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Puertas, levantad vuestros dinteles.

Alzaos, portones antiguos,

para que entre Ella, la Reina de la gloria.

Ya entra María en la patria bienaventurada, y al verla tan hermosa y agraciada, los espíritus
bienaventurados, preguntan a una sola voz a los que vienen de fuera acompañándola:

“¿Quién es ésta criatura tan hermosa que viene del desierto de la Tierra, lugar de espinas y abrojos,
pero toda Ella tan pura y llena de virtudes apoyada en su amado Señor, que se digna Él mismo a
acompañarla con tantos honores? ¿Quién es?”

Y responden los ángeles que la acompañan:

“Esta es la Madre de nuestro Rey, y por tanto, nuestra Reina.

La bendita entre todas las mujeres, la llena de gracia, la amada de Dios, la santa entre los santos, la
inmaculada, la más bella de todas las criaturas”

Y entonces, todos los bienaventurados espíritus, comienzan a enaltecerla y celebrarla:

“Tú eres la gloria de nuestra Tierra, tú, la honra de nuestro pueblo. Tú eres la gloria del paraíso, la
alegría de nuestra patria, tú eres el honor de todos nosotros.

Seas siempre bienaventurada, siempre bendita.

Tú… por siempre, Señora nuestra.

HE AQUÍ A NUESTRA REINA”

Señor consiliario, don Pablo Calvo, reverendos padres, ilustrísimo señor alcalde y concejales, reinas
infantil y juvenil de las fiestas y respectivas cortes de honor, junta de gobierno, hermanos mayores,
amigos, fieles y devotos de Nuestra Morenita Divina:

Hoy, quisiera que mi voz enmudeciera para que hable mi corazón. Quiero ofrecerle a nuestra Virgen de
la Cabeza el mejor de los regalos en nombre de todos nosotros, de sus romeros, de los que la amamos
sin ningún tipo de condiciones. Quiero que mis palabras se conviertan en un ramillete de miles de
sentimientos que, con humildad, pondremos a sus pies, ofreciéndole nuestros corazones como el mejor
de los presentes.

No puedo empezar este pregón sin agradecer a los Hermanos Mayores de este año, Antonio y María del
Pilar, el que pensaran en mí para proponerme como pregonera. Les estaré eternamente agradecida,
pues aunque ellos no lo sepan, se han convertido, por un instante, en mis hadas madrinas,
concediéndome uno de mis mayores deseos, haciendo realidad un sueño que desde siempre habitaba
en lo más profundo de mi ser: subir a este bendito atril a pregonar tus glorias y maravillas, María
Santísima de la Cabeza, poder estar en este altar, sintiéndome más cobijada que nunca por tu bendito
manto, del que tengo la gran fortuna de sentirme arropada desde el vientre de mi madre.

Madre....

Gloriosa palabra, tan cortita…

Apenas cinco letritas que, al ser pronunciadas, hacen que un terremoto de amor dibuje una bella sonrisa
en los labios de todos los que somos hijos. Permítanme por un momento que me tome la libertad de
dedicar este Pregón a ella, a mi mamá… y a mi papá, claro está, porque no concibo la existencia de uno
sin la realidad del otro, porque cada vez que me asomo a tus ojos cariñosos, Virgen de la Cabeza, haces
que me sienta feliz de haberle sido otorgada a ellos y de que en mi camino como hija, pusieras junto a
mí a mi hermano. Gracias, Juanjo, mi Juanjete, como te llamamos en casa cariñosamente, por haber sido
mi presentador. De sobra sé el gran esfuerzo que ha supuesto para ti… ¡pero qué satisfacción tan grande
que, una vez más, vayamos juntos, cogidos de la mano, andando el mismo camino y apoyándonos el uno
en el otro!

¿Recuerdas, mamá, aquella bonita historia que ocurrió ahora hace casi 27 años? Todo pasó el 31 de
mayo de 1982. Una mujer menuda camina lentamente, silenciosa, ensolvida, por el pasillo que le lleva
hasta tus plantas, Virgen de la Cabeza.
En silencio, y aún desafiando a quienes predecían algún tipo de mal por su atrevimiento a visitarte, se
genuflexiona y besa tu mano, en señal de total amor, entrega y respeto a Ti. Mirándote fijamente a los
ojos, de mujer a mujer, acaricia su vientre, a punto de salir de cuentas, y desde sus adentros, te dice: "Te
entrego este fruto de nuestro amor, el milagro de la vida realizado una vez más, para que lo cuides, lo
ames y lo protejas como a tu propio Hijo, como Tú sólo sabes hacer, como lo has hecho con toda la
Humanidad desde hace dos mil años. Ella estará por siempre unida a Ti, al igual que yo lo estoy".

Cuatro días después, yo llegué al mundo. Y aquí comienza mi historia de amor por ti, Madre mía de la
Cabeza.

¿Cuántas y cuan distintas historias de amor habrá escritas en las fibras de cada una de tus ropas?
¿Cuántas voces, rezos, cantos, llantos y súplicas habrás recibido en tu camarín, Virgen de la Cabeza,
durante más de cuatrocientos años de santa protección que hasta este día has concedido a tu Rute? ¡Ay,
Madre mía de la Cabeza, Madre nuestra de la Cabeza! Virgen Morenita de tez blanca iluminada por la
labor y el tesón de esos caleros que llegaron desde Andújar hasta Rute trayéndonos la Buena Nueva que
nos dejaría a todos los ruteños, y de generación en generación, benditos para siempre!

Y cada año, nuevas historias de amor fraternal se adosan a los fuertes pilares que mantienen en pie, y
bien alto, tu nombre MARÍA SANTÍSIMA DE LA CABEZA. Y es que… no podemos evitarlo… Tu sonrisa
dulce, tus ojos amorosos, tus manos fuertes guiando nuestros caminos, tu carita, repleta de belleza
hasta reventar de tanta hermosura concentrada, hacen que, día tras día, semana tras semana, siempre
estemos SOÑANDO MAYO.

Y tras estrenar un año y un nuevo sueño que comienza, marzo se apresura y hace correr los días, y llega
todo él engalanado de clámides púrpuras, palmas y ramas de olivo, cruces de martirio injusto, lágrimas
que se derraman por doquier, una rosa legendaria, manos amarradas a una columna o en las que se
apoya una mejilla humilde… Y al final de tanto dolor, la luz, y después de la luz… la vida, la música, la
alegría, los primeros tonos jubilosos que presagian lo que está por venir, que llegan lejanos, y en mitad
de la noche, disturbando el sueño aletargado de un mayo florido. Los hermanos de la aurora comienzan
a recorrer, el sábado de gloria, en pos de La Morenita, las calles de nuestro pueblo, teniendo siempre
como principio y fin, esta parroquia que nos acoge ahora mismo, su casa, nuestra casa… Y es que, con
permiso de Joaquín Caro Romero me gustaría decir que

La Virgen de la Cabeza,

entre Jesús de la Rosa y de la Misericordia,

bajó del cielo a Rute para hacerse Morenita.

Si El Llano es imán de fe,


tu iglesia es la flecha que apunta con su espadaña

más allá de las estrellas.

Eres la Madre de Dios

y Él en Ti se recrea,

porque todas las virtudes

las concentró en tu belleza.

Del Chorraero a los Cortijuelos,

cabe la Roma Imperial, y en tu camarín,

el gozo de la Corte Celestial.

Señora de nuestra vida,

razón de felicidad,

gracias por bajar del cielo

y por poderte llamar Morenita

en este mundo y de aquí a la eternidad.

Abril va amaneciendo, y poco a poco, todo comienza a desperezarse y a estirarse, como recién
despertado de un sueño, para empezar a acicalarse y poder estar listo cuando llegue el momento. Cada
vez son mayores las ganas de estar junto a Ti (¡ay, Virgencita, lo que daría por tenerte al ladito de mi
casa!) y en cuanto se tiene un ratito… nos escapamos a verte. Sí, es verdad, sin orden ni concierto, cada
uno cuando podemos, por la mañana, a mediodía, en mitad de la tarde o caída la noche, nos asomamos
aunque solo sea un instante para ver tu naricilla graciosa que brilla cual lucero en el firmamento.

Y es que aquí, hasta el aroma es inconfundible, único e irrepetible cada vez que venimos a refugiarnos
en tu mirada. Matalahúva y viejas calderas se unen en un todo perfecto para también rendirte su
especial homenaje, Morena de Luz de Luna. Olores que embriagan el alma, líquido oloroso, implacable
fuente de riqueza, trabajada por la gente buena de tu Barribarto que pasan cada día enredados entre
guindas y finos aromas de canelas y azúcares, manjar de dioses fabricado en este trocito de Cielo que
Dios puso en la Tierra, haciendo de este airecillo que siempre corre en El Llano una perfumada antesala
del cofre que guarda el mayor de los tesoros: ¡la dulzura de tu mirada!

Ya se acerca el ocaso del mes de abril, pero este final, no es un final triste, sino todo lo contrario, muy
deseado. Viernes de Misa de Romeros, punto de partida hacia esa cita ineludible colgada entre cielo y
tierra. Se contienen las primeras lágrimas gracias a la ayuda de la ilusión de un peregrinar mágico a un
pico alto de la majestuosa Sierra Morena, a ese Lugar Santo al que llegó rodando, desde el olivar del
cielo, la Aceituna Bendita que es el alimento de nuestras almas.
El camino se hace largo, eterno… Para hacerlo más llevadero, algunos cantan, hacen bromas, cuentan
historias, hablan de las viandas que se llevan preparadas, y que, como siempre, serán compartidas con
todos. Otros… nos dejamos llevar un ratito por la ensoñación, y mientras los ojos se entornan, hermosos
pensamientos, grandes deseos e ilusiones indescriptibles teniéndote siempre como protagonista a Ti,
Reina del Cabezo, pasan por la mente…

Del color de la oliva Linda Serrana,

ojos como luceros mirando al cielo.

De las flores de abril rosa temprana.

Reparte con tu amor paz a tu pueblo,

y llévanos de la mano hasta tus plantas,

y cubre con tu manto a los romeros.

Desde mi Rute vengo para cantarte,

para darte el corazón con esta salve.

Caminado por la sierra hasta el Santuario,

vengo para que me acojas entre tus brazos.

Virgen bendita del Cerro del Cabezo, mi Morenita

En la cuna del Cerro del Cabezo,

la brisa de la sierra se vuelve rezo.

Las peñas y las ramas se vuelven nubes,

y el camino parece un trozo de cielo

que la Virgen Morena que es tan sencilla,

acompaña al romero de peregrina.

Desde mi Rute vengo para cantarte,

para darte el corazón con esta salve.

Caminado por la sierra hasta el Santuario,

vengo para que me acojas entre tus brazos.

Virgen bendita del Cerro del Cabezo, mi Morenita.

Ya se vislumbra por la carretera la bendita patria de Andújar, que tuvo la suerte de ser agraciada con tu
Aparición, porque tú elegiste, Aceituna Bendita, un rincón en uno de los lugares más andaluces por
excelencia, Sierra Morena. Tras pasar por algunas de sus calles, enfilamos los últimos 32 kilómetros que
nos separan de nuestra cita con el mejor de los frutos del Olivar del Cielo. 32.000 metros plagados de
sonrisas y de ilusión e impaciencia casi pueril por ver tu carita linda. Curvas serranas que hacen que los
sueños se mezclen con las esperanzas, y que aliñan abundantemente esta mágica mezcla con hitos en el
camino. Mientras ojos avizores tratan de descubrir alguna de las maravillas de la naturaleza que habitan
en la sierra, el corazón se topa, de repente, con un padre y un hijo, hechos en piedra, señalando el
santuario… ¡¡El santuario!! ¡¡Al fin el Santuario!! ¡¡Qué pequeñito se ve, pero que cerquita estamos ya
de acariciar la gloria con nuestros dedos!! Y mientras tanto, ese padre, que podría ser el de cualquiera
de nosotros en nuestro primer viaje hasta sus plantas, le dice a su hijo, impertérrito, haga sol, llueva o
ventee:

Ven, hijo del alma.

¿Tú ves aquel cerro?

¡La Virgen lo quiso para su morada!

Rézale, hijo mío

¡Y no apartes nunca de allí tu mirada!

Tras esa enseñanza que paraliza el corazón, llegarán el estrecho puente de hierro sobre el Jándula, pila
bautismal de romeros, y las zonas de descanso con ese jabalí hecho con piedras y… ¡¡el santuario!!
¡¡Mira que cerca está ya el santuario!!

Llegamos por fin a nuestra casa, a la casa de nuestro pueblo. Todo es ya alegría, júbilo, sonrisas y nervios
contenidos. Banderas al aire que revolotean al cielo, acicalándolo con los destellos de plata de las
medallas al cuello, de los báculos y del estandarte que nos harán orgullosos representantes de ese
afecto inconmensurable que te profesamos, ¡Chocolatín Divino!

Este año, nombrado Jubilar por Benedicto XVI con motivo del centenario de la coronación canónica de la
Virgen de la Cabeza, los actos en su honor comenzaron el Domingo de Resurrección. Hermosa fecha la
elegida por La Morenita para conceder a los hermanos de todas sus cofradía filiales el honor de portarla
sobre sus hombros, el orgullo de poder ayudarla en su caminar excepcional hasta la ciudad de Andújar.
Algo menos de 500 metros que nos parecieron, a todos los que soportamos su peso divino sobre los
hombros, benditos ya para siempre, apenas unos pocos centímetros. Tras su llegada a los aledaños de la
ciudad, solemne procesión en compañía de coloridas banderas y orgullosos estandartes que la
acompañaron hasta la iglesia de Santa María la Mayor. Y después, dos semanas de traslados, de visitas a
todas las parroquias y barrios de Andújar, de triduos, de ofrendas y de presentaciones de las cofradías
filiales ante sus plantas para celebrar con quienes tienen el honor de tenerla como patrona, que hace
cien años que fue coronada… Y como punto final a tan magna efemérides, Solemne Pontifical oficiada
por el Nuncio de Su Santidad en España y que concelebraron varios obispos de Andalucía e
innumerables sacerdotes llegados de todos los puntos del país. Por último, con las claritas del día, La
Morenita emprende el camino de regreso hasta su Santuario el sábado por la mañana, esta vez por el
Camino Viejo, siempre protegida en su Jaulita de plata.

Y tras 15 días de celebraciones, vuelves al fin a tu camarín, Divina Virgen de la Cabeza, a ese joyel al que
cantamos desde cualquier parte en la que nos encontremos. Durante toda la noche, el santuario
permanecerá abierto, y por tu cámara pasarán cientos, miles de ojos destellantes y corazones
embargados de tanta emoción. Respirando tranquila por su vuelta a casa, la Reina de Sierra Morena se
acomoda y recibe, cual madre amantísima, a todos esos hijos romeros a los que el lucero de su frente no
nos deja dormir.

El Niño lleva un rato bostezando e intenta no cerrar sus ojitos divinos. Su Madre, consciente de la
agitación del crío por tanto barullo e ir y venir de gentes, aprovecha los primeros acordes del coro
ruteño en la Misa del Pastor para arrullarlo y dejarlo que descanse tranquilo un rato, y mientras el Niño
se duerme en el regazo maternal, Ella le susurra: “No te preocupes, vida mía, pues los ruteños son
hombres y mujeres de corazón, que saben comprender. Y aquellos que te vean con los ojitos cerrados,
sabrán que no hay sitio mejor que mi regazo para descansar, y desearán un poquito ser Tú en esta
noche intensa y mágica. Descansa, mi amor, que mañana saldremos Tú y Yo a sanar corazones y a llenar
de templanza y sosiego todas esas almas que nos buscan y nos anhelan cerca de ellos, para que nuestra
sola presencia, mezclada con un poquito de sol y una pizca de alegres cantos, les llene de fuerza para
seguir cargando con la cruz que a cada uno de nosotros el Todopoderoso nos otorgó”.

Y así es, año tras año. Cada último domingo de abril, el milagro se repite tras celebrar la Eucaristía al aire
libre en el corazón de Sierra Morena. Una mujer pequeña, menuda, con su Vástago entre los brazos,
sana miles de corazones y llena de templanza y sosiego aquellas miradas que los observan embelesados.

Desde el momento mágico en el que la Virgen vuelve a salir de su camarín para ser puesta en su trono, y
los anderos comienzan a ver cómo su sueño se cumple, todo ocurre muy deprisa, aunque a veces, el
discurrir por la calzada y las calles del poblado del Santuario sea lento, mayestático. Por entre los
caminos que el tiempo ha marcado en la roca, se derrama un gentío bullicioso y calmo a la vez, tal y
cómo sale de la alcuza ese aceite, ese oro verde, fruto de la tierra trabajada.

Cientos de individualidades que se funden en una sola entidad, la de los hijos de María de la Cabeza, por
siempre y desde siempre, Aceituna Bendita de la que se obtiene la mayor de las fortunas, una balsa de
aceite conformada por todos aquellos devotos de la María más olivarera.

Lunes bendito y bendecido siempre, el de la llegada de los Hermanos de Andújar. Momento de regocijo,
heredad de los años y de épocas que ya parecen remotas, en las que los romeros eran tan sólo un
puñado de afortunados que traían, enredados en las banderas, aires santos desde Sierra Morena.
Motivo de alegría, el saberlos a todos de vuelta sanos y salvos y con las almas henchidas, dispuestos a
repartir, entre los paisanos que se quedaron en la Villa a su espera, algunas de las bendiciones que la
Reina de Sierra Morena había concedido por doquier el día de antes. Estadales y pitos de barro blanco
que se transforman en pregoneros silbantes de una oración de acción de gracias a esa Pastora Ruteña
por haber renovado, un año más, este amor mutuo aposentado, probablemente ya para siempre, a los
pies de El Hacho y Las Cruces.

Entre el cansancio de la romería y una nueva ilusión que comienza a despuntar con fuerza, alborea al fin
un mes de mayo florido y festivo. Y entonces, todos los rincones de tu Rute, no hacen más que repetir tu
nombre incesantemente: MARÍA, MARÍA, MARÍA… Mientras todo se prepara para la llegada culminante
de tu día grande, ese segundo domingo de mayo escrito con letras de oro en las almas de todos tus
devotos, en la ermita que en su día fue extramuros, el corazón partío de un barrio entero celebra el
triunfo de la redención humana gracias al martirio de la cruz.

María Santísima de la Cabeza: de ese armario en forma de cuaderno que tenía lleno de finas ropas
hiladas con palabras para mi Virgen de la Sangre, te traigo el traje que más tiempo he empleado en
realizar, bordado con todo mi amor sobre los pespuntes que Ella misma, la Reina de la Vera Cruz, me ha
ido marcando palabra tras palabra. De Ella también traigo un encargo. Un día, sin entender demasiado
bien sus palabras, esa advocación que me ha visto crecer a sus plantas, acercó sus finos dedos cristalinos
hasta sus mejillas, y recogiendo dos perfectas lágrimas de sangre en sus yemas, me las acercó y me dijo:
“Toma Inma, entrégaselas a María de la Cabeza en el momento adecuado, en ese día especial que tú y
Yo sabemos que llegará. Éste será el regalo agradecido de una madre a otra madre que acoge, sin
ningún tipo de dudas ni miramientos, a una de sus hijas. La pregonarás a Ella, pero yo te he visto crecer
cada día. Como buenas madres, las dos sabemos cuánto nos quieres, y te doy mi bendición para que
emprendas, como lo hiciste cada día de tu niñez, el camino que te llevará hasta sus plantas gloriosas”.

Mientras que la Vera Cruz se transforma en constante lluvia de pétalos y los cohetes resuenan para
expresar la alegría del corazón de un barrio que late fuerte en el que es el tercer día de novena de la
Virgen de la Cabeza, el alegre tañir de las campanas de San Francisco sigue resonando como preludio
inequívoco de tu día grande, y casi sin darnos cuenta, meciéndonos sobre una leve brisa primaveral y
unas notas musicales inequívocas, las reinas y sus cortes de honor, acompañadas del Pregonero de tus
fiestas, llegan caminando hasta tu altar.

Hoy junto a Ti, Señora, en tu altar, tan sólo mujeres. Estas niñas y jóvenes, las privilegiadas
representantes de la perpetuidad de una devoción que nunca desaparecerá, y yo misma, nos postramos
ante Vos. Elena y Almudena, sois las reinas de una hermosa y elegida corte de honor a la que se le ha
encomendado la importante tarea de llevar siempre, allá donde el caprichoso devenir de la vida os
quiera llevar, su nombre por bandera, MARÍA SANTÍSIMA DE LA CABEZA. Dios quiera que nunca nos
ocurra, pero si en algún momento se nos olvida cuán grande es el amor que Ella nos tiene, miraremos
con sinceridad en nuestro corazón, y veremos en él con toda claridad un pequeño hueco en forma de
Aceituna. Ahí reside, en todos y cada uno de los que somos sus devotos, el amor que Ella nos tiene, esa
gracia con la que hemos sido bendecidos.

Elena, Macarena, Sandra, Almudena, Laura, Beatriz, María del Mar, Melisa y Laura: algún día, al igual
que pasará conmigo misma si ése es el designio de su Divino Hijo, seremos madres, y tendremos en Ella,
Nuestra Morenita Divina, como ya lo tuvieron aquéllas que a nosotras nos dieron la vida, un espejo en el
que mirarnos, un faro por el que guiarnos, un bastión al que aferrarnos, un baluarte al que defender y,
cómo no, una Madre a la que querer. Y es que

Bella luz del amanecer,

eterna compañía de nuestro corazón,

tímida eres a mi parecer.

Creando fe y devoción,

nos has enseñado a creer…

creencias que, desde pequeñas,

nuestras familias nos han mostrado.

Desde que nacimos somos ruteñas,

y cada año hemos estado a tu lado.

Donde estemos, con ilusión,

alegría y lágrimas de orgullo,

mirándote con emoción,

mostraremos lo que es tuyo:

expresaremos nuestros sentimientos

hacia ti y el Hijo tuyo.

Ahora sí que comienza una auténtica cuenta atrás…

Desde el día de hoy, en el que se anuncia lo que está por llegar, tan sólo siete días han de pasar para en
las que son tus calles, poderte disfrutar. Y entre tanto, campanas al vuelo y piar de golondrinas que se
aposentan cerca de tu campanario, anuncian al atardecer que van pasando los días de tu novenario. Y
mientras los rezos y las oraciones que exclusivamente por Ti se crean y se aposentan a flor de piel son
llevados por los arcángeles hasta tus divinas plantas, en algún rincón de nuestro país, tal vez a decenas,
centenares o quizás, millares de kilómetros de las escaleritas de El Llano, un corazón o tal vez decenas,
centenares o millares de ellos, se entristecen porque saben que la cruel vida les alejó de tu mirada de
sosiego, de tus manos siempre abiertas, de tu manto reconfortante y porque este año, no podrán en tu
día grande disfrutarte.

¡Ay Virgencita, qué difícil es presentirte tan hermosa y no poder contemplarte, pero qué listo el
sentimiento, que cuando es consciente de las faltas que tiene nuestro corazón, aprende a mirarte sin
tenerte enfrente! Y entonces, vuela la imaginación hasta tu camarín, y las pestañas, parecen querer
besarse, y con la vista nublada, se te ve sonriendo con esa cara de niña que tanta paz transmite, que
tanta fuerza otorga, que tantas bendiciones reparte, que tanta ayuda concede… ¿qué como estaba
vestida mi Morenita esta tarde cuando estuve viéndola? ¡Pues preciosa! ¿cómo va a estar? Ni siquiera
recuerdo el color del manto que Ella me tendió para que la contemplara un ratito desde mi corazón. Tan
sólo te puedo decir, amigo, que la blanca cal de la fachada se oscurecía cuando la comparaba con su tez
encarnada o con sus labios carmesí a punto de dibujar una hermosa sonrisa, o de decirme ¡¡Cuánto te
quiero!! O de darme un beso!! ¿Que qué tengo aquí? No lo sé. ¿Qué es? Ayúdame, amigo, dime que es.
¿Qué parece la silueta de unos finos labios? ¿Cómo que parece? ¡¡Es la silueta de unos finos labios!! Tal
vez ese cuento que me imaginé no haya sido un cuento en sí ni lo haya imaginado. Cuando en mi
ensoñación me perdía en la profundidad de sus ojos luminosos, me pareció sentir el roce cándido de un
beso angelical, pero pensé que tan sólo era una parte más de ese sueño que este año no se hará
realidad. Y sin embargo, tú, amigo, que me hiciste despertar de mi historia de irrealidad, me descubres
que no fue mi imaginación al volar, sino que Ella, me ha regalado su beso celestial!

Y los días se hacen de rogar, y parece que nunca va a llegar el momento de verte bajar de tu altar. Y
mientras tanto, parece que el Sol va a reventar de tanto esperar. Y por fin llega la hora adecuada en el
día nono de esta cuenta atrás. Rosario de las antorchas que se reza de madrugada por las calles de tu
barrio. Espigadas y delicadas velas que se estiran entre las manos de cada uno de tus devotos para
nuestra oscuridad poder iluminar, para llevar ese rezo verdadero, esa oración sincera, esa luz
esperanzadora hasta ese cielo en el que Tú nos has de esperar.

Y la impaciente espera ya casi no puede más. Llaves de San Pedro, escapulario del Carmen, redención de
la Vera Cruz. Tres comienzos distintos de una ofrenda que un pueblo entero cada año te realizará. En
ramilletes de hermosas flores, una parte de nosotros, para honrarte, te queremos entregar. Y entre los
volantes de los trajes de gitana, enredada va una súplica, y con el rasgar de una guitarra, un lamento se
disimula, y en los palillos que marcan el ritmo se sitúa nuestro firme caminar y con las notas de un
clarinete que me suena familiar, hasta tus plantas me dejo llevar…

Una noche, tan solo una noche, nos separa del que será el principio del final del sueño que cada año se
cumple el segundo domingo de mayo. Casi sin darnos cuenta, tus calles se despiertan y se engalanan a
ritmo de diana floreada. Y redoblan alegres y agitadas las campanas, y los cohetes se disparan nerviosos
y un canto comienza a sonar para dar comienzo a tu solemne función. Ni un alfiler cabe entre las
columnas de tu iglesia, y mientras la inquietud se intenta controlar, infinitos pétalos de flores esperan el
momento de tu salida. El silencio se rompe tras la bendición recibida, y la tensa espera se convierte en
golpes de tambor a ritmo de fuertes latidos de corazón.

Tus costaleros, cual fieles guardianes, cerca de sus puestos están ya, haciendo posible la bajada
definitiva de tu altar… Y mientras, estamos cada vez más deseosos y ya salen de algunas gargantas
impacientes ese ¡¡GUAPA!! Que durante todo tu recorrido será fino hilo de oro con el que se bordará tu
caminar. Y antes de bajar a este suelo bendito, un impulso fuerte de brazos extendidos hacia el cielo, te
recoge, y hace seguro tu caminar. En el suelo estás ya, y los brazos solos se van, para poderte acariciar.
¡¡Costalero!! No te la lleves de mi ladito todavía, espera un momentito antes de arrastrarla con ímpetu
hasta su dintel… Déjala ahí, un instante más para que le pueda terminar de rezar… ¡¡pero qué bonita
está enmarcada en el arco de su tranquillo!!

¡¡Y ya, ya llegó!! Lágrimas emocionadas se transforman en pétalos que revolotean llenos de regocijo,
llevando el repicar alegre y constante de las campanas hasta tus plantas!! Cohetes que acompañan a los
sones de la banda municipal y las palmas incesantes de todos los que te esperamos, empujan tu trono
hasta los hombros de los costaleros, que comenzarán, al fin, a pasearte por los confines de tu barrio.
Calle del Señor por la que La Morenita desciende alegre e impetuosa y llega hasta la calle Priego, donde
los pétalos comienzan a salir por doquier de los balcones engalanados, donde el sol besa tu frente
divina, donde las primeras lágrimas de la mañana se derraman y las primeras peanas se abarrotan de
gente, donde las sonrisas y las miradas luminosas se enganchan en cualquier rinconcito de tu trono,
donde los cantos resuenan ya fuertes y alegres…

SEVILLANA ‘MORENITA Y PEQUEÑITA’

El Canuto, sempiterna torre vigía, baja hasta las caleras antaño andujeñas para saludarte y rendirte
pleitesía a Ti, que posaste tus virginales huellas en este rincón subbético. Enfilas ya la calle Nueva, que
para la ocasión se ha preparado especialmente… Rosales plagados de hermosas flores que a tu paso van
quedando prendadas de tu belleza y, comparándose con tus sonrosadas mejillas, sienten envidia ante
una belleza tan descomunal y tan superior a la suya…

Esquina del Fresno con claveles rojos de Abuelito y Soledad espera anhelante tu llegada para también
recibir tu bendición y esa gracia que derramas por todos los rincones por los que tu perfume deja un
halo mágico de bienestar y emoción. Mientras asomas tu cara divina a Los Pinos, Los Cortijuelos son ya
un hervidero de gente. Cuna de tu devoción, que nunca olvida lo que Tú significas para ellos. Casas y
gentes humildes que tuvieron el gran honor de tenerte entre ellos, según cuentan las leyendas, cuando
decidiste aparecerte y entregarte a este que es tu pueblo, que te adora y te rinde los máximos honores
cada día del año.

Gente de todas las edades esperan ansiosos tu llegada para bailar contigo, deseando que nunca salgas
de esa calle que termina en la sierra, una sierra también santa, tan lejos y tan cerca al mismo tiempo de
aquel cerro de Sierra Morena. Sones antiguos que rezuman historia y tradición por los cuatro costados,
suenan ya bajo un sol esplendoroso y llenan el alma y el corazón de una agradable sensación.
Generación tras generación, vítores que se heredan cual enorme tesoro, y este año, como todos, habrá
mucha gente que por primera vez se ponga ante Ti y, agarrándose a unos hombros o una cintura amiga,
te digan con la mano abierta y la garganta henchida (todos) ¡¡GUAPA, GUAPA Y GUAPA, GUAPA Y
GUAPA, Y BONITA, Y BONITA, Y BONITA LA MORENITA!! Y en el momento en el que eso ocurra, cada año
la cita será ya ineludible, y ellos serán los encargados de enseñar y ayudar a los siguientes, y los
siguientes, a los siguientes… Y así, amigos y conocidos nos llevamos de la mano unos a otros hasta tus
plantas, siempre repletas de flores y ofrendas que tus devotos te han ido haciendo allá por donde has
ido pasando… Y aunque es un momento muy deseado, el corazón se haya contrariado, porque se sabe
que en el momento en el que tus varales asomen por La Molina, comienza ya el camino de vuelta hacia
tu iglesia y porque somos conscientes de que un sueño que se cumple es una ilusión que se pierde…
Pero aún nos queda un ratito por disfrutarte, aunque parece que tu carita linda, Virgencita de la Cabeza,
se ha entristecido un poco. Es hora de visitar a los que ya no están contigo, pero que desde ese lugar de
descanso situado al norte de nuestro pueblo, disfrutan llenos de regocijo una vez más de tus fiestas,
como lo hicieron cada año de sus vidas que pasaron entre nosotros. Regresas resignada ante los
designios de la vida hasta el jolgorio de quienes hoy estamos ante Ti, felices y alegres por tenerte de
paseo entre nosotros. Calle Fresno señorial y Guitarrilla alegre de la que salen vivos acordes serán ahora
los lugares que queden marcados por tu caminar sereno, justo antes de enfilar esa Calle Colón en la que
tus costaleros se empeñan en detener el tiempo lo máximo posible, porque saben cercano el final de su
ilusión, mientras los demás esperamos ansiosos a que subas las escaleritas de El Llano.

Morenita y pequeñita

Lo mismo que una aceituna

Una aceituna bendita


Morena de luz de luna

Meta del ruteño anhelo

Bronce de carne divina

Escultura en barro santo

Un chocolatín del cielo

Envuelto por la platina

Del orillo de su manto

Esa letra tantas y tantas veces repetida, aprendida ya desde pequeños, con los que se daban botes en
los brazos de nuestros padres, se repite una y otra vez para expresar la alegría de nuestro corazón por
verte, Morenita Divina, tan espléndida ante nuestros ojos, a las puertas de tu casa, entre el sol de mayo
y el frescor de las nuevas hojas de los árboles… Pisotones de amor que marcan nuestros pies ya
cansados, pero deseosos de estar más y más tiempo junto a Ti… despacio te meces ya hasta volver a
posar tus huellas en el dintel de tu puerta, y tras de Ti, siempre mirándote de frente, un tropel de almas
sigue los pasos que Tú marcas para decirte por última vez, aún con luz del sol, ¡¡GUAPA!!

Corto e inquietante es el compás de espera en el que todos quedamos tras tu paseo alegre en la
mañana, Virgen de la Cabeza. Duro es el trabajo que le queda ahora a la cofradía, pero también ha de
ser reconfortante cuando te vean, cuando te veamos, vestida con tus mejores galas. Blanco y oro para
una noche que sin duda será espectacular. Trajes de gala, autoridades, mantillas y corazones, muchos
corazones, volverán a ser tus acompañantes en este viaje anual un poco más largo hasta las puertas del
Ayuntamiento, desde el que se dibujará una sonrisa infantil en tu cara de niña por saber que alegres
fuegos artificiales te esperan en el parque. El Abuelito retrocede en el tiempo para verse reflejado en
ese Pastor Divino que llevas en tu regazo, y subirás, más hermosa que nunca por esa calle del Cerro, que
podría ser viva imagen de la calzada que nos lleva hasta tus plantas en el Santuario de Sierra Morena.

Hoy, y siempre, venimos, Gentil Morenita,

Rebosantes de amor y ternura,

De cariño fervor y ventura

A ofrecerte este amor sin igual.

Recíbelo, Virgen pura,

Recíbelo, Virgen santa,

Que son fibras de ternura

Que brotan de nuestra alma.

Ya es lento y cansado tu caminar. Al compás la cera llora, porque vienes de regreso, quedando en el aire
preso, el grito que te imploran cuando sigues caminando bajo estrellas cristalinas, y sin querer va
redoblando al compás tu carroza de plata fina. También te van acompañando la luna clara, el lucero, la
oración del romero, una saeta gitana, repique de campanas sin que toque el campanero. La luz, el rostro
te dora, dibujándote una sonrisa. Blancos muros vas rozando y una voz te va cantando al son de los
guardabrisas cuando sigues caminando bajo estrellas cristalinas…

Los fúlgidos luceros y las lívidas estrellas siguen impertérritos en su escolta divina, que le llevarán hasta
este trocito de Cielo en la Tierra que es El Llano. Ante Ti, Señora, tan solo sonrisas, pero sonrisas tristes,
que se mezclan con el agüilla salada de nuestros ojos y con nuevos y eternos cantos que saldrán de
nuestras gargantas entre coloreado humo de bengalas y cohetes. Espectáculo en el cielo para
despedirte, porque aunque hasta dentro de un año no te volvamos a disfrutar en la calle, Dios fue
piadoso y permitió que posaras aquí tus virginales huellas, quedándote por siempre entre nosotros.

Despertamos de nuestro sueño cuando en la madrugada te aplaudimos por última vez, pero no
contenta con eso, volverás a descender hasta nosotros para celebrar tu Realeza. 31 de Mayo lleno de
bendiciones que serán concedidas a los nacidos en el último año, mientras que, y ahora sí, nuestro
corazón volverá a un estado latente de emoción y espera.

Este año, como todos, en el día de tu besamanos, una mujer caminará lentamente, silenciosa, ensolvida,
por el pasillo que le llevará hasta tus plantas, Virgen de la Cabeza. Te mostrará su total entrega y te
confiará el fruto de su amor acariciando su vientre, a punto de salir de cuentas, para que lo cuides, lo
ames y lo protejas como a tu propio Hijo, como Tú sólo sabes hacer, como lo has hecho con toda la
Humanidad desde hace dos mil años. Su hijo estará por siempre unido a Ti, al igual que su madre lo está.
Y a ese hijo amado, le protegerá tu amor celestial, y en tu mirada, Virgen de la Cabeza, ese niño siempre
encontrará comprensión, ayuda, amor, ilusión. Y con la música que por Ti se crea, comenzará a bailar en
el regazo de sus padres. Y aprenderá a tirarte besos, y a quererte y a honrarte, como buen ruteño. Y
crecerá siempre amparado bajo tu regio manto, y cuando llegue el momento adecuado, a tus plantas
estará para decirte sin cesar

¡¡VIVA LA VIRGEN DE LA CABEZA!! ¡¡VIVA LA MORENITA!! ¡¡VIVA LA REINA DE RUTE!! ¡¡VIVA LA MADRE
DE DIOS!!

Inmaculada Ramírez Pérez

3 de mayo de 2009

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