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LLAMADOS A LA SANTIDAD

 Hoy en día hablar de santidad resulta poco menos


que chocante para la sensibilidad moderna, tan ocupada en
asuntos más importantes. El dinamismo secularizante de
nuestros tiempos ha relegado la santidad al campo de lo
mítico e incluso de lo anecdótico. Los santos aparecen como
seres cuasi legendarios, cuyas pálidas imágenes adornan los
oscuros rincones de las iglesias.
 Para muchos bautizados el tema de la santidad se
presenta no menos distante y ajeno, como un ideal muy
digno y meritorio, pero totalmente lejano e inalcanzable.
Existe, sí, una profunda veneración y respeto hacia aquellos
hombres y mujeres que hicieron de su vida cristiana un
testimonio heroico de virtudes, pero también se les percibe
como un grupo de elegidos, una suerte de aristocracia
espiritual para quienes están exclusivamente reservadas las
altas cumbres de la unión con Dios.
 Sin embargo, el Concilio Vaticano II nos recuerda
una verdad fundamental, siempre presente en la vida de la
Iglesia pero que hoy en día adquiere una especial resonancia
para los hombres y mujeres de nuestro tiempo: "Todos los
fieles cristianos, de cualquier condición y estado, fortalecidos con tantos y tan poderosos medios de
salvación, son llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la perfección de aquella santidad
con la que es perfecto el mismo Padre" (Lumen Gentium, 11).
 ¡Sí! ¡Todos estamos llamados a ser santos! Dios mismo "nos ha elegido en Él antes de la fundación
del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor" (Ef 1, 4). Ése es el camino de
plenitud al cual nos invita el Señor Jesús: "Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial"
(Mt 5, 48). No basta, pues, con ser buenos, con llevar una vida común y corriente como todo el
mundo, sin hacerle mal a nadie. El Señor Jesús nos invita a conquistar un horizonte muchísimo más
grande y pleno: la gran aventura de la santidad. Ésa es la grandeza de nuestra vocación: "Porque
ésta es la voluntad de vuestro Dios: vuestra santificación" (1Tes 4, 3).

SANTIDAD Y REALIZACIÓN PERSONAL


 Este camino de plenitud que todos estamos
invitados a recorrer es el único que
verdaderamente conduce hacia nuestra
plena realización personal. En efecto,
santidad y realización personal se
identifican. El llamado a ser santos es un
llamado a ser persona humana abierta al
encuentro con Dios.
 Y es que el ser humano está sellado en lo
más hondo de su mismidad por una intensa
necesidad de infinito, por una profunda
hambre de trascendencia y plenitud. Esta
dimensión tan esencial de la persona se
traduce en aquella aspiración al encuentro presente de manera constitutiva en sus dinamismos
fundamentales. El ser humano, imagen y semejanza de Dios, ha sido creado para abrirse desde su
libertad al encuentro con Dios, Comunión de Amor, y, análogamente, con los demás hombres. De
ahí que el hombre sólo puede encontrar su realización plena y definitiva recorriendo la dirección
hacia donde apuntan los dinamismos fundamentales presentes en su yo profundo.
 En el Señor Jesús, fuente y modelo de toda santidad, encontramos la verdadera identidad de nuestro
ser, el horizonte al que debemos dirigirnos para alcanzar la plenitud que anhelamos. Al adherirnos
existencialmente a Él ingresamos en la dinámica del encuentro. La santidad es un proceso
configurante que se da a través de una profunda transformación interior, de manera que pueda
repetir con el Apóstol: "Vivo yo, mas no yo, sino que es Cristo quien vive en mi" (Gál 2, 20).
 La opción fundamental por el Señor Jesús se presenta, pues, como camino ineludible para todo
aquel que desde su libertad busca ser fiel a su propia humanidad.

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GRACIA Y LIBERTAD
La santidad aparece ante nosotros como un
apasionante desafío. Se trata de un largo camino
por re correr, no exento de dificultades. Ser santos
no es algo fácil. Nunca lo ha sido. Pero tampoco
se trata de algo imposible, pues es la fuerza de la
gracia la que nos guía y sostiene.
Sin embargo, para que la acción de la gracia sea
eficaz, requiere de nuestra cooperación libre y
activa. No basta con decir "Señor, Señor" (Mt 7,
21). Es necesario realizar un esfuerzo serio y
responsable por corresponder a los dones de Dios,
despojándonos de todo aquello que impide al
don de la reconciliación fructificar en nosotros,
buscando reordenar nuestras facultades y potencias heridas por el pecado, así como revistiéndonos de
los hábitos y virtudes contrarios, según el Plan de Dios. De esta manera, gracia y libertad humana se
encuentran en un fructífero proceso que conduce hacia nuestra santificación.

SANTOS EN MEDIO DEL MUNDO


Las características de nuestro tiempo nos muestran un
modelo de santidad para el creyente moderno. Si n negar la
validez de otros modelos de santidad, el santo de nuestro
tiempo no destaca por una forma de existencia
extraordinaria, llamativa y fuera de lo común, sino que es
aquel que vive su vida ordinaria con tal intensidad, que hace
de ella un culto agradable a Dios, así como un elocuente
testimonio del amor de Cristo en medio del mundo.
El santo de nuestro tiempo descubre en las realidades
terrenas un ámbito de realización personal querido por Dios.
Su presencia y compromiso en medio del mundo según el
designio divino configuran tanto su identidad personal como
su propia realización y felicidad. Esta presencia se traduce en
acción transformante por medio del amor, acción que brota
de un compromiso profundo con el Señor y que se
manifiesta en el silencio de las actividades ordinarias de cada
día, a semejanza de nuestra Madre María.
CITAS PARA MEDITAR
• Todos estamos llamados a ser santos: Lev 20, 26; Mt 5, 48; Ef 1, 4; 1Tes 4, 3; 1Pe 1, 15-16.
• La santidad es camino de plenitud: Dt 30, 9; Sal 128(127), 1; Mc 10, 29-30; Rom 8, 1-2.11; 1Cor 1, 4-8.
• Exige nuestra activa cooperación: Jer 17, 1; Jer 31, 18; Zac 1, 3; Mt 7, 21-27.
• La santidad consiste en conformarnos a Cristo: Rom 8, 29; Gál 2, 19-20;Ef 3, 17-19;Flp 1, 21;Flp 3, 7-14.

¿CÓMO PUEDO YO ESTAR LLAMADO A LA SANTIDAD, SI SOY UNA CALAMIDAD?

 ¿Podemos ser todos santos?, ¿Estamos todos


llamados a la santidad?... es una cuestión que nos da
vueltas en la cabeza, y no nos deja dormir bien.
 ¿Cómo es posible que pueda yo estar llamado
a la santidad, si soy una calamidad?
 La santidad a la que estamos llamados todos
los seres humanos se puede dar en muchos frentes y
en un gran abanico de posibilidades, pues no
necesariamente se debe llevar a cabo en la vida
consagrada religiosa o sacerdotal, también es un muy
buen medio la vida marital, la vida laboral, en la vida
cotidiana; con el ejemplo de rectitud de vida, de
conciencia, de actos,
hacer las cosas sin un doble sentido, pensando en que
si yo estuviera en la posición de la otra persona no
me gustaría ser tratado de tal o cual manera.

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 Cristo, en sus tres años de vida pública, nos dice esto mismo, pues a todos los trataba de una forma
digna, a veces dura, pero sin faltar al respeto; en sus parábolas nos dice que tenemos que morir a
nosotros mismos para dar frutos y en esto veo otro medio de santificación.
 Todos estamos llamados a ser santos de una forma u otra,
ahora el tema es saber aceptarlo y asumir esta realidad que
nos toca vivir, pues es un llamado fuerte y claro, con el
cual no podemos hacernos los sordos, ciegos y mudos ante
esta verdad.
 Tenemos que ser obreros de la vid del Señor
 Tenemos que ser el administrador que vela mientras el
amo no está
 Tengo que ser como el trabajador que duplicó los dones
entregados por tu Señor
 Tengo que ser como la mujer que tenía una hemorragia y
confía en el señor y la sana.
 Tengo que ser como Juan El Bautista identificado con el
reino de los cielos
 Tengo que ser como María que siempre dijo sí a la
voluntad de Dios
 Tengo que ser como Pedro con su ímpetu para con su
Señor
 Tengo que ser sabio como San Pablo
 Tengo que ser dócil como un niño
 Tengo que tener una fe ciega en Dios y un espíritu dócil
para escuchar su voz y sin duda alguna me santificaré.

 Ser santos significa parecerse a Jesucristo en todo: pensamientos, sentimientos, palabras y acciones. El
rasgo más característico de la santidad es la caridad (amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo
como a uno mismo), que informa todas las virtudes: humildad, justicia, laboriosidad, castidad,
obediencia, alegría... Es una meta a la que están llamados todos los bautizados, y que se alcanza sólo
en el Cielo, después de luchar toda la vida, contando con la ayuda de Dios.
 Jesús se Santificó a sí mismo para que nosotros pudiéramos ser Santificados en la verdad (Juan
17:19). La Santidad es lo que nos identifica como Hijos de Dios, y como co-herederos del reino con
Cristo Jesús. La santidad es lo que nos distingue de todo aquel que está en el mundo, y ama las cosas
del mundo.
 Ya que en la actualidad especialmente nuestros jóvenes se hacen la pregunta ¿Qué es la Santidad?
Algunos piensan que la santidad sólo puede caer sobre algunos privilegiados “santos” que vivieron
en otras épocas y que por gracia de Dios fueron llamados y elegidos para ser Santos. La Santificación
es lo que nos lleva a ser santos. Pero ¿Qué es santificar? Es “Acción y efecto de santificar o
santificarse. Hacer a uno santo. Dedicar a Dios una cosa o una persona.

SED SANTOS, PORQUE YO SOY SANTO

 Cuando comprendemos que la santificación


es un deseo de consagrarse uno mismo al Señor y
Dios nuestro, y que es un deseo que proviene de
nosotros mismos, el deseo de agradar a Dios en
todo, de Servirle con todo el corazón, de
ofrecernos a nosotros mismos como sacrificio vivo
agradable a Él, solo entonces es cuando Dios
derrama su Gracia sobre nosotros y nos ayuda a
vivir en Santidad, por medio de su Espíritu
Santo. Por nuestras fuerzas no podemos, pero con
la ayuda de Él, todo es posible.
 “Y el mismo Dios de Paz os santifique por
completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y
cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida
de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama,
el cual también hará”. 1 Tesalonisences 5:23-24

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 El Señor, que es fiel n os ha llamado a ser santos, y esto con un fin, ser hallados irreprensibles para la
venida del Señor, la cual como ya hemos hablado, está a las puertas. También por medio de la
santidad, podemos hacer la voluntad de Dios sobre nuestra vida en lo individual, y en lo general,
como miembros del cuerpo de Cristo. Pablo nos aconseja como llegar a la santidad de nosotros
mismos, para lograr la armonía con el Dios de Amor, el Dios Santo.
“Vestíos pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad,
de humildad, de mansedumbre, de paciencia. Soportándonos unos a otros, y perdonándonos unos a
otros, si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo nos perdonó, así también háganlo
ustedes. Y sobre todas las cosas, vestíos de Amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne
en vuestros corazones, a la que así mismo fuiste llamados en un solo cuerpo, y sean agradecidos”. Col
3:12-15

 Una vez más, la santidad está ligada al Amor de Dios, y al cuerpo de Cristo. La única manera de
vivir en santidad es por medio de la ayuda del espíritu Santo de Dios: EL AMOR DE DIOS SOBRE
NOSOTROS. Sin el amor de Dios no podemos hacer nada. Dios es un Dios de amor, y si le pedimos
amor en abundancia para nuestro prójimo, familiares, amigos, esposos, pastores, hermanos en la fe,
Dios hará. Por medio del amor, Dios actúa en nosotros trayéndonos la fuerza necesaria para vivir en
Santidad por medio del amor de Dios para nosotros, a través de nosotros, y en nosotros.

 Además, la Santidad es el medio que nos une, su Iglesia, es el sello que nos caracteriza por haber
sido hechos hijos de Dios, es por ello que todo Cristiano comprometido con Jesús debe practicar
cada día, para poder caminar en armonía dentro del cuerpo de Cristo; solo una persona que vive en
Santidad es capaz de escuchar la dulce voz de Jesús, y seguirla; obedecer a esa voz y hacer la
perfecta voluntad de Dios para nosotros en lo individual, y para nosotros en el cuerpo de
Cristo; Cuando caminamos en armonía dentro del cuerpo de Cristo, que es su iglesia, podremos
anunciar su palabra.
“Como aquel que os llamó es santo, sed también ustedes santos en toda vuestra manera de vivir,
porque escrito está: SED SANTOS, PORQUE YO SOY SANTO” 1 Pedro 1:15-16

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