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Javier Taks 1

La sociedad del cambio climático

La crisis ambiental se entiende en el presente como un fenómeno global vinculada, entre


otros, al aumento y aceleración de los intercambios de mercancías e información. Entre
sus efectos a nivel de la conciencia es la creencia que los procesos de transformación de
la naturaleza en un punto determinado del planeta pueden tener efectos en el resto. Este
es el caso del llamado cambio climático global, que junto a la pérdida de biodiversidad,
se ha convertido en el principal fenómeno que resume el estado actual de la crisis
ambiental global (Tommasino, Foladori y Taks, 2005).

El surgimiento del cambio climático global como nueva gran narrativa planetaria, tiene
un gran potencial de permitir interconectar y comprender procesos de transformación
social fragmentados en una visión integral del devenir de las sociedades en sus mundos
naturales, conjuntando la dimensión ambiental y la justicia social para intentar un nuevo
orden ante el actual caos climático (Sachs 2009). Pero también presenta riesgos, que no
radican sólo en los actuales y futuros impactos materiales en infraestructura y vidas,
sino en que bajo el lema de “Todos contra el cambio climático” se impongan formas de
entender la relación cultura – naturaleza que en nombre de un mensaje simple que
sensibilice para la acción, ponga un velo a otras dimensiones del desarrollo humano que
explican la vulnerabilidad de ciertos países y grupos sociales frente a fuerzas sin
control. Más aún, el arribo a ciertos consensos acerca del cambio climático no puede
nunca dejar de lado nuestra reflexión sobre las condicionantes políticas, ideológicas y
culturales que promueven ese mismo consenso; porque es probable que con nuevas
discusiones científicas, con cambios constantes en los usos sociales del clima y el
enfrentarse a múltiples dificultades a la hora de llevar adelante las políticas de
mitigación y adaptación al cambio climático, nos demos cuenta que el cambio climático
no es una cosmovisión neutra sino una nueva y codiciada arena de lucha de sentidos por
proyectos de vida personales y colectivos

Tiempo y clima

A mediados de los 90 un chacarero de Villa del Rosario, localidad en el suroeste del


departamento de Lavalleja, frente a mi consulta sobre qué cambios hubo en su entorno
en los últimos años, me respondió con una seguridad sorprendente de que el cambio del
clima había comenzado a fines de los años 60 con una gran helada, que lo obligó a bajar
del tractor porque no sentía su cuerpo. Y agregó: “Desde ese momento las estaciones
cambiaron y la planificación en el predio hay que hacerla pensando en lo peor.” (Taks
2001) Este tipo de testimonios no es sorprendente encontrar en grupos humanos cuya
subsistencia y actividades diarias dependen de una atención especial a los componentes
geofísicos y biológicos de su mundo inmediato.

Los seres humanos han incorporado siempre sus percepciones y conocimientos del
tiempo (lluvias, sequías, temperatura y vientos) en sus decisiones productivas y en el
desarrollo de su vida social a nivel de lo que hoy denominamos lo “local”: un espacio-
tiempo que puede ser percibido y conocido directa o indirectamente a través de redes de
información que hacen a la vida cotidiana de personas y comunidades. Este
1
Antropólogo social. Docente e investigador de la Universidad de la República. Sistema Nacional de
Investigadores – ANII. jtaks@adinet.com.uy
entendimiento local del tiempo atrae hoy más interés de los expertos para contraponerlo
o complementar el discurso del cambio climático de bases científicas.

Es que el “clima”, como categoría cognitiva que pretende describir y explicar patrones
de transformación de las variables meteorológicas, es de reciente uso. A nivel de las
Naciones Unidas se entiende el cambio climático como una “importante variación
estadística en el estado medio del clima o en su variabilidad, que persiste durante un
período prolongado (normalmente decenios o incluso más).” (IPCC 2001) Por esa
necesidad de registro y medición a mediano y largo plazo, es que el papel de la ciencia
en cambiar nuestras concepciones del tiempo local a la del clima global ha sido
fundamental. Pues sólo a través de los modelos científicos y su divulgación puede el
cambio climático adquirir cierta concreción para el ciudadano común que no puede
percibirlo directamente sino sólo la variabilidad de los componentes del entorno que le
son más significativos por razones prácticas, estéticas, rituales o por imposición. En este
sentido, no sólo han aumentado los estudios sobre el conocimiento tácito y narraciones
locales del cambio y la variabilidad climática, sino que también la práctica y discurso
científicos están siendo objeto de análisis situados, es decir como un saber también
determinado por dónde y por quiénes lo producen, además de su carácter
universalizante.

Por ejemplo en el nordeste brasileño, en la zona árida del Sertao, existe una gran
competencia entre consultoras meteorológicas por vender el mejor pronóstico para
productores y políticos; estos últimos hacen un uso particular de la información
climática según la etapa del ciclo electoral: por ejemplo, el anuncio de una estación muy
seca no es bueno hacerlo si se busca una reelección. Asimismo, los científicos y
técnicos compiten a nivel discursivo con otros “profesionales del clima” como son los
profetas populares quienes buscan también prestigio con sus aciertos en el contexto de
un ethos marcado por sequías e incertidumbre. Taddei (2005) muestra que el carácter
probabilístico del conocimiento científico genera más dificultades para ser asimilado
por grupos sociales necesitados de certezas, como los políticos y líderes comunitarios,
pero no así por parte de los productores rurales que se enfrentan día a día con las
incertezas de la variabilidad climática.

Diversidad de miradas

La interpretación científica del efecto invernadero y el cambio climático seguramente


no es sostenida por la mayoría de la población mundial, aunque sí debe ser la más
difundida al menos en sus versiones simplificadas. Una encuesta de la empresa Gallup
en 2007 - 2008, muestra que un tercio de la población mundial no reconoce un
fenómeno denominado “cambio climático” y/o “calentamiento global”, siendo en
países de África donde el “desconocimiento” es mayor; también informa que no
coincide el conocimiento del cambio climático con la creencia de que sus causas son de
origen antrópico. 2 (Pelma 2009)

2
En Uruguay, una encuesta nacional sobre cómo ven los uruguayos al medio ambiente mostró hace ya
una década una gran confusión sobre qué es el cambio climático (Mazzei y Veiga, 2000). En estudios más
recientes el tema no aparece como relevante para la opinión pública, en comparación con la
contaminación de ríos y arroyos o la gestión de residuos urbanos (Geo Uruguay 2008).
Los antropólogos, mientras tanto, desde hace unos años se han esforzado en realizar el
catálogo de diversidad de formas de comprender el cambio climático en sociedades de
pequeña escala, dentro de una intricada matriz de relaciones geográficas, económicas,
políticas y socioculturales. Entre las principales conclusiones estos estudios señalan que
las viejas cosmovisiones no siempre logran dar cuenta de los nuevos fenómenos
climáticos; que la interpretación científica se mezcla, se manipula y es resignificada a
nivel local; que hay mucha conciencia de la mayor vulnerabilidad de los grupos pobres
y marginados y que en muchos casos el cambio climático no es una prioridad en las
preocupaciones por la supervivencia. Entre los famosos San del Desierto del Kalhari,
acostumbrados a enfrentar agudas hambrunas por motivos económicos y climáticas,
más allá de su amplio conocimiento de técnicas apropiadas de almacenamiento de agua
o diversificación de plantas, su principal reclamo para afrontar la variabilidad climática
es mayor autonomía en la toma de decisiones, acceso a recursos (ie. libertad de migrar)
y la demanda de una acción mancomunada y solidaria de la comunidad internacional a
favor de los grupos más pobres (Hitchcock 2009)

Existe por otro lado el riesgo a reproducir un discurso único sobre el cambio climático y
descartar otras narraciones o considerarlas a priori como “barreras sociales” a la
adaptación. Pero además, como señalan Ereaut y Segnit (2009) en base a un estudio
comparativo realizado en Inglaterra en 2006 y 2008, el consenso de la existencia del
cambio climático y su causalidad antrópica, ha suprimido el debate y entonces la visión
oficial no trasmite la falta de respuestas a muchas interrogantes en el campo climático,
lo cual puede en algún momento despertar sospechas de secretismo, autoritarismo y de
inacción por detrás de un discurso políticamente correcto (Greenwashing). El discurso
único del cambio climático se compone de imágenes que circulan planetariamente y
palabras muchas veces con poco sentido a nivel local. Estudios con comunidades Inuit
del noroeste de Alaska advierten que mencionar el término “cambio climático” o
“calentamiento global” en entrevistas y encuentros informales lleva inmediatamente a
los informantes nativos a referirse a lo que han leído, visto en la TV o escuchado de
científicos y periodistas visitantes y no los motiva a compartir otro nivel de
conocimiento ambiental muy detallado, significativo, de largo plazo arraigado en la
memoria, las costumbres y las prácticas cotidianas (Marino y Schweitzer 2009). Se va
abriendo la posibilidad y necesidad de la conversación entre saberes, la ponderación
equilibrada entre el discurso basado en la ciencia y los otros, pues difícilmente haya
garantías de que alguno represente la verdad revelada.

Después del caos

No es extraño que movimientos sociales, organizaciones ambientalistas, empresarios y


gobernantes usen el “idioma” del régimen del cambio climático para buscar apoyos y/o
enmarcar una lucha o campaña publicitaria de carácter más local en un nivel mundial.
Más allá de posibles banalizaciones, la búsqueda de las relaciones entre fenómenos
locales y el problema global del caos climático, podría potenciar una reflexión crítica
sobre los modelos de desarrollo y el impacto en la naturaleza y los humanos. El caos
climático señala que hay una situación excepcional que hay que enfrentar y por otro,
advierte que es necesario cambiar y participar como fuerza antrópico-natural en lo que
seguramente será una nueva situación de orden climático. Con esto expongo mi
posición de relativo optimismo, a largo plazo, sobre el resultado de la forma en que las
mayorías humanas asumirán los nuevos fenómenos climáticos y naturales, en contra de
quienes ya vislumbran una extinción prematura de la especie y quizá de todas las formas
de vida conocidas. Mi optimismo no oculta, sin embargo, que ya existe una enorme
destrucción de vida y riqueza en el camino hacia otra sintonía entre sociedad y clima, en
vista de las insolubles contradicciones existentes entre los hombres ricos y pobres,
poderosos y subalternos, las empresas y gobiernos más contaminadores y sus víctimas
en todo el mundo.

Referencias

GEO Uruguay (2008) Montevideo: MVOTMA/PNUD/CLAES

Gill Ereaut and Nat Segnit (2007) Warm Words II: How the climate story is evolving
and the lessons we can learn for encouraging public action London: Institute for Public
Policy Research (Acceso:
http://www.ippr.org.uk/publicationsandreports/publication.asp?id=561, accesado 3
mayo 2008)

Foladori, G. (2005) Por una sustentabilidad alternativa, Montevideo: UITA/UAZ.

Hitchcock, R. (2009) From local to global: perceptions and realities of environmental


change among Kalahari San. En: S. Crate y M. Nuttall (eds) Anthropology & Climate
Change. Walnut Creek: Left Coast Press.

IPCC (2001) Anexo B, Glosario de términos del Tercer Informe de Evaluación.


Disponible en http://www.ipcc.ch/pdf/glossary/tar-ipcc-terms-sp.pdf, acceso
4mayo2008.

IPCC (2007) Climate Change 2007: Synthesis Report. Summary for Policymakers.
Disponible en: http://www.ipcc.ch/pdf/assessment-report/ar4/syr/ar4_syr_spm.pdf,
acceso: 3mayo2008.

Marino, E. y P. Schweitzer (2009) Talking and not talking about climate change in
Northwestern Alaska. En: S. Crate y M. Nuttall (eds) Anthropology & Climate Change.
Walnut Creek: Left Coast Press.

Mazzei, E. y D. Veiga (2000) Los uruguayos en su medio ambiente, Montevideo:


FCS/MVOTMA.

Milton, K. (2008) “Introduction to Anthropological Perspectives on Climate Change”,


The Australian Journal of Anthropology 19(1): 57-88.

Pelma, B. (2009) Awareness, Opinions About Global Warming Vary Worldwide. En:
http://www.gallup.com/poll/117772/Awareness-Opinions-Global-Warming-Vary-
Worldwide.aspx. Accesado 11/4/2010.

Sachs, W. (2009) Fair Wealth. Pathsways into Post-development. En: Eija Palosuo (ed):
Rethinking Development in a Carbon-Constrained World. Helsinki: Ministerio de
Relaciones Exteriores, 2009, 196-206
Taddei, R. (2005) Of clouds and streams, prophets and profits: the political semiotic of
climate and water in the Brazilian northeast. Columbia University. Tesis de doctorado

Taks, J. (2001) Environment, technology and alienation. An anthropological study


among modern dairy farmers in Uruguay. University of Manchester. Tesis de
doctorado.

Tomassino, H., G. Foladori y J. Taks (2005) La crisis ambiental contemporánea. En: G.


Foladori y N. Pierri (comp.) ¿Sustentabilidad? Desacuerdos sobre el desarrollos
sustentable, México: Universidad Autónoma de Zacatecas.

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