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INTEGRAR PEDAGOGÍA, ANATOMÍA Y PSICOLOGÍA EN LA

FORMACIÓN ACTUAL DEL BAILARÍN/A

A medida que el campo educativo de la danza ha evolucionado se ha


planteado la necesidad de formar bailarines capaces mentalmente.
Artistas que puedan comunicar la profundidad de su ser y demostrar su
formación dancística tanto en el aula como en el escenario. Para formar
bailarines que cumplan las expectativas profesionales actuales y
posibilitar su crecimiento técnico, artístico y personal, es necesario tratar
dentro del aula a la persona en su integridad.
Para ello se requiere actuar desde la formación técnica, que enfatiza la
adquisición de capacidades físicas, y desde la educación, que se centra en
el desarrollo integral de la persona. La educación integral proporciona
numerosas herramientas a los alumnos para su crecimiento personal.
Como pedagogos de la danza, podemos y debemos dar a los futuros
bailarines profesionales cuatro herramientas muy importantes para el
desarrollo de su maestría física y artística:
- Comprensión conceptual de la técnica de la danza (anatómicamente)
- Desarrollo de la percepción
- Conocimiento y comprensión de cómo trabaja y responde tu propio
cuerpo
- Profundo auto-conocimiento
La comprensión conceptual de la técnica de la danza permite a los
bailarines fundamentar su formación técnica y progresar sobre la propia
estructura anatómica corporal considerando las diferencias y limitaciones
personales.
El trabajo profundo sobre la anatomía reduce el riesgo de lesiones y
optimiza la práctica de la danza, prolongando y mejorando la vida en
activo dentro del mundo de la danza.
Para el desarrollo de la técnica a través del conocimiento profundo de la
anatomía los bailarines también necesitan desarrollar su capacidad de
percepción, lo cual les permita discernir y diferenciar las sensaciones en
relación con el movimiento. Esta sensibilidad kinestésica hace que los
bailarines respondan con agudeza tanto a la información interna de sus
propios cuerpos como a la información externa de sus profesores.

Esto facilita refinar el control motriz mejorando la eficacia del


movimiento y la calidad expresiva. El conocimiento anatómico puede
servir como marco para las experiencias sensoriales.
Tanto la comprensión cognitiva como el desarrollo de la capacidad de
percepción habilitan a los alumnos a explorar su potencial ampliando el
conocimiento de sus propias limitaciones estructurales e idiosincrasia
física.
Mejor que enseñar a los alumnos a ajustarse a un ideal externo, debemos
enseñarlos a encontrar el camino individual óptimo para alcanzar la meta
estética deseada con el menor nivel de estrés físico posible. Deben ser
estimulados para auto-cuestionarse: “¿Cómo puedo conseguir este
resultado con mi propio cuerpo, de la mejor manera?” Este enfoque
personalizado para una práctica dancística saludable debe apoyarse el
conocimiento del trabajo específico para obtener fuerza, flexibilidad y
resistencia, pero siempre adaptado a cada persona.
El enfoque pedagógico centrado en el alumno/a impulsa el conocimiento
conceptual, el desarrollo profundo de la percepción y el aprendizaje de
soluciones individualizadas. Este pretende que los alumnos sean
bailarines reflexivos que asuman la responsabilidad de su propio
progreso y desarrollo.
Además de enseñar a los bailarines a valorar y confiar en su propia
percepción y experiencia, una educación centrada en alumno/a también
cultiva el auto-conocimiento profundo, la búsqueda interior y la
autoestima. Estas cualidades permiten a los artistas colaborar
creativamente, ya sea como participantes de una creación coreográfica o
como creadores de una obra artística propia.

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