16/03/2006
Como todos los docentes, tuve que trabajar limitado por la escasez de
recursos y por la estrechez de mentalidad. Cuando empecé a dar
talleres para maestros sentí la necesidad de brindar elementos que a
mí me hubiera gustado que me acercaran cuando era maestro frente
al grado, cosas que fueran realmente útiles para la tarea cotidiana:
ideas y herramientas adecuadas para nuestra realidad.
Quien dice rimas, dice palmas que las acompañan; había que buscar
juegos de palmas para acompañar las rimas que recitábamos. Cada
uno fue contribuyendo con los que recordaba de su infancia o los que
les enseñaban sus hijos y alumnos.
09/01/2006
(Del libro: Taller de animación musical y juegos). "…el hombre es más frágil
ante la racionalidad tecnológica o administrativa de lo que nunca fue
ante las instituciones tradicionales. En la marea del crecimiento y del
delirio organizativo o planificador, aumenta el prestigio que se
concede a las actividades útiles. El trabajo invade la totalidad del
campo de la experiencia del hombre y los comportamientos cuya
redituabilidad no es evidente se debilitan o desaparecen. El
pensamiento institucional nunca ha sido tan fecundante y tan
integrista. El hombre nunca ha tratado, con tanta obstinación, de
borrar de su horizonte la parte de utopía, de azar y de imprevisto sin
la cual su vida no sería distinta de la vida de las abejas o las
hormigas."
"- Chairete -gritó con su voz profunda el bello saludo de los griegos-,
chairete, kyrioi… sean felices. Las cabras se desperdigaron por entre
los olivos, balando entrecortadamente unas a otras sobre el rítmico
tintineo de las esquilas. Los pinzones gorjeaban excitados. Un
petirrojo infló el buche como una mandarina entre el arrayán y
pronrrumpió en un chorro de canto. La isla pareció bañada de rocío,
radiante al primer sol de la mañana, llena de vida bulliciosa. ‘Sean
felices’. ¿Qué otra cosa se podía ser en una estación así?"
Gerald Durrel.
Pero no queda sólo ahí: cualquier cosa que se intente hacer con los
niños tiene que estar justificada "científicamente" y en relación al
programa. Es entonces que aparecen libros de recreación con
indicaciones tales como: "Este juego desarrolla la memoria y la
atención", "Este juego desarrolla la coordinación psicomotriz", "…
desarrolla la coordinación en el espacio", "…el sentido de equipo".
Como si fuéramos máquinas con botones o engranajes que necesitan
tal ajuste, tanto de aceite.
He encontrado libros con excelente material, pero que tenían una lista
que aclaraba qué desarrollaba cada juego: astucia, rapidez, agilidad,
imaginación, ritmo, concentración, reflejos, gusto por el riesgo, etc.
De poco sirve un material bueno si está en función de una idea
equivocada. Es un error grave ver al niño como un montón de
facultades a desarrollar (memoria, sensorialidad, músculos, etc.).
Este es un aspecto clave para debatir, al menos para que cada uno
tenga en claro al servicio de qué idea está poniendo sus esfuerzos.
03/12/2005
(Del libro: Taller de animación musical y
juegos).
“—Che, María del Carmen, ¿vos sos loca o sos tarada? Acordate lo
que te dije el otro día. Lo mismo te digo. Y olé, olé, olé, olé, olé y olé.
Alberto.”
“—Luis: Vos estás loco no ves que yo soy más grande que vos,no te
das cuenta. Andá con cualquiera. Yo ya tengo. Te saluda
cariñosamente. María.
De pedagogía:
Eso está bastante cerca de lo que reciben los niños y, quizás, cerca
también de cómo les caiga.
De psicología:
A partir de que Freud habló de la etapa oral, anal, etc; y Piaget hizo lo
suyo mostrándonos que el pensamiento evoluciona en diferentes
etapas, aparecieron una cantidad impresionante de métodos, juegos,
cuentos, que se-basan-en-eso. A todo el mundo que quiere hacer algo
con niños se los hacen estudiar, de forma más o menos profunda, y
adelante: ya está habilitado para decidir qué cosa va para tal edad,
qué hay que esperar de tal otra y así.
Por lo general no me gusta afirmar que tal juego es para tal edad. El
juego de “Tú naciste cocinero” jamás se aprendió de primera
intención, sino más bien luego de las más increíbles torpezas. En
muchos casos no se aprendió ni de tercer y cuarto intento, hubo
quienes decidieron no enseñarlo porque no pudieron aprenderlo. Es
un juego tradicional, muy conocido y que implica una coordinación de
movimientos y canto de cierta dificultad. De un grado de dificultad,
digamos, que jamás se recomendaría para un grupo de niños de cinco
años. Ahora bien: no sólo yo sino docentes que han trabajo conmigo
lo han enseñado a sus alumnos de cinco años, progresivamente, con
alguna adaptación… con un éxito total. ¿Qué quiere decir esto? Que a
los niños les encantaba jugarlo, aunque les costaba aprenderlo y se
equivocaban.
El niño, al igual que nosotros, no elige por lo que entiende sino por lo
que le divierte, por lo que despierta su curiosidad, por lo que lo
emociona aunque no sepa por qué. Prefiere aquello que, aún sin
comprender, le atrae; luego verá si lo entiende y cómo, pero ahí está.
De paternalismo:
Finalmente nos encontramos con que las cosas para niños están
viciadas de un paternalismo que quiere mostrar un mundo rosado, sin
conflictos, evitándoles toda clase de frustraciones: “Este juego no,
porque no les va a salir”, “no importa, ninguno pierde”.
“…la creencia común de los padres es que el niño debe ser apartado
de lo que más le preocupa: sus ansiedades desconocidas y sin forma,
y sus caóticas y airadas e incluso violentas
fantasías. Muchos padres están convencidos de
que los niños deberían presenciar tan sólo la
realidad consciente o las imágenes agradables y
que colman sus deseos, es decir, deberían conocer
únicamente el lado bueno de las cosas. Pero este
mundo de una sola cara nutre a la mente de modo
unilateral, pues la vida real no siempre es
agradable.
Así se explica que a una buena obra infantil la disfrute un adulto, que
obras para público adulto gusten a los niños. Y no sólo eso sino: que
una obra infantil no le guste al niño pero sí al adulto que lo acompaña
y que una obra pensada para público adulto sea más preferida por los
niños.
No hay que hacer “cosas para niños”. Uno puede dirigirse al mundo
infantil, pero al mundo infantil universal, al que está en el adulto, en
el adolescente.
14/10/2005
Los maestros buscan cosas nuevas porque las precisan con urgencia.
Se les está haciendo muy difícil contener a los grupos, llevar adelante
las clases en un medio empobrecido espiritual y materialmente. Se
plantean cosas que no son devaneos intelectuales sino el resultado
de verdaderas crisis. Se hace imprescindible un cambio por razones
de salud.
La escuela aburre:
¿No es otra forma de pobreza que la educación sea, las más de las
veces, aburrida? No como contraparte de “divertida” sino de
“interesante”.
¿Por qué se les pide a los niños que atiendan con interés cosas que
nosotros no mostramos de manera interesante? (y que muchas veces
para el que las enseña tampoco lo son).
29/09/2005
23/08/2005
Hubo una chica que me gustó desde los 7 a los 17 años (míos). Fue
tan fiel mi amor, y mi vergüenza si se enteraba, como su desdén.
¿Y todo eso por qué? ¿Por qué me abalanzaba a las lides mundiales?
¿Por qué me había vuelto un campeón de tenis, de fútbol, una estrella
olímpica?: por no hacer dos pasos hasta ella en un recreo y jugar mi
suerte. Sanseacabó. Pero sannoseacaba nada.
Esa pregunta ni tiene lugar. Apenas trato de describir todos los hilos
que encuentro. Es decir: si bajo a la sala de máquinas, si dejo la parte
elegante del barco y desciendo, encuentro a estos personajes,
todavía peleándose, enamorándose, diciéndome que sí o que no,
compitiendo, buscando venganza, huyendo, riéndose. Todos ellos soy,
son, y si fueron se hicieron mi materia y hoy son el motivo y la
herramienta de mi mente cuando hago una línea de humor. Sigo
buscando conquistarla y es una manera demasiado lírica o
exageradamente autocompasiva de expresarlo, pero la verdad es que
sigo buscando conquistarla.
Soy once años menor que mi hermano. Una vez organizó un baile con
sus amigos adolescentes, en el patio de casa. Yo debía tener seis años
y él diecisiete.
No logro recordar con qué hacía reír. Entre mis pares supongo que con
chistes y ocurrencias. Pero, ¿y a los adultos? no recuerdo.
Verlos reír era un alivio, si reían era que no estaban tristes. Verlos
sonreír era verlos curados de la preocupación y la tristeza.
Si había caras graves estábamos mal, algo estaba mal. De un
complicado mecanismo que escapaba a mi comprensión captaba el
resultado: algo estaba mal.
Esto es otro componente: si se reían era que estábamos bien, que las
cosas iban bien. Si estaban contentos era que ellos estaban bien, que
estábamos bien.
Escribir humor, actuar y hacer reír tienen, para mí, aquella antigua y
familiar base: la severidad, el pesar, la necesidad de aprobación y
reconocimiento.
¿Por qué hago un chiste? Por placer, el placer de la risa, pero como un
placer compartido, entonces es jugar. Juego con el otro, y lo hago a
través de un chiste. Hay quienes lo hacen para ubicarse y controlar
una situación o un territorio: hacen un chiste para vencer, entonces
también podríamos decir que compiten, luchan, y lo hacen a través
de un chiste. En ese caso el chiste es sólo una herramienta, la
sustancia del acto no es el juego humorístico, sino la confrontación, y
el medio es el humor.
Una amiga me invitó a comer ravioles, llamé avisando que me
demoraba, y finalmente llegué casi dos horas tarde. Aún así los
ravioles no estaban blandos (a punto). Se suponía que yo me
disculpara por mi impuntualidad, en cambio lo que hice fue atacar a
los ravioles (con los que sentía que ella me atacaba). Yo había llegado
tarde, sí, ¡pero ella no podía considerar que esa cena era esperar a
alguien!
Posdata
El escrito podría haber terminado ahí, sin embargo surgieron puntos
nuevos. Cuando decía: "Buscaba la asimilación, la aceptación… no
podía incluirme, o pelear mi lugar como un par, pero podía hacer reír"
está clara la connotación negativa que eso tuvo para mí estos años;
hay un reproche implícito: "debería haber desafiado a esa autoridad,
debería haber afirmado un espacio propio y no buscar la asimilación".
Ese juicio está equivocado. Primero por una razón quizás demasiado
obvia: no se le puede pedir a un niño de seis u ocho años que desafíe
a su entorno. Es una tarea titánica y delicada hasta el
enloquecimiento: diferenciarte de aquellos con quienes debes
identificarte. Luego porque suponer que "la autoridad está depositada
en un solo centro" es una simplificación y un error de análisis muy
común. Implica una personificación de la autoridad, la representa
como un bloque homogéneo, le atribuye una voz unívoca y desconoce
que eso que nos afecta como autoridad también está compuesto por
facciones, redes de relaciones (en las que incluso podemos
participar), una estructura sumamente compleja que incluye la
cultura, la economía, las relaciones con otras estructuras.
El humor y el arte destinado a los niños son, las más de las veces:
parientes pobres, habitan la periferia (cabe aclarar que no siempre
por culpa de quienes califican, muchas veces los mismos artistas y
creadores son quienes no toman en serio su trabajo).
En medio de todo eso el humor no fue una fuga,
sino una herramienta de construcción de una
identidad que busca y afirma otros valores.
Sólo de más grande encontré a Dario Fo, Italo Calvino, Julio Cortázar,
Todorov, también a Georges Brassens (5), y con ellos modelos mucho
más acabados, herramientas conceptuales, el goce del saber y la
cultura sin aristocracia ni popes ni acartonamientos; la ternura
asociada a la valentía y mucha libertad, mucha libertad, mucha fiesta
y mucha risa.
Agradecimientos
Notas
Portate bien
• No rompas.
• No te toques.
• Pórtate bien.
• Lavate las manos.
• No grites.
• Callate.
• Hacé los deberes.
• No vuelvas tarde.
• Hablá correctamente.
• Correte (quítate)
• Vestite bien.
• Ordená tu cuarto (tus libros, tus juguetes, etc.), sé ordenado.
• ¡Cuidado! ¡No te caigas!.
• Bajate de ahí.
• No toques eso.
• Cuidá a tu hermano.
• Saludá a la señora (señor, tía).
• Da las gracias.
• No me contestes.
• Mirame cuando te estoy hablando (prestame atención cuando
te…).
• No hablés con la boca llena.
• No mientas.
• Decí la verdad.
• No comas con las manos.
• No seas chancho.
• Caca, eso no se toca.
• Estate quieto.
• Lavate las manos antes de comer.
• Acabate el plato, cometelo todo, acuérdate de los niños que
pasan hambre.
• Usa el tenedor como te dije.
• Pipí y a la cama.
• Haz las paces con tu hermano.
• No que luego no comes.
• Qué tienes en la mano, trae eso acá, déjame ver. habla en voz
alta que te oiga.
• Pide perdón.
• No te metas los dedos en la nariz.
• Los niños no lloran.
• Juega con tus primos.
• ¿Verdad que tu sí le haces caso a tu mamá? (a un amigo
delante de nosotros).
• ¿Así le contestas a tu mamá?
• A mí no me gusta regañarte.
• Te ves muy feo cuando lloras.
• Mira como tu primo sí come.
• Eso no es juguete.
• Comé la sopa caliente.
• Abrigate que hace frío.
• Andá a darle un beso a tu abuela/o, tíos etc.
• Limpiate los zapatos.
• Deja de molestar, que ya fuiste al baño una vez.
• Te lleno la cara de dedos.
• No te muerdas las uñas.
• No se canta en la mesa.
• Saca los codos de la mesa.
• No aceptes nada de un desconocido.
• Y tu mamá ¿sabe que estas acá?
• Comé con pan, andá ¿qué te cuesta?
La respuesta más simple es: por lo mismo que a los adultos, porque
divierten, causan placer y permiten burlarnos de algo que nos pesa o
preocupa, con lo cual dan cierta sensación de superioridad en relación
a lo burlado, invierten una relación que nos desfavorecía. Pero,
cuando se trata de niños, esa respuesta es insuficiente.
El humor está muy ligado al juego. Para que surja lo cómico la
persona tiene que poder jugar con ideas y elementos y disponerlas de
otro modo. El humor, al igual que el juego, se da en un terreno de
"como si". El juego es una manera de conocer y discurrir el mundo,
los chistes pueden ser una manera de conocer y discurrir las reglas
del mundo y las reglas del lenguaje. ¿Por qué? Lo veremos más claro
si nos planteamos: ¿Qué hace falta para que nos riamos? Para que
haya risa tiene que haber un conocimiento mínimo, de contexto, de
reglas de comportamiento y de lenguaje, de cómo es "lo normal", de
saber si algo es adecuado en un momento. Sólo si está ese
conocimiento, ya seamos el que lo hace o el que lo recibe, es posible
reírse cuando algo se trastoca, se pone patas para arriba.
No sólo
Notas
La Mona Risa
03/08/2005
"… lo suyo en literatura fue el humor, la risa con que se curaba y con
que curaba a la gente de los males de su tiempo, del oscurantismo,
de la intolerancia de esas inmensas verdades excluyentes y de la
podredumbre solemne de las más altas instituciones, de monarcas y
papas. François Rabelais fue un gran médico del alma…" Alfredo
Bryce Echenique
I
La comedia tiene su origen en los cultos a Dionisos que fue un dios
que se salvó por poco. Zeus estaba casado con Hera, que antes había
sido su hermana y tenía problemas de conducta. Era celosa, violenta
y vengativa, capaz de quitar la vista o provocar tempestades cuando
la contrariaban. Por otra parte, Zeus, entre licencioso, dios de dioses,
y marido que se las arreglaba como podía, se unió con una tal
Sémele. Ella queda embarazada de Dionisos, pero muere antes y
Zeus lo cose a su muslo y así nace dos veces (lo que hoy llamaríamos
un parto complicado). Una personalidad como la de Hera, como es de
imaginar, tomó a mal esa aventura de su marido y descargó su furia
contra Dionisos. Ordenó a los Titanes que lo despedazaran, cosa que
ellos no sólo hicieron con gusto, sino también con sabor ya que
después se lo comieron. Afortunadamente intervino Rea que, como
todas las abuelas, se aplicó a componer los dislates cometidos por los
padres, reconstruyó a Dionisos y lo devolvió a la vida. Zeus lo puso a
salvo alejándolo de Grecia y al muchacho lo criaron unas ninfas. Ya
adulto descubrió la vid y sus bondades; pero Hera, que lo tenía entre
ceja y ceja, lo enloqueció. En ese estado salió a recorrer el mundo
acompañado por un ejército salvaje de sátiros y ménades
(sacerdotisas), época durante la cual si bien tuvo varias victorias,
también cometió desmanes y crímenes. Lo curó Cibeles, cuya fuente
está en el Paseo de la Castellana, diosa que personificaba la potencia
vegetativa. Finalmente el poder de Dionisos, alias Baco, fue
reconocido y ascendió al cielo no sin antes imponer su culto, las
Bacanales.
Al igual que los cuentos y los juegos tienen sus raíces en antiguos
ritos y en los mitos(1), lo cómico está vinculado a esos viejos ritos de
fertilidad. La comedia clásica, antes de ser una representación, donde
muchos espectadores observan a unos pocos actores, fue un ritual
colectivo de alegría de la vida y de fertilidad. Como explica Dann
Cazés, una celebración del retorno de la primavera, pues con ella el
dios resucita y vuelve a liberar al pueblo de las prohibiciones a las
que estaba sometido; un carnaval en el que se violan reglas sagradas
por devoción a una divinidad más alta.
II
III
IV
Posdata
No encontré un buen lugar para hacer una aclaración que salta por
obvia al ver la selección de autores, centrada en la lengua española: y
es que abarca la segunda mitad del siglo XX. Esto responde tanto a
mi propio placer como lector, como a las características de la
colección, y con ella pretender un lenguaje de época que no implicara
traducciones del tipo "esto debe haber sido humorístico por
entonces". Como señala Bioy en ese prólogo, la literatura va
transformando a los lectores, que exigen nuevas maneras de
presentar los efectos literarios, sea la sorpresa o el humor. Pero tengo
la impresión de que este cambio es más implacable con el humor;
mucho más sensible, también, a los contextos y códigos internos,
más allá de los cuales pierde toda eficacia. Sin embargo con esta
elección quedan afuera obras hermosas tanto por su carácter
fundacional, como por su actualidad: El Quijote, de Cervantes;
Gargantúa y Pantagruel, de Rabelais; Tristam Shandy, de Laurence
Sterne; el Cándido de Voltaire.
Me resulta difícil explicar por qué quedan afuera un autor como J.D.
Salinger; la novela Mascaró del argentino Haroldo Conti; los Ejercicios
de estilo de Raymond Queneau; Saki; el cubano Zumbado; Santos
varones I y II del español Luis Sánchez Polack, mejor conocido como
"Tip"; Opiniones de un payaso de Heinrich Böll; el argentino Landrú; la
revista española La Codorniz; Roald Dahl, entre otros. Imagen de John
Keats de Cortázar, no es un libro de humor, como tampoco lo es
Manual mínimo del actor de Darío Fo, sin embargo deberían estar
como pulmones de esta antología.
Notas
Bibliografía
28/07/2005
Para empezar hay dos ideas muy instaladas, y que no se han revisado
debidamente. Una es: los niños no leen o leen cada vez menos; y la
otra: los niños no oyen radio. Esto desemboca en que el medio ideal
sea la televisión. Si un anunciante tiene un producto infantil,
raramente va a pensar en invertir en otra cosa que no sea tv. Al
menos, sin duda, no es lo que le aconsejaría su publicista. Esto hace
que sea muy raro colocar un programa infantil de radio en una radio
comercial. Entonces quedamos con la única opción de FM de barrios y
colonias, o radios estatales. Y acá, para nuestra sorpresa, por obra y
arte del neoliberalismo, nos encontramos con que el Estado se ha
propuesto ser autofinanciable. Lo cual, y aunque éste no sea el
ámbito adecuado para discutirlo, nos parece aberrante porque si el
Estado no apuesta y no arriesga por lo que considere su proyecto de
país, ¿quién se supone que lo va a hacer? Pero, bueno, imaginemos a
un productor de un programa infantil que ahí va con su propuesta a
una radio estatal y se encuentra con la sorpresa de que le quieren
vender el tiempo de aire. Esto es una realidad de varios países. Ahí sí
que estamos perdidos, porque ¿quién va a querer invertir su dinero en
un programa infantil que sale en una radio del estado? Nadie. Sólo
una tía soltera de nuestro amigo productor. Pero como no queda bien
que en la cortina diga “Este programa está patrocinado por la tía
Carmen”, nuestro productor va a buscar una radio estatal que no
venda su tiempo de aire. Hoy día, una especie sumamente rara y
escasa; pero que por fortuna para la salud de la cultura y nuestros
países, se sigue encontrando. Mi propio programa se transmite por
Radio Unam, y con el apoyo de la Unidad de Publicaciones Educativas
de la Sep, Unicef y la Embajada Argentina. Pero sigamos con el caso
de nuestro productor imaginario. Ya halló una radio en donde hacer su
programa; pero ahora se va a encontrar otro problema ¿quién lo va a
oír, además de la tía Carmen? Como todos sabemos, las radios
estatales tienen menos audiencia que las radios comerciales; y por lo
general están ligadas a propuestas culturales, que, a su vez, tienen
menos audiencia que las comerciales. Y además, pero esto lo
desarrollaremos más adelante, trabajar para niños también tiene
menos “rating” que trabajar para adultos. O sea que estamos en las
orillas de las orillas de las márgenes del sistema. Es un milagro si nos
oye alguien. Siempre estamos al borde de preguntar “¿Hay alguien
ahí…?”. Por más que recibamos muchas llamadas de distintas
colonias, sabremos que siempre es la tía Carmen que está fingiendo
la voz.
Los niños son muy importantes, sin embargo trabajar para niños, no
lo es. Si nos atreviéramos a afirmar eso públicamente provocaríamos
un escándalo, sin embargo ése es un doble mensaje de nuestra
sociedad que no declara eso, ni permite que sea dicho; pero que eso
es exactamente lo que actúa.
El que produce o escribe programas de radio para niños está, por otra
parte, encuadrado dentro de algunas generales que le caben a toda la
creación infantil. La “obra infantil” está limitada por una amplia y
compleja serie de circunstancias. En primer lugar: los límites y
características propios del destinatario, o sea el niño. Su nivel de
maduración intelectual, sus experiencias, imponen condiciones tanto
en relación al contenido que trataremos, como al tratamiento mismo.
Sobre esa limitación de madurez biológica concreta, luego se
superponen, ahora sí, una larga serie de valoraciones y prejuicios.
Hace poco me decía una editora, y con mucha razón, que si uno
empieza como autor infantil, luego queda “pegado” a esa imagen y es
mucho más difícil ser aceptado como autor adulto. Sin embargo el
camino inverso, es más fácil. Si uno es un reconocido autor se verá
muy bien que se ponga a hacer cosas para niños. En el primer caso el
autor es recibido como uno que quiere colarse en la literatura seria,
en el segundo caso, se lo recibirá como si uno hubiera hecho una
condescendencia, un aporte. Es algo ya dicho muchas veces, el
trabajo intelectual o cultural tiene “castas”, y no pertenece a la
misma casta ni merece la misma valoración quien escribe una novela
juvenil que quien escribe una novela para adultos; no pertenece a la
misma tampoco quien escriba cuentos para niños que quien escriba
cuentos para adultos. Así siguiendo: no es lo mismo hacer un
programa infantil de radio, que uno de investigación periodística.
Sin embargo el artista infantil, en este caso entiendo por esto al que
produce obras cuya destinataria es la infancia, está obligado a tomar
en cuenta lo que la sociedad dice que es importante. Poco a poco, y
muy especialmente en Latinoamérica, el artista ve que se le
favorecen unos temas y tratamientos, sobre otros. Esto se da por las
propios prejuicios del mercado y la sociedad, como por las propias
limitaciones del autor. Es así que nos resulta mucho más fácil escribir
y describir una infancia y un mundo idealizados, que uno real. La
infancia que se describe en cuentos y canciones está tan separada de
la realidad que más parece que estuviéramos hablando de una
infancia virtual, una que fuimos construyendo, llena de animalitos que
son amigos, de malos que son vencidos, y de conflictos pueriles. Por
cierto si uno busca la definición de “pueril” en el María Moliner, por
ejemplo dice: «Infantil». Propio de los niños. (fig.; aplicado a algo que
se hace, dice piensa). «Estúpido». *Iluso, *ingenuo o *irrazonable.
Sigamos, en Latinoamérica encontramos más producción relacionada
con el mundo de la fantasía, la imaginación y el humor; que otra cosa.
Esta preponderancia en los textos se debe en parte a que somos
imaginativos y le sacamos broma incluso a las peores desgracias;
pero en parte también porque no nos atrevemos a hablar de otros
temas. A algunos sólo los aludimos mediante el humor, y a otros ni en
broma ni en serio: “de eso no se habla” y punto. En este sentido
podemos decir que “Arte para niños” no es una especie en vías de
extinción, sino en vías de aparición.
23/07/2005
—¿Te das cuenta? (dice él), describir cada paradero, sus aventuras,
las gentes que pasan.
Pero podríamos ir más lejos y decir que el juego de Carol y Julio nació
de una hipótesis (qué pasaría si…) y que consistió en explorarla
proponiéndose ciertas reglas. Obviamente, a esta altura, se darán
cuenta de que esto está muy próximo a lo que plantea Gianni Rodari
en Gramática de la fantasía (capítulo 6, versículo primero, epístola a
los docentes…), cuando habla de hipótesis fantástica. Él nos remite a
lo que llama un ejemplo famoso: La Metamorfosis de Kafka. Dice que
aunque no se haya planteado explícitamente así, la forma de ese
texto es quizás la del desarrollo de una hipótesis completamente
fantástica (que podríamos expresar de esta manera: qué pasaría si
alguien se despierta un día y se encuentra convertido en un insecto),
y continúa… En el ámbito de aquella hipótesis todo resulta lógico y
humano. En ese hermoso trabajo de enseñar a inventar historias a los
chicos que Rodari emprende (y que me gusta definir como de
democratización de los procesos creativos), nos explica esta fórmula
más o menos sencilla. Nos planteamos una pregunta fantástica y lo
que sigue es desarrollarla con una "lógica" que se dé dentro del
ámbito de esa pregunta. Veamos un ejemplo.
No leerás
26/05/2006
¿Por qué deberían creernos los niños cuando decimos que leer es
importante? Durante décadas fue tan evidente que ni siquiera parecía
necesario hablar de esto: era obvio que te iba a ir mejor si sabías leer.
Para tener más posibilidades; para poder elegir y no estar condenado
a lo que sobra. Leer era necesario, sencillamente, para vivir mejor.
¿Por qué hoy necesitamos insistir en la importancia de la lectura?
¿Cuándo dejó de ser evidente?
Piensen en los modelos de éxito que se ven en los medios. ¿El éxito
de quién pasó por los libros? ¿Estudió economía, Soros? ¿Madonna
estudió canto? Por supuesto que han debido estudiar, formalmente o
no, y que deben ser profesionales de una rigurosa disciplina; pero en
ningún reportaje se refleja eso. Sólo se hace hincapié en el resultado
como algo inmediato. Nunca es fruto de una laboriosa construcción.
Se parece al premio de un concurso o de una lotería. ¿Recuerdan
algún documental de Spielberg produciendo una película? ¿O uno de
Michael Jackson diseñando y ensayando el baile que hará en un vídeo
clip? ¿O el de Peter Gabriel estudiando ritmos africanos y
componiendo? Sólo se muestran los resultados como algo inmediato.
¿Por qué harían falta los libros? ¿Para qué haría falta estudiar algo? Si
todo parece ser obra de un golpe de suerte, de un talento innato.
Suerte y escenario: eso es todo lo que hace falta.
Esa manera de ser consecuentes con lo que sabemos, sin duda será
el mejor plan de fomento a la lectura.
¿Todos los éxitos son buenos? ¿Todos los fracasos son malos?
Hun havraso
Luis
Boletín nº 23
01/08/2006
Caprichos y razones
Uno de los mitos sobre la infancia afirma que los chicos son
caprichosos.
El caos les asusta. Si los adultos con los que crecen tienen conductas,
ahora sí: caprichosas, se angustian, se asustan o enferman, según la
gravedad de lo que ocurra.
En Argentina, uno de los temas que los chicos oyeron estas semanas
en los noticieros es el de los "superpoderes" (el poder ejecutivo
reclama atribuciones que recaían sobre el legislativo).
Este boletín llega a gente que vive en muy distintos países, cada uno
sabrá qué debe encarar, por razones obvias, mencionaré el argentino.
Son sólo algunas ideas para empezar a indagar sobre el tema, o tratar
de ponerle palabras. No pretenden abarcarlo, son apenas ideas
sueltas. Mejor si no es el silencio.
Por eso me gustó mucho una palabra que dijo uno de los presidentes
en esta cumbre del Mercosur.
Fue la palabra que me sonó más real y creíble de tantas que escuché.
Más que otros discursos muy largos (tan largos que uno piensa: “Éste
habla tanto que no debe quedarle tiempo para oír a otros”).
Y la palabra que me hizo abrir las orejas fue del presidente de Brasil.
Lula dijo que para construir esta unión de países hacía falta
“paciencia”. Cuando hablás de paciencia, hablás de impaciencia, de
impacientes, de que hay que convivir con otros que te tienen
paciencia, a los que tenés que tener paciencia. Me pareció tan
sensato, cierto, sencillo, sincero.
Los primeros días sufrí pues los dedos no respondían a los mandos
superiores. Se trababan, discutían, o les parecía mejor sindicalizarse
machacando la cuerda de al lado. No la que el ejercicio decía. Les
venía como un aire de rebeldía.
Eso fue la primera semana, ya luego vino el placer de los dedos
aflojándose, es un placer enteramente muscular, y con ello disfrutar
los ejercicios.
Con la paciencia que decía Lula, porque con la mía sola no bastaba,
perseveré y no digo que triunfé, porque apenas empiezo, pero vamos
por un honroso empate.
28/07/2005
Para empezar hay dos ideas muy instaladas, y que no se han revisado
debidamente. Una es: los niños no leen o leen cada vez menos; y la
otra: los niños no oyen radio. Esto desemboca en que el medio ideal
sea la televisión. Si un anunciante tiene un producto infantil,
raramente va a pensar en invertir en otra cosa que no sea tv. Al
menos, sin duda, no es lo que le aconsejaría su publicista. Esto hace
que sea muy raro colocar un programa infantil de radio en una radio
comercial. Entonces quedamos con la única opción de FM de barrios y
colonias, o radios estatales. Y acá, para nuestra sorpresa, por obra y
arte del neoliberalismo, nos encontramos con que el Estado se ha
propuesto ser autofinanciable. Lo cual, y aunque éste no sea el
ámbito adecuado para discutirlo, nos parece aberrante porque si el
Estado no apuesta y no arriesga por lo que considere su proyecto de
país, ¿quién se supone que lo va a hacer? Pero, bueno, imaginemos a
un productor de un programa infantil que ahí va con su propuesta a
una radio estatal y se encuentra con la sorpresa de que le quieren
vender el tiempo de aire. Esto es una realidad de varios países. Ahí sí
que estamos perdidos, porque ¿quién va a querer invertir su dinero en
un programa infantil que sale en una radio del estado? Nadie. Sólo
una tía soltera de nuestro amigo productor. Pero como no queda bien
que en la cortina diga “Este programa está patrocinado por la tía
Carmen”, nuestro productor va a buscar una radio estatal que no
venda su tiempo de aire. Hoy día, una especie sumamente rara y
escasa; pero que por fortuna para la salud de la cultura y nuestros
países, se sigue encontrando. Mi propio programa se transmite por
Radio Unam, y con el apoyo de la Unidad de Publicaciones Educativas
de la Sep, Unicef y la Embajada Argentina. Pero sigamos con el caso
de nuestro productor imaginario. Ya halló una radio en donde hacer su
programa; pero ahora se va a encontrar otro problema ¿quién lo va a
oír, además de la tía Carmen? Como todos sabemos, las radios
estatales tienen menos audiencia que las radios comerciales; y por lo
general están ligadas a propuestas culturales, que, a su vez, tienen
menos audiencia que las comerciales. Y además, pero esto lo
desarrollaremos más adelante, trabajar para niños también tiene
menos “rating” que trabajar para adultos. O sea que estamos en las
orillas de las orillas de las márgenes del sistema. Es un milagro si nos
oye alguien. Siempre estamos al borde de preguntar “¿Hay alguien
ahí…?”. Por más que recibamos muchas llamadas de distintas
colonias, sabremos que siempre es la tía Carmen que está fingiendo
la voz.
Los niños son muy importantes, sin embargo trabajar para niños, no
lo es. Si nos atreviéramos a afirmar eso públicamente provocaríamos
un escándalo, sin embargo ése es un doble mensaje de nuestra
sociedad que no declara eso, ni permite que sea dicho; pero que eso
es exactamente lo que actúa.
El que produce o escribe programas de radio para niños está, por otra
parte, encuadrado dentro de algunas generales que le caben a toda la
creación infantil. La “obra infantil” está limitada por una amplia y
compleja serie de circunstancias. En primer lugar: los límites y
características propios del destinatario, o sea el niño. Su nivel de
maduración intelectual, sus experiencias, imponen condiciones tanto
en relación al contenido que trataremos, como al tratamiento mismo.
Sobre esa limitación de madurez biológica concreta, luego se
superponen, ahora sí, una larga serie de valoraciones y prejuicios.
Hace poco me decía una editora, y con mucha razón, que si uno
empieza como autor infantil, luego queda “pegado” a esa imagen y es
mucho más difícil ser aceptado como autor adulto. Sin embargo el
camino inverso, es más fácil. Si uno es un reconocido autor se verá
muy bien que se ponga a hacer cosas para niños. En el primer caso el
autor es recibido como uno que quiere colarse en la literatura seria,
en el segundo caso, se lo recibirá como si uno hubiera hecho una
condescendencia, un aporte. Es algo ya dicho muchas veces, el
trabajo intelectual o cultural tiene “castas”, y no pertenece a la
misma casta ni merece la misma valoración quien escribe una novela
juvenil que quien escribe una novela para adultos; no pertenece a la
misma tampoco quien escriba cuentos para niños que quien escriba
cuentos para adultos. Así siguiendo: no es lo mismo hacer un
programa infantil de radio, que uno de investigación periodística.
22/08/2005
01/11/2005
Luis
Amé a Jacob
05/09/2005
El título hace referencia a un pasaje de la Biblia. El libro narra la
historia de la relación entre dos hermanas, y sus vidas, pero contado
por la hermana menos valorada.
El gran pan
07/07/2006
***
El gran pan
15/07/2006
***
La cebra cuentista
Hubo una vez un gato de Siam que pretendía ser un león y que
chapurreaba el cebraico. Este idioma es relinchado por la raza de
caballos africanos rayas. He aquí lo que sucede: una cebra inocente
está caminando por la jungla y por el otro lado se aproxima el gatito;
mbos se encuentran. “¡Hola!- dice el gato siamés en cebraico
pronunciado a la perfección-. Realmente es un lindo día, ¿No? ¡El sol
brilla, los pájaros cantan, el mundo es hoy un hermoso lugar para
vivir!” La cebra se asombra tanto de escuchar a un gato siamés que
habla como una cebra , que queda en condiciones de ser maniatada.
De modo que el gatito rápidamente la ata, la asesina y arrastra los
despojos mejores a su guarida. El gato cazó cebras con éxito durante
muchos meses de esta manera, saboreando filete mignon de cebra
cada noche, y con los mejores cueros de hizo corbatas de moño y
cinturones anchos, a la moda de los decadentes príncipes de la
Antigua Corte de Siam Empezó a vanagloriarse ante sus amigos de
ser un león, y como prueba les ofrecía el hecho de que cazaba cebras.
Los delicados hocicos de las cebras les advirtieron que en realidad no
había león alguno en las cercanías. Las muertes de las cebras
provocaron que muchas de éstas soslayaran la región. Supersticiosas,
resolvieron que la selva estaba hechizada por el espíritu de un león.
Un día la cebra cuentista deambulaba por ahí, y en su mente se
cruzaban argumentos de historias para divertir a las otras cebras,
cuando repentinamente sus ojos se iluminaron y exclamó: “¡Eso
es!¡Contaré la historia del gato siamés que aprende a hablar en
nuestro idioma! ¡Qué historia! ¡Esto las hará reír!” En este precioso
momento apareció ante ella el gato siamés y le dijo: “¡Hola! ¡Qué
lindo día es hoy! ¿No es cierto?” La cebra cuentista no quedó en
condiciones de ser atrapada al escuchar un gato que hablaba su
idioma, porque había estado pensado justamente eso. Miró fijamente
al gato, y sin saber por qué, hubo algo en su aspecto que no le gustó,
de modo que le dio una coz y lo mató. Tal es la función del cuentista.
El paciente inglés
01/07/2006
Pero todas las partes del cuerpo deben estar preparadas para el otro,
todos los átomos deben saltar en una dirección para que se produzca
el deseo.
“No.”
“Nada.”
(…)