Por sobre todas las cosas, Claudina Thévenet felices y aptas para ganarse la vida de manera
fue una mujer de deseos. El más grande fue el honorable”.
de comunicar el conocimiento de la bondad ope- Deseo simplemente expresado en su consejo:
rante de Cristo, y lo fue declinando a lo largo de “Sean verdaderas madres, hay que serlo, tanto
su vida en otros deseos que la llevaron a buscar del alma como del cuerpo”.
los rastros de ese amor en la vida de todos los Por encima de todo, ese deseo cuya raíz es pro-
días. “Que la caridad sea como la pupila de los funda, la lleva a unirse con otras para dar un
ojos”. paso más. “Varias señoritas de Lyon, animadas
“Su pasión por hacer el bien le había hecho en- por el deseo
contrar en las mismas adversidades, como un de la mayor
alimento nuevo y se dedicaba a las obras de gloria de
celo con tanto mayor ardor y generosidad cuan- Dios han de-
to le parecía que esas obras las preparaba la cidido erigirse
bondad divina para reparar los desastres cua- en Congrega-
sados por la Revolución.” (Pos.p 540) ción”
Y la pasión del bien la llevaba al deseo esperan- (Pos. p 55)
zado: “será una bonita joven a los dieciocho
años”, entonces el deseo se transformaba en
acción a fin de “dar a esas jóvenes una cultura
conveniente, hacer de ellas buenas cristianas Sean verdaderas madres, hay que serlo
que estén en condiciones de fundar hogares tanto del alma como del cuerpo.
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De la necesidad al deseo
Es difícil penetrar en el proceso que lleva a una Este proceso forma parte de la evolución del
persona cuya vida es brutalmente asaltada por sujeto humano en tanto que éste es capaz de ir
el dolor y la injusticia a perdonar y vivir en superando el estadio de la pura necesidad para
amor y alabanza. Quizás por eso muchas veces adentrarse en el universo humano del deseo.
nos vemos tentados de decir algo así como “eso Esto quiere decir que la experiencia de humani-
es para los santos”, y alejarnos como el joven zación con su correspondiente progreso espiri-
rico del evangelio, entristecidos porque es de- tual pasa por esa “superación de las cosas”, en
masiado duro; y sin embargo guardando la nos- la medida en que estas se revelan insuficientes
talgia del verdadero encuentro, que puede para colmar la profundidad del deseo.
abrirnos a la Vida. Esta experiencia puede bien ser vehiculada
Los testimonios sobre esa etapa de la vida de tanto por la privación como por el hartazgo y,
Claudina nos abren sin embargo algunas pis- cuando es bien vivida,
tas. Ella, que según testimonia su sobrino abre de por sí a la ri-
Claudio Mayet, tenía como toda joven sus gus- queza de la relación.
tos y proyectos, se dedicó enteramente a soste- Para mejor ilustrar
ner y consolar a su familia, y poco a poco, se esta via , es bueno con-
fue volcando cada vez más a los pobres y nece- templar el pasaje evan-
sitados. Esos parecen ser los signos externos de gélico del “hijo pródi-
su mutación interior. Visto hacia adentro pue- go”, pieza maestra en
de pensarse que su relación con el Señor le fue la que se confrontan de
mostrando la ruta de otro deseo. manera admirable la
Mucho nos gustaria saber cual fue el contenido necesidad y el deseo.
de esa maduración. Sin pretender jugar a las
adivinanzas, sino con el deseo de mejor inter-
pretar ese proceso, podemos adoptar la hipóte-
La relación de Claudina con el Señor le
sis de lo que el psicoanalista Denis Vase llama
fue mostrando la ruta de otro deseo
“el agotamiento de las cosas”.
to), banquetes (alimento objeto), hasta que el agotamiento de las cosas lo lleva a considerar que estas
no tienen la posibilidad de darle lo que busca. Porque su necesidad no se satisface con el consumo que
devora, como el niño no se sacia solo bebiendo la leche materna, sino que precisa el recuerdo de su pre-
sencia que lo estructura.
Y cuando en esa fisura entre el cuerpo y el espíritu en que se instala el deseo, le muestra claramente
que las cosas no lo colman, los ojos del interior lo hacen volcarse al recuerdo del padre, que da ali-
mento a sus servidores y el calor de la relación a su hijo.
La mera sombra de la posibilidad de no serlo, le hace apurar el paso del retorno. En el trayecto ha
aprendido que no necesita del padre para satisfacer la necesidad, -con ser servidor le basta-, sino que
lo desea para relacionarse con El como Otro.
Y no se equivoca, por que el Padre, que tampoco necesita de su hijo, y ha sabido respetar su libertad, lo
espera para celebrar su verdadera vida , la de un hombre-sujeto capaz de relaciones y de deseo “Estaba
muerto y ha vuelto a la vida”.
Esto es lo que nunca entendió el hijo mayor, y por eso se quedó en la puerta del banquete.
Y esto mismo es lo que a Claudina le permitio cambiar su duelo en deseo de Presencia.
A partir de ahí toda su vida se transforma en un largo, alegre y confiado regreso al Padre
Hacer silencio
El deseo crece en la espera de sí mismo
abre el camino
de otra pre-
sencia
Al contrario de la necesidad que hace desaparecer el
objeto que la satisface, el deseo necesita de la presen-
cia para poder afiramrse, y es justamente esa alter-
nancia de presencia-ausencia lo que lo alimenta. “Mi renovar la presen-
alma aguarda al Señor más que el centinela la auro- cia; (Pos.p 65-67),
ra”(Ps 129) hacer el trabajo,
Son inumerables los gestos con que los hombres por simple o penoso
traen a su recuerdo la presencia que alimenta el de- que sea “con un
seo, fotografias, objetos, perfumes, imágenes y pala- gran deseo de pare-
bras recogidas, a condición de que sean conservados cerse así a Jesucirsto”. (Pos p.60).
en un clima propicio a su contemplación, lejos del Sobre todo al hacer silencio de sí mismas
ruido de lo cotidiano. abren el camino de otra presencia.
En una palabra, los objetos-recuerdo necesitan del Porque la imitación es una manera afectuosa
silencio. de traer a la realidad la presencia del Otro
Asi lo comprendieron desde el comienzo Claudina y amado, una manera que
sus compañeras. El reglamento de la piadosa Unión no consume, sino que al
da cuenta de la intensidad de sus deseos. “¿Tiene la contrario aumenta el de-
firme resolución de trabajar con generosidad en su seo del encuentro y per-
progreso espiritual durante toda su vida?”. Con una mite salir a buscarlo allí
respuesta afirmativa a esta pregunta comenzaba ca- donde se manifiesta me-
da asociada su vida de entrega. jor: en la en la nostalgia
que los hombres tienen
Y los deberes “invariables para cada día, cada sema-
de la Presencia que da
na, cada mes y cada año” según lo marca el regla-
sentido.
mento, obran como un poderoso medio de recordar
esa presencia-ausencia que estimula el deseo.
La actividad diaria se vive al ritmo de las Campana de la Provi-
“invocaciones” y “elevaciones del espíritu”, todos los dencia
medios ordinarios, como el toque de campanas mar- Museo de La Angélica
cando las horas o llamando a misa, son buenos para
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La oración de Jesús,
escuela del deseo.
Jesús es el gran orante, antes de cada decisión busca el encuentro con su
Padre, y si la oración de Cristo tiene algo de particular, es que ella se funda
en una comunión inicial, la del Hijo con su Padre. “Yo sé que tú me escu-
chas siempre” (Jn 11,42)
En realidad se puede interpretar esa necesidad de Jesús de rezar, en fun-
ción de su deseo fundamental de no querer hacer sino la voluntad del Padre
(Jn 8, 28-29)
Ese deseo va encaminado del principio al fin a cumplir el designio salva-
dor. “Esta es la vida Eterna, que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero Jesús nos invita a imitar su
y a tu enviado Jesucristo” (Jn 17,3).Por eso Jesús reza”porque quiero que propio deseo, parecerse lo
estén conmigo donde yo esté” (Jn 17, 24). La oración de Jesús más que más posible a su Padre
simple súplica, se hace así manifestación al Padre de su propio y único
deseo.
Y al agregar que su querer es “que todos sean uno como tú, Padre estás en mi y yo en tí” nos introduce
en su pedagogía de imitación.
Pero, ¿qué es lo que Jesús nos invita a imitar?.
No son ciertamente sus costumbres personales, ni su manera de ser, ni siquiera nos enseña a imitar
una regla ascética. Lo que Jesús nos invita a imitar es su propio deseo: el impulso que lo conduce al
fin que se ha trazado; parecerse lo más posible a su Padre.
La presencia de Jesús que buscaban Claudina y sus compañeras en el silencio, el recogimiento y el
olvido de sí mismas entra en esta linea de imitación. Es también lo que suscita en ellas la búsqueda
del “conocimiento interno”, para mejor “amar y servir”.
A la luz de este itinerario no es difícil com- Quizás este fue el consuelo que Claudina encontró
prender que el celo apostólico de Claudina, en su religión según le desearon sus hermanos en el
ese “fuego” que queria encender a imitación momento final: el descubrimiento del tesoro de la
de su Maestro creció y se alimentó en la es- relación con el Padre bueno.
cuela del deseo. Y ese deseo pasa por la imi- A imitación de su Maestro, sin apartarse ni a dere-
tación de Jesús. cha ni izquierda, el perdón, la misericordia y el tes-
Porque Jesús no tiene un deseo propio, timonio de la bondad
“suyo”, porque no pretende “ser él mismo” ni del Padre marcaron su
se jacta de “obedecer a sus propios deseos”, vida .
El consagra todas sus fuerzas a imitar al Por eso su invitación a
Padre. “hacer todas las cosas
¿Y por qué elige Jesús ese modelo?, porque con el único deseo de
ni El ni el Padre desean de manera ávida ni agradarle” cobran una
egoísta. “El Padre que hace salir el sol sobre autoridad y un sentido
buenos y malos”, que da a los hombres sin completamente actual.
contar, sin hacer la menor diferencia para
que todos se salven. Ese es su solo deseo. Emblema de la Congregación.
Museo de La Angélica
Jesús-Maria
L a An g é l i c a
2, Place de Fourvière
69005, Lyon
Francia
Como todos han podido ver, esta nueva presentación
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Con frecuencia los medios nos muestran lo que no avanzar hacia su Pasión con toda la fuerza del
va bien en el mundo. Sin embargo la íntima convic- deseo “He deseado ardientemente comer esta Pas-
ción, de nuestra fe nos dice que la resurrección va cua con vosotros” (Lc 22,17)
haciendo su trabajo lentamente, día a día como el El programa de Jesús, nos dice el Papa Benedicto
grano de trigo que germina sin que lo vean. en su reciente encíclica “es el de un corazón que
Entonces volvemos la mirada hacia “las cosas bue- ve”(31,b) “donde el amor es necesario y actúa en
nas que también pasan”: los padres que ayudan a consecuencia” y , continúa el Papa “A menudo es
sus hijos a crecer, los jóvenes que parten al encuen- precisamente la ausencia de Dios lo que está en la
tro de los otros, los ciudadanos que están dispues- raíz más profunda del sufrimiento” (31,c).
tos a cambiar sus costumbres para preservar el “El cristiano sabe que Dios es amor, y que se hace
medio ambiente, los intentos de desarrollar un co- presente precisamente en los momentos en que no
mercio más justo, y eso sin contar con los infinitos hay otra cosa que hacer más que amar” (31,c)
y cotidianamente repetidos gestos de amor y entre-
ga a los demás. Ese fue el
secreto que
Todas esas iniciativas son fruto de los deseos que Claudina des-
cada uno pone en obra para vivir mejor. Por eso la cubrió desde
Biblia tiene razón cuando nos anima a ir al fondo lo profundo
de nuestros deseos para purificarlos, para hacerlos de su dolor;
vivos y a través de su fuerza hacer crecer la Vida ella nos invi-
“No te prives de un día agradable, no se te escape ta a testimo-
la posesión de un deseo legítimo” (Si, 14,14). Es niar de su
por ese mismo motivo que Jesús declara haber ve- experiencia.
nido al mundo: “para que tengan vida y la tengan
en abundancia” (Jn 10,10).
Para que todos tengan vida no vacila Jesús en Hacer vivos nuestros deseos de vida
en abundancia