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4. Hay además infinidad de cristia- dad oficial del progresismo ambiental.
nos “sociológicos” que lo son más por Lo cual no es bueno en absoluto. Por lo
inercia que por auténtica opción y con- general, estos últimos grupos coinciden
vicción creyente, que se suelen limitar a con otros varios en los que a veces se
un cumplimiento más bien externo y apoyan, y que son los verdaderos testi-
que, en situaciones difíciles de conflic- gos del cristianismo del siglo XX y
to o de prueba, buscarán más bien sor- XXI. En ellos ha habido figuras eximias
tear la dificultad que sentirse llamados tanto a nivel de magisterio teológico co-
a la generosidad. mo de compromiso cristiano (el cual ha
5. Simétricos de éstos, aunque dis- llevado incluso a martirios conocidos, y
tintos y más sinceros, aparecen infini- menos conocidos, vividos muchas ve-
dad de “cristianos en crisis”, que suelen ces en una dolorosa soledad y desam-
decir que ya no saben si creen o no. Se paro institucional).
mueven a veces por impresiones afecti- Esta panorámica es, sin duda, dema-
vas pero, sobre todo, soportan solos la siado rápida. También es frecuente que
enorme dificultad de ser creyentes en los individuos concretos no reproduzcan
medio de una sociedad más bien hostil exactamente el retrato de un solo grupo
o alejada. A éstos, “el traje de la fe” con sino que manifiesten rasgos entrelaza-
el que fueron catequizados, se les ha dos de varios de ellos. Pero, como visión
quedado como el traje “de primera co- global, puede servir para enmarcar la cri-
munión”: no pueden ponérselo ya, pero sis que vamos a intentar describir en es-
no tienen otra prenda religiosa con que te Cuaderno.
vestirse.
6. Hay también grupos heterogéne-
Sabiduría, conflicto y tentación:
os de cristianos profundamente descon-
dos ejemplos bíblicos
tentos con la institución eclesial.
Debemos decir –aunque escandalice– Cerraremos esta introducción acla-
que quizá es entre ellos donde se dan las rando que la crisis no se identifica con
mayores vetas de calidad cristiana. En los conflictos. La conflictividad perte-
unos casos sobrevive su fe porque, a ra- nece inevitablemente a la existencia
íz del Vaticano II, se produjo en ellos un eclesial, como a toda la existencia hu-
encuentro personal con Jesucristo, que mana. Y la unidad o la comunión ecle-
ha orientado y sostenido sus vidas y los sial no consisten en la uniformidad y au-
mantiene en pie a pesar de la soledad sencia de conflictos, sino en el amor que
eclesial en que viven la fe. En otros ca- tiende puentes de cordialidad y de res-
sos, ese descontento ha llevado a una peto entre ellos.
asunción acrítica de todos los valores y Desde sus inicios, la historia de la
desvalores de la Modernidad social, co- Iglesia nos habla de una comunidad de
mo si fuese ésta el verdadero sujeto de judeocristianos asentada en Jerusalén en
la verdad revelada. A estos últimos les torno a Santiago, el hermano del Señor,
cuesta mucho menos desautorizar una a la que costó mucho superar el judaís-
verdad oficial de la Iglesia que una ver- mo y que puso infinitas dificultades a
6
otras formas de concebir el cristianismo cil (cf. Ex 17, 1-7; Deut. 6,16; salmo
más abiertas (la de Pedro y Antioquía, o 95,8).
la más radical de Pablo). Pero fueron és- Ciñéndonos al caso español, para
tas y no aquella, las iglesias que con- cualquier observador ajeno resultaría
servaron, inculturaron y transmitieron casi evidente que la actual crisis del ca-
el cristianismo. Esta tipificación podría tolicismo en España y la hostilidad que
seguirse, con mil revueltas, a lo largo de despierta cuanto huele a cristiano, no
toda la historia de la Iglesia. Pero ahora son obra de un gobierno malvado naci-
debe bastarnos este apunte rápido. En do por generación espontánea, sino co-
un contexto así, la Iglesia debería tener secha de un largo pecado de nuestra je-
la sabiduría de Gamaliel cuando, ante la rarquía durante la época de la dictadura
obsesión de las cúpulas judías por aca- y antes de ella. Otra cosa será el que, da-
bar con el cristianismo naciente, les re- da la dinámica degenerativa que tiene
comendaba aguardar ese juicio de la todo lo humano, esa reacción de los de
historia (o de Dios en ella desde una lec- fuera no siempre haya sido modélica.
tura creyente) que tantas veces deja mo- Creemos que estos dos ejemplos
rir lo que es estéril pero impide que explican la actitud desde la que re-
muera lo que es fecundo, aunque se le dactamos esta reflexión, cuya estruc-
persiga (cf. Hch 5,34 ss.). tura será la siguiente: en 1832 C.
En segundo lugar, la Iglesia debería Rosmini publicó Las cinco llagas de
saber que la tentación pertenece a la la Iglesia5, que poco después sería
elección y a la llamada de Dios la cual, puesto por Pío IX en el índice de li-
de inmediato, parece conducirnos a las bros prohibidos. Por una de esas para-
dificultades del desierto. También la dojas que se dan en la historia de la
Iglesia puede caer en la tentación de Iglesia, el autor de esa obra va a ser
Massá y Meribá, irritando a Dios por su beatificado ahora. Y siguiendo su títu-
falta de fe, como el pueblo escogido lo quisiéramos hablar nosotros de las
cuando, tras la salida del Egipto pre- que nos parecen ser la “cinco llagas”
conciliar, no se ha encontrado con la tie- de la Iglesia de hoy. Ese será nuestro
rra prometida sino con un camino difí- próximo capítulo.
No podemos decir con mucha verdad que ya hicimos la opción por los pobres. En primer
lugar porque no participamos la pobreza por ellos experimentada en nuestras vidas. Y en
segundo lugar porque no obramos frente a la riqueza de la iniquidad con aquella libertad
y firmeza empleadas por el Señor. La opción por los pobres, que no excluirá nunca la per-
sona de los ricos..., sí excluye el modo de vida de los ricos, insulto a la miseria de los po-
bres, y su sistema de acumulación y privilegio que necesariamente despoja y margina a la
inmensa mayoría de la familia humana.
La situación actual de nuestro mun- mado una dimensión mundial. (Pablo VI,
do, en lo referente a la presencia de Populorum progressio, 6 y 3).
grandes masas miserables o famélicas y Cerca de tres mil millones de hom-
de unas cuantas fortunas desorbitadas, bres ven negada de manera radical esa
lejos de ser un accidente natural es ra- aspiración elemental, mientras unos
dicalmente contraria a la voluntad de cuantos cientos de miles han elevado
Dios, tal como reconoce la enseñanza de sus niveles de riqueza y de poder eco-
la misma Iglesia. nómico a límites inimaginables. No pa-
Verse libres de la miseria, hallar con más rece que ante ese que quizá es el drama
seguridad la propia subsistencia, la sa- mayor de la humanidad –cuantitativa y
lud, una ocupación estable; participar to- cualitativamente– pueda la Iglesia de-
davía más en las responsabilidades fue- cir que ha cumplido aquella afirmación
ra de toda opresión y al abrigo de del Vaticano II: “nada hay verdadera-
situaciones que ofenden su dignidad de mente humano que no encuentre eco en
hombres... tal es la aspiración de los su corazón” (GS 1). Esta constatación
hombres de hoy, mientras un gran nú- resulta más dura porque, como procla-
mero de ellos se ven condenados a vivir mó Juan Pablo II, la causa de los pobres
en condiciones que hacen ilusorio ese “la considera la Iglesia como su misión,
legítimo deseo... El hecho más impor- su servicio, como verificación de su fi-
tante del que todos deben tomar con- delidad a Cristo” (Laborem Exercens,
ciencia es que la cuestión social ha to- n. 8).
9
Huelga decir que esa proclamación institución que se reclama del Dios bí-
es muy coherente con la revelación cris- blico no es, en modo alguno, una
tiana porque, según ésta, Dios escucha “Iglesia de los pobres” (Juan XXIII).
ese clamor de los pobres y de las vícti- Les ofrecemos una benevolencia pater-
mas de toda opresión (St 5,5), y respon- nalista, pero no logramos expresar esa
de a él constituyendo a pobres, ham- preferencia radical hacia ellos que sería
brientos, sufrientes y perseguidos en sacramento del amor de Dios. Más bien
preferidos suyos (Lc 6,20-26). El evan- damos la sensación de reaccionar ante
gelio los considera “propietarios” del las víctimas como todo el mundo: con
proyecto de Dios sobre la historia, al una clara tibieza que busca más tran-
que la Biblia llama “Reinado de Dios” quilizar la propia conciencia y que los
(expresión que no alude a un ejercicio excluidos no nos molesten demasiado.
de poder impositivo sino a la liberación Ante esta situación resuenan las pala-
de todos los demás poderes o esclavitu- bras de san Vicente de Paul: no se pue-
des que impiden la libertad del hom- de amar a Dios sin amar incondicional-
bre). mente aquello que Él más ama...
Dios es, por eso, un “Dios de los po- Dicho de manera un poco brutal, da-
bres”: el canto de la identidad cristiana mos más la impresión de ser una iglesia
lo celebra como aquel que “derriba del de los ricos que una iglesia de los po-
trono a los poderosos y enaltece a los bres. Nunca se escuchan, en los respon-
humildes; colma de bienes a los ham- sables de la Iglesia, palabras que tra-
brientos y despide vacíos a los ricos”, y duzcan la dura advertencia del Nuevo
que obra así “acordándose de su miseri- Testamento: “¿no son los ricos los que
cordia” (Lc 1, 54). Precisamente por blasfeman vuestro hermoso nombre?”
eso, los evangelios enseñan que el jui- (St 5,7). Más bien parece que la institu-
cio de Dios sobre nuestro mundo no se ción eclesial espere su salvación de los
juega en el hecho de que hayamos dado ricos y no del Señor.
a sus enviados plataformas para actuar, Una prueba de lo dicho la tenemos
o los hayamos sentado a nuestra mesa en el contraste doloroso que última-
(Lc 13,26), sino en el hecho de que se mente hemos presenciado demasiadas
Le diera de comer cuando tuvo hambre, veces: por un lado no faltan en la co-
se Le vistiera cuando estaba desnudo o munidad eclesial personas, grupos o
se Le visitara cuando estaba preso, in- instituciones que optan decididamente
cluso aunque esas conductas no se refi- por los pobres y las víctimas de la his-
rieran expresamente a Dios (Mt 25, toria. Por el otro lado, esas gentes en-
31ss). Se comprende por qué Juan Pablo cuentran con demasiada frecuencia gran
II situó en la fidelidad a las víctimas de cantidad de dificultades, de rechazos y
la historia, el criterio de fidelidad de la hasta persecución, por parte de los res-
Iglesia a Jesucristo. ponsables de la comunidad eclesial.
Pero si aplicamos este criterio a la No hay por qué negar que, en ese ti-
institución eclesial de nuestros días, de- po de opciones radicales hacia los po-
bemos concluir dolorosamente que esa bres, se puedan producir desequilibrios,
10
imperfecciones o hasta conductas ses- cambio de rumbo radical en este pun-
gadas. Y más cuando (como es lo ordi- to. Pues en tiempos pasados la pobre-
nario), se llevan a cabo en condiciones za era muchas veces efecto de insufi-
de una soledad heroica. Pero reconoci- ciencias históricas. Pero en nuestros
do eso, sigue resultando escandaloso días, tras el despliegue del crecimiento
que la Iglesia no sepa reaccionar ante económico de los dos últimos siglos, la
ellas siguiendo el consejo evangélico existencia de la pobreza constituye un
de “no quebrar la caña cascada ni apa- escándalo sin precedentes que es, ade-
gar la mecha humeante” (Mt 12,20), si- más, fuente de continuas tentaciones
no tratando más bien de silenciarlos o de violencia. La Iglesia todavía no ha
desautorizarlos por completo. sabido discernir este signo de los tiem-
Para ello se esgrimen argumentos pos que es la llamada a esa justicia que
toscos, de “dignidad litúrgica” y acusa- (desde el Antiguo Testamento) se usó
ciones de reduccionismos y materialis- tantas veces para definir a Dios. En la
mos. Como si pudiese haber un verda- teología actual se habla mucho del
dero “culto espiritual” al margen de las “privilegio hermenéutico de los po-
víctimas de la tierra, cuando lo único bres”; pero aún está por aparecer un so-
que la Iglesia puede ofrecer como culto lo documento oficial que ponga en jue-
a su Dios es la entrega de la Víctima go ese privilegio para articular sus
Suprema que recapituló toda la injusti- enseñanzas.
cia de la historia. Y como si hubiésemos Nada de lo antedicho lo escribimos
olvidado aquella verdad tan cristiana, como acusación sino como confesión:
que reformulamos parodiando a N. reconocemos que nosotros mismos es-
Berdiaeff: el pan para mí puede ser una tamos bastante lejos de lo que el
cuestión pagana o de egoísmo (“mate- Evangelio nos pide. Pero más allá de
rial”), pero el pan para mi hermano es esta ceguera y esta sordera, lo decisivo
una cuestión religiosa y cristológica es que la Iglesia pierde credibilidad, y
(“espiritual”). su anuncio carece de la transparencia
Todo eso se agrava paradigmática- evangélica y la autoridad interior (ek-
mente en nuestros días, cuando Dios sousía)6 que llamaban la atención en las
parece haber llamado a la Iglesia a un palabras y hechos de su Maestro.
11
2. SEGUNDA LLAGA: EL JERARCOCENTRISMO
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3. TERCERA LLAGA: EL ECLESIOCENTRISMO
De la visión dada en el apartado an- bertad sino para imponer sus modos de
terior, brota esta nueva raíz de incredi- ver.
bilidad: la institución eclesial no sabe Creemos que sólo la primera de es-
coexistir en democracia. tas eclesiologías responde al proyecto
Comenzamos a redactar estas líneas de Jesús: “el camino de la Iglesia es el
en torno a la fiesta de Cristo Rey, cuyo hombre” (Juan Pablo II, RH 14), y su
significado puede iluminar lo que que- misión por tanto irá por la línea del “per-
remos decir. Cristo Rey no es una fies- derse en la masa para fecundarla”, co-
ta de reivindicación eclesial, sino más mo hacen la levadura o la sal. Parece co-
bien de sumisión creyente a la sabiduría mo si la institución eclesial pensara al
incomprensible de Dios. Pues un Rey revés: que el camino del hombre es la
Crucificado es una idiotez para los ilus- Iglesia y la misión de ésta es “obligar-
trados y un escándalo para los piadosos, los a entrar para que se llene la casa”,
como ya recordó san Pablo. Según la cé- dicho sea con una expresión evangélica
lebre expresión de la liturgia medieval sacada de contexto (Lc 14,23). Esto ha-
“Dios reina desde el patíbulo” de la ce que la Iglesia de hoy dé tantas veces
cruz19. Porque un reino “de verdad y de la sensación de no saber estar en la de-
vida, de libertad y gracia, de justicia de mocracia.
amor y de paz” (como canta el Prefacio Para el primer modelo, el valor fun-
de la misa de Cristo Rey) no se consi- damental que une a creyentes y no cre-
gue a través del poder y de la especta- yentes es la fraternidad universal, en la
cularidad, sino de la entrega amorosa de que tanto insistieron el Vaticano II y
la propia vida. Esta es la sabiduría de Pablo VI. El cristianismo aportará a ese
Dios. valor un fundamento y una plenitud: la
filiación divina de todos los hombres. Y
este fundamento se convierte, a su vez,
Dos eclesiologías en una exigencia sobre el modo de rea-
De acuerdo con este espíritu, es fá- lizar esa fraternidad: a través de “la li-
cil contraponer dos eclesiologías que bertad de los hijos” (cf. Rom, 8,21; Gal
pugnan entre nosotros: una concibe a la 4,31). El cristiano puede pensar que una
comunidad creyente de acuerdo con los fraternidad sin filiación es manca (y
lenguajes evangélicos de fermento, sal, hasta podría ser muerta); pero sabe tam-
semilla... La otra concibe a la Iglesia bién que una filiación sin fraternidad es
más bien como fortaleza, como “zona falsa y puede ser hasta hipócrita. Y cree
residencial” de un planeta enfermo, co- que allí donde hay, o se busca, una fra-
mo poder institucional (“sociedad per- ternidad auténtica, puede darse una
fecta”) que competirá con el poder de aceptación de la “filiación” no expresa
los estados, y no para conquistar su li- o anónima, y que sólo Dios conoce.
18
En cambio, para el modelo de la for- cando en los últimos años las diversas
taleza, la fraternidad sólo es una forma formas de vida religiosa.
apendicular, y algo degradada, del ser Entendemos que el segundo modelo
persona. Entonces la Iglesia, sintiéndo- convierte a la Iglesia en “sinagoga” (con
se en posesión del tesoro de la filiación lo que, paradójicamente, la “mundani-
divina que es nuestra más profunda ver- za” en el sentido negativo del término
dad, se contemplará a sí misma –valga porque se apoya en esa tentación tan
la expresión– como “primer mundo” del mundana de que la seguridad nos hace
espíritu, que mira al resto del mundo co- fuertes20). El primero deja a la Iglesia en
mo “subdesarrollado”. La filiación se una cierta intemperie que es la de esa li-
convierte aquí, insensiblemente, no en bertad que brota de la verdad (Jn 8,32):
fundamento de la fraternidad sino en ex- porque la verdad de que los hombres so-
cusa contra ella. Y la fraternidad deja de mos hijos de Dios es la verdad de que,
ser un criterio verificador de la filiación por eso, somos todos hermanos. Lo cual
divina, para convertirse en un engaño es tan bello y cierto como difícil de rea-
que se le tiende a ésta. Lo horizontal es lizar. Esa intemperie es la que la Iglesia
obstáculo (o al menos tentación) para lo está llamada a vivir, creyendo en Dios y
vertical. no en sí misma o en su propia seguridad.
El primer modelo no puede rezar el Por eso, Vaticano II optó claramen-
Padrenuestro sin vértigo porque lo com- te por el primer modelo: “la razón de ser
prende como llamada a una fraternidad de la Iglesia es actuar como fermento y
universal: el adjetivo “nuestro”, añadi- alma de la sociedad” (GS 40).
do a la invocación de Dios como Padre,
es sin duda incómodo, pero muy pro-
Vaticano II
metedor. En cambio, el otro modelo re-
za tranquilamente el Padrenuestro por- Somos conscientes de la gran difi-
que atiende sólo al nombre de Padre, y cultad de cuanto venimos diciendo.
reduce el adjetivo a sólo aquellos que re- Pero creemos también que, si la Iglesia
zan como él. opta por el segundo de los modelos des-
O con otras palabras: si “vosotros critos, perderá otra hora histórica por-
sois la sal de la tierra” (Mt 5,13), la glo- que será como la sal desalada, o como
ria de la sal no está en ella misma sino la luz que ya casi no ilumina, porque la
en que el alimento pueda ser mejor pa- han metido bajo un apagavelas para que
ladeado. La sal existe sólo para los ali- no la apague el viento, en vez de con-
mentos, no para sí misma. Y la gloria de vertirla en hoguera a la que el viento ya
la Iglesia sólo puede ser el sabor huma- no apaga sino que propaga.
no del mundo. En cambio, para el se- Y tememos que, aunque Vaticano II
gundo modelo, la gloria de una fortale- significó una opción clara y decidida
za (o de una zona residencial) es que la por el primero de los modelos descritos,
barriada no la alcance. De ahí la desau- hoy la Iglesia esté retirándose descara-
torización de términos y proyectos co- damente al segundo. Por eso citaremos,
mo el de “inserción”, que han ido bus- a toda velocidad unos cuantos textos del
19
Vaticano II en favor de lo que acabamos – desde el reconocimiento de que “el
de decir. mundo puede ayudarla mucho, a través
de las personas individuales y de toda la
1. La Iglesia del Vaticano II se sentía: sociedad humana” (GS 40) y también de
– “íntima y realmente solidaria del “los muchos beneficios que ha recibido
género humano y de su historia” (GS 1); de la evolución histórica del género hu-
– “instituida no para dominar sino mano” (GS 44);
para servir” (Ad OH 7). Y por ello, – y sabiéndose necesitada de la ayu-
– deseosa de “ofrecer al género hu- da que “los hombres de toda clase o con-
mano su sincera colaboración para lo- dición [...] sean o no creyentes, pueden
grar la fraternidad universal” (GS 3); prestarle” (GS 44) en las grandes cues-
pero a la vez tiones actuales.
– humilde como para decir a los fie-
les que “no siempre tiene a mano la res- 4. Desde ahí la Iglesia se profesaba
puesta adecuada a cada cuestión” (GS públicamente:
33), y que “no piensen que sus pastores – reconocida “por el dinamismo de
están siempre en condiciones de poder la sociedad actual: sobre todo la evolu-
darles inmediatamente solución concre- ción hacia la unidad y el proceso de una
ta a todas las cuestiones aun graves, que sana socialización civil y económica”
surjan” (GS 43). (GS 42), y por “el dinamismo en la pro-
moción de los derechos humanos [...]
2. Esta conciencia de su misión la que brotan de la fuerza del evangelio”
llevaba a confesarse: (GS 41). Ello la llevaba a sentirse:
– preocupada “no sea que imitemos – “no ligada a ninguna forma parti-
a aquel rico que se despreocupó por cular de civilización humana ni a siste-
completo del pobre Lázaro” (GS 27); ma alguno político, económico o social”
– culpable “en parte no pequeña, en (GS 42). Y finalmente:
la génesis del ateísmo” (GS 19), – “dispuesta a renunciar al ejercicio
– “llamada por Cristo a esa perenne de ciertos derechos legítimamente ad-
renovación de la que ella, en cuanto ins- quiridos, tan pronto como conste que su
titución terrena y humana necesita cons- uso puede empañar la pureza de su tes-
tantemente” (UR 6). timonio” (GS 76)
Una Iglesia así nos parece que es la
3. Y por todo eso buscaba relacio- que Dios quiere; por eso la buscamos
narse con el mundo: nosotros. Porque todo esto no es contra-
– desde la convicción de que “la ver- rio a “la vocación del hombre a la unión
dad no se impone de otra manera sino con Dios” (GS 19), sino más bien el ca-
por la fuerza de ella misma, que pene- mino hacia ella. Por eso Pablo VI, en el
tra suave y fuertemente en los espíritus” discurso de clausura habló del “valor re-
(DH 1); y de que el hombre que yerra ligioso de nuestro concilio”, precisa-
sigue conservando la dignidad de la per- mente porque había sido promotor del
sona humana (DH 11); ser humano.
20
La imagen actual de que aquello que es legal en una so-
ciedad laica y democrática, no tiene por
Hoy hay pastores que, en privado, qué coincidir con la moral cristiana.
pueden sentirse así y admirar las pala- Sigue empeñada en que lo moral y lo le-
bras del Concilio. Pero, a la hora de ac- gal coincidan, desconociendo cuál es el
tuar públicamente, parecen olvidar esos sentido de la ley civil, y reivindicándose
sentimientos y dan más bien otra ima- a sí misma como legisladora. Entonces
gen de Iglesia: Una Iglesia distanciada ocurre una de estas dos cosas: o los cris-
del género humano al que considera tianos (en lo que afecta al dinero y a la
enemigo y perdido, a menos que vuelva propiedad) se atienen a lo permitido por
a ella. Por eso le preocupa más su auto- la ley, que está muy lejos de lo que pide
ridad que su servicio. No teme para ello la moral cristiana, o (en casos de moral
acercarse más al rico epulón que al po- sexual) salen a la calle con la idea de de-
bre Lázaro. Cree que debe dar su cola- rribar gobiernos cuyas leyes les parecen
boración al género humano de manera contrarias a la moral. En ambos casos lo
impositiva y no dialogal, porque se fi- que se pone de manifiesto es una inca-
gura estar en posesión de respuestas a pacidad de la institución eclesial para for-
todas las preguntas de la historia. Se mar cristianamente a sus fieles por ella
siente llamada por eso a imponer la ver- misma, y sin el recurso al poder civil.
dad de manera autoritaria, y está más
atenta a proclamar los beneficios que Otro ejemplo: la iglesia española debe-
ella ha aportado al género humano que ría reconocer que no ha hecho dema-
los que ha recibido de éste. De ahí que siado por cumplir el compromiso que
la renuncia a privilegios que le parecen contrajo de caminar hacia su propia au-
útiles para su misión, aunque empañen tofinanciación, para no dar la sensación
la pureza de su testimonio, se le antoja antievangélica de que depende de un
una tentación de ingenuidad. estado –laico por otro lado–. Es cierto
Todo eso, por supuesto, es humana- que la Iglesia realiza una gran labor so-
mente comprensible y muy natural. cial muy útil al estado, a pesar de los do-
Pero nos atrevemos a decir, con un ma- lorosos conflictos que han tenido lugar
nido juego de palabras, que no es muy últimamente entre instituciones bene-
sobrenatural. Y que, en la comunidad méritas (como Cáritas o Manos Unidas)
cristiana, deberíamos aplicarnos las pa- y la jerarquía. Es cierto también que mu-
labras de Jesús: “entre vosotros no sea chas voces públicas y mediáticas resul-
así” (Lc 22, 26). Tampoco pretendemos tan sectarias cuando dan este problema
que lo dicho no deje espacio para ana- por resuelto remitiéndose al “enorme
lizar y buscar dialogalmente los cami- patrimonio” de la Iglesia: pues una gran
nos mejores más cercanos al ideal evan- parte de ese patrimonio es improducti-
gélico, ante cada problema que se vo, y además consume bastante en gas-
plantea. tos de mantenimiento y adecuación. La
Pongamos un par de ejemplos. La igle- Iglesia no pide una entrada para acce-
sia española todavía no ha sabido edu- der a templos como Santa María del Mar
car a los fieles en el principio elemental o la catedral de León, tal como cobra el
21
estado para visitar el Museo del Prado... dad, buscando aquello que –con Paulo
Falta coraje para abordar cada situación Freire– podríamos llamar “el inédito via-
concreta con análisis, diálogo y publici- ble” evangélico.
Juan Pablo, hermano, permítame todavía una palabra de crítica fraterna al propio papa.
Por más tradicionales que sen los títulos “Santo Padre”, “Su Santidad”... –como otros tí-
tulos eclesiásticos de Eminentísimo, Excelentísimo– resultan evidentemente poco evan-
gélicos e incluso extravagantes, humanamente hablando. “No os dejéis llamar padre o
maestro” dice el Señor. Como sería más evangélico –y también más accesible a la sensi-
bilidad actual– simplificar la indumentaria, gestos, distancia, dentro de nuestra Iglesia...
Carta citada de P. Casaldàliga a Juan Pablo II.
22
4. CUARTA LLAGA: LA DIVISIÓN DE LOS CRISTIANOS
Nadie puede negar con frialdad de ánimo que la mujer continúa siendo fuertemente mar-
ginada en la Iglesia: en la legislación canónica, en la liturgia, en los ministerios, en la es-
tructura eclesiástica. Para una fe y una comunidad de aquella buena nueva que no discri-
mina entre “judío y griego, libre y esclavo, hombre y mujer” esta discriminación de la
mujer en la Iglesia nunca podrá ser justificada. Tradiciones culturales masculinizantes que
no pueden anular la novedad del Evangelio, explicarán tal vez el pasado, no podrán justi-
ficar el presente, ni menos todavía el futuro inmediato.
Carta citada de P. Casaldàliga a Juan Pablo II.
24
5. QUINTA LLAGA: LA HELENIZACIÓN DEL CRISTIANISMO
27
CONCLUSION
Quisiéramos haber escrito estas pá- ajenas a él como nuestra pereza, nues-
ginas desde las actitudes siguientes: tro miedo, nuestro sectarismo, nuestro
afán de poder...
– Convencidos de lo dicho, sin que
– De ningún modo buscamos ser la
ello suponga que pretendemos tener to-
única palabra en el seno de la comuni-
da la verdad. Sólo queremos ser una pa-
dad creyente, ni la aceptación universal
labra en un diálogo más amplio, no ex-
de cuanto hemos dicho. Queremos ser
cluida de antemano.
en la Iglesia sólo una palabra, para la
– Testificando abiertamente nuestro que reivindicamos el derecho a ser pro-
amor a la Iglesia. Sin él, hubiese sido nunciada, el respeto y el que no se vea
más cómodo y menos peligroso cerrar desautorizada simplemente por ser mo-
los ojos y dedicarnos a una vida más lesta27.
tranquila.
– Sin pretender abrir puertas amplias La revelación de Dios no dice nada
a eso que en castellano se llama un “an- (o muy poco) sobre investigación histó-
cha es Castilla”. Sabemos que la puerta rica, ni sobre naturaleza y evolución de
del Reino de Dios es estrecha (Lc 13, la sexualidad, ni sobre problemas de
24). O, en todo caso, si Castilla es “an- bioética, ni sobre la mujer y su papel.
cha”, podríamos seguir la metáfora evo- Son problemas que ha de resolver la ra-
cando que es también sobria, dura, difí- zón humana dialogante; no soberana pe-
cil, y fuente de esa honestidad que dio ro sí autónoma. Y la Iglesia institución
origen a la expresión de “castellano vie- parece querer convertirse de guardiana
jo”. de la revelación en propietaria de la ra-
– No quisiéramos perder la identi- zón.
dad del Dios Agape (comunión de mo- Al apelar a la razón y su búsqueda
dos personales de ser único), ni de Jesús de universalidad, no pretendemos co-
Palabra de ese Dios hecha carne, ni del mulgar con ruedas de molino como tam-
Espíritu fuerza de entrega de ese Dios poco con ruedas de progreso. Sino con
(revelado y salvador). el cuerpo y la sangre de Jesús: con su
– Ni pretendemos negar que el cris- persona entregada y su vida comunica-
tianismo parte de un escándalo funda- da para que todos tengan vida en una
mental que es el de la Cruz (escándalo nueva forma de relación con Dios.
para los dentro y locura para los de fue- Quisiéramos evitar desastres como los
ra: 1 Cor 1,23). Pero sí que –como ad- de la Reforma protestante, y peticiones
virtió hace años J. Ratzinger– no se uti- o arrepentimientos tardíos como los de
lice ese escándalo para justificar cosas Trento (que pese a eso, en sus decretos
28
de reforma encontró increíbles resisten- lica y derivaba de la experiencia de Dios
cias). comunicada por Jesús de Nazaret.
La experiencia enseña, y es motivo Ocurrió aquí lo que más tarde escribiría
para esperar, que en la historia nunca se el cardenal Y. Congar: “cuando la
progresa por revoluciones que salen Iglesia olvida unos valores evangélicos,
bien, sino por sangre de mártires que fe- Dios los hace aparecer fuera de ella”.
cunda un seno estéril (¡algo parecido su- Así se comprende la otra ironía de G. K.
cede también en la historia política de Chesterton cuando afirmaba que el
los pueblos!): cosas que son rechazadas, mundo moderno está “lleno de ideas
a veces acaloradamente, acaban pasan- cristianas que se han vuelto locas”.
do tácitamente a formar parte del modo En efecto: la libertad y los derechos
de ver de quienes las rechazaron. humanos constituyen la quintaesencia
de la posición del cristiano ante la his-
toria (que Jesús formulaba como llama-
Eclesiales ante todo da al Reinado de Dios). La antropología
Así pues: nos ha movido a redactar cristiana subraya la coincidencia (al me-
este documento, además de la necesidad nos dinámica) entre libertad y amor,
de “consolar al pueblo de Dios” (Is mostrando que nuestra libertad no con-
40,1) o a buena parte de él, la convic- siste en la afirmación del ego sino en la
ción de que el cristianismo tiene hoy entrega amorosa y razonable de nos-
una hora evangelizadora muy importan- otros mismos28. Los derechos humanos
te que no debería dejar pasar. no acaban de poder sustentarse en una
Recordemos lo dicho al comenzar: pálida afirmación de la naturaleza hu-
Rahner profetizó que el cristiano del si- mana29, sino que se fundamentan en la
glo XXI sería un “místico” o no sería dignidad divina del ser humano, imagen
cristiano. Y nuestra Iglesia se ha vuelto y semejanza de Dios, hijo de Dios y re-
incapaz de iniciar en una verdadera ex- capitulado en Jesucristo.
periencia espiritual: faltan en ella au- Sin este fundamento (y aunque los
ténticos “mistagogos” (maestros del es- valores de la Modernidad pueden califi-
píritu) y sobran pretendidos maestros de carse como profundamente racionales),
la razón moral. mucha gente tiende hoy a pensar que
Y esto sucede en un momento en que aquellos grandes ideales no pasan de ser
la crisis de la Modernidad (proclamada sueños adolescentes que hay que aban-
ya por Nietzsche, y luego por la llama- donar cuando la persona madura y cre-
da postmodernidad) despierta en mu- ce. A esto se añade (en un mundo glo-
chos un hambre de espiritualidad. La balizado) la crítica a la razón occidental
Modernidad creyó que los grandes va- que esgrimen muchas gentes del Asia
lores por los que acabó rompiendo con para no aceptar los derechos humanos
el cristianismo –libertad y derechos hu- (o, al menos, nuestra versión de ellos).
manos– brotaban exclusivamente de la Ha habido, por eso, casos de retorno al
razón humana. No percibió que su fuen- cristianismo como “única tabla de sal-
te más radical era cien por cien evangé- vación” para la Modernidad30 o, al me-
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nos, retorno a la necesidad de dejar que fueron tachados y denostados como
abierta la puerta a la trascendencia, pa- rebeldes, supieron mostrar con sus vidas
ra evitar esa trágica “dialéctica de la y con su sufrimiento que amaban a la
Ilustración” que parece habernos traído Iglesia “hasta el final”, y que su rebel-
la historia posterior. día era sólo el adjetivo necesario de una
A pesar de sus infidelidades debe- fidelidad mucho más sustantiva. Evoca-
mos a la institución eclesial la transmi- remos por eso, para terminar, unas pa-
sión de los evangelios y de la persona y labras que recordaba el último general
vida del Dios encarnado. También nos- de los jesuitas, en el centenario del na-
otros podemos ejercer esta crítica desde cimiento de Pedro Arrupe (2007):
la Iglesia y en plena conformidad con su También el P. Arrupe fue probado en su
enseñanza sobre la opinión pública, co- amor a la Iglesia. Su esfuerzo por reno-
sa que no sabemos si sería posible den- var la Compañía, conforme al ritmo di-
tro de otras instituciones públicas. námico del Vaticano II, encontró incom-
Desde estos presupuestos, conclui- prensión por parte de algunos e incluso
mos con una clara y explícita confesión intervenciones por parte de la Iglesia, a
de nuestra eclesialidad y de nuestra ale- la que amaba con corazón ignaciano.
gría –a pesar de todo– por pertenecer a Ambos, S. José Pignatelli y Pedro Arrupe
la Iglesia. Y quisiéramos seguir el ejem- se adentraron en el misterio de una vo-
plo de fidelidad auténtica que recibimos luntad de Dios que exige sacrificios por
de tantos maestros de los que hoy nos la vida de la Iglesia y que algunas veces
sentimos orgullosos (Blondel, Teilhard, impone el deber de sufrir con amorosa
Congar, Rahner, Arrupe...) porque, aun- humildad, a manos de la Iglesia30.
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