Equipo de investigación:
Ana Padawer (coordinadora 2009), Egle Pitton y Susana Di Pietro (coordinadoras 2010),
Adriana Migliavacca, Paula Medela, y Ariel Tófalo.
Informe final
Mayo de 2010
2
1. PRESENTACIÓN DEL ESTUDIO
En la Ciudad de Buenos Aires existen distintos programas, proyectos y áreas que abordan la
problemática del fracaso escolar vinculado a la desigualdad social o la diferencia o diversidad
sociocultural mediante algún tipo de oferta dentro de la escuela común. Más allá de los marcos
de referencia, los propósitos y las intervenciones propias de cada una de estas políticas,
pensamos que pueden ser abordadas en conjunto como un objeto de estudio, ya que estas
propuestas involucran a agrupamientos de alumnos de escuelas comunes en contextos de
desigualdad social y/o diversidad sociocultural, e intentan dar respuesta a las problemáticas de
la repetición, el abandono, la sobreedad, o bien a aquellas que se relacionan con el ritmo de
aprendizaje, que puede no corresponderse con el esperado teóricamente.
Considerando esta problemática, puede identificarse una serie de políticas que, en un rango de
tres décadas, se vienen desarrollando desde el Gobierno de la Ciudad para garantizar la
permanencia y el aprendizaje de los niños en la escuela, desde un encuadre que contempla las
diversas dimensiones socioeducativas con las que el fracaso se puede asociar. Nos referimos
específicamente a la oferta de la Dirección de Educación Especial (DEE) en la escuela común,
y a los programas Maestro + Maestro (M+M), Aceleración (PA) y Nivelación (GN), todos ellos
ubicados en la órbita de la Subsecretaría de Inclusión Escolar y Coordinación Pedagógica,
según se presenta en el esquema de la página siguiente, y desarrollados en escuelas comunes
dependientes de la Dirección de Educación Primaria (DAEP)1.
Ministerio de
Educación
Secretaría de
Educación
Subsecretaría de
Inclusión Escolar y
Coord. Pedagógica
Coordinación Inclusión
Educativa en ZAP
Las políticas recién mencionadas comprenden un conjunto complejo de líneas de acción que
convergen en las escuelas de la Ciudad que se encuentran significativamente atravesadas por
1
Si bien existen diferencias conceptuales, para facilitar la lectura hemos optado por la utilización de los términos
“programa” y “proyecto” indistintamente al referirnos a M+M, PA y GN.
3
la problemática de la desigualdad social y la diversidad sociocultural. El programa M+M opera
en el primer ciclo del nivel primario, como una forma de anticiparse a los problemas de
repetición y abandono, a partir de una propuesta pedagógico-didáctica que busca hacer
efectivo el logro de la alfabetización inicial al conjunto de la población que concurre a escuelas
ubicadas en la denominada Zona de Acción Prioritaria (ZAP). En los casos de los dispositivos
PA y GN se trabaja con alumnos de primer y segundo ciclo que han tenido experiencias de
fracaso y/o abandono escolar. Dentro de este conjunto de políticas, los recursos de la Dirección
de Educación Especial (DEE) que serán abordados en este estudio tienen la particularidad de
atender a niños y niñas cuya problemática de fracaso escolar puede mantener independencia
del contexto sociocultural de pertenencia, aunque sin duda este contexto constituye una
variable que interviene en su desempeño escolar.
Por todo ello, nos proponemos reconstruir las siguientes dimensiones de los proyectos
analizados:
1. los enfoques conceptuales con los que se abordan las diversas problemáticas
vinculadas con el fracaso escolar en relación con la diversidad sociocultural y la
desigualdad social,
2. la mirada político-institucional del sistema educativo en la que se apoyan estos
enfoques,
3. las condiciones y prácticas de enseñanza que se generan en las escuelas,
4. las articulaciones que mantienen los programas o proyectos entre sí, y con otras
estrategias de intervención, y
5. el alcance de la intervención pedagógica para la resolución de la problemática
abordada.
Este estudio comprende dos etapas de trabajo. La primera, realizada durante la segunda mitad
del 2009, se propuso caracterizar los aspectos organizativos, normativos y curriculares, así
como los alcances -en términos cuantitativos- de cada una de las políticas mencionadas. Para
ello se trabajó con documentos y una serie de entrevistas a referentes, coordinadores o
responsables de cada programa o proyecto2. En el año 2010 se prevé el inicio de la segunda
etapa del estudio, que incluirá un relevamiento estadístico y un trabajo de campo que permita
complejizar el análisis ya efectuado, profundizando el abordaje de las dimensiones más
relevantes de estas políticas.
2
Para facilitar la lectura hemos adoptado un masculino genérico en los casos en que aludimos a los niños y
docentes. También lo hemos empleado para los distintos interlocutores entrevistados, como una forma de preservar
su anonimato.
4
2. LAS POLÍTICAS DE ATENCIÓN AL FRACASO ESCOLAR EN ESCUELAS DE
EDUCACIÓN COMÚN: UNA SÍNTESIS DESCRIPTIVA
El proyecto M+M3, creado en el año 1998 como uno de los componentes del Programa “Zonas
de Acción Prioritaria” (ZAP), definió desde un comienzo como objetivo central la disminución
del fracaso escolar en los alumnos de primer grado. La elección de este grado se debió a
varias razones, asociadas entre sí. Por un lado, se trataba de la etapa de la escolaridad en la
que se concentran los mayores índices de repitencia, vinculados a las dificultades de la
alfabetización inicial. Por otro lado, se partió del supuesto de que los docentes que se
desempeñan en primer grado son generalmente los de menor experiencia laboral o aquellos
cercanos al retiro, lo que daba cuenta de que no se encontraba instalada la percepción de los
primeros años de escolaridad como un espacio valorizado de trabajo, decisivo en la futura
trayectoria educativa de los niños. Asimismo, el proyecto puso de relieve el hecho de que la
alfabetización inicial requiere de saberes específicos, razón por la cual la asignación de
docentes para estos grados debería contemplar esta situación (GCABA, 2005a: 3).
En virtud de tal problemática el proyecto se propuso: “fortalecer la tarea docente y mejorar sus
condiciones de ejercicio en las escuelas, brindando herramientas de análisis y estrategias de
trabajo pedagógico que permitan visualizar las posibilidades y logros de aprendizaje de
aquellos alumnos que desarrollan su vida en situaciones complejas y que pertenecen a
sectores de la población en los que se registran mayores índices de pobreza, marginalidad y
exclusión” (GCABA, 2009a).
De acuerdo con los informes y referentes consultados, las expectativas respecto del rol del
MZAP y las tareas concretas que lleva a cabo no sólo se han ido redefiniendo a lo largo de la
historia del proyecto sino que muestran una gran heterogeneidad en las escuelas implicadas en
el mismo. Con respecto a dicha heterogeneidad, mientras que en algunos casos el MZAP se
concentra exclusivamente en los alumnos que presentan dificultades, en otros casos trabaja
con todo el grupo en coordinación con el MG, con quien planifica las actividades de enseñanza.
Esta última posibilidad es la que ha dado lugar a que se considere la incorporación del segundo
maestro como una estrategia tendiente a la organización de la tarea áulica en “pareja
pedagógica”, con el propósito de generar condiciones para la organización del trabajo en
equipo, la reflexión sobre la tarea, la planificación conjunta y el acompañamiento de un par
para la implementación de nuevas metodologías didácticas (GCABA, 2009a).
En la actualidad, si bien el proyecto cuenta con un documento interno que define y sistematiza
el rol del MZAP (GCABA, 2008a), parece haber aún cierta indefinición en torno del carácter
prioritario de esta figura: si se trata fundamentalmente de un segundo maestro o de un docente
que conforma junto al MG la mencionada pareja pedagógica. Aunque este tema será
3
Aunque se lo conoce como “Maestro + Maestro” la denominación original del Proyecto es “Maestro de primer grado
+ Maestro de primer grado = más éxito escolar”.
5
profundizado posteriormente es posible anticipar que, mientras referentes consultados
sostienen que el proyecto se propone la incorporación de un maestro adicional para hacer
posible la capacitación del MG, el documento citado consigna que la figura del segundo
maestro permite la configuración del trabajo de enseñanza en pareja pedagógica. El
interrogante formulado, que apunta a esclarecer el objetivo prioritario que perseguiría la
incorporación del MZAP, no implica reconocer entre estas estrategias un corte taxativo como si
se tratara de alternativas excluyentes.
Consultados sobre el contexto de origen del proyecto (y más globalmente del Programa del que
forma parte), algunos referentes indican que a mediados de la década de los ´90 un grupo de
directivos y supervisores del nivel primario de distritos de la zona sur de la Ciudad comienzan a
plantear la necesidad de desarrollar nuevas estrategias para abordar el problema del fracaso
escolar, que afecta con mayor intensidad a la población que vive en condiciones de
vulnerabilidad social. Esta preocupación se inscribe en otra más amplia, generada por los
efectos más notorios del fenómeno de la “nueva pobreza” en la Ciudad entendida como
consecuencia de la implementación de las políticas neoliberales. Ante esa situación,
representantes de distintos sectores del gobierno –no sólo de Educación sino también de las
áreas Vivienda, Salud y Cultura, así como de los CGP- se reúnen para abordar la problemática.
Como resultado de estas deliberaciones se organiza a fines del año 1996 el Programa ZAP,
con la pretensión de constituir una política intersectorial y participativa para atender el problema
de la pobreza, en sus diversas manifestaciones. Los referentes consultados inscriben el
programa en el marco de las políticas compensatorias “a término” pensadas para dar respuesta
a los embates más profundos de la crisis, hasta tanto –según se esperaba por entonces- la
situación económica y social se recompusiera.
En relación con su dependencia funcional, cabe señalar que a comienzos del presente año se
han producido cambios en la ubicación del proyecto en el organigrama. Originariamente M+M -
junto con los restantes componentes antes mencionados- formaba parte del Programa ZAP
que, a su vez, dependía de la Secretaría de Educación. En cambio en la actualidad, tal como
puede observarse en el organigrama anterior, depende (junto con algunos otros proyectos
como Grados de Nivelación y Aceleración, Puentes Escolares, Primera Infancia y Alternativas
didácticas para el Nivel Medio) de la Coordinación de Inclusión Educativa en ZAP que, a su
vez, forma parte de la Dirección de Inclusión del Ministerio de Educación; mientras que otros
componentes que inicialmente también estaban comprendidos en ZAP han sido derivados a
otras dependencias.
6
Actualmente el programa M+M funciona en 112 establecimientos educativos de nivel primario,
pertenecientes al sector de gestión estatal de la ciudad. Asimismo, moviliza a un total de 211
Maestros ZAP, cubriendo 284 secciones. Es importante destacar que, dadas las características
del programa, el foco de atención se centra en las secciones de primer grado (264), las cuales
conforman el 93% del total de secciones en donde el programa interviene. El 7% restante se
reparten entre las de segundo grado (18) y sólo unas pocas de tercer grado (2). En términos de
matrícula, la cantidad de alumnos que cursaron el primer grado en estas escuelas durante
2009 alcanza un total de 6.488. La dimensión y alcance del programa se advierten más
claramente cuando se las observa en relación con el universo de referencia: las escuelas
involucradas en las acciones de M+M representan el 25% del total de establecimientos de nivel
primario de gestión estatal.
7
Cobertura del programa Maestro + Maestro según Distritos Escolares. 2009
Fuente: Elaboración propia con datos del Relevamiento Anual 2008 e información
aportada por la Coordinación del programa.
8
Como puede observarse, lejos de acotarse en el tiempo y en el espacio -tal como había sido
concebido a diez años de su implementación- el proyecto ha ampliado significativamente su
cobertura. A modo de hipótesis, consideramos importante advertir que el problema de las altas
tasas de repitencia, que era parte del diagnóstico que dio origen al proyecto, subsiste por
razones complejas que no es posible atribuir necesariamente al impacto o grado de eficacia del
proyecto. En este sentido, cabría incluir como posibles causas no sólo las vinculadas a los
problemas de enseñanza -definidos en términos pedagógicos o didácticos- sino también a las
condiciones en las que se desarrollan los procesos de enseñanza y de aprendizaje en términos
socioeconómicos, políticos e institucionales. Asimismo, otra de las razones que permiten
explicar esta ampliación en la cobertura y extensión geográfica del proyecto se encuentra -
según referentes consultados- en la incorporación de un criterio adicional a partir de la decisión
del proyecto de incorporar a las escuelas que tuvieran secciones de primer grado con un nivel
de repitencia mayor al 50%, independientemente de que pertenezcan a las denominadas
Zonas de Acción Prioritaria.
Un documento reciente del Proyecto M+M en el que se fundamenta el rediseño del dispositivo
de capacitación5, ofrece una descripción de la situación educativa retomando la caracterización
realizada en los orígenes del proyecto:
Tal como se anticipó, el proyecto parte de la preocupación por elaborar nuevas estrategias de
abordaje de la enseñanza en virtud de los altos niveles de repitencia que se registran en los
primeros grados de la escuela primaria, especialmente en aquellas escuelas que atienden a los
sectores sociales más vulnerables. Si se considera que la repitencia en los primeros grados de
la escolaridad suele estar vinculada con las dificultades de los niños para aprender a leer y
escribir y que, aún entre los altos porcentajes de niños que son promovidos, muchos “apenas
comprenden en un nivel literal o no comprenden, y no saben escribir con sentido” el proyecto
M+M impulsó nuevas formas de intervención pedagógica para enfrentar el problema de la
enseñanza de la lectoescritura (GCABA. Secretaría de Educación. Programa ZAP. Meta X.
1999a: 3).
5
Este rediseño constituyó una respuesta a la heterogénea formación de los maestros, explicada por la antigüedad
del proyecto y las áreas de conocimiento recientemente incorporadas.
6
Según la fuente citada, estos datos se refieren a la situación de 1998 y a los DE 4, 5, 19 y 21.
9
que podrían establecer un mejor vínculo con sus pares y compartir sus propias experiencias en
la enseñanza de la lectoescritura.
En síntesis, desde el punto de vista conceptual esta propuesta parte de los siguientes
principios:
- la importancia del contexto social y cultural en el aprendizaje, en tanto supone que los
niños tienen diferentes experiencias con la cultura escrita previas a la escolaridad,
- la concepción del aprendizaje de la lectura y escritura como un proceso social,
cooperativo, que se da en el marco de interacciones y no se produce en un vacío de
cultura, como si se tratara de un hecho universal, en otros términos, como si se tratara
de habilidades que se pudieran aprender con independencia de la interacción con la
lengua escrita,
- la consideración de que en los procesos de lectura y escritura es más relevante la
construcción de sentido que los aspectos mecánicos o instrumentales relacionados con
el “descifrado” o trazado de signos,
- la inclusión del aprendizaje de la lectoescritura en el marco más general de las
relaciones entre lenguaje y pensamiento.
Según un estudio previo (GCBA, 2005a), un elemento que se reconoce como uno de los logros
más significativos del proyecto -y que, según entendemos, tiene estrecha relación con el marco
conceptual- es que ayuda a reconvertir la mirada del docente respecto del alumno, quien pasa
de poner el foco en las carencias del alumno a centrarse en sus potencialidades. Este cambio
contribuye, a la vez, a atenuar el sentimiento de impotencia del docente con respecto a los
desafíos y exigencias que supone enseñar a niños cuyas condiciones de vida son difíciles o
críticas.
10
sentido y la direccionalidad que adquieren las actividades cotidianas de los docentes
implicados en el proyecto se traducen, de acuerdo con distintos estudios y la perspectiva de
referentes, en sentimientos de mayor satisfacción respecto del desempeño laboral. De esta
manera, el impacto provocado por el proyecto se debe no sólo a que introduciría nuevas
prácticas de enseñanza sino a que simultáneamente reconceptualiza el sujeto de aprendizaje,
partiendo de la premisa de que -al decir de los referentes consultados- todos los alumnos
pueden aprender si se encuentra el modo adecuado de enseñar.
En congruencia con lo anterior, M+M parece haber generado un punto de vista crítico sobre los
modos tradicionales de concebir el fracaso escolar en las instituciones educativas, ya que se
parte de un reconocimiento implícito de que la escuela históricamente estuvo implicada en la
producción de dicho fracaso. En consecuencia, se deja abierta la posibilidad de cambio, que
pasaría por estimular la reflexión sobre las prácticas como condición de su transformación. Al
dotarlos de una serie de instancias de acompañamiento y capacitación se pretende construir
mejores condiciones para que puedan encarar la enseñanza de la lectoescritura de una
manera superadora de la tradicional. Así, el proyecto constituye una oportunidad para
revitalizar el discurso pedagógico al interior de las escuelas.
Una cuestión que merecería ser analizada más detenidamente, en relación con el enfoque
conceptual en el que se encuadra el proyecto, es de qué manera “conviven” las definiciones
conceptuales y metodológicas adoptadas por el equipo de especialistas que inicialmente
trabajó en el proyecto con las definiciones presentes en el actual Diseño Curricular en relación
al área de Prácticas del Lenguaje en el primer ciclo. Si bien son enfoques basados en los
mismos supuestos en relación con el sujeto que aprende, se advierten ciertas diferencias en
torno a la concepción del aprendizaje de la lectura y la escritura, lo que conlleva distintos
criterios para evaluar los avances de los alumnos en el proceso de la apropiación de la lengua
escrita.
Es preciso destacar que la propuesta para la alfabetización inicial, si bien tiene como
destinatarios a los niños de primer grado de las escuelas ZAP, no implica la adopción de una
pedagogía especial para este grupo de alumnos, sino que supone una propuesta pedagógico-
didáctica generalizable para la enseñanza de la lectura y la escritura en el primer ciclo. Las
propuestas que forman parte de este planteo ponen de relieve el lugar de las variables
contextuales y culturales como condiciones relevantes (pero no determinantes) del punto de
partida para la apropiación de la lengua escrita. Por lo tanto, ambos aspectos (condiciones y
punto de partida) son elementos nodales en la planificación de la enseñanza.
Si bien el proyecto M+ M surge hace 11 años como un componente dentro del Programa ZAP,
en la actualidad funciona con autonomía con respecto a los restantes componentes que
conformaban originariamente ZAP, ya que -como se indicó más arriba- ha cambiado su
dependencia funcional dentro del organigrama del Ministerio de Educación.
Tal como se detalla en el documento presentado a las escuelas al comienzo del ciclo lectivo
2009 (GCABA, 2009b), las principales líneas de acción que se llevan a cabo en la actualidad -a
partir de las cuales se pretende generar condiciones para garantizar los aprendizajes
fundamentales en el primer ciclo de la escolaridad primaria- son la incorporación del Maestro
ZAP (MZAP), la capacitación en servicio y el acompañamiento institucional. Las mismas se
presentan a continuación sintéticamente:
La incorporación del MZAP fue pensada como estrategia para garantizar la capacitación en
servicio del maestro de grado sin alterar la continuidad de aprendizajes de los alumnos. Sin
11
embargo, como ya fuera dicho, la experiencia desarrollada hasta el momento da cuenta de que
su incorporación a la dinámica de trabajo trasciende ampliamente este primer objetivo.
En este sentido, en otro documento reciente, se expresa que la presencia y el trabajo del
MZAP permite: “la reflexión, planificación y establecimiento de acuerdos acerca de la tarea
necesaria para el trabajo en pareja pedagógica, y su presencia brinda mayor atención al
colectivo de alumnos posibilitando el seguimiento de los diferentes niveles de aprendizaje al
interior de cada uno de los grupos de alumnos. También, permite la complementariedad de
miradas sobre las situaciones didácticas y los procesos individuales de los alumnos
enriqueciendo el trabajo compartido, la toma de decisiones conjunta y la reflexión posterior de
lo realizado” (GCABA, 2008a: 1).
Si bien este punto merecería ser estudiado más detenidamente mediante el trabajo de campo
en escuelas, es posible suponer que ambas definiciones de rol son complementarias y que la
convivencia de estas dos funciones da cuenta de un enriquecimiento del planteo con el que
inicialmente se pensó la actuación del MZAP, verificado con el devenir del proyecto. Es decir, la
aspiración a constituir un trabajo de enseñanza compartido (lo que usualmente se denomina
“pareja pedagógica”) se habría solapado históricamente al hecho de contar con un docente
adicional para garantizar que el maestro a cargo del grado pueda participar de instancias de
capacitación.
En cuanto a la distribución de los MZAP, en el Informe del año 1999, se comunicaba que la
misma fue definida en función de las prioridades que los supervisores de los distritos de la zona
sur y los directores establecieron. De acuerdo con los estudios y testimonios, con el paso del
tiempo la focalización territorial ha ido combinándose con otros criterios, como la focalización
institucional. De este modo, a los distritos inicialmente involucrados por la fuerte incidencia del
problema de la pobreza, fueron agregándose otros distritos escolares aunque atendiendo
selectivamente a algunas escuelas (GCABA, 2005a). Actualmente, como ya se señaló, la
cobertura del programa se ha extendido a casi todos los distritos de la jurisdicción, con
excepción de los DE 2, 16 y 17.
• Capacitación en servicio:
Considerada como la principal estrategia de intervención del proyecto para mejorar las
prácticas pedagógicas que acompañan el proceso de alfabetización, la capacitación es
valorada positivamente por los distintos actores intervinientes desde sus comienzos GCABA,
2005a). Las apreciaciones positivas que los docentes expresaron a lo largo del tiempo sobre
las instancias de capacitación, fueron interpretadas por los responsables del proyecto como
una respuesta a su necesidad de encontrar espacios comunes donde compartir experiencias,
expresar sus dificultades y verse reflejados en otros colegas. En distintos documentos se
interpreta el potencial de este espacio como una de las condiciones para mitigar el desaliento,
el desgano o, en otros términos, el malestar docente. Estas instancias de encuentro permitieron
a los maestros: “darse cuenta que no estaban solos, que otros compartían sus angustias e
inquietudes y que un grupo de profesionales y colegas estaban abocados a la tarea de
sostenerlos y de buscar junto con ellos respuestas a sus interrogantes y dificultades permitió
que cada vez estén más integrados y seguros” (GCABA, 1999a).
12
Desde la perspectiva de los evaluadores del programa (GCABA, 2005a) y de los referentes,
dos de los aspectos especialmente valorados de la propuesta de capacitación son el cambio de
la mirada sobre los niños y la transformación en la concepción de enseñanza. Tanto la
confianza en la posibilidad de aprender de todos los niños como la ponderación sobre los
procesos de adquisición de la lengua escrita, son consideradas como producto de las
instancias de formación implementadas por el programa.
En cuanto al equipo de LyE, ya desde el comienzo el esquema original contemplaba las dos
modalidades mencionadas en párrafos anteriores (GCBA, 1999b): la capacitación a través de
la intervención de los asistentes técnicos en el aula y los encuentros de los docentes con
capacitadores. Ambas estrategias estaban centradas en la alfabetización inicial, pero la primera
de las instancias fue valorada especialmente por los docentes por haber resultado innovadora
respecto de las prácticas habituales de capacitación dentro del sistema educativo. Fueron
especialmente ponderadas las “clases modélicas” en tanto “rescatan las demostraciones en el
aula donde [los docentes] pueden ver la propuesta en acto, en lugar de otras prácticas
interesantes que se les ofrecen de modo discursivo” (GCABA. Ministerio de Educación.
Programa ZAP. Proyecto M+M: “Análisis del informe de evaluación del proyecto M+M”, 2005b:
6).
13
A continuación se describirán los espacios de formación contemplados por el proyecto M+M8,
donde se combinan nuevas modalidades de organización con propuestas de más larga data.
Como se verá, en cuanto a los contenidos la capacitación versa sobre tres grandes áreas de
conocimiento: lectoescritura en alfabetización inicial, matemática y problemáticas educativas
contemporáneas. En cuanto a las modalidades en las que se desarrolla, se pueden diferenciar
espacios como: talleres, laboratorios, reuniones y la asistencia técnica en las propias escuelas.
Taller básico:
Está dirigido a los MG y MZAP que se incorporaron en 2008 y 2009 al proyecto. Se
pretende trabajar la fundamentación teórica y la reflexión didáctica de la tarea del aula
desde el Diseño Curricular y el marco teórico socioconstructivista. Se desarrolla a través
de una jornada mensual, desde mayo a noviembre.
Laboratorios Distritales: están dirigidos a los maestros de 1er grado que se encuentran
cursando los dos primeros niveles de la capacitación en Lectura y Escritura (MG y MZAP), así
8
Estas propuestas de capacitación -vigentes hasta diciembre de 2009- se encuentran actualmente en revisión por
parte de la nueva coordinación del proyecto. El objetivo de la misma es dar respuesta a dos problemas identificados:
por un lado, el escaso tiempo real de trabajo en pareja pedagógica en el aula como consecuencia de la cantidad de
encuentros de capacitación semanal y, por otro, la responsabilidad del proyecto en garantizar que todos los alumnos
culminen su proceso de alfabetización inicial.
14
como a los Maestros ZAP de 2º grado, quienes participan de laboratorios específicos. Se trata
de encuentros distritales con pequeños grupos en los cuales se elaboran secuencias didácticas
y se analizan las producciones de los niños con el fin de evaluar su evolución. Se encuentran
organizados en zonas, en función de las asistencias técnicas de los equipos a las escuelas, y
se desarrolla con una frecuencia mensual, teniendo lugar en la tercera semana de cada mes,
de abril a noviembre.
Asistencia técnica en las escuelas y en las aulas: esta instancia está dirigida a todos docentes.
Es una estrategia de formación que permite el modelado de actividades áulicas, el consenso
acerca de modelos de intervención pedagógico-didáctica, la reflexión sobre la práctica, la
participación en reuniones de ciclo/grado paralelo, etc. Según lo planificado, los asistentes
prevén concurrir a las escuelas una vez cada 40 días aproximadamente, estipulando
previamente el encuentro con los docentes y coordinadores, en la medida de lo posible.
Reuniones de MZAP: están dirigidas a todos los MZAP agrupados por turno (TM y TT) y tienen
el objetivo de trabajar temáticas que hacen a la particularidad del oficio docente hoy en las
escuelas y a su rol específicamente. Se desarrollan 3 reuniones en el primer cuatrimestre del
año y 3 en el segundo.
Como resultado de todas las acciones que configuran el dispositivo, los docentes tienen en
promedio tres salidas mensuales de la escuela para participar de instancias de capacitación:
lectura y escritura, matemática, laboratorio y taller de PEC (problemáticas educativas
contemporáneas)9.
Por último, como una instancia más de formación se implementa, desde el año 2008, un
espacio voluntario de escritura de las experiencias pedagógicas llamado “Red de Maestros
Escritores”, el que está destinado a maestros, coordinadores y directores que deseen escribir y
dar a conocer sus experiencias pedagógicas.
9
En función de la evaluación realizada por los docentes en 2008, en la que manifestaban que el esquema de
capacitación restaba un tiempo significativo al trabajo en pareja pedagógica, se reorganizó la capacitación
modificándose la frecuencia de los encuentros de PEC en espacios bimestrales (GCABA, 2008b).
15
Cabe aclarar que en relación con la apropiación de los docentes del enfoque conceptual, el
proyecto cuenta no sólo con un amplio esquema de capacitación hasta aquí descripto sino
también con una serie de documentos que pretenden encuadrar teóricamente a los docentes
en el enfoque, entre los que pueden mencionarse: “Algunas pautas para la iniciación en la
Lectura y la Escritura en una tendencia socioconstructivista” (GCABA. Ministerio de Educación.
Programa ZAP. Proyecto M+M: “Algunas pautas para la iniciación de la Lectura y la Escritura
en una tendencia socio constructiva”,s/f-a) y “Prácticas apropiadas para el desarrollo de la
alfabetización de los niños pequeños” (GCABA, s/f-b).
• Acompañamiento institucional:10
Está dirigido a los supervisores de primaria de los distritos que participan del proyecto, y tiene
como objetivo reflexionar sobre el papel de la supervisión y de los equipos de conducción para
facilitar las condiciones institucionales de inclusión socio/educativa. Consiste en un encuentro
mensual de 4 hs. de duración que se desarrolla los primeros martes de cada mes, de abril a
noviembre. A través de los supervisores, M+M pretende llegar a la totalidad de los equipos
directivos de las escuelas involucradas. Asimismo, el equipo de Problemáticas Educativas
Contemporáneas recibe las demandas de los docentes, coordinadores de ciclo y directores que
requieran apoyo ante posibles obstáculos que se presenten en la implementación de proyecto
en las escuelas.
- se destaca la posibilidad de contar con asistencia técnica en las escuelas (e incluso al interior
de las aulas) y “la sensación de trabajar cuerpo a cuerpo con las capacitadoras para mejorar el
trabajo en el aula” (GCBA, 2005b: 4),
10 Actualmente se está evaluando la posibilidad de que el trabajo con supervisores y directores pase a ser
organizado desde la Coordinación de Inclusión en ZAP, dado que M+M es sólo uno de los componentes que la
integran.
16
- se valora la experiencia de realización de un trabajo más colectivo -en algunas instituciones-
entre los docentes de primer ciclo y el MZAP, lo cual permitiría problematizar la enseñanza de
la lectura y escritura más allá de la alfabetización inicial,
- específicamente, en lo que respecta a los Laboratorios Distritales, son apreciados como una
enriquecedora experiencia de intercambio entre docentes en tanto ofrecen un espacio
compartido donde evaluar los avances de los alumnos y desarrollar planificaciones acordes a
sus necesidades.
Respecto de los efectos del dispositivo descripto, en la evaluación citada se concluye que el
Proyecto Maestro + Maestro “ha logrado impactar en aspectos profundos de la problemática
focal que le dio origen (…)” (2005 a: 105). En dicho estudio se interpreta que esta compleja
estrategia de capacitación tiene un lugar preponderante en las condiciones del “éxito” escolar
en tanto ha contribuido a modificar las representaciones y prácticas docentes. Si bien la
repitencia es un problema que subsiste, por múltiples razones que sería imposible reducir a lo
estrictamente escolar y que serán abordadas más adelante, el dispositivo de capacitación
habría sido eficaz en términos de contribuir a la revisión de las concepciones y prácticas
docentes, ayudando de este modo a construir mejores condiciones de aprendizaje para los
niños.
El segundo maestro asume un rol en la escuela que supera lo estipulado en el propio diseño de
sus funciones. Su importancia radica no solamente en permitir la continuidad del trabajo
pedagógico cuando el maestro de grado deja el aula para asistir a las instancias de
capacitación sino también en ayudar a mejorar las oportunidades de trabajo con los alumnos.
En especial en aquellos grados numerosos, se señala que el trabajo del MZAP mejora las
condiciones para el desarrollo de estrategias pedagógicas en lectura y escritura que requieren
de una fuerte presencia del docente en el proceso de producción. Asimismo, una de las
escuelas en las que se realizó este estudio permitió conocer que la presencia del MZAP
también enriqueció el desempeño del Maestro Recuperador o de Apoyo, quienes recibieron
orientaciones para el trabajo en los primeros grados. Si bien esta no es la situación más
generalizada, da cuenta de una posible articulación que debería explorarse y potenciarse.
Aunque la apropiación del proyecto en las aulas es heterogénea –en tanto coexisten prácticas
de enseñanza novedosas con otras más convencionales– se advierte en líneas generales una
ruptura respecto del modo tradicional de enseñanza de la lectura y la escritura. El proyecto
pone al alcance de los alumnos materiales de lectura variados y genuinos. Los docentes se
17
muestran preocupados por propiciar situaciones de lectura y escritura con sentido para los
alumnos, poniendo especial énfasis en la necesidad de que los niños puedan pensar y decidir
acerca de qué escribir más que en el modo de expresión. En el mismo sentido, la lectura
mediatizada es una práctica ampliamente sostenida en las aulas en donde el proyecto se
encuentra presente, contribuyendo a que los alumnos puedan acceder a los textos incluso
cuando todavía no están en condiciones de leer por sí mismos.
Si tenemos en cuenta, entonces, que M+M cuenta con recursos que permitirían trabajar sobre
este problema y lograr que el proyecto trascienda el alcance de la denominada “pareja
pedagógica” entre el maestro de primer grado y el MZAP, sería preciso estudiar las razones por
las cuales el proyecto no estaría logrando involucrar el trabajo del ciclo en general de la
manera esperada. Al respecto, es preciso señalar que resulta en alguna medida lógico o
esperable que la repercusión sea más fuerte en 1º grado, dado que el MZAP está abocado
principalmente a trabajar de modo conjunto con el MG de dicho grado11. Sin embargo, el
señalamiento acerca de la desarticulación entre el trabajo que se da en 1º grado y en el resto
del ciclo constituye una advertencia importante a tener en cuenta, en especial si se considera
que el proyecto se plantea la modificación de prácticas de enseñanza en un campo como la
lectoescritura, en el que el aprendizaje a lograr por los niños se considera una adquisición (o
conquista) gradual y progresiva que se produce durante todo el primer ciclo y no sólo
circunscripta al primer grado de la escolaridad.
11
Sería interesante indagar las razones por las cuales la presencia del MZAP en secciones de segundo y tercer
grado se da sólo en un número acotado de casos y, de manera más general, conocer las políticas de otorgamiento
de los recursos de M+M en función de las demandas.
18
Las mencionadas dificultades para generar un trabajo coherente e integral a nivel del ciclo abre
una serie de preguntas para orientar el trabajo de campo en tanto es allí donde se podría
construir información acerca de los desafíos de los coordinadores de ciclo para armar equipos
de trabajo con los docentes del nivel. En otros términos, consideramos especialmente relevante
a los fines de aportar nuevo conocimiento en torno al proyecto de M+M indagar el sentido que
adquieren para los miembros de conducción las distintas instancias de formación y
acompañamiento generados por el mismo.
Si bien en el origen del proyecto se encuentra una preocupación genuina por los altos niveles
de repitencia observados en primer grado, la evaluación realizada a siete años de la creación
de M+M señala que aún en ese momento no se observaba un descenso significativo en el valor
del indicador. No obstante, subraya que era posible advertir “transformaciones sustantivas en
las condiciones de producción de dicha repitencia” (GCBA, 2005a: 7). Con ellas se alude al
potente dispositivo de capacitación instalado por el proyecto para la mejora en la enseñanza de
la lectoescritura y a la configuración de un trabajo basado fuertemente en la cooperación tanto
entre el MG y el MZAP, como también entre los alumnos. Cabe señalar que, como respuesta a
estas conclusiones, el equipo responsable del proyecto M+ M elaboró un documento que
pretende constituirse en una devolución del resultado del análisis mencionado, detallando los
aspectos en los que coincide y fundamentando algunos disensos o desacuerdos. Además de
compartir la apreciación acerca de la mejora de las condiciones de enseñanza y sus
potenciales resultados en la reducción de la repitencia, el equipo de M+M resalta la
complejidad del fenómeno y lo atribuye a múltiples razones: el ingreso tardío de los niños, el
alto nivel de ausentismo de los alumnos debido a las complejas situaciones de vida que
atraviesan ellos y sus familias, y el hecho de tratarse de niños que han repetido en otras
escuelas y se inscriben posteriormente en instituciones que participan del proyecto. En
asociación con esta última causa, incidirían fenómenos como “las derivaciones encubiertas,
cuando se aconseja a los padres que inscriban en escuelas del proyecto a los niños con
dificultades, ya sea porque ellas tienen ‘boletín abierto’ o porque ‘saben trabajar con repitentes’”
(GCABA, 2005b: 3).
Ante este debate coincidimos en que la evaluación de las transformaciones que ha producido
M+M debería considerarse tanto sus efectos concretos sobre los niveles de repitencia así como
también ponderar su impacto en términos de la generación de mejores condiciones para los
aprendizajes. En otras palabras, si bien los índices de repitencia pueden no haberse reducido
según lo esperado, sería posible pensar que se produjo una mejora en las competencias
lingüísticas construidas por los alumnos a largo plazo, como respuesta al cambio de prácticas
pedagógicas en el marco del proyecto. Esto implica transformaciones tanto desde el punto de
vista del objeto a enseñar, como en la evaluación del proceso de aprendizaje y en la
concepción sobre el sujeto que aprende.
19
Formuladas estas advertencias, la primera información que surge de los datos estadísticos
actuales es que la repitencia en las escuelas con M+M alcanza el 8,9% (un total de 590
estudiantes), lo que constituye un valor algo mayor en relación con el nivel de repitencia
promedio de la CABA para 1º grado (6,9%). Sin embargo, si se observa la distribución por
distrito, se advierte que el valor total de 8,9% para las escuelas con M+M es el resultado de
una diversidad de situaciones:
y Los DE con mayor repitencia en 1º grado son el 9 y el 14, ambos presentan valores
muy por encima de la media (21,4% y 35,2% respectivamente).
y Un segundo conjunto de distritos (los DE 3, 4, 6, 10, 15 y 18) exhibe valores que
oscilan entre el 10% y el 17%.
y Un tercer agrupamiento (conformado por los DE 5, 7, 11, 19 y 20) se encuentra
cercano al promedio de escuelas con M+M.
y Por último, se encuentran los DE 1, 8, 12, 13 y 21, que presentan valores de
repitencia en 1º grado menores a la media (en el caso del DE 1 y 8, con tasas
significativamente inferiores a dicho promedio).
En el cuadro siguiente pueden apreciarse los valores de repitencia en 1º grado para el conjunto
de escuelas con M+M, y su distribución en relación con los 18 distritos en los que el proyecto
se encuentra presente.
20
Matrícula y repitencia en 1º grado en escuelas con M+M según Distritos Escolares. 2008
Fuente: Elaboración propia con datos del relevamiento de Matrícula Inicial 2008.
Esto significa que más de la cuarta parte de la repitencia que se registra en 1º grado en las
escuelas donde funciona el proyecto M+M se explica por el ingreso de niños procedentes de
otros establecimientos. Nuevamente, esta distribución no es homogénea sino que emerge
como resultado de situaciones diversas en cada distrito. Observando el cuadro anterior puede
leerse que:
21
De modo complementario, la lectura en clave comparativa de la repitencia en las escuelas con
M+M de cada distrito y el promedio distrital de repitencia permite extraer otras conclusiones. La
información contenida en el cuadro siguiente evidencia que:
Distribución de escuelas, secciones y alumnos bajo Proyecto M+M según Distritos Escolares. Repitencia
distrital en 1º grado para escuelas bajo proyecto y total escuelas estatales.
Total Escuelas
Escuelas con Maestro + Maestro
Estatales
DE
Secciones Alumnos Repitencia Repitencia
Escuelas
1º grado 1º grado 1º grado 1º grado
Fuente: Elaboración propia con datos del relevamiento de Matrícula Inicial 2008.
Estos datos estarían revelando una segmentación al interior de los distritos que merece ser
explorada a futuro con mayor profundidad. No obstante, sostenemos, tal como fuera expresado
anteriormente, que es posible relativizar la vinculación entre estas altas tasas de repitencia y la
“eficacia” del proyecto. En este sentido, podría suponerse la existencia de diversos factores
previos a la incorporación misma del proyecto en estas escuelas (o relativamente
independientes), tales como los criterios establecidos para determinar la repitencia en cada
distrito, los cambios en la composición social histórica de la matrícula que asiste a estas
escuelas y la cultura institucional de las mismas.
22
A modo de síntesis de la información presentada hasta el momento, es preciso señalar una
serie de aspectos que permiten delinear la situación actual en términos de repitencia y en 1º
grado y a su vez contextualizar los resultados en el marco de las acciones del proyecto M+M.
En primer lugar surge claramente que la cifra total de repitencia en primer grado de las
escuelas que cuentan con M+M es relativamente baja (8,9%), aunque algo superior al
promedio jurisdiccional para el mismo grado (6,9%). Sin que esto implique minimizar el
problema, la comparación tiene por objeto contextualizar la tasa de repitencia de estas
escuelas que, como señalamos, no se encuentra muy lejos de la verificada en la jurisdicción en
su conjunto. No obstante, la comprensión profunda de esta mayor repitencia en las escuelas
bajo proyecto requiere contemplar, por un lado, las razones y los criterios que llevan a un
equipo docente a decidir la repitencia de un niño en primer grado, dado que desde la propia
definición conceptual del proyecto se concibe que el aprendizaje de la alfabetización inicial es
un proceso que puede llevar más que un ciclo lectivo. En esta dirección, sería necesario
estudiar de qué manera se combinan lineamientos propios del proyecto con estrategias
institucionales y de los propios docentes a la hora de definir la promoción o no de un alumno de
acuerdo con los aprendizajes que ha podido demostrar. Por otro lado, es necesario pensar las
razones por las cuales, pese a la variedad de dispositivos que genera el proyecto M+M para
mejorar la enseñanza de la lectoescritura, el fenómeno de la repitencia subsiste en estas
escuelas. En tal sentido, la información presentada permite separar analíticamente, dentro del
problema de la repitencia, la magnitud que es más “propia” de las mismas escuelas bajo
proyecto, de aquella que es consecuencia del ingreso a primer grado de alumnos de otras
instituciones. Como anticipamos, este ejercicio de análisis supone considerar con mayor
justeza la “eficacia” de la intervención producida por las acciones del proyecto, dado que el
ingreso en estas escuelas de niños de primer grado que repitieron en otras instituciones podría
estar hablando de un reconocimiento por parte del entorno de que la existencia de M+M brinda
a la escuela en cuestión de recursos, herramientas y estrategias para generar condiciones de
enseñanza que les permita aprender a leer y a escribir a todos los niños de la escuela primaria
común. Es necesario advertir, no obstante, que dicho reconocimiento podría ocultar, a su vez,
la existencia de ciertos mecanismos encubiertos de selección de la matrícula y de expulsión de
aquellos niños que “fracasan”, los cuales serían reorientados hacia las escuelas con M+M.
Si bien escapa a los alcances del presente estudio, sería necesario preguntarse sobre la
existencia de políticas distritales y jurisdiccionales que tengan como propósito el logro de
escuelas inclusivas y, complementariamente, conocer las estrategias que despliegan las
escuelas que no se encuentran bajo la órbita del programa frente al problema de la repitencia
en 1º grado. En este sentido, sería preciso delimitar con mayor precisión cuáles son los
criterios pedagógicos que priman en el análisis de esta problemática, así como las posibles
líneas de continuidad y de contraste que se establecen respecto de M+M.
Asimismo, este análisis permite abrir una serie de interrogantes acerca de las posibilidades y
los límites que encuentran los proyectos de reforma o transformación educativa en el abordaje
de ciertos “núcleos duros” de la problemática que, en rigor, están fuertemente relacionados con
causas extraescolares, fundamentalmente sociales y económicas. En términos concretos, cabe
preguntarse en qué medida esa repitencia se debe a límites del propio proyecto (y necesidad
de mejorar los procesos que se dan en la escuela) y en qué medida se puede atribuir a las
difíciles condiciones materiales en las que vive una porción importante de los niños en la
Ciudad de Buenos Aires, condiciones que exceden largamente a la intervención escolar.
23
2.b. Grados de Nivelación
Antecedentes y normativa
El Proyecto Grados de Nivelación (GN) es creado por la Resolución 2429/03 con el objeto de
brindar “a la población excluida una alternativa de incorporación efectiva a la escolarización
común” (GCBA, 2003a: 1), considerando que las estadísticas disponibles para entonces daban
cuenta de la existencia de 2.245 niños en edad escolar primaria que no estaban escolarizados
en la Ciudad.
Los destinatarios del proyecto son “los niños y niñas entre 8 y 14 años cumplidos al 30 de junio
de cada ciclo lectivo que nunca asistieron a la escuela; que han dejado de asistir a ella por un
período mínimo de 2 (dos) años o que habiendo dejado de asistir por un período menor tengan
dos o más años de sobreedad de la esperada para el grado de escolaridad al que le
correspondería asistir por su edad, siendo consecuencia de lo establecido que bajo ninguna
circunstancia un alumno que cursa su escolaridad en la escuela común podrá ser incorporado
a un grado de nivelación” (GCBA, 2003a: 1).
De acuerdo con el diagnóstico realizado en aquel momento, estos niños, aun proviniendo de
trayectorias sociales y escolares heterogéneas, tenían en común el hecho de haber presentado
dificultades de inserción y/o permanencia en el sistema escolar que los colocaba en una
situación de desfasaje importante respecto de la edad teórica del grado al que hubieran debido
concurrir. Surge entonces la propuesta de incorporación de estos niños a la escolaridad común
a través de la creación de grados dependientes de la escuela primaria que actuaran como
“puente de acceso” a ella. Se esperaba de este modo abordar progresivamente el desfasaje,
promoviendo el ingreso de estos niños a alguna instancia de escolaridad común12.
Según la normativa, los dos primeros grados de nivelación se inauguraron en el año 2000 en
un establecimiento escolar del barrio de Mataderos (GCBA, 2003a) y albergaban a 21 niños,
entre los cuales 6 lograron promocionar al grado correspondiente. Unas de las principales
dificultades con las que se encontraron quienes llevaron a cabo la experiencia –y en
coincidencia justamente con una de las principales razones por las cuales se originó el
proyecto-, fue sostener la asistencia de los niños a la escuela. Ante esto se decidió crear un
grado fuera del edificio escolar, en un lugar que resultara de referencia habitual para los niños
12 Consultas realizadas indican que en un primer momento la nivelación se encaró a partir de la figura de un
maestro que brindaba clases de apoyo a algunos chicos con el objetivo de apuntalar un proceso de formación que
les permitiera presentarse a rendir en condición de “libres”. Dado que la estrategia no permitió cumplir con los
objetivos propuestos se abandonó a favor del dispositivo vigente.
24
que se quería convocar. Este objetivo se concretó en 2001 a partir de la creación de un grado
dependiente de la escuela en un Centro Comunitario. Paralelamente, el proyecto se expandió
al DE 19 (barrio Ramón Carrillo) donde se identificó la misma problemática y se creó un grado
en un Centro Educativo Comunitario.
Como se puede apreciar en el organigrama que figura al comienzo del presente informe,
actualmente el proyecto GN depende de la Coordinación de Inclusión Educativa en ZAP, que a
su vez forma parte de la Dirección de Inclusión. Las distintas redefiniciones que se sucedieron
en la estructura del Ministerio de Educación desde el dictado de la resolución que dio origen al
proyecto de GN hasta la actualidad no han dado lugar a la consecuente introducción de
cambios en la normativa que rige el proyecto, razón por la cual la resolución mencionada se
encuentra vigente pero desactualizada en tanto atribuye funciones a algunas áreas de la
administración que ya no existen. Los referentes consultados mencionan esta desactualización
como un problema, por lo que sería importante arribar a un nuevo marco normativo que
contemple y regule las distintas líneas de acción que efectivamente se están llevando a cabo
desde diversas áreas comprometidas con el desarrollo del proyecto.
Respecto de las características del dispositivo de trabajo institucional, entre las condiciones
para la conformación del GN la resolución establece que “este grado tiene como fin crear las
condiciones pedagógicas necesarias para reinsertar o insertar a los alumnos y alumnas en un
grado de la escolaridad común más cercano al que les corresponda por edad, en el menor
tiempo posible, y en un plazo no mayor a dos ciclos lectivos” (GCBA, 2003a). Se considera
que, una vez transcurrido ese tiempo, es responsabilidad de la DAEP asegurar el ingreso de
estos niños a las “instancias regulares del sistema” en el menor lapso posible13. Para facilitar
este pasaje, la normativa indica que la salida del GN debe acompañarse de un informe
fundamentado, elaborado por el docente a cargo y el directivo del establecimiento, donde
conste el grado al cual se insertaría y las recomendaciones a seguir para la garantizar la
permanencia del alumno/a.
Asimismo, la normativa establece que los GN deben estar conformados por un mínimo de 6 y
un máximo de 12 niños. Esta pauta es flexibilizada en función del espacio físico disponible en
la escuela y de las características de cada grupo (la complejidad de las problemáticas de los
niños que los integran lleva a que, en ocasiones, se aliente la posibilidad de trabajar con
grupos pequeños). Otro factor a tener en cuenta en cuanto al tamaño de los grupos es la
proporción de niños que están involucrados en procesos de integración. En este sentido,
algunos alumnos de los GN se encuentran involucrados en procesos de integración gradual o
progresiva a los grados comunes (asistiendo una parte de la jornada escolar al grado común y
otra parte al GN), por lo cual la cantidad de niños que efectivamente se halla trabajando en el
GN frecuentemente es menor que aquellos que formalmente constituyen su matrícula.
13 En ocasiones excepcionales este lineamiento se flexibiliza, teniendo en cuenta las características y necesidades
de los alumnos. Esto sucede, por ejemplo, cuando el proyecto recibe a niños que todavía no han sido alfabetizados y
se estima necesario que permanezcan un tiempo más prolongado en el GN.
14
La normativa contempla la creación de GN en locales extraescolares tales como dependencias del Gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires, Centros de Gestión y Participación, Hospitales y Centros de Salud, Iglesias y Templos,
25
condiciones edilicias para su funcionamiento. No obstante, plantea que el funcionamiento de
GN fuera de la escuela debe ser una situación transitoria, priorizando su incorporación en el
menor plazo posible a un edificio escolar cuyas condiciones edilicias sean adecuadas.
En cuanto al vínculo que se ha venido estableciendo en el interior de este proyecto entre las
organizaciones sociales y las instituciones escolares, los referentes consultados expresan la
complejidad de esta relación, en la medida en que pone en juego lógicas organizacionales y
formas de funcionamiento bien diferentes. Asimismo, señalan las ventajas y desventajas que
ofrece cada uno de estos ámbitos para el efectivo cumplimiento de los objetivos del proyecto.
Por un lado, como mencionamos, para la población no escolarizada las organizaciones
sociales se presentan como espacios más próximos a la vida cotidiana de estos niños, por lo
tanto ofrecen mejores condiciones para superar los distintos obstáculos que se presentan para
la inclusión educativa. Por otro lado, se reconoce que es preferible que los procesos de
integración se lleven a cabo en el ámbito escolar, siempre que las escuelas estén dispuestas a
flexibilizar algunas condiciones organizacionales y ser capaces de renunciar a los aspectos
más rígidos del formato institucional. Al respecto, la historia del proyecto muestra que en los
casos en los que la escuela no ha sido capaz de adaptar algunas de las características de sus
formas de organización y pautas institucionales a los requerimientos de los GN, o los grados
creados no pudieron cumplir con el objetivo de retener a los niños en la escuela y contribuir a
nivelarlos, se hizo necesario cerrar dichos grados o cambiarlos de escuela; situación que –cabe
aclarar- se ha dado en muy pocas ocasiones.
También en relación con el espacio de inserción de los GN, los interlocutores dan cuenta de
algunos obstáculos registrados en el devenir del proyecto. Uno de ellos se relaciona con las
reticencias que se han presentado en algunas escuelas para asumir como propio al GN que
funciona fuera del establecimiento. Otro problema, que ya fue sugerido en el párrafo anterior,
se vincula con las dificultades de algunas escuelas para flexibilizar ciertas pautas
institucionales en virtud de facilitar la integración escolar de estos niños.
Comedores Comunitarios, Asociaciones Vecinales y de Fomento; etc. Las condiciones edilicias para su creación son:
contar con un espacio cerrado, iluminado y ventilado, con luz, calefacción y con suficiente espacio para contener a la
mayor cantidad de niños que considere el programa. También se requiere de un espacio abierto destinado para los
momentos de recreación, sanitarios equipados y con seguridad suficiente para preservar la integridad física de los
niños y docentes y resguardar los materiales educativos.
15 Para el funcionamiento de estos grados se mantenían algunas pautas y normas similares a las que establece la
escuela habitualmente: por ejemplo, tenían la misma carga horaria y concurrían con guardapolvos.
16 Cabe aclarar que actualmente la coordinación no depende de la DAEP -como establece la resolución- sino que su
dependencia directa es la Dirección de Inclusión.
26
colaborar en la determinación de la posibilidad y las condiciones de incorporación de los
alumnos del GN al grado común e identificar las necesidades materiales para los
grados.
Por su parte, es tarea de los supervisores observar el trabajo de las instituciones y de los GN,
colaborar en la reinserción de estos alumnos a la escolaridad común por medio de la
tramitación de vacantes y la determinación de la oportunidad de pasaje, participar en el
proceso de seguimiento de los niños que asisten al grado común y promover el proyecto entre
las escuelas del distrito, ampliando la base institucional para la reinserción escolar.
En cuanto a la asignación de docentes para cubrir cargos en los GN se realiza a través de dos
procedimientos diferentes, ya sea que la vacancia del cargo se produzca al comienzo del ciclo
lectivo o avanzado el mismo (por suplencias o falta de cobertura). Cuando la necesidad de
cobertura se da a principio de año se selecciona un docente titular de la escuela en que
funciona el GN o un docente del mismo Distrito Escolar que al prestar conformidad por su
afectación al proyecto será destacado en Comisión de Servicios. En estos casos, y
especialmente cuando se trata de docentes de la propia escuela donde funciona el GN, la
selección del maestro que se hace cargo del mismo es realizada por el equipo directivo de la
escuela junto con el supervisor escolar y la coordinación del proyecto. Además de pertenecer a
la escuela o DE, otros requisitos mencionados por la resolución son la disposición a incorporar
nuevas formas de trabajo, promover el progreso de los aprendizajes, acordar con el programa
27
definido centralmente y trabajar de manera conjunta con el equipo de asistentes técnicos, con
otros docentes de la escuela, otras escuelas, y las familias17. El segundo procedimiento, a
aplicar si la vacante se produce durante el ciclo lectivo o en el caso de que ningún maestro de
la escuela acepte trabajar en el GN, consiste en recurrir al orden de mérito de los listados para
interinatos y suplencias vigentes (GCBA: 2003a; anexo V)18.
En relación con las características de la matrícula de los GN se trata de niños que o nunca
fueron escolarizados o bien estuvieron durante un período fuera de la escuela tras haber
atravesado una situación de abandono debido fundamentalmente a causas de tipo social y
cultural más que escolares (migraciones, enfermedades prolongadas, situaciones familiares
complejas, etc.). Según los interlocutores consultados, en su mayor parte la situación de
desescolarización de estos niños no es atribuible a una experiencia previa de fracaso, y en este
sentido –sin negar la importancia de la vulneración del derecho a la educación que han sufrido-
no han sido objeto de “marcas estigmatizantes” en relación con su capacidad de aprender.
Otra característica de la matrícula es su gran movilidad, dado que presenta fuertes altibajos a
lo largo del ciclo lectivo. Estos altibajos se deben en principio a la propia lógica del proyecto
que permite el ingreso al GN de niños durante todo el año (cuando se detectan chicos no
escolarizados) y que promueve el egreso de los niños también en cualquier momento del año
(dado que si un alumno se encuentra preparado para integrarse en un grado común y existen
las condiciones necesarias para que este proceso se produzca, no hay razones para retenerlo
en el GN). En cuanto a otras causas de las oscilaciones de la matrícula, pueden mencionarse:
los movimientos migratorios, los cambios de residencia dentro de la propia jurisdicción, los
frecuentes traslados de los niños que viven en hogares de menores, etc. A modo de ilustración
podemos dar cuenta de dos casos que los referentes han caracterizado como paradigmáticos
en relación con las causas de la inestabilidad de la matrícula de los GN. Por un lado, algunas
de las familias migrantes de países limítrofes no pueden dar cuenta del nivel de escolarización
acreditado de los niños, por lo cual se los hace ingresar a un GN para en el corto plazo
promover su integración al grado común más indicado. Por otro lado, los niños que se integran
al GN muy cerca de la finalización del ciclo lectivo.
17 Al respecto, cabe aclarar que en el momento no existe ningún GN cubierto por un docente en Comisión de
Servicios y en líneas generales los cargos docentes rara vez se cubren a principio de año.
18
La supervisión escolar difunde la necesidad de cobertura del GN entre todos los maestros del DE que se
encuentren en el listado. En el acto público se pregunta a los presentes si están interesados en tomar el cargo,
quienes en caso de no estarlo siguen preservando su lugar en el listado (GCBA: 2003a; anexo V).
28
sur: los distritos 5, 19, 20 y 21 suman 11 de las 20 unidades educativas en donde Nivelación se
encuentra presente. Si se analiza la presencia del GN en términos de cantidad de secciones,
se advierte que en el año 2009 alcanzaron un total de 32. La focalización en la zona sur de la
ciudad resulta aún más marcada cuando se considera la distribución por secciones: dos de
cada tres funcionan en escuelas ubicadas en los DE de la zona sur antes mencionados.
DISTRITOS ESCOLARES
COBERTURA
1 3 4 5 6 9 11 13 14 19 20 21
Escuelas 20 1 2 1 3 1 1 1 1 1 3 2 3
Secciones 32 2 2 2 6 2 1 1 1 1 5 5 4
Alumnos 310 18 29 23 53 19 7 6 8 10 55 41 41
Fuente: Elaboración propia con datos aportados por la Coordinación del programa.
Asimismo, el proyecto GN trabaja con un total de 310 alumnos, lo cual arroja una media de más
de 9 alumnos por sección. En cuanto a la distribución geográfica, se advierte que el 61% de los
estudiantes asiste a secciones ubicadas en las escuelas del corredor sur, sumando entre éstas
un total de 190 alumnos. La zona este y sudeste de la ciudad (microcentro, Retiro, la Boca,
Barracas) es otro de los focos prioritarios de acción del proyecto. En los DE 1, 3 y 4 funcionan
seis secciones de Nivelación, ubicadas en cuatro escuelas que atienden a un total de 70
alumnos. Si se considera de manera conjunta la presencia de Nivelación en escuelas de la
zona sur y este de la ciudad, se advierte que el proyecto focaliza en ellas el 81% de las
secciones y el 84% del total de alumnos atendidos.
23%
Fuente: Elaboración propia con datos aportados por la Coordinación del programa.
Considerando la evolución del programa en los últimos años, puede observarse una proyección
creciente en relación con la cantidad de secciones así como también en el volumen de alumnos
atendidos. Considerando las 12 secciones con las que contaba el programa en el año 2005, la
cantidad actual (32) supone un aumento del 167%, a un ritmo medio de 5 secciones nuevas
por año.
40
29
32
30
27
Fuente: Elaboración propia con datos aportados por la Coordinación del programa.
400
362
300
316 310
265
200
141
100
0
2005 de Investigación
Fuente: Dirección 2006 2007 (Relevamiento
y Estadística 2008Anual). Excepto
2009 2009,
Alumnos
Fuente: Elaboración propia con datos aportados por la Coordinación del programa.
30
Como se mencionó anteriormente, el objetivo del proyecto GN es la escolarización de niños
que por diferentes razones es recomendable que no sean “directamente” incluidos en grados
comunes del nivel primario (abandonos reiterados, inicio tardío de la escolaridad, desajustes
producidos por la inmigración). Por este motivo puede resultar conveniente analizar la
distribución del fenómeno del abandono en el nivel primario en la Ciudad para advertir en qué
medida las acciones del programa se enfocan en aquellas zonas en donde el abandono es más
frecuente. Es necesario aclarar que la función del proyecto no es operar sobre las causas del
abandono ni prevenirlo para reducir su ocurrencia. No obstante, siendo el abandono reiterado
en el nivel primario una de las causas que produce el alejamiento de niños/as del sistema
educativo formal, es dable considerar que los DE donde el abandono se manifiesta con mayor
intensidad pueden ser zonas en donde GN encontraría parte de esos niños/as no
escolarizados.
CABA. Alumnos salidos sin pase en el nivel primario según zona. 2007
Del mismo modo, la población de niños entre 6 y 12 años que no se encuentra escolarizada es
otro de los indicadores que puede observarse para advertir la focalización del proyecto. La
información disponible al respecto proviene del Censo Nacional de Población y Vivienda del
año 2001 realizado por el INDEC. Como se mencionó anteriormente, la cantidad de niños en
edad de asistir al nivel primario (entre 6 y 12 años) que se encontraban por fuera del sistema
educativo en 2001 ascendía a 2.245. Este valor incluye a aquellos niños que nunca han
asistido a la escuela, así como también a los que, habiendo asistido alguna vez, se
encontraban por fuera del sistema educativo al momento del relevamiento. El cuadro siguiente
muestra la distribución de esta población no escolarizada en relación con los distritos
escolares.
31
Total CABA 212.473 1.383 862 2.245 100%
DE 7 11.580 35 26 61 2,7%
DE 8 9.424 33 11 44 2,0%
DE 9 15.707 61 26 87 3,9%
DE 10 14.777 52 16 68 3,0%
DE 11 8.098 42 19 61 2,7%
DE 12 8.065 42 12 54 2,4%
DE 14 7.690 36 14 50 2,2%
DE 15 7.912 25 15 40 1,8%
DE 16 6.703 29 11 40 1,8%
DE 17 9.011 35 19 54 2,4%
DE 18 7.898 40 22 62 2,8%
Si se atiende a la distribución territorial de esta población, se advierte que los distritos que
concentran mayor proporción de niños no escolarizados son nuevamente los del corredor sur
(5, 19 y 21), los del sector este de la ciudad (1, 2 y 3) y el DE 13. Si se consideran en conjunto,
estos 7 distritos concentraban algo más de la mitad de los niños no escolarizados (58%). Del
mismo modo que en el caso anterior, el foco de acción del proyecto GN coincide con aquellos
distritos en donde se concentra la población que, a pesar de estar en edad teórica de asistir al
nivel primario de estudios, se encuentra por fuera del sistema educativo.
Entre los objetivos que se propone para el GN, la resolución que reglamenta el proyecto
contempla la creación de estrategias pedagógicas que atiendan a la heterogeneidad de la
población, así como también el desarrollo de adaptaciones curriculares y propuestas didácticas
apropiadas para promover el aprendizaje de los niños. En este sentido, la normativa postula la
necesidad de: “favorecer la formación del sujeto escolar y a la construcción de la cultura
escolar, recuperando su confianza en su capacidad de lograr aprendizajes escolares, y
desarrollando habilidades que permitan la integración al grado acorde a su edad” (GCBA,
2003a: anexo I). También se considera objetivo del Proyecto GN el trabajo conjunto con las
familias, a los efectos de afianzar la inclusión de los niños en el sistema educativo formal, así
como con los referentes comunitarios de redes barriales y/o de organizaciones
gubernamentales.
Como se anticipó, el equipo de apoyo de los GN está compuesto por AT -que trabajan
directamente con los maestros a cargo de dichos grados y concurren a la escuela una vez por
32
semana- y capacitadores en Prácticas del Lenguaje y Matemática. El equipo de AT está
conformado por docentes con amplia experiencia en escuelas (elegidos por dar cuenta de una
trayectoria valiosa de compromiso con procesos de inclusión escolar) y profesionales formados
en diversas disciplinas relacionadas con el campo de la educación. A su vez, los capacitadores
poseen formación profesional específica en didáctica en las áreas mencionadas.
La capacitación de los docentes a cargo del GN comprende dos instancias. Por un lado, los
encuentros de capacitación mensual que se organizan dentro de la jornada laboral (los días en
los que el maestro del GN se ausenta para concurrir a la capacitación los niños trabajan en
cada uno de los grados comunes en los que está previsto que realicen su integración). Por otro
lado, el proceso de acompañamiento y trabajo conjunto con el AT, que es considerado como
una forma de capacitación en servicio, puesto que los orientan en la planificación de
estrategias de enseñanza y en el seguimiento del proceso formativo de los alumnos19.
La capacitación en el área de Prácticas del Lenguaje tuvo su origen en el año 2007 cuando se
contó con recursos para atender a la necesidad de apuntalar a los docentes en el desarrollo de
estrategias de enseñanza de lectura y escritura, brindándole herramientas para abordar la
problemática específica de la alfabetización en niños mayores. En el área de Matemática, las
actividades de capacitación se están iniciando en el presente año. Además, en lo que
concierne al trabajo de acompañamiento realizado por los AT los referentes han relevado
diversas experiencias dirigidas a atender la cuestión de la multiculturalidad y el plurilingüismo,
lo que resulta de gran importancia si se tiene en cuenta que parte de la población escolar es
migrante y no tiene como lengua materna el español. Asimismo, durante 2008 y 2009 el equipo
técnico-pedagógico del proyecto ha elaborado una serie de documentos de trabajo que
comprenden tanto instrumentos diseñados para las jornadas de capacitación como algunos
elaborados ad hoc para apoyar la tarea de los docentes, centrados en el área de Prácticas del
Lenguaje.20
Los GN funcionan como plurigrados en tanto se encuentran integrados por niños con diversas
trayectorias previas, que cuentan con saberes y competencias diferentes. En cuanto a las
estrategias de intervención, el proyecto no posee un programa estandarizado para cada grado
sino que cada docente a cargo de GN elabora, con el acompañamiento del AT y en base a los
lineamientos del DC, una estrategia pedagógica para el grupo en su totalidad, que se va
adecuando a los procesos y necesidades particulares de cada niño.
Esta estrategia pedagógica va acompañada de una serie de intervenciones más globales por
parte del proyecto que persiguen como propósito central garantizar la inclusión educativa y
evitar posibles situaciones futuras de abandono. Este carácter “preventivo” que asume el
proyecto se expresa en la importancia asignada simultáneamente a los aspectos formativos y a
la puesta en juego de una mirada atenta y cercana a la problemática de cada niño, ante la cual
se intenta dar una respuesta inmediata en la medida de las posibilidades del proyecto.
La integración a la escuela -reconocida como el propósito central de todas las acciones que se
realizan en el marco del proyecto- es inmediata y se da inicialmente de dos maneras: al
determinar que desde el comienzo los niños que asisten a los GN se involucren en la vida
institucional de la escuela y concurran a las denominadas materias curriculares (Plástica,
Música, Educación Física, Educación Tecnológica e Idiomas) en el grado común más
adecuado a su nivel de aprendizaje. En cambio, la integración al grado común es gradual y se
concreta a partir de la incorporación plena en el área en la que el niño se encuentra más sólido
y progresivamente se va ampliando el horario de concurrencia al grado común, hasta llegar a
permanecer toda la jornada escolar en el mismo. Se estima que este proceso puede llevar
entre 1 y 5 meses.
19 Asimismo, los AT trabajan junto con el MG común en las experiencias de integración concretas de los niños que
provienen de los GN.
20
La coordinación del proyecto prevé la producción de documentos para el área de Matemática.
33
En cuanto a las materias curriculares, como decíamos, prima el criterio de que los niños cursen
estas instancias en el grado común, en tanto se privilegia este espacio como el más apropiado
para concretar la integración. Por lo general, este criterio se pone en práctica dado que el
desfasaje de los niños en ciertos aprendizajes no afecta su posibilidad de incluirse
satisfactoriamente, por ejemplo, en proyectos de Plástica o Tecnología. Sin embargo, en
muchas escuelas algunos profesores curriculares desarrollan un proyecto particular para el GN
utilizando las horas de apoyo con las que cuentan. Esta estrategia se implementa, por ejemplo,
en el caso de la enseñanza de inglés, dado que la apropiación de esta segunda lengua puede
verse obstaculizada por el desfasaje en el nivel de aprendizaje del niño en Prácticas del
Lenguaje21.
La estrategia para favorecer el proceso de integración al grado común apunta a que los
alumnos dominen los conocimientos de ese grado particular, tal como son seleccionados y
enseñados por el MG. Teniendo en cuenta que el principal objetivo perseguido es la inserción o
reinserción de de los niños a la escolaridad común, se intenta que los alumnos puedan
aproximarse a las formas de trabajo que predominan en el grado en el que serán incorporados,
sin que esto implique necesariamente que desde el propio proyecto no puedan evaluarse
críticamente algunos aspectos de las estrategias pedagógicas y las prácticas de enseñanza
vigentes.
Una vez que se logró la integración del niño al grado común el equipo técnico-pedagógico del
proyecto debe efectuar un seguimiento de ese proceso durante el lapso de un año, tal como lo
indica la normativa. En algunas ocasiones, esta pauta se flexibiliza en función de las
necesidades de los alumnos que requieren que este proceso se prolongue por más tiempo.
Se contempla la posibilidad de que los niños regresen transitoriamente al GN (es decir, durante
algunas horas semanales hasta que se supera la dificultad), ya sea para afianzar el aprendizaje
de algún contenido específico, o bien cuando el MG lo solicita. Asimismo, en algunas escuelas
donde funciona simultáneamente el Proyecto de Aceleración y el de GN, puede sugerirse la
participación de los alumnos en ambas propuestas, potenciándose –de este modo- la
posibilidad de revertir la situación de desfasaje de edad22.
21
Los referentes mencionan que en estos casos se han realizado algunas adaptaciones curriculares para brindar a
niños de GN propuestas de enseñanza más adecuadas a su nivel de aprendizaje.
22 Según los referentes, la continuidad de la trayectoria escolar de niños que forman parte de los GN en grados de
Aceleración no es una situación frecuente debido a que se considera que este último proyecto propone un nivel de
exigencia elevado. Asimismo, para que un niño pase del proyecto GN a Aceleración, ambos proyectos deben
coexistir en la misma escuela, lo que no se da en todos los casos.
34
A modo de evaluación, y considerando que la resolución que dio origen al programa establecía
que -al igual que otras propuestas similares de redefinición de las trayectorias educativas de
los alumnos- el proyecto de GN no debería instalarse en forma permanente en el sistema
educativo, puede entenderse su continuidad y crecimiento -en términos de cantidad de
escuelas y alumnos involucrados- en virtud de la vigencia de la problemática que le dio origen.
Los referentes consultados dan cuenta de un conjunto variado de circunstancias que explican
las situaciones de abandono escolar o no escolarización de los niños que constituyen la
matrícula de los GN. Entre estas razones incluyen tanto causas extraescolares como
intraescolares, destacando como ya se mencionó que el proyecto define a lo pedagógico como
su área de intervención y centra su accionar específicamente en los procesos de inserción o
reinserción escolar. En virtud del “diagnóstico” realizado acerca de las causas que provocaron
el alejamiento de estos niños de la escuela, se estima que el dispositivo generado por el
proyecto ofrece condiciones para garantizar una integración satisfactoria en la escolaridad
común. A diferencia de otros proyectos que también funcionan bajo la órbita de la Dirección de
Inclusión, la población escolar de la que se ocupa el proyecto de GN no estaría marcada por la
experiencia del fracaso escolar, en el sentido de haber sido estigmatizados como alumnos que
no pueden aprender, sino -como dijimos- por situaciones de no escolarización o abandono. A
juicio de estos referentes, esto constituye una plataforma más promisoria en las posibilidades
de concreción de los objetivos fijados. No obstante, se advierte la complejidad de la tarea que
debe asumir el proyecto si se tiene en cuenta que la situación de estos niños puede resultar
paradójica: mientras que manifiestan un fuerte deseo de pertenecer a la institución escolar, a la
vez, la vulnerabilidad de sus condiciones de vida los coloca permanentemente en riesgo de
alejarse de la escuela.
En cuanto a la caracterización de la trayectoria escolar de los niños que participan en los GN,
los referentes consultados brindan algunos datos cuantitativos que permiten analizar lo que
ocurre al finalizar un ciclo lectivo:
Otro de los aspectos señalados por los referentes se relaciona con la tasa de pasaje del GN al
área de Educación Especial, que comparativamente es algo superior a la que se verifica entre
el grado común y dicha área. Una de las hipótesis que permitiría explicar esta diferencia se
relaciona con la resistencia de algunos padres a inscribir a sus hijos en escuelas dependientes
de la modalidad mencionada, a pesar de que desde el sistema se considere que constituye la
alternativa más adecuada. En muchos casos estos niños terminan abandonando la escuela,
debido a las dificultades que presentan en los aprendizajes y años después son inscriptos en
otras instituciones dentro de los GN. Una vez que en el proyecto se advierte la problemática, se
deriva a estos alumnos –a través de los mecanismos adecuados- a las instituciones de
Educación Especial más pertinentes en función de sus necesidades educativas. De allí que la
tasa de pasaje sea algo más elevada.
23 Los referentes señalan como dificultad las resistencias que suelen presentar las familias al momento de tramitar
la derivación de algunos niños de los GN a las escuelas dependientes del área de Educación Especial. En estos
casos, la estrategia pedagógica de los GN no es la más pertinente para atender a las problemáticas y necesidades
educativas particulares de niños que no están en condiciones de sostener los procesos de aprendizaje esperados en
la escuela común.
35
En el cumplimiento de los objetivos de inserción y reinserción escolar, una de las tareas
adicionales que se desarrolla en el marco del proyecto es la orientación que se brinda a los
niños que culminan su escolaridad primaria en los GN, en cuanto a las alternativas
institucionales posibles para la continuidad de sus estudios en el nivel medio. Los referentes
señalan que esta tarea se ve facilitada cuando la institución primaria en la que funciona el
proyecto de Nivelación se encuentra cercana a algún establecimiento de nivel secundario.
Por un lado, la constitución de los GN como plurigrado supone la dificultad de trabajar con
grupos sumamente heterogéneos en cuanto a los saberes y competencias de los niños, lo que
complejiza la elaboración de estrategias que combinen los ritmos de trabajo del grupo con los
de cada niño en particular. En el caso de alumnos cuya lengua materna no es el español, se
añade el desafío de arribar a un enfoque que contemple, además, la generación de situaciones
de comunicación en una diversidad de lenguas.
Por otro lado, dadas las experiencias de abandono escolar o exclusión educativa que traen los
niños que se incorporan al GN, se repara en la necesidad de afianzar aquellas acciones que
promuevan que los alumnos adquieran confianza en su capacidad de aprender y desarrollen
recursos y herramientas para participar de manera satisfactoria en la vida de una institución
como la escuela, de la que estuvieron ausentes durante algunos años o en la que se
incorporaron tardíamente. En estrecha relación con lo anterior, la concreción de los objetivos
del proyecto también supone la elaboración de una estrategia de trabajo conjunta con los MG
en función de problematizar las expectativas acerca de los alumnos y, más globalmente,
impulsar la revisión de los imaginarios vigentes en el sistema educativo, de manera de
favorecer la integración de niños con trayectorias escolares discontinuas en el marco de
condiciones sociales desfavorables.
Otra de las dificultades con las que se enfrenta el proyecto es la ausencia, en algunos casos,
de adultos responsables de los niños con los que se pueda discutir y fijar los lineamientos del
trabajo a realizar para la inserción. En este contexto, el “contrato pedagógico” (es decir, las
características y el encuadre de la relación pedagógica) debe establecerse con los propios
niños, lo que representa una limitación dado que el logro de la inclusión queda supeditado al
compromiso asumido por un menor de edad, que no está en condiciones de compensar el
respaldo que se requiere de un marco familiar.
36
El Programa de “Reorganización de las Trayectorias Escolares de los Alumnos con Sobreedad
en el Nivel Primario”, conocido como Programa de Aceleración (PA), comenzó a implementarse
en el año 2003. La Resolución Nº 489/03, que da lugar a su creación, señala que se trata de
una iniciativa política que busca dar respuesta a las problemáticas vinculadas con la situación
de sobreedad de los alumnos, partiendo de considerar como una condición particularmente
problemática la sobreedad de aquellos que cuentan con 2 o más años de edad que la teórica,
que sumaban 8.741 en el año 2001, y constituían el 6% del total de la matrícula del nivel
primario común del sector público de la Ciudad (GCBA, 2003b). A su vez, el análisis de la
matrícula realizado en el año 2000 revelaba que el 19,4% de los niños y niñas que cursaba la
primaria tenía por lo menos un año de sobreedad (Terigi, 2006).
En el transcurso del año 2002, y en consonancia con el carácter crítico de las estadísticas
recién mencionadas, desde la Dirección General de Planeamiento Educativo (DGPL) se había
impulsado –en coordinación con la Dirección de Currícula (DC) y la Dirección del Área de
Educación Primaria (DAEP)- la conformación de un equipo de trabajo para relevar y definir las
características de estos problemas que las estadísticas expresaban, de modo que fueran
significativos para los actores del sistema educativo de la Ciudad.24
Cabe añadir que este proceso de trabajo se desarrolló en el contexto de una reciente extensión
de la obligatoriedad escolar al Nivel Medio (Ley Nº 898/02). Es entonces cuando en las
reuniones con los supervisores escolares del Nivel Primario empieza a delimitarse como
preocupación recurrente la situación de los niños que se encontraban cursando los grados del
segundo ciclo y que por su sobreedad, eran derivados –con frecuencia- a los circuitos de
educación de adultos. Se advertía que estos alumnos se encontraban en una situación difícil
para ingresar al Nivel Medio Común, pues venían acumulando un desfasaje etario importante al
finalizar con 15 o más años el Nivel Primario e intentar ingresar al nivel siguiente con 16 años25
(GCABA, 2002a).
5) la nivelación mediante exámenes para los alumnos provenientes de otro país o provincia,
ubicando frecuentemente a los alumnos en un grado menor al teóricamente esperado (GCBA,
2002a).
Desde otro ángulo del análisis, una reconstrucción del “mapa curricular” del segundo ciclo
revelaba que las prácticas de la enseñanza mantenían una distancia significativa respecto de
24
Desde su creación hasta el cambio de gestión que se produce en el año 2008, el programa dependió de la DGPL,
pasando en ese momento a formar parte de la Dirección General de Inclusión Educativa del Ministerio de Educación
de la Ciudad.
25
Al respecto, en el documento de referencia se señala que si bien en algunos casos particulares el pasaje puede
resultar beneficioso, para la mayoría de los alumnos esta situación constituye un quiebre en su trayectoria escolar,
puesto que las escuelas primarias de adultos han sido diseñadas para una población distinta, integrada por jóvenes y
adultos trabajadores y -por ello- poseen una carga horaria un 50% menor que el Nivel Primario Común de Jornada
Simple, no incluyen el trabajo en áreas artísticas, de expresión ni deportivas, ni prevén recreos- (GCBA, 2002a).
37
los criterios establecidos en el pre-diseño curricular. Esto se visibilizaba, por ejemplo, en las
dificultades de los docentes para conceptualizar al ciclo como un proceso que apunta a
complejizar los temas que se enseñan, con la consiguiente tendencia a la reiteración de
contenidos en los distintos grados que lo componían (4º, 5º y 6º). Esto sucedía en un momento
en el que la gestión decidía dar impulso a diversas iniciativas orientadas a instalar en la
escuela el nuevo diseño curricular.
A partir de la premisa de que “todos los niños pueden aprender bajo determinadas condiciones
de enseñanza”, la reorganización de la trayectoria escolar se constituyó en la estrategia rectora
de una intervención política direccionada a garantizar el derecho a continuar los estudios en la
escuela secundaria. Dentro de este horizonte de sentido, la enseñanza se erigió como una
“puerta de entrada” de las acciones orientadas a intervenir sobre la problemática detectada, y
como un rasgo que marcaría la impronta distintiva de la intervención del equipo a cargo del PA.
Sin desconocer los distintos factores socioeducativos causantes de la problemática de los
alumnos, la acción del programa se circunscribió, deliberadamente, a una intervención
pedagógico-didáctica. No obstante, y sobre la marcha del proceso de implementación del
programa, se fueron incorporando otras líneas de acción, con el objeto de contemplar un
acompañamiento más integral de la trayectoria de los niños.26
En ese contexto, el diseño del PA impulsado por la entonces Secretaría de Educación reunió
un conjunto de propuestas para ofrecer alternativas pedagógicas, organizacionales e
institucionales de escolarización para los niños, niñas y adolescentes con sobreedad en el nivel
primario común, de modo de que aceleren su pasaje al grado que más se acerque al que
corresponde a su edad, garantizándoles el cumplimiento de los objetivos de la escuela primaria
común en el menor tiempo posible. Estas “propuestas de aceleración” debían comenzar a
desarrollarse a partir del ciclo lectivo 2003 en un conjunto de escuelas primarias de gestión
estatal de la Ciudad en las que la sobreedad se presentaba con singular envergadura (GCBA,
2002a).27
26
Por ejemplo, las cuestiones vinculadas con la conformación de la subjetividad fueron abordadas en el marco de
una estrategia que buscó apuntalar a los grupos de niños que se encontraban bajo programa. Asimismo, y
atendiendo a una estrategia de agrupamiento que “ponía juntos” a niños que venían siendo tipificados por su “mala
conducta”, debían considerarse distinto tipo de ayudas que permitieran arribar a “modos adecuados de abordar los
conflictos” en los nuevos grupos (GCBA, 2002a) Volveremos sobre este punto en el próximo apartado.
27
La propuesta se orientó, en un primer momento, a los alumnos con dos o más años de sobreedad en el cuarto
grado del nivel primario común, de modo de facilitar su pasaje a sexto grado al término del ciclo lectivo y su
38
En este marco se definieron dos propósitos que se consideraron asociados: garantizar a estos
niños el cumplimiento de los objetivos de la escuela primaria común y, al mismo tiempo,
asegurarles la adquisición de los saberes necesarios para el ingreso y permanencia en la
escuela secundaria. En estrecha articulación con estos propósitos, el programa debió elaborar
una propuesta pedagógica adecuada a la mayor edad de estos alumnos, esto es, “(…) más
ajustada a sus intereses, posibilidades y requerimientos, apoyada en las capacidades de los
chicos y en una serie de condiciones pedagógicas especialmente cuidadas, con la intención de
acelerar su pasaje al grado que más se acerque al que corresponde a su edad” (GCBA, 2002a:
2).
En este sentido, el plantear a la aceleración como una meta y no como una estrategia,
respondía a la idea de que la propuesta del PA no buscaba “hacer lo mismo pero más rápido”,
sino que se orientaba a que los alumnos pudieran progresar en su escolaridad a un ritmo más
rápido que el que caracteriza a su recorrido previo y que el esperable por el carácter graduado
de la escuela, a partir de la puesta en juego de un conjunto de recursos pedagógicos e
institucionales, que les permitieran aprender más y mejor. El “acelerar” estuvo vinculado, desde
el comienzo, con la idea de reorganizar la trayectoria de estos niños, de modo de quebrar un
posible “destino” de fracaso o abandono.
finalización de la escolaridad primaria en el siguiente, mediando una evaluación de sus progresos que mostrara que
habían alcanzado los aprendizajes esperados (GCBA, 2002a)
28
Es en este sentido que se consideraba que los grados de aceleración no deberían instalarse como permanentes
en el sistema educativo, puesto que se aspiraba a cumplir con la meta política de que la sobreedad sea revertida a
partir de otras respuestas del sistema educativo que, en el mediano plazo eviten la producción de tasas tan altas de
sobreedad (GCBA, 2002a).
39
de aceleración 6°+7° en el año 2004, de manera tal de cumplimentar cuatro años de
escolaridad en dos (GCBA, 2002a).
La organización de grupos de aceleración dentro del grado común se ha definido, en los inicios
del programa, como una alternativa de trabajo pedagógico en aquellas escuelas en las que el
número de alumnos con sobreedad o las condiciones edilicias no hacen factible la
conformación de una nueva sección de grado. De esta forma, coexisten dos grupos en una
misma sección: el grupo mayoritario que trabaja con el programa de estudios previsto para el
grado, y el grupo de aceleración –por definición, reducido- que trabaja con un programa de
estudios para 4°/5° combinando contenidos del programa común con contenidos que les
permitan acelerar la trayectoria escolar de manera tal de promover al 6º, una vez finalizado el
ciclo lectivo.
Cabe aclarar que los referentes consultados indican que, como producto de la evaluación de la
experiencia acumulada en estos años por el proyecto, a los criterios preexistentes para definir
la modalidad de aceleración que se adoptará en la escuela (grado o grupo) se han sumado
nuevos criterios, que se derivan no de las “limitaciones” (espacio escolar y cantidad de
alumnos) sino de las posibilidades que brinda el dispositivo en cuanto a su potencial para
generar las “mejores condiciones pedagógicas posibles” a los niños con sobreedad. En este
sentido, se toman en consideración otros aspectos tales como: la conveniencia o no de agrupar
a todos los niños que han tenido experiencias de fracaso escolar en un solo grado, los perfiles
profesionales del docente y del asistente técnico, y las condiciones institucionales para integrar
un grado de aceleración a la dinámica escolar. No obstante, la variable relacionada con la
matrícula sigue siendo decisiva, dado que ante un número importante de alumnos se impone la
estrategia de apertura de un grado, siempre que exista un espacio físico donde pueda
funcionar.
Por otra parte, los referentes explican que para los alumnos, el grupo es un plus en la
experiencia escolar –en tanto se les asigna un espacio y un tiempo de aprendizaje por fuera de
su grado-, mientras que los grados son parte de la escolaridad obligatoria de los niños, en tanto
en estos casos los grados de aceleración reemplazan al grado común.
Por otra parte, en el marco del Programa se ha creado la figura de los referentes. Se trata de
docentes que acompañan a los chicos que ya habiendo transitado por el programa –tanto en
40
grados como en grupos-, han aprobado el nivel primario y se encuentran cursando estudios en
el nivel medio. Esta modalidad surgió en 2005 con la primera cohorte de egresados del
programa (Pagano y Buitrón, 2009).
Los AT son docentes con experiencia en el nivel y licenciados en educación con formación
general en didáctica y con un cierto grado de especialización en algún área curricular
específica (Matemática, Prácticas del Lenguaje, Formación Ética y Ciudadana, etc.). Son
seleccionados directamente por la coordinación del PA. Cada uno tiene a su cargo un promedio
de dos escuelas y las diversas estrategias de intervención que se llevan a cabo en cada
institución escolar. Su tarea es articular los distintos aspectos involucrados en esta estrategia,
es decir, que su intervención abarca lo didáctico, lo institucional, lo grupal, el seguimiento
individual de los alumnos, entre otras tareas (Pagano y Buitrón, 2009).
Los AT acompañan la tarea de enseñanza de los maestros de aceleración (MA) entre una y
dos veces por semana, dependiendo de la cantidad de grados o grupos que cada uno tenga a
cargo. Tal como indica uno de los referentes entrevistados, este acompañamiento comprende
instancias de planificación conjunta, de co-coordinación de clases y de diversificación de
propuestas de enseñanza en los grados o grupos. En ocasiones, cuando realiza esta última
tarea, el MA trabaja en paralelo y de manera personalizada con algún niño en especial.
Eventualmente, los AT también trabajan con otros maestros de grado de la escuela MG y, en
algunos casos, desarrollan tareas de capacitación en aquellas áreas curriculares en las que
están especializados.
Las capacitaciones en las áreas se llevan a cabo a través de encuentros mensuales en alguna
sede del Ministerio de Educación. Una vez por semana, los AT participan de una instancia de
relatorías con los coordinadores, en las que brindan información sobre la marcha del proceso
pedagógico de los grupos o grados a su cargo, de modo de poder diseñar las estrategias de
seguimiento institucional de los grados o grupos, y de cada niño en particular. Asimismo, el
programa contempla instancias de trabajo con el equipo total, en donde se profundiza sobre
aquellos temas que en forma recurrente emergen en las relatorías (Pagano y Buitrón, 2009).
29 Asimismo, interviene directamente en algunos grados y grupos a partir de un trabajo con docentes y alumnos.
41
Como señala el informe recién citado, los maestros que están a cargo de los grados de
aceleración deben revistar carácter de titular. Pertenecen a la Planta Orgánico Funcional (POF)
de la escuela, en los casos en que la matrícula se reorganiza y una de las secciones ya
existentes es destinada para la apertura del grado de aceleración, y son designados en
comisión de servicio, cuando en la escuela se forma un grado nuevo. Los docentes son
elegidos por el equipo directivo de acuerdo con la pertinencia de su perfil para el cargo,
pudiendo aceptar o no participar de esta experiencia.30
La capacitación de los docentes es desarrollada por el equipo técnico del PA y comprende dos
instancias: la que organizan los AT cuando concurren a las escuelas para acompañar la
enseñanza de los maestros y la que se lleva a cabo mensualmente con todos los maestros
involucrados en los grados o grupos de aceleración.31 Tal como consigna uno de los
entrevistados, las cuestiones vinculadas con la didáctica son las que comandan estos espacios
de capacitación, si bien también se incluyen otros temas de corte más abarcativo pero que
resultan nodales para el funcionamiento del PA y que se relacionan con la problemática de la
inasistencia, los aspectos psicológicos que atraviesan al proceso de conformación de los
grupos de niños, el relevamiento de casos, el análisis de las evaluaciones, entre otros.
De la consulta a referentes surge que uno de los criterios que ha primado en la organización de
los encuentros mensuales con docentes parecería ser el de evitar otorgar un tiempo
significativo de la capacitación a los análisis de corte socio-educativo, pues –por la complejidad
que estos análisis introducen- se teme que redunden en un desplazamiento de la focalización
que deliberadamente el PA le viene dando a la temática de la enseñanza en el aula. Por ello,
las problemáticas que se derivan de la situación de desigualdad social suelen ser abordadas en
un plano más particular, en el marco de las instancias concretas de acompañamiento de las
trayectorias que los niños realizan en las escuelas.
Cabe destacar, por último, que los procesos de reorganización de las trayectorias de los niños
requieren un seguimiento sistemático de cada alumno, y conllevan una tarea de toma conjunta
de decisiones entre maestros, AT y coordinadores (Pagano y Buitrón, 2009). En este proceso,
es importante destacar que la Coordinación del PA va asumiendo diversas tareas que
involucran el contacto directo con los niños y con otros interlocutores de las escuelas, con el
propósito de fortalecer las distintas estrategias de trabajo que se vienen desarrollando y que
comprenden, por ejemplo, situaciones de entrevista con los niños, padres y maestros, o bien
coordinaciones de determinadas actividades grupales, entre otras.
30
Uno de los criterios que se fue instalando en el momento de la selección y asignación del cargo es el de que el
docente no tome su comisión de servicio en la escuela en donde reviste como titular, sino que sea asignado a otra
escuela, desde el supuesto de que esta estrategia permite que el docente se integre de manera más autónoma en el
programa, facilitando su “distanciamiento” respecto de ciertas inercias institucionales.
31
Uno de los referentes consultados señala que los directores suelen ser invitados a participar de las instancias de
capacitación y de otro tipo de reuniones de trabajo. Asimismo, en uno de los documentos relevados se alude a una
capacitación destinada a los bibliotecarios de las escuelas que integran el programa, que persigue el propósito de
interiorizarlos en los contenidos, enfoques y temas propuestos en el desarrollo de los documentos curriculares
propuestos para orientar la enseñanza y avanzar en el diseño de los modos posibles de inclusión en los proyectos
planificados (GCBA, 2002, b).
42
El trabajo pedagógico de los grados y grupos de aceleración comprende el desarrollo de
programas de estudios específicos que están basados, como ya se anticipó, en el Diseño
Curricular de Segundo Ciclo, así como en el marco general y los enfoques por área que
subyacen en este documento. En consonancia con la opción de política curricular de la
entonces Secretaría de Educación, el Diseño expresa una propuesta abierta, puesto que se
parte de la convicción de que “(…) su tarea consiste en proveer los fundamentos para el diseño
de la enseñanza dejando expresamente como tarea de la escuela y de los docentes la concreción
de aquellos fundamentos en programaciones didácticas” (GCBA, 2002a: 20). Se asume, de este
modo, que la consolidación de una propuesta curricular en cada institución educativa requiere de
un trabajo de mediano y largo plazo.
Como se indica en el documento recién citado, el PA parte del supuesto de que ciertos
aprendizajes -en especial los relacionados con la lectura y la escritura- tienen la capacidad de
potenciar otros de manera que permitan seguir aprendiendo. En ese sentido, y previendo las
dificultades específicas que muchos de estos alumnos pudieran presentar respecto de la
lectura y escritura, se contemplan los tiempos destinados al trabajo con textos y al desarrollo
de las actividades que involucran las prácticas del lenguaje en contextos de estudio,
entendiendo que “(…) el desempeño autónomo constituye parte de los objetivos que es
necesario alcanzar para que los chicos se desempeñen como lectores y como estudiantes”
(GCBA, 2002a: 14).
32
Al respecto se señala que si bien la selección de contenidos no puede evitarse, sí debe evitarse que la selección
conduzca a definiciones programáticas que vulneren los derechos educativos de unos grupos en relación a otros.
33
También asume la responsabilidad de producir definiciones para las otras áreas del currículo.
43
Esta programación se desarrolla en una serie de documentos didácticos –conocidos
habitualmente como “guiones didácticos”- que contienen las orientaciones concretas para que
los maestros puedan implementar los lineamientos del programa de estudios en el aula. La
intención de estos materiales es precisamente la de mostrar a los maestros un recorrido
didáctico posible para garantizar el acceso de los saberes seleccionados. Se contempla
entonces que los docentes introduzcan –en el marco de un trabajo conjunto con el AT-
modificaciones en el recorrido propuesto, ya sea ampliando los contenidos o bien diversificando
las propuestas de enseñanza a partir de las características e intereses del grupo, de su propia
experiencia y saberes profesionales, o bien de los rasgos salientes del proyecto de su escuela.
No obstante, todas estas modificaciones deben respetar, como condición básica, el abordaje
completo de los contenidos del programa, garantizando que todos accedan a los saberes
seleccionados.
Además de las diversificaciones posibles, el PA subraya las que son necesarias, las que se
relacionan con las adecuaciones a las diferencias individuales en los ritmos de aprendizaje de
los alumnos, en su posibilidad de aprovechar las propuestas de enseñanza y de profundización
e integración de conceptos. Es por ello que contempla que los maestros desarrollen una
variedad de propuestas (otros materiales, actividades de profundización o de revisión, etc.) a
las que pueda acudir cuando algún alumno lo necesite especialmente, coordinando la actividad
con los otros docentes de la escuela (el bibliotecario, el maestro de apoyo, el maestro de
recuperación) que participen de la atención educativa de su grado (CGBA, 2002a).
Entre las adecuaciones a cargo del maestro están las referidas a la extensión de la jornada
escolar. Tal como se afirma en el documento recién citado, el tiempo concreto de que podrá
disponerse ha sido una variable a la que se ha prestado mucha atención en la determinación
del programa de estudios y en la elaboración de los materiales para la enseñanza. El punto de
partida para el análisis de la cantidad de horas de clase disponibles ha sido la caja horaria de la
jornada simple, de modo de ajustar la propuesta a la modalidad de jornada que presenta menor
cantidad de horas a cargo del MG. Los maestros a cargo de grados de aceleración en escuelas
de jornada completa deben diseñar una programación adecuada al mayor tiempo de clase de
que disponen: como ayuda en esta tarea, los materiales para el docente incluyen actividades
que permiten profundizar los contenidos seleccionados si se cuenta con un mayor tiempo
disponible.
Para el caso de las áreas que están a cargo de los profesores curriculares se prevén diferentes
situaciones. En el área de Educación Física se sugiere que los alumnos compartan las clases
con los niños de los grados que más se asemejan a su edad, es decir con los sextos y
séptimos grados. En las otras áreas, la sección es asignada a los profesores curriculares que
tienen horas de apoyo disponibles.34 Se contempla la posibilidad de que estas decisiones se
definan en cada institución escolar siempre que se respete, como criterio básico, que la
intensificación de los aprendizajes no debe realizarse a expensas del tiempo de las materias
especiales, puesto que el programa “procura asegurar la formación multidimensional de los
alumnos y alumnas, para lo cual los aprendizajes estéticos, expresivos, motrices, etc., son
necesarios” (GCBA, 2002a: 23).
Como fuera señalado, una de las líneas de trabajo sobre la que se apoyan los procesos de
aceleración es la que se relaciona con la transformación del vínculo con el conocimiento y con
la conquista de una confianza que les permita a los niños reposicionarse respecto de sus
posibilidades de aprender. En este sentido, la propuesta pedagógica del PA toma una serie de
lineamientos que se constituyen en un objeto de trabajo específico con los MA. Algunos de
estos son:
- La importancia de que los niños tengan una temprana experiencia de éxito en el ciclo
lectivo a través de su participación en proyectos de aprendizaje que les planteen
34
Se trata de horas cátedra en las que los docentes no están a cargo de un grupo de niños.
44
desafíos que puedan resolver, de modo de fortalecer su confianza en sus capacidades
para aprender.
Las líneas de trabajo mencionadas apuntan a afianzar la idea de que el cambio en la relación
con el aprendizaje debe apuntalarse en una propuesta didáctica que promueva experiencias
variadas y aprendizajes complejos que, en oposición a la idea de simplificación o banalización
del contenido escolar, apele a la formulación de preguntas, el desarrollo de las capacidades
argumentativas y la búsqueda de información interesante y rigurosa (GCBA, 2002a).
- Equipamiento didáctico para uso común en el aula, que comprende recursos bibliográficos
diversos (obras literarias, atlas) que pueden ser provistos por la biblioteca escolar o por el PA
cuando ésta no disponga de ellos. Se contempla, como líneas de trabajo que le competen al
maestro, el establecimiento consensuado de pautas para el uso compartido de los recursos del
aula, así como la ampliación de su disponibilidad a partir del análisis del inventario de la
escuela y de los proyectos que los convocan, de modo de garantizar que los niños puedan
acceder a la variedad de recursos vigente.35
- Equipamiento didáctico de entrega individual a los alumnos, que se suministra cuando los
proyectos de enseñanza presentados en los materiales para el docente requieren que cada
estudiante cuente con un recurso determinado (por ejemplo, la calculadora en el caso de los
proyectos de Matemática; una agenda escolar para que organice sus actividades diarias;
cuadernillos y textos didácticos elaborados por los especialistas de la Dirección de Currícula,
las guías de trabajo, etc.).
35
Al respecto, se señala que en las últimas décadas se han multiplicado los recursos didácticos en las escuelas y
que los desarrollos de la didáctica y de la tecnología educativa no sólo han reformulado el formato de los libros de
texto para hacerlos más adecuados a los fines de la enseñanza, sino que también han generado marcos didácticos
que potencian el aprovechamiento de los recursos tradicionales. Por su parte, los desarrollos tecnológicos han
puesto al alcance de una actividad masiva como lo es la escolar, un equipamiento de cierta sofisticación que permite
aprovechar o generar nuevos recursos y dar lugar a otras aperturas didácticas.
45
Las distintas fuentes consultadas revelan que la construcción de “otra mirada sobre los chicos”
constituye una línea de acción que, junto con la programación curricular y la capacitación de los
docentes, representa un sostén insoslayable en la reorganización de la trayectoria escolar. Es
en este sentido que pueden delimitarse un conjunto de criterios pedagógicos que orientan la
conformación y definición de los grupos de niños sobre los que se focaliza la meta de la
aceleración.
Dado que se trata de grupos que reúnen a niños que han experimentado múltiples dificultades
en su trayectoria previa, entre ellas la repitencia múltiple, una de las imágenes que preocupan y
que se pretende evitar es la del “grado de repetidores” identificado con aquel en el que “los
chicos no pueden”, pues se trata de una estigmatización que impacta negativamente en el
modo en que la institución escolar trabaja con esos grupos, afectando la calidad de la
experiencia educativa que se ofrece a sus integrantes y a la posibilidad de revertir el vínculo de
los niños con el aprendizaje escolar. En este contexto, la pregunta por la construcción de una
mirada diferente sobre los alumnos ha sido un objeto de trabajo conjunto con los MA y los
directores e involucra diversas estratégicas de análisis crítico de los criterios que subyacen en
ciertas decisiones que cotidianamente se toman en las escuelas.36
La prioridad colocada en el propósito -y no en los rasgos de los sujetos sobre los que el
programa opera- permite poner el acento en la necesidad de redefinir las condiciones de
escolarización necesarias para que los niños logren aprender, a partir de experiencias que les
permitan recuperar la confianza en sus posibilidades y les abran caminos para aprendizajes
posteriores, como ya se dijo. Esta acción se respalda en la convicción de que: “(…) bajo
condiciones pedagógicas adecuadas a sus edades, posibilidades, intereses y condiciones,
todos los chicos pueden aprender los contenidos escolares y alcanzar los objetivos de
aprendizaje que plantea el curriculum. Se apoya, además, en la convicción del importante
efecto que tiene sobre el mejoramiento de la trayectoria escolar el quiebre del círculo del
fracaso, que hace que los chicos y las chicas con trayectorias difíciles o discontinuas se vean
enfrentados permanentemente con la imposibilidad de aprender en la escuela.” (GCBA, 2002a:
10).
Estas premisas no toman la dirección de desconocer las dificultades que pueden presentarse,
sino que se orientan a que los maestros sustenten su trabajo en una valoración positiva de las
posibilidades de los niños, asumiendo el compromiso de poner a disposición sus mejores
recursos pedagógicos al servicio del propósito principal de que estos niños aprendan. En
consecuencia con estas premisas, el programa proporciona algunas orientaciones destinadas a
que los docentes puedan:
a. Tomar conciencia acerca de las ventajas de trabajar con los alumnos “grandes”.
b. Arribar a un “contrato” de trabajo que parta del conocimiento de la situación particular de los
niños.
36
Por ejemplo, mediante el análisis de la composición de la matrícula, que permite preguntarse por el propio papel
de la escuela en la generación de la problemática de la sobreedad.
46
a. Tomar conciencia acerca de las ventajas de trabajar con los alumnos “grandes”: se trata de
que el docente pueda registrar y favorecer el desarrollo de las potencialidades cognoscitivas,
corporales y afectivas que los niños van desarrollando a medida que crecen, entre ellas las
posibilidades de abstracción, la consideración simultánea de un número creciente de factores
en el análisis de una situación o de un problema, el incremento del tiempo de atención, la
mayor destreza física, el despliegue de intereses nuevos, las posibilidades de descentración en
el establecimiento de relaciones cooperativas de aprendizaje, entre otras. Asimismo, se apunta
a que los maestros puedan valorar las capacidades cognoscitivas que muchos de estos niños
desarrollan a partir de las circunstancias particulares en las que se desenvuelven en la vida
diaria, ya sea porque han trabajado o trabajan, o porque han tenido o tienen responsabilidades
familiares. En este sentido, se recuperan aquellas investigaciones que muestran que en
contextos cotidianos de actividad se generan demandas cognitivas que los niños y niñas logran
responder, generando recursos cognoscitivos que deberían ser considerados en la experiencia
escolar (GCBA, 2002b).
b. Arribar a un “contrato” de trabajo que parta del conocimiento de la situación particular de los
niños: se trata de desarrollar una estrategia que permita sortear las dificultades que muchos de
estos niños tienen, por sus condiciones de vida, para sostener la asistencia continua en la
escuela y otras rutinas propias del aprendizaje escolar que requieren del apoyo de una figura
adulta. Se plantea entonces la necesidad de establecer compromisos con ellos y con los
adultos responsables, así como de intervenir y prever estrategias de reinserción que les
permitan retomar su proyecto de aprendizaje si los niños comienzan a ausentarse. El propósito
que se persigue es el de la formación de los niños como “escolares”, de modo de que puedan
desenvolverse en el contexto de actividad que se propone en los grados, con crecientes niveles
de autonomía. Es decir que la constitución de rutinas de trabajo escolar y personal debe ser
tomada como parte de la tarea de enseñanza, dentro de un horizonte constructivista que se
propone la formación de un sujeto cognoscente que se hace preguntas y que se plantea
hipótesis. Es también recontratar situaciones que interpelan al niño como un sujeto de
conocimiento, y que instala la pregunta acerca de “qué es aprender, cómo se aprende y qué se
espera de él en la escuela”.
Como sugiere uno de los documentos consultados, se trata de “lograr mayores niveles de
transparencia y explicitación de las características del nuevo contrato” (GCBA, 2002b: 15), de
modo de tal modo que los niños puedan tener claro qué se espera de ellos y en qué punto
están, es decir, cómo les está yendo en el proceso que están transitando. Es por eso que se
propone que se implementen distintos recursos (planillas, cuadros, instancias de devolución
orales, conversaciones que permitan arribar a nuevos compromisos) en vistas de que los niños
puedan tomar conciencia de sus avances y dificultades. Con el tiempo, esta tarea ha ido
involucrando a los distintos actores del equipo técnico del programa, incluso –como ya se
anticipó- a la propia Coordinación, que concurre a la escuela para hacer entrevistas a los niños
y a las familias, ya sea para hacer algún seguimiento en particular, o bien “recontratar una
situación inicial”. Tal como lo indica uno de los referentes entrevistados, este tipo de
intervención ha mantenido cierto punto de encuentro con la necesidad de garantizar una
continuidad institucional en el encuadre de trabajo propuesto a los niños.
Estas estrategias responden también a una prioridad que se ha ido asentando a lo largo del
tiempo –a partir de la revisión de la experiencia transitada y de la ponderación de la
complejidad de la adolescencia como etapa evolutiva- y que se relaciona con la necesidad que
los niños puedan ser consecuentes con los compromisos que establecen con los adultos, esto
es, que tomen conciencia de las responsabilidades que les competen, en vistas de que puedan
concretar con solidez la re-organización de su trayectoria escolar.
47
orientaciones destinadas a apuntalar la construcción de un vínculo (reuniones en el comienzo
del año, entrevistas particulares con algún miembro familiar, registro de los compromisos
asumidos, anticipación de algunas de las actividades previstas para el grado o grupo de
aceleración, etc.). Las fuentes consultadas revelan que estas estrategias de acercamiento y
búsqueda de compromisos con las familias han dado buenos resultados –que se expresan por
ejemplo en el mayor nivel de concurrencia, así como en las interlocuciones que se mantienen
con los referentes del programa-, si bien todavía es un desafío pendiente el lograr que estos
compromisos mantengan su continuidad en el conjunto de los casos.
No obstante, las distintas estrategias pedagógicas que se fueron delineando a lo largo del
proceso de implementación del PA parecen haber revelado un potencial para “traspasar” este
universo de intervención e instalar preguntas, desafíos e inquietudes hacia el conjunto de los
docentes de la institución escolar. Con especial énfasis se destacan las que han instalado las
propuestas pedagógico-didácticas del PA, que –a través de sus materiales específicos-
habilitaban la posibilidad de concretar en la práctica de la enseñanza las directrices
establecidas en el nuevo Diseño Curricular. En este sentido, uno de los referentes
entrevistados advierte que la valoración que los distintos maestros hacían de los documentos
diseñados por el programa -en lo que concierne a la concreción y a la progresión de los
contenidos del ciclo- fue develando la necesidad de contemplar otras políticas que pudieran
alcanzar a los maestros del ciclo del conjunto de las escuelas de la Ciudad.37
Desde otro plano del análisis, algunos entrevistados destacan que las estrategias específicas
de trabajo con distintos actores –directivos y supervisores especialmente- procuraron y
37
Fue entonces cuando la entonces Secretaría de Educación impulsó, a través del Plan Plurianual, un conjunto de
acciones de capacitación docente que involucró a todos los segundos ciclos de las escuelas de la Ciudad. En la
actualidad, se están promoviendo algunos intercambios entre los programas que se encuentran bajo la órbita de la
Coordinación de Inclusión Educativa, con el propósito de compartir el material pedagógico-didáctico que se elabora
desde las distintas líneas programáticas que comprende. Se menciona, como ejemplo, el armado de una plataforma
virtual de “materiales para el docente” en el DE 5. Si bien se trata de una experiencia de carácter incipiente, los
referentes consultados lo destacan como una línea de trabajo que se venía presentando como una asignatura
pendiente en materia de articulación institucional.
48
efectivamente lograron consolidar un vínculo de confianza que permitió avanzar en la
concreción de los compromisos asumidos en la implementación de las líneas de acción
involucradas. Es así como con el transcurso de la experiencia, la posición de relativa
resistencia de algunos actores fue virando hacia una actitud de demanda recurrente de la
intervención del PA en las escuelas que se encuentran bajo su órbita de supervisión. Por otra
parte, el impacto positivo de las acciones del programa puede también vislumbrarse en la
actitud de los alumnos que, ante la presencia del PA en su escuela, manifiestan su deseo de
permanecer en el mismo, o bien de recomendar la incorporación de algún compañero.
Por último, y en virtud del progresivo deterioro de las condiciones sociales de la vida cotidiana
de los niños que se encuentran bajo la órbita del PA, la Coordinación ha impulsado
recientemente algunas líneas de articulación con otras iniciativas programáticas con el
propósito de atenuar –a partir de un seguimiento de casos particularmente complejos- los
efectos negativos que las distintas situaciones de privación material y afectiva ejercen en sus
procesos de aprendizaje. Sin embargo, los referentes enfatizan las áreas de vacancia que se
vienen delimitando en la materia, especialmente ante la emergencia de casos que requieren de
un abordaje multidisciplinar que conllevaría la puesta en juego de intervenciones y recursos por
parte de las distintas áreas de gobierno38.
Un análisis más detallado de la evolución del programa –siempre desde una perspectiva
cuantitativa– permite afirmar que la fuerte expansión registrada durante el período analizado no
se presenta de manera homogénea para las distintas modalidades de intervención. Como
puede observarse en el gráfico siguiente, la cantidad de grados de aceleración (línea punteada)
se ha mantenido relativamente estable entre 2003 y 2009. En cambio, los grupos de
aceleración han experimentado un crecimiento muy fuerte y sostenido desde los comienzos del
programa, impulsando un consecuente aumento de la matrícula atendida mediante esta
modalidad.
38
No obstante, se valoran algunas articulaciones que se están haciendo con otras iniciativas programáticas del área
de educación, por ejemplo, con “Club de Chicos” y “Orquesta ZAP”.
49
Evolución en la cantidad de escuelas, grados y grupos de aceleración. 2003 - 2009
30
28
22
20
19
16
14
15 15
14
10
4
0
Año 2003 Año 2005 Año 2009
Fuente: Elaboración propia con datos aportados por la Coordinación del programa.
Asimismo, los espacios de acompañamiento para los niños que se insertaron en grados
comunes también han visto engrosar sus filas. Esta modalidad –que comienza a funcionar en
2004– guarda estrecha relación con la evolución de los grupos de aceleración, ya que se
orienta al seguimiento y apoyo de los niños/as que, luego de haber atravesado la experiencia
de participar en un grupo de aceleración 4º/5º, se incorporaron nuevamente al 6º grado común.
Por lo tanto, la expansión de la matrícula en los grados de aceleración (línea punteada) de
alguna manera anticipa un comportamiento similar en la modalidad de acompañamiento.
200
184
184
146
150
142
111
100
78
50
19
39
0
Año 2003 Año 2005 Año 2009
Fuente: Elaboración propia con datos aportados por la Coordinación del programa.
50
aún respecto de la matrícula que creció en un 174% durante el mismo período, alcanzando
actualmente a un total de 441 estudiantes. No obstante, las distintas modalidades de
intervención del programa no han evolucionado de la misma forma: la cantidad de grados de
aceleración se ha mantenido estable mientras que la modalidad de grupos ha motorizado
claramente la expansión del PA –tanto en términos de cantidad de grupos como de matrícula
asignada a los mismos– impactando a su vez en el crecimiento de los espacios de
acompañamiento y en la cantidad de niños/as atendidos bajo esta modalidad.
Según los datos obtenidos por el Relevamiento Anual para el año 2003, la sobreedad para todo
el nivel primario alcanzaba 17,1% de la matrícula. Esta proporción indica la relación entre la
cantidad de alumnos que cuya edad resulta al menos un año mayor respecto de la edad teórica
correspondiente al grado que cursan, y el total de alumnos matriculados en el nivel primario. A
su vez, lo que se ha denominado anteriormente como sobreedad crítica se elevaba al 4,7%,
implicando en términos absolutos a un total de 7.069 estudiantes. El primer ciclo exhibía
valores más moderados de sobreedad crítica (2,8%), mientras que en el segundo ciclo este
indicador se elevaba a 6,2%. Como se mencionó anteriormente, estas tendencias son
esperables, dado que la sobreedad es un factor acumulativo y tiene más probabilidades de
intensificarse sobre el final de la trayectoria educativa del nivel. La población que constituía la
demanda potencial del PA –esto es los alumnos con sobreedad crítica en 4º grado– alcanzaba
un volumen de 1.025 estudiantes en el año 2003.
Al observar estos mismos indicadores para el año 2008 (última información disponible), se
advierte que la sobreedad para todo el nivel primario ha crecido en relación con el año 2003,
alcanzando al 17,9% de la matrícula del nivel. Por el contrario, la sobreedad crítica ha
descendido levemente a nivel global, ubicándose en 4,4%. Analizado en términos de matrícula,
el volumen de alumnos en esta condición alcanza un total de 6.487, es decir, 582 estudiantes
menos que en 2003. Los valores correspondientes al primer y segundo ciclo también han
evolucionado de manera similar, acumulando 2,5% y 5,9% de sobreedad crítica
respectivamente. La lectura conjunta de estas tendencias permiten afirmar que ha habido un
impacto positivo (aunque leve) sobre la reducción de la sobreedad crítica, lo cual ha tendido a
moderar la demanda potencial sobre el PA, mientras que ha aumentado –en valores relativos y
absolutos– el volumen de alumnos con al menos un año de sobreedad.
51
CABA. Evolución de la sobreedad en el nivel primario. 2003 – 2008
Alumnos con sobreedad crítica 7.069 1.835 3.971 6.487 1.579 3.732
Una mirada pormenorizada de la sobreedad crítica en el segundo ciclo –foco de atención del
PA– permite advertir que, para el año 2008, la misma presenta una distribución heterogénea en
relación con los distritos escolares. Aquellos que se ubican claramente por debajo del valor
promedio de la ciudad (5,9%) son los DE 16, 17 y 18 en el cuadrante Oeste de la CABA:
ninguno supera el 2,5% de sobreedad crítica, siempre considerando el segundo ciclo. Los DE 9
y 10, ubicados en la zona Norte de la ciudad también presentan valores reducidos (por debajo
del 4%). El DE 8, separado territorialmente de ambos bloques, se muestra cercano a los
anteriores, con un 3,5%. En cambio, los distritos que quedan notoriamente por encima de la
media pertenecen al corredor sur (DE 5 y 19) y a la zona este y sudeste de la ciudad (DE 3 y
4), como puede verse en el siguiente grafico.
Es importante señalar que los cuatro distritos con mayores niveles de sobreedad crítica forman
parte de ese “núcleo duro” que se destacó anteriormente, en referencia a aquellos distritos en
donde la permanencia de las acciones del PA es de más larga data. En este sentido, la
focalización del programa en las zonas de la ciudad en donde la sobreedad crítica en el
segundo ciclo del nivel primario es más acuciante se verifica según la información obtenida a
través de la Coordinación del PA y los datos relevados por el Departamento de Estadística.
52
Sobreedad crítica (%) en segundo ciclo del nivel primario según distrito escolar. 2008
DE 5 11,9%
Distritos con
DE 3 10,1% mayor % de
DE 19 10,0% sobreedad
crítica
DE 4 9,9%
DE 13 6,7%
DE 21 6,1%
DE 2 6,1%
DE 12 6,0%
CABA 5,9% Promedio CABA
DE 14 5,7%
DE 20 5,5%
DE 1 5,1%
DE 11 5,0%
DE 7 4,8%
DE 6 4,6%
DE 15 4,1%
DE 10 3,9%
DE 8 3,5%
Distritos con
DE 9 3,3%
menor % de
DE 18 2,5% sobreedad
crítica
DE 16 2,2%
DE 17 2,2%
53
2.d. El Área de Educación Especial en la Escuela Común
Para el cumplimiento de sus propósitos, la DEE atiende especialmente tres ejes de trabajo
(GCABA, 2009d):
A los fines del presente estudio omitiremos las acciones desarrolladas en el marco de la
política de integración a las escuelas comunes de niños con NEE que asisten a escuelas
dependientes de la DEE, para concentrarnos exclusivamente en el análisis de los dispositivos
institucionales y recursos que se destinan a la atención de los alumnos inscriptos en el nivel
primario común y que presentan dificultades en el aprendizaje o problemas de adaptación a la
escolaridad. Al respecto, la Disposición Nº 32/39 de la Dirección General de Gestión Estatal
señala esta línea de acción como uno de los propósitos centrales que se plantea esta
modalidad, consistente en “Orientar a las Escuelas de Nivel Primario o Inicial, cuando
reconozcan dificultades en los procesos de enseñanza con niños que manifiesten problemas
para la adaptación a la vida escolar” (GCBA, 2009e).
Para presentar un panorama exhaustivo del apoyo que la DEE realiza en las EPC se describirá
la estructura de intervención de esta modalidad, detallando las instituciones y los cargos
intervinientes. Esta distinción se realiza a fin de facilitar la comprensión de las instituciones y
los cargos involucrados, si bien obviamente están estrechamente relacionados entre sí.
La modalidad de Educación Especial cuenta con una estructura amplia que desempeña una
gran variedad de ejes de trabajo en los distintos niveles del sistema educativo de la Ciudad. Sin
embargo, dados los objetivos del presente estudio, aquí nos referiremos exclusivamente a las
54
acciones correspondientes al Nivel Primario39. Entonces, la estructura de la DEE dirigida
específicamente a los alumnos inscriptos en EPC se compone de las siguientes instituciones:
Escuelas de Recuperación (ER), Centros de Recursos Interdisciplinarios (CERIs), Centros
Educativos para Niños con Trastornos Emocionales Severos (CENTEs) y Gabinetes
Centrales40.
Según consultas a referentes, las ER fueron creadas a fines de la década del ´60. Actualmente,
la Ciudad cuenta con 16 instituciones, una en cada uno de los DE: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 8, 9, 10, 12,
14, 16, 17, 18, 20 y 21. En los cinco DE restantes (DE 7, 11, 13, 15 y 19) no existe oferta de ER
sino de Centros Educativos de Recursos Interdisciplinarios, institución cuyas características se
detallarán más adelante.
Con respecto a la matrícula de Educación Especial, las ER son escuelas graduadas que
reciben alumnos con NEE de entre 6 y 14 años de edad, quienes tienen idéntica obligatoriedad
de asistencia que los matriculados en escuelas comunes. No obstante, se contempla
flexibilidad en los casos que lo requieran de acuerdo con el dictamen de los profesionales
responsables del control y seguimiento pedagógico de los alumnos (GCBA, 2009d).
La intervención llevada a cabo desde la DEE para atender a los niños que desarrollan su
escolaridad en EPC pero que no aprenden según los cánones establecidos, es responsabilidad
de las ER, en tanto instituciones que tienen a su cargo a los docentes que se desempeñan en
las EPC. En función de nuestro trabajo, resulta importante señalar que se han producido
modificaciones significativas en cuanto a la modalidad de intervención en ese campo, lo que se
vincula con la necesidad de cumplir con el propósito de que los niños que necesitan un
acompañamiento particular sigan perteneciendo al grado de su escuela común. Inicialmente, la
forma de abordaje prevista fue la de la constitución del grado de recuperación. La estrategia
basada en la creación de “grados de recuperación” se empezó a implementar en el año 1987
en 50 escuelas y constituyó un avance, respecto de las instancias existentes hasta entonces,
dado que permitió que los niños siguieran desarrollando su escolaridad en una escuela común,
y no en una ER. No obstante, en el presente se pone el acento en sus límites, en tanto segrega
a los alumnos al espacio de la “Educación Especial”, por tratarse en algunos casos de grados
cerrados (GCABA, 2009f). Actualmente, tal como se verá en el apartado donde se describe las
funciones de los maestros de grado de recuperación, las intervenciones se han diversificado
con el propósito de interactuar más asiduamente con los maestros de primaria común,
intentando de este modo, no apartar a los niños de su grado de pertenencia.
39
Según el Estatuto del Docente del GCABA, el Área de Educación Especial cuenta con tres escalafones que
determinan los cargos y los grados jerárquicos existentes entre los mismos. El Escalafón A corresponde a los cargos
previstos para el funcionamiento de las Escuelas Domiciliarias y Hospitalarias. El Escalafón C corresponde a los
cargos propios de las Escuelas de Educación Especial. Y el Escalafón B, que nos interesa particularmente debido a
que corresponde con las funciones de la DEE que se indagan en el presente estudio, es el que contempla los cargos
existentes en las Escuelas de Recuperación, los Centros Educativos para Niños con Trastornos Emocionales
Severos y la Escuela de Discapacitados Motores. Cada uno de estos escalafones cuenta con su propio equipo de
supervisión.
40
Los referentes entrevistados aludieron, además, a la Escuela para Discapacitados Motores Nº 1, como parte de la
estructura de la DEE que se halla encuadrada en el Escalafón B. En la Ciudad funcionan dos escuelas de este tipo,
en las cuales son admitidos los niños con discapacidades motoras de edades comprendidas entre los 45 días y los
14 años, con idéntica obligatoriedad de asistencia que los alumnos que concurren a escuela primaria común. Los
docentes de las Escuelas para Discapacitados Motores pueden trabajar por niveles, grados, grupos, áreas y/o ciclos;
de acuerdo con las aptitudes, características y discapacidades motoras de los alumnos. Sin embargo, en el presente
análisis se omitirán estas instituciones debido a que se escapan de los objetivos propuestos por la investigación.
55
Tal como se anticipa en el párrafo anterior, las ER brindan apoyatura y orientación a los
docentes de escuelas comunes para la atención de los niños que presentan en su desempeño,
tanto cognitivo como social, cierta distancia en relación con los propósitos del Nivel Primario.
En cuanto a la atención de niños que concurren a EPC y requieren de la puesta en práctica de
otras estrategias, ocasionalmente la ER es marco para el desarrollo de proyectos de
enseñanza definidos en base al acuerdo entre supervisores de Primaria y de la DEE. En estos
casos, el niño concurre a contraturno a la ER correspondiente, donde realiza actividades que –
según indicaron referentes consultados- se diferencian de las propuestas de enseñanza
habituales en la escuela común tanto por su modalidad (por lo general, se trataría de talleres)
como por el hecho de no abordar de manera directa los contenidos curriculares del grado.
Si bien se han producido cambios en las formas de abordajes propias de las ER, algunos
referentes entrevistados continúan siendo críticos respecto de estas instituciones. Se considera
cuestionable el modelo intervención originario de estas escuelas, ya que aparta al niño de la
EPC. Se señala que, si bien fueron creadas para atender niños con NEE con la idea de
conducirlos nuevamente a la escuela común, este propósito nunca fue alcanzado
masivamente. Desde estas posiciones, la modalidad de trabajo propia de los CERIs
(instituciones de más reciente creación, que se describirán a continuación) se evalúa como
más apropiada, dado que prevé que en estos casos sean los maestros quienes vayan a
trabajar con los niños que presentan dificultades en la propia escuela, sin desarraigarlos de su
inserción institucional, del vínculo con el grupo de aprendizaje y con el maestro de grado.
Fueron creados en el año 1998, en aquellos distritos que no contaban con ER (DE 4º, 7º, 11º,
13º, 15º y 19º) como política tendiente a redireccionar la atención a la problemática de los niños
de la EPC que manifestaban un ritmo más lento de aprendizaje. Actualmente existen seis
centros que brindan asistencia educativa en los niveles Inicial y Primario; planteándose “el
objetivo de dar respuesta a las demandas de la escolaridad común frente a los fracasos y
dificultades, necesidades educativas especiales, que presenta un amplio sector de alumnos
que concurren a las escuelas comunes” (GCABA, 2009d).
Según lo expresado por referentes de esta modalidad, y tal como lo indica su nombre, estos
centros están constituidos por profesionales que tienen como función trabajar
complementariamente con los docentes de la EPC para generar condiciones tendientes a
garantizar el aprendizaje de todos los alumnos inscriptos en la escuela común. Por ello, a
diferencia de las ER, los CERIs no están organizados como escuela graduada, aunque al igual
que los docentes de las ER, los profesionales que trabajan en estos centros intervienen desde
una perspectiva psicoeducativa. Tal como se adelantó, la creación de los CERIs supuso –
según la palabra de referentes entrevistados para este estudio- un cambio de enfoque respecto
de la forma de funcionamiento de las ER. El dispositivo establece que sean los maestros
dependientes del CERI quienes vayan a las escuelas comunes a trabajar con el niño o con el
grupo, intentando así evitar que los alumnos se institucionalicen en una escuela de la
modalidad de Educación Especial.
Existen dos instituciones de este tipo en la Ciudad: el CENTES 1 (ubicado al sur de la Avenida
Rivadavia, en el barrio de Barracas) y CENTES 2 (ubicado al norte de Rivadavia, en el barrio
de Palermo) (web del Ministerio de Educación del GCABA). Los profesionales que se
desempeñan en estos centros, que reciben la denominación de Maestros Psicólogos
Orientadores (MPO), son docentes psicólogos o psicopedagogos que asisten a los alumnos
que están matriculados en dicha institución y se encuentran en proceso de integración en la
EPC. Cabe aclarar que, a diferencia de las ER y los CERIs, dadas las problemáticas a las que
se abocan los CERIs, teóricamente no se espera que todos los alumnos matriculados en estas
instituciones pasen a las escuelas primarias comunes.
56
Los MPO acompañan a niños que, luego de ser tratados en los CENTES por presentar
problemas en la constitución de su subjetividad, pasan a las EPC. Asimismo, trabajan
preventivamente con niños que asisten a escuelas comunes y pueden presentar trastornos
emocionales severos, aunque de menor gravedad relativa que aquellos que requieren su
institucionalización en los CENTES.
Según los referentes consultados, las EPC están más preparadas para abordar problemas de
aprendizaje que para trabajar con niños que manifiestan problemas emocionales severos.
Cuando en la escuela común aparecen casos de alumnos con esta problemática, toda la
institución se ve movilizada. Asimismo advierten que en los últimos tiempos este problema ha
ido creciendo, dado que son cada vez más frecuentes los casos de niños que manifiestan un
desajuste importante entre sus comportamientos y las conductas esperables para la
convivencia en el seno del grupo de aprendizaje, según las normas establecidas por la
institución escolar.
Gabinetes Centrales
Constituyen la instancia que realiza los diagnósticos previos que son considerados actualmente
imprescindibles para derivar a niños a las ER. Actúan en los casos en los cuales se evalúa que
el abordaje pedagógico-didáctico basado en un diagnóstico situacional es insuficiente, y luego
de que se hayan puesto en práctica otras estrategias previas (trabajo con la maestra
recuperadora, intervención del Equipo de Orientación Escolar, etc.). En esos casos, se solicita
la participación de esta instancia, que emite opinión acerca tanto de la necesidad de la
intervención como de la modalidad más adecuada para llevarla a cabo.
Distritos Escolares
Gabinete Central
correspondientes
GC de Zona I (Microcentro) 1º, 3º, 4º, 5º y 6º
Si bien al describir la estructura institucional con la que cuenta la DEE se han anticipado las
figuras a partir de las cuales esta Dirección interviene en EPC, se hace necesario aquí
sistematizar la información dando cuenta de los cargos existentes y describiendo las funciones
que desarrolla cada uno. Se trata de los Maestros de Grado de Recuperación (MGR), los
Maestros de Apoyo Psicológico (MAP), los Maestros Psicólogos Orientadores (MPO), y los
Maestros de Apoyo a la Integración (MAI)41.
41
Los MAI se ocupan de la integración de niños con NEE a las escuelas comunes. Debido a que este rol escapa de
los objetivos planteados por el presente nuestro estudio, que indaga sobre los recursos y dispositivos de la DEE para
el abordaje de las problemáticas de alumnos inscriptos en EPC, no ahondaremos en las características del
desempeño de estos maestros.
57
Maestro de Grado de Recuperación (MGR)
Este cargo está presente en casi todas las EPC (son aproximadamente 600 docentes en la
actualidad), dependiendo pedagógicamente de las ER o de los CERIs, aunque
administrativamente se encuentran incluidos en la Planta Orgánico Funcional (POF) de la
Dirección del Área de Educación Primaria. Para desempeñarse como MGR es preciso contar,
como requisitos iniciales de formación, con el título de MG de escuela común, y además el de
Psicólogo, Psicopedagogo o Licenciado en Ciencias de la Educación. Si bien el cargo
reconocido en el escalafón B en el Estatuto del Docente es el de “Maestro Recuperador”, con
esta figura se identifican tanto los Maestros de Apoyo Pedagógico (MA) como los Maestros de
Apoyo Psicológico (MAP), tal como detallaremos más adelante.
Las distintas estrategias de intervención que admite el trabajo del MGR se diferenciarían
principalmente en dos puntos: por un lado en la definición del ámbito de trabajo con el niño que
requiere la intervención (concretamente, si las estrategias didácticas se desarrollan en el grado
del que forma parte el niño o fuera de él); y por otro en el vínculo establecido entre el MGR y el
MG. Considerando estas definiciones básicas relativas a las estrategias, las formas de
intervención posibles dentro del cargo de MGR pueden describirse como:
Pareja pedagógica: Los alumnos permanecen todo el tiempo en su grado, lo que implica
un trabajo sistemático de acuerdos pedagógicos didácticos entre MG y MGR. Según el
documento citado (GCABA, 2009f) se trata de un modelo superador en tanto el niño se
encuentra totalmente integrado en la EPC, para lo cual es necesario el acuerdo de
enfoque y estrategias de enseñanza por parte de los docentes implicados.
58
Según referentes entrevistados, en rigor las modalidades de apoyo pedagógico y pareja
pedagógica estarían tendiendo a unificarse, debido a que los lineamientos vigentes plantean
que, al realizar su labor de apoyo pedagógico, resulta deseable que el MGR articule siempre su
trabajo con el MG. Al respecto, la modalidad de Educación Especial promueve que entre el
MGR (en sus diversas modalidades de intervención), el MG y la conducción de la escuela
articulen el trabajo en relación con aspectos tales como “la organización de las situaciones
didácticas; la diversificación de recursos, materiales y estrategias; el planteo de experiencias
significativas, planteadas para la participación de todos [y, en general] las tareas de maestros y
conducciones, revisando su propia acción y actuando como red de sostén de los acuerdos
preestablecidos” (GCABA, 2009f, p. 3).
Seleccionados por los supervisores de Escalafón B, los MAP forman parte de una estrategia
para la atención de niños que expresan problemáticas respecto a su subjetividad con
consecuencias en la escolaridad, aunque no necesariamente presenten compromisos
cognitivos o en el aprendizaje (si bien ambas cuestiones pueden estar vinculadas). El MAP es
una figura surgida recientemente -en el año 2005- como respuesta a la problemática de los
niños que presentan serias dificultades para adecuarse a las normas institucionales de
convivencia. Según un documento que detalla las características de este nuevo rol, el objetivo
es dar respuesta: “a la demanda de aquellas escuelas que, frente a las dificultades para la
inserción y/o inclusión de un alumno/a a la vida institucional, requieren del apoyo y
acompañamiento de un profesional para, de manera conjunta, fortalecer los lazos del alumno
con los docentes y sus pares” (GCABA, s/f-c, p. 1).
El documento mencionado da cuenta de las razones por las cuales los problemas de
adaptación e inserción de los alumnos se presentan con importancia creciente en las escuelas:
“creemos imprescindible ubicar estas dificultades en un contexto de época, que trastoca el
lugar de los adultos, debilita los lazos sociales y conmueve los modelos de autoridad y, por
supuesto, la figura del docente” (GCABA, s/f-c, p. 1). Ante esta realidad, los problemas de
adaptación de los alumnos son concebidos como “padecimientos”, “despliegues disruptivos”,
“sufrimiento psíquico”, “desbordes emocionales” y “manifestaciones de angustia” que dan
cuenta de la necesidad de contar con “docentes fortalecidos y sostenidos en su función”
(GCABA, s/f-c, p. 1).
En definitiva, el equipo de MAP realiza su trabajo en las escuelas partiendo de la idea de que
las escuelas se encuentran ante diversas formas de malestar y padecimientos subjetivos frente
a los cuales las modalidades de las que disponen para resolver conflictos resultan insuficientes.
Los problemas no pueden ser solamente remitidos a los alumnos (o, en su defecto, a las
familias de las que provienen) ni alcanza con tomarlos como mero síntoma institucional; por
ello las estrategias que se elaboran para darles respuesta deben contemplar ambas
dimensiones: la subjetiva y la institucional.
Asimismo, se parte del supuesto de que dichos problemas son transitorios hasta tanto la
escuela pueda modificar la mirada sobre el niño y adecuar las estrategias a las necesidades
del mismo. Por ello, la intervención del MAP tiene lugar primordialmente en el aula, dentro del
grupo, evitando en lo posible sacar al niño del grado. Tal como se señala en el documento
citado: “la intervención de un/a MAP resulta pertinente en aquellas situaciones en las que un
alumno/a –que concurre a una escuela de modalidad común y sin lugar a dudas pertenece a
esta modalidad- necesite contar con un profesional que, durante un tiempo y de manera
transitoria, lo ayude a encontrar otros modos de relacionarse con los adultos y con sus pares”
(GCABA, s/f-c, p. 3). Para ello se plantea la necesidad de establecer un trabajo
interdisciplinario en el que participen docentes, directivos, miembros del EOE, profesionales
43
Nótese que se trata de una figura diferente del Maestro de Apoyo Pedagógico (para el cual adoptamos la sigla
MA).
59
intervinientes (si los hubiere), evitando la superposición de intervenciones a través de un
trabajo conjunto y articulado basado en acuerdos previos.
Entre los aspectos positivos se señala que, por su formación y su lugar en el aula, el MAP tiene
la capacidad de leer adecuadamente el problema que expresa el alumno (en otras palabras
“ver cosas que el MG no ve”) e intervenir para construir o reestablecer los lazos del alumno con
el docente y con el grupo, haciendo posible las condiciones para el aprendizaje. En cuanto a
las limitaciones, se menciona que el abordaje de los MAP es exclusivamente psicológico
(concretamente, psicoanalítico) y que no abordan lo pedagógico ni realizan adecuaciones
curriculares. En suma, la reconstrucción de los lazos entre el alumno y el entorno escolar es
valorada como positiva, pero de acuerdo con algunos interlocutores consultados esta
intervención sería más potente si, además, avanzara en la consideración de las cuestiones
pedagógicas.
Según expresan las referentes consultadas, la demanda actual de estos profesionales excede
las posibilidades de dar respuesta con los recursos existentes, pues la DEE comparte la
problemática de la falta de docentes para la cobertura de cargos que atraviesan otros niveles y
áreas del sistema educativo.
Como se planteaba anteriormente, los Maestros Psicólogos Orientadores (MPO) son docentes
psicólogos o psicopedagogos que asisten a los alumnos que estando matriculados en los
CENTEs y se encuentran en proceso de integración en EPC. En cuanto a la diferencia entre el
rol del MPO y del MAP, referentes consultados señalan que ambos abordan niños que
presentan “fallas” en la constitución de la subjetividad pero con distinto grado de afectación,
compromiso o gravedad; siendo la figura del MPO quien se aboca a los trastornos más
severos.
Actualmente, referentes de esta modalidad sostienen que la tarea más relevante desempeñada
por los MPO es la de sostener al niño para que permanezca en la escuela, acompañándolo
ante las nuevas patologías que tienen lugar. Se parte de la creencia en que ésta sería, en el
presente, la contribución de la DEE más demandada por el sistema, dado que las dificultades
de aprendizaje representan un problema conocido en las escuelas comunes para el cual
disponen de diversas estrategias de abordaje. En cambio, la aparición de desbordes
emocionales o conductas disruptivas por parte de los niños, enfrentan a la escuela con un
panorama menos conocido, ante el cual no poseen las herramientas apropiadas para actuar en
vistas a su solución.
Para finalizar este apartado, es preciso señalar que todos los maestros de la DEE reciben
capacitación en servicio. En los CERIs se lleva a cabo una capacitación quincenal (o a lo sumo
mensual) que involucra a los MGR y los MG. En las ER se desarrollan varias instancias: una
capacitación a cargo de CePA (centrada en contenidos curriculares), ateneos semanales con
los Gabinetes Centrales y reuniones (quincenales o mensuales) con los equipos directivos de
las escuelas de recuperación donde se aborda el tema del fortalecimiento del rol del MGR.
60
los docentes que se apropian de estos recursos, sin que se puedan dar cuenta por el momento
de las razones que lo explican. El tema de la capacitación en torno de lo pedagógico-didáctico
de los docentes provenientes de la DEE que se desempeñan en EPC merece ser profundizado,
dado que el campo de intervención de estos maestros –como se detallará más adelante- no es
clínico sino pedagógico.
Estas autoras señalan que actualmente la modalidad define al sujeto de la Educación Especial
como un sujeto de derecho y, sin desconocer la contribución que pueden realizar las disciplinas
mencionadas, privilegia la perspectiva de la pedagogía, dado que el objetivo de garantizar el
derecho a la educación de los niños –entendido como integración escolar e inclusión plena en
distintos marcos normativos internacionales y nacionales que las autoras toman como
referencia-44 hace que la reflexión sobre el sujeto de aprendizaje se torne prioritaria. Aún con
esta definición, que se inclina por considerarlos sujetos de derecho por sobre cualquier otra
característica, cabe destacar que en los documentos y referentes consultados conviven dos
terminologías para aludir al sujeto de la Educación Especial, sin que contemos en esta
instancia con elementos para evaluar las implicancias de la coexistencia de ambas nociones45.
Con respecto al tema del fracaso escolar, es posible afirmar que lejos de constituir un terreno
en el que reina la unanimidad y el acuerdo, es un campo de disputa entre distintas
concepciones. Si en cualquier caso la definición que se adopte sobre el tema resulta crucial -
dado que de esta toma de posición conceptual se derivarán determinadas políticas y
estrategias de acción-, en el caso de la Educación Especial asume singular relevancia. Al
tratarse de una modalidad que tiene entre sus líneas de acción la de actuar en relación con los
niños de EPC que presentan problemas en la apropiación de los contenidos curriculares o en la
adaptación a las normas escolares, a partir de la demanda proveniente de la propia estructura
del Nivel Primario, se combinan las concepciones y definiciones sobre el fracaso escolar que
se ponen en juego en la modalidad con las concepciones presentes en las escuelas primarias
en el seno de las cuales la DEE brinda apoyatura46.
44
Entre ellos, las autoras destacan: la Convención Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad
en su artículo 24, la Ley Nacional de Educación 26.206 en sus artículos 11, 4, 42, la Constitución de la Ciudad en su
artículo 24, la Declaración de Salamanca (1994) y el Acuerdo Marco A-19.
45
Mientras que, por un lado, son considerados como niños con NEE –por ejemplo, al plantearse que “La inclusión
educativa de personas con necesidades educativas especiales es función primordial de Educación Especial”
(GCABA, 2009d)-; por el otro se los menciona apelando a la noción de “discapacidad”, en ocasiones para afirmar
que no necesariamente los niños que atiende la DEE presentan tales discapacidades: “Volviendo a las
discapacidades (o no) de los alumnos de nuestras escuelas: algunas son visibles y presentan diagnósticos claros,
otras se tratan de casos de fracaso escolar en el dispositivo de la escuela común. En todos los casos son alumnos
que requieren de apoyos para acceder al curriculum común, prescripción que rige para todos los alumnos de la
Ciudad” (Casal y Lofeudo, 2009, pp. 2-3). Esta cuestión merece ser retomada para su análisis en etapas posteriores
de esta investigación.
46
Es preciso advertir que el análisis que se realiza a continuación se apoya en testimonios y documentos obtenidos
en la DEE y que no se ha realizado un similar relevamiento en la Dirección del Área de Educación Primaria (DAEP).
Asimismo, y sin negar la relevancia del análisis de las concepciones sobre el fracaso escolar contenidas en los
lineamientos políticos, consideramos necesario advertir que en la vida cotidiana de las instituciones educativas es
posible hallar matices a partir de la apropiación de estos lineamientos políticos y conceptuales que son sumamente
relevantes para entender las intervenciones bajo estudio.
61
En la DEE se advierte un amplio nivel de reflexión sobre la problemática del fracaso escolar.
Entre las múltiples concepciones en disputa, Casal y Lofeudo (2009) destacan las siguientes:
De las tres concepciones precedentes, podríamos afirmar que los referentes consultados se
han inclinado por la última. En las entrevistas realizadas se evidenció la preocupación por
evitar tanto los análisis sobre el fracaso que lo atribuyen a la responsabilidad aislada de los
individuos como las concepciones estigmatizantes que lo adjudican a las características
culturales de los niños o de su entorno familiar.
A nuestro entender, este interés particular por pensar sobre la mencionada noción estaría
asociado con dos cuestiones. Por un lado, con la necesidad de revisión de las concepciones
históricas prevalecientes en la Educación Especial. Por otro lado, con la identificación de una
tendencia que se estaría verificando en el último tiempo, consistente en la derivación -por parte
de instituciones de Nivel Primario hacia escuelas dependientes de la DEE- de niños que, sin
necesariamente presentar alguna discapacidad, llegan a las escuelas especiales por
dificultades en el aprendizaje o por presentar problemas de adaptación a las normas de la
institución (presentando en grados diversos “desbordes emocionales” o conductas disruptivas
ante las cuales las escuelas no saben cómo actuar).
De esta manera las escuelas de la DEE no se encuentran habitadas solamente por niños con
“discapacidades”, sino con aquellos que tienen dificultades para integrarse al dispositivo
escolar y sostener la escolaridad: como advierten Casal y Lofeudo: “los sujetos que concurren
a la escuela especial presentan discapacidad o no. En los últimos años ha crecido el ingreso a
las escuelas de educación especial de niña/os y jóvenes con problemáticas de vulnerabilidad
social, económica, familiar que impactan en su subjetividad y que han sido orientados a
instituciones dependientes de la Dirección de Educación Especial” (2009, p. 2).
Este hecho cuestionaría los procesos que se dan en la EPC y representaría a la vez un desafío
para esta modalidad, ya que según Baquero: “Los índices elevados de repitencia y deserción
temprana, acompañados de estrategias de "detección", diagnóstico y derivación en muchos
casos a la escolaridad especial pone en cuestión, en los hechos, la educabilidad de los
alumnos provenientes de sectores populares, al menos dentro de los parámetros de la escuela
"común". La pregunta, que con cierto cinismo no suele formularse, es la de qué clase de
"comunidad", qué clase de aparente homogeneidad, delimita la escuela común cuando excluye
a gran cantidad de alumnos de sectores populares o los contiene con esfuerzo bajo el precio
de la repitencia y "sobreedad" y bajo la sospecha de anormalidad o patología” (en Casal y
Lofeudo, 2009, p. 2).
Así, la tendencia a la producción del fracaso de los niños de sectores populares en la escuela
común ha tenido efectos importantes en esta modalidad, en tanto la Educación Especial en
algún sentido estaría haciéndose cargo de la inclusión de niños que en la escuela común son
excluidos, o bien son retenidos pero sin poder brindarles las estrategias necesarias para una
experiencia escolar satisfactoria en términos de aprendizajes.
Según se adelantó, este tipo de vinculación que se estaría dando entre algunas dinámicas de
las EPC y la propuesta del área de Educación Especial explicaría en parte porqué en esta
modalidad es posible advertir un posicionamiento crítico sobre el problema del denominado
fracaso escolar. La negativa a considerar a los sujetos individualmente (tanto los alumnos
como sus familias) como responsables del fracaso escolar torna imprescindible repensar las
características del dispositivo escolar y revisar los procesos que allí tienen lugar.
62
De acuerdo con algunos testimonios recogidos, al no contar con estrategias de intervención
adecuadas para la población que reciben las EPC estarían contribuyendo a generar ciertos
procesos de exclusión, conceptualizándolos como si se tratara de un fracaso atribuible a las
características inherentes a los propios alumnos. Es decir, en estos comentarios de referentes
de Educación Especial se problematizan algunas concepciones que se encontrarían implícitas
en las demandas de intervención que desde la escuela primaria se formula a la DEE. En este
vínculo, se estarían poniendo en tensión dos formas de concebir los supuestos problemas de
aprendizaje de los niños o los problemas de convivencia escolar. En otras palabras, se estarían
poniendo en juego dos miradas sobre el denominado fracaso escolar y sus causas.
De acuerdo con estas apreciaciones se torna pertinente una pregunta que referentes de la
modalidad, consultados en esta investigación, se formulan: ¿cuál es el impacto subjetivo que
un niño que es derivado a escuelas de Educación Especial? o -de manera más contundente-,
¿es posible que este procedimiento termine transformando a sujetos que fracasan en la
escuela común en “sujetos con discapacidad”? A nuestro entender, estos interrogantes tienen
gran relevancia por dos razones. Por un lado, dado que cuestionan aquellas concepciones
sobre el fracaso en las que el mismo es atribuido a las características (entendidas como déficit)
de los sujetos. Por otro lado, en tanto sugieren que estas prácticas institucionales no son
inocuas, dado que tienen efectos importantes en los niños, hasta el punto de crear
subjetividades asociadas con la discapacidad en niños que no presentan discapacidades
basadas en diagnósticos claros; niños que de haber sido acompañados (o apoyados) de otra
manera en su escolaridad podrían haber tenido una experiencia satisfactoria.
Los referentes consultados explicitan cierta distancia entre las intenciones -entendidas como el
sentido y el abordaje- que puede aportar la DEE a la escuela común y las concreciones
pedagógicas que se logran en las instituciones. Por un lado, en relación con la estructura
propia de Especial, se reconoce que el enfoque de intervención de los CERIs es superador del
enfoque propio de las Escuelas de Recuperación. Si bien ambos están conformados por
docentes que tienen similares biografías profesionales y dependen de los mismos supervisores
del Área, podría pensarse que el propio mandato fundacional de los CERIs como el hecho de
63
no ser escuelas graduadas generaría mejores condiciones para la intervención en la escuela
común.
En relación con el enfoque desde el cual se trabaja con los alumnos destinatarios de la
intervención, dichos referentes lo cuestionan pues hay un desplazamiento de lo
específicamente pedagógico didáctico hacia el clínico. Si bien se aclara que la intervención no
es terapéutica, sino pedagógica, se cuestiona que ésta se centre en el “vínculo”. En este
sentido, parecería interesante indagar en torno a las prácticas de los docentes de la DEE, es
decir cómo se trabaja para que los alumnos construyan otro vínculo con los otros y con el
saber, dado que dicha relación no se da en el vacío sino en ciertas y particulares relaciones
sociales que al ser en la escuela, están mediadas por el conocimiento.
Las fuentes consultadas permiten identificar algunos de los principales lineamientos que
inspiran la actuación de esta modalidad, entre los que pueden mencionarse el trabajo
colaborativo y articulado con la DEP; la coherencia interna en la forma de abordaje de los
distintas instancias de la DEE y la gradualidad de las intervenciones; el análisis situacional para
definir la modalidad de la intervención y, finalmente una perspectiva de abordaje que privilegia
lo pedagógico. A continuación se sintetizan brevemente.
En este sentido, en la actualidad algunos de los principales desafíos que asume Educación
Especial son: “propiciar el diálogo y reflexión conjunta entre los docentes de ambas áreas
sobre la optimización de los logros de los alumnos tanto en los aprendizajes como en los
comportamientos; acordar las estrategias de intervención más eficaces para la resolución tanto
de las problemáticas de aprendizaje individuales como grupales; promover una escuela
inclusiva, que pueda `hacer lugar` y atender a todos y a cada uno de los niños que concurren a
ella; favorecer el acercamiento y la apropiación de los contenidos curriculares, aportando a los
mismos mayor significación; analizar en equipo todas las variables que incidan en los estilos de
aprendizaje de los niños y/ o grupos así como los modos de producción posibles a partir del
potencial de los mismos y reflexionar sobre la modalidad de aprendizaje, intereses, fortalezas y
debilidades, [mediante la] interacción entre pares y con docentes” (GCABA, 2009f, pp. 4-5).
Como se puede advertir, los propósitos previamente citados que se plantea la DEE son
concordantes con los lineamientos que debieran regir también el Área de Primaria. Esta
coherencia hace que sea esperable la articulación de las políticas de ambas áreas. El aporte
singular de la modalidad de Educación Especial podría pasar por los objetivos de: “garantizar la
atención de los niños que más lo necesitan, especialmente en las situaciones más complejas,
hasta tanto toman intervención otros profesionales; reconocer las formas de enseñar de la
maestra de grado y co-planificar propuestas que impriman un nuevo enfoque, enriquecedor
para la práctica pedagógica; elaborar proyectos pedagógico, cuyas líneas de acción se
constituyan como andamiaje para los alumnos, en particular para quienes no acceden a los
aprendizajes en las formas más tradicionales; adecuar la norma pública en función de
reelaborarla en cada contexto, para que sea superadora del ´deber ser´, pudiendo hacerse
realidad teniendo en cuenta todos los protagonistas, particularmente a los niños” (GCABA,
2009f, pp. 4-5).
64
En función de los lineamientos citados, se han definido dos instancias de encuentro entre el
equipo de supervisión de la DEE y los supervisores de DAEP que hacen posible concretar el
trabajo colaborativo al que se aspira:
En cuanto a los criterios según los cuales se decide que un alumno sea atendido por los
recursos de la DEE, la modalidad de Especial llega a actuar después de haberse implementado
otras líneas de acción o abordajes, que no han logrado dar una respuesta satisfactoria a las
dificultades de aprendizaje de los niños.
De igual manera, los alumnos que son evaluados por el Gabinete Central -encargado de
realizar los diagnósticos que son considerados imprescindibles para derivar a niños a las ER-
llegan a esa instancia con todo un seguimiento previo de los MGR y los EOE. Por esta razón,
se trataría de casos puntuales, según las fuentes consultadas.
Asimismo, se subraya la necesidad de que los MGR puedan poner en juego una mirada
diferente a la del MG. Para ello tienen que evaluar no sólo al niño sino a su contexto, lo que les
permite determinar si el problema entendido como problema de aprendizaje no encubre,
además, un problema de enseñanza.
65
En cuanto a la forma de abordaje, del trabajo realizado surge la insistencia, desde la modalidad
de Educación Especial, de enfatizar que la propuesta no está formulada desde el punto de vista
clínico (es decir, no se hacen diagnósticos con pruebas estandarizadas ni tratamientos) sino
que se opera desde lo estrictamente pedagógico. Al respecto, y centrándonos en la actuación
de los MGR (el más extendido de los recursos de la DEE que operan en EPC), cabe aclarar
que estos maestros no toman pruebas estandarizadas ni les compete formular diagnósticos. La
excepción a esto podría estar dada por la acción de los MAP que, como se ha indicado más
arriba, privilegian el enfoque clínico aunque desarrollan su acción en la confluencia entre la
dimensión subjetiva (el origen y las causas de los padecimientos emocionales de los niños) y la
dimensión institucional (las características del dispositivo escolar, los docentes y las propuestas
de enseñanza).
66
3. ALGUNOS DEBATES CONCEPTUALES SOBRE EL FRACASO ESCOLAR
Nuestro equipo de investigación considera que este debate es significativo para abordar las
políticas que atienden al fracaso escolar ya que, aun cuando no se puedan sostener hoy
explicaciones uni-causales de las dificultades de algunos niños en cumplir con los
requerimientos que la escuela plantea, existe consenso en reconocer que la desigualdad social
incide significativamente en la escolarización de los niños: de qué manera se produce esa
relación, qué alcances tiene, qué posibilidades brindan distintos dispositivos pedagógicos para
trabajar con niños que tienen puntos de partida desiguales, constituyen -en cambio- arena de
debate aún.
Consideramos que esta discusión permanece abierta por cuestiones conceptuales, entre ellas
la muy sustantiva de establecer acuerdos respecto de cómo el sujeto social puede apartarse de
los condicionamientos estructurales que influyen en su trayectoria de vida, pero también es
posible sostener que este debate se renueva, además, porque las diferencias estructurales
presentan transformaciones en términos empíricos, por lo que la teoría tiene que proporcionar
explicaciones sobre un proceso que cambia en el curso de unas pocas generaciones.
Como parte del debate conceptual sobre el sujeto y la estructura social, el estudio mencionado
señala que el interés por la teoría radica actualmente en que las argumentaciones de los
maestros respecto de sus prácticas la incluyen, permitiéndoles cuestionar o justificar el propio
ejercicio de la docencia. La heterogeneidad de prácticas docentes puede comprenderse como
resultado complejo de la formación y la trayectoria de aquellos maestros que llevan adelante
las iniciativas bajo estudio, el control y orientación de las mismas por parte de autoridades y
técnicos pero además, de modo sustantivo, por las perspectivas teóricas diferentes respecto de
las relaciones entre los procesos educativos y la constitución de la sociedad, que sostienen
predominantemente los docentes individual y colectivamente en cada institución.
Una de las primeras reflexiones que la teoría social formuló en torno a las relaciones entre
desigualdad social y educación, y que puede considerarse como hito en los términos del
debate sujeto-estructura ha sido aquella formulada por E. Durkheim, quien definió a la
educación como un sistema, un conjunto de prácticas y de instituciones que se organizaron
lentamente en el curso del tiempo, solidarias de las otras instituciones sociales -religión,
organización política, ciencias, industria- y a la vez expresión suya, y que, por lo tanto, como
47
Para facilitar la lectura, incluiremos solamente esta referencia inicial al estudio mencionado, advirtiendo que en el
resto de esta sección se utiliza principalmente la misma fuente. A fin de poder habilitar al lector las fuentes
bibliográficas originales, transcribimos dichas referencias cuando corresponde. Cuando incorporamos nuevas
referencias no incluidas en el texto citado o reflexiones del equipo, indicaremos esto explícitamente en el texto
introduciendo la primera persona del plural.
67
ocurre con la estructura misma de la sociedad, no pueden cambiarse cuando se quiere (1991:
60-69).
Refiriéndose a las aproximaciones teóricas respecto del fracaso escolar, H. Souza Patto (1991)
señala que desde la última década del siglo XIX y hasta los años 30 en el siglo XX,
innumerables investigadores se dedicaron a la medición de aptitudes y orientación profesional
bajo la nítida influencia de las concepciones de Durkheim de que los más aptos, y no
necesariamente los más ricos, deben ubicarse en los niveles más altos de la pirámide social.
Estas mediciones, realizadas en muchos casos por intelectuales humanistas preocupados por
revertir las disfunciones que producía la sociedad de clases, incluyeron el desarrollo de
instrumentos que pretendían verificar si, independientemente de las influencias ambientales y
las de naturaleza socioeconómica que producían determinado rendimiento, un individuo era
intelectualmente más apto que otro (1991: 42).
Los problemas de la constitución del orden social y la educación también fueron abordados por
la antropología de comienzos de siglo, cuando M. Mead o Ruth Benedict proporcionaron
reflexiones sobre la diversidad social entendida en términos culturales. Desde el punto de vista
teórico, la definición de la educación como un proceso de endoculturación se emparenta con la
formulación de Durkheim acerca de la socialización metódica de las jóvenes generaciones; las
ideas de homogeneidad y diversidad necesarias para la existencia de la sociedad y en general
la problemática del orden son comunes a ambas perspectivas, como lo son las críticas
formuladas posteriormente.
Souza Patto señala que esta perspectiva de la antropología cultural permitió a los estudios de
psicología educativa de las décadas de 1920 y 1930 formular una explicación del menor
rendimiento obtenido por los grupos y clases sociales más pobres en la escuela, ya no en
términos de raza sino culturales. Las relaciones familiares y las prácticas de crianza infantil de
estos grupos, en tanto diferentes de aquellas habituales en las clases dominantes, fueron
consideradas en los estudios de las primeras décadas del siglo XX como indicativas del atraso
cultural de los mismos (1991: 45). Si bien el concepto de cultura ha sido debatido
extensamente por la antropología, esta perspectiva no solo persiste fuertemente en el sentido
común sino que es sustrato básico de las discusiones académicas actuales sobre cómo los
aspectos biológicos y sociales inciden en los procesos de adquisición de conocimiento.
68
Los estudios etnometodológicos partían de considerar que la escuela constituye un mecanismo
de diferenciación social, centrando el proceso de análisis en la reconstrucción de cómo la
organización formal de la escuela y la intervención de los actores influye en ese proceso. Uno
de los aportes fue la identificación de marcadores escolares de situaciones, los que constituyen
una competencia social que se adquiere: necesaria para la producción y la interpretación de las
conductas y los discursos socialmente pertinentes, estos trabajos mostraron cómo esta
capacidad es transferida tácitamente a los alumnos (Coulon, 1995: 106).
El concepto de afiliación, con el cual se definió este proceso, permite mostrar las búsquedas
sutiles de la capacidad para identificar las reglas por parte de los alumnos, donde las diversas
clases y tipos sociales son criterios implícitos empleados por los docentes para proporcionar
ayuda diferencial en la interpretación de las reglas, y donde el fracaso y abandono del sistema
educativo pueden explicarse a partir de estas dificultades para descubrir y asimilar la
información tácita y las rutinas ocultas en las prácticas de la enseñanza por parte de los
estudiantes (Coulon, 1995: 160). Al afiliarse, el estudiante construye un hábito que le permite
ser identificado como tal, unirse al mismo universo social y mental, con las mismas referencias
y perspectivas. Este sentido de la afiliación como hábito conecta las perspectivas
etnometodológicas -que permiten comprender los mecanismos cotidianos y comunes que
ensamblan y generan localmente la selección social- y la teoría de la reproducción de Bourdieu
y Passeron.
Considerados como uno de los hitos en la producción conceptual sobre la educación analizada
en sus dimensiones estructurales, hacia fines de los 60' estos autores permitieron discutir la
idea durkheimiana de que la educación transmite la cultura y distribuye socialmente habilidades
y conocimiento: la incorporación de la teoría marxista a los estudios sociológicos de educación
desarrolló la problemática de la reproducción de la sociedad capitalista a partir de la acción
pedagógica, permitiendo conocer diversos modos en que el proceso educativo se relaciona con
las diferencias sociales, conceptualizadas en términos de clases.
Como indica el estudio de referencia, el contenido ideológico de las prácticas escolares fue
conceptualizado inicialmente por L. Althusser (1986), quien señaló que la escuela ocupa un
lugar fundamental en la producción del dominio de clase y, particularmente, en la reproducción
de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción necesarias al capitalismo. Definió
su papel como aparato ideológico del Estado no sólo en tanto los contenidos y prácticas
escolares ocultan a los estudiantes las relaciones sociales impidiéndoles conocer las
condiciones reales en que viven, sino en cuanto los cualifican en forma diferenciada. Sin bien
Althusser concedió una relativa autonomía a la superestructura (y por lo tanto al sistema
educativo), en sus formulaciones se presenta subordinada a las exigencias económicas; J.
Varela señala que este autor inauguró una serie de estudios que habitualmente se definen
como teorías de la reproducción, pero pueden ser mejor definidas como teorías de la
correspondencia, en tanto las funciones de la escuela se ligan directamente a las exigencias
del capitalismo en las sociedades occidentales actuales (Varela, 1994: 1).
En esa línea, C. Baudelot y R. Establet (1990) se refirieron a la reproducción de la división
social del trabajo en Francia mediante la escolarización en dos redes distintas y prácticamente
sin comunicación entre sí, una destinada al trabajo manual -primaria profesional- y otra al
intelectual –secundaria superior-. Las diferencias entre ambas refieren tanto a contenidos y
prácticas, como a la pedagogía misma: mientras en la primera se prioriza la repetición, el
estudio de cuestiones prácticas y el aprendizaje de nociones generales, en la segunda se
estudian abstracciones, organizadas en disciplinas claramente delimitadas, con métodos
competitivos y un culto a la individualidad.
Varela (1994: 4) señala que estos autores otorgaron un lugar significativo a las prácticas en el
proceso de inculcación ideológica, dedicando atención asimismo a las formas de resistencia de
los estudiantes al sistema escolar –incluso bajo las formas de rebeliones o vandalismo-. Sin
embargo, esta autora señala que ni en esta producción ni en las reelaboraciones posteriores de
los autores se reconocen conceptualmente posibilidades de que se produzcan desajustes entre
el mundo de la producción y el mundo escolar.
69
Con una orientación similar a Baudelot y Establet, S. Bowles y H. Gintis (1981) se refirieron a la
formación de personalidades adaptadas a las relaciones capitalistas a través de la escuela, en
su papel de entrenadora y estratificadora de la fuerza de trabajo. A diferencia de los autores
anteriores, la transmisión de ideología no radica tanto en saberes que ocultan relaciones
sociales, sino más bien en la experiencia de relaciones sociales vividas cotidianamente en la
escuela, isomórficas respecto de las que los estudiantes experimentarán como trabajadores.
Para estos autores, la alienación del trabajo asalariado se refleja en la falta de control de los
estudiantes sobre la educación que reciben, en los contenidos curriculares, y en la motivación a
partir de calificaciones y recompensas externas, mediante evaluaciones meritocráticas. Si las
cualidades premiadas en los niveles inferiores son la sumisión y la obediencia (trabajo con
normas externas supervisadas directamente), en el nivel medio se premia la seriedad y
confianza (trabajo con normas externas y sin supervisión), y en el superior la iniciativa y
autonomía (control del proceso y fines con normas interiorizadas). Para Bowles y Gintis (1981),
la estratificación se conforma a partir de de distintos niveles y tipos de escuelas diferenciadas
según la clase social, de manera que las personalidades que se producen se adaptan a la
estructura ocupacional; Varela (1994, 4) subraya que al igual que los autores anteriormente
mencionados, la definición conceptual de una correspondencia entre los requerimientos del
sistema capitalista y del sistema educativo impide a estos autores comprender los procesos
mediadores entre ambas esferas de la vida social.
Los estudios teóricos y empíricos que abordaron este proceso mediador fueron impulsados por
la teoría de la reproducción, apelativo que proviene del libro publicado por P. Bourdieu y J. C.
Passeron (1982), donde estos autores sientan las bases para la definición conceptual, hoy
ampliamente extendida, de que el conocimiento escolar constituye una selección particular y
arbitraria de contenidos culturales, donde se valorizan aquellas tradiciones ligadas a las clases
dominantes.
En esta convergencia, el etiquetado (labeling) es uno de los conceptos interaccionistas que fue
aplicado de modo más extendido al campo de la educación en relación a las diferencias
sociales: el estudio de R. A. Rosenthal y L. F. Jacobson sobre el efecto pigmalión describió
cómo los profesores juzgan las producciones de sus alumnos en función de las expectativas
que se formaron previamente sobre ellos, en las cuales inciden la clase social, la apariencia
70
física, las notas, el sexo, la raza o los hábitos lingüísticos, generando posteriormente una serie
de estudios que permitieron precisar estos procesos en distintos contextos (Perrenoud, 1996:
165).
Del estudio de referencia (Padawer, 2007) es relevante asimismo recuperar los estudios de B.
Bernstein para aproximarse al fracaso escolar de los niños de las clases trabajadoras, que
también se iniciaron a fines de los años sesenta y principios de los setenta, inspiradas en la
teorización de Althusser. Su modelo teórico, asociado a numerosas investigaciones empíricas
que se realizaron en las dos décadas siguientes, recurrió al concepto mediador de código para
mostrar que las formas de socialización familiares, entre pares y en la comunidad de
pertenencia de los niños orientan en forma desigual a los alumnos, quienes adquieren
diferentes principios reguladores para seleccionar e integrar significaciones pertinentes y sus
realizaciones en contextos específicos (1994: 27).
Varela subraya que un aporte de Bernstein radicó en considerar el discurso y las prácticas
pedagógicas como espacios de lucha por el control simbólico, ya que las contradicciones
inherentes a los principios de clasificación de los códigos no están, para el mencionado autor,
totalmente reprimidos ni a nivel social ni a nivel individual. Si bien en los primeros trabajos el
reconocimiento de la autonomía del campo simbólico le permitió matizar las relaciones
mecánicas entre la estructura social y las funciones del sistema educativo; sus avances más
recientes complejizaron estas relaciones a partir del estudio de las transformaciones ocurridas
en el mundo del trabajo, los cambios en la estructura familiar y en el sistema escolar. En
especial sus estudios de la nueva clase media –fracciones de la burguesía que se caracterizan
no tanto por poseer un capital económico y el control de los medios de producción, como por
ocupar puestos de mando del control simbólico- le permitieron analizar los conflictos existentes
entre las distintas fracciones de dicha clase por imponer, a través del sistema escolar, una
definición legítima de poder y modos de vida, para alcanzar una mayor hegemonía social
(1994, 7).
71
A partir de estas definiciones, Apple desarrolló la problemática del poder y las relaciones de
hegemonía para comprender las estructuras y las relaciones entre educación, economía,
gobierno y cultura a partir de los aportes de A. Gramsci y R. Williams. Considerando la escuela
y las relaciones de clase, señaló que tanto en los curricula explícitos como implícitos, las
relaciones sociales en el aula y las categorías según las cuales los educadores organizan,
evalúan y dan significado a las actividades escolares, se perciben como básicamente neutras;
no obstante lo cual la estructura formal del conocimiento en la escuela y los curricula ocultos
llevan en sí mismos compromisos ideológicos.
Con intereses similares en la reconstrucción de las relaciones entre cultura y clase, P. Willis
cuestionó la definición de la cultura de clase como un modelo neutral o una categoría mental,
precisándola como las experiencias y relaciones que establecen un conjunto de opciones y
decisiones en momentos concretos, y que estructuran la forma en que esas opciones se
definen y realizan. Para este autor la identidad de clase no se impone, sino que se vive a través
de la transformación y el reforzamiento de lo dado; especialmente del entendimiento subjetivo y
la aplicación objetiva de la fuerza de trabajo para la satisfacción de necesidades y la
reproducción de la vida, dado que la fuerza de trabajo es el modo principal de conexión activa
con el mundo (1988:12).
El argumento que presentó Willis fue que el medio específico de producción de una concepción
subjetiva de la fuerza de trabajo y la decisión objetiva de aplicarla al trabajo manual es la
cultura contraescolar de la clase obrera, ya que es allí donde se comunican a los individuos y
grupos los temas obreros, en su propio contexto determinado, y por lo tanto donde los
estudiantes de clase obrera desarrollan creativamente, transforman y finalmente reproducen en
su propia praxis las características de la cultura general de la sociedad, de una manera que los
lleva a determinados tipos de trabajo (1988:13).
Si es su propia cultura la que prepara a estos estudiantes para ocupar posiciones subordinadas
en el capitalismo occidental, esta autocondena se experimenta paradójicamente como un
aprendizaje, afirmación, apropiación e incluso resistencia. Para Willis, la base objetiva para
estos sentimientos subjetivos y tales procesos culturales está dada por una penetración parcial
de las condiciones que determinan realmente la existencia de la clase obrera, claramente
superiores a las versiones oficiales divulgadas por la escuela. La contradicción radica en que
estas penetraciones son limitadas y distorsionadas a partir de procesos ideológicos generales,
formas de dominación patriarcales y sexistas de la propia clase obrera, entre otros procesos
(1988: 14).
Entre las penetraciones de la cultura de la clase obrera con un correlato objetivo en las
relaciones materiales de existencia, Willis menciona la desvalorización sutil y dinámica del
conformismo y de la obediencia que la escuela pretende imponer mostrando, por ejemplo, el
limitado valor de los títulos en relación a sacrificios de independencia e implicación. De esta
72
manera la gratificación inmediata que pregona la contracultura escolar con el ingreso al trabajo,
resulta similar a la que muchos estudiantes conformistas efectivamente logran luego de
continuar sus estudios -cuestión que plantearon inicialmente Bourdieu y Passeron con la
noción de capital cultural. Al rechazar el trabajo escolar por su individualismo y
disciplinamiento, los estudiantes niegan en el mismo acto el trabajo intelectual, resultando de
esta manera una reproducción de la ideología dominante que naturaliza el hecho de que los
intelectuales tienen legítimamente condiciones materiales y culturales de existencia superiores.
(1988: 151 y 154 -171 y 174).
Este recorrido conceptual nos ha permitido, como equipo de investigación, considerar cómo
cada una de las políticas que atiende al fracaso escolar, con sus especificidades, trabaja con el
supuesto de que la desigualdad social incide significativamente en las dificultades de algunos
niños en cumplir con los requerimientos que la escuela plantea.
En cada caso reflexionaremos sobre cómo los docentes involucrados en estas políticas tienen
la posibilidad (dependiendo de las especificidades de cada propuesta y atendiendo al carácter
heterogéneo de la apropiación que cada docente hace de ellas) de acceder a un dispositivo de
trabajo que, por un lado, confía en las capacidades de los niños que tradicionalmente vienen
siendo objeto de estigmatización y, por el otro, bosqueja y organiza la implementación de
propuestas de enseñanza que buscan que los alumnos desarrollen un vínculo con el
conocimiento que potencie sus posibilidades de seguir aprendiendo.
73
4. CONSIDERACIONES FINALES: RESPUESTAS AL FRACASO ESCOLAR EN LOS
DISTINTOS PROYECTOS
Como señalamos, en este informe recurrimos a la teoría social para enmarcar conceptualmente
algunos de los procesos identificados en el desarrollo de los proyectos, entendiendo que estas
formulaciones conceptuales no son externas a los sujetos sino constitutivas de sus prácticas.
Funcionarios, técnicos, supervisores, directivos y docentes han sido formados y/o son lectores de
estas reflexiones conceptuales, con las cuales construyen los sentidos de su acción. A partir de
las consideraciones precedentes, en esta sección pretendemos retomar algunos de los ejes más
relevantes que atraviesan los proyectos48, buscando –cuando resulte pertinente- comparar las
distintas propuestas entre sí y establecer articulaciones con los conceptos desarrollados en el
apartado anterior. De esta manera la sistematización de cada uno de los proyectos, efectuada en
el cuerpo del informe, podrá contextualizarse en un marco de reflexión teórico más específico
permitiendo acceder así a un conocimiento que permita complejizar la descripción empírica de
estas propuestas.
En ese sentido es importante advertir que en los proyectos analizados el peso otorgado al
contexto y a las problemáticas sociales es diverso, y es diferente también el recorrido realizado
a lo largo de la historia de cada una de estas propuestas50 en relación con la consideración de
estos aspectos en la definición y puesta en marcha de las mismas. Es preciso destacar en este
punto el caso de M+M, dado que se trata de un proyecto que surgió (en un marco más abarcador
como el Programa ZAP) más claramente vinculado con la preocupación por las manifestaciones
de la vulnerabilidad, y sus consecuencias en términos educativos, para enfocarse
progresivamente en la especificidad de lo pedagógico-didáctico. En este proceso, el proyecto fue
perdiendo de manera paulatina, como señalamos oportunamente en el informe, el carácter
intersectorial que tenía originalmente como parte de ZAP. En cambio, en el PA se puso entre
paréntesis desde el comienzo la cuestión social -sin que ello implique negar la existencia de
condicionamientos estructurales de los problemas educativos a los que se propuso dar atención-
para centrarse más decididamente en el diseño de un dispositivo pedagógico.
En relación con lo anterior, este foco en la enseñanza que plantean tanto M+M como PA, muestra
un recorrido novedoso de las políticas educativas jurisdiccionales orientadas a afrontar los efectos
de las condiciones de vida de los niños en la escolarización, ya que son más habituales –aquí y
en otros contextos provinciales y nacionales- las acciones de tipo asistencial con las cuales se
atienden necesidades básicas (becas, comedores), tanto por sus beneficios intrínsecos para
afrontar las urgencias de supervivencia de las familias como en pos de la escolaridad de los niños.
La decisión política de atender al fracaso escolar desde la enseñanza –que ya se había tomado
en algunos países de la región, que sirvieron de antecedente para el PA- supone afrontar aquellas
dimensiones en que la práctica docente amplifica las dificultades vinculadas a las condiciones de
vida y, por lo tanto, se trata de una decisión conceptual y política muy significativa. De la
48
La referencia genérica de “proyectos” incluye en este apartado tanto a los programas dependientes de la Dirección
de Inclusión como a las intervenciones del AEE en la escuela común.
49
En ocasiones las referencias a estos temas son más explícitas, dado que en algunos proyectos hemos podido
acceder a documentos que operan como verdaderos marcos conceptuales y metodológicos de la tarea (en los que,
entre otras cuestiones, se desarrolla el enfoque sobre el fracaso escolar, sobre el sujeto destinatario de la
intervención, etc.), mientras que en otros casos las conclusiones aquí presentadas se basan en el análisis de la
palabra de los referentes consultados.
50
Exceptuamos de este comentario a Educación Especial por tratarse de un área que forma parte de la estructura
histórica del sistema escolar.
74
descripción preliminar surge que esta decisión ha sido beneficiosa y superadora de anteriores
enfoques, no obstante plantearse ahora nuevos problemas vinculados a los límites del optimismo
pedagógico.
En el contexto de las consideraciones precedentes, una de las discusiones más relevantes refiere
a las concepciones sobre el sujeto de aprendizaje y sus posibilidades de apropiarse del
conocimiento escolar. En vinculación con ello es importante reflexionar sobre el papel que
desde cada proyecto se le atribuye a la política educativa y a la intervención pedagógica como
factores que tienen potencialidad a la hora de redefinir la trayectoria previa de fracaso o
exclusión, e incidir en las posibilidades de efectivizar el derecho a la educación (y a apropiarse del
conocimiento) del que deberían gozar todos los niños.
En tal sentido, los proyectos y áreas estudiados consideran que –en el marco de los
condicionamientos señalados- la política educativa tiene algún papel en la posibilidad de
contrarrestar las tendencias sociales que intervienen en la producción y reproducción de las
desigualdades educativas. Como surge de las descripciones realizadas, y al margen de cualquier
consideración sobre los logros efectivos de los proyectos, los documentos y testimonios de los
referentes son claros en sostener la idea de que, aun con situaciones previas de fracaso en la
trayectoria escolar, todos los niños pueden reestablecer una relación distinta con el conocimiento,
siempre que se planteen dispositivos ad hoc que transformen las características más tradicionales
de la propuesta escolar y promuevan la revisión de las prácticas de enseñanza.
Más allá de las coincidencias señaladas, en cada uno de estos proyectos se advierten, en relación
con los posicionamientos conceptuales, matices y peculiaridades que es preciso poner de
relieve. Estas diferentes concepciones son tributarias tanto de la especificidad de las
problemáticas a las que intentan dar respuesta (por ejemplo, las dificultades en la adquisición de
la lectoescritura, la exclusión escolar, etc.), como también de las diversas interpretaciones sobre
los problemas educativos y la identificación de cuáles son los aspectos nodales sobre los cuales
es necesario intervenir para revertir estas situaciones (por ejemplo, la capacitación docente, la
propuesta curricular, la consideración de la dimensión emocional del alumno como factor decisivo
en el proceso de aprendizaje, etc.). Finalmente, es importante subrayar que estas diferentes
lecturas y puntos de partida conceptuales de los proyectos se advierten de manera explícita en las
fuentes consultadas (ya sea documentos como testimonios de los responsables) así como
también de modo implícito en las formas concretas que adopta cada uno de los dispositivos de
intervención. Por esta razón a continuación daremos cuenta de algunos ejes que, a nuestro
entender, resultan centrales para comprender los supuestos que subyacen en las prácticas
observables de cada uno de estos proyectos, poniendo de relieve sus similitudes y diferencias.
75
segundo ciclo del nivel primario, combinado con cierta tendencia a la reiteración de los contenidos
en los distintos grados que lo conforman, tornaba prioritaria la intervención en dicho ciclo. A partir
de este diagnóstico, la propuesta se centra en la reorganización de la trayectoria escolar de los
niños y en procesos de redefinición curricular capaces de abordar simultáneamente ambas
problemáticas. Por otro lado, el proyecto de GN, considerando la magnitud del problema de la
exclusión escolar (manifestado en la significativa proporción de niños en edad escolar que no
asistían a ningún establecimiento educativo) se propuso la incorporación de estos niños a la
escolaridad común a través de la creación de grados dependientes de la escuela primaria que
actuasen como “puente de acceso” a ella. Por último, la especificidad de las intervenciones del
AEE radica en que, en lugar de tratarse de un proyecto que surge para la atención de una
problemática puntual, constituye un área histórica dentro de la estructura del sistema educativo de
la jurisdicción en la que progresivamente va adquiriendo mayor importancia, como una de las
líneas de trabajo, la atención de los alumnos inscriptos en el nivel primario común y que presentan
dificultades en el aprendizaje o problemas de adaptación a la escolaridad. Esta mayor presencia
del área puede comprenderse a partir de la consideración de dos fenómenos que, si bien son
diferentes, actúan de manera conjunta: por un lado, la aparición de problemáticas que plantean un
desafío a la escuela común (despliegues disruptivos, desbordes emocionales, manifestaciones de
angustia) y, por otro lado, la decisión de la modalidad de Educación Especial de promover,
siempre que sea posible, la permanencia de los alumnos en el grado común, evitando así su
institucionalización en escuelas especiales. Para ello ponen a disposición una compleja estructura
de instituciones y recursos a través de los cuales se brinda apoyo a las escuelas primarias
comunes para la atención de los niños que requieren de un abordaje pedagógico particular.
A partir de lo anterior podría afirmarse que, en líneas generales, el sentido de las intervenciones
de M+M y del AEE se inscribe prioritariamente en un marco de acción preventivo respecto del
fracaso escolar, mientras que los GN y el PA actúan sobre problemáticas ya instaladas (exclusión
escolar y sobreedad respectivamente). No obstante, la distinción entre prevención y abordaje de
las problemáticas educativas se realiza sólo a los fines analíticos, ya que en la práctica el límite
entre ambas estrategias resulta difícil de establecer. A modo de ejemplo, las intervenciones de PA
a la vez que reformulan la trayectoria de los niños con sobreedad buscan garantizar el acceso de
estos alumnos en el nivel secundario, evitando la interrupción de la escolaridad en los últimos
años de la escuela primaria. Es decir, su abordaje puede ser entendido como atención a una
problemática ya instalada (la sobreedad, como dijimos) y al a vez como estrategia de prevención
de la no finalización de la escolaridad primaria.
Dentro de los dispositivos creados por estos proyectos, tanto en M+M como en PA la
capacitación de los docentes adquiere centralidad como estrategia para lograr los objetivos
propuestos. Es posible suponer que este énfasis se encuentra vinculado con la idea de que es
preciso promover la revisión de las prácticas para proporcionar situaciones diferentes a las
tradicionales y superadoras en otros términos, generar condiciones de enseñanza que promuevan
aprendizajes significativos para todos los niños.
Esto no implica que en los restantes proyectos la capacitación esté ausente sino que desempeña
otro papel y ocupa un lugar diferente dentro de la estructura del dispositivo. En el caso de la
intervención del AEE en la EPC, el aporte específico no se centra en la capacitación del MG sino
en la incorporación de docentes que apoyan su tarea desde un perfil distintivo. La presencia en
las escuelas de profesionales con saberes y trayectorias diferentes a las de los docentes de la
escuela primaria permite el enriquecimiento de las estrategias que se ponen en juego para la
atención de los problemas, posibilitando además un abordaje interdisciplinario. Por otro lado, en
GN la capacitación de los docentes se encauza a través de la labor cotidiana de éstos con el AT y,
más recientemente, a través de las instancias mensuales de capacitación diseñadas para las
áreas de Prácticas del Lenguaje y Matemática.
76
herramientas y condiciones de ejercicio, que favorecen al reconocimiento por parte de los
docentes de la capacidad de aprendizaje de los niños, aun en condiciones adversas. Este
proyecto plantea un fuerte cuestionamiento a aquellos estigmas que asocian pobreza y
dificultades de aprendizaje a partir de dos premisas que resultan centrales dentro de su enfoque
conceptual. Por un lado, la confianza en que todos los alumnos pueden aprender, siempre que se
propongan situaciones pedagógicas y didácticas adecuadas. Por otro lado, el reconocimiento de
que todos los niños (incluso aquellos que viven en condiciones de pobreza, marginalidad o
exclusión) tienen experiencias con la cultura escrita previas a la escolaridad que deben ser
retomadas y valoradas por los docentes en la práctica cotidiana en las aulas. De acuerdo con esta
concepción, el aprendizaje de la lectura y escritura constituye un proceso social y cooperativo, que
se da en el marco de interacciones y no en un vacío de cultura, como si se tratara de un hecho
universal.
Otro eje relevante para establecer un análisis comparativo lo constituye el aspecto de la realidad
escolar en torno al cual se centra la acción llevada a cabo por cada uno de los proyectos,
decisión que lógicamente se encuentra vinculada con la “lectura” o diagnóstico de la problemática
educativa de la cual se parte.
Por su parte, en los GN se intenta dar respuesta al problema de la exclusión escolar, en función
de lo cual el proyecto tiene como objetivo brindar una alternativa de incorporación efectiva a la
escolarización común de niños que abandonaron la escuela o nunca asistieron a la misma. Esta
decisión, al colocar el foco en la creación de las condiciones pedagógicas necesarias para insertar
o reinsertar a los alumnos en la escolaridad común, lleva a concentrar las acciones en la
preparación de los niños para integrarse a los procesos de enseñanza que se verifican
habitualmente en el grado al que se considera más pertinente promover dicha integración. Es
decir, en lugar de plantear una reformulación de las prácticas de enseñanza habituales en la
77
escuela común, el proyecto define como objetivo favorecer la incorporación de los niños a las
situaciones de aprendizaje existentes. En este sentido, se torna evidente la diferenciación con
M+M y PA ya que en ambos la renovación y mejora de las prácticas de enseñanza ocupa un lugar
central. Como planteamos, entonces, el recorte sobre la problemática educativa que cada una de
estas propuestas efectúa acarrea consecuencias sobre las acciones que se despliegan, al definir
tanto las potencialidades que se abre en cada una de las políticas (es decir, su campo de acción)
como también los límites (aquello que queda por fuera de la intervención).
En el caso de Educación Especial la estructura y los recursos del Área que se destinan a la
escuela común recortan, de la totalidad de problemáticas posibles, dos tipos de cuestiones que
pueden o no tener relación entre sí. Por un lado, la problemática de aquellos niños que presentan
dificultades para el aprendizaje de los contenidos curriculares, o aprenden a un ritmo más lento,
distanciándose así de los propósitos establecidos para el Nivel Primario. Por otro lado, los niños
que manifiestan dificultades en la adaptación a las normas de la vida escolar, en la convivencia
con otros sujetos (tanto docentes como pares) y en la relación con las pautas que es necesario
atender para formar parte del vínculo pedagógico en el aula. Este recorte impone, como estrategia
principal de acción, la orientación a las escuelas a partir de una variedad de recursos que, en
algunos casos desde una función eminentemente docente y en otros desde otros roles pero con
intencionalidades pedagógicas (psicopedagogos, psicólogos, fonoaudiólogos), contribuyen a
enriquecer la mirada sobre el problema y a dotar de herramientas y estrategias de intervención
más variadas. A modo de ejemplo, los MAP al interpretar el desborde emocional o las
manifestaciones de angustia de los niños en la escuela, y apropiándose para ello de algunos
aportes valiosos de las teorías psicológicas, actúa en base a una interesante articulación entre la
dimensión subjetiva y la institucional. Este tipo de intervención, según entendemos, representa un
enriquecimiento de las herramientas de las que dispone tradicionalmente la escuela común.
Las explicaciones a partir de las cuales se intenta dar sentido al fenómeno del fracaso
escolar en cada proyecto son diferentes, así como desiguales en cuanto a su nivel de
sistematización y explicitación. No obstante, el conjunto de los proyectos podría compartir de
algún modo la idea de que son algunas características del dispositivo escolar las que provocan
que una importante proporción de los alumnos presente dificultades para apropiarse de los
conocimientos o manifieste comportamientos que son vistos como disruptivos respecto de las
propuestas pedagógicas y las normas institucionales. En cierto modo, cada uno de los proyectos,
al intervenir modificando algunas condiciones fundamentales de la escolarización, plantea
implícitamente que las situaciones de fracaso podrían deberse a que las propuestas pedagógicas
y las características institucionales de las escuelas no contemplan las condiciones reales de los
alumnos en tanto sujetos sociales, inscriptos en una condición social, económica y cultural
determinada.
En el caso de la modalidad de Educación Especial, la perspectiva crítica respecto del papel que la
propia configuración de la escuela primaria despliega en la producción del fracaso es explícita, en
tanto se percibe no sólo en el discurso de los referentes consultados sino también se encuentra
plasmada en algunos documentos del área. Desde esta modalidad se concibe al fracaso escolar
como un fenómeno asociado a las características de la escuela primaria y a las condiciones en las
que se desarrolla la escolaridad, y no necesariamente al déficit de ciertos alumnos entendido en
términos sociales, culturales o intelectuales.
78
mecánicos o instrumentales relacionados con el descifrado o trazado de signos adquirían más
relevancia que la construcción de sentido.
A partir de ese diagnóstico, M+M se propuso impulsar nuevas formas de intervención pedagógica
para enfrentar el problema de la enseñanza de la lectoescritura fortaleciendo la tarea docente. Al
mejorar sus condiciones de ejercicio y dotarlos -a través de la capacitación- de las herramientas
que les permitan comprender las posibilidades de aprendizaje de los alumnos que desarrollan su
vida en condiciones de pobreza y vulnerabilidad social, pueden configurarse nuevas estrategias
para lograr la alfabetización de estos niños.
Por el contrario, en los GN la reflexión sobre el fracaso escolar como problemática asociada al
propio funcionamiento de la escuela primaria no tiene un lugar central. Esto se debe a que el
proyecto no se enfoca en situaciones de fracaso sino en aquellos niños que han visto interrumpida
su escolaridad por motivos relativamente ajenos a la propia escuela, o bien en aquellos que nunca
han sido escolarizados. Desde esta perspectiva, es comprensible que el énfasis de GN no se
coloque en la reformulación de la escuela primaria como dispositivo sino constituirse como un
puente para que los niños sean incluidos en ella.
En el marco de este posicionamiento de cada uno de los proyectos respecto de las características
de la propuesta escolar, un aspecto relevante a analizar es el lugar que ocupa la reflexión
sobre lo curricular y la renovación didáctica. En el PA, la definición de la enseñanza como
puerta de entrada de la intervención se inscribió en una política educativa general, la que procuró
instalar en las escuelas un DC renovador respecto de las tradiciones de enseñanza. Para ello se
incorporaron avances y discusiones que, en materia de didáctica, se venían desarrollando en los
diversos campos disciplinares. A partir de esta propuesta de renovación curricular general, las
acciones que se orientan a generar condiciones para transformar el vínculo de los niños con el
conocimiento -y el consecuente reposicionamiento en torno de sus posibilidades de aprender-, se
articulan con una meta especifica en el PA que es la de garantizar el acceso de los niños del 2do
ciclo desfasados en edad a un universo simbólico que, por su situación de origen social y por su
experiencia de fracaso escolar previa, se les presentaría como distante.
79
En M+M, como ya se mencionó, la principal estrategia de intervención es la capacitación de los
docentes por lo cual la renovación didáctica -fundamentalmente en el campo de la lectoescritura-
adquiere un lugar de relevancia. Asimismo, el trabajo de los Laboratorios Distritales, al constituirse
como espacio revisión de las prácticas docentes, de elaboración de secuencias didácticas y de
análisis de la puesta en práctica de las mismas con el fin de evaluar la evolución de los niños en el
aprendizaje, indica que la producción curricular es también un área de importancia en el conjunto
de intervenciones del proyecto.
En el caso del AEE, la renovación didáctica se introduce a través del trabajo concreto del MGR -
en sus diversas modalidades de intervención- con el grupo de alumnos con el cual trabaja. Según
los aportes de los referentes consultados, la propia especificidad formativa de los MGR (maestros
que a su vez poseen formación profesional) y las condiciones de trabajo en las cuales intervienen
(grupos pequeños o incluso el trabajo “uno a uno” con los niños) favorece el despliegue de
estrategias diversas que se alejan de los tradicionales modos de enseñar que predominan en la
escuela. Al mismo tiempo, el distanciamiento de algunos niños respecto de los contenidos
curriculares respectivos al grado al que concurren motiva, en ciertas ocasiones, que el MGR deba
efectuar junto con el MG las adecuaciones curriculares pertinentes. En relación con la presumible
renovación que supone la presencia de docentes del AEE en la escuela común, cabe preguntarse
en qué medida estas estrategias y recursos pueden ser apropiados por la escuela y el MG en
particular de forma tal que logren enriquecer los modos de enseñanza no sólo respecto de los
niños que presentan dificultades de aprendizaje sino a nivel general.
Otro eje relevante para analizar en estos proyectos es el conjunto de referencias al sujeto
pedagógico que, tanto implícita como explícitamente, se advierte en el seno de cada uno de
ellos, haciendo referencia de manera general a algunos aspectos de esta cuestión. Por un lado,
las concepciones acerca de los niños en tanto sujetos de aprendizaje. Por otro lado, el lugar que
ocupan las estrategias tendientes a revertir los procesos de estigmatización y la estructura de
expectativas que puede condicionar la trayectoria escolar de los niños. Por último, las prácticas
dirigidas a la constitución del “oficio del alumno”. Este concepto es resignificado por los distintos
proyectos, en tanto se lo entiende como la formación de ciertos hábitos necesarios para aprender
– y no sólo como la respuesta a las expectativas del profesor- que la escuela tiende a suponer
adquiridos por los alumnos y que, como consecuencia de las desigualdades de clase (y las
diferentes experiencias previas con las que los niños se presentan en la escuela), resulta
necesario enseñar de manera explícita y sostenida para evitar la producción del fracaso escolar.
En algún sentido puede considerarse que todos los proyectos basan sus intervenciones en la
confianza en las capacidades de aprendizaje de los niños, y –a partir de ello- en la valoración de
las disposiciones y aprendizajes previos forjados en el marco de las circunstancias particulares en
las que se desenvuelve su vida diaria, vinculada con el mundo del trabajo o con la resolución de
situaciones propias de la vida familiar.
80
de prácticas de autoevaluación. La importancia asignada a esta estrategia se vincula con la
necesidad de revertir las consecuencias, en el plano de la subjetividad, de los estigmas con los
que suelen cargar los niños que han tenido una experiencia previa de fracaso en la escolaridad.
En un sentido más general, esto apunta a producir un cambio respecto de algunas expectativas
predominantes en la escuela y prácticas de estigmatización que tienden a asociar la pobreza con
un destino irrevocable de dificultades de aprendizaje.
A diferencia de otros proyectos, en las intervenciones del AEE en la educación común los
procesos de estigmatización asumen rasgos peculiares, que no necesariamente se relacionan con
el fracaso de los niños en el aprendizaje. Como parte de los problemas específicos con respecto a
los cuales el área debe fijar un posicionamiento pueden mencionarse tanto la ocurrencia de
situaciones de niños con desbordes emocionales o severos problemas de adaptación a las
normas escolares como también el impacto de diagnósticos de ADD (Desórdenes de Atención
Deficitaria e Hiperactividad) o TGD (Trastorno Generalizado de Desarrollo) que se atribuyen a los
alumnos y, en muchas ocasiones, se producen sin los elementos respaldatorios suficientes.
Parece constituirse entonces, como tarea prioritaria del Área de EE la revisión de estos procesos
de etiquetamiento. En el caso de la aparición de “problemas de comportamiento”, la estrategia
pasaría por superar las lecturas aisladas del fenómeno, que tienden a desvincularlo del contexto
institucional en el que se produce (en tanto esos desbordes ocurren en la escuela, la dimensión
subjetiva del problema y la dimensión institucional necesariamente deben articularse). En el caso
de los trastornos antes mencionados, la intervención del área busca reemplazar los diagnósticos
prematuros por una serie de instancias de evaluación de la situación que pongan en cuestión la
propia pertinencia de explicar de manera simplista los comportamientos de los niños a partir de
esas patologías.
En el caso de M+M la revisión del enfoque sobre la adquisición de la lengua escrita y el abordaje
de la enseñanza promovidos por el proyecto trae aparejada, en sí misma, una redefinición acerca
del sujeto de aprendizaje. A partir de ello, se aspira a que el docente pueda revisar críticamente
su mirada acerca del alumno, trasladando el foco de atención desde las carencias hacia las
potencialidades del mismo. El enfoque socioconstructivista que el proyecto adopta plantea que los
niños tienen diferentes experiencias con la cultura escrita previas a la escolaridad y que el
81
aprendizaje de la lectura y escritura es un proceso social que no se produce en un vacío de
cultura, como si se tratara de un hecho universal. Es decir, la elaboración de las propuestas de
enseñanza requiere que los docentes puedan reconocer la relación previa de los alumnos con la
cultura letrada, aun de aquellos que provienen de hogares iletrados o con poco contacto con la
lectura y la escritura. Para favorecer este reposicionamiento con respecto a las potencialidades de
los alumnos, es preciso dotar a los docentes de mejores condiciones de enseñanza así como
también de nuevas herramientas conceptuales y metodológicas. En tal sentido, la capacitación y
la incorporación de un segundo maestro se convierten en las estrategias privilegiadas del
proyecto.
Por las características de los niños que concurren a los GN, como señalamos, el acento se coloca
en revertir la situación de exclusión escolar. En este marco, cobra mayor relevancia la necesidad
de consolidar procesos dirigidos a la formación del niño en tanto alumno, en función del desarrollo
de una serie de hábitos y competencias que la escuela requiere para participar de la relación
pedagógica y de la vida institucional. Esta tarea asume una complejidad adicional, dado que
muchas veces no es posible acreditar o dar cuenta de la trayectoria educacional previa de los
niños provenientes de países limítrofes, a lo cual se suman las diferencias existentes entre las
características de nuestro sistema escolar y las rutinas, estructuras curriculares y saberes que
otros sistemas educativos ponen en juego.
Si bien para estimar el grado de materialización de los propósitos planteados por estos proyectos
sería preciso estudiar el desarrollo de estas experiencias en la propia cotidianeidad de las
instituciones educativas, es posible afirmar que los procesos de revisión conceptual y
metodológica que impulsan dan cuenta de los intentos de revertir la problemática asociada al
fracaso y la exclusión escolar. En tal sentido, estas políticas se constituyen en un aporte valioso
para cuestionar e intentar revertir la relación entre desigualdades sociales y educativas, al mismo
tiempo que revelan hasta qué punto resulta necesario que la escuela primaria común, tal como la
conocemos en la actualidad, sea capaz de revisar críticamente sus rutinas, contenidos, vínculos,
procedimientos y estrategias para poder transformar aquellos elementos del dispositivo escolar
que pueden identificarse como más comprometidos en la producción del fracaso.
82
ESTUDIO ESPECIAL: LA ENSEÑANZA PRIMARIA EN CONTEXTOS DE DESIGUALDAD
SOCIAL Y DIVERSIDAD SOCIOCULTURAL
La Ciudad de Buenos Aires es, como los grandes conglomerados urbanos contemporáneos, un
contexto multicultural y plurilingüe en el que un número significativo de su población escolar es, en
primera o segunda generación, migrante interno o externo52. Si bien en su mayoría los migrantes
provienen de alguna de las provincias argentinas53 o de países vecinos (fundamentalmente
Paraguay, Bolivia, Perú y Uruguay)54, otros también responden a adscripciones étnicas que no se
corresponden con un territorio político y a otras nacionalidades que tienen un peso
cuantitativamente menor. La migración está, en la mayoría de los casos, atravesada por
condiciones de desigualdad social, registrándose importantes procesos de segregación urbana
que se traducen en una heterogénea distribución de la matrícula escolar.
En los últimos años se han venido desarrollando distintas políticas que atienden a la desigualdad
educativa en las escuelas primarias tanto desde el Ministerio de Educación jurisdiccional
(Programa ZAP, Aceleración y Nivelación, Puentes Escolares, Recuperación, etc.) como desde el
Ministerio Nacional (Programa Integral para la Igualdad Educativa -PIIE-, Volver a la Escuela,
Todos a Estudiar, etc.). Como se señaló en la introducción de este informe, se trata de propuestas
que, de algún modo, incorporan la problematización de la diferencia o diversidad sociocultural,
desde una perspectiva que vincula al denominado fenómeno del fracaso escolar con la
desigualdad social.
51
Colaboración en la producción de datos estadísticos: Lina Lara e Iván Silvero.
52
Según la Encuesta Anual de Hogares 2006, el 19,4% de la población que reside en la Ciudad proviene del interior
del país y el 10,9% ha nacido en otros países (Dirección General de Estadística y Censos del G.C.B.A.).
53
Según los datos del Censo Nacional de Población y Vivienda 2001 (INDEC), los migrantes internos radicados en la
Ciudad provienen principalmente del interior de la provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba,
Tucumán, Corrientes, Santiago del Estero y Salta.
54
Fuente: Encuesta Complementaria de Migraciones Internacionales 2003 (INDEC).
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relevamiento disponibles, a la población en edad escolar de Nivel Primario que reúne las
condiciones de migrante externo o interno.
Es preciso advertir que esta primera sistematización de datos debería ser considerada tan sólo
como un punto de partida que es necesario complementar con análisis que permitan realizar una
caracterización socioeconómica de la población migrante. De este modo, podríamos comenzar a
estudiar de qué manera se verifica el supuesto planteado acerca de la combinación de factores
sociales y culturales en la producción de la desigualdad educativa. Comenzar a dar cuenta de
estos procesos podría constituirse, finalmente, en un insumo valioso para las políticas que
atiendan a las necesidades educativas de esta población que se encuentra radicada en el
territorio de la Ciudad de Buenos Aires y, más específicamente, para el desarrollo de políticas que
intenten trabajar en un sentido contrario a los procesos de transformación de la diversidad
sociocultural en desigualdad educativa.
El análisis efectuado en este Estudio Especial se basa en la utilización de fuentes propias de los
Ministerios de Educación Nacional y de la Ciudad (Relevamiento Anual, Relevamiento Matrícula
Inicial y Relevamiento Matrícula Final) para obtener una primera descripción de la población en
escuelas primarias de la CABA que coincide con el perfil señalado (extranjeros y migrantes
internos) y su distribución geográfica en las escuelas de la ciudad en términos de distrito escolar.
Por otra parte, el nivel de desagregación de esta información no permite diferenciar a los alumnos
provenientes del GBA de aquellos del resto de la provincia de Buenos Aires, lo que impide
conocer el peso de los nuevos ingresantes que provienen de las escuelas del GBA. Tomando en
cuenta estas aclaraciones podemos presentar el peso y la evolución de la matrícula proveniente
de escuelas del interior del país y provincia de Buenos Aires.
84
A diferencia de la matrícula de nacionalidad extranjera, que como se verá más adelante es más
numerosa, los alumnos de nacionalidad argentina provenientes de escuelas localizadas fuera de
la CABA sólo llegan al 3% en 2008 y suman un total de 4.445. De este volumen, la mayoría
proviene de la provincia de Buenos Aires y probablemente con una fuerte participación del GBA
en este agrupamiento, aunque es imposible estimarlo por las razones señaladas
precedentemente. Como se desprende del cuadro anterior, los alumnos que ingresan a escuelas
primarias de la CABA procedentes de otras escuelas del interior del país no sólo representan el
0,4% de la matrícula (649 estudiantes).
Como se anticipó, esta forma indirecta de acceder a la participación de los migrantes internos en
la matrícula de las escuelas primarias de la Ciudad puede presentar una imagen distorsionada del
peso real de este colectivo. Por un lado, puede estar subestimando su dimensión debido a que
sólo se considera el volumen de los migrantes internos entre los nuevos ingresantes, lo cual dista
de poder ofrecer un panorama completo del fenómeno. Por otro lado, la presencia de alumnos
provenientes del conurbano bonaerense puede ejercer un efecto contrario, abultando la cifra de
migrantes del interior de la provincia de Buenos Aires. Por estos motivos, consideramos que las
fuentes propias del Ministerio de Educación jurisdiccional no resultan del todo precisas para poder
estimar la participación de los migrantes internos en las escuelas primarias y que, por ende,
deberá ser abordada a partir de otras fuentes.
El incremento sostenido de los alumnos extranjeros en las escuelas de Nivel Primario no puede
soslayarse. Mientras que en el período comprendido entre 2000 y 2008 la cantidad de niños
matriculados en el Nivel Primario común creció un 1,8% (pasando de 263.273 a 268.027 niños, lo
que significa un incremento en términos absolutos de 4.754 alumnos), en el mismo lapso la
matrícula extranjera se incrementó en más del 21% (es decir, 3.076 en términos absolutos).
Esto permite afirmar que el aumento de la matrícula total del nivel durante el período 2000-2008
se explica básicamente por el aporte de los alumnos extranjeros, aunque es importante advertir
que su peso sigue siendo bajo en relación con el total de la matrícula: pasó de 5,5% en el año
2000 a 6,5% en el año 2008.
85
aumento de estudiantes de otras nacionalidades, el mismo es más leve en términos porcentuales
(10,9%) y también en valores absolutos: se han incorporado 267 alumnos extranjeros a la
matrícula de establecimientos de gestión privada entre 2000 y 2008.
Distribución geográfica
Por el contrario, los distritos en los que la presencia de estudiantes inmigrantes es claramente
menor son los que se ubican en el cuadrante noroeste de la jurisdicción (DE 14, 15, 16, 17 y 18):
entre estos 5 distritos no alcanzan a sumar 1.500 alumnos extranjeros.
86
Distribución de la matrícula extranjera en los distritos escolares. Año 2008
Utilizando las mismas fuentes (Relevamiento Anual) pueden analizarse los grupos nacionales que
conforman la población extranjera matriculada en las escuelas primarias de la Ciudad. Una
primera lectura de los datos disponibles permite afirmar que la mayoría de los estudiantes nacidos
en otros países provienen de distintos lugares de Latinoamérica, siendo más habitual la migración
desde países limítrofes como Bolivia y Paraguay, así como también desde Perú. Los alumnos de
nacionalidad paraguaya conforman el colectivo extranjero que más ha crecido en los últimos años:
entre 2000 y 2008 se ha duplicado la cantidad de niños provenientes de dicho país,
consolidándose como la segunda comunidad nacional en las escuelas primarias de la CABA con
4.955 alumnos. No obstante este fuerte crecimiento, en términos de volumen los niños
pertenecientes a la comunidad boliviana siguen representando el colectivo extranjero con mayor
presencia (6.657 alumnos). Si bien este grupo ha crecido en los últimos años, la magnitud del
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aumento es sensiblemente menor (30%) al registrado por el conjunto de alumnos nacidos en
Paraguay.
CABA. Nivel primario común. Evolución de la matrícula extranjera por país de origen. 2000-2008
6.657
Año 2000
5.113 4.955
Año 2008
3.270
2.880
2.484 2.579
1.780
1.415
885
CABA. Nivel primario común. Distribución de matrícula extranjera por país de origen. Año 2008
Bolivia 38%
Paraguay 28%
Perú 19%
Europa, Asia 5%
y otros
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Habiendo presentado esta primera sistematización de datos sobre la presencia de migrantes en la
matrícula del nivel primario de la Ciudad, y establecidos los límites que tal información conlleva,
entendemos que la misma podría ser complementada en posteriores estudios con la descripción
demográfica, socio-económica y educativa de la población escolar migrante y de sus hogares de
origen, enfocando la atención en los grupos migrantes extranjeros más relevantes (países
limítrofes y Perú); los migrantes internos y la población indígena o descendiente de indígenas. En
lo inmediato, en la segunda etapa del estudio a realizar sobre los proyectos M+M, Aceleración,
Nivelación y el Área de Educación Especial en escuelas comunes, se pondrá atención en la
dimensión cultural y lingüística del problema del fracaso escolar respecto del cual intentan actuar,
y en la manera en que estos programas o áreas intervienen para desarticular la asociación entre
diversidad sociocultural y desigualdad educativa.
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