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Letra y Estado en El Payador. El modo de leer Lugones.

Lelia Area- Liliana Pérez- Patricia Rogieri

En el marco de la investigación “Políticas de la lengua y narración de estado en la


Argentina del Centenario. Impacto sobre el diseño de políticas lingüísticas” SECyT, UNR,
este artículo tiene por objeto exponer la lectura que, en El Payador, el modo de leer
Lugones imprimió en el mapa cultural de la Argentina del Centenario. Es así que el Estado
dará letra en las primeras décadas del siglo XX a la territorialización del nacionalismo. La
nación, entonces, se autorreferencializa y entre ella y la lengua se plantea una indisoluble
unidad, porque el Estado ha creado el mapa y el mapa una nación otra. Así, la letra estadual
encuentra en el modo de leer Lugones su propia narración emblemática. El Payador
concibe la lengua nacional como emblema que, junto con el culto de los antepasados, la
conservación territorial y la raza, estatuyen el territorio imaginado de una verdadera Patria.

Palabras clave: El Payador, políticas de la lengua, Centenario, modo de leer, territorio.

“Los idiomas del hombre son


tradiciones que entrañan algo de fatal”
(J.L.Borges, “Prólogo” a El otro, el
mismo)
“Se miente más de la cuenta/por falta de
fantasía./ También la verdad se inventa”
(Antonio Machado)

Esta presentación, en el marco de la investigación “Políticas de la lengua y


narración de estado en la Argentina del Centenario. Impacto sobre el diseño de
políticas lingüísticas” tiene por objeto exponer la lectura que, en El Payador, el
modo de leer Lugones imprimió en el mapa cultural de la Argentina del Centenario.
En las primeras décadas del siglo XX el Estado dará letra a la territorialización del
nacionalismo. La nación, entonces, se autorreferencializa y entre ella y la lengua se
plantea una indisoluble unidad, porque el Estado ha creado el mapa y el mapa una
nación otra. Así, la letra estadual encuentra en el modo de leer Lugones su propia
narración emblemática.
Si puede sostenerse que las naciones en sí mismas son narraciones, las discusiones
acerca de la funcionalidad de la lengua resultan tema relevante tanto en los estudios
de política lingüística como de crítica cultural. Las naciones, tal como se han dado
históricamente, apelaron para conformarse como “comunidades imaginarias
construidas sobre mitos fraternos”, a la comunidad de lengua. Esta ha sido
considerada, incluso, lo que define la nación, ya que hace posible el entramado
social al facilitar la comunicación y representa para sus integrantes el índice más
claro de identidad. Constituye, por ello, uno de los caminos para construir la
etnicidad desde el Estado y naturalizar así la pertenencia a una nación. No obstante,
es importante tener en cuenta que -parafraseando a Eduardo Grüneri- el gesto de

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situarse en el campo de una lengua no es tarea fácil, ya que es necesario
interrogarse sobre qué cosa puede ser una lengua materna y hasta dónde la ilusión
de unidad creada por ese artículo basta para identificarse como perteneciente a una
letra estadual, sea que los cuerpos que la inscriben circulen dentro o fuera de
ciertos límites geográficos. Porque ¿qué se entiende por letra estadual? ¿Lo que
escriben unos cuerpos nacidos dentro de determinados límites geográficos? ¿Lo
escrito en una indefinible “lengua” argentina? ¿Lo que hace referencia a unos
“hechos” históricos dados o a unas iconografías culturales imaginables como
“argentinas”? ¿Qué se entiende, finalmente, por “extranjero”? ¿Un territorio
política y culturalmente externo al designado como República Argentina? ¿O al
lugar (no geográfico, sino discursivo) en que una diferencia de lengua haría
imposible una equivalencia de enunciación que no homenajeara a la fórmula
“traduttore tradittore”?
En el marco de la celebración del Centenario de la Revolución de Mayo –y a once
de aprobada la Ley de Residenciaii- una serie de conferencias dictadas en el Teatro
Odeón de Buenos Aires (1913, publicadas en 1916 con el título de El payador)
realiza –y reorienta- la dicotomía sarmientina civilización y barbarie. En un Buenos
Aires por el que en tres décadas han pasado seis millones de inmigrantes, la
barbarie estratégicamente no será ubicada ya en la campaña, sino en el corazón
mismo del territorio urbano, y sus protagonistas no serán ni indios ni gauchos sino
ese otro que ha llegado para 'desordenar' el espacio social (violentando su lengua).
Ricardo Piglia, en Respiración artificial, arma el escenario de la amenaza del otro:
"Para las clases dominantes, la inmigración viene a destruir muchas cosas... destruye
nuestra identidad nacional, nuestros valores tradicionales, etc., etc. En la zona ligada a la
literatura lo que se dice es que la inmigración destruye y corrompe la lengua nacional. En
ese momento la literatura cambia de función en la Argentina; pasa a tener una función ...
específica. Una función que, sin dejar de ser ideológica y social, sólo la literatura como tal,
sólo la literatura como actividad específica puede cumplir. La literatura ... tiene ahora una
sagrada misión que cumplir: preservar y defender la pureza de la lengua nacional frente a la
mezcla, al entrevero, la disgregación, producida por los inmigrantes”. (Piglia 1980: 168)

Frente a un desideratum tal, El Payador expone la paradoja lugoniana: para que el


Escritor se constituya en garante de la pureza de la lengua, hay, en primera
instancia, que fijarla.
Tengamos presente que Lugones pensaba que los intelectuales debían cumplir una
función eminente y rectora en la sociedad de la que formaban parte. Para Jorge
Riveraiii si Lugones proponía (y aún exigía) la idea de un Jefe, siempre creyó que
el apéndice natural de ese Jefe con ribetes cesáreos debía ser, necesariamente, el
intelectual como mentor, propugnador y constructor. Profundizando esto un poco
más, podríamos afirmar que buscaba en realidad el orden y las categorías
secretamente aristocráticas que habían alimentado desde el Renacimiento –y con
más fuerza desde el siglo XVIII- el mito de la sagrada función y del sagrado
magisterio del humanista burgués. Dar testimonio y sobre todo trazar las grandes
líneas rectoras e interpretadoras de la letra estadual serían las zonas en las que el
poeta trató de mantenerse congruente.
Desde esta perspectiva, en un movimiento de asociación pureza de la lengua -
poesía nacional, El payador realiza la operación de inscribir la lengua del Martín
Fierro en la tradición grecolatina. Esa inscripción le demanda una doble operación:

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por un lado, incluir el Martín Fierro en la serie poesía grecolatina (Homero,
Virgilio), lírica provenzal, cantares de gesta, poesía medieval (romancero español),
Quevedo, la novela de caballería (Cervantes) para, a partir de esa serie, religar la
lengua de la Nación con el español del siglo XV.
“Lo que empezó... a formarse [con los rústicos cantores] fue otro castellano,
tal como este idioma resultó al principio otro latín: y ello por agencia,
también, de los poetas populares.
Aquella obra espontánea culminó por último en un poema épico, cual sucede
en todo fenómeno de esta clase, siempre que él comporta el éxito de un
nuevo ser llamado a la existencia. De suerte que estudiarlo en dicha obra, es
lo mismo que determinar por la flor el género y la especie de una planta”.
(Lugones 1916: 1)

La operación semiótica puede explicarse como sigue: primero se establece el rasgo,


luego se fija el caso, para finalmente establecer el tipo. ¿Cuál es el rasgo? Para
Lugones, la lengua en uso por parte del gaucho ¿Cuál es el caso? En realidad, ¿los
dos casos? Uno, la escritura de ese uso que se manifiesta en el poema. Otro, la
inscripción de esa letra como norma argentina. ¿Cuál es el tipo? La verdadera
Patria.
“El objeto de este libro es, pues, definir bajo el mencionado aspecto la poesía
épica, demostrar que nuestro Martín Fierro pertenece a ella, estudiarlo como
tal, determinar simultáneamente, por la naturaleza de sus elementos, la
formación de la raza, y con ello formular, por último, el secreto de su
destino”. (Lugones 1916: 2)
“Pues siendo la patria un ser animado, el alma o anima es en ella lo principal.
Por otra parte, la diferencia característica llamada personalidad, consiste para
los seres animados, en la peculiaridad de su animación que es la síntesis
activa de su vida completa: fenómeno que entre los seres humanos (y la
patria es una entidad humana) tiene a la palabra por su más perfecta
expresión”. (Lugones 1916: 1)

Tal como lo señalara David Viñas “algo se está borrando para siempre pero no hay
que dejarlo ir, es necesario fijarlo aunque sea en sus contornos más tenues. Ahí está
la poesía, eso es Lugones: los montoneros son homéridas, Héctor un domador, el
gaucho un héroe, el esclavo sumiso un paradigma, todo tiempo pasado fue mejor
sobre todo si el presente está dominado por ‘la chusma de las urnas’, el
yrigoyenismo y esos advenedizos descendientes de unos gringos gritones”.iv Y es
que la poesía épica para Lugones tiene como objetivo elogiar empresas inspiradas
por la justicia y la libertad, con lo cual “al ser ella la expresión heroica de la raza”,
se define por los conceptos de “patria y civilización” que coinciden en “ese doble
anhelo de excelencia humana: la justicia y la libertad”.v
Así entendida, la lengua de la nación y letra del Estado requieren de la comunidad
de la raza como suplemento de particularidad, en realidad un principio de exclusión
que representa el mito de origen para la verdadera Patria, porque el nacionalismo
ontologiza la nación creando una indisoluble unidad espititual entre ella, la lengua
y la letra, velando el hecho de que, tanto la formación de una nacionalidad como la
adopción de una lengua nacional, junto con la ejecución de la letra estadual, son
hechos políticos.

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“El carácter nacional, no es necesario sino a este género de poesía [épica]; y
de tal modo, que toda poesía empieza a ser épica, apenas resulta
inevitablemente nacional”. (Lugones 1916: 15)

Recordemos que estamos en 1913, Lugones, escritor consagrado, expone, ante lo


más representativo de la dirigencia porteña su lectura de El gaucho Martín Fierro
de Hernández. Una lectura que inscribe un modo de leer una verdadera patria
Argentina, a la que hay que ejecutarle –en el doble sentido del término- una lengua.
En este marco, el gaucho Martín Fierro, devenido payador, será la grilla de lectura
a través de la cual Lugones articula la política lingüística soporte de la narración de
Estado.
Ahora bien, intervenir en la forma de la lengua puede tener diferentes objetivos:
fijar una escritura, enriquecer el léxico, depurarla de influencias extranjeras,
estandarizar, homogeneizar. En el caso de El payador, la lengua de la patria recibe
la estructura del español del S XV, y la innovación se circunscribe al léxico como
respuesta lingüística a la demanda que la naturaleza efectúa al habitante nativo de
las pampas:
“...al no haber, acá [en América], unidad étnica, fronteras ni tradición, o sea
los fundamentos de la nacionalidad, la quietud habría comportado,
fatalmente, un reintegro a la barbarie.vi Tan solo la actividad física a que
obligaba la naturaleza, era en América mucho mayor”. (p. 100)
“Como el idioma indígena era inferior en riqueza léxica, o sea, en el
elemento que con mayor facilidad aceptan las lenguas, y como pertenecía,
además, a la raza dominada que tan fácilmente se sometió, infiérese sin
esfuerzo la penetración castellana en él”. (Lugones 1916: 109)
“Salvo algunas denominaciones locales, siempre esporádicas por lo demás, el
castellano permaneció incólume en su índole y en su esencia”. (Lugones
1916: 105)

Ante la amenaza de mezcolanza dada por la inmigración, el escritor-guardián de la


verdadera lengua de la letra patria narra el disciplinamiento en el proceso de
contacto de diferentes lenguas como proceso de homogeneización lingüística:
“Cuando notamos que el lenguaje de nuestra campaña está formado por
diversos aportes de todas las lenguas romanas, refundidos de nuevo en un
molde semejante al primitivo [el español argentino de la patria, una nueva
lengua romance], esto nos revela que en el fondo de las pampas americanas
realizóse en silencio, por acción espontánea de la libertad y de las tendencias
étnicas, un gran esfuerzo de civilización”. (Lugones 1916: 103-14)

Finalmente, realizado el proceso de homogeneización lingüística, la operación de


racionalización vehiculiza la realización de una gramática para una lengua única
que refiere a un territorio único. De esta suerte, en el capítulo VI, Lugones anuncia
un segundo tomo (no editado) en el que se llevará a cabo el plan que aquí se
presenta para la realización de una gramática para el castellano de Argentina:

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“... proponer una serie de principios para la investigación metódica cuyos
resultados ofreceré al lector en el tomo II.
Asigno ante todo, el primer lugar, a aquel fundamento científico de la ciencia
etimológica, en cuya virtud las derivaciones nunca provienen de términos
subjetivos, inaccesibles por lo común, al pueblo y superfluos en la economía
primitiva de los idiomas; desde que estos tienen por destinación específica la
representación de objetos.
El segundo consiste en atribuir origen latino a toda palabra del lenguaje
gaucho que no exista en los léxicos castellanos y no sea evidentemente
indígena... la filiación latina ha de establecerse empezando por el latín y el
griego de la Media y baja épocas, para continuar con los nueve romances
principales, en este orden: el provenzal-catalán; el portugués-gallego; el
español hasta el S XV; el francés bajo su forma troncal llamada lengua de
oïl; el italiano bajo sus formas dialectales, y como estructura idiomática hasta
el S XVI; el sardo, el reto-románico, el rumano y el dálmata. Por último, el
griego y el latín clásicos, que suministran no pocas veces la confrontación
fundamental.
Conviene asimismo tener presente que los idiomas indígenas de América
legaron algunas voces, aunque muy pocas, al castellano de España”.
(Lugones 1916: 106-107)vii

Este plan inconcluso se inscribe en la tradición de las gramáticas latinas


(Quintiliano) y de las primeras gramáticas vernáculas del español de la Península
(Nebrija) y americano (Cuervo). En estas tradiciones se distinguen dos partes en el
abordaje del proceso de descipción-fijación de una lengua: la parte metódica, que
se compone, a su vez, de cuatro partes: etimología, prosodia, ortografía y sintaxis.
La segunda, la parte histórica, establece la autoridad como la que debemos hablar:
la autoridad de los letrados. Así, y desde el prólogo, se hacen evidentes las dos
filiaciones de una verdadera patria Argentina: una genérica y una lingüístico-
gramatical. La idea de unificación lingüística que amalgama estas filiaciones,
implica la intervención estandarizadora del estado como estrategia para el
disciplinamiento de una identidad nacional a partir de una operación de
racionalización y homogeneización sobre la lengua en uso.
Y si, como hemos señalado, el siglo XIX en el imaginario occidental pensó la
lengua nacional a partir de la constitución de los grandes relatos vinculados con la
construcción de esos lugares político-literarios llamados naciones, Leopoldo
Lugones –en la escena de El Centenario- desde El payador ejecuta la letra estadual
como emblema que, junto con el culto de los antepasados, la conservación
territorial y la raza, estatuyen el territorio imaginado de una verdadera Patria.

NOTAS

5
[1]
Cf. Grüner, Eduardo, “La Argentina como pentimento” en Un género culpable.
La práctica del ensayo: entredichos, preferencias e intromisiones, Rosario, Homo
Sapiens Ediciones, 1996, p. 33.
[2]
Al cúmulo de transformaciones sociales, económicas y políticas que en la
Argentina se vinculan con la presencia de la inmigración, debe agregarse la
poderosa influencia que ésta tuvo en la activación de las luchas obreras y el
fortalecimiento de las organizaciones sindicales. Hacia 1900, el 52% de la
población estaba compuesto por extranjeros, que habían sido convocados como la
mano de obra proletaria indispensable para el progreso. Desde 1878 las huelgas
obreras fueron incrementándose, impulsadas principalmente por la acción de los
anarquistas. Hacia 1902, a la sucesión de huelgas se le sumaron otros factores que
aumentaron la intranquilidad del gobierno: 1) las acciones del anarquismo
internacional, como los asesinatos del Rey de Italia y del presidente
norteamericano Mac Kinley; 2) la presencia y activismo en Argentina de
anarquistas de la talla de P. Gori, E. Malatesta, A. Pellicer Paraire; 3) el deterioro
de las relaciones laborales y del nivel de vida de los obreros locales, afectados por
una desocupación del 25%; 4) la aceptación del anarquismo argentino de participar
en organizaciones sindicales junto con los socialistas. cuando en noviembre de
1902 -un año de excelentes cosechas- se extendió desde los principales puertos del
país una huelga general de dimensiones hasta entonces inéditas en la historia de
América Latina, el Poder Legislativo se apresuró a promulgar la "Ley de
Residencia" por la que autorizaba al Ejecutivo a expulsar del país, sin juicio previo
y en el plazo de 3 días, a "todo extranjero cuya conducta comprometa la seguridad
nacional o perturbe el orden público". Contra esta ley -expresión de la ideología
xenófoba de los sectores dirigentes del país- se renovaron las protestas desde el
momento mismo de su aprobación, atacando su manifiesta inconstitucionalidad (la
Constitución Argentina reconoce los mismos derechos y deberes a "todos los
hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino").
[ ]
3 Cf. Rivera, Jorge, “En el Centenario sí y no de Leopoldo Lugones” en Crisis Nº
14, Bs. As., Junio 1974, pp. 9-24.
[ ]
4 Viñas, David, Literatura argentina y realidad política. De Sarmiento a
Cortázar, SXX, Bs.As., 1974, p. 225.
[ ]
5 Lugones, Leopoldo, El payador, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1991, p. 8.
[ ]
6 El subrayado es nuestro.
[ ]
7 El subrayado es nuestro.

Referencias bibliográficas

Lugones, L. (1916), El payador, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1991.

- - - - - - - - - (1910), Didáctica, citado por ARA, G. (ed.), El payador y antología


de poesía y prosa, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1979.

6
Area, L., Pérez, L., Rogieri, P. (1999), “Lengua / territorio. Sarmiento-Bello:
diseños cartográficos para el siglo XIX latinoamericano”, Revista de Letras N 6,
UNR Editora, pp. 183-188.

Gregory, D. (1994), Geographical Imaginations, Cambridge M. A., Blackwell.


Piglia, R. (1980), Respiración artificial, Bs. As., Pomaire.

Ramos, J. (1994), “El don de la lengua” en AREA, L. y M. MORAÑA (comps.),


La imaginación histórica en el siglo XIX, Rosario, UNR Editora.

Rivera, J. (1974), “En el Centenario sí y no de Leopoldo Lugones” en Crisis Nº 14,


Bs. As..

Viñas, D. (1974), Literatura argentina y realidad política. De Sarmiento a


Cortázar, Bs. As., Siglo XX.

V.V. A.A. (1995), Signo y Seña. Políticas Lingüísticas Nº 4, UBA.

Dra. Lelia Area (Directora), Prof. Liliana Pérez y Mg. Patricia Rogieri
(Investigadoras), integrantes del equipo de investigación consolidado de la
Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario.
Especialistas en Análisis del Discurso, Retórica y Lingüística con particular interés
en el estudio de las configuraciones imaginarias sustentadas por las políticas del
lenguaje.
larea@citynet.net.ar; lperez@citynet.net.ar; parogieri@ciudad.com.ar

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