Pixeles y fragmentos.
1
Doctor en Artes Visuales y Educación. Universidad de Barcelona.
La realidad construida y simulada
Si la realidad como tal no existe si no mediada por acuerdos entre sujetos, igual
sucede con la imagen creada. Digo creada porque desde un punto de vista de procesos
creativos, cada imagen obedece a una intención, a un registro, a la recreación de un
hecho, al registro fortuito de un evento etc. Así entonces, la imagen digital de esas
características (realizada y procesada), desde el primer contacto con el espectador y con
la luz pública, busca ser un medio para comunicar una realidad o una ficción. No
obstante cuando los niveles de iconicidad respecto al mundo circundante son rebasados,
la imagen inicia un camino impredecible. Es en este momento cuando el usuario, que
conoce la naturaleza de esta falacia, la acepta como parte de un juego de credibilidad y
duda. Nada ni nadie puede predecir la cadena de reacciones y efectos que esto generará.
Sabemos que lo que vemos no guarda relación con la realidad a la que estamos
habituados, pero la asumimos porque su poder nos puede sublimar a mundos
insospechados de incalculables repercusiones. ¿Cuánto de este juego de aceptación del
simulacro puede marcar y definir nuestras percepciones? Recuerdo la campaña política
de las elecciones para la alcaldía de Barcelona. Los trabajos de propaganda visual
cubrieron La Rambla y la avenida Diagonal por incontables meses. La información vial
expresada en carteles, vallas, gigantografías etc., presentaba a los políticos irradiando
juventud, optimismo y sonrisas eternas. Los feos aparecían bellos, los gordos como
delgados, los bajos como altos. En fin la lista de los simulados era extensa. Líderes y
prosélitos, jugaron al engaño consciente, cuyo fin último era posicionarse en el
inconsciente del colectivo que recordaría aquellos rasgos asociados a promesas
electorales de progreso, bienestar material, desarrollo, modernidad etc. Así como en este
caso la imagen se yergue como un elemento capaz de movilizar, encantar, atravesando
las capas sociales en todas direcciones, incluso transversalmente a nivel los
comportamientos sociales. Si la imagen intervenida puede, con un discurso propio
llegar a ser un pálido reflejo del original, hay culturas e individuos que al no estar
atentos al equilibrio de sus procesos de alfabetización visual, pueden también llegar a
diluir identidades culturales, costumbres, cosmovisiones, puntos de vista y valores hasta
transformarse en lo que no son, incluso llegar a mezclar sus redes de intercomunicación
y proyección social con otras hasta devenir en estructuras caóticas sin sentido ni
posicionamiento cultural verdadero.
La imagen digital es un referente de gran poder porque es posible de transformar
para decir aquello que, de otra manera, no podría decirse. No se trata de que estas
imágenes cuestionen o interpelen con sus miradas sin tiempo. Se trata más bien de
entender como estos complejos icónicos pueden constituirse en referentes de gran poder
de atracción por sobre otras manifestaciones de la cultura visual. Reconocerse no
alfabetizado es un primer paso para iniciar un proceso de reflexión y estarlo es otro paso
para enriquecer las percepciones del mundo. La construcción de realidades mediadas
puede solapar un relativismo en el que no quepa más verdad que aquella que se decida
construir, modificar, retocar, intercambiar. Algo así como el reflejo negativo de un
espejo, que en vez de ofrecer una imagen entrega el vacío oscuro de lo incontrolable y
lo desconocido.
La imagen digital no es la cuestión, sino el uso que de ella pueda hacerse como
instrumento "alterable". No es mi propósito criminalizar el trabajo con imágenes ni que
la creación y la recreación digital sea una práctica comunicacional nociva, perniciosa o
prohibida. Por el contrario, lo que se pretende es reflexionar acerca de como los
resultados de estas prácticas pueden afectar al colectivo positiva o negativamente en sus
procesos de educación y construcción del entramado social. La intención de esta
reflexión es preguntarse por la capacidad que tienen los individuos para discriminar
correctamente el poder singular de la imagen digital, susceptible de inducir al goce
como al engaño. Se pretende iniciar una reflexión informada respecto de como se
entiende este fenómeno para no caer en actos de manipulación, que puedan redundar en
estados complacientes y gozosos, incapaces de contribuir a un posicionamiento crítico.
Tragar y engullir todo lo que se ve, sin pensar en la redes de articulaciones sobre la que
se sustenta, puede ser pernicioso.
Lecturas multidimensionales.
Referencias Bibliográficas