ZINGG, Robert M. Los Huicholes. Una tribu de Artistas. Ed. Instituto Nacional Indigenista,
México, D.F., 1982, Serie Clásicos de la Antropología No.12, Tomo II, pp. 516-544.
B. RESUMEN SOBRE LA RELIGIÓN HUICHOL.
El rasgo más esencialmente huichol y que mejor permite distinguir a los huicholes
de los otros indios, es el condicionamiento social que inculca a cada individuo de la
tribu una herencia cultural común, un conjunto de definidas representaciones
colectivas diferentes de las de cualquier otro grupo. Luego de haber convivido un
año con la tribu, pude comprobar que este condicionamiento existe con asombrosa
uniformidad en la mente y comportamiento de cada miembro adulto de la tribu y que,
como tal, ofrece un reino de realidad tan positiva y concreta como la de los reinos
físico, químico y biológico. Es este reino de datos el más apto para ser estudiado por
la psicología social.
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La religión huichol no es típicamente durkheimiana en el sentido de que se rinde culto a la organización social
misma. Pero en su esencia, no se puede discutir elementos de su medio natural (más bien que social) que son de
importancia vital para la existencia huichol.
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Aunque Durkheim no supo apreciarla, la contribución Lévy – Bruhl consistió en
traducir la sociología de Durkheim a la psicología social, es decir, el principio
durkheimiano de lo sagrado pasó a ser, en la obra de Lévy – Bruhl, el concepto de la
participación mística.
En la actividad tecnológica de esta tribu, como en cualquier otra parte del mundo,
existe una rígida confirmación pragmática que impone la logicidad. Es indudable que
las semillas sembradas en las copas de los árboles no brotarán. En el
comportamiento social y religiosos no funciona este tipo de sanción o ratificación, tan
rígidamente como en el caso anterior. Aunque, por supuesto, incluso con los
primitivos, la participación social no es totalmente mística, no obstante, entre los
tarahumaras y los huicholes, ningún grupo mayor que la familia se reúne sin apelar a
las justificaciones místicas de la ceremonia, el rezo o el mito. En mi opinión, es muy
dudoso que, ni siquiera en el polo civilizado, le resulte posible al hombre participar en
grandes grupos sociales sin apelar a los sagrado y lo místico. Aunque existe una
diferencia real y cualitativa entre lo místico y lo lógico, los hombres primitivos y los
civilizados se distinguen a este respecto sólo cuantitativamente. Sin embargo, esta
diferencia es notable, a menos que, como Voltaire le dijo a Rosseau hace ya mucho
tiempo, prefiramos una humanidad en cuatro patas.
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naturaleza que él cree tener. Esta es una de las ideas más fantásticas, aunque
encantadora, que jamás haya sido creada por el espíritu humano.
La religión huichol es un sistema asombrosamente complicado de creencias y
prácticas interrelacionadas. Domina el pensamiento y la conducta del huichol adulto.
Con una sola excepción (véase T.I, p. 85 sigs.), todos los huicholes realizan la
abrumadora ronda de ceremonias que los obliga a trabajar en su religión más que en
su tecnología secular. En un medio exuberante, tropical, las actividades de sostén de
la vida ocupan tan sólo algunas semanas del año y nunca están del todo libres de los
contextos religiosos correspondientes. Igual que los polinesios en un medio natural
más rico aún, los huicholes no tienen que luchar con la naturaleza, por lo tanto, han
construido una estructura fantástica de errores y tonterías con la cual poder luchar.
Parece que es universal este talento humano para crear problemas imaginarios
cuando éstos no existen en la realidad.
Los dioses huicholes son algo más que la personificación que ya hemos visto
atribuida a las almas de los huicholes muertos. Los dioses están imbuidos de
divinidad, que es un potencial superior de aquel principio religioso (totémico) que se
atribuye a todo los símbolos colectivos, es decir, los símbolos de la solidaridad
social. Las banderas y demás parafernalia social, sea la churinga del compañero o
prójimo negro australiano, los bastones de los funcionarios huicholes, o el trono de
un imperio y la maza de un cuerpo legislativo, son símbolos colectivos impregnados
de este principio totémico. Dichos símbolos son una representación concreta de la
solidaridad de que el grupo participa. Pero hay otros símbolos de solidaridad
colectiva imbuidos de un potencial mayor y que se personifica en tótemes y dioses.
Estos están abiertos a una participación que aunque mística es más personal y
directa. Es posible entrar en esta participación mística con ellos mediante la oración
o rezo, la ofrenda y el sacrificio.
Los dioses huicholes “Abuela Crecimiento” y “Padre Sol” no tienen más existencia
que la de los fenómenos físicos del crecimiento y el sol, salvo en la mente huichol,
que personifica a estos fenómenos naturales con atributos humanos. Por medio de la
mitología y la ceremonia huicholes, fenómenos naturales tales como el crecimiento y
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el sol son elevados a conceptos religioso – filosóficos. De manera similar, mediante
la mitología, el medio cultural y social es reducido a la compresión y control
huicholes... pero se trata de una comprensión y un control que están a distancia de
polos de la ciencia y el pensamiento lógico. Es una comprensión y control a nivel
místico.
Los huicholes habitan una región que, la mitad del año, es tan seca como un
desierto; pero que, con la llegada de las lluvias súbitamente se transforma, del árido
desierto en la temporada de sequía, es un habitat húmedo y exuberante. Esta súbita
transformación climática es un rasgo del ambiente natural, que los huicholes
traducen a los diferentes medios expresivos de su esfera cultural.
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grupos y entre los individuos, pero que está basada en las diferencias normales que
existen entre ambos sexos.
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mitología, la estructura del argumento es presentada sobre el fondo de la contienda
entre el dios Sol y las grandes deidades del mar, es decir, las diosas de la lluvia.
Ambos son símbolos colectivos de la sucesión de las estaciones seca y húmeda.
Dentro de esta estructura se incluyen los argumentos secundarios y las
caracterizaciones de los numerosos dioses.
Ahora pasamos del reino del drama, la danza, la música, y la literatura a las artes
plásticas de los huicholes para descubrir cómo se expresa en ese medio el motivo o
tema de la sucesión de las temporadas seca y lluviosa. Los penachos de shamán
llevan plumas de águila o halcón, aves pertenecientes al dios-Sol. Las flechas de
oración, además de éstas plumas, presentan diseños pintados del sol. Otras
ofrendas de oración, las vasijas votivas, el nealíka, el teapáli, y el náma tienen
diseños realistas del águila que representa al Sol y del Sol mismo, o de la serpiente
acuática que es el símbolo favorito para las dioses de la lluvia. En una vasija
perteneciente a la colección de Lumholtz, y en un diseño de mi colección, la lucha
aparece más adecuadamente expresada en la representación del águila devorando
a la serpiente, diseño que a través de una versión azteca pasó a ser el escudo de
armas de México. Entre los huicholes, este símbolo colectivo representa el triunfo del
ave del Sol sobre la serpiente acuática, que es la representación por excelencia del
agua y de las deidades de la lluvia. De esta manera, en un trabajo de incrustación de
cuentas, los huicholes representan la contienda entre las temporadas húmeda y
seca.
Puesto que el arte decorativo huichol es, en gran medida secular, en él el factor
individual es más importante que en el arte simbólico. No todos conocen
perfectamente el nombre o significado de cada forma como sucede con el arte
simbólico. Pero en el arte decorativo, los diseños están estereotipados y estilizados,
y han variado muy poco en los cuarenta años que han transcurrido desde que
Lumholtz visitara la tribu. Así pues, el virtuosismo del artista individual no parece ser
un factor de importancia en el arte huichol. Ni siquiera el arte decorativo está
completamente secularizado. Todavía aparecen en él el venado, la serpiente, el
colibrí, etc., todos ellos con algo de su contexto mitológico. En esos contextos, los
diseños sobre prendas comunes de vestir, tienen considerable valor mágico; por
ejemplo, las cintas con dibujos de alacranes, alivian los efectos de la picadura de
este arácnido, etcétera. Una cinta nativa, tejida, usada sobre la cabeza, es buena
para los jaquecas, etc. en la mitología, figuran numerosas referencias al poder
mágico del hermoso traje huichol, y los dioses realizan sus mayores milagros cuando
lo llevan puesto. Para concluir con el tema del arte huichol, insistimos en recalcar
que dicho arte se encuentra en el polo de la participación mística, lo que determina
su primitivismo, mientras que el arte civilizado se halla en el extremo de la
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secularización y la individualización, por lo que en él es muy importante el factor del
virtuosismo individual.
Al tratar de interpretar la religión huichol, creo haber descubierto que los datos se
adaptan más significativamente a la teoría de lo sagrado que a la de lo sobrenatural,
pues la primera incluye al elemento sobrenatural y lo trasciende, al interpretar las
motivaciones y funciones sociológicas de la religión.
En las culturas sumamente individualizadas, como por ejemplo, las de los indios
Plains, es indudable que el individuo adquiere poder místico del espíritu guardián
que se le presenta en sueños durante su auto – mortificación. Pero la concomitante
tradición sagrada del mito, los cantos y la danza, etc., no es otra cosa que leves
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variantes individuales de esquemas tribales, adquiridos mediante los procesos
comunes del condicionamiento social los cuales alcanzan un clímax dramático
debido a la auto – tortura. Así pues, incluso en las culturas muy individualizadas,
como por ejemplo la de los indios Plains, la religión se presenta como un producto
social que no es posible reducir totalmente al mecanismo psico – físico del individuo.
En rigor, la religión es acaso el reino más alejado de lo biológico, ya que la creencia,
sea en lo sagrado o en lo sobrenatural, parece ser una de las cosas de las que más
visiblemente carecen los animales.
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por resultado numerosos contextos religiosos para el contacto y control del agua, tan
vital para los cultivos y la vida en un medio semi – árido. La calabaza presenta
algunas curiosas asociaciones con el sexo. Las participaciones del maíz con el ciclo
de la temporada húmeda le dan la forma de pequeños niños.
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sagrado, cuando no pueden lograrlo por medio de la lógica o la tecnología. Los
procedimientos religiosos de que disponen los huicholes para conseguir esos fines
son los peregrinajes, sobre todo el del peyote, que es nuevamente dramatizado en la
sagrada cacería del venado. Otras técnicas incluyen sacrificios de otros animales,
aparte del venado, acompañados de ofrendas de la sangre; otros tipos de ofrendas;
métodos de purificación que sirven para quitar el estado o condición sagrada
negativa de impureza o suciedad ritual; y otros métodos para adquirir el estado
positivo de lo sagrado mediante el bautismo, los baños ceremoniales y los votos
religiosos. Otros procedimientos son la confesión; las penitencias consisten en
abstención de la sal, la carne, el queso, el agua y las relaciones sexuales. Los dioses
también pueden ser servidos con otros procedimientos místicos, como hacer guardia
ante a los altares y, posiblemente mediante el juego de pelota ceremonial.
Por lo tanto, la religión huichol se revela como bastante fértil y rica en métodos de
hacer cosas con lo sagrado. Así como las concepciones nativas del reino sagrado le
dan al individuo la satisfacción de una explicación mística, así también los
procedimientos místicos le proporcionan la satisfacción más grande, de hacer algo
respecto de ese reino. Ambos tratamientos de lo sagrado incluyen la participación
mística.
Parece ser uno de los engaños o ilusiones más generales de la mente humana, el
suponer que el individuo hace algp con todo aquello en lo que participa. Por ejemplo,
no sabríamos cómo explicar la integración de los grandes estados, si no
aceptáramos que la participación socio – política en grandes grupos genera una
participación mística, que es la que hace que un buen ciudadano de nuestra época
tenga mucho en común con el buen cristiano de otros tiempos. Incluso la
participación socio – política tiene algo de mística, en el hecho de la ciega fe que
mueve al individuo a reemplazar la inmediata lógica de la situación y sus intereses
personales, por ideas vagas acerca de un orden mejor para el futuro.
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temporada húmeda. Las deidades de la estación seca son masculinas y aunque de
ellas deriva la inspiración de los shamanes cantores y curanderos, son dioses
destructivos y peligrosos. Ellos establecieron todas las ceremonias que deben
realizarse en la temporada seca, es decir, las correspondientes al segmento peyote
del ciclo venado – maíz – peyote. Aparte de ser femeninas, las deidades de la
temporada húmeda son madres caritativas, si es que no demasiado indulgentes. Se
relacionan con el agua, la lluvia, las serpientes acuáticas y todo aquello que tenga
que ver con el agua, el crecimiento; la fertilidad y la multiplicación de plantas,
animales y niños.
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debe ser manipulado con sumo cuidado, pues si el Bisabuelo Cola-de-Venado se
encoleriza, es capaz de consumir con sus llamas todo lo que esté a su alcance.
Welíka uimáli, la madre-Águila que gobierna la sexta región del mundo, el cielo,
es la única deidad femenina de la temporada seca. Y es también la única asociada
con el padre Sol, pues los indios la ven girar en el dominio del astro. Así pues el
“águila real” y todas las demás águilas y halcones, son aves del padre-Sol, igual que
los loros que con su clamoreo lo obligan a elevarse. La madre-Águila gobierna el
país huichol de los muertos que está situado en el cielo. En el diseño artístico formal
se la identifica con el águila bicéfala de los Hapsburgos.
Los dioses menores de la temporada seca son los que acompañan al dios Fuego
en el primer viaje del peyote, que debió emprenderse para que el sol pudiera brillar.
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diosas de la temporada húmeda. Así como el agua apaga al fuego y las nubes de
lluvia tapan el sol, los huicholes conciben a la naturaleza como una lucha
delicadamente balanceada entre los elementos húmedos y los secos. Los huicholes
creen que mediante la oración, la ofrenda y la ceremonia, ellos inclinan la balanza a
favor de los unos y los otros, según la época del año y que, de este modo, participan
de la alternancia de las estaciones, tan necesaria para su felicidad, salud y
prosperidad. La lucha es entre lo húmedo y lo seco, el crecimiento y el agostamiento,
la multiplicación y la destrucción, el elemento femenino y el masculino. Para esta
lucha, el padre-Sol cuenta con el mágico cuerno de venado, un falo muy eficaz,
usado por kauymáli para limar los dientes de la vagina de las mujeres gracias a lo
cual el padre-Sol pudo iniciar una nueva raza. Los genitales femeninos son
representados de una manera menos definida, en el ciclo de la temporada húmeda,
en conexión con el agua, el crecimiento, la fertilidad y la procreación o multiplicación.
Este antagonismo ritual de los sexos no tiene una expresión formal en la vida social
huichol, ni tampoco existe un gran antagonismo sexual informal.
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El elemento argumental de las batallas de estrellas es particularmente prominente en las mitologías cora y
azteca, pero mucho menos importante en la huichol.
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correspondientes diosas nacieron, igual que todas las demás deidades, en el mar en
forma de serpientes acuáticas.3
Tate iolianáka, la madre-Tierra, tiene que ver con las plantas, los animales y los
seres humanos. Como diosa de la tierra, es particularmente adecuado que esté a
cargo de la arcilla, la alfarería y la tortera de barro, el comal. Lógicamente se le rinde
culto en la ceremonia de preparación del suelo para la siembra. Se considera que la
cavidad sagrada en la que se le colocan ofrendas, es su cántaro de agua y que el
disco de dios que la cubre es la tapadera de su jícara de agua, según una asociación
con la alfarería que resulta muy apropiada para una diosa de la tierra.
Uno de esos detalles o toques tan oportunos que aproximan la mitología huichol
a la categoría de creación artística, presenta un aspecto menos burdo de la diosa del
amor. Es la madre de la diosa huichol del nacimiento del niño y de la nueva vida,
stuluwiákame. El mito continúa relatando, en forma simbólica, la lucha de la madre
cuando su niña cae en las manos de la figura de la muerte, el vampiro tukákame. La
lucha entre el amor, el nacimiento y la vida y la muerte, ha sido tema de infinita
cantidad de expresiones artísticas. En crudo simbolismo y personificación, dicho
tema es tratado por la literatura huichol.
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Sorprende la frecuencia de la asociación primitiva entre la feminidad y las serpientes, que ninguna teoría
histórica puede explicar.
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La joven o niña-Maíz, que se casó con un mortal, es representada, en las ceremonias huicholes, como un
muñeco rellenado con perfolla de maíz y vestido con el traje femenino huichol.
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debe sorprender que también abarque cosas tan vitales como lo son el nacimiento
del niño, su salud y la procreación o multiplicación de los animales, aunque todos
ellos corresponden al ciclo de la estación húmeda. Mediante un sencillo pero definido
recurso, se establece la relación entre la temporada seca y la húmeda, a los fines de
lo anterior. La diosa, de temporada húmeda, del nacimiento del niño, es a su vez la
madre del venado, el Peyote (por ende de todo peyote), cuyo progenitor es el padre-
Sol.
Pálikata, “Hermano Mayor”, es uno de los pocos hombres que aceptan las diosas
de la temporada húmeda, para fines procreativos o para otros propósitos, igual que
lo hacían las Amazonas. Está casado con keamukáme, la diosa que estableció las
ceremonias del maíz. En contraste con las deidades masculinas de la temporada
seca, que son destructivas y peligrosas, pálikata es tan caritativo, amable y cariñoso
como las madres de la estación húmeda. Es el “Hermano Mayor” de los huicholes,
parentesco que conquistó por haber salvado al primer niño varón huichol, que sus
padres abandonaron por estar enfermo. Pálikata transforma a este varoncito mortal
en una deidad femenina, quitándole al niño el arco y la flecha de juguete con el que
el chico se entretenía. Se convirtió en na´aliwáemi, una importante diosa de la nube y
la lluvia.
Kacíwali, una diosa del maíz y el agua, es presentada en la mitología como una
artista, tan diestra como la anterior, en las transformaciones súbitas. Puede
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transformarse en maíz, agua o en un jaguar, el animal de temporada húmeda creado
por nakawé. El mito de esta diosa revela que el castigo por no dar de comer y beber
a los invitados a una ceremonia, es muy grave. Según puede observar, los huicholes
respetan esta costumbre sin hacer jamás una excepción.
Komatéame es, o bien el marido de otuanáka o bien, co-madre, con ella, de los
niños-maíz. El sexo femenino de esta figura es confirmado por el hecho de que fue la
primera comadrona y fundó las ceremonias apropiadas para el nacimiento. Supervisó
el primer lavado ritual de la madre y el primer niño huichol, luego de haber hecho los
tamales requeridos, unos de ellos con la forma de una cabeza humana, que son tan
sagrados que sólo la abuela del niño puede comerlos. Komatéame, la primera
comadrona, mostró el camino a la cueva de la Abuela Crecimiento, donde el niño
sería bautizado con el agua sagrada. La Abuela Crecimiento salió al encuentro del
grupo y fue komatéame quien le lanzó una pelota de lana (representada como parte
del equipo del ídolo de nakawé), que golpeó a la diosa Crecimiento en el hueso de la
cadera. Las dos diosas jugaron con esa pelota para probar si el niño viviría y
finalmente lo sostuvieron en sus brazos, sentado sobre la bola de lana. Era un
augurio de que el niño viviría y llegaría a adulto.
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través del mito y la práctica religiosa, los huicholes ponen gran parte de su mundo
conocido bajo su místico contacto e imaginario control. Como recurso para ejercitar
los sentimientos religiosos, esto resulta singularmente eficaz, pues los huicholes
viven en una verdadera Tierra Santa.
Hay otros rasgos geográficos que se asocian con los venados, razas míticas,
batallas épicas de los primeros tiempos, etcétera. Los santuarios del venado son
particularmente importantes en la práctica huichol. Están señalados por pequeños
montículos de calcedonia y ofrendas que depositan en esos lugares los cazadores,
cuando los venados no caen rápidamente en sus trampas de lazo corredizo.
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Puesto que los huicholes vinculan al alma con el aliento y el aire, también la
relacionan con los remolinos de viento por los que sienten un temor realmente
exagerado. Como los indios observan que estos remolinos levantan hojas y basuras
hacia el cielo, la región donde según ellos viven sus muertos, temen que los
remolinos de viento les absorban el aliento (alma) del cuerpo. De acuerdo con la
mitología, precisamente fue esto lo que le sucedió a la niña-eáwali. Por ello es que
jamás los huicholes se ponen de cara a un remolino de viento, sino que huyen
espantados como si los persiguiera el propio diablo. Los remolinos de viento son
personificados por varios demonios: haikúli, haiwkame y hortimán. Los remolinos de
viento pueden causar una muerte horrible. En la mitología, castigaron a los brujos
apoderándose de ellos y colgándolos luego cabeza abajo en un horno de tierra,
hasta que se asaron completamente.
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etapa del elote, más lluvia lo perjudicaría. Por consiguiente, en la ceremonia de los
primeros frutos, se utiliza el tambor, elemento que pertenece al peyote, o sea a la
temporada seca y además las mujeres y los niños se pintan la cara con los dibujos
del peyote, porque, como fue gracias a la primera cacería del venado-peyote que el
sol pudo brillar por primera vez, esos elementos –tambor y pintura- le ayudan a
ganar la batalla contra las nubes; así el mundo empieza a secarse y las mazorcas de
maíz se vuelven sólidas y cargadas de granos.
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La incorporación del tiempo y el espacio a la esfera social se observa como un fenómeno casi universal, en las
creencias de un vida después de la muerte.
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