Diego de Velázquez
Sevillano, nacido en 1599 y muere en 1660.
Era autodidacta.
Al comienzo hizo muchas pinturas de género.
Al recibir un encargo del Rey Felipe IV (un retrato) pasa a ser el pintor de la
corte. Sin embargo aunque pinte por encargo tenía mucha libertad.
Influenciado por la Escuela Italiana, que investigaron mucho sobre los
colores y la luz en un intento de superar a los artistas renacentistas.
También utilizaban mucho el contraste.
Sus obras siempre tienen algún tipo de movimiento, aunque sea un retrato.
“Retrato de Inocencio X”
a) Retrato psicológico: era un señor intrigante y perverso. Hace una
aproximación real de cómo era el personaje.
b) Las manos y el papel representan el movimiento, aunque sea un
retrato. Lo representa de semi-perfil, si estuviera completamente
frontal sería mucho más rígido.
Logra el color blanco con varias pinceladas de diferentes colores y
ahonda en la sensación de textura, por ejemplo la seda de la capa.
Con los contrastes de luz y sombra logra un realismo increíble en la
piel.
“Las hilanderas”
a) Escena cotidiana. 5 mujeres de las cuales por lo menos 3 están en
una actitud de trabajo. Son trabajadoras de la corte, sirvientas del
Rey.
Están hilando, que es un trabajo antiguo y muy útil para la corte.
No es una escena de género porque no solo se muestra el trabajo,
detrás hay mujeres de la clase alta que miran un tapiz.
Composición compleja, varias escenas. “Obra dentro de la obra”. Hay
muchas interpretaciones posibles.
No deja los temas religiosos ni mitológicos de lado. En el tapiz se ve a
Atenea y Aracné. Arecné era una mujer griega que tejía muy bien y
retó a Atenea para ver quién tejía mejor. Gana Atenea y para castigar
a la mortal la transforma en araña para obligarla a tejer toda su vida.
Relación entre el poder de Atenea y la realeza, la clase alta.
En la época de Velázquez, si eras trabajador, por más bueno que
seas, estás condenado a trabajar toda tu vida para servir a la Corte.
Eras considerado inferior. Hace una reflexión sobre la condición de los
trabajadores. Tiene a su disposición destreza técnica, pero también
intelectual porque conoce las mitologías griegas.
Solo una de la mujeres de clase alta mira hacia las hilanderas y no
hacia el tapiz. Velázquez es capaz de poner dos cuadros en uno y
meter al espectador en la escena. Lo hace a través de personajes que
nos miran, espejos, o de otro modo.
b) El encuadre es muy importante. Hay una mujer que viene desde
afuera que esta “entrando” y otra que corre una cortina para hablar
con una de las hilanderas. En ambos extremos del cuadro vemos el
concepto de OBRA ABIERTA, como si la escena continuara hacia
afuera del cuadro.
En la rueda hay unos toques de luz para mostrar que está girando,
pero no dibuja los rayos.
Perspectiva aérea.
El espectador cierra y termina lo que el pintor no (teoría de Gestalt).
“Las meninas”
a) “Las meninas” es una obra con posibilidad de múltiples lecturas y que
desarrolla varios temas importantes dentro de la pintura de este
artista.
Por un lado tenemos el tema referido al trabajo propio de Velázquez
que al momento de pintar esta obra ocupaba el cargo de pintor de
corte del rey Felipe IV de España. Por lo tanto su trabajo más
frecuente era el registro pictórico de los miembros de la corte, en
primer lugar el rey y la reina. Pero el tema central de la obra es el
retrato de la infanta, hija menor del rey, que irrumpió
espontáneamente en el taller del artista con su séquito personal. Este
grupo parece tonarse en el centro de atención del artista y por ende
en motivo de su obra, en el momento preciso en el que Velázquez
debía hacer un retrato de la pareja real. El artista elige entonces
incluir en su obra toda la escena.
Por un lado el tema principal, claramente identificado en el centro del
cuadro, la infanta Margarita y sus damas de compañía y a la izquierda
del grupo el propio Velázquez frente a su caballete con la mirada fija
en el espacio que ocupamos nosotros, los espectadores. El pintor está
mirando a sus modelos, un espejo ubicado al fondo del cuadro nos
revela que se trata de la pareja real El recurso del espejo nos
devuelve una parte de la escena que de otra forma no podríamos ver.
Todos los personajes de la obra están debidamente identificados, por
tratarse de personas muy allegadas al artista. Ellos son: los reyes
Felipe IV y Mariana de Austria, la infanta Margarita de Austria, de seis
años de edad, a su derecha (desde la perspectiva del observador) se
encuentra su doncella María Agustina Sarmiento en posición de
reverencia ofreciendo sobre una bandeja plateada un búcaro rojo a la
infanta, la otra menina Isabel de Velasco, que también se inclina
frente a la infanta. Siguiendo este orden el siguiente personaje es
Maribárbola, enana macrocéfala de origen alemán, y por último
Nicolasillo, un niño travieso, también con rasgos de enano, que en el
preciso momento de ser retratado se encuentra dando una patada al
perro mastín que está echado en el suelo. En un segundo plano, a la
derecha se ven dos personajes:: la dama Marcela de Ulloa, “guarda
menor de damas”, y un sirviente –Diego Ruiz de Azcona- de la corte
del rey. Al fondo vemos una puerta que se abre hacia un lugar muy
iluminado, bajo el marco de la puerta, de pie, se encuentra el
aposentador José Nieto elegantemente vestido a la usanza de la
época. Como dijimos anteriormente, los reyes aparecen con su reflejo
en el espejo colgado en la pared al fondo de la habitación. El lugar
donde transcurre la escena se trata del estudio del artista dentro del
palacio real. Es lógico pensar que los cuadros que adornan la estancia
son de famosos artistas admirados por Velásquez. Actualmente esas
obras han sido identificadas como: “Minerva y Aracné” de Rubens y
“Apolo y Pan” de Jordanes.
La escena nos da una sensación de frescura y espontaneidad pero no
debemos quedarnos sólo con este primer nivel, debemos ser capaces
de “leer” otros contenidos planteados por el artista. Uno muy
importante es el que alude al la pintura como arte mayor que supera
con creces el mero trabajo artesanal pues, tal cual pensaba
Velázquez, el acto y oficio de pintar sólo da cuenta de una parte de la
tarea de pintar, primero y más importante es concebir la idea y el
concepto para la obra, y eso es pura disquisición intelectual. Así,
encontramos muchas obras de este artista que nos hablan de forma
directa o a través de metáforas de la supremacía de la pintura frente
a otras artes que sólo requieren del oficio y experiencia de quien las
practica. Pero al mismo tiempo no debemos olvidar que Velázquez
destaca el valor humano, el trabajo y el aporte de cada uno de los
integrantes de la corte. Por ello los incluye en sus cuadros, y de
alguna manera, identificándose con ellos, se pinta como un
trabajador más al servicio de su rey.
b) Se trata de una composición típica del período barroco, de imagen
compleja que organiza a lo largo y ancho del espacio una cantidad
significativa de elementos. Como suele suceder en este estilo de obra
los ejes son variados y el factor que los subraya es la luz. En la
presente obra los elementos, figuras humanas, se despliegan a lo
ancho de la obra cubriéndola desde extremo derecho hacia el
izquierdo. Comenzamos con la figura del propio pintor Don Diego
Velázquez, una suerte de autorretrato, a la que le sigue la figura de
una de las doncellas al servicio de la infanta que es justamente la
niña que se encuentra a su izquierda. A la derecha de la infanta
vemos a la segunda doncella, flanqueada por una enana adulta que
completa una línea o eje horizontal que ubica a este grupo casi
perfectamente en la mitad del plano de la obra. Ese eje horizontal es
subrayado por otro, por debajo, conformado por el perro echado a los
pies del grupo y la figura de otro niño que se inclina sobre él. Otro
factor importante de ordenamiento de los elementos en la obra son
las líneas de fuga que en este caso plantean los cuadros que cuelgan,
a una altura elevada en las paredes del taller del artista. Estas líneas
de fuga también son típicas en estas composiciones y a veces están
marcadas por elementos arquitectónicos, que tienen la doble función
de segmentar ordenadamente el espacio y decorar y enaltecer el
ambiente en el cual se desarrolla la imagen. La perspectiva aérea se
destaca en la claridad con la que percibimos los rasgos y las
facciones de la infanta y las doncellas que están a su lado, en
comparación con los bordes más borrosos de los preceptores
religiosos, los dos personajes adultos, hombre y mujer, que se
encuentran en un segundo plano.
Otro elemento absolutamente fundamental en este análisis es el
color. Sabemos que cumple un rol preponderante en el barroco
porque si bien está ligado a la realidad, por momentos la exagera o la
dramatiza creando efectos de luz de características teatrales. En el
caso del pintor y la obra que nos ocupa, el color y la forma de
disponerlo es un elemento central en su discurso plástico. Los fuertes
contrastes entre zonas iluminadas y zonas oscuras, claroscuro, se
presentan con frecuencia en todas sus obras y en esta en particular.
Aquí no vemos una gran variedad de colores pero si una sutil riqueza
tonal que se dispone en pinceladas bastante cargadas de pintura
(óleo) que en buena proporción imitan fielmente texturas de telas u
otros materiales, vemos también pinceladas de colores fuertes que
acentúan algún elemento, como por ejemplo los adornos en el vestido
de la infanta. En algunos casos las pinceladas son desprolijas y se
agrupan desordenadamente, aparentemente de forma inconexa, pero
si tomamos distancia respecto a la superficie, parecen ordenarse y
cobrar sentido frente a nuestros ojos. Esto nos indica que Velázquez
contaba con el conocimiento suficiente como para manejar este
recurso de forma consciente. En este sentido se constituye en un
antecedente de lo que será la revolución impresionista de mediados
del siglo XIX.
En definitiva podemos concluir que se trata de una obra de imagen
compleja y composición dinámica que pone en juego muchos
elementos que se ordenan a lo largo y ancho de la superficie con
referencia a ejes verticales y horizontales, además de haces de luz
diagonal. La obra posee gran riqueza tonal (mismo color mezclado
con blanco y negro) distribuida en base a pinceladas cargadas y
empastadas que sugieren la realidad provocando el efecto que
conocemos como “verismo velazquiano”.
Siglo XIX
Con el surgimiento de los movimientos artísticos, los diferentes “ismos”, el
advenimiento del mundo industrial que acelera los procesos de cambio.
Es importante reflexionar ante un siglo de dualidades: lo romántico frente a
lo real, lo industrial frente a lo artesanal, el desafío al academicismo. En
definitiva una era de revoluciones que abre las puertas al siglo XX.
1. Neoclásico
Academicismo. Se basan en la academia, que indicaba cómo se debía
pintar.
David es un pintor fundamental en el desarrollo del estilo neoclásico, su
obra resulta fundamental para comprender el establecimiento del
academicismo en Francia, así como el nacimiento de una pintura heroica e
idealizadora de los hechos de la Revolución.
Valores clásicos:
-sencillez
-equilibrio compositivo
-idealización de los temas
-claridad en el tema
“Marat asesinado”
Nos encontramos frente a un retrato histórico que pertenece a la ideología
en imágenes de la burguesía francesa revolucionaria. El tema es el
asesinato de uno de sus líderes más populares y radicales, Jean Paúl Marat.
En la pintura, Marat aparece muerto en su bañera después de haber
recibido una puñalada de parte de Charlot Corday. David era amigo del
político revolucionario y presenció la escena del crimen pocos minutos
después de los hechos. Su mirada sobre este asunto, su manera de realizar
la pintura que le fuera solicitada será de total fidelidad a los hechos.
Presenta a Marat muerto y rodeado de una serie de atributos que lo
describen: su virtud, dado que allí en su bañera continuaba trabajando para
el pueblo, una caja que le sirve de mesa, habla de su pobreza material y de
su integridad como político, una cheque beneficiando a una pobre mujer
que tiene a su marido en la guerra, habla de su generosidad como ser
humano. Abajo, en primerísimo plano, vemos la pluma y el cuchillo, al arma
del hombre del pueblo y el arma de la traidora asesina.
Toda la composición es de extrema simplicidad, y aún así sumamente
significativa. El primer plano muestra al personaje asesinado, apenas caído
hacia un lado y con la pluma sostenida entre los dedos inertes.
Esta parte del cuadro recibe una luz suave y pareja, el artista utiliza allí toda
su capacidad para describir los detalles: de la tela, del cuerpo de Marat, de
la herida y la sangre, de la madera sobre la que trabajaba. Todo ese detalle
desaparece cuando nos fijamos en el fondo absolutamente abstracto, más
de la mitad del cuadro está vacía. David parece haber pintado la muerte de
una manera peculiar, no muestra la violencia del asesinato, ni el dolor de la
víctima, ni el sufrimiento, ni la desazón. Parece pintar el pasaje del ser a la
nada.
La firmeza y la frialdad de la composición con una zona de luz y otra de
sombra dan al cuadro una entonación de color uniforme, lívido y apagado
sobre la cual destacan las pocas manchas de sangre.
La simplicidad del conjunto es notable. David representa solamente al
protagonista y sus atributos, todo lo demás le resulta margina y lo descarta.
Nos obliga a ir a lo principal y elimina todo lo demás, eso es una
característica neoclásica. Pretende señalar el hecho directamente con un
abordaje sencillo que no distraiga al espectador de las lecciones morales
que debe aprender viendo el cuadro. No hay figuras secundarias que
puedan distraer o competir con la del personaje idealizado en el sentido
griego. Vuelve a la representación clásica del cuerpo humano.
En “Marat asesinado” David ha sabido transformar un crimen político en una
obra de arte universal que trasciende al hecho concreto que la motivó para
convertirse en un símbolo. David convierte a Marat en un mártir de la
revolución y también en un arquetipo de todos los que mueren por sus
ideales.
Ingres
Fue alumno de David. Vida tranquila, se dedicó a pintar a Napoleón y a
Burgueses. Vivió 70 años. Tuvo tiempo de dedicarse a pintar cosas por
gusto personal.
2. Romanticismo
Revolución del color.
Delacroix aparece en esta selección ya que su obra se constituye en un
excluyente ejemplo de romanticismo. En su oposición al neoclásico
representado por Ingres, en la primacía que le otorga al color como aspecto
central de la pintura se encuentra el aporte fundamental de este artista.
Se trata de huir de la realidad, algunos lo hacen de forma definitiva
suicidándose.
Los artistas se separan del academicismo neoclásico. Son muy emocionales
e intentan expresarse. No les gustan las reglas y lo convencional. Se oponen
a todo lo neoclásico.
Para expresarse necesitan que estalle el color, que es el vehículo por
excelencia de expresión del romanticismo.
Eugène Delacroix nació en 1798, muy cerca de París. Su padre era un alto
funcionario del Estado francés quién murió en 1806 de manera que el
pequeño Delacroix se traslada a Paris con su madre. Durante su estancia en
el Liceo Imperial se distinguió en dibujo logrando que Guerín, un pintor que
había sido alumno de David lo tomara como aprendiz. En el trascurso de su
aprendizaje tuvo oportunidad de conocer a pintores más importantes como
Gericault y Gros. Por otra parte, Delacroix era un asiduo y apasionado
visitante del Louvre, Museo en el que podía verse a los grandes maestros
del barroco, los holandeses Rubens y Rembrandt, y Velázquez.
La primera aparición de Delacroix en la sociedad artística parisina ocurrió en
1822, cuando era un joven de 24 años. Expuso en el Salón un obra titulada
“La barca de Dante” donde puede observarse una gran ambición de parte
del artista ya que la composición es audaz y posee un gran efecto debido a
los colores utilizados. El Estado francés comprará la obra, y no será la última
vez que lo haga. En 1824 Delacroix expuso “Las matanzas de Quíos” y
también fue adquirida, aunque generó gran escándalo. Es que en ambas
pinturas el color juega un papel preponderante suplantando al dibujo que
era el aspecto relevante para los academicistas. Se inicia así la
contraposición entre el neoclasicismo y el romanticismo, entre el dibujo y el
color.
En 1825 Delacroix viaja a Inglaterra en donde tiene oportunidad de ver la
pintura de Constable, paisajista que intentó captar en su obra la sensación
de atmósfera, el aire que hace vibrar los colores y envuelve toda la
superficie del cuadro. Parece ser una etapa importante ya que a partir de
allí Delacroix se centrará en el color, cosa evidente en “La muerte de
Sardanápalo”, cuadro inspirado en un drama escrito por otro romántico:
Byron.
Sabemos que Delacroix adoptó una forma de vida bastante común entre
algunos de los jóvenes románticos, llevaba una vida mundana, recorría las
reuniones de intelectuales y era conocido del ambiente cultural de París:
Stendhal, Dumas, Victor Hugo, Baudelaire. Salvo de los otros pintores, con
los cuales no entabló relación ninguna.
En 1832 realiza un viaje de gran importancia para la evolución de su
pintura. En Marruecos y Argelia descubrió la luz solar intensa y el
color en toda su plenitud se desplegó ante sus ojos. En estos países
de sol y color Delacroix conoció otras culturas, personas diferentes con una
humanidad más fresca e inocente, mucho más erótica y emocional que la
europea y también más misteriosa. El impacto sobre el pintor de todos
estos aspectos puede observarse en “Mujeres de Argel”. Comenzó a pintar
temas árabes. Esta cultura le atrajo mucho porque quería dejarse llevar por
las pasiones, que expresa en los temas y con el uso del color. Se rebela
contra su época, lo que los demás consideraban como progreso, el veía
como decadencia.
En esa región era común las vivencias sexuales rechazadas por la cultura
occidental religiosa, y las drogas. Buscaban nuevas experiencias que
servían como inspiración.
A su regreso ejecuta numerosos encargos públicos que le permitieron pintar
grandes obras en palacios, bibliotecas y otros edificios, demostrando allí
toda su maestría en pintura pero sin abandonar su vida de “dandy” de los
salones nocturnos.
Cuando Eugene Delacroix murió, en 1863, el ambiente académico todavía le
era hostil. Sin embargo, los pintores más jóvenes, los de la próxima
generación lo tenían como el único y verdadero maestro de su tiempo.
Como protesta contra una serie de ordenanzas que restringían las libertades
ciudadanas se inicia en París el día 27 de julio de 1830 lo que se ha
denominado “tres jornadas gloriosas”. En la noche del 27 al 28 jóvenes
republicanos se ponen al frente de la insurrección; ese día se elevan
barricadas en los barrios del Este de París…el día 29 los insurgentes son
dueños de la ciudad. Los acontecimientos de París se convierten en el
detonante para un movimiento continental; en todas las naciones se lucha
contra los reyes absolutos o contra los ocupantes que impiden la
independencia nacional.
Delacroix elige el día álgido del combate de París, el 28, para exaltar con los
pinceles el proceso revolucionario. En una carta del 18 de octubre escribe a
su hermano: “He comenzado un tema moderno, una barricada… y, si no he
luchado por la patria, por lo menos pintaré para ella”. Este cuadro
constituye un manifiesto de la pintura romántica. Argan ha señalado que es
la primera composición política de la pintura moderna y señala el momento
en que el romanticismo deja de mirar a la antigüedad y comienza a querer
participar de la vida contemporánea. El compromiso se evidencia al
retratarse el artista en la escena (el hombre del sombrero de copa).
El cuadro recoge muchas enseñanzas de Goya, de Gros y más directamente
de Géricault. Frente a la paleta apagada de los neoclásicos Delacroix exalta
el color; su viaje a Inglaterra en 1825 le ha puesto en contacto con la obra
de Reynolds y Turner, la de Constable la había conocido en Francia en una
exposición de 1824, y por entonces inicia el uso de los barnices ricos que le
permiten efectos brillantes. En vez del color uniforme y plano prefiere la
vibración de tonos diversos combinados con pincelada suelta; las fachadas y
tejados de las casas de la derecha, que se yerguen cerca de Notre Dame, se
resumen en una serie de pequeños toques, y el grupo de soldados (en el
centro del borde derecho) no es otra cosa que un conjunto de manchas
oscuras, cuya fuerza sugeridora de las formas recuerda a Goya.
…En “La libertad guiando al pueblo” la luz es un elemento primordial,
estalla en la blusa del cuerpo caído en primer término, envuelve
convulsivamente la figura de la Libertad, disuelve entre humos y brillos las
nubes y casas del fondo. Es una luz violenta que presta a la escena su
atmósfera tensa.
La profundidad, en relación con el primer término, vuelve a ser un elemento
de la composición. En este caso al fondo hay un piquete que dispara, en el
primer término cuerpos caídos; la relación temática es clara. En su diario
escribe Delacroix “en Rembrandt –y ahí está la perfección- fondo y figura
constituyen un todo. El interés está presente dondequiera: nada puede ser
aislado”.
Es evidente que lo que distingue a “La libertad guiando al pueblo” es el
movimiento, nos encontramos ante una composición dramática, en la que
ondulan las líneas y las pinceladas de color… En la figura central se ondula
la bandera, el cabello, el cinturón, la tela; el muchacho de su derecha
flexiona los brazos, las piernas; la figura del pañuelo que se incorpora,
hecha para atrás su cabeza… resulta imposible percibir una figura estática,
o serena, o indiferente.
3. Realismo
Revolución en los temas.
Ultimo movimiento de la primera mitad del siglo XIX.
Basta de fugarnos de la realidad. Hay que enfrentarla para: modificarla,
criticarla, cambiarla.
Por eso Courbet fue el encargado de ponerle el nombre al movimiento. Al
ser rechazado en los salones oficiales, puso su propio galpón y expuso con
el nombre de “Realismo”.
“Entierro de Ornans”
Pueblo de Courbet.
Aparecen reflejados personajes comunes y corrientes.
Lo que la academia rechazó es que la gente pintada no tenía trascendencia
ni eran “lindos” (idealizados).
No hay grandes aportes pictóricos por parte de Courbet.
Le da la espalda a una tradición de siglos de pintura que busca la belleza
ideal.
Desde el punto de vista formal, Courbet es un excelente academicista, usó
la técnica para transmitir lo que quería.
Pone el arte al servicio de su ideología socialista para realizar denuncia
política. Abordaje político en contra del status quo.
“¿Cómo es posible pintar a gente tan horrible? Se le quitan a uno las ganas
de que le entierren en Ornans” Así acogía la crítica el escándalo del Salón
de 1850, “Un enterramiento en Ornans” manifestación de ese aborrecido
realismo en el nombre del cual se vilipendiaba tanto a la pintura de Courbet
como a la de Millet…
Con el deseo de presentarlo a la Exposición Universal de 1855, Courbet
concibe L´atellier (El Taller), en el que por medio de personajes reales
intenta simbolizar sus amistades y odios, sus ideales y aversiones a la par
que manifiesta sus sentimientos de hombre y sus gustos de pintor. El lienzo
fue rechazado por el jurado del Salón, así como el “Enterramiento” que
Courbet quería presentar con aquél y el pintor hizo construir entonces un
barracón llamado Pabellón del Realismo, presentando en él unas cuarenta
obras. El Taller hizo resaltar todas las cualidades de Courbet: retratista y
paisajista, pintor animalista y de bodegones, sensibilidad en la ejecución del
cuerpo femenino, géneros por él practicados a lo largo de su vida. Pero lo
que tienen en propio las pinturas de Courbet y que especialmente se nota
en el Taller, es cierto carácter de misterio y poesía, todo ello subrayado por
una luz venida de no se sabe qué fuente: ora, matizado por una claridad
difusa, ora ensombrecido artificialmente, el Taller deja la sensación de un
mundo de ensueño.
“Los picapedreros”
No le vemos las caras, sólo vemos su labor. No importa quien este es
escena, solo la realidad.
Vemos que son pobres, sin trascendencia social.
“Las espigadoras”
Imagen más complaciente con el espectador, más idílica.
Se inspira en un tema de la realidad pero su forma de pintar busca o refleja
a belleza ideal.
Le interesan los campesinos, no desde el punto de vista de la pobreza sino
desde su relación con la naturaleza.
Es más poético, no muestra sólo el lado trágico de la realidad.
“El Ángelus”
Mucho contenido espiritual. Muestra el rezo luego del labor al atardecer.
4. Impresionismo
Revolución en la luz.
El tema es simplemente un pretexto.
Pincelada desprolija, de cerca no se nota lo que es, de lejos recién podemos
apreciar el cuadro.
Color con mucha intensidad
Búsqueda de la luz natural, pintaban al aire libre.
Surgen los marchants. Protegen a los artistas, les dan de comer o dinero
para que sigan trabajando. Son articuladores entre la obra y el comprador.
Surge el mercado en el arte.
Exposiciones universales: en un lugar se juntaba toda la producción del país.
Daba la pauta del nivel de desarrollo del país. Decidieron reunir todo en una
ciudad (las grandes capitales), de ahí surgió la Torre Eiffel.
La obra impresionista fue rechazada por el público que tenía la idea de que
n buen pintor era aquel que copiaba la realidad idéntica a como la veía.
Pero en el lapso de una vida el artista impresionista logró vivir de su arte y
antes de morir ya sabía que su obra estaba en los mejores y más
importantes museos de Europa.
“El pífano”
Gran contraste de color, todos en estado de pureza de forma llamativa.
Fondo neutro que nos permite recortar la imagen del pífano.
Menos detalles (p. ej. En comparación a Velázquez), facción achatada de la
cara por mucha incidencia de la luz.
“El balcón”
a) Sencilla.
Busca una situación ideal para su propuesta, mostrar luz y sombra.
Lugar donde se junta la luz artificial y la natural.
Tres personajes conocidos de Manet, los sitúa de tal forma que cada
uno quede en una situación de luz y a una distancia diferente.
b) Están pintados por manchas grandes que reciben todas las sombras
coloreadas de la luz que las rodea.
Los trajes blancos tienen pinceladas de todos los colores, según la luz
que les llega.
Resuelve el perro con dos manchas de pintura, a diferencia del perro
de “Las meninas”.
Rostro de las mujeres: la que está sentada tiene facciones mas
definidas porque la luz le da de costado, sucede lo opuesto con la que
esta parada porque la luz le da de frente.
Hombre en el fondo: menos nítido. No se notan sus facciones porque
la luz le da de frente. Se confunde con el fondo.
La barandilla verde brillante es un recurso que utiliza el artista para
separar el adentro del afuera.
“Olympia”
Mujer común y corriente.
Pone en situaciones diferentes a las dos mujeres: la blanca en primer plano
separada del fondo oscuro, la negra n el fondo, se confunde con la pared
oscura. Lo único que se ve es el ojo.
El ramo es la parte más impresionista de la obra, todo lo demás es bastante
convencional. De cerca sólo se ven manchas.
“He enviado a la exposición del Boulevard des Capucines, algo que hice en
El Havre, desde mi ventana, con el sol en la niebla y, en primer plano,
algunos mástiles de barco que se elevan… Me han preguntado el título para
el catálogo, el cuadro no puede pasar por una vista de El Havre; así es que
les dije: `Poned Impresión´. De ahí se pasó a impresionismo y se
extendieron las bromas.” Claude Monet
“Regatas de Argenteuile”
Todo se refleja en el mar, y lo vemos en movimiento gracias a las gruesas
pinceladas.
“Parlamento de Londres”
Con una determinada luz a una determinada distancia el Parlamento se ve
así pero en una situación de luz muy especial.