiones sociales de todas las épocas, ¿no son
acaso debidas al anhelo permanente de progreso, a la nostalgia sempiterna de la justicia, que no es sino el
sentimiento y la práctica del bien o sea de la caridad?

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La caridad es el amor a la humanidad, que debe traducirse en el deseo del bien, del perfeccionamiento moral del
género humano. Asegurar a la humanidad, el medio de realizar este fin, es obrar bien, es proceder en justicia, es
efectuar una obra de verdadera caridad. Los espíritus superficiales creen que la caridad no consiste más que en
dar de comer al hambriento y curar al enfermo. De este modo el hermoso nombre de caridad llegaría a ser
sinónimo, de limosna.

La religión cristiana no ha comprendido mejor la caridad.

Considerándola del punto de vista del misticismo, ella la considera como el amor a la humanidad en Dios, y solo
por Dios. Sin el amor a Dios no se concibe el amor al prójimo, dice el teólogo cristiano. Felizmente los teólogos
son hoy escasos y sus opiniones no tienen valor. En cambio los que no lo somos, formamos buen número, y
nosotros creemos que la caridad es el amor a la humanidad por la humanidad misma; que es el amor a todos los
hombres, grandes y pequeños, felices y desgraciados, y que ella no se reduce a la limosna, al socorro al
desvalido, sino que consiste en mejorar la suerte de la humanidad por la enseñanza y el perfeccionamiento.
La limosna es obra de todos los tiempos.
Moisés, había prohibido el préstamo con interés entre los hebreos; también obligaba a los grandes propietarios,
que cuando cosecharan dejasen caer espigas para que las recogieran los pobres y los extranjeros, y en Jerusalén
como en Atenas, se aseguraba a cada uno el pan de cada día.
En Roma se practicaba anchamente la limosna. Los mas monstruosos emperadores se hicieron populares
mediante la distribución del pan y las diversiones públicas.
En las provincias el Estado, subvenía a las necesidades de los proletarios, al paso que la muchedumbre
mendigaba en las casas de los grandes y los ricos epulones, como los peregrinos la Edad Media pordioseaban su
ración en la puerta de los monasterios.
La Iglesia Cristiana desde su principio prodigó la limosna y los Santos Padres predicaban contra la riqueza. Los
diáconos se organizaban en corporaciones con la misión de dispensar auxilio a los pobres.
Entre los musulmanes está prescripta la caridad legal, pues los ricos tienen la obligación de dar a los
menesterosos parte de sus rentas.
Buda también habló de abnegación, de amor al prójimo, de protección a los menesterosos.
Mas, ¿qué beneficios ha procurado a la humanidad tanta Limosna, tanto socorro a los pobres y desvalidos?.
Ninguno, absolutamente ninguno.
Nunca se vió tanta miseria, ni tanta mendicidad como cuando el mundo se pobló de conventos y abadías.
Además, ¿qué caridad era aquella que daba de comer al hambriento y descuartizaba al hereje? ¿Qué fraternidad
era aquella que miraba como hermano, al propio sectario y como enemigo al infiel?
La vida monástica de entonces se reducía a la contemplación y los ejercicios espirituales; el espíritu guerrero de
las gentes, la violencia de los señores feudales, que si no estaban empeñados en guerras, entre sí, asaltaban cual
aves de rapiña desde sus castillos a los transeúntes para robarlos; los numerosos días de fiestas, la cesación del
trabajo, la ignorancia general de los pueblos, el falso concepto sobre la vida y las realidades, crearon la miseria y
poblaron de mendigos aquella Europa que fue rica en los felices días de la paz Romana, como lo atestiguan los
historiadores, y los monumentos de la época.
Si los objetos hallados en Pompeya y muchos otros artefactos re- velan la prosperidad de la industria romana, las
grandes vías y las numerosas ciudades fundadas en todas partes atestiguan la grandeza material del imperio.
Los templos modernos no se ven librados de la mendicidad y todas las naciones se preocupan del pauperismo,
fundando hospicios, nosocomios, casas de expósitos, orfelinatos, hospitales, etc.; pero la sociedad no mejora de
suerte con esas medidas, porque la limosna realiza imperfectamente el sentimiento de la caridad, si bien no hay
nada mas encomiable que la conducta de aquellos que, con abnegación y desinterés se consagran a aliviar la
suerte de los afligidos.
Hay en, todos los países, una cantidad más o menos numerosa de individuos que, careciendo de fortuna, no
trabajan y que, por lo tanto, no pueden subsistir sino a expensas de los recursos ajenos. ¿Por qué no trabajan?
No trabajan por tres causas distintas, dice Gide:
1, Porque no tienen fuerzas suficientes,
2, Porque no encuentran trabajo.
3, Porque carecen de voluntad para trabajar.
Según la estadística, en Francia, a principios de este siglo alcanzaban al 3,6 por mil el número de los pobres que
no trabajaban. Investigando las causas por las cuales no trabajan, se ha llegado al siguiente resultado: De cada
cien individuos, 33 no lo hacen por falta de fuerzas: viejos, inválidos y niños huérfanos o abandonados; 15 por
falta de trabajo, y 52 por falta de voluntad. En presencia de estas tres categorías de incidentes, ¿qué debe hacer la
sociedad?.
Debe ocuparse de la primera por solidaridad social. Respecto a los niños, sobre todo hay interés en criarlos y
educarlos puesto que bien educados han de ser elementos eficientes de progreso. En cuanto a los ancianos y a los
inválidos la sociedad no tiene interés en mantenerlos, pero la obliga a ello un deber de humanidad. finalmente no
pueden desinteresarse de la tercera categoría, porque ésta crea un peligro social. En esa masa de alcohólicos es
donde se recluta el ejército de criminales. No cabe duda alguna entonces que la sociedad debe ocuparse de los
indigentes, pero ¿debe hacerlo como una obligación legal o simplemente moral? ¿Hay que incluirla en la ley,
reconociendo al indigente el derecho a la asistencia o dejarlo librado a los sentimientos caritativos de la
sociedad?

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Está comprobado que la asistencia privada es ineficaz y hasta la más de las veces la más a propósito para
fomentar la mentira y la mendicidad profesional.
Por otra parte, la asistencia legal no carece de peligros, porque al constituir un derecho, tiende a desarrollar la
imprevisión.
Muchos individuos descuidan de ocuparse de su porvenir cuando saben que pueden contar con los recursos del
Estado.
El economista francés Garnier se expresa de esta manera, respecto de la caridad tal como se practica:
"Tampoco la caridad es un remedio contra la miseria; detienesé en la categoría de simple alivio y de alivio que,
tomado así, en términos generales, es altamente ineficaz y hasta puede obrar como una causa determinante de la
miseria, si esa caridad se practica sin atención ni inteligencia. Toda institución caritativa, -la experiencia lo ha
demostrado-, produce siempre, en mayor o menor medida, según su naturaleza, organización y el espíritu que la
dirige, los siguientes efectos: debilita las energías morales, el espíritu de previsión, la responsabilidad, la
dignidad, y origina la inmoralidad y el pauperismo.
Lo mismo acontece, aunque en menor proporción, con la caridad privada si no se la dirige circunspecta e
inteligentemente.
El hombre que tiene la seguridad de ser asistido y, sobre todo, oficialmente asistido, considera bien pronto el
socorro como un recurso natural que se le debe; acostumbrase a tender la mano, a buscar la limosna más bien
que el salario, a no temer el aumento de su familia y a confiar la existencia de ella a los cuidados de los demás.
Se ha observado muy a menudo que la institución de establecimientos, centros u oficinas de caridad, producen el
efecto inmediato de provocar el pauperismo en aquellos lugares que no existía antes. Así como se ha observado,
también que los socorros oficiales de los gobiernos, municipios y parroquias acaban por ser considerados como
un suplemento de sueldo o jornal y contribuyen notablemente al descenso de los salarios.
Sin embargo, siendo la asistencia una verdadera obligación para la sociedad, debe constar en la ley,
reglamentada en forma que alcance solamente a los verdaderos necesitados.
De esto depende que la verdadera caridad debe realizarse proporcionando a la humanidad en general los medios
de mejorar su condición.
Así lo ha entendido la Masonería y por ese camino dirigió sus obras.
Oyendo las palabras de Voltaire y de Franklin, predica la tolerancia religiosa que penetra en el espíritu y en el
corazón de los pueblos.
Con la revolución francesa proclama resueltamente los derechos del hombre y la libertad de conciencia.
El hermano San Martín pone su espada al servicio de la libertad de Ámérica.
Animado por la voz de nuestro hermano Lincoln, el pueblo norteamericano riega con su sangre la tierra fértil
para dar libertad a cuatro millones de hombres retenidos, en la esclavitud.
Otro masón, el hábil estadista Paranhos, encamina pacíficamente la solución de la esclavitud en el Brasil en el
mismo terreno iniciado por Lincoln: la libertad del vientre esclavo.
A la voz de otros hermanos nuestros, los masones Mazzini y Garibaldi, pueblos enteros se sublevaron e Italia se
vió libertada de la dominación extranjera.
Los hermanos Brisson y Four no temieron desafiar la impopularidad, para reparar la más grande injusticia de fin
de siglo XIX, la condena de Dreyfus, y los masones Briand y Stresseman intentaron formar, después de la última
guerra, la unidad económica de los Estados de Europa.
Es debido principalmente a la acción de la masonería que la ciencia ha dejado de ser patrimonio de una pocos, y
la ciencia está operando como un milagro la transformación social, favorecida con el descubrimiento de la
imprenta y el papel, que ha multiplicado los libros y los pone al alcance de todos.
La masonería estimuló y honró siempre a los sabios, considerándolos como los verdaderos bienhechores de la
humanidad.
Debido a ellos, la agricultura y el comercio se, transforman por los progresos científicos y las máquinas
aumentan prodigiosamente la fuerza productiva. Las facilidades, de transporte han aumentado en forma
considerable y, gracias a la radiotelefonía y a la aviación, se ha conseguido facilitar en alto grado las
comunicaciones.
Con todo esto es fuerza reconocer que la humanidad no se siente feliz.
Es que la cuestión social es compleja y para resolverla se necesita el concurso de todas las inteligencias y de
todas las fuerzas.
Grave error sería dejar su solución librada a la sola, acción de los gobiernos.
Así lo ha comprendido el proletariado, y por eso se organiza, se debate y lucha por llegar a la meta.
La masonería, si se inspira en su pasado y en el ejemplo de sus grandes hombres, no puede ni debe negarle su
concurso para que la humanidad pueda alcanzar el en estar material y espiritual que anhela.
No olvidemos que rehuir la lucha, es prolongar indefinidamente el combate.
Si disentimos en los medios que los partidos políticos han puesto ,y ponen en práctica para alcanzar la
realización de su ideal, con mayor razón debemos apresurarnos a ocupar el puesto que el deber nos impone para
marcarles el derrotero.
Nuestros esfuerzos deben encaminarse, en primer término a fomentar la educación científica, la única capaz de
redimir la humanidad del pecado original de la ignorancia, de formar en el hombre una firme é infalible voluntad
y un sentimiento sólido y seguro, de reformar nuestro espíritu y nuestros corazones, de formar hombres buenos,
de destruir nuestros preconceptos y rivalidades, de formar la visión de los pueblos por la fraternidad de las
inteligencias.

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Debemos, pues, fomentar por todos los medios posibles la instrucción, convencidos que contribuiremos así
eficazmente a la solución del problema social, haciendo una alta obra de caridad masónica.

CONCLUSIONES

1°- La asistencia ha de ser legal a cargo de las comunas, porque constituyendo el municipio una
asociación reducida, se halla en mejores condiciones que el Estado para saber cuáles son los
verdaderos indigentes, y cuáles los falsos.

2° La asistencia de los niños, viejos, e inválidos, ha de practicarse en establecimientos especiales


con absoluta prohibición de la mendicidad callejera

3° Respecto a la falta temporánea de trabajo por enfermedad o paro forzoso, debe proveerse
fomentando entre los obreros, las instituciones de previsión (seguros obreros, socorro mutuo, cajas
de pensiones, etc.)

4° En cuanto a los que no trabajan por falta de voluntad, hay, que ocuparse de ellos
preventivamente, favoreciendo las instituciones y los descubrimientos que tiendan al mejoramiento
del hombre físico, al desenvolvimiento de las facultades intelectuales, a la formación de las
costumbres morales y al progreso económico de la humanidad.

LA VIDA COMUNITARIA EN LOGIA

DANIEL BERESNIAK
La Logia (o Taller) designa una comunidad de Francmasones. Por extensión, el término Logia
designa también el templo, en cuyo seno se reúnen los Francmasones. En una perspectiva simbólica
el hombre es microcosmos y el universo macrocosmos y lo que está en el uno está también en el
otro. El templo representa al universo en su estructura "íntima". Dicha estructura se origina en una
tentativa de racionalización y de comprensión global realizada por el ser humano. El templo es,
entonces, la proyección de la razón, de la intuición, de la imaginación; es la concreción del esfuerzo
realizado por las generaciones para situarse en el mundo. Da cuenta, por consiguiente, de una
"negociación" entre el sueño y la realidad. La reflexión sobre los símbolos es liberadora cuando
conduce a considerar las grandes cuestiones relativas a la subjetividad y a la objetividad y a las
razones profundas que subyacen en esta distinción.
En logia el ser humano se percibe como microcosmos y ve en el Templo (o, más exactamente, en el
"cuadro de la Logia" que resume el simbolismo del Templo) al macrocosmos. Del mismo modo la
Logia se vive como micro sociedad.
Las "funciones" de la vida comunitaria, en la Logia, son aquellas que rigen todas las sociedades
humanas. Se refieren tanto a lo material como a lo espiritual, no sin un matiz importante ya que en la
Logia se trabaja para "reunir lo que está disperso".
Dichas funciones se articulan alrededor de la triada fundamental, las tres "facetas" de la actividad de
un grupo social: HACER (fabricar, gerenciar), PROTEGER (defender, atender, curar, etc.) y
ENSEÑAR (transmitir, animar, etc.).
En una comunidad verdaderamente fraternal esas funciones tienen una utilidad similar. Se apuntalan
recíprocamente. Si una de ellas pretende obtener la primacía, deja de existir la fraternidad y la vía
iniciática se cierra. Es por eso que en el ritual la dimensión primordial es el tiempo y el orden elegido
para llamar al trabajo a los distintos oficiales no implica ningún orden de importancia. Del mismo
modo cuando se construye un edificio hay que poner una piedra antes que otra; pero la piedra que es
sostenida por otra no es "superior" a la que la sostiene.
La "jerarquía" de las funciones es un término que no corresponde de ninguna manera a su sentido
profano. En el mundo profano cuando las funciones se jerarquizan y comienzan a ser remuneradas
de modo desigual, aparece el conflicto. El surgimiento del conflicto significa que la comunidad está
enferma. En una Logia masónica los oficios son todos igualmente indispensables. Conviene insistir
hasta la saciedad y aún a riesgo de volverse pesado, sobre el sentido de ese término de "jerarquía"
de las funciones. En efecto, en el mundo masónico se han diseminado ciertos usos que denotan un
enfoque perverso del sentido de la jerarquía: así, según una práctica bastante extendida, el venerable
que termina su período va a ocupar el lugar del guardatemplo. Pasa de Oriente a Occidente y dicho
viaje es percibido como una demostración útil, inclusive ejemplar, de humildad. ¡Como si la función
del "guardián de la puerta" fuese sumisa y subalterna!
En el seno de una comunidad iniciática y fraternal la humildad y el orgullo forman parte de los metales
que no entran en el Templo. Cada uno cumple con sus funciones y "actúa" en un papel según su
perspectiva, según sus capacidades particulares y según las demandas de sus hermanos. No existen
funciones subalternas. Describiremos aquí cada función desde una perspectiva iniciática y podremos
ver con toda claridad que eso es así. Allí donde los papeles son vividos y percibidos como
subalternos, es que la perspectiva iniciática está siendo sepultada bajo la visión profana y
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"administrativa". Es bueno que cada persona no dure demasiado tiempo instalada en una misma
función, ya que el principio primordial de la enseñanza es el viaje; pero en cada Logia cada
comunidad debe gozar de una total libertad para cambiar los papeles.
Del mismo modo, el orden en el cual ingresan los hermanos al Templo antes de la apertura de los
trabajos varía según los usos. En el rito Escocés Antiguo Aceptado el Venerable y los Vigilantes
entran primero y "preparan" la Logia para recibir a los Aprendices, los Compañeros y los Maestros. En
el rito Emulación y en el rito de Salomón el Experto1[1] hace entrar a los Aprendices, los Compañeros,
los Maestros, los Oficiales y todos se ponen de pie para recibir al Venerable Maestro y a sus
Vigilantes. En lo que concierne al ingreso al Templo existen otros usos y, en ocasiones, ninguna
costumbre ceremonial: cada uno entra a su modo, sin orden específico. Es el caso de numerosas
Logias del rito francés actual.
El orden es necesario, porque de lo contrario no se puede proceder a ninguna construcción; pero
dicho orden no significa que el venerable sea un jefe en el sentido en que se entiende en el ejército.
Tiene una función particular que cumplir que no vale ni más ni menos que la de los demás oficiales.
Bien sea que entre de primero o de último, según los usos rituales, lo que se está honrando es la
función y no el individuo; y si se honra especialmente dicha función, es para manifestar que con ella la
construcción está en su lugar.
En una Logia masónica, independientemente del rito en el cual trabaje, las funciones se distribuyen
de tal modo que si una sola de ellas está mal atendida la comunidad no puede florecer. Por el
contrario, si todos los oficiales sin excepción viven bien sus papeles, entonces puede decirse que la
Logia está funcionando como una comunidad ideal y como nosotros los Francmasones vemos en la
Logia la prefiguración de la humanidad futura, tenemos que comenzar a actuar de manera que dicha
prefiguración esté a la altura de las expectativas de los mejores entre los seres humanos.

DANIEL BERESNIAK
LOS OFICIOS Y LOS OFICIALES DE LA LOGIA (1992)
EDICIONES DETRAD 47, rue La Condamine - 75017 Paris
Traducción Adriano Moreno Weinstein
Bogotá, Colombia, Mayo 2001

Reglamentos Generales del Gran Oriente Federal de la República Argentina

CAPITULO XX

Deberes, Derechos y Atribuciones de los Dignatarios y Oficiales

Del Hospitalario

Art. 63° - Toda logia debe tener su Reglamento en las condiciones que determinan
estos Reglamentos Generales, el Libro de Actas y los registros igualmente fijados. Ninguna
tenida será válida si no ha circulado el saco de beneficencia.

Art. 66° - Todo documento masónico deberá encabezarse con la invocación al Gran
Arquitecto del Universo.

Art 137° - El Hospitalario es el depositario y distribuidor de todos los fondos


destinados al socorro de los necesitados. Debiendo dar estricto cumplimiento al
procedimiento establecido en los siguientes artículos y del Art. 204.

Art. 138° - En todas las asambleas masónicas, el Hospitalario vacía el saco de


beneficencia y cuenta en presencia del Orador la suma recogida, la comunica al Venerable
conservándola en su poder, y el Secretario la anota en la minuta de los trabajos.
Art. 139° - El Hospitalario llevará un registro de beneficencia foliado y firmado por el
Venerable, en el cual anotará las entradas y salidas con sus fechas y/o su procedencia o
destino, como asimismo los acuerdos u órganos que las autorizaron.

Art. 140° - Ningún socorro se lleva a efecto sino por acuerdo del Consejo de la Logia.
El Venerable puede, en caso de urgencia, autorizar ayudas, dando aviso de ello al Consejo

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de la Logia en la primera reunión. En ningún caso se podrá dar socorro a un hermano que
no sea activo y se encuentre a plomo con el tesoro y cumpla debidamente con todos los
deberes masónicos incluidos los trabajos, puntualidad, asistencia.

Art. 141° - Todo pedido de socorro debe hacerse por medio del saco de
proposiciones, con las explicaciones necesarias. El Hospitalario, a quien debe pasarse el
pedido, toma los informes necesarios y los presenta al Consejo de la Logia.

Art. 142°- Si la caja de beneficencia no pudiera subvenir a los socorros ordinarios


acordados por el Consejo de la Logia, puede recibir prestado del tesoro del taller, con los
requisitos establecidos en sus Reglamentos Particulares.

Art. 143°- El Hospitalario rinde cuentas al mismo tiempo que el tesoro y con los
mismos requisitos prescriptos en los Reglamentos Generales de la Orden y en los
Reglamentos Particulares de la logia.
Art. 144° - A cualquier petición del Venerable o de la comisión de hacienda, y en
cualquier tiempo, el hospitalario debe presentar sus cuentas, so pena de suspensión, e
destitución, según las circunstancias.

Art. 145°- Informada la logia de la enfermedad o de cualquier otra desgracia de uno de


sus miembros, lo participa al Hospitalario para que lo visite, lo consuele y le ofrezca todos
los socorros posibles.

Art. 146°- Todos los hermanos tienen la obligación de visitar frecuentemente al


hermano enfermo o convaleciente, o que sufra otro quebranto. Toca al hospitalario
arreglar su debido turno y hacer saber a la logia los nombres de los hermanos que no
se presenten, para que sean reconvenidos por el Venerable.

Art. 189° - De las Tenidas y su desarrollo:

La naturaleza de las Tenidas Ordinarias será fijada por el Consejo de la Logia, de


acuerdo con las condiciones particulares de Taller y las exigencias establecidas en la
Constitución Masónica y estos Reglamentos Generales.

Desarrollo de las tenidas. .......................

7) - Después circula el saco de beneficencia y la suma colectada queda en poder del


hospitalario, en su ausencia se dejará en secretaría a su disposición.

CAPITULO XXIII
G.·.O.·.F.·.R.·.A.·.

Del Fondo de Beneficencia

Art. 202° - El fondo de beneficencia está destinado exclusivamente al socorro de los


hermanos activos y que trabajen regularmente, de los necesitados y a obras de
beneficencia. Es independiente del tesoro de la logia y deberá mantenerse depositado en la
institución bancaria que el Consejo de la Logia determine, y sobre él podrá girarse sólo con
la firma del Venerable Maestro y del Hospitalario.

Art. 202° - El fondo de beneficencia está destinado exclusivamente al socorro de los


necesitados y a obras de beneficencia. Es independiente del tesoro de la logia y deberá
mantenerse depositado en la institución bancaria que el Consejo de la Logia determine, y
sobre él podrá girarse sólo con la firma del Venerable Maestro y del Hospitalario.

Art. 203° - Integran el fondo de beneficencia.

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1° El producto de los Sacos de Beneficencia de todas las tenidas que celebre la logia
y,
2° Las donaciones hechas expresamente para este fondo,

Art. 204° - Está prohibido a los hermanos solicitar directamente a otros hermanos
ayuda moral o material; deberán hacerlo siempre por intermedio del Venerable Maestro,
quien juzgará.
Asimismo los hermanos que recibieran un pedido de socorro de cualquier índole
exigirán a quienes se lo formularan que tal pedido se realice a través del Venerable. En caso
de que el solicitante de ayuda fuese un hermano en sueño, el mismo solicitará entonces
dicho pedido a través de su último Venerable, y, por ende, de su última logia. Sólo en caso
de ser ello imposible la solicitud tendrá lugar a través del Gran Hospitalario del Gran Oriente
Federal .

REGLAMENTOS PARTICULARES DE LA
Aug.·. y Resp.·. Log.·. Agustín Álvarez N°1

ART.28°. DEL TESORO DE BENEFICENCIA.


El Tesoro de beneficencia se formará, con el producido del saco de la viuda, y de los donativos
que a ese fin se reciban. El H∴ Hosp∴ , deberá informar mensualmente al V∴ M∴ en forma escrita, el
estado de cuentas del tronco de Beneficencia.

ART. 29°. DE LA ASISTENCIA FRATERNAL.


Cuando un H∴ o familiar directo de aquel, se encontrase enfermo o tuviere necesidad de
ayuda inmediata, el V∴ M∴ , junto al H∴ Hosp∴ , se harán cargo del caso, procediendo en la forma
que creyesen mas conveniente y con la mayor reserva, debiendo dar cuenta de lo actuado al Consejo
de la Log∴ .

ART. 30°. DE LA ASISTENCIA MUTUA.


Todos los HH∴ de la Log∴ están obligados a prestarse mutuamente servicio de asistencia, cuando
sean requeridos al efecto por el afectado o por el V∴ M∴ , considerándose falta grave el
incumplimiento de este deber fraternal.

ART. 36°. COMISION DE HACIENDA Y BENEFICENCIA.


Corresponderá la Comisión de Hacienda y Beneficencia, dictaminar en todo proyecto o proposición
vinculado al Tesoro de la Log∴ , y al Tesoro de Beneficencia la percepción e inversión de fondos,
pudiendo proponer planes económicos o financieros, destinados a mejorar los ingresos del Taller.

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