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Racionalidad, Cooperación y Desarrollo / Elementos desde la multiactividad cooperativa

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Capítulo II. Capital social y relacional / Reflexiones sobre el capital social, las redes sociales y la multiactividad

Capítulo II. Capital social y relacional

Uno de los mayores atributos organizacionales de las cooperativas que funcionan


atendiendo a su naturaleza, es la generación de condiciones para fortalecer el capital
social de sus asociados y sus comunidades. La confianza, la reciprocidad, la
asociatividad y el continuo desarrollo de redes relacionales son elementos que
potencian el capital social y que impactan en la generación de círculos virtuosos de
desarrollo.

En este capítulo se exploran estas aristas desde los avances científicos en la materia
hasta la experiencia práctica basada en la observación de este fenómeno en las
cooperativas.

Reflexiones sobre el capital social, las redes sociales y la multiactividad


Ómar Salinas Villamizar / Politólogo de la Universidad Nacional de Colombia.
Investigador y docente universitario en temas asociados a la política y las redes
sociales. Correo electrónico : omaretp@gmail.com

Desarrollo de capital social en las asociaciones cooperativas:


experiencias, condiciones y requisitos
Nelson Freitez / Sociólogo. Investigador y Profesor Titular de la Universidad
Centrooccidental Lisandro Alvarado (UCLA) Barquisimeto. Coordinador del Programa
de Apoyo a las Redes Sociales del Centro Gumilla en Venezuela y Directivo de Ciriec-
Venezuela. Correo electrónico: nefreitez@yahoo.es

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Capítulo II. Capital social y relacional / Reflexiones sobre el capital social, las redes sociales y la multiactividad

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Capítulo II. Capital social y relacional / Reflexiones sobre el capital social, las redes sociales y la multiactividad / Omar Salinas Villamizar

Reflexiones sobre el capital social, las redes sociales y la


multiactividad
Parece asombroso que sea necesario precisar el concepto de Capital Social, como si no
supiéramos de qué se trata. Y es que luce propio del sentido común, más bien del vasto
conocimiento popular, la suposición de que las relaciones sociales sirven para hacerse
camino en la vida. ¿Quién no sabe que el ascenso social está relacionado con las
amistades y las relaciones duraderas que puedan establecerse?, ¿a quién no se le ha
ocurrido que si hacemos las cosas juntos pueden salir mejor? Es lo mismo que decir que
el pueblo unido jamás será vencido.

Lo cierto es que una cosa es declarar esta suposición y otra muy distinta es precisar el
capital social. El principal problema que se aparece a propósito de este término es que
cada vez es más popular y, por lo tanto, su conceptualización es casi siempre
imprecisa. Tal vez pueda establecerse una relación causal lineal entre esos dos
problemas, es decir, el concepto de capital social es impreciso porque cada vez es más
popular, pero, ¿quién podría probar esa sentencia? Más bien vale la pena tener en
cuenta que su popularidad es particular; uno no esperaría encontrar conversaciones
entre transeúntes o comensales en las cafeterías a propósito del capital social. No es
normal que la gente se ande preguntando: Oye, ¿y tú cómo andas de Capital Social? O
cuestionándose: ¿No crees que en el país hay un déficit de Capital Social? Pero sí aparece
en toda clase de exposiciones, conferencias, campañas publicitarias sobre
responsabilidad social, o entre los miembros de ONG, cooperativas, federaciones,
asociaciones y tertulias varias. Todo el medio vinculado profesionalmente con las
ciencias sociales, por lo general, versa impunemente sobre Capital Social. Lo he visto
hasta en conferencias sobre Actitud Positiva y otros tipos de autoayuda empresarial,
confundido con el buen comportamiento cívico, con el asociacionismo y con la
caridad.

El concepto de Capital Social está en boca de todo el mundo, pero poco se lee y se discute
sobre sus posibilidades, sobre su precisión conceptual, o sobre su utilidad para el
futuro. De eso se trata este artículo. De rastrear qué es eso de Capital Social, cómo se
activa, se acumula o se tranza.

1. Conceptualización sobre el Capital Social


El concepto nace en la Sociología europea, particularmente en los trabajos de

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investigadores que se preguntaban sobre el funcionamiento del merado de trabajo y


sobre las formas de organización de la economía, tratando de explicar la manera en que
las personas incrementan su capital humano (conocimientos, competencias y
habilidades empleables y productivas en el escenario laboral), sirviéndose de las
posiciones que sostienen con familiares, amigos y conocidos.

La primera conceptualización precisa (la que también compartimos en este artículo) la


redacta Pierre Bourdieu (1980) en sus notas provisorias sobre el capital social. Para este
sociólogo francés, el Capital Social se trata de las redes de relaciones directamente
empleables por una persona para perseguir sus fines y especialmente para mejorar su
posición social. Es el conjunto de los recursos reales y potenciales que se vinculan con la
posesión de una red duradera de relaciones más o menos institucionalizadas de
reconocimiento o interreconocimiento. Estos vínculos son irreductibles a las relaciones
de proximidad física, económica o social, porque ellos están fundados sobre los
intercambios, cuya instauración y perpetuación supone el reconocimiento de la
proximidad.

¿Cómo no se había pensado antes? De manera que las relaciones sirven para hacerse
camino en la vida. Pues claro. Entre más amigos poderosos, o bien posicionados, o con
acceso a bienes económicos y culturales tenga uno, tendrá más oportunidades de
ascender socialmente o de acumular mayor cantidad de bienes económicos. ¿Quién no
lo sabe? En mi país, por ejemplo, se habla mucho sobre el poder de las roscas y se dice que
lo peor de las roscas es no estar en ellas. También se acepta la importancia de los
personajes de las altas esferas culturales y económicas de la sociedad, que tienen acceso
a los intelectuales, a los políticos, a los decisores del sector privado y que mueven sus
intereses y los de sus amigos en la élite de la sociedad. Estos 'cacaos' 'lobbistas' que
dominan la política y el mercado de las relaciones y los intereses. Ahí está claro qué es
capital social, desde la perspectiva de la exclusión. Algunos autores contemporáneos
(Pizzorno, Triglia, Piselli) mencionan las sectas y las agrupaciones cerradas (Opus dei,
masonerías varias, la mafia) como ejemplos de acumulación de Capital Social de
carácter excluyente. No les falta razón, y eso significa que el concepto de capital social se
presenta cuando ha sido útil para la consecución de beneficios. Así que no tiene una
valoración moral necesariamente positiva.

Es necesario que precisemos el concepto de capital, sin mayor discusión, para no


extendernos de forma innecesaria. Capital es trabajo acumulado (Bourdieu, 2000).
Puede ser capital económico, que se sostiene a través de la acumulación originaria,
inversión, trabajo (más bien, explotación del trabajo) y rendimientos: plusvalía. Los
recursos económicos sirven para conseguir casi todos los demás capitales y recursos
sociales, así que es particularmente útil para el ascenso en la posición social. Así están
las cosas desde hace más de dos siglos. También se puede tratar de capital cultural, es

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decir, conocimiento, criterio, títulos académicos – si este capital cultural es


estrictamente institucional –, clase, han llegado a decir algunos; preferimos decir
distinción, en lugar de clase, para no acrecentar la confusión. Y finalmente, puede ser
capital social, relaciones de mutuo reconocimiento (si no, ¿en qué radicaría el trabajo
acumulado?) que se dan en la proximidad, en los intercambios y que favorece a sus
poseedores en el ascenso social y en la acumulación de otros capitales.

Para tener acceso al capital económico es preciso acumular trabajo productivo y


recursos monetarios. En el caso del capital cultural, el trabajo acumulado está en la
adquisición de conocimientos, en la paciente y dedicada actitud de la reflexión y del
pensamiento, así como en el cultivo de la sensibilidad y la apreciación de bienes
artísticos. Con relativa facilidad podemos imaginar la manera en que se obtiene capital
económico y capital cultural. Sabemos bien que poseer recursos de capital económico
facilita el ascenso social. Imaginamos que la disposición de bienes de capital cultural
aumenta la cantidad de oportunidades de ascenso social y favorece la adquisición de
recursos económicos. Pero, ¿cómo podemos pensar en acumular relaciones sociales
para favorecer el ascenso social? ¿Qué tipo de trabajo debe acumularse para disponer de
bienes de capital social?

Antes de continuar, el concepto de capital social debe ser despojado de los errores que
cometieron algunos autores en sociología de confundirlo con el civismo. Haciendo uso
del concepto de Confianza, fundamental en la construcción, instauración, activación y
acumulación de capital social, la palabrería popular ha venido confundiendo el capital
social con el asociacionismo y el civismo, favoreciendo imprecisiones que confunden la
caridad y la buena ciudadanía con el uso de las redes de relaciones de las que dispone
una unidad social (sea una persona o una organización).

Se ha dicho que el capital social es el conjunto de recursos reales o potenciales que se


vinculan con la posesión de una red duradera de relaciones. Eso quiere decir que no se
trata simplemente de tener alguna relación con otras unidades sociales (yo me hablo
con la doctora tal o tengo el correo electrónico del gerente de tal fundación), sino de
poder contar con recursos, con posibilidades factibles de convertir ese contacto, esa
relación, en una ventaja, en un acceso a otro capital (información privilegiada, acceso a
resultados de investigación, conceptos, dinero, financiación, recomendaciones, etc.) si
se activa esa relación.

De allí que sea fundamental el contacto entre los agentes que se vinculan a través de
dicha relación y, principalmente, esto es muy importante, que haya
interreconocimiento entre dichos agentes. De nada le sirve a una persona haber sido
subalterno de un respetado miembro de una mesa directiva de una multinacional, de

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sólo en si mismos, y se limitan a calcular los costos y beneficios materiales


(monetarios) de los diversos cursos de acción que enfrentan como consumidores,
productores, comerciantes y especuladores. Tal visión se ha expandido a otras
disciplinas sociales, y se ha limitado a plantear que la familia, el crimen, la acción
colectiva, la democracia y la política solamente son mercados implícitos y se reducen a
escogencias economicistas de tal prototipo de individuos egoístas (Hirschman, 1992).

Bajo este punto de vista subyace una particular tendencia del pensamiento,
denominada por C. B. MacPherson (1962, 1997) como “individualismo posesivo”,
quien así definió sus características básicas: a) El individuo es libre si tiene sus propias
posesiones y capacidades y, además, no debe nada por estas al resto de la sociedad; b) La
esencia humana es la libertad como independencia de la voluntad de otra gente y la
libertad está en función de la posesión; c) La sociedad consiste en relaciones de
intercambio entre propietarios; d) La sociedad política es una invención, con el fin de
proteger las posesiones individuales y mantener ordenadas las relaciones de
intercambio entre los propietarios.

Este autor insistió en que los rasgos esenciales del individualismo posesivo coinciden
con dos características sustantivas del capitalismo y son un obstáculo insalvable para
la democracia liberal pues reducen la libertad a la liberalización mercantil, en tanto que
suprimen la equidad y la fraternidad, debido a que: i) prima la propiedad privada del
capital, para lo cual los derechos de traspaso y herencia son adicionados por necesidad,
lo cual permite una ilimitada transferencia y acumulación de riqueza; ii) se prioriza la
competencia y rivalidad entre los individuos en la adquisición de riqueza y lucha por la
preservación de esta donde el más capaz sobrevive.

Desde tal perspectiva se asume también que los individuos —al menos en potencia—
son bribones, es decir, que sus intereses pueden ser contrarios a los del resto de la
sociedad y seguramente perjudiciales para los bienes colectivos. También es asumido
que sus preferencias, aún sobre asuntos trascendentales como el amor, el delito, la
cooperación en causas colectivas, la votación, etc., se reducen a meros gustos o
propensiones que se pueden incentivar (con beneficios o premios materiales) o
desincentivar (con costos o castigos materiales). Ver (Hirschman, 1992).

Hirschman (1992) profundizó en la historia del interés y mostró los siguientes


hallazgos: (i) Pese a los maquillajes de los pensadores modernos, sin disfraces ni
eufemismos el interés es vulgar avaricia y usura; (ii) Maquiavelo se encargó de
legitimar el interés en la política, aconsejando a los estadistas a que cometiesen
crímenes y actos de crueldad en nombre de “razones de Estado”; (iii) Pensadores como
Mandeville, Hume y Smith se encargarían argumentar que por la mágica acción de

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Por eso se dice que las relaciones son más o menos institucionalizadas, pues se trata de
relaciones duraderas. Un ejemplo de menor importancia: Un taxista sólo podrá hacer
uso del capital social que emanaría si transporta, por ejemplo, al editor de un gran
periódico o a un gran empresario, si logra institucionalizar ese encuentro, es decir, si
logra hacerlo duradero y obtiene una nueva llamada; si no, ese contacto será nada más
que un fortuito intercambio y su capital social por ese vínculo no irá más allá del
anecdotario familiar. La otra razón por la que se dice que las relaciones son más o
menos institucionalizadas es porque el capital social puede ser acumulado y entregado
a instituciones públicas para favorecer el desarrollo de una sociedad, como cuando se
confía en un producto con sello de calidad Icontec, o cuando una investigación gana
prestigio si cuenta con el respaldo de Colciencias, por poner algunos ejemplos. En
cualquier caso, no es este tipo de capital social institucionalizado el que nos interesa
aquí.

Finalmente, el acceso a Capital Social no se refiere exclusivamente a la proximidad


física, porque puede haber contactos y vínculos con unidades sociales de otros países o
de otras regiones. Es más, tal cosa es deseable. No es igual un centro cultural
comunitario que se relaciona con dos o tres personalidades académicas de su
proximidad geográfica, que un centro cultural apoyado por el Consulado Francés o el
Ayuntamiento de Madrid. Los usuarios o visitantes pueden no tener idea de dónde está
Madrid o de qué es un consulado o de qué significa la palabra ayuntamiento y, aún así,
recibir los recursos que resultan de esta relación en la que claramente se debitan bienes
de capital social.

Por lo mismo, no se requiere una proximidad social o económica. Es decir, los


miembros de una red no necesariamente son de la misma posición social o cuentan con
los mismos recursos económicos. Así sucede en redes sociales cerradas y excluyentes,
como por ejemplo una mafia o una masonería, cuyos límites de ingresos son
definitivamente rígidos. En otros tipos de redes sociales los miembros no
necesariamente están en el mismo nivel en la escala social ni cuentan con los mismos
recursos económicos. Entre otras cosas porque el concepto de capital social es dinámico
y su uso favorece la movilidad social. Ese es uno de los inconvenientes de la confusión
entre capital social y asociacionismo. Algunas personas pensarían que entre más
amigos tengan, más capital social tienen. Una organización, por ejemplo, si se
relaciona con otras organizaciones, eso bastaría para sentirse dotada de capital social.
Pero puede ocurrir que esos muchos amigos sean tan escasos de recursos como aquella
persona, o estén tan poco dotados de otros capitales y de otras relaciones que tales
contactos (positivos, más bien, valorados moralmente como buenos y como
deseables) no constituyen ningún beneficio, ninguna capitalización. Se ha
concentrado equivocadamente el asociacionismo del subdesarrollo, como los grupos

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clínicos de apoyo; entonces las organizaciones, las asociaciones y demás entidades sin
ánimo de lucro se reúnen bajo la manta del capital social sin que sus contactos y
encuentros signifiquen un genuino acceso a recursos reales o potenciales o a otros
capitales.

La proximidad, en lo que a capital social se refiere, se vincula con el intercambio y con


la valoración mutua de los agentes que hacen parte de la relación, a través del
interreconocimiento. Sólo en la medida en que un agente valore la posición del otro
podrá establecerse un contacto que facilite la acumulación o el acceso a bienes de
capital social. Cultivar las relaciones con las que se cuenta, mantener un contacto
saludable con los agentes que se disponen y mantener en éstos una valoración positiva
sobre lo que se puede aportar a la relación, son manifestaciones del trabajo acumulado
que facilitará la acumulación de capital social. No se trata simplemente de
mantenernos cerca de otras unidades sociales para compartir los desencantos y los
problemas, sino más bien para intercambiar respuestas y soluciones. El lenguaje
popular podría sustituir el concepto de proximidad por el de 'vale la pena'. Vale la pena
o no mantener relaciones con tal o cual unidad social (persona, organización).

2. Redes Sociales y Capital Social


Reflexionar sobre el capital social es hacerlo también sobre las Redes Sociales. Hablar de
capital social es hablar de relaciones sociales. No necesariamente es válido su viceversa,
es decir, no todas las redes sociales favorecen la acumulación o el aprovechamiento de
bienes de capital social. Cuando nos referimos al capital social lo hacemos sobre la red
de relaciones personales directamente empleables por una unidad social para seguir
sus fines y mejorar su posición social.

Figura 1. Esquemas tradicionales de Red


La figura que nos muestra estos
esquemas tradicionales de una red de
relaciones sirve para hacernos una idea
primaria de lo que es una red social. Los
puntos que las conforman son
individuos y las líneas son los contactos
que entre ellos se han establecido. La
manera en que se distribuyen los egos y
los contactos entre ellos sirven para
caracterizar el tipo de red social que se
establece.

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Así por ejemplo, en el caso de la red centralizada, se observa a un ego que tiene
contactos con muchos otros egos que no tienen contactos entre sí; este dibujo puede ser
el esquema de la red de un distribuidor y de sus clientes, que no necesariamente tienen
relación entre sí. Tanto la red descentralizada como la distribuida están representadas
por esquemas que reflejan una distribución equilibrada de los contactos. El dibujo de la
red descentralizada puede asemejarse al de una red de redes y dicho esquema puede
servir para representar el flujo de comunicaciones en una empresa, por ejemplo. Cada
red es un equipo de trabajo en la que al menos uno de sus agentes tiene contacto con al
menos un miembro de otro equipo de trabajo; así, los contactos sirven para favorecer
el tránsito de información necesaria para desarrollar el esquema productivo de la
empresa. Un buen ejemplo de una red distribuida puede ser un salón de clases de una
universidad, y cada agente sería un estudiante que puede relacionarse con sus vecinos
y éstos últimos con los suyos. La información se distribuye de forma relativamente
uniforme.

Sin embargo, todos sabemos que las redes sociales, que ya pueden irse concibiendo de
forma dinámica y compleja en nuestros lectores, no pueden ser más que apenas
representadas por estos esquemas. Una red social, en tanto configuración de relaciones
y contactos entre personas, se caracteriza principalmente por ser dinámica, variable,
multifuncional y nunca estática. La posición de cada actor, considerado
individualmente, en el entramado que se configura entre sus contactos y los de sus
contactos, condiciona las elecciones a través de la interacción; y a su vez, la interacción
entre los agentes modifica permanentemente la estructura de la red, que si permanece
estática deja de existir, porque su existencia depende de las interacciones y las
interacciones permanentemente modifican la red misma, la constituyen todo el
tiempo. Esto significa que los actores pueden (de hecho lo hacen) modificar las redes,
consiguiendo nuevos efectos emergentes, nuevos contactos y nuevos tránsitos de
información y flujos de comunicación.

La figura 2 representa, con los límites propios de todos los dibujos bidimensionales y
estáticos, el esquema de una red relacional compleja. El esfuerzo del lector estará en
imaginar este esquema en movimiento, en transformación permanente de los
contactos y de los flujos de comunicación que se presentan entre ellos. Cada decisión de
los egos allí relacionados y sus interacciones modifican la red y producen efectos
nuevos. A partir de estas relaciones y de sus dinámicas formas de movilidad, los
agentes vinculados a la red pueden obtener recursos reales o potenciales de capital
social, permitiendo una visión más abierta de los términos de la acción social, de las
dinámicas de cambio y transformación y del ascenso social.

Esto quiere decir que según el tipo de redes y de las relaciones que entre ellas se

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se establezcan con otras redes y con esferas


institucionales, pueden determinarse
resultados diversos. Y un corolario de esta
idea, en términos de investigación social,
diría que es necesario concebir cada red
como un caso específico, con sus propias
determinantes contextuales e
institucionales, principalmente teniendo
en cuenta que no es cierto que tener una
red social sea suficiente para disponer de
bienes de capital social, pero siempre que se
disponga de estos recursos de capital social
se producen en el escenario de una red
social. Figura 2. Esquema de una red compleja

Así se puede intentar una aproximación conceptual sobre el término redes sociales. Son
los escenarios reales, virtuales o simbólicos en los que se llevan a cabo las interacciones
y los contactos entre actores sociales y que favorecen el tránsito, intercambio y
acumulación de bienes de capital social. A mayor complejidad en la interacción entre
actores sociales, mayor será la probabilidad de obtener beneficios en la acumulación de
capital social. Y otra más. A mayor complejidad en la interacción entre redes sociales,
mayor será la probabilidad de obtener beneficios en la acumulación de capital social.

Por eso se ha hecho tan determinante el concepto de los lazos débiles que desarrolló
Granovetter (1973). Lo que señala este investigador es que la disponibilidad de redes
abiertas, flexibles y no particularmente intensas, amplía la información de la que se
puede disponer en busca de mejores posicionamientos sociales (específicamente
desarrolló sus observaciones en el caso del mercado laboral). Los lazos fuertes implican
dificultad para que otros agentes hagan parte de una red de relaciones, y pueden servir
para explicar el funcionamiento de redes sociales cerradas como las de tipo mafioso. En
cambio, las redes sociales que se instauran a partir de los lazos débiles favorecen el
tránsito y las interacciones de información y de otros capitales. Justamente en la
posibilidad de que los agentes tengan acceso a distintos sectores del entramado social
está la posibilidad de que una determinada red social gane en acceso a otros recursos: si
todos los agentes de una red se encuentran en el mismo sector de la sociedad y haciendo
los mismos contactos, no habrá dinamismo en las interacciones y la red colapsaría por
falta de movilidad.

Ahora bien, la fortaleza de los lazos débiles consiste en que el mantenimiento activo de
los contactos sea útil o considerado válido, o reconocido, por cada agente vinculado.

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Cuando se habla de redes sociales, necesariamente se está diciendo que los contactos se
establecen entre personas reales, concretas e identificables. Aunque se pueda sostener
(y debemos hacerlo) que la filiación institucional o la pertenencia a un grupo social
modifica la percepción y el reconocimiento de un actor en particular, es necesario
subrayar siempre que las redes sociales están hechas con individuos y que el capital
social que se obtiene en la interacción propia de las redes es útil a la consecución de los
fines de esos individuos.

Consideremos entonces, de momento, el capital social como un recurso del individuo,


es decir, como el conjunto de recursos reales y potenciales, materiales o simbólicos que
puede apropiarse una persona para conseguir sus fines, a partir de sus relaciones
personales directas o indirectas – las que tiene ego con otras personas y las que tiene
ego con las personas que están relacionadas con sus contactos directos,
respectivamente. Las personas se sirven de los contactos y de la información que
obtienen ocasionalmente en el desarrollo profesional o laboral de sus trayectorias y
también esto constituye una capitalización social que favorece la consecución de sus
fines.

Hay que subrayar que siempre que se habla de capital social se habla de la consecución
de beneficios, lo que no siempre se obtiene en una red social. Por supuesto, tanto la
forma como los contenidos de las redes de relaciones configuran específicamente el
acceso a determinados bienes de capital social y que deben observarse siempre en cada
caso particular. De este modo, lo que se está diciendo es que el capital social depende
más de los recursos que se ponen en juego a través de la red social, que de las
características de la red misma, aunque dichas características deban siempre
considerarse.

Finalmente, considero útil mencionar dos tipos de redes sociales que están relacionadas
con el tema de este artículo, sobre cómo se puede gestionar redes sociales válidas para la
consecución de capital social. Las redes sociales pueden ser i) espontáneas o ii)
gestionadas. Las redes sociales espontáneas se instauran entre individuos que
encuentran coincidencias e intercambios valiosos con otros individuos que tienen
acceso a distintos recursos sociales. Se intercambia información y recursos que
favorecen la consecución de los fines de estas personas. Son tan dinámicas y complejas
como cualquier tipo de red de interacciones sociales y cada decisión de los agentes
vinculados la modifica estructuralmente. Por lo general, las redes sociales espontáneas
se justifican en los valores compartidos por parte de los miembros de las mismas y por
la utilidad de la interacción para la consecución de sus fines.

Las redes sociales gestionadas se presentan en el marco de la interacción personal e

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institucional. Un ejemplo de una red social gestionada puede ser aquella que se
presente entre Universidades públicas de una región, entre hospitales privados de una
ciudad, entre gremios exportadores. Son redes sociales muy difíciles de sostener en el
tiempo, principalmente porque quienes conforman estas interacciones siempre son
personas, aunque los intercambios se presenten en un marco institucional
determinado; entonces, si las personas abandonan la membresía a las entidades que
participan en la red, su reemplazo necesariamente modifica los términos, la frecuencia
y la calidad de las interacciones, alterando por ejemplo los niveles de confianza y de
vínculos emocionales en los demás miembros de la red. Sin embargo, este tipo de
inconvenientes se pueden enfrentar en la instauración misma de las interacciones que
se pretenden gestar en la red. Para este fin, es indispensable determinar, colectivamente,
cuáles son las agendas de quienes participarían en la red, cuáles son sus búsquedas y
sus fines. La delimitación y definición de estos casi siempre es inexacta, pero los
acuerdos y la utilidad de la persecución de los fines puede contribuir a que la red pueda
gestarse con durabilidad y sostenibilidad.

3. Redes Sociales, Capital Social y Multiactividad


Lo que define a la multiactividad es la multiplicidad del objeto social. Es sabido que una
actividad económica o social debe ser complementada con otra o con otras, y eso
justifica y valora el concepto de la multiactividad, porque favorece la relación entre
distintos actores económicos y entre actores que tienen disponibilidades diferenciales
de acceso a recursos y capitales. Así, cooperativas de aparente menor escala pueden
verse vinculadas a proyectos económicos de alta financiación a través de la posibilidad
que ofrece esta interacción socio económica que es la multiactividad. No puede ser más
pertinente un concepto sociológico como el de capital social, si se trata de vincularlo
con este tipo de relación socioeconómica tan particular como la del cooperativismo
multiactivo, pero no debe permitirse una igualación entre estos dos conceptos: no es
cierto que siempre que halla una organización cooperativa multiactiva haya
necesariamente acceso a capital social.

Se ha insistido en este artículo en que el aprovechamiento del capital social depende de


la interacción y de las relaciones que haya entre personas que puedan vincularse por
lazos de proximidad, sin que esto signifique proximidad netamente geográfica o social.
La multiactividad es una actividad socioeconómica compuesta por muchas actividades
de este tipo y que tienen lugar en distintos escenarios sociales, económicos y
culturales. La presencia de agentes participantes de una red social de tipo cooperativa
multiactiva en distintos escenarios del entramado social favorece el tránsito de

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información y la adquisición, por parte de la organización, es decir, de las personas que


la conforman, de capitales a los cuales no tienen acceso permanente. Esta movilidad
social favorece el fortalecimiento de la organización, la complejización de las relaciones
y el alcance de la intervención social de la red.

Así, por ejemplo, una organización multiactiva, que además tiene la ventaja
comparativa de que sus miembros no sólo se relacionan a través de la red de
interacciones sino que comparten valores de tipo cooperativo y solidario, puede
desarrollarse en el marco de la productividad económica, así como en el marco de la
promoción de bienes culturales, así como en la incidencia en relaciones propias de
políticas públicas. Todos los beneficios que se obtienen en cada extremo (por así decirlo)
de la red de relaciones que están circunscritas en el marco de la organización
multiactiva, aplican como beneficios para los otros extremos o centros de la red toda,
siempre y cuando, los flujos de información, los intercambios y las interacciones entre
los agentes se mantengan activos y en funcionamiento. Si dichos contactos y flujos de
información pierden vigencia, la acumulación de capital social (y de los demás
capitales que puedan aprovecharse a partir de este) no tendrá relación con la
organización, sino únicamente con los miembros de la red que participan de los
intercambios y de las interacciones.

Eso significa que no es suficiente la puesta en marcha de una cooperativa multiactiva


para que su multifunción social favorezca la acumulación de capital social de sus
miembros, es decir, de sus asociados. Sólo se puede aprovechar el acceso a recursos de
capital social si se hace parte de la interacción y de los contactos a través de los cuales
fluye la información, los intercambios y los encuentros. Incluso en el interior de
organizaciones cooperativas multiactivas pueden presentarse, en mayor o menor
medida, factores de exclusión a través de los cuales se priva a alguno o algunos
miembros de la organización del flujo de interacciones y de capitales que dispone una
cooperativa de este tipo. Hace falta corroborar además, si las interacciones que se
presentan al interior de la organización favorece la adquisición o el acceso a recursos de
otros capitales. Porque no siempre sucede la acumulación de capital social, así se trate
de relaciones de tipo solidario en lo nominal y en lo contractual. Lo que hace posible la
acumulación de capital social es la interacción, la posibilidad de que una persona, a
través de los contactos directos e indirectos, pueda acceder a recursos reales o
potenciales que le favorezcan la consecución de sus fines. La mera membresía no puede
confundirse con la acumulación de capital social.

Como puede sospecharse, es más probable que se presente acumulación y beneficios


propios del acceso y el fortalecimiento del capital social cuando se trata de una
cooperativa multiactiva. La racionalidad y los valores compartidos al interior de estas

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organizaciones favorecen las dinámicas de interacción social, presencia de la red en


distintos escenarios del entramado social y, por lo tanto, mayor posibilidad de acceder
a capitales distintos. Eso sería capital social. Pero sólo puede presentarse en el marco de
relaciones personales activas, en el marco de intercambios frecuentes y de
transacciones de capitales distintos en la consecución de fines que se puede suponer que
son compartidos o colectivos. Es cada vez más necesaria la observación investigativa
de los intercambios que pueden presentarse al interior de las organizaciones
multiactivas para que se reconozcan las potencialidades que tiene una estructura de
este tipo y para contribuir a la gestión de redes sociales similares al interior del medio
solidario, tanto como por fuera del mismo, en el inmenso escenario del entramado
social. La precisión conceptual sobre lo que significa el capital social favorece la mirada
analítica de las relaciones que se presentan en el marco de una organización
multiactiva y deben considerarse como marcos de investigación para el futuro
próximo.

Bibliografía
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Capítulo II. Capital social y relacional / Desarrollo de capital social en las asociaciones cooperativas: experiencias, condiciones y requisitos
/ Nelson Freitez

Desarrollo de capital social en las asociaciones cooperativas:


experiencias, condiciones y requisitos
1. Introducción
El cooperativismo suele vinculársele con el desarrollo de la asociatividad y la
generación de relaciones de confianza entre personas y grupos humanos. Su carácter
dual como asociación y a su vez empresa productiva, tiende a facilitar la conexión
indisoluble entre dimensiones sociales y económicas de la acción colectiva, sin cuya
articulación el cooperativismo no logra alcanzar sus plenas potencialidades. El
equilibrio entre las necesidades afiliativas, relacionales y participativas de las personas
con la producción de bienes y servicios que satisfagan sus necesidades materiales y
laborales, se hace imprescindible para que el cooperativismo pueda sostenerse y
expandirse.

Sin embargo, el desarrollo simultáneo y orgánico de las dinámicas sociales y


económicas consustanciales al cooperativismo no siempre logra alcanzarse. La
complementariedad entre los grados de participación social y económica de sus
integrantes se dificulta y, en muchos casos, se ve bloqueada o desbalanceada. Existe
un conjunto de factores que tienden a condicionar las prácticas cooperativas limitando
u obstaculizando, por un lado, el desarrollo de la productividad y eficiencia de estas
asociaciones y, por otra parte, su cohesión interna y su integración con otras
asociaciones similares. Tales factores tienen que ver con el contexto societario en el cual
surgen las cooperativas y con los valores y creencias que puede predominar entre sus
integrantes, lo cual limita su desarrollo y expansión en su entorno y problematiza su
funcionamiento interno.

En este ensayo, se parte de la noción de Capital Social y de las exigencias para su


construcción, a fin de identificar y examinar algunas de las condiciones y requisitos
que se le plantean a las asociaciones cooperativas para desarrollar 'su' Capital Social.
Esta reflexión se hará considerando experiencias cooperativas del estado Lara en
Venezuela, entidad reconocida como una de las de mayor desarrollo cooperativo y, de
construcción de Capital Social en este país.

2. El Capital Social: condiciones para su desarrollo


Hablar de Capital Social implica identificar relaciones, vínculos, modos de articulación

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y grupos sociales que presentan entre sí la característica básica de fundamentar tales


conexiones en la participación social, acuerdos consensuados y en la construcción de
confianza mutua. Relaciones sociales que tienen un carácter organizado, intencional,
de permanencia, de estabilidad, basadas en intercambios materiales y simbólicos que
permiten a quienes están involucrados en tales vinculaciones obtener resultados que se
aspiran mutuamente beneficiosos.

La noción de Capital Social surgida en Europa en los años 80 y en EEUU en la década de


los 90, subraya la existencia en distintas sociedades de redes sociales sostenidas en el
tiempo por normas compartidas y por las expectativas favorables de cumplimiento de
las mismas entre quienes las integran, las cuales llegan a alcanzar un alto grado de
eficiencia en el uso de recursos compartidos y efectividad en la satisfacción de las
necesidades colectivas que les dieron origen. Tales redes sociales actúan en diversos
ámbitos de la vida social generando distintos bienes y servicios como respuestas a
necesidades colectivas de los grupos humanos que las constituyen. El Capital Social
identifica una dimensión relacional, conectiva y asociativa, en variados
conglomerados, en particular entre unidades u organizaciones que actúan en la esfera
de la producción, distribución o intercambio de bienes y servicios (Caracciolo y Foti .
2003).

En tal sentido un primer elemento de definición del Capital Social que destaca es el
carácter intencionado de las relaciones que se establecen entre quienes deciden
construir vínculos, en tanto búsqueda consensuada de resultados y logro de objetivos
establecidos previamente y, en consecuencia, disposición a compartir recursos y
conocimientos como medios requeridos para alcanzar la satisfacción de necesidades
comunes. Se trata de vinculaciones que se deciden emprender, motivadas inicialmente
por la búsqueda de satisfactores a necesidades comunes y se expande con el esfuerzo
sostenido de quienes están comprometidos. El Capital Social no se desarrolla con la
solidaridad espontánea que surge entre quienes, por ejemplo, mantienen relaciones
contingentes de vecindad, parentesco ó de trabajo, aunque llegue a tener como base las
mismas; exige como condición el establecimiento de metas comunes, esfuerzos y
recursos compartidos, basados en normas que se acatan y en resultados que refuerzan
los comportamientos solidarios. En otras palabras, de un trabajo sostenido para la
instauración y mantenimiento de unas relaciones sociales, que son producidas y
reproducidas consciente e intencionadamente y no son fruto ni del azar ni surgen en
forma espontánea.

En esta dirección, el Capital Social se construye entre quienes, además de presentar


necesidades e intereses coincidentes, comparten visiones de la realidad y valoraciones
comunes sobre aspectos básicos del comportamiento humano y la vida social –entre

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otros, la honestidad, la responsabilidad, el papel del trabajo, el uso austero y equitativo


de los recursos, el esfuerzo propio-. Este basamento ético facilita la construcción de
identidad entre quienes se involucran en el surgimiento y desarrollo de redes sociales y
en su toma de decisiones cotidianas. No bastan los intereses materiales comunes para
generar procesos constitutivos de Capital Social, es necesario construir identidades
compartidas que en una medida importante están asociadas a visiones y valores
convergentes.

Otra condición indispensable para la generación de Capital Social precisamente tiene


que ver con el surgimiento de una identidad común, de un sentido de pertenencia, de un
reconocimiento mutuo que trasciende a los ámbitos organizacionales de cada grupo
integrante de una red social, aunque se preserve la autonomía organizativa y
administrativa de cada entidad. Esta combinación entre identidad general como red e
identidad específica como organización particular es indispensable, tanto para evitar
que cada ente integrante se desdibuje como grupo con sus particularidades como para
que la red se nutra y enriquezca con la diversidad que la constituye y que debe procesar
en sus procesos de decisión y generación de acuerdos. Sobre todo en redes de producción
y distribución de bienes y servicios, en las que las personas y agrupaciones
constitutivas aportan trabajo, recursos e información, la generación y desarrollo de
una identidad común se hace imprescindible para orientar en el corto y mediano plazo
los esfuerzos cotidianos en una dirección común, basada en valores y expectativas
coincidentes. De esta forma intencionalidad e identidad común como componentes
básicos en la construcción de Capital Social se encuentran estrechamente coligados para
ofrecer inspiración y sustrato subjetivo a unas relaciones que se aspiran durable y
útiles.

Ahora bien, debe subrayarse que el Capital Social así como no nace en forma
espontánea tampoco se preserva y desarrolla sin un marco de normas y procesos
organizativos y administrativos que le ofrezcan las condiciones cotidianas de
reproducción y expansión. Cuando se habla de normas y reglas se alude más que un
marco normativo legal, general, a acuerdos consensuados entre integrantes de una red
social sobre la actuación y funcionamiento individual y colectivo, particular y general,
de pautas que orientan y rigen los comportamientos y desempeños individuales y
organizacionales. Tales normas son básicas porque además de orientar y regular las
conductas, permiten generar predecibilidad sobre las mismas, lo cual posibilita ubicar
las expectativas de sus integrantes con respecto al comportamiento esperado del resto
de quienes integran una red social. Al convertir en predecibles los comportamientos
humanos -porque están sustentados en valores y normas compartidos- se posibilita el
surgimiento y desarrollo progresivo de la confianza, entendida como expectativa
favorable de cumplimiento de las obligaciones y compromisos contraídos (Kliksberg,
2004).

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La confianza entre actores sociales no es un estado al que se accede de una vez y para
siempre, ni tampoco una valoración en las relaciones sociales que se mantiene
silvestre, sin cultivarla ni trabajarla. Constituye un valor que exige claridad y
consenso en los acuerdos establecidos, uso transparente en la administración de los
recursos empleados y cumplimiento oportuno de las obligaciones establecidas. La
confianza en la generación de redes sociales requiere participación intensa de sus
integrantes en los procesos de programación, seguimiento y evaluación de sus planes,
proyectos y acciones. Sobre todo en entidades de la economía social o solidaria, este
requerimiento es mayor dado que se trata de satisfacer necesidades colectivas a través
de recursos particulares y colectivos –que suelen ser limitados y generados con
grandes esfuerzos- sobre los cuales existen altas expectativas de un retorno
provechoso bajo un uso eficiente y transparente.

De esta manera es comprensible que una red social que construye Capital Social deba
funcionar sobre la base de instancias organizativas y administrativas en las cuales
circule ampliamente la información y se propicie una participativa generación y
revisión constante de normas y pautas de comportamiento y funcionamiento. Estas
condiciones organizacionales son indispensables para el mantenimiento y desarrollo
de la confianza, ya que permiten precisamente la programación y el control colectivo
de los procesos de la red y la constatación tanto del uso adecuado de los recursos como
del logro de los resultados aspirados.

Un funcionamiento participativo y democrático de las instancias constitutivas de una


red social, debe soportarse en un funcionamiento similar –ó que tienda a serlo en la
medida que son influenciadas por su participación en la red- de las organizaciones que
la constituyan. Se convierte un contrasentido la participación de una asociación
burocrática, excesivamente jerarquizada, poco transparente en el uso de sus recursos,
en una red social que funcione participativa y democráticamente con un adecuado
manejo de los recursos y con rendición periódica de cuentas.

En última instancia, quienes vivencian los procesos de construcción de Capital Social


tienden a hacerse plenamente conscientes de la elevada prioridad que adquiere la
preservación de la confianza para el logro de los resultados y de los beneficios
esperados con su participación en la red social. Al perderse confianza –verdadera
argamasa que sostiene los vínculos tangibles e intangibles de una red social- se desatan
los nudos que mantienen ligados a sus integrantes y comienzan a debilitarse los
procesos generadores de eficiencia y productividad en la producción y distribución de
bienes y servicios. Por tal motivo una vez que un grupo social o un conjunto de éstos
aprecia los beneficios que aporta el intangible Capital Social para el logro de los
resultados favorables de una red social, tiende a producirse en su seno una actitud

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sistemática –con sus respectivas instancias ya señaladas- de vigilancia colectiva tanto


del cumplimiento general de las normas que rigen las relaciones como –en especial- del
destino y la administración los recursos empleados.

Después de considerar los aspectos organizativos y administrativos, un elemento clave


que es necesario enfatizar en los procesos de construcción de Capital Social es la
significación que tiene la obtención de resultados mutuamente beneficiosos. Estos
representan en su sentido 'más tangible' la verificación de que la cooperación, la
solidaridad, la transparencia y la confianza, pueden arrojar beneficios colectivos;
demostrando así que las conductas de colaboración, de planificación, de postergación
de las gratificaciones y de control colectivo de los recursos, pueden ser provechosas y
de mayor efectividad que los esfuerzos individuales o particulares. En un proceso de
generación de Capital Social tales resultados colectivamente esperados se convierten en
reforzadores de la cooperación, las decisiones consensuales y la transparencia
administrativa, potenciando la confianza depositada y aumentando la sinergia entre
quienes se han comprometido con la experiencia organizativa.

Como hemos señalado tales resultados no son azarosos, se han buscado


intencionalmente, para lo cual se dispusieron recursos, conocimientos y trabajo, los
cuales combinados apropiadamente en procesos productivos y organizativos de
amplia participación, garantizaron la circulación de información y el manejo
controlado socialmente, eficiente y transparente de los recursos. Todo lo cual se
tradujo en satisfacción de necesidades comunes, incrementando la confianza y la
efectividad en la resolución de problemas y carencias.

Para cerrar este capítulo debe señalarse que el 'círculo virtuoso' que genera la
asociatividad y la cooperación sistemática encuentra en los espacios locales un campo
fértil para su desarrollo y expansión. El tejido de relaciones sociales presente en las
dinámicas locales –en comunidades, caseríos, localidades, centros de trabajo- en las
cuales la proximidad territorial entre personas y grupos sociales facilita el encuentro,
los intercambios y la generación de confianzas. El espacio local propicia la
identificación de carencias y aspiraciones comunes entre actores con historias y raíces
socioculturales coincidentes, los cuales buscan opciones de vida más dignas e
incluyentes ante las problemáticas que los acosan. Estos actores locales suelen utilizar
recursos de su entorno inmediato basados en sus saberes históricos, lo que puede
facilitarles el desarrollo de emprendimientos productivos.

Este carácter de 'localidad', de 'territorialidad compartida', de construcción de un


'nosotros', propicia la generación de procesos de identidad y de reconocimiento de
intereses, de símbolos y de sentimientos comunes, que están en la base del Capital

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Social. Las organizaciones y prácticas de la Economía Social y Cooperativa requieren


para su existencia y desarrollo de tales elementos, que se facilitan en los espacios
locales de territorialidades comunes. En esos espacios compartidos se gestan
preferencialmente las iniciativas de quienes ante la carencia de capital, unen
básicamente trabajo, activos familiares y confianzas básicas para emprender en
conjunto asociaciones y empresas cuya fortaleza deviene de su grado de participación,
compromiso y adecuación a las necesidades sociales.

3. La generación de Capital Social en Cooperativas: experiencias,


condicones y requisitos

El Capital Social no surge espontáneamente, ni es consecuencia de la asunción de una


determinada figura jurídica. Tampoco es el producto de la decisión de una junta
directiva ó el resultado de un proceso de consultoría especializada. No es consustancial
a las asociaciones civiles, ni deviene per se de la acción colectiva organizada de
determinados grupos sociales, aunque les acompañen las mejores intencionales
sociales. Hemos señalado que se trata de procesos intencionados de construcción
social, propiciados por determinadas condiciones y requisitos que estimulan el
surgimiento y desarrollo de relaciones sistemáticas para propiciar intercambios
mutuamente beneficiosos entre grupos sociales involucrados.

En el caso de las Asociaciones Cooperativas tampoco está automáticamente


garantizada la emergencia de Capital Social en su seno ó en los procesos de integración
cooperativa en los que participan. Aunque su naturaleza de agrupación social y
económica -caracterizada entre otros elementos por la propiedad colectiva de algunos
de los medios de producción con los que actúa- pueda potencialmente facilitar procesos
de generación de identidad organizacional, apropiación colectiva y participación
comprometida en la gestión cooperativa, a las cooperativas se les presenta el reto de
encontrar su propio camino a la eficiencia y productividad combinadas con la cohesión
social y la confianza. En otras palabras de construir 'su' Capital Social cooperativo.

Estos caminos están plenos de exigencias y obstáculos que devienen del entorno, del
mercado –con frecuencia en algunos países del Estado- ó están presentes en su gestión
interna como producto de valores, creencias y prácticas que refuerzan la excesiva
jerarquización y la concentración de decisiones, recursos ó conocimientos, tendiendo a
la burocratización de las asociaciones y a la alienación pasiva e ineficiente de sus
integrantes.

A continuación se presentan algunas de las principales condiciones, exigencias y

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y requisitos que –a nuestro juicio- pueden influir para propiciar u obstaculizar el


desarrollo del Capital Social en el seno de asociaciones cooperativas ó en sus procesos de
integración con otras cooperativas. Para lo cual nos apoyaremos en algunos de los
aprendizajes de las experiencias del cooperativismo en el estado Lara en Venezuela 31, sin
pretender presentarlas como paradigmas de procesos de construcción de Capital
Social, sino como procesos en marcha con determinados avances basados – a nuestro
juicio- en grados alcanzados de Capital Social.

En sus procesos de surgimiento: El origen de cooperativas que se han basado en las


afiliaciones voluntarias y en los aportes propios de sus integrantes, tienden a propiciar
la emergencia –en la medida en que la asociación cooperativa se desarrolla- de un
sentido de pertenencia, de apropiación colectiva del patrimonio y de interés por
participar en la gestión cooperativa. Este grupo de integrantes suelen definir -sin
mayor condicionamiento que sus necesidades más sentidas- el objeto de la
cooperativa, tratando de responder consensualmente a requerimientos del colectivo.
Este tipo de surgimiento, que se corresponde con los principios y valores cooperativos
universalmente reconocidos, crea condiciones básicas para un posterior desarrollo de
Capital Social, sobre todo en aquéllas asociaciones cuyos orígenes también están
asociados a procesos de educación cooperativa básica y se han originado entre
poblaciones con elementos socioculturales comunes.

El surgimiento de cooperativas inducidas por entes externos –Iglesias, Estado, etc.- a


través de su financiamiento inicial u otra forma de incentivos altamente
condicionantes de la acción colectiva –activos, becas o algún otro tipo de acceso

31 Básicamente nos apoyaremos en las experiencias sistematizadas de dos integraciones cooperativas del estado Lara
(Morán, y Salazar, 2006) y (Freitez, 2008):
- La Asociación Cooperativa de Servicios Múltiples Agropecuarios Productores Agrícolas Lara (COPALAR), ubicada
en el campo e integrada por unos 700 productoras de café verde residentes en más de 80 caseríos y organizados en 26
Uniones de 'Créditos y Servicios' desarrollando servicios de crédito, comercialización del café y de compra de insumos
para la producción y de alimentos para el consumo familiar. Entre 1992-2004 logró exportar –vía 'Comercio Justo'- a
Europa y EEUU significativos volúmenes de café verde orgánico. Desde hace unos años adquirió e instaló una
torrefactora para el procesamiento de café tostado –Café 'Alta Vista '-, el cual está colocando en el mercado regional y
nacional.
- El Organismo de Integración Cooperativa CECOSESOLA en la actualidad agrupa alrededor de 350 trabajadoras
asociadas provenientes de los sectores populares y ha promovido – a partir de un programa de producción y
distribución de alimentos (“Ferias de Consumo Familiar”) un movimiento constituido por unas 80 organizaciones
comunitarias –asociaciones civiles, cooperativas- que reúnen en su seno unas 15.000 personas. Sus áreas de actividad
incluyen, además de ahorro y crédito –llamado 'apoyo mutuo'- y los servicios funerarios, la producción y el
abastecimiento de alimentos, la atención de la salud, en el marco de un intenso proceso de formación cooperativa.
Gestiona –entre otros servicios a la comunidad- una red comunitaria de producción y distribución de alimentos -las
Ferias de Consumo Familiar- que abarca 5 estados del país, abasteciendo semanalmente en Barquisimeto –ciudad
capital del estado Lara- a unas 40.000 familias con precios en promedio 20-30 % por debajo de los precios de mercado,
colocando en el año 2008 alrededor de 20.000 toneladas de alimentos elaborados fundamentalmente por productores
agrícolas asociados y Unidades de Producción Comunitarias también de carácter colectivo.

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preferencial a bienes ó servicios-, suelen presentar serias dificultades para encontrar las
vías para su identidad e integración. Detrás de los incentivos para la creación de las
cooperativas -por lo general- existe el interés por la conformación relativamente rápida
y/o masiva de estas asociaciones, respondiendo a metas definidas por instancias muy
alejadas de las realidades y ritmos de vida de las poblaciones sobre las cuales se actúa. En
fin, en tales experiencias su forma de constitución suele conspirar con el desarrollo
posterior de procesos genuinos de construcción de Capital Social, al propiciar la
dependencia financiera, el tutelaje organizativo ó decisorio y la alienación de sus
integrantes –sentir a la cooperativa como ajena, no como propia-.

Un aprendizaje importante de resaltar en el cooperativismo del estado Lara de las


décadas de los 60 y 70 del siglo pasado, fue el surgimiento de la mayoría de las
cooperativas con aportes propios de la gente popular en las comunidades –del campo y
de los barrios urbanos- que se organizaron y afiliaron voluntariamente, sobre todo de
las que han logrado permanecer durante estas cuatro décadas. Sus integrantes
pudieron unir sus limitados recursos, multiplicándolos y aprendiendo a administrarlos
–con el aporte educativo de religiosos y laicos comprometidos-, lo cual generó un sólido
sentido de pertenencia y de apropiación colectiva de las asociaciones que estaban
construyendo.

En su doble carácter de Asociación-Empresa: Una de las mayores complejidades del


desarrollo cooperativo, y por ende, de la construcción de 'su' Capital Social, estriba en la
doble identidad de agrupaciones que deben lograr desarrollar su vocación afiliativa
simultáneamente con su productividad y eficiencia. En las cooperativas no es posible
desligar ambas dimensiones–la dimensión social que apunta a la afiliación, la
solidaridad, el compañerismo y la dimensión económica que define el carácter de
asociación productiva que persigue eficiencia, disciplina, productividad en la
generación de bienes y servicios-. Ambas dimensiones son correspondientes y se
necesitan para alcanzar el objeto y los fines constitutivos de las cooperativas; la
asociación humana no logrará desarrollarse si no alcanza a ser productiva y satisfacer
las necesidades materiales de sus integrantes a través de la generación de bienes y
servicios y, a su vez, la asociación productiva no logrará ser eficiente y productiva si no
genera interrelaciones satisfactorias entre sus integrantes.

La conexión de las dinámicas sociales con las económicas requiere combinar la


construcción de identidad cooperativa con la participación satisfactoria en el trabajo y
en la gestión cooperativa, lo cual se verá reforzado con la obtención de resultados
beneficiosos que potencien la participación, el compromiso con el destino de la
cooperativa y la confianza generada en procesos de organización y administración
transparente de sus recursos. Sólo así las cooperativas podrá construir y hacer crecer
Capital Social.

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En los casos a los que hacemos referencia, tanto COPALAR como CECOSESOLA –quizás
más la primera por tratarse de una asociación de productores- buscaron hacerse
viables económicamente desde los inicios de la conformación de las cooperativas,
combinando esa búsqueda de sostenibilidad económica con el desarrollo de las
relaciones, el conocimiento mutuo y la confianza entre sus integrantes. En el caso de
COPALAR, la asociación surge de pequeñas agrupaciones de campesinos con fines
religiosos –'Legión de María'-, las cuales sirven de base para constituir las 'Uniones de
Créditos y Servicios' en las que se sustenta económica y socialmente la cooperativa. Sin
la producción de café de cada agricultor y de su aporte y compromiso con la
cooperativa, ésta no sería económicamente viable; y –como la otra cara de la moneda-
sin los servicios de comercialización colectiva de café de la cooperativa, el acceso seguro
al financiamiento y a la compra de alimentos y de insumos productivos, no hubiese
sido posible la mejora productiva, tecnológica y en los ingresos familiares y, en
general, en la calidad de vida de las familias caficultoras afiliadas.

En el caso de CECOSESOLA, no les sería posible alcanzar los 200 millardos de BsF (unos
3.5 mill.de $) en ventas en el ejercicio 2008-2009 de las Ferias de Consumo Familiar ó la
atención a más de 150.000 pacientes al año en 6 centros comunitarios de salud, sino se
hubiese desarrollado entre sus integrantes un fuerte proceso de cohesión y
participación social y de vinculación y compromiso de éstos con las comunidades.
Para CECOSESOLA más que empresas en el sentido tradicional del término, los
servicios que han creado para satisfacer necesidades integrales de sus integrantes y de
las comunidades. Por ello los servicios y las actividades económicas no constituyen “en
sí mismas” el centro de la acción cooperativa, sino que son medios que han encontrado
para resolver colectivamente necesidades comunes. El énfasis de la organización está
puesto en la integración humana y en la transformación personal y grupal, con base
en la construcción de relaciones de confianza y de solidaridad bajo una identidad
organizacional que logra crecientemente cohesionar a sus integrantes.

En ambas cooperativas lo económico y lo social no puede separarse, al contrario estas


dimensiones del quehacer asociativo se refuerzan e interconectan intensamente para
garantizar la sostenibilidad en el tiempo de las experiencias referidas. En tal sentido,
constituyen asociaciones que han constituido empresas colectivas a partir de lo que
son y van siendo como personas, familias y comunidades, sin separar lo afiliativo de lo
productivo, la cooperativa de las comunidades en las que existen.

En sus procesos de gestión cooperativa: La calidad en el funcionamiento de una


cooperativa se mide en gran medida por la riqueza de la información manejada y la
participación de sus integrantes en las distintas instancias y decisiones de la
organización. En las cooperativas -por principios- sus integrantes no se distinguen por

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el monto de las aportaciones monetarias que realicen ni por el nivel educativo, sino por
el esfuerzo y los aportes en participación y trabajo efectuado; lo cual puede facilitar la
puesta en práctica de instancias y dinámicas que tiendan a ser plenamente
democráticas y no burocráticas o jerárquicas con jefes o gerentes decidiendo
aisladamente como patronos.

El funcionamiento cotidiano de una asociación cooperativa y sus posibilidades reales


de construir y desarrollar Capital Social, guarda íntima conexión con el tipo de
instancias que la constituya y la participación real de sus integrantes en éstas. Las dos
experiencias a las que nos referimos presentan –cada una con sus peculiaridades- una
vida organizativa intensa y dinámica, con una diversidad de instancias que se
interrelacionan constantemente, en las cuales se concreta la participación de sus
integrantes y se garantiza el acceso a la información y a las decisiones centrales de la
organización. Sobre todo les posibilita –con las complejidades que ello representa- el
ejercicio real del control colectivo de la administración, uso y destino de los recursos, lo
cual es indispensable para el logro, mantenimiento y crecimiento de la confianza,
basamento esencial del Capital Social.

COPALAR está conformada por 'Uniones' que agrupan en promedio 20 asociadas,


quienes se reúnen periódicamente en asambleas para hacerle seguimiento general a la
situación de la producción de café y de la cooperativa en función de encontrar
soluciones colectivas. En estas instancias se implementa el 'Día Educativo' mensual en
el cual se analiza –con detenimiento- la realidad de los productores, la comercialización
del café, la situación general de la cooperativa y de la comunidad, en el marco siempre
de la discusión de un tema de reflexión colectiva. Las 'Uniones' renuevan cada 2 años
sus equipos directivos rotando las responsabilidades entre sus integrantes. Buscando
superar el aislamiento entre las 'Uniones' por la dispersión geográfica y las limitaciones
físicas de comunicación, un conjunto de 'Uniones' se encuentran cada 2 meses en
“Reuniones de Núcleo” en las cuales participan directivos de 'Uniones' cercanas y
algunos integrantes de la Junta Directiva de COPALAR. Igualmente cada 3 meses se
reúnen todas las directivas de las 'Uniones' con el Consejo de Administración de
COPALAR para compartir información sobre la marcha de la cooperativa. En las
Asambleas Generales anuales participan 2 representantes seleccionadas por cada
'Unión' con plena capacidad de decisión sobre puntos de agenda previamente conocidos
por la Asamblea de integrantes de la 'Unión'.

CECOSESOLA está conformada por una diversidad de instancias (definidas como


'Mecanismos de Integración Humana'), entre las cuales existen actualmente 'Apoyo
Mutuo', 'Plan Local', 'Gestión', 'Reuniones de Ferias', 'Planificación de Siembra' 'Reunión
de Salud', 'Reuniones de Unidades de Producción Comunitaria', cada una surgida por

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necesidades concretas, con frecuencias de reunión regulares y asuntos a tratar


específicos. Estas instancias son lugares de encuentro periódicos –de trabajadores
asociadas de CECOSESOLA y de otras organizaciones- en los que se comparte
información y se programa, se hace seguimiento y se evalúa aspectos de interés y
necesidad de quienes participan buscando resolver colectivamente problemas,
necesidades y aspiraciones compartidas; en tales instancias no existe directivas y las
decisiones se toman por consenso sin apelar a las votaciones.

Se hace énfasis en la construcción colectiva de 'Criterios Comunes', los cuales –basados


las más de las veces en principios y valores cooperativos- son elementos orientadores
consensuados para facilitar el análisis de las situaciones y las decisiones colectivas
frente a las mismas. La gestión de los procesos y dinámicas diarias de trabajo en
CECOSESOLA descansa en las reuniones periódicas, en las cuales se comparte y circula
ampliamente la información y con base en la información compartida, la discusión
colectiva y los 'criterios comunes' se adoptan decisiones y se les hace seguimiento
colectivo. El otro elemento central para comprender la gestión en CECOSESOLA es la no
existencia de cargos sino de responsabilidades y tareas a cumplir que son asumidas en
forma rotativa; no existen formalmente directivas y cuando se requiere tareas de
coordinación son asumidas en equipo y en forma rotativa. Al no existir cargos y, por
tanto, organigrama se facilita que se eliminen las barreras y separaciones entre
integrantes de la organización, propiciándose que las personas roten y puedan asumir
varias funciones alcanzando en la práctica una visión global de la organización y una
cada vez mayor identidad con la misma.

En la generación y administración de los excedentes: Los excedentes que generan las


cooperativas son producto del trabajo que realizan sus integrantes y del valor que
alcancen los bienes y servicios que ofrecen a las comunidades. Dado que –por
principios- las cooperativas no deben explotar económicamente el trabajo humano ni
especular con el precio de sus bienes o servicios, los excedentes que generan debe ser el
producto de la eficiencia, productividad y creatividad de su trabajo. Asimismo, la
capitalización y el patrimonio que logran alcanzar las cooperativas deben ser el
resultado de las decisiones colectivas que adoptan sus integrantes sobre la
administración de los excedentes que han generado. Este aspecto resulta central en el
desarrollo de las cooperativas ya que su futuro está muy relacionado con las decisiones
que sus integrantes adopten con relación a los excedentes.

La valoración de los excedentes generados le permiten a las afiliadas apreciar el grado de


eficiencia y transparencia que la cooperativa ha alcanzado y pone a prueba la
verdadera confianza que sus integrantes tienen con respecto a la idoneidad y
competencia de las instancias administrativas y de vigilancia de la asociación. De allí

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que una cooperativa que se estanque o se descapitalice en sus resultados económicos,


puede con cierta seguridad comenzar a perder 'su' Capital Social –si logró generarlo-.

En los casos de las cooperativas en referencia se puede apreciar sus procesos en estos
aspectos, los cuales apuntan hacia un crecimiento y desarrollo de sus activos y en la
mejora de las condiciones de vida de sus integrantes.

COPALAR está conformada por pequeños productores de café con fincas menores de 5
hectáreas que en su totalidad –al incorporarse a la cooperativa- carecían de activos
productivos –trilladoras, secadoras, despulpadoras-. La combinación de servicios que
COPALAR ha generado colectivamente como el ahorro y crédito, la comercialización
conjunta del café –con su consecuente logro de mejores precios y de ventas al contado-,
la adquisición de equipos para la producción y la mejora de servicios públicos
22
–mangueras para trasladar el agua de los ríos a las viviendas-, ha contribuido
notablemente al aumento de la productividad –mayor eficiencia, menores costos de
producción-, del volumen de la producción de café de cada familia productora y de la
calidad del café producido.

En la actualidad los productores poseen –adquiridos colectivamente- galpones en cada


Unión para almacenar café, trilladoras comunitarias, secadoras industriales y pilones;
todos estos activos les han permitido aumentar sus excedentes –en comparación
cuando no estaban organizados- como resultado de su trabajo y de la comercialización
de su producto. En general, cada productor y su familia –según estudios comparativos
con productores no organizados
25 de la zona (Jaffé, 2005)- tienen más ahorros y acceso
a créditos, posen más maquinaria para procesamiento del café (propia y comunitaria),
producen mejores calidades de café y obtienen un ingreso agrícola mayor. Año tras año
COPALAR ha venido obteniendo –según sean los volúmenes de café vendidos, el precio
oficial del café y los gastos de la cooperativa- excedentes por sus actividades. Tales
excedentes generalmente no han sido distribuidos individualmente sino que han sido
capitalizados colectivamente en activos productivos y servicios para la producción y la
satisfacción de sus necesidades familiares –fondos crediticios, consumo de alimentos y
atención de la salud-. Esta forma de administración de los excedentes -otorgándoles
una utilización colectiva para continuar mejorando la producción y resolviendo
necesidades comunes-, le ha permitido a COPALAR responder a las aspiraciones de sus
integrantes, reforzando su identidad con la cooperativa, el sentido de pertenencia a la
misma y la convicción de estar construyendo con un esfuerzo colectivo una empresa
de beneficios compartidos.

CECOSESOLA después de llevar a cabo en los años 70 una muy compleja y colapsada
experiencia de gestión del Servicio Cooperativo de Transporte con el que operó una

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flota de autobuses en la ciudad de Barquisimeto y de la cual les quedó una enorme


deuda que representaba unas 30 veces el monto del capital de la organización, ha
experimentado un intenso proceso de reflexión, participación e innovación que les ha
permitido no sólo cancelar tales compromisos sino alcanzar una expansión,
integración y crecimiento en su organización y sus actividades muy significativo.

Desde comienzos de los años 80 CECOSESOLA organizó las Ferias de Consumo


Familiar (FCF) destinada al abastecimiento de alimentos de la población básicamente de
Barquisimeto –aunque ha funcionado en otras ciudades-, articulando un eje de
producción y distribución de productos agrícolas con más de 20 asociaciones y
cooperativas de productores y de alimentos procesados por 13 Unidades de Producción
Comunitaria. Las FCF abastecen semanalmente con unas 500 toneladas de alimentos a
unas 40.000 familias con precios en promedio entre 20 y 30% por debajo de los precios
predominantes del mercado, permitiéndoles un ahorro calculado (Bastidas, 2007)
para el año 2007 de 18 millardos de BsF. (unos 3 millones de $), con unas ventas
globales para el ejercicio 2008-2009 de 200 millardos de BsF. Estos resultados se
explican -entre otras razones relacionadas con el manejo novedoso de sus precios
ponderados y la velocidad de la rotación de los inventarios que ahorra costos- por el
seguimiento y evaluación colectiva y sistemática de los equipos que trabajen en las FCF
y por la eficiencia y calidad de su trabajo; lo cual se puede evidenciar comparando sus
operaciones con algunos resultados de grandes supermercados: mientras en las FCF las
pérdidas en productos agrícolas son del 13-15% en las cadenas de supermercados son
del 20 al 30%; asimismo, en estas cadenas los gastos operativos representan el 10-15%
de sus operaciones para las FCF alcanzan el 6%; de igual manera en tanto en las FCF las
“fugas en víveres” son de 0.5 a 1% en los supermercados llegan a un 3-5%. Los
resultados de las FCF le permitieron a CECOSESOLA cancelar las deudas y capitalizar
en nuevos servicios –por ejemplo 6 centros cooperativos de salud-, equipos y locales.
Los excedentes generados no son repartidos individualmente sino reinvertidos
básicamente en servicios y en distintos fondos de financiamiento y de 'apoyo mutuo'
–de previsión social-. Todo este proceso de gestión económica-financiera y de
generación y distribución de excedentes bajo criterios de solidaridad e integración, se
soporta en una intensa dinámica de formación permanente y de construcción
colectiva.

En sus procesos de Formación Cooperativa: Sería muy difícil comprender la


construcción de Capital Social en una asociación cooperativa sin considerar las
dinámicas interna de formación y los procesos de participación de sus integrantes. Los
valores y criterios con los cuales actúan son el producto tanto de la formación y de las
experiencias previas que poseen como de la formación que se desarrolla en el seno de la
cooperativa y de sus vivencias concretas en la organización. No es posible desarrollar el

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Capital Social en una asociación con integrantes que desarrollen prácticas


individualistas, burocráticas, desconfiadas y concentradoras de la información y el
conocimiento. Por el contrario, el desarrollo de relaciones basadas en intercambios
sistemáticos y en la reciprocidad exige la práctica permanente de la crítica y la
autocrítica, el seguimiento y la evaluación colectiva constante, siempre teniendo como
norte la transformación personal y colectiva de sus integrantes y su compromiso
social con las comunidades.

En los casos aludidos puede apreciarse la asunción de una 'educación cooperativa' que
se realiza más en la vida diaria, a partir de los hechos que se reflexionan y de los que se
extraen las enseñanzas, que en actividades formales, puntuales e instruccionales
ofrecidas por expertos en charlas y cursos, sin obviarlas o descartarlas. COPALAR creó
el 'Día Educativo' mensual como una parte constante de la agenda en las asambleas
periódicas de las 'Uniones', en el que se reflexiona sobre un tema que siempre guarda
relación con la vida de la comunidad, de los productores o de la cooperativa. El hecho de
que este 'momento educativo' se produzca como parte de las asambleas de asociadas,
les ha posibilitado relacionar la reflexión sobre el 'tema educativo' con las necesidades,
problemas o aspiraciones de las socias y con sus inquietudes, preocupaciones o
propuestas sobre la cooperativa. Además el 'Día Educativo' se realiza en una reunión
integrada de varias 'Uniones' de caseríos relativamente cercanos que conforman una
'Ruta', lo cual propicia la relación entre familias productoras y su reflexión compartida.
En COPALAR están presentes en la formación cooperativa de sus integrantes -como
inspiración y referencia- los valores religiosos de la solidaridad y la fraternidad
cristiana y la ética que se relaciona con tales valores, los cuales constituyen una
orientación considerada en la reflexión constante que realizan sobre la cooperación y la
participación entre ellas.

CECOSESOLA se define como una organización cuya existencia está orientada a lograr
la transformación personal y colectiva de quienes la integran, a través de un proceso de
formación constante que se desarrolla en la cotidianidad del trabajo y en las diversas
instancias de integración de la organización. Explícitamente en esta organización se
busca superar la práctica de las organizaciones jerarquizadas, marcadas por las luchas
de poder interno y externo y basadas en la acumulación particularista del
conocimiento y los recursos. A tal fin, han creado instancias en las que se propicia la
reflexión colectiva, la asunción de responsabilidades individuales y colectivas y se
comparte la información, para posibilitar el proceso de transformación de todas sus
integrantes. En estas instancias se desarrolla diariamente la formación y la integración
humana de sus integrantes, experimentando las relaciones de solidaridad y confianza e
identificando los elementos presentes en la realidad cultural prevaleciente en nuestra
sociedad que favorecen o frenan la cooperación y esas relaciones de solidaridad y

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y confianza. Este proceso constante de formación se desarrolla a través de una


metodología muy asumida de acción-análisis-reflexión-sistematización-acción donde
se van involucrando todos/as los/as participantes.

CECOSESOLA se ha organizado y funciona de forma que todo lo que ocurre en la


cotidianidad de lo que hacen –así lo señalan y lo practican- tiende a convertirse en un
hecho educativo transformador a través de una reflexión colectiva permanente. De
esta forma en la organización no hay en la actualidad propiamente una instancia de
educación, aunque existió hasta hace poco tiempo la 'Escuela Cooperativa' como un
lugar organizativo desde el cual se impulsaban procesos de reflexión colectiva. En la
medida en la que la formación se despliega diariamente en todas las instancias de la
organización, no es necesario un 'centro' educativo como tal. Aunque existen
instancias en las cuales se reflexiona más sistemáticamente sobre lo que se hace
–'Gestión'-, alimentándose tales reflexiones con películas, lecturas, etc. para ir
encontrando colectivamente en las experiencias vividas los elementos culturales
favorecedores o inhibidores de la cooperación y la solidaridad.

En sus procesos de Integración Cooperativa: La integración en y entre las cooperativas


es uno de los requisitos básicos para el fortalecimiento y sostenibilidad de estas
organizaciones. Así como cada cooperativa ha surgido de la integración de un grupo de
personas que ha unido necesidades, recursos, esfuerzos y aspiraciones, la integración
entre cooperativas representa esa unidad en mayor escala y también en complejidad.
La búsqueda de satisfacción compartida y solidaria de necesidades comunes entre
organizaciones que persiguen similares objetivos y aspiraciones, enmarcadas en
iguales valores y principios, luce muy obvia. Sin embargo, los procesos de integración
son complejos y contradictorios, estando limitados y afectados por múltiples
elementos que frenan la cooperación y la solidaridad entre cooperativas y otras
unidades de la economía social. En este aspecto COPALAR y CECOSESOLA han vivido
procesos muy ricos en enseñanzas.

COPALAR constituye en sí misma una experiencia de integración cooperativa compleja


y exigente. Primero, por la marcada dispersión de sus integrantes residentes en 80
caseríos separados por una intrincada naturaleza de montañas altas y la carencia de
vías mínimamente adecuadas de comunicación; lo cual fue respondido con la
organización de 'Uniones' bajo figuras jurídicas autónomas –asociaciones civiles- que
agrupan a los/as productoras relativamente cercanos y se integran en una cooperativa
de 'segundo grado' que es COPALAR. Segundo, porque la misma dispersión y dificultad
de traslado entre los 'caseríos' puede limitar o afectar la comunicación, la participación
y, por ende, la integración entre sus integrantes; ante lo cual se crearon instancias de
articulación periódica entre varias 'Uniones' vecinas –'Núcleos'- y entre el conjunto de

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los 'Núcleos' y el equipo directivo de la cooperativa. Un reto que continúa teniendo


COPALAR es garantizar una mayor y más fluida circulación de información en toda la
organización y la participación del mayor número de integrantes en las decisiones
centrales de la cooperativa.

CECOSESOLA constituyó la primera central cooperativa regional de servicios sociales


en Venezuela –en 1967- y en el transcurso de su vida ha desarrollado diversos
esfuerzos por integrarse con otras organizaciones para impulsar procesos y proyectos
conjuntos. Más allá de la integración vía 'agrupación gremial' entre centrales
cooperativas regionales y nacionales –predominantes hasta mediados de los años 90-,
CECOSESOLA ha propiciado una integración basada en el trabajo en conjunto, la
reflexión compartida, los recursos en común para lograr resultados beneficiosos tanto
en lo material como en el crecimiento de personas, organizaciones e integraciones
sociales. Las 50 asociaciones civiles y cooperativas vinculadas a la distribución en las
FCF y participantes de las instancias 'Plan Local' y 'Apoyo Mutuo' entre otras
–provenientes de diversos barrios de Barquisimeto y poblados del estado Lara-,
integradas la mayoría desde hace más de 10 años, puede testimoniar el
enriquecimiento organizativo, de información y de visión compartida que tal
integración ha propiciado, además de los muy concretos beneficios alcanzados en la
compra o venta de alimentos para satisfacer necesidades de sus integrantes y sus
comunidades; todo ello en el marco de la construcción colectiva de relaciones de
solidaridad y confianza.

Los logros de las FCF no pertenecen a CECOSESOLA –considerada28


individualmente
como organización- sino al conjunto de productores organizados – unas 20
asociaciones- y consumidores asociados que distribuye los alimentos; sin la
integración de todas estas organizaciones no sería posible este proyecto. Por eso se
puede entender, por ejemplo, cómo lograron comprar en conjunto en 1997 los Silos
Barquisimeto –más de 10.000 mts cuadrados en galpones y 3 has. de terreno- después
de una fuerte lucha contra intereses privados y políticos, con el aporte de todos los
trabajadores fijos de las FCF y de los préstamos y donaciones de todas las
organizaciones vinculadas. De igual manera, después de más de una década de impulso
de experiencias cooperativas de salud –conformándose 6 Centros Cooperativos de
Salud- y de conformación y crecimiento de 'Fondos de Apoyo Mutuo' para cubrir las
contingencias de hospitalización, maternidad y cirugía, se decidieron a construir en
conjunto un Centro Integral Cooperativo de Salud generando y aportando hasta el
momento más de 8 millardos de Bs (unos 150.000 $). para la construcción del edificio
sede –ya concluida-, restando el aporte de 1.200 millardos Bs más para su
acondicionamiento. Todo esto no hubiese sido posible sin la integración y ésta no se
hubiese dado sin la solidaridad, la confianza y la transparencia labrada durante años de

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4. A modo de conclusión
Construir consciente e intencionalmente Capital Social para favorecer el bienestar
colectivo de grupos sociales determinados constituye una vía cierta para el desarrollo de
las cooperativas. Aunque existen amplias coincidencias potenciales entre los procesos de
surgimiento y desarrollo de las cooperativas y de generación de Capital Social, no
siempre se logra articularlos, dadas las posibles contradicciones que se les presenta a las
cooperativas entre sus esferas sociales y económicas.

En las cooperativas se hace necesario lograr una adecuada combinación de los


elementos afiliativos y de cohesión social con las dinámicas productivas, de trabajo, de
eficiencia y productividad, para alcanzar resultados provechosos que refuercen los
comportamientos apegados a las normas y criterios de funcionamiento
consensualmente establecidos. No todas las formas organizativas y las pautas de
funcionamiento presentes en el mundo convencionalmente cooperativo, propician el
desarrollo de Capital Social. No todas las pautas de administración y uso de recursos
propician la confianza entre los integrantes de las cooperativas.

Se requiere generar y desarrollar -progresiva e intencionadamente- una consistente


identidad cooperativa que cohesione a sus integrantes y les facilite diseñar
consensualmente metas, instancias organizativas, y formas de generación y
administración transparente de recursos, a objeto de propiciar el desarrollo de la
confianza. Sin ésta gran parte de las ventajas cooperativas –que se traducen en sinergia,
productividad, menores costos de transacción y supervisión- no podrán alcanzarse.

Entre otras constataciones los casos presentados demuestran que los procesos de
construcción de Capital Social en asociaciones cooperativas son exigentes, tienen sus
condiciones y requisitos y, a su vez, son producto de una historia particular de cada
experiencia, por lo que no hay recetas de universal aplicación para lograr que puedan
replicarse los modos y las formas adoptadas en cada caso para alcanzar la generación y
reproducción de Capital Social entre cooperativas.

Bibliografía
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Cooperativa. El caso de las Ferias de Consumo de Lara en Venezuela. Centro de Estudios
de la Participación, la Autogestión y el Cooperativismo (CEPAC-UCV)-Red Universitaria
de las Américas en Estudios Cooperativos y Asociativismo (UNIRCOOP). Caracas

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