Una persona que trabaja mucho puede estar realizando muchas cosas, o puede
estar perdiendo completamente su tiempo. La diferencia no resulta aparente para el
observador casual.
Debemos estar conscientes de las diferentes maneras en que podemos estar minando
nuestro tiempo. Así como existen maneras de realizar las cosas, también las hay para
asegurarse de que su realización no se llevará a cabo.
Un hombre que trabaja mucho puede estar realizando muchas cosas, o puede estar
perdiendo completamente su tiempo. La diferencia no resulta aparente para el observador
casual. Una persona puede ser muy activa y sin embargo perder su tiempo de las
siguientes maneras:
No hacer nada
Esta afirmación de “no hacer nada” no es tan ridícula como suena. La mayor parte de la
gente se pasa la vida sin hacer nada, cuando menos de acuerdo con una definición. Esa
definición afirma que el solo hecho de retener un empleo y hacer lo que se espera de uno
en una forma rutinaria, no tiene ningún valor, cuando menos por lo que respecta al
desarrollo del crecimiento de la organización. Esto es únicamente una función necesaria,
algo así como lo es la respiración para el animal.
Una pregunta que te puede ayudar a observar cómo es que utilizas tu tiempo es:
¿Simplemente tuviste un empleo? Casi todo el mundo hizo eso mismo; como ya dijimos,
eso constituye algo semejante a la respiración.
Muchas veces la posición por sí misma basta para hacer a una persona idónea para
aparecer en las listas. Pero no es ningún secreto que muchas posiciones de gran
importancia se obtienen sin alcanzar ningún logro notable, sino más bien por tener la
buena suerte de encontrarse en el sitio correcto en el momento propicio, mediante un
matrimonio adecuado, por la prestación de un servicio prolongado y leal, por tener aptitud
política, por el hecho de que el precio era el correcto o de que no había otra persona
mejor disponible en ese momento. Esto no significa que estos métodos estén
completamente equivocados. Pero tampoco indican que la persona favorecida haya
logrado algo.
Tanto los animales como los seres humanos son afectos a engañarse a sí mismos. Si no
nos agrada una cosa, como por ejemplo un problema difícil que debemos enfrentar,
simulamos que no existe con la esperanza de que desaparezca. Sin duda alguna, esta es
una de las causas que motivan la falta de acción. Y no solamente fracasamos en la
resolución del problema de que se trate, sino que también afectamos el resto de nuestro
trabajo imponiéndonos la carga de una culpa inconsciente o inclusive a veces consciente.
Por el contrario, el tratar de hacer todo, el intentar complacer a toda la gente, algunas
veces alcanza los mismos resultados que se obtienen cuando no se hace nada. El
efectuar trabajo repetitivo puede se productivo pero no creativo; no desarrolla ni al
individuo ni a la empresa.
Probablemente les pueda parecer que el hecho de correr en todas direcciones sea
preferible a permanecer puramente pasivo, pero es una lástima que se malgaste tan
infructuosamente un porcentaje tan elevado de tiempo. Estas son las personas que se
apresuran a dar soluciones a problemas que todavía requieren de una definición, y sus
soluciones se convierten a su vez en algunos casos, en problemas. Se desperdician
grandes cantidades de energía resolviendo problemas que no necesitan solución o que ya
han sido resueltos.
Por un lado se encuentran aquellas personas que poseen menos energía y desempeñan
las actividades equivocadas. Son las personas que dedicarán un año a trabajar sobre un
problema que ya ha sido resuelto, y notificado públicamente, por otra persona. Se les
puede encontrar estudiando los efectos de los problemas en lugar de haber dedicado el
mismo tiempo a la investigación de las causas.
Desafortunadamente, hay algunas personas que se dan cuenta de que no pueden realizar
algo grande ¡pero tratan de compensar esto haciendo algo pequeño con mucho alarde!
No confundamos realizar las cosas con llegar muy cerca de esa realización. La persona
que es capaz de volverse más productiva no es aquella que siempre tiene que
apresurarse para alcanzar su avión o que siempre llega tarde a una junta. Muchas veces
sucede todo lo contrario: su tiempo está lo suficientemente bien organizado para permitirle
evitar presiones de esa naturaleza.
El primer paso del “método científico”, ese sistema que tanta gente utiliza para tomar
decisiones sin darse cuenta de su nombre formal o de su origen, es la señalación precisa
del problema. Aquellas personas que se obligan a sí mismas a tomar ese primer pasó,
con frecuencia encuentran que el problema se resuelve en el proceso de definirlo.
Pues bien, supongamos que estamos trabajando con los problemas correctos y que éstos
han sido definidos apropiadamente. Existen muchas maneras en las que se puede llevar
al cabo un intento erróneo en la solución de un problema y aquí tenemos unos cuantos
que vale la pena considerar en este momento:
Duplicación
Podemos caer en la trampa que representa la duplicación. ¿Hay alguna otra persona en
la organización que ya esté trabajando sobre el mismo problema? ¿Fue resuelto con
anterioridad en alguna otra rama de la empresa? ¿Ha habido cuerpos de investigación,
tales como el gobierno o alguna universidad, que hayan resuelto el problema o cuando
menos efectuado estudios que sería absurdo duplicar y que se encuentran disponibles
con sólo solicitarlos? ¿Ha sido resuelto el problema en algún otro país, haciendo posible
disponer de la solución para traducirla? Tal vez la idea debiera recibir una prueba en
alguna parte, o esté siendo examinada antes de emprender un análisis detallado. Mucha
gente se precipita a realizar un trabajo complicado sin tomarse el tiempo de buscar
siquiera los materiales fundamentales de referencia.
El exceso de detalles
Cada artículo que llama la atención tiene un valor en tiempo. Tu tratas de tasar ese valor y
dar a un tema una cantidad de tiempo relativa a la ganancia potencial que puede
brindarte. El detalle, por consiguiente, puede ser controlado por medio del tiempo que
asignes a un problema.
Si, por ejemplo, resultara de alguna ayuda para tí averiguar cómo se ha excedido el
tiempo extra, solicita analizar los totales de cada departamento correspondientes al mes
anterior, en lugar de hacerlo con un reporte diario de cada empleado.
La falta de perspectiva absoluta puede manifestarse también de otra manera, cuando nos
aferramos a los trabajos que se nos asignan como si fueran símbolos de la seguridad de
nuestro empleo. Posiblemente tengamos el temor de que, cuando el encargo esté
concluido, no habrá más trabajo que hacer para nosotros y seremos despedidos, o que el
encargo comprobará que somos incompetentes, trayendo consigo el mismo resultado
desafortunado. Pero visto desde un ángulo positivo, desde luego, deberíamos querer
terminar para aumentar un sólido tablón más en la plataforma de éxito sobre la cual nos
proponemos pararnos.
Inexactitud
Abordar el trabajo asumiendo una actitud descuidada puede llevar a resultados mucho
más lamentables de los que se obtienen no haciendo nada; esto alienta la acción
equivocada más que la simple falta de acción. No existe absolutamente ningún conflicto
entre realizar las cosas y ser exacto; después de todo, ¡si una cosa no es correcta, no
está realmente hecha! La exactitud tampoco significa pormenorizar en exceso, significa
proporcionar detalles suficientes.
La exactitud constituye una habilidad. Algunas personas piensan que la época del
artesano ya pasó y en verdad ya ha pasado para casi toda la gente. ¡Pero aquella
persona que va a realizar las cosas será un artesano!
La acción efectuada en base a un reporte inexacto puede ocasionar una pérdida mucho
mayor que la falta absoluta de información. Cuando existe una reconocida falta de
información, cuando menos la acción efectuada será moderada y el desarrollo del artículo
se observará muy cuidadosamente con objeto de que se pueda llevar al cabo la acción
correctiva lo más pronto posible. Pero cuando se toma una decisión basada en datos
imprecisos garantizados por una persona de confianza, entonces se corren mayores
riesgos durante períodos más prolongados, de manera que el costo puede resultar
muchísimo más elevado.
En tus estudios y reportes, indica tus apreciaciones sobre la naturaleza de cualquier error
incorporado y la magnitud de sus posibles efectos. El grado de exactitud que pueden
permitirse tu y tu empresa, naturalmente, estará determinado por el tiempo que emplees
en el asunto, lo cual a su vez constituye una función de tu potencial económico total.