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EL PLANTEAMIENTO DE PARTIDA

Cuando nos comunicaron que nuestro hijo -engendrado o nacido- tenía síndrome de Down, muy
probablemente el sentimiento que con mayor fuerza atenazó nuestro ánimo fue la consideración de
que iba a tener lo que, en términos más habituales, se denominaba retraso mental. Era una mezcla
de desconsuelo y de temor ante algo que nos resultaba imprevisto y desconocido. Con los meses y
los años, el trato diario y la íntima relación con nuestro hijo nos ibamos desprendiendo de nuestros
prejuicios y limpiando las nieblas que nos impedían ver de cerca una realidad mucho más rica y
compleja de lo que habíamos imaginado. Y empezamos a comprobar mejor que nadie el
extraordinario caudal del que están dotados los seres humanos, a pesar de sus limitaciones. Es
decir, junto a claras insuficiencias apreciábamos evidentes cualidades y capacidades.

Esa travesía que nosotros como padres hemos recorrido en muy poco tiempo, ya las instituciones,
los grupos profesionales y la sociedad en general la han transitado durante largo tiempo, siendo el
avance claro y en la correcta dirección. Este avance tiene su mejor expresión en la modificación
que se ha hecho de la misma terminología que define la realidad. Ya no se acepta el término
"retraso mental" porque posee un carácter peyorativo que subraya lo negativo. El término ha sido
sustituido por el de "discapacidad intelectual", que no define ni condena irreversiblemente a la
persona, sino que nos alerta de una situación o estado especial evolucionable, cargado de luces y
sombras, que exige, eso sí, una atención también especial para limitar problemas y potenciar
capacidades.

Es preciso, pues, que acertemos en interpretar los contenidos que encierra el término de
discapacidad intelectual, tal como lo han ido definiendo recientemente las organizaciones
especializadas tras mucha reflexión y debate, porque esos contenidos nos han de ayudar a
adoptar una posición decidida y positiva hacia la persona. Nos van a ayudar no sólo a definir un
diagnóstico sino, sobre todo, a establecer una evaluación global de toda la riqueza que adorna a
una persona, a promover soluciones concretas en cada área o dimensión y a realizar un
seguimiento permanente para controlar los resultados de nuestra intervención.

Las instituciones que encabezan este análisis y coordinan la discusión planteada, con el concurso
de muchas otras en todo el mundo, son la Asociación Americana sobre el Retraso Mental (AAMR)
y la Asociación Internacional para el Estudio Científico de la Discapacidad Intelectual (IASSID).

La visión conceptual que prevalece actualmente en el campo de la discapacidad intelectual es la


que va dirigida primordialmente a encontrar los apoyos adecuados para cada persona. Para ello
establece un proceso de evaluación de la discapacidad intelectual que comprende tres funciones:

1- El diagnóstico: determina las características de una persona para ser considerada como
persona con discapacidad intelectual.

2- La clasificación y la descripción: identifica los puntos fuertes y débiles de cada individuo en una
serie de dimensiones o áreas, para poder establecer las necesidades de apoyo.

3- El perfil de necesidades de apoyo: identifica los apoyos necesarios para mejorar el


funcionamiento, la intensidad de estos apoyos, las personas que han de prestarlos en las distintas
áreas.

LA NUEVA DEFINICIÓN

La discapacidad intelectual es definida entonces como una entidad que se caracteriza por la
presencia de:

- Limitaciones significativas en el funcionamiento intelectual.


- Limitaciones significativas en la conducta adaptativa.
- Una edad de aparición anterior a los 18 años.

Pero, como ya se ha dicho, intrínsecamente unida a esta definición se establece el marco global en
el que la persona con discapacidad se encuentra ubicada. Es decir, el objetivo no se limita a definir
o diagnosticar la discapacidad intelectual sino a progresar en su clasificación y descripción, con el
fin de identificar las capacidades y debilidades, los puntos fuertes y débiles de la persona en una
serie de áreas o dimensiones que abarcan aspectos diferentes, tanto de la persona como del
ambiente en que se encuentra. Estas dimensiones o áreas son:

1. Las capacidades más estrictamente intelectuales.


2. La conducta adaptativa, tanto en el campo intelectual como en el ámbito social, o en las
habilidades de la vida diaria.
3. La participación, las interacciones con los demás y los papeles sociales que la persona
desempeña.
4. La salud en su más amplia expresión; física y mental.
5. El contexto ambiental y cultural en el que la persona se encuentra incluida.
Es preciso insistir en que la definición y análisis de estas cinco dimensiones tienen como objetivo
fundamental establecer y concretar los apoyos que han de favorecer el funcionamiento de cada
individuo, como persona concreta ubicada en un entorno concreto y dotada de sus problemas y de
sus cualidades.

La aplicación práctica de la definición aquí propuesta, parte de las siguientes premisas que nos
sirven para establecer, desde el principio, el marco ideológico de nuestra posición ante la
discapacidad intelectual:

1. Las limitaciones en el funcionamiento real deben ser consideradas teniendo en cuenta el


contexto del ambiente comunitario normal en que se mueven los compañeros de igual edad y
cultura.
2. Para que una evaluación sea válida ha de tener en cuenta la diversidad cultural y lingüística, así
como las diferencias en comunicación y en aspectos sensoriales, motores y comportamentales.
3. En un mismo individuo coexisten a menudo las limitaciones y las capacidades.
4. Al describir las limitaciones, el objetivo más importante debe ser el desarrollo del perfil de los
apoyos necesarios.
5. Si se ofrecen los apoyos personalizados apropiados durante un período de tiempo
suficientemente prolongado, el funcionamiento de la persona con discapacidad intelectual
generalmente mejorará.
A la vista de este enfoque tan realista y positivo, es evidente que, desde la evaluación que tiene en
cuenta las cinco dimensiones señaladas, se pretende buscar los apoyos más adecuados para
conseguir el máximo funcionamiento individual.

AREAS O DIMENSIONES SOBRE LAS QUE SE IDENTIFICA LA DISCAPACIDAD INTELECTUAL

1) La capacidad intelectual: la inteligencia se considera como la capacidad mental general que


comprende las siguientes funciones:

- El razonamiento.
- La planificación.
- La solución de problemas.
- El pensamiento abstracto.
- La comprensión de ideas complejas.
- El aprendizaje con rapidez.
- El aprendizaje a partir de la experiencia.

Como se puede apreciar, es un funcionamiento intelectual global que va más allá del rendimiento
académico o de respuesta a tests; se trata más bien de esa amplia y profunda capacidad para
comprender nuestro entorno e interactuar con él.

La evaluación de este funcionamiento intelectual es un aspecto crucial para diagnosticar la


discapacidad intelectual, y ha de ser realizada por personas con amplia experiencia y cualificación,
que habrán de recabar en ocasiones la colaboración de diversos especialistas. Pese a sus
limitaciones y al abuso que de él se ha hecho, se sigue considerando al coeficiente intelectual (CI)
como la mejor representación de lo que aquí denominamos como funcionamiento intelectual de
una persona. Pero ha de obtenerse con instrumentos apropiados que estén bien estandarizados en
la población general. El criterio para diagnosticar discapacidad intelectual en el funcionamiento de
una persona, continúa siendo el de "dos desviaciones típicas o estándar por debajo de la media".

En lo que se refiere a la evaluación del CI en el síndrome de Down, recomendamos el artículo de


Ruiz (2001).

2) La conducta adaptativa: entendemos como conducta adaptativa "el conjunto de habilidades que
se despliegan en el terreno de los conceptos (por ejemplo, lenguaje, lecto-escritura, dinero), en el
ámbito social (por ejemplo, responsabilidad, autoestima, probabilidad de ser engañado o
manipulado, seguimiento de normas) y en la práctica (actividades de la vida diaria como son el
aseo o la comida; actividades instrumentales como son el transporte, el mantenimiento de la casa,
la toma de medicina o el manejo del dinero), y que son aprendidas por las personas para funcionar
en su vida diaria".

La capacidad de adaptación marca de modo especial la habilidad de funcionamiento del individuo,


porque las limitaciones en la conducta adaptativa son las que más van a afectar tanto a la vida
diaria como a la habilidad para responder a los cambios constantes e imprevistos que ocurren
permanentemente en nuestras vidas y en las demandas que impone el ambiente en que vivimos.

Ocurre, sin embargo, que bien pueden convivir dentro de una misma persona las limitaciones en
ciertas habilidades de adaptación con capacidades en otras áreas. De ahí la necesidad de hacer
una evaluación que, de manera diferenciada, aborde y analice distintos aspectos de la vida
adaptativa. Para hacer un buen diagnóstico de las limitaciones que una persona tiene en su
conducta adaptativa, es preciso utilizar medidas bien estandarizadas con baremos de la población
general, que incluyan a personas con y sin discapacidad.
El criterio para considerar significativas las limitaciones en esta dimensión, al igual que al evaluar la
inteligencia, debe ser el de dos desviaciones típicas por debajo de la media. Existen buenos
instrumentos con propiedades psicométricas suficientes como para evaluar esta dimensión (en
inglés: escalas de AAMR, Vineland, Bruininks, Adams), si bien no disponemos todavía de buenas
adaptaciones en español. En cambio disponemos de excelentes publicaciones para planificar los
apoyos necesarios para trabajar y progresar en la adquisición de estas capacidades.

3) Participación, interacción, roles sociales: mientras que las otras dimensiones se centran en los
aspectos personales o ambientales, en este caso el análisis se dirige a evaluar las interacciones
del individuo con los demás y el papel social que desempeña. Es decir, se trata de destacar la
importancia que se concede a estos aspectos en la vida de la persona; de resaltar el importante
papel que juegan las oportunidades y restricciones que rodean a un individuo para participar en la
vida de su comunidad.

Habrá un funcionamiento adaptativo del comportamiento de una persona en la medida en que se


encuentre activamente involucrada con (asistiendo a..., interaccionando con..., participando en...)
su ambiente. El rol social deberá ajustarse a las actividades que sean las normales para un grupo
específico de edad: aspectos personales, escolares, laborales, comunitarios, afectivos,
espirituales, etc.

Pero esta participación e interacción se pueden ver profundamente alteradas por la falta de
recursos y servicios comunitarios, por la presencia de barreras físicas o sociales.

4) Salud física, salud mental, etiología: la salud es aquí entendida en su más amplio sentido: un
"estado de completo bienestar físico, mental y social". Todos tenemos amplia experiencia de que el
funcionamiento humano se ve influenciado por cualquier condición que altere su salud física o
mental. La discapacidad intelectual producida por una causa determinada, puede ir acompañada
inexcusablemente de una alteración de la salud que, a su vez, puede repercutir sobre el desarrollo
de las demás dimensiones. Pero incluso cuando no es así, la preocupación por la salud de los
individuos con discapacidad intelectual y los apoyos que debemos prestar, se basan en que
pueden tener dificultad para reconocer sus problemas físicos y de salud mental, para gestionar su
atención en los servicios comunitarios de salud, para comunicar sus síntomas y sentimientos, para
comprender y ejecutar los planes de tratamiento y su seguimiento.

Cuando hablamos de salud mental, no podemos prescindir de la incidencia con que el entorno y
sus variables pueden influir sobre un terreno adaptativamente menos favorable y más vulnerable.
De ahí que el bienestar emocional y psicológico deban ser considerados como objetivos a tener en
cuenta en los planes dirigidos a mejorar los apoyos.

5) El contexto: los ambientes y la cultura: se trata de contemplar las condiciones interrelacionadas


en las cuales las personas viven diariamente. Se describen tres niveles de acuerdo con su
proximidad al individuo:

a) El microsistema: familia, personas más próximas.


b) El mesosistema: vecindario, barrio, servicios educativos, laborales, etc.
c) El macrosistema: los patrones generales de una cultura, la sociedad, la población.

Sin duda, los ambientes de integración -en educación, vivienda, trabajo, ocio- son los que mejor
favorecen el crecimiento y desarrollo de las personas. Pero hay que valorar el grado real en que tal
integración se puede llevar a cabo y ejecutar, porque dependerá de su presencia real en los
lugares habituales de la comunidad, de la posibilidad de elección y de tomar decisiones, de la
competencia (que proviene del aprendizaje y de la ejecución de actividades), del respeto al ocupar
un lugar valorado por la propia comunidad, y de la participación comunitaria con la familia y
amigos.p

Los recursos ambientales, en su más amplio sentido, condicionan el bienestar final de la persona y
comprenden realidades tan diversas como la salud, la seguridad, la comodidad material y la
seguridad financiera, el ocio y las actividades recreativas, la estimulación cognitiva y el desarrollo,
la disponibilidad de un trabajo que resulte interesante y sea adecuadamente remunerado. Este
ambiente, por otra parte, ha de ser estable, predecible y controlado.

La dimensión cultural es otro elemento que debe ser tenido en cuenta, y más en esta época de
grandes y rápidos flujos migratorios, con sus correspondientes problemas de adaptación para las
personas con discapacidad.

CONCLUSIÓN

La discapacidad intelectual no puede ser definida por un elemento único. Comprende un conjunto
de condiciones que la van conformando hasta expresarse en un individuo determinado. Algunas de
estas condiciones son inherentes a la persona, son sus puntos fuertes y sus puntos débiles que es
preciso descubrir para poder intervenir adecuadamente. Pero otras son inherentes a su entorno y a
los recursos de que dispone o deja de disponer.

La tarea primordial es la detección de las limitaciones y capacidades en función de su edad y de


sus expectativas futuras, con el único fin de proporcionar los apoyos necesarios en cada una de las
dimensiones o áreas en las que la vida de la persona se expresa y se expone.

Extractado de Canal Down 21.

Bibliografía:

- Luckasson R, Borthwick-Duffy S, Buntix WHE, Coulter DL, Craig EM, Reeve A (eds.). "Mental
Retardation: Definition, Classification and Systems of Supports" (10th. Ed.). American Association
of Mental Retardation, Washington DC, 2002.
- Ruiz E. "Evaluación de la capacidad intelectual en personas con síndrome de Down". Rev.
Síndrome de Down 18: 80-88, 2001.
- Verdugo M. A. "Análisis de la definición de discapacidad intelectual de la Asociación Americana
sobre Retraso Mental de 2002". Rev. Esp. Discapac. Intel. 34, Núm. 205: 5-19, 2003.

Nota: la elaboración de este documento está basado en la propuesta de Luckasson y col. (2002) y
en el análisis realizado por el Prof. Verdugo (2003).p
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Los niños autistas no aprenden natural y espontáneamente en ambientes típicos como lo hacen los
demás niños. Entonces, se intenta construirles comportamientos socialmente útiles, trabajando
también para reducir los problemáticos.
El método ABA, que se basa en principios científicos del comportamiento, reside básicamente en la
división de tareas -aún complejas y/o abstractas tales como el lenguaje comunicativo-, en una serie
de pasos jerárquicos; cada uno de los cuales prepara el camino para el próximo.

Enseñando a través de esfuerzos separados, terapeutas y padres trabajan en forma combinada


para crear un medio ambiente estructurado, con actividades planificadas y una forma coherente de
aprendizaje.

El autismo es visto como una asignatura extraordinaria por los científicos. Desde que fuera
enunciado hace 50 años por el psiquiatra norteamericano Leo Kanner, se ha constituido en uno de
los principales enigmas de la ciencia médica.

Cuando el diagnóstico de autismo entra en una familia, es visto como una tragedia que cambiará
sus vidas para siempre, una suerte de desgracia que sucede cuando nadie la está esperando.

El autismo es una desorganización neurológica de origen genético, cuyo desarrollo se perfila en los
primeros años de vida y, como afirma Riviere, el proceso de reorganización subjetiva que tiene
lugar entre los 9 y 18 meses, se ve limitado o impedido por estos factores biológicos. Es
generalmente diagnosticado entre los 24 y los 36 meses de edad, aunque posiblemente su
aparición comienza desde el momento del nacimiento.

El autismo es uno de los cinco trastornos profundos del desarrollo descriptos en el DSM-IV, junto
con:
- Desorden desintegrativo de la niñez.
- Síndrome de Asperger.
- Síndrome de Rett.
- Otros trastornos profundos del desarrollo no especificados.

El síndrome autista se conoce por sus síntomas, pero hasta el momento no se ha podido descubrir
una causa común originaria de éstos. El desorden autista cumplimenta las características en una
tríada que implica:
- Déficits en el uso y/o desarrollo del lenguaje.
- Déficits en la interacción social recíproca.
- Actividades e intereses restrictivos y/o estereotipados.
Este síndrome se caracteriza por anormalidades en la interacción social, desarrollo del lenguaje
dificultoso o alterado e intereses recíprocos y repetitivos (Sigstad, 2003).

Tratamientos para el autismo


Si bien estamos viviendo profundas transformaciones al respecto, aún existen médicos que se
resisten al diagnóstico de autismo y prefieren referirse a "psicosis", etiqueta que puede durar por
mucho tiempo y confundir el tratamiento a seguir.

Después del diagnóstico, la búsqueda de asistencia comienza. Las familias sienten una entendible
urgencia por obtener un tratamiento para su niño lo más rápido posible, y son pocas las obras
sociales que están preparadas para la derivación de un niño con autismo a una institución para
intervención temprana o tratamientos domiciliarios.

Cuando los padres buscan información sobre los tratamientos disponibles, recopilan una larga lista.
Algunos, dicen, producen milagrosos resultados en una noche (o quizás menos) con muy poco
esfuerzo o gasto. Otros reportan que benefician a la gran mayoría, si no a todas las personas con
autismo. Por estas afirmaciones, un momento de reflexión puede ser todo lo que se necesite para
saber cuáles de estos podrían ser reales y cuáles no.

Ciencia, pseudociencia y anticiencia


Cuando los padres buscan un tratamiento efectivo para el autismo, suelen recurrir a distintas
fuentes. Las principales hoy en día son las provenientes de los médicos de cabecera, Internet
(páginas web y listas de correos) y personas influyentes del entorno familiar. Estas pueden
agruparse en tres categorías: ciencia, pseudociencia y anticiencia.

La ciencia se apoya en la observación directa objetiva y la medida del fenómeno; procedimientos


para describir lo observado y comprobaciones realizadas por individuos que trabajan en forma
independiente uno del otro.
La pseudociencia trata fenómenos que no tienen nada que ver con lo científico. Creencias que no
están basadas en hechos objetivos son "disfrazadas" para hacerlas parecer científicas.

Anticiencia es el total rechazo de los métodos de la ciencia para producir conocimientos válidos. En
la anticiencia extrema no hay datos objetivos. Anticiencia y pseudociencia se han extendido en el
mundo occidental moderno.

Muchas terapias que están siendo promocionadas para el autismo son pseudo y aún
anticientíficas. Se dice que producen éxitos rápidamente, cuestan mucho y, quien gasta dinero,
tiende a pensar en la efectividad de su inversión. Está convencido de la misma y generalmente se
convierte -por lo menos por un tiempo- en un promotor de la misma. Aquí algunos ejemplos que
todos conocemos y que el Lic. Jorge Campo (2002) se encargó de clasificar:
- Terapias hormonales.
- Inmunoterapia.
- Terapia musical.
- Antifúngica o antimicótica.
- Entrenamiento vestíbulo-cerebelo.
- Terapia de colores.
- Terapia de integración sensorial.
- Entrenamiento neuromotor.
- Oxigenadores cerebrales.
- Terapia de integración auditiva (Metodo Berard).
- Entrenamiento escucha (Método Tomatis).
- Comunicación facilitada (Croosney).
- Secretina Intravenosa.
- Trepanación Craneal Electiva.
- Dieta de Feingold.
- Terapia Ortomolecular.
- Megavitaminas.
- Aminoácidos cerebrales.
- Enzimoterapia.
- Terapia antialérgica.
- Terapia de Tacto (Touch Therapy).p

LA PSICOLOGÍA DINÁMICA

El modelo médico, en el que los gérmenes, virus, lesiones y otros trastornos generan los síntomas
del organismo de un ser humano normal, implicó un gran avance en el campo de la medicina del
siglo XIX (Martin y Pear, 1998).

De acuerdo con este modelo, los problemas observados en salud (dolores, mareos, fiebre, etc.)
devienen de síntomas causados por condiciones presentes, pero no observables. Según Gare y
Pear (1998), el Dr. Freud -médico al fin- desarrolló una teoría (psicoanálisis) también conocida
como el "modelo médico de explicar conductas anormales" y defendió que ya no era importante
tratar la conducta manifiesta (síntoma) como sí la causa oculta, la que sólo desaparece mediante
un ritual compulsivo.

Sin entrar a juzgar esta teoría, ni si es posible encontrar causas que originan las conductas, los
expertos en modificación de conductas sostenemos que existe siempre una consecuencia
(refuerzo o castigo) que hace que determinados comportamientos problemáticos se repitan con
mayor frecuencia y persistan.

La hipótesis elaborada por Abraham e incorporada a la teoría dinámica por Freud, es que la
persona pasa por distintas etapas y, si atraviesa bien todas, se convierte en un adulto normal, en
tanto, según Alberto y Troutman (1990), surgen los problemas cuando el individuo se queda fijado
en una de estas etapas.

Por mucho tiempo reinó en el mundo científico la teoría de que la causa del autismo eran las
denominadas "madres freezer" (Bruno Bettelheim, 1967) y se denostó a las terapias de
modificación de conductas, acusando a quienes las aplicaban de "destrozar la humanidad de los
pacientes tratándolos como perros Pavlovianos", comparando los estudios de la conducta con los
procedimientos de la lobotomía (Bruno Bettelheim, 1967).

El Método ABA

ABA son las siglas de "Applied Behavioral Analysis" (Análisis Conductual Aplicado) o,
indistintamente, Método de Modificación de Conductas. Tiene su origen cientifico en Thorndike, en
los estudios que comenzaron en 1913 sobre aprendizaje por "causa y efecto" en los Estados
Unidos, que continuó luego el filosofo ruso Iván Pavlov, en 1927 con sus famosos experimentos en
perros. Otro antecedente lo encontramos en John B. Watson y el aprendizaje en niños y en
Burrhus Frederic Skinner, quien realizó valiosas aportaciones de investigaciones individuales sobre
"programas de reforzamiento" en la década de los µ50 (1950-1954).

La razón por la cual la modificación de conducta no se utilizó anteriormente en niños autistas es


simple, como sostiene Rimblad (1998): el abrumador y dominante dogma de que los niños autistas
eran jóvenes normales que eludían el contacto humano debido a supuestos malos manejos
psicológicos de parte de madres frías.

Ellos eran vistos como emocionalmente perturbados y con necesidad directa de psicoterapia y
reaseguros, si es que se recuperaban. Las dos únicas opciones de tratamiento eran la psicoterapia
y las drogas. La evidencia científica demostró que esta fórmula era y es inútil, contraproducente y
en el último de los casos, muy perjudicial.

Los pioneros en la articulación de la terapia conductual en los autistas fueron los propios padres,
cansados de ser acusados de no haber tenido sentimientos afectuosos, de haber despreciado a
sus hijos autistas y de ser sometidos a todo tipo de humillaciones. Ellos lograron demostrar que
esos dichos carecían de evidencia científica y entonces se comenzó a sospechar del origen
genético del trastorno.

En unos pocos años y en todo el mundo, la modificación de conducta se impuso a la psicoterapia


como el tratamiento elegido para niños autistas.

"La esperanza reemplazó a la culpa y los padres -con energía- presionaron al Congreso a
mediados de los años setenta, a fin de obligar que el sistema público de educación atendiera la
educación de los niños autistas. Anteriormente, en la mayoría de los Estados, eran excluidos por el
hecho de considerárselo un tema de psiquiatría, no educacional" (Rimblad, 1998).

La modificación de conductas, señala Rimblad, fue inicialmente un rudo sistema, parecido más
bien al entrenamiento de animales, a través del sistema de premios y castigos. Evolucionó en los
últimos 25 años hacia un sistema pedagógico altamente refinado y efectivo.

Maurice (1996) especifica que el método reside básicamente en la división de tareas -aún
complejas y/o abstractas tales como el lenguaje comunicativo-, en una serie de pasos jerárquicos;
cada uno de los cuales prepara el camino para el próximo. Enseñando a través de esfuerzos
separados, terapeutas y padres trabajan en forma combinada para crear un medio ambiente
estructurado, con actividades planificadas y una forma coherente de aprendizaje. El niño es
premiado por la superación de cada pequeño paso. Gradualmente los niños descubren no sólo las
porciones separadas de lo que les es enseñado, sino la integración.

Lovaas (2000) afirma que el ABA emplea métodos que se basan en principios científicos del
comportamiento: los niños autistas no aprenden natural y espontáneamente en ambientes típicos,
como lo hacen los demás niños. Entonces, se intenta construirles comportamientos socialmente
útiles, trabajando también para reducir los problemáticos.

Lis Aragona (2003) ha expuesto que cada habilidad que el niño no tiene (como por ejemplo imitar,
hablar, etc.) se divide en pequeños pasos. Cada paso es una unidad mensurable y especifica del
comportamiento que se quiere conseguir. Se trabaja siempre con pequeños objetivos a lograr, para
llegar a conseguir aquello que queremos que el niño aprenda.

"Me gustaría continuar entendiendo la situación de indefensión que pueden sentir los familiares de
un niño con un problema de TGD, advirtiendo de que se pueden encontrar numerosos µcantos de
sirena¶ en su peregrinar en busca del tratamiento más adecuado. Lo que me atrevo a recomendar
a aquellos con un problema de estas características, es que se conviertan en investigadores y que
escruten cada terapia que se les proponga µcon lupa¶. Que se informen, que estudien y que se
acerquen a cada terapia con ojos críticos. También al tratamiento ABA, por supuesto. A este
primero, porque es el que más promete, pero también el que más exige". José María San Román
"Chema", (2003).

La enorme evolución del método ABA, como sostienen Gare y Pear (1998), se ha expandido de tal
forma en todo el mundo desarrollado como sus áreas de aplicación, y según Mariah Spanglet, la
Modificación de Conductas es en todo el mundo, el más exitoso tratamiento del autismo por tres
razones:

1. Ha demostrado ser efectivo en gran variedad de sitios, desde hospitales psiquiátricos, escuelas
y en las actividades de la comunidad en general.

2. Se ha venido dando gradualmente un "desencanto" por los programas educativos existentes y


sistemas tradicionales.

3. Ha demostrado, con el elemento más importante que caracteriza a la terapia conductual: la


objetividad, la posibilidad de ser replicada, lo que le otorga confiabilidad y validez.

La tendencia en la modificación de conductas está dirigida hacia controles positivos de la conducta,


pero debido a que muchos profesionales hacen mal uso de las técnicas, faltando a los códigos
éticos y legales a los que tiene derecho el paciente, se tiene -a veces- un concepto distorsionado
de la
Terapia Conductual.

El Método ABA realiza una evaluación comportamental, obteniendo una descripción del
comportamiento problemático (Análisis Funcional de la Conducta). Sobre la más detallada
descripción de esa conducta, se observan los posibles refuerzos que hacen que dicha conducta se
repita -consecuentes-, que están en el medio ambiente. Con el adecuado manejo de los mismos,
se procede a realizar la intervención comportamental, que irá disminuyendo la frecuencia en que
se produce la conducta problema, hasta desaparecer por completo. Las técnicas se aplican
también para favorecer conductas positivas y otros aprendizajes.

En los últimos años la modificación de conducta ha tenido una aceptación y crecimiento


gigantesco, en parte gracias al trabajo del Dr. Ivar Lovaas, investigador americano nacido en
Noruega. Lovaas se encuentra desde el comienzo mismo de su trabajo, en el centro de esta
orientación junto a miles de científicos en todo el mundo. Este es un ejemplo de la evolución que
experimentan las teorías cuando son aplicadas a la realidad.

Claudio Hunter-Watts*

* El Lic. Claudio Hunter-Watts es Coordinador General de la Escuela de Educación Especial "San


Martin de Porres".
Sitio web: www.porres.edu.ar

Bibliografía:

1. Lic. Lis Aragona, comunicación (2003).

2. Bruno Bettelheim, "The Empty Fortress", Versión electrónica (1967).

3. Ivar Lovaas PhD. "Clarifying Comments on UCLA Young Autism Project" (2000).

4. Gary Martin y Joseph Pear "Modificacion de Conductas" Prentice Hall (1998).

5. C. Maurice, G. Green, S. Luce, "Behavioral Intervention for Young Children with Autism". Pro-Ed,
Inc.(1996).

6. Bernard Rimblad PhD. (Prólogo) "Let Me Hear Your Voice", Prentice (1998).

7. Angel Riviere y Juan Martos "El Tratamiento del Autismo", IMSERSO (1998).

8. José María San Román "Chema", Comunicación electrónica (2003).

9. Ing. Mariana Sigstad, Comunicación electrónica (2003).

10. Mariah Spanglet, PhD. Conf. de Chicago -Illinois-, Abril 1998.

11. Lic. Jorge Campo, Comunicación electrónica (2002).

12. B. F. Skinner "Ciencia y Conducta Humana", Fontavella (1974).

13. C. Thomas: "The Childhood Learning Center Pub" (2001).

14. Paul Alberto y Anne Troutman "Applied Behavior Analysis for Teachers" (1990).
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