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Hacer una lectura como esta ha supuesto Punta Carretas y el Cerro son, ante todo,
fijar la atención, ora alternativa, ora puntos geográficos sobresalientes y de algún
simultáneamente, en dos tipos de modo aislados en el perfil de la costa
comparaciones, establecidas a través de una montevideana, de ahí que tempranamente se
coordenada espacial y una temporal, constituyeran en enclave de sendos faros que
previendo la existencia de coincidencias o precedieron a la urbanización. De allí también
invariantes y de diferencias o cambios. Esto que parte de su historia y su mitología les
es, un contrapunto entre lugares, por un lado, venga del mar. Como todos los aledaños del
y un contraste, por otro, entre un antes y un primitivo casco fortificado español –hoy
ahora de límites no precisos ni Ciudad Vieja de Montevideo-, fueron en
necesariamente coincidentes para uno y otro época colonial chacras incultas y uno de los
barrio pero en principio reconocidos, primeros usos que se les conoce fue la
respectivamente, hacia algo pasada la mitad y instalación de saladeros y otras industrias
en la última década del siglo XX, lo que ubica alimentarias para el abasto de la ciudad. Los
el tránsito dentro de un lapso que en la nexos principales que conectaban aquellos
cronología nacional se corresponde con el campos yermos con la primitiva civilización –
período dictatorial (1973-85) y en la mundial, respectivamente, un camino y un paso de un
con la entrada en la era de la globalización. arroyo- fueron consolidados a través de los
Para comprender las continuidades y las sucesivos medios de trasporte y subsisten
rupturas históricas que ese tránsito significa, hasta hoy. Incorporados definitivamente
por momentos la mirada se remonta a épocas como barrios en la trama urbana en
pretéritas. La investigación trascurre así por circunstancias muy diferentes, cada uno se
los sectores dispuestos en el cuadro adjunto al conformó con un marcado sello propio
final focalizando el interés principal en la cruz dentro de la ciudad integrada que Montevideo
de interfase, más particularmente en el centro se preció de ser hasta hace unas tres décadas.
y fundamentalmente en uno de sus Ambos, también, se han constituido en
cuadrantes, que es donde radica la posible imágenes privilegiadas de las mutaciones y los
relación del caso con las hipótesis; lo que las extremos de la Montevideo actual.
mutaciones de uno y otro barrio tienen en
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la marginalidad física y social genera un caldo juegan en la calle y los perros andan sueltos.
de cultivo propicio para que prolifere la Aislamiento, profusión de verde, confianza,
criminalidad en toda una zona mucho más tranquilidad. Este es el ámbito
vasta y, aunque la gran mayoría de la intempestivamente trastrocado –percepción
población del lugar no es la protagonista unánime- de la mano de un agente muy
activa sino la primera víctima, tampoco inteligible y representativo de la
resulta fácil ni razonable atribuirle el origen contemporaneidad.
circunscrito -la culpabilidad- que los
habitantes de cada sector y minúsculo A fines de 1986 ocurre en Punta Carretas
vecindario hacen cuestión de discernir. un episodio cinematográfico del que
sobrevendrá una radical transfiguración del
Punta Carretas o Punta Brava, entre tanto, barrio. En uno u otro sentido y manera, se
es una prominente punta rocosa orientada al produce un motín en la cárcel. A los pocos
Sur, la más pronunciada del borde costero días, esta se desaloja y clausura
montevideano. El doble nombre del lugar, definitivamente. Al cabo de varios años de
señala Agustín Noriega, es significativo. idas y venidas sobre el destino del predio –
Expresa la mirada ora desde tierra, ora desde nada menos que seis manzanas enclavadas en
el mar. Mientras Punta Brava, según cuenta un punto ahora ostensiblemente privilegiado
un antiguo lugareño, es el nombre que le de la ciudad - en 1994 en su lugar abre sus
dieron los marinos, porque la punta se puertas el Punta Carretas Shopping Center, el
prolonga bajo agua en una peligrosa restinga, más distinguido de Montevideo, en una
dizque otrora culpable de muchos naufragios construcción híbrida que, junto con los
reales o legendarios, Punta de las Carretas elementos tecno y los grandes
sería resultado de la antigua concurrencia de estacionamientos de rigor, consiente o
aquellos vehículos de tiro de bueyes al paraje, conviene en incorporar –certera expresión de
tal vez porque era usado como basurero, tal Beatriz Sarlo- souvenirs de la cárcel. De la
vez al saladero, sin que se sepa a ciencia noche a la mañana, el lugar por donde no
cierta. La marginalidad de Punta Carretas a pasaba nadie es invadido por una multitud y
pesar de su cercanía al centro, que nace de su una avalancha de vehículos que provoca en el
quedar fuera del paso, su situación de cul de sac embudo de la península un predecible
acentuada por el grueso colchón parquizado congestionamiento. Como no era menos
que corta la trama urbana, se vio asegurada y predecible, la impronta del shopping desborda
dilatada con la implantación, en los albores ampliamente sus muros. Para beneplácito
del siglo XX, de una penitenciaría, la más explícito de algunos propietarios y tal vez no
imponente que conociera el país hasta el confeso de otros muchos, los precios
siniestro Penal de Libertad erigido por la inmobiliarios trepan abruptamente,
dictadura 70 años más tarde e, irónicamente, catapultados por una corrida del interés por
escenario de espectaculares y subterráneas sentar sede de negocio o residencia en el
fugas colectivas protagonizadas por militantes nuevo y prestigiado centro. Seducida por la
anarquistas en los años 30 y tupamaros en los oferta, expulsada por la suba de la renta o
70. Es más que probable que la presencia ahuyentada por el ruido, buena parte de la
intimidatoria de la mole amurallada del Penal antigua población emigra. Muchas casas se
haya inhibido largamente el afincamiento de refuncionalizan para destino comercial,
residentes y otra visita que no fuera la de los especialmente gastronómico, mientras otras
familiares de los presos. Recién hacia la mitad son adquiridas por nuevos residentes más
del siglo la ciudad termina por rodear la acordes con la actual categoría de la zona.
cárcel, generándose un barrio nuevo de Concomitantemente se acelera un proceso de
ámbito apacible, que alberga una variopinta origen anterior no menos influyente que el
clase media típica de la época. Un abanico shopping en el cambio de la composición social
que abarca desde profesionales acomodados y los hábitos del vecindario: la verticalización,
hasta modestos inquilinos de apartamentos que tras completar una barrera de edificios de
construidos a los fondos de las casas con apartamentos lujosos enfrente a los espacios
jardín que constituyen la fisonomía verdes, comienza a extenderse también por
homogénea del lugar. Un barrio con una las arterias internas. Y se impone un nuevo
cotideaneidad discreta y familiar y toques de estilo de vida individualista, puertas, porteros,
risueña bohemia, un aire local de aldea o pueblo rejas y garages adentro, segregacionismo de
de campaña donde la gente se conoce, los niños élite contagiado a todo el barrio, acicateado
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pequeño reducto es percibido como en afirma que las distancias espaciales coinciden
estado virginal, salvaguardado de la con las distancias sociales y viene a ser
metamorfosis del barrio. Sin embargo, si se también lo que inspira la manida antinomia
examina con detenimiento, también él está centro-periferia para referirse a una relación
penetrado, perforado al decir de un testigo, por bipolar de poder de cualquier tipo. Sin
el atravesamiento automotor, por los embargo, la desaparición de la estratificación
restaurantes y pubs que se concentran aquí concéntrica de la ciudad tradicional a raíz de
predilectamente, por los menos visibles la eclosión automotriz y las
cambios de pobladores, costumbres y telecomunicaciones, lejos de aparejar una
transeúntes. Más que exceptuar o remarcar la equiparación de las ventajas y las calidades
exclusiva identidad puntacarretense de la urbanas, refuerza las distancias y, en cambio,
pequeña punta, la irrupción de lo foráneo ha la designificación del centro representa y
producido un fraccionamiento de Punta coadyuva a la desintegración de la unidad.
Carretas toda en este y otros pedazos
entrecortados que, frente al contraste, se han Los barrios montevideanos suelen tener
hecho, al tiempo que más aislados, más un centro propio asociado a un eje o un nudo
parecidos entre sí, conservando, por igual y a circulatorio que es la conexión principal con
semejanza de la Villa del Cerro, más la el resto de la ciudad. La pujanza de un centro
apariencia y la memoria que la sustancia de de barrio se corresponde normalmente con
antes. Punta Carretas crece en el único las del barrio mismo. La dinámica y cuasi
sentido físico posible, hacia arriba y en autónoma República del Cerro de otrora tuvo en
densidad, pero han aparecido fronteras la calle Grecia un centro relevante; el punto
internas más drásticas que los matices de nodal era su cruce con Carlos María Ramírez.
antes, barreras y flujos hostiles que se Para la mucho más insignificante y aldeana
interponen entre uno y otro sector, como Punta Carretas de entonces, los equivalentes
entre todos ellos y los pulmones verdes del eran Ellauri, donde sólo la Parroquia
barrio, la costa y los parques. constituía un centro destacado de vida social,
y el pequeño núcleo de cines y bares
Centros y nexos establecido en su cruce con Veintiuno de
Setiembre. Por distintas causas, hoy es difícil
Lo mismo que los barrios, ya sean reconocer un centro de barrio en cualquiera
fundados o espontáneos, los centros urbanos de ellos. Desaparecida la vitalidad de la Villa y
son lugares antropológicos cuya carga de uso reflejando el contrapeso poblacional hacia el
y de sentido es un proceso de apropiación Norte, la mayor actividad comercial y de
vivencial colectivo. Lugares a la vez servicios del Cerro se ha desplazado a Carlos
propiciatorios y expresivos de unidad, los María Ramírez, sin que conlleve la riqueza ni
centros tienden a desdibujarse a la par de ella la personalidad que tenía “la principal”,
en las ciudades y en los barrios penetrados Grecia. Simultáneamente, respondiendo a la
por la dinámica de la globalización. Las vastedad y la dispersión que hoy alcanza la
“nuevas centralidades” pueden atraer región, brotan otros centros de servicios
multitudes y cargarse de prestigio, pero lejos locales de distinta envergadura, desde la
están de significar lo que un centro histórico. medianamente importante calle Etiopía en
Los “centros” de negocios, nuevas sedes y Casabó hasta el salón comunal –donde lo
símbolos del poder, a diferencia del palacio o hay- o el sitio de abastecimiento del
el ayuntamiento representan un poder asentamiento más pobre, donde los huevos y
intangible que no pertenece más al lugar, los cigarrillos se venden por unidad y donde,
inasequible e indiferente a sus alegrías y al decir de una de mis guías sobre una señora,
tristezas. Los “centros” de ocio y consumo, “ella es el almacén”. Lo acaecido en Punta
nuevos templos de un culto mundial cuyos Carretas es distinto. Ni la concentración de
ídolos y rituales vienen dictados por el comercios a lo largo de Veintiuno que se
esperanto publicitario, sin que su difuso prolonga por Ellauri ni los locales
origen se sepa ni importe mayormente. gastronómicos salpicados por todo el barrio
ni, mucho menos, el shopping conforman un
En una estructura cualquiera, el centro es centro de barrio, aunque estén allí y muchos
el punto calificado que sirve de referencia de los usuarios habiten cerca. Es una típica
para el ordenamiento jerárquico de las partes. nueva centralidad de élite que no expresa ni
Es lo que alude Pierre Bourdieu cuando congrega relaciones comunitarias, sino un
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social como posible factor de cohesión, una más, pero tampoco necesariamente en el
presunción que se tiende a dar por barrio pobre. La incipiente unidad que suele
descontada, en gran medida implícita en la iniciarse en los asentamientos en torno a
visión clásica que los uruguayos tenemos del intereses comunes de obtención
Uruguay y de la Montevideo de antes, necesariamente colectiva –el agua, la luz, la
integrados en y por aquella gran clase media. vialidad, la recolección de basura- a veces se
Sin embargo, si así fuera, deberíamos estar extiende a otras demandas y
asistiendo a un proceso fuertemente cohesivo emprendimientos más propiamente sociales –
de los barrios. La segregación, una de las la policlínica, el merendero, la plaza, la murga
tendencias más indiscutidas de estos tiempos, propia, la fiesta para los niños. Pero unos y
quiere decir que los sectores se separan y otros afloran en testimonios descorazonados
ordenan territorrialmente según un patrón como unificadores perecederos, débiles o
socioeconómico, lo que equivale a decir que transformados en factores de discordia por la
cada uno se vuelve en ese sentido más prevalencia última del egoísmo.
uniforme. Pero al analizar mis dos casos a
través de descriptores socioeconómicos, nada Ni en el Cerro ni en Punta Carretas los
se trasluce a través de ellos acerca de la distanciamientos internos que marcan la
cohesión de los barrios, que no guarda una desaparición del barrio son
relación lineal con esa homogeneidad y fundamentalmente diferencias de clase. Ni
mucho tiene que ver, en cambio, con la siquiera es sólo el choque entre una cultura
inefable identidad. anterior, la de los pobladores antiguos, y una
nueva, traída por las nuevas generaciones y
“Visto desde fuera Punta Carretas es un los nuevos vecinos. Lo que hoy hace estallar a
barrio que contiene un amplio abanico de Montevideo y a sus barrios es la irrupción de
familias con viviendas que valen más de una pauta única que, poco, mucho o nada
medio millón de dólares... a apartamentos de resistida, a todos termina por imponerse; una
alquiler para clase media y media baja... un xenofobia universal y exasperada que opone
barrio, visto por sus ingresos, policlasista. Lo todos a todos y cada uno a cada uno en una
que destaca de Punta Carretas no es su red ilimitada de repulsiones y ejercicios de
homogeneidad [de clase] sino su identidad de fuerza mutuos cuya expresión descarnada es
barrio... vecinos que comparten una la violencia manifiesta. Oposición, rechazo de
experiencia de habitar la ciudad”, observaba “lo diverso” que mal se sabe en qué consiste,
Noriega todavía en 1997. Se puede agregar como mal se sabe en qué consiste la identidad
más: desde aquella “aldea” en la que propia, que tiende a afirmarse, también y
“vivíamos en un lugar sin servicios pero con exclusivamente, en términos de poder.
fuerte cohesión de barrio, con espíritu de
identidad local”, estos se fueron debilitando Mutaciones: una estrategia concertada
sensiblemente a medida que Punta Carretas se
fue tornando más –elitistamente- homogénea. Cuando se ahonda la mirada sobre los
Tampoco la cohesión de aquella Villa del agentes y los mecanismos de cambio en los
Cerro se explica sólo por la homogeneidad dos barrios, la percepción inicial se afirma.
social. La impronta de clase, si decisiva, Mientras la mutación del Cerro aparece como
estaba dada por un predominio idiosincrático un proceso “espontáneo”, residual y
antes que cuantitativo y es indisoluble de las acumulativo de circunstancias y decisiones
particularidades geográficas y la diversidad de inconexas, la de Punta Carretas, más allá de la
orígenes de la población. La prueba está que anécdota, es, a todas luces, una operación
el Cerro es algo absolutamente singular. concertada. Pero, planificadas o no, ninguna
Ningún otro de nuestros barrios obreros de ellas es fortuita ni demasiado peculiar.
alcanzó la unidad monolítica y personalísima Ambas son ecos del Nuevo Orden y,
que la República Independiente del Cerro aplicando su propia vara de medida, de la
representó y todavía evoca en el imaginario dualidad de sus resultados. Mientras el Cerro
local y general de los uruguayos. condensa los despojos, Punta Carretas
encarna el éxito. Pero aquí y allá se impone la
La homogeneidad social no hace a la misma pauta y se verifican las mismas
cohesión en el barrio rico, donde cada uno pérdidas. Como barrios capaces de conferir
vive para sí y el lugar de residencia es un una identidad y un lugar de pertenencia a sus
objeto de consumo y un signo de distinción pobladores, los dos desaparecen, pulverizados
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por una bomba de fragmentación que ataca naturaleza privilegiada, que un siglo y medio
simultáneamente en todos los frentes. de desconocimiento urbanístico no ha
conseguido disipar.
Si tienen cara y móviles visibles los
autores de la transformación de Punta Entre los viejos residentes de uno y otro
Carretas ellos son, en cierto modo, casuales. barrio las culpas de las pérdidas se sitúan
Punta Carretas estaba signada. Sus muchos fuera, en el ambiente, en la época, en los
privilegios la hacían una ostensible “área de vecinos, en los extraños, en “la gente”, que
oportunidad” y estaba escrito que, en el siempre son los demás. Los cambios se
rumbo del mundo y de la ciudad, más perciben como externos; raramente los
temprano o más tarde se convertiría en lo que propios se hacen conscientes. No se ve que la
es, y sin mayor oposición. Si los viejos lógica del sistema atraviesa el límite
vecinos son coincidentes en lamentar la irrelevante de lo público y lo privado, como
pérdida del silencio y la pacífica vecindad, señala Baudrillard (1974). Todos nos
poco menos coinciden en apreciar las resistimos a hacernos cargo de la medida en
ventajas del cambio. La paz, como señala que somos inducidos, persuadidos u
Noriega (1998), se basaba en la privación de obligados a participar del juego, el “tome cada
servicios de que ahora el barrio está uno lo que pueda de esta época del
atiborrado. Aunque la privación no fuera o conformismo generalizado” de que habla
no fuera sentida antes como tal, la nueva Castoriadis (1997), una expresión
Punta Carretas compensa lo perdido con una prácticamente idéntica a la “cada grupo y
seductora oferta primermundista, aun cuando cada individuo toma lo que se puede llevar”
implique el encierro y la soledad. Incluso, utilizada por Mumford para definir la fase
aunque para muchos no sea más que una tiranópolis de la urbe capitalista (Mumford,
deslumbrante vidriera inaccesible. El poder 1945, tomo 2: 120). El esquema víctimas-
corruptor del nuevo orden es tan decisivo victimarios decididamente no sirve para
como su poder coercitivo y el cambio de explicar ni para combatir este cáncer. Aunque
Punta Carretas, más que el de los viejos y es obvio que las responsabilidades, los
buenos vecinos a los nuevos chicos malos, es beneficios y los perjuicios no se reparten
un cambio de cultura. equitativamente, ni las víctimas dejan de
participar de los mecanismos arborescentes
Al Cerro, en cambio, el nuevo orden y la de reproducción del poder –tal como
nueva cultura –que se ve en las rejas y en constata Baleato acerca de la red de violencia
algún perrazo atado o suelto, en las calles en el Cerro- ni los victimarios escapan a sus
solitarias de la Villa y en el televisor efectos funestos. Si se considera más
permanentemente prendido tras la ventana- llevadera, la “deslugarización” y la
no le han reportado ningún beneficio, sentido “nowheremanización” no es esencialmente
ni supuesto. Aquí la pérdida de la familiaridad distinta rodeada de confort, y probablemente,
del barrio, el aislamiento y la desconfianza no ni siquiera de poder.
tienen ninguna contrapartida. El “operativo”
de cambio es ciertamente más difuso, aunque En la introducción de su tesis, Noriega
no dejen de ser identificables los agentes (1998) propone una interrogación que la
directos de la liquidación del Frigonal, los presente comparte. En qué medida “la
“capangas” de las maffias traficantes de drogas historia del lugar de alguna manera es la
o de tierras ni los responsables de las distintas historia de todos y al preguntarse ¿qué pasó
formas de políticas públicas destinadas a en el lugar?”, busca también una respuesta a
arrojar las sobras a la periferia. No los diseña “¿qué está pasando con nosotros?... Un
ni los publicita, pero el sistema necesita, tanto nosotros global, o un nosotros en un mundo
como de shopping centers, de basureros para sus globalizado. Mirar hasta qué punto todos
desechos materiales y humanos. El hecho de estuvimos en la cárcel y hasta qué punto hoy
que la zona del Cerro se convirtiera en uno de estamos todos en el shopping”. Si antes
ellos es en cierta forma circunstancial. Los Punta Carretas era la cárcel y su presencia
hay iguales y peores. En todo caso, lo que resguardaba la paz y la familiaridad del barrio
salva al Cerro del puro estigma en la y representaba el mundo disciplinado, la
consideración pública no es, salvo para los sociedad ordenada que supimos ser, ahora es
nostálgicos, el respeto por su historia –que el shopping que “continúa siendo un lugar
“ya fue”- sino el redescubrimiento de su cerrado... para una cultura, una estética y una
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tiene el vigor ni la mística de la cerrense, política del signo. Madrid: Siglo XXI.
prevalece la referencia natural. Una punta
rocosa y solitaria que se adentra en el mar, Castells, M. (1974). La cuestión urbana. Madrid:
huyendo de la jaula de consumo con barrio Siglo XXI.
adentro en que se ha transformado.
_________ (1995). La ciudad informacional.
Mirando a uno y otro barrio, el mito se Madrid: Alianza.
muestra más inexpugnable que la naturaleza.
El aire de Punta Carretas –que es “otro aire”-, Castoriadis, C. (1997). El mundo fragmentado.
“el viento, los atardeceres en las rocas de La Montevideo: Editorial Nordan-Comunidad.
Estacada, esa naturaleza que se mete por los
ojos y los oídos, el muelle cuando ya la gente El Eco del Cerro de Montevideo -
se fue y las gaviotas se empiezan a parar Quincenario vecinal - varios números 1992-
ahí...”, todo lo que atesoran quienes, casi en 1999
tono de disculpa, se reconocen signados por
una bohemia y un espíritu fuera de moda, ya Fernández Durán, R. (1996). La explosión del
han sido y van a ser todavía mucho más desorden. Madrid: Fundamentos.
alterados, transformando un día quizá no
lejano a la Punta Brava en un sucedáneo de La Farola - Periódico de la Comisión de
Pier 17 o 39, Mol de la Fusta o Puerto Vecinos de Punta Carretas - varios números
Madero, sin que podamos ya saber bien si 1990-2001
estamos en Nueva York, San Francisco,
Barcelona, Buenos Aires o Montevideo. El Mumford, L. (1945). La cultura de las ciudades.
mito puede ser eterno e insobornable. Pero Buenos Aires: Emecé.
un mito que no se re-presenta y una identidad
que no se re-crea hilando la continuidad del Noriega, A. (1997). “Resemantización del
lugar compartido en el tiempo, ya espacio en Punta Carretas. El paso de cárcel a
definitivamente anclados en el pasado e shopping center”. Monografía del Taller de
inaccesibles para los que nacen o llegan, se Investigación en Antropología Social,
van esclerosando y muriendo mientras se Facultad de Humanidades. Montevideo:
convierten en un factor de incomunicación, Universidad de la República.
discriminación y ruptura entre los viejos y los
nuevos, como sucede en el Cerro. Un mito
puede morir, puede ser absorbido, colonizado
o resemantizado por un nuevo orden de
ideas, como la naturaleza, y puede también
descubrirse con pies de barro. Ni la
metamorfosis de Punta Carretas ni la del
Cerro, ni la de Montevideo, se explicarían sin
comprender que sus mitos identitarios eran
subsidiarios de un mito mayor –el de nuestro
ser nacional- erigido sobre las mismas bases
que hoy lo destruyen. Pero este ya es otro
grueso asunto y otra larga historia.
Referencias bibliográficas
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