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ALDE Psico

PSICOPATOLOGÍAS DE LA VIDA COTIDIANA


(Sobre el olvido, los deslices en el habla, el trastocar las cosas confundido, la
superstición y el error)
Sigmund Freud

I. El olvido de los nombres propios


Este fenómeno de olvido temporario de nombres no sólo se produce un olvido, sino un
recuerdo falso. Acuden a la conciencia otros, aunque discernidos enseguida como
incorrectos, una y otra vez tornan a imponerse con gran tenacidad. El proceso destinado
a reproducir el nombre se ha desplazado. Tal desplazamiento no es dejado a libre
albedrío psíquico, sino que obedece a unas vías calculables y ajustadas a ley.
Para ciertos casos, agregamos u motivo a todos los factores admitidos de tiempo atrás,
capaces de producir un olvido; por otra parte aclaramos el mecanismo de recordar
fallido.
Las condiciones para el olvido de un nombre con recordar fallido:
a) Predisposición para su olvido.
b) Proceso de sofocación transcurrido poco antes.
c) Posibilidad de establecer asociación extrínseca entre el nombre en cuestión y el
elemento antes sofocado.
Para el devenir conciente del nombre sustitutivo parecen decisivos dos factores:
a) Empeño de la atención.
b) Condición interna propia del material psíquico.
Junto al olvido simple de nombres propios se presenta también un olvido que está
motivado por represión.

II. Olvido de palabras extranjeras


La predisposición a olvidar vocablos de una lengua extranjera preexiste para todas las
partes del discurso, y un primer grado de perturbación funcional se muestra en la
desigual medida con que disponemos del léxico extranjero según nuestro estado general
o nuestra fatiga.
Aun allí donde falta la emergencia de nombres sustitutivos incorrectos, esa formación
sustitutiva consistiría en el refuerzo de un elemento vecino del olvidado.
Entre el nombre reprimido y el tema del nombre olvidado no había otro vínculo que la
contigüidad en el tiempo.
Aquí la reproducción es perturbada desde el interior del tema mismo que se tocaba en la
cita, por elevarse inconscientemente una contradicción a la idea de deseo allí figurada:
ha expresado el deseo de tener descendencia.
Esta contradicción logra hacerse valer estableciendo una asociación extrínseca entre
uno de sus elementos de representación y un elemento del deseo objetado; y por cierto
que esta vez lo hace de una manera en extremo violenta, mediante un rodeo asociativo
de artificiosa apariencia. La contradicción proviene de fuentes reprimidas y parte de
unos pensamientos que provocarían un extrañamiento de la atención.
Este es un segundo mecanismo de olvido, la perturbación de un pensamiento por una
contradicción interna que proviene de lo reprimido.

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