Anda di halaman 1dari 8

ARTIGO ARTICLE 949

Principios bioéticos en salud pública:


limitaciones y propuestas

Bioethical principles in public health:


limitations and proposals

Fermin Roland Schramm 1


Miguel Ko t t ow 2,3

1 De p a rtamento de Ci ê n c i a s Abstract We propose to analyze the specificity of ethical problems in public health issues and
S o c i a i s , Escola Nacional to elucidate the applicability of principlism as a problem-solving stra t e g y in this re a l m . Al-
de Saú de Pública,
Fun dação Osw aldo Cruz. though well-established in clinical ethics, principlism is not an adequate model to be used in
Rua Leopoldo Bu lhoes 1480, public health, since it is basically intended to serve as a moral guide in the physician-patient en-
sala 914, Rio de Ja n e i ro, R J
c o u n t e r. We discuss the possible adequacy of principles like “s o l i d a r i t y”, “ontic re s p o n s i b i l i t y” ( a s
2 1 0 4 1 - 2 1 0 , Bra s i l
ro l a n d @ e n s p. f i o c r u z . b r p roposed by Jo n a s ) , and “caring or diaconal re s p o n s i b i l i t y” as presented by Lévinas. S o l i d a r i t y
ro l a n d s c h ra m @ y a h o o. c o m . b r appears to be insufficiently specified, whereas the other two perspectives may be adapted to pub-
2 Facultad de Me d i c i n a ,
lic health issues by bringing together Jonas´ ontological and Lévinas´ transcendental concerns to
Un i versidad de Chile.
Av. Independencia 1027, form a principle of protection that might better serve the purposes of such an ethics. This princi-
S a n t i a g o, C h i l e . ple would help to identify more clearly the goals and agents invo l ved in the implementation of
3 De p a rtamento de Fi l o s o f í a ,
Facultad de Filosofía
public policies that are expected to be both morally correct and pragmatically effective.
y Hu m a n i d a d e s , Key words Bioethics; Morals; Public Policy
Un i versidad de Chile.
Casilla 16168, C o r reo 9,
S a n t i a g o, C h i l e .
Resumen Este artículo intenta caracterizar la especificidad de los problemas morales en salud
g u a rv i e @ c t c re u m a . c l pública y analizar la aplicabilidad del modelo principialista como padrón para dirimir sus con-
f l i c t o s . Aunque considerado pertinente para la bioética clínica, este modelo no es aplicable sin
más a los dilemas en salud pública, puesto que se fundamenta en la moral de las interrelaciones
m é d i c o - p a c i e n t e . Se analiza la pertinencia de los principios de “s o l i d a r i d a d”, de “re s p o n s a b i l i-
dad óntica” según Jo n a s , y de “responsabilidad diacónica” según Lévinas, destacando la inapli-
cabilidad del primero y la posible adaptación de los otros dos a la salud pública. A ese re s p e c t o
se discute la posibilidad de vincular la preocupación ontológica de Jonas y la trascendental de
L é v i n a s , p roponiendo un principio de protección que sería más adecuado a los propósitos de
una ética de la salud pública, permitiendo identificar claramente los objetivos y los actores im-
plicados en una implementación de políticas públicas moralmente correctas y pragmáticamente
e f e c t i va s .
Palabras clave Bioética; Principios Mo ra l e s ; Política Social

Cad. Saúde Pública, Rio de Janeiro, 17(4):949-956, jul-ago, 2001


950 SCHRAMM, F. R. & KOTTOW, M.

I n t ro d u c c i ó n lud pública, capaz de generar acuerdos entre


s a l u b ristas y eticistas cuando enfrentan con-
La especificidad de los problemas morales que flictos que no pueden dirimirse con recurso al
se presentan en salud pública plantea la sigu- modelo principialista.
iente pregunta: ¿acaso la bioética ha desarrol-
lado las herramientas adecuadas para enfren- Inadecuación del modelo principialista
tar los principales dilemas morales que se dan
en pro g ramas y prácticas de salud colectiva ? Clásicamente se ha planteado la coexistencia
Allí donde estos dilemas han sido abord a d o s, de cuatro principios: beneficencia, no-malefi-
la mayoría de los autores suelen adaptar los cencia, autonomía y justicia, enunciados para
instrumentos conceptuales de la bioética clíni- la investigación en seres humanos (The Natio-
ca, en analogía a los modelos aplicados a la re- nal Commission for the Protection of Hu m a n
lación médico/paciente, estrategia que ha sido Subjects of Biomedical and Be h a v i o ral Re-
c riticada en diversas publicaciones (Lach- search, 1978) y bioética clínica (Beauchamp &
mann, 1998; Skrabanek, 1990). C h i l d re s s, 1994). La beneficencia pre s u p o n e
Se tiende a adaptar al contexto colectivo el que todo acto médico tiene por finalidad hacer
modelo de los cuatro principios de “no-malefi- el bien y cuidar los intereses del paciente; la
c e n c i a”, “ b e n e f i c e n c i a”, “a u t o n o m í a” y “ j u s t i- no-maleficencia señala que toda intervención
cia” (Beauchamp & Childress, 1994). debe evitar o reducir al mínimo los riesgos y
Este modelo ha sido ampliamente discuti- daños para el afectado; la autonomía requiere
do y criticado (Clouser & Ge rt, 1990; Eva n s, que todos los participantes en el acto biomédi-
2000; Gillon, 1996; Jonsen & Toulmin, 1988; co consientan informada y voluntariamente al
Ku c zewski, 1998), y esto, sin embarg o, no nos proyecto terapéutico o de investigación a reali-
permite avanzar en el tema que aquí nos preo- zarse; según la justicia, todos los recursos, de-
cupa. De hecho, todas las disquisiciones han rechos y obligaciones deben ser ecuánimemen-
ignorado el ámbito de la moral en salud públi- te distribuidos y respetados para cada uno.
ca y sus aspectos part i c u l a re s, aun cuando se Esta breve descripción deja en claro que es-
ha considerado algún problema específico co- tos lineamientos éticos se refieren a interaccio-
mo la ética de la pre vención de infección por nes entre individuos, tal como se da ejemplar-
VIH, algún programa de detección y tratamien- mente en la relación médico-paciente o en la
to de predisposiciones, o el “derecho a salud”. de investigador-probando.
Ello ha ocurrido en forma genérica, sin atender La incorporación de avances técnicos y
a los fundamentos y métodos capaces de anali- científicos al campo de las ciencias de la vida y
zar y validar los dilemas y las propuestas espe- de la salud, la transición epidemiológica que
cíficas al ámbito de la salud pública. afecta a todas las sociedades tanto “desarrolla-
El presente artículo explora una posible éti- das” como “en desarrollo”, y asimismo la emer-
ca en salud pública que sea más atinente a los gencia de una demanda calificada de servicios
conflictos morales que surgen en este campo. de salud, van paulatinamente acarreando nue-
En la primera parte se presentan las inadecua- vas cuestiones éticas también para el campo de
ciones del principialismo para el ámbito de la la salud pública. Ello lleva a indagar acaso, más
salud pública. La segunda parte aborda tre s allá de una postura general de “un mínimo dig-
propuestas alternativas y aparentemente más no de cuidados de salud” supuestamente ga-
adecuadas: la propuesta de una ética de soli- rantizado por el Estado y sus instituciones po-
d a ridad revitalizada por Callahan (1998), así líticas y jurídicas (Beauchamp & Childre s s,
como dos versiones de ética de la responsabili- 1994; Daniels, 1985), existe de hecho la posibi-
dad: la ética de la responsabilidad óntica de Jo- lidad concreta, económica y socialmente sus-
nas (1979) y la ética de responsabilidad diacó- tentable de extender la prevención y la protec-
nica de Lévinas (1974). Después de mostrar las ción contra enfermedades, así como la promo-
insuficiencias de la primera, se propone utili- ción de estilos de vida más saludables para to-
zar elementos comunes de ambas formas de da la población, garantizando que una opinión
ética de responsabilidad presentadas, sugirien- pública informada y en ejercicio de sus dere-
do una nueva versión de ética de responsabili- chos ciudadanos evalúe y controle estas institu-
d a d e l a b o rada como un p r i nc ipio de pro t e c- ciones y garantice los derechos comprometidos.
ción, que no había sido contemplado como tal Salud pública y biomedicina clínica tienen
por el pensamiento bioético tradicional. cada una su propia especificidad teórica, prác-
El principio de protección será aquí pro- tica y norm a t i va, a pesar de compartir la mis-
puesto como el más adecuado para enfre n t a r ma categoría genérica “salud” y tener en común
los problemas morales relacionados con la sa- una serie de preocupaciones relativas al bienes-

Cad. Saúde Pública, Rio de Janeiro, 17(4):949-956, jul-ago, 2001


PRINCIPIOS BIOÉTICOS EN SALUD PUBLICA 951

tar humano desde el punto de vista de las en- Propuestas alternativas para una ética
fermedades, su tratamiento y su eventual cura- en salud pública
ción. A diferencia de la biomedicina clínica, el
referente universal de la salud pública son las Cabe la pregunta: ¿acaso existen otros pri n c i-
medidas colectivas de pre vención que no ne- pios como el de solidaridad o el de responsabi-
cesariamente pasan por la relación interperso- lidad, candidatos de peso como modelo de
nal entre médico y paciente o, si se prefiere, en- análisis ético aplicado a salud pública?
tre prestador de servicios y usuario. Se refieren
estas medidas a poblaciones humanas y a sus
contextos socio-ambientales por un lado, y a El principio de solidaridad
instituciones públicas responsables por la im-
plementación de políticas de prevención y pro- La solidaridad aparece en el siglo XVIII en el
moción de salud por el otro. El especialista en pensamiento sociopolítico de Francia y es pro-
salud pública podrá estar de acuerdo que exis- pugnado en las encíclicas sociales del período
ten p r ima facie i n t e racciones y aun sinerg i a s leonino y en las de Juan Pablo II. La solidaridad
e n t re el campo de la biomedicina clínica y la asume que la atomización de un colectivo hace
salud pública, rechazando por lo tanto el sepa- más vulnerable a cada uno de sus miembro s,
rarlas en “dos culturas” que se ignoran mutua- por lo cual es recomendable entender este co-
mente (Coye, 1994). También en este contexto lectivo como un sólido (= solidaridad) que aú-
parecen insuficientes las herramientas del mo- na los esfuerzos de todos para paliar infort u-
delo p rincipialista para enfrentar los dilemas n i o s, defenderse de agre s i o n e s, constituir un
que actualmente ocupan la salud pública. sistema de protección y elaborar en conjunto
La reducción de la moralidad en salud pú- para la obtención de bienes comunes. Implíci-
blica al ámbito de la ética biomédica clínica es ta en la solidaridad está la igualdad, tanto de
criticable porque: esfuerzo realizado como de protección obteni-
• Descuida la especificidad de los problemas da, y allí donde esta simetría se rompe, apare-
que enfrenta la salud pública, preocupada tan- cen los abusos y las desprotecciones de los más
to de la prevención de morbilidades en pobla- débiles.
ciones humanas como de la promoción en sa- Callahan (1998) señala que el “principio de
lud y de la calidad del ambiente biológico, psi- solidaridad” constituye uno de los principales
cológico, social y cultural; ingredientes para poder pensar una medicina
• Reduce la complejidad de las relaciones en- que sea al mismo tiempo equitativa y sustenta-
tre biomedicina clínica y salud pública, lo cual ble. Sin embargo, el principio de solidaridad se
implica que no todo lo re l e vante en el ámbito expone a innumerables críticas, sobre todo allí
bioético clínico lo es también desde el punto de donde se le utiliza para legitimar políticas de
vista de la ética en salud pública. asignación de re c u r s o s, que son re c o n o c i d a-
En políticas públicas se trabaja con riesgos mente finitos y escasos en cualquier sistema
y complicaciones de grandes magnitudes así sanitario.
como difícilmente cuantificables, razón por la El principio de solidaridad aplicado a las
cual se vuelve extremadamente difícil hacer políticas públicas es insuficiente para resolver
p redicciones que posibiliten orientar mora l- los complejos problemas de salud por estar
mente a través del modelo principialista los obligado a ser solidario con los otros en situa-
comportamientos apropiados para minimizar ciones de profunda diversidad de necesidades
los efectos negativos; por ende tal modelo de- y aunque existan discrepancias profundas de
be ser considerado inadecuado para enfrentar valores que quedan opacas y negadas a la argu-
los dilemas morales en salud pública. mentación.
Los problemas éticos en salud pública no se
dejan enmarcar adecuadamente en el pensa-
miento bioético actual inspirado en el modelo Ética de la responsabilidad
principialista y, más allá, la evaluación ética de
políticas sanitarias, sobre todo de carácter pre- El otro principio a considerar como posible
ventivo, puede llevar a una especie de “tiranía herramienta apropiada para el análisis de cues-
s a n i t a ri s t a” (Be c k e r, 1986) y a un “f a n a t i s m o tiones morales en salud pública es la responsa-
preventivista” (Skrabanek, 1994), por lo cual es bilidad. Responsabilidad viene del verbo re s-
preciso dar con una ética específica para salud ponder y significa en ética hacerse cargo de lo
pública. realizado frente al afectado, corolario de lo cual
puede ser el cuidar de otro ser humano cuando
ese está amenazado en su vulnerabilidad. La

Cad. Saúde Pública, Rio de Janeiro, 17(4):949-956, jul-ago, 2001


952 SCHRAMM, F. R. & KOTTOW, M.

ética aplicada atribuye responsabilidades a los da de futuras generaciones), que exigen una
individuos a partir del presupuesto que cada posición de prudencia en nuestros actos y de
acto humano ha sido libremente elegido por frugalidad en las tentativas de satisfacer nues-
un agente moral, quien siempre es responsable tras pretensiones, lo que a su vez es inadecua-
por sus decisiones y las consecuencias de ellas. do por defecto. Una política de re s t ricción de
Así como la libertad, también la responsabili- inversión en desarrollo tecnológico, según Jo-
dad está en la raíz de la ética como elemento nas, implicaría consecuencias incalculables pa-
constitutivo, siendo exigible sin que sea explí- ra la sociedad, comenzando por el desempleo
citamente formulada como un principio a d i- masivo y, desde el punto de vista de la asigna-
cional. ción de recursos en salud, una menor cobertu-
A pri m e ra vista parecería que la ética de ra para los más desprotegidos. En consecuen-
responsabilidad de Jonas (1979) se puede ha- cia, este tipo de responsabilidad tampoco pue-
cer cargo de los problemas morales en salud de dar cuenta de acciones de salud colectiva.
pública, visto que el autor pone en la base de En tercer término, es razonable preguntar-
su ética el deber de responsabilidad con la to- se cuál sería la confiabilidad de técnicas de
talidad del ser, lo que llamamos de responsabi- diagnóstico y pronósticas desarrolladas en el
lidad óntica, preservándolo de los procesos de campo de la biomedicina clínica y aplicadas en
aniquilamiento. Eso significa actuar de tal for- el ámbito de la salud colectiva, cada vez que se
ma que los actos no sean destructivos para las p retenda detectar vínculos causales entre ac-
f u t u ras posibilidades de una vida digna sobre tos individuales y consecuencias colectivas a
la tierra; el nuevo impera t i vo moral se re f i e re fin de asignar claramente las re s p o n s a b i l i d a-
por ende más a una política pública que al com- des invo l u c ra d a s. Al carecer de datos confia-
portamiento privado. Al menos tres considera- bles para evaluar acciones sanitarias, la respon-
ciones tornan impracticable esta propuesta. sabilidad no puede funcionar como un princi-
No es posible ignora r, en primer térm i n o, pio moral legítimo, puesto que no contamos
que la responsabilidad en cuanto principio mo- con datos cuantitativos y valóricos fidedignos
ral se refiere a entes que “deben ser de carácter a los cuales aplicar el análisis moral.
p e r s o n a l ” ( Fe r ra t e r- Mo ra, 1999:3082), no pu- Por supuesto, lo anterior no pretende suge-
diendo por ende guiar actos que carecen de ac- rir que las acciones públicas estén liberadas de
t o res identificables, como sería el caso de las las responsabilidades individuales de los acto-
políticas de salud pública diseñadas por enti- res sociales que actúan en nombre del bien pú-
dades institucionales y destinadas a una pobla- blico, bajo pena de clasificarlos como agentes
ción no siempre claramente acotada. Al re s- i r re s p o n s a b l e s. El agente público es también
pecto cabe preguntar si, al requerir la respon- un individuo que, en tanto tal, es agente moral
sabilidad con un genérico “ser” de la naturale- y debe responder por los costos sociales de sus
za y de futuras generaciones, Jonas busca asig- decisiones públicas. Es igualmente ciert o, no
nar responsabilidades por todo lo que aconte- o b s t a n t e, que el agente público, por su s t at u s
ce en el mundo. Si así fuese, sería un tipo utó- profesional otorgado colectivamente, enfrenta
pico de responsabilidad, inapropiado y poco serias limitaciones institucionales en sus deci-
convincente para exigir una supere ro g a c i ó n siones y acciones, aun cuando ello no significa
m o ral difícilmente alcanzable. Altern a t i va- que se torne un mero ejecutor de órdenes. De
mente, el principio de responsabilidad podría cualquier forma, la cuestión de conservar e
re f e rirse ante todo a los deberes de las élites identificar una responsabilidad individual en
gobernantes, conforme a una jerarquía intuiti- acciones colectivas es un asunto complejo que
va que asigna mayor responsabilidad a quien la bioética aún no ha abordado satisfactori a-
supuestamente tiene más saber y poder. El l o mente.
sólo sería ra zonable si los poderes públicos Con un poco de imaginación es posible de-
e f e c t i vamente tomaran decisiones desde el tectar una diversidad de tipos de responsabili-
punto de vista de la justicia distri b u t i va y de dad, desde una responsabilidad por causas y
políticas compensatori a s. Sin embarg o, estas efectos probabilísticamente identificables,
c o n s i d e raciones se vuelven extre m a d a m e n t e hasta responsabilidades imputables al carácter
problemáticas y nebulosas al intentar aplicar- m o ral del agente. Estos tipos de re s p o n s a b i l i-
las a colectivos y a la sociedad. dad indican que un agente moral debe ser res-
En segundo térm i n o, Jonas enfoca la re s- ponsable por las consecuencias de sus actos
ponsabilidad en situaciones de incertidumbre ante la sociedad y de acuerdo con normas vali-
(como son la mayoría de las situaciones a que dadas por una instancia eva l u a d o ra. En la
él se refiere: el desarrollo de las biotécnicas, el práctica, no obstante, ello es difícil de realizar
deterioro ambiental o de las condiciones de vi- debido a las incert i d u m b res que afectan los

Cad. Saúde Pública, Rio de Janeiro, 17(4):949-956, jul-ago, 2001


PRINCIPIOS BIOÉTICOS EN SALUD PUBLICA 953

cálculos probabilísticos utilizados en salud pú- Si ninguna acción concreta está indicada
blica, como muestran prácticamente todos los para este tipo de oferta libre y de responsabili-
estudios epidemiológicos (Skrabanek, 1992). dad abierta, resulta difícil exigir el cumpli-
miento de una responsabilidad definida. En
otros términos, la responsabilidad en estos ca-
Responsabilidad óntica sos deja de ser una obligación de re s p o n d e r
y responsabilidad diacónica concretamente ante alguien por lo hecho, para
tornarse un acto ético supere ro g a t o rio dema-
De los diversos tipos de responsabilidad reco- siado fuerte para ser re q u e rido por una ética
nocidos en la litera t u ra, dos parecen ser los convencional. Por estas razones, parece plausi-
candidatos más fuertes para una ética en salud ble substituir el principio de re s p o n s a b i l i d a d
pública: (1) La responsabilidad óntica (o “re s- por otro: el principio de protección que guía
ponsabilidad para con el ser”) de Hans Jo n a s los actos de un modo más compro m etido al
(1979), y (2) la responsabilidad diacónica ( o mismo tiempo que viable.
“responsabilidad para con el otro”) de Emma-
nuel Lévinas (1974).
Responsabilidad óntica y re s p o n s a b i l i d a d La ética de protección
diacónica tienen características comunes: no
son fruto de una solicitud explícita sino de la La ética de protección tiene sus raíces filosófi-
vulnerabilidad del sujeto que insinúa una ne- cas en el propio origen del vocablo é t ic a, cuyo
cesidad de amparo que es ofrecido por el agen- sentido más arcaico es precisamente de “guari-
te moral. Ambas son asumidas libremente o, a da” para animales y, por extensión, de “refugio
lo sumo, obedeciendo a un deber imperfecto o y pro t e c c i ó n” para los seres humanos (Chan-
virtud relativa a un “p e rf e c c i o n a m i e n t o” de la traine, 1968; Liddell & Scott, 1968).
conducta moral individual, por lo cual no pue- El principio de protección está en el funda-
den ser consideradas deberes propiamente di- mento del Estado mínimo que reconoce su
chos en sociedades seculares y laicas. Fi n a l- obligación de cautelar la integridad física y pa-
m e n t e, los modos de responsabilidad asumi- t rimonial de sus ciudadanos a partir del siglo
dos constituyen un compromiso general que no XVIII, siendo por ende también el fundamento
puede tener objetivos claramente identificados, m o ral del Estado do bienestar contemporá-
careciendo de un programa o agenda definidos n e o. Como es sabido, la salud pública nace en
en cuanto a beneficios específicos propuestos. el siglo XVIII con el propósito de dar pro t e c-
¿ Qué es lo que decide el agente cuando se ción sanitaria a la fuerza laboral. Siendo así, el
ciñe a una de estas formas de responsabilidad? p rincipio de protección suby a c e, desde hace
De hecho, nada específico está siendo solicita- por lo menos tres siglos, a las acciones públi-
do y ninguna acción en particular es requerida, cas, tanto políticas como sanitarias, por lo que
no existiendo obligación alguna que esté sien- es sorprendente que la bioética no haya explí-
do invocada. A este respeto, Jonas indica que la citamente incorporado este principio en su
situación arquetípica que lleva a asumir la res- agenda.
ponsabilidad óntica es la de los padres frente al Entendemos por protección la actitud de
recién nacido, y Lévinas cita como ejemplo de dar resguardo o cobertura de necesidades esen-
responsabilidad diacónica el caso del otro de- ciales, es decir, aquellas que deben ser satisfe-
samparado que me incita a asumir una respon- chas para que el afectado pueda atender a otras
sabilidad incondicional... ¡de protegerlo! No es necesidades u otros intereses.
posible equiparar la responsabilidad presenta- Pa ra poder hablar de un principio de pro-
da por Jonas con la responsabilidad del gestor tección y distinguirlo de otros principios, con-
de políticas públicas, so pena de redundar en viene asignarle por lo menos las siguientes ca-
una cierta dosis de paternalismo (Goffi, 1997). racterísticas:
En el caso de Lévinas, el análisis es más sutil, • Gratuidad, en el sentido de no existir un
pues el otro me convoca a asumir por él una compromiso a priori de asumir actitudes pro-
responsabilidad incondicional que sólo puede tectoras;
darse en una relación asimétrica y no de re c i- • Vinculación, en el sentido de que una vez
p rocidad; lo cual implica que el yo se define l i b remente asumida se convierte en un com-
éticamente en función del otro. Bajo esas con- promiso irrenunciable;
diciones de una relación ética individual es di- • Co b e rt u ra de las necesidades entendidas
fícil entender cómo una responsabilidad dia- desde el afectado.
cónica podría transladarse al ámbito de las po- De lo anterior se desprende que el principio
líticas públicas de prevención y promoción. de protección no es reducible al de beneficen-

Cad. Saúde Pública, Rio de Janeiro, 17(4):949-956, jul-ago, 2001


954 SCHRAMM, F. R. & KOTTOW, M.

cia o a algún tipo de paternalismo. La legitimi- e ventuales efectos negativos no invalidan el


dad moral de la beneficencia depende de la programa.
e valuación del afectado que es el único que Las políticas de protección de salud públi-
puede decidir si un acto será para él beneficen- ca aparecen como propuestas frente a necesi-
t e. En el caso del paternalismo es el agente dades sanitarias colectivas. Una vez aceptadas,
quien decide lo que es beneficioso para el afec- se vuelven obligatorias y permiten que el cum-
t a d o, en independencia o aún en contra de la plimiento de las medidas de re s g u a rdo va l i d e
opinión de dicho afectado. Por lo tanto, estos ejercer un legítimo poder de disciplina y auto-
principios difieren substancialmente de lo que ridad para que sean efectivas. También se justi-
aquí entendemos por protección. fica someter la autonomía individual a los re-
Tareas de la salud pública son las medidas querimientos del bienestar colectivo, en prin-
colectivas de prevención y promoción de la sa- cipio sin contemplar excepciones. La legitimi-
lud re f e rentes a poblaciones humanas y a sus dad de las acciones sanitarias y la inevitable
e n t o rnos socio-ambientales por un lado, y a restricción de la autonomía individual consti-
instituciones públicas responsables por la im- t u yen características de los actos pro t e c t o re s ;
plementación de políticas sanitarias legítimas la protección adquiere así una forma de poder
y eficaces, por otro. El Estado debe asumir obli- sui generis, avalado por el principio de respon-
gaciones sanitarias que implican una ética de sabilidad y cara c t e ri z a d o, como señalado, por
la responsabilidad social correspondiente, que la postergación de obligaciones frente a los in-
llamamos aquí de ética de protección. dividuos. Es decir, la justicia sanitaria prevale-
La protección sanitaria puede ser vista co- ce sobre la autonomía individual.
m o una propuesta de cuidar a la ciudadanía, Validada y aceptada la eficacia de un pro-
con miras a prevenir enfermedades y fomentar g rama sanitari o, es ra zonable suponer que el
un medio ambiente saludable. La pro t e c c i ó n principio de protección, a diferencia del tradi-
no se confunde con el paternalismo beneficen- cional principio de responsabilidad, no impli-
te pues, en pri n c i p i o, el agente protector no ca en cada caso concreto exigencias y legitima-
puede actuar sin el consentimiento de la po- ciones adicionales acerca de resultados espe-
blación, debiendo proponer medidas públicas ra d o s, ri e s g o s, complicaciones o falencias, ya
necesarias y razonables para prevenir los pro- que todo ha sido previsto y explicado en el mo-
blemas sanitarios. Como ya señalado, el princi- mento de la planificación, presentación y acep-
pio de responsabilidad no puede ser a p l i c a d o tación del programa. En caso de no ser acepta-
de forma opera t i va a acciones colectivas ni a ble, el programa ha de ser revisado y renegocia-
políticas sanitarias por cuanto tanto los agen- d o, siempre bajo la premisa que los re q u e ri-
tes como los afectados no pueden ser i d e n t i f i- mientos individuales deben ceder ante las ne-
c a d o s. El principio de protección, en cambio, cesidades sanitarias del bien común.
ofrece la posibilidad de una evaluación ética de
acciones destinadas a cubrir necesidades sani-
tarias impostergables, efectivamente sentidas Conclusiones
por la población.
La introducción del principio de protección Lo específico de la reflexión en salud pública es
para la evaluación moral de políticas públicas que tanto agentes como destinatarios no son
en salud colectiva será por ende bajo las si- individuos sino instituciones y colectivos.
guientes condiciones concretas: Las autoridades sanitarias deben asumir al-
• Corresponde considerar la protección cada gún nivel razonable y efectivo de resguardo, de
vez que determinados objetivos sanitarios son s e rvicios para el cuidado de la salud, de pre-
públicamente aceptados como m a n d a t o r i o s vención de epidemias y de otros import a n t e s
por estimarse indispensables. p ro g ramas de salud colectiva, incluyendo la
• La aceptación de programas de salud públi- p romoción. Así y todo, estas tareas significan
ca implica la certeza – o la alta probabilidad – someterse a alguna forma de cobro o exigencia
de que las medidas propuestas sean necesarias por los resultados obtenidos.
y suficientemente razonables para prevenir los Rescatando los contenidos morales del
problemas sanitarios abordados. principio de responsabilidad, la protección es
• Una vez aceptado como pertinente, el prin- una versión actualizada de lo anterior pues
cipio de protección puede cumplir su rol ca- re c u p e ra el sentido de responder vo l u n t a ri a-
balmente, ya no pudiendo ser desestimado por mente a las necesidades de los otros y tam-
ra zones secundari a s, en vista que existe una bién se preocupa de la eficacia y de la efectivi-
necesidad social de ejercer la protección a tra- dad de las medidas de protección sanitari a
vés de las acciones programadas; vale decir, los adoptadas.

Cad. Saúde Pública, Rio de Janeiro, 17(4):949-956, jul-ago, 2001


PRINCIPIOS BIOÉTICOS EN SALUD PUBLICA 955

Como sugiere el presente trabajo, la evalua- Es muy probable que algunos problemas y di-
ción puede mejor realizarse a partir de un prin- lemas morales en salud pública, aparentemen-
cipio de protección, el cual impone el deber de te insolubles en la configuración actual de las
eficacia como condición necesaria para una éticas aplicadas, lo sean no únicamente por su
potestad legítima de intervención, autorizada supuesta complejidad intrínseca sino ante to-
para exigir a la autonomía personal que se ajus- do por las inadecuadas herramientas concep-
te al bien común. tuales empleadas. Intentamos aquí mostrar las
La ética de protección debe ser entendida insuficiencias del modelo canónico del princi-
como un compromiso práctico, sometido a al- pialismo cuando se traslada del plano de las re-
guna forma de exigencia social, con lo cual la laciones interpersonales al nivel de análisis
protección se vuelve un principio moral irrevo- institucional, así como la imprecisión del prin-
c a b l e, puesto que agentes, afectados, tareas y cipio de responsabilidad cuando los agentes y
consecuencias deben ser definidos. los destinatarios no son claramente identifica-
No quedan de este modo resueltas las difi- bles. La protección completa y especifica la res-
cultades éticas en salud pública, pero al menos ponsabilidad, y en ese sentido sugerimos intro-
se intenta esclarecer algunos conflictos teóri- ducir el principio de protección, que conside-
cos y prácticos que se han dado, en particular, ramos más apropiado para integrar responsa-
por la confusión conceptual entre el nivel pri- bilidad moral y efectividad pragmática, respe-
vado y el público en el análisis de sus pro b l e- tando ya sea la pluralidad de necesidades y va-
mas morales. Esta confusión ocurre cuando, en l o res de las sociedades actuales como alguna
f o rma acrítica, se extrapola el modelo pri n c i- forma justa y razonable de propiciar bienes sa-
pialista del ámbito interpersonal al colectivo. nitarios.

Agradecimientos

Este trabajo fue realizado con el apoyo del C o ns el h o


Nacional de Desenvolvimento Científico e Tecnológi-
co, entidad del Gobierno Brasileño que apoya el de-
sarrollo científico y tecnológico.

R e f e re n c i a s

B E AU C H A M P, T. L. & CHILDRESS, J. F., 1994. Princi-


ples of Biomedical Et h i c s. 4 th Ed. Oxford: Oxford
University Press.
BECKER, M. H., 1986. The tiranny of Health Pro m o-
tion. Public Health Review, 14:15-25.
C A L LAHAN, D., 1998. False Ho p e s . Why Am e r i c a’s
Quest for Pe rfect Health Is a Recipe for Fa i l u re.
New York: Simon & Schuster.
CHANTRAINE, Y. P., 1968. Di c t i o n n a i re Éthymologi-
que de la Langue Grecque. Paris: Kliencksieck.
CLOUSER, K. D. & GERT, B., 1990. A critique of princi-
p l i s m . Journal of Medicine and Ph i l o s o p h y, 15:
219-236.
COYE, M. J., 1994. Leadership in Public He a l t h. Ne w
York: Millbank Memorial Foundation.
DANIELS, N., 1985. Just Health Ca re. Ca m b ri d g e :
Cambridge University Press.

Cad. Saúde Pública, Rio de Janeiro, 17(4):949-956, jul-ago, 2001


956 SCHRAMM, F. R. & KOTTOW, M.

EVANS, J.-H., 2000. A sociological account of the LACHMANN, P. J., 1998. Public health and bioethics.
growth of principlism. Hastings Center Report, 30: Journal of Medicine and Philosophy, 23:297-302.
31-38. L EVINAS, E., 1974. Au t rement qu’ Ê t re ou Au-delà de
FERRATER-MORA, J., 1999. Diccionario de Filosofía. l’Essence. The Hague: Nijhoff.
Barcelona: Ariel. LIDDELL, H. G. & SCOTT, R., 1968. A Gre e k - En g l i s h
G I L LON, R., 1996. Principles of Health Ca re Et h i c s. Lexicon. Oxford: Clarendon Press.
Chichester: John Wiley. SKRABANEK, P., 1990. Why is preventive medicine ex-
GOFFI, J.-Y., 1997. Jonas Hans. In: Dictionnaire d’Éthi- empted from ethical constraints. Journal of Med-
que et de Philosophie Morale (M. Canto-Sperber, ical Ethics, 16:187-190.
ed.), pp. 763-765, Paris: Presses Universitaires de SKRABANEK, P., 1992. The pove rty of epidemiology.
France. Perspectives in Biology and Medicine, 35:182-185.
JONAS, H., 1979. Das Prinzip Verantwortung. Versuch SKRABANEK, P., 1994. The Death of Humane Medicine
Einer Ethik Für Die Technologische Zi v i l i s a t i o n . and the Rise of Coercitive Healthism. London: The
Frankfurt am Main: Insel Verlag. Social Affairs Unit.
JONSEN, A. R. & TOULMIN, S., 1988. The Abuse of Ca- THE NATIONAL COMMISSION FOR THE PROT E C-
s u i s t ry. A Hi s t o ry of Mo ral Re a s o n i n g. Los Ange- TION OF HUMAN SUBJECTS OF BIOMEDICAL
les: University of California Press. AND BEHAVIORAL RESEARCH, 1978. The Belmont
K U C Z EWSKI, M., 1998. Ca s u i s t ry and pri n c i p l i s m : Re p o rt : Ethical Principles and Guidelines for the
The convergence of methods in biomedical ethics. Protection of Human Subjects of Re s e a rc h. Wash-
Theoretical Medicine and Bioethics, 19:509-524. ington, DC: U. S. Government Printing Office.

Cad. Saúde Pública, Rio de Janeiro, 17(4):949-956, jul-ago, 2001

Anda mungkin juga menyukai