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Semana Trágica (Argentina)

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Se conoce como la Semana Trágica a una serie de disturbios que sucedieron en Buenos Aires en
enero de 1919. Para esa época estaba viva entre los obreros la llama de la revolución social;
corrientes de pensamiento revolucionario marxista y anarquista habían llegado a las costas del
Río de la Plata de la mano de la abundante inmigración europea. Las recientes experiencias de la
Revolución Mexicana y la Revolución Rusa eran además vistas como un estímulo por los
obreros y como una amenaza por las clases dominantes. Simultáneamente, se daba en Argentina
un incipiente proceso de industrialización en forma paralela al modelo agroexportador imperante,
lo que permitió la formación de un proletariado urbano.

Los sucesos comenzaron el 7 de enero con una huelga en los Talleres Metalúrgicos Vasena en la
Ciudad de Buenos Aires, que se encontraban donde hoy se encuentra la Plaza Martín Fierro
(Barrio San Cristóbal). Los huelguistas reclamaban la reducción de la jornada laboral de 11 a 8 h,
mejores condiciones de salubridad, la vigencia del descanso dominical, el aumento de salarios y
la reposición de los delegados despedidos. La empresa intentaba seguir funcionando con obreros
rompehuelgas, crumiros (carneros) provistos por la Asociación del Trabajo, una asociación
patronal. Un disturbio entre los obreros en huelga terminó con la intervención de la policía, que
disparó con armas largas contra la multitud. Los disturbios no tardaron en extenderse a las zonas
cercanas, con rotura de vidrios y levantamiento de adoquines de las calles. El saldo fue de cuatro
obreros muertos y más de treinta heridos, algunos de los cuales fallecieron después.
En repudio a este hecho las asociaciones obreras del momento, la Federación Obrera Regional
Argentina del IXº Congreso (FORA del IXº), socialistas, comunistas y sindicalistas
revolucionarios y la Federación Obrera Regional Argentina del Vº Congreso (FORA del Vº),
anarquistas, propiciaron una huelga general que se dio a partir del día 9 de ese mes. Desde las
15:00, numerosos obreros se convocaron para asistir al entierro de los asesinados el día 7. A las
17:00, llegaron al Cementerio de la Chacarita de la Ciudad de Buenos Aires. Allí, mientras se oía
el discurso de uno de los delegados, un grupo de policías y bomberos armados abrió fuego sobre
la concurrencia. El diario La Prensa contabilizó 8 muertos, el diario socialista La Vanguardia
elevó la suma a más de cincuenta. Este incidente marcó el inicio de una lucha desordenada y
caótica contra la policía.

De entre las clases altas surgieron grupos paramilitares, como la llamada Liga Patriótica
Argentina, creados para defender los valores conservadores, la tradición y fundamentalmente la
propiedad. Estos grupos no dudaron en perseguir y matar a dirigentes obreros, anarquistas, pero
también arremetieron contra todo aquel que pareciera extranjero. Así, apalearon y detuvieron a
judíos, rusos, polacos y alemanes, entre otros. El caso de los judíos fue notorio por el alto grado
de antisemitismo de estos grupos. Según fuentes obreras (el periódico ‘La Vanguardia’ del 14 de
enero), el saldo de la Semana Trágica fue de 700 muertos y 4.000 heridos. De la comunidad judía
hubo 1 muerto y 71 heridos.

Fotografía publicada por Revista Caras y Caretas el 18 de enero de 1919.

En resumen, la enérgica represión de la policía, el ejército (entre cuyos oficiales contaba con el
entonces teniente primero Juan Domingo Perón), sumado la violenta actuación de la Liga
Patriótica Argentina y las presiones del Yrigoyenismo para que Pedro Vasena, dueño de la
fábrica, aceptara los reclamos de los obreros lograron dar punto final al movimiento el 17 de
enero de 1919.

De todos modos, los obreros superaban a los policías y los grupos paramilitares; el diario La
Prensa mencionaba la amenaza de "guerra revolucionaria". Ante esta situación el presidente
Hipólito Yrigoyen puso la ciudad bajo las órdenes militares del coronel Luis Dellepiane, quien
movilizó tropas por toda la ciudad, dando lugar a semanas de enfrentamientos en las calles que
dejaron un saldo cercano a los 1.000 muertos. Posteriormente la situación fue medianamente
controlada y el Ministerio del Interior ofició de interlocutor con los obreros, quienes
consiguieron aumentos que iban en el rango del 20 al 40%, además de la liberación de los
dirigentes de la FORA.
La semana trágica
Los Obreros Reclaman, La Policía Reprime Estos Acontecimientos se cobran
700 víctimas, la historia se repite una y otra vez a lo largo del tiempo...

TEXTO: ROSA ROSKIN.


La dirección de Buenos Aires Antiguo agradece a la Sra. Rosa Roskin
su amabilidad al enviarnos la presente nota.

info@buenosairesantiguo.com.ar
En 1919, Buenos Aires era otra ciudad, otro País era la Argentina, sin embargo, los protagonistas de
esta historia no parecen haber cambiado tanto, apenas el escenario, Durante el primer Gobierno de
Hipólito Yrigoyen, los reclamos por condiciones dignas de trabajo se hicieron tan fuertes que, a fines
de 1918, las dos centrales obreras llamaron a una huelga general. Los Talleres Metalúrgicos Vasena,
en Parque de los Patricios, fueron epicentro de la protesta. Allí en los primeros días de 1919, los
obreros pedían la reducción de la jornada laboral de once a ocho horas, descanso dominical, aumento
de sueldos y que se dejaran sin efecto los despidos. La respuesta, encarnizada, no se hizo esperar. El
operativo policial estuvo a cargo del General Luis Dellepiane, quien indignado y envalentonado
declaró: "Habrá un escarmiento que se recordará durante los próximos 50 años".

A la luz de los acontecimientos, su involuntario sentido de proyección histórica fue escaso. A la


represión policial se sumó la aparición de la Liga Patriótica Argentina, agrupación fascista que se
dedicó a atacar violentamente a los sindicatos, agrupaciones de izquierda, anarquistas y también a
Judíos y Sinagogas. La tortura y los asesinatos fueron hechos fatalmente cotidianos. Entre el 7 y el 11
de enero, la violencia desbordada provocó 700 muertes y 3.000 heridos.

Tanta sangre sin embargo, tuvo consuelo; los obreros consiguieron escalonadamente una respuesta a
su demanda. La foto de los Policías "En Pie de Guerra" fue publicada en las revistas Caras y caretas el
18 de Enero de 1919. Los que apuntan son conscriptos de la escuela de tiro provistos de
ametralladoras al frente de la comisaria 24, en la Boca. Una reflexión del señor JOSE GRUNFELD,
militante anarquista más antiguo de la Federación Literaria Argentina. "Las clases pudientes por fin se
dieron cuenta que estaban luchando contra la historia. . . y aflojaron".
Semana Trágica - Ultima Parte
Continúa del artículo anterior...

Por otra parte, había salido desde Nueva Pompeya el cortejo fúnebre que llevaba
a los abatidos del día 7 de enero. Un pequeño grupo de agitadores que los
acompañaban iban robando las armerías que se encontraban a su paso, como la
de Juan Picasso en San Juan al 3900. A las 17 el cortejo llegó al cementerio.
Mientras hablaba uno de los gremialistas, la policía y los bomberos armados,
atrincherados en los murallones del cementerio, balearon a la multitud. Cundió el
pánico. Todos empezaron a correr mientras la lluvia de balas continuaba, ya que
se contestó el fuego desde los huelguistas. Según la prensa oficial murieron allí
doce personas, pero según un periódico obrero eran más de cincuenta,
incluyendo algunas mujeres. La gente que se alejaba del cementerio comenzó
a agredir en las calles a cuanto policía se les cruzaba. Decenas de tiroteos se produjeron en toda la
Capital, y en Retiro fueron también baleados algunos trenes. Mientras tanto, se despertó el odio y el
pánico entre los sitiadores de la fábrica Vasena al enterarse de los sucesos en el cementerio. La policía
atacó con ametralladoras y fusiles Mauser a los sitiadores de la empresa, que se mostraban
exasperados.

A las 19, por orden del presidente Yrigoyen, intervenía el Regimiento de Infantería. El operativo policial-
militar estuvo a cargo del general Luis Dellepiane, quien indignado y envalentonado declaró: “Habrá un
escarmiento que se recordará durante los próximos cincuenta años”. Lamentablemente, no estaba
errado.

Por la noche seguía la violencia, y hubo nuevos enfrentamientos entre obreros y policías en varios
puntos de la ciudad. La prensa oficial había registrado un saldo para ese día de cuarenta muertos,
mientras que la prensa obrera registró más de cien muertos y cuatrocientos heridos. La Unión Obrera
Ferroviaria también se plegaba completa al paro.

La mañana del día 10 de enero la ciudad estaba virtualmente paralizada, y había ciudades del interior
del país que también se habían adherido al paro. El presidente había ordenado la distribución de
30.000 efectivos militares en toda la ciudad, como así también había solicitado la presencia urgente
del señor Vasena en la Casa Rosada. Buenos Aires parecía una ciudad ocupada por fuerzas enemigas.
En las esquinas, piquetes de soldados, policías y bomberos estaban listos para reprimir cualquier
intento. En los barrios los transeúntes eran palpados de armas. Las calles presentaban un aspecto
insólito, con varios tranvías y automóviles abandonados. Las discusiones e incidentes por obtener
alimentos de primera necesidad eran comunes. La violencia seguía en toda la ciudad. El saldo de esta
jornada habría sido de no menos de cincuenta muertos.

El día 11 se habían dado a conocer los resultados de las


tratativas entre el gobierno, Vasena y el sindicato. La empresa
había concedido a los obreros las siguientes mejoras: 8 horas
de jornada laboral, un aumento que variaba según el salario
entre el 20% y el 40%, aumento de las horas extras en un
50% y un 100% adicional para los que trabajaran los
domingos. Sin embargo, la huelga y los tiroteos continuaban.
Ese día fue el de la gran redada para los sindicalistas y
dirigentes socialistas: se llegó a detener a cinco mil personas.
Pero al intensificarse la represión y al carecer ya la huelga de
objetivos claros, comenzó a reinar la confusión entre los obreros. La huelga para ellos ya no tenía
sentido... y habían conseguido bastante. Tanto como nunca antes en toda la historia.

El 12 de enero la policía dio a conocer la noticia –completamente falsa- de que se había descubierto una
célula bolchevique entre los numerosos inmigrantes rusos de la ciudad. Se allanó una casa donde
habrían sorprendido a cuarenta “miembros dirigentes del ‘primer soviet’ de la república federal de
los soviéticos argentinos” (La Nación, 13/ene/1919). El periódico socialista La Vanguardia el día 14
de enero registraba un total de setecientos muertos y más de dos mil heridos, obreros, mujeres y
niños, a lo largo de toda la semana. Pero ya el día 16 prácticamente la policía había puesto en libertad
a la mayoría de los obreros y de a poco se volvía a la normalidad.

Durante la Semana Trágica, a la represión policial se sumó la aparición de la Liga Patriótica Argentina,
una fuerza de choque juvenil de derecha que se dedicó a atacar violentamente a los sindicatos,
agrupaciones de izquierda y anarquistas, y de paso, también a los judíos. La Liga Patriótica, dirigida por
la elite conservadora, habría de ser en los tres años siguientes la asociación política más poderosa del
país. Su crítica fundamental se dirigía a la benevolencia con que Yrigoyen trataba las luchas sindicales.
A dos años de la revolución rusa, existía el temor generalizado de su posible repercusión. Esto había
creado un clima de desasosiego en las clases dominantes, que en cada movimiento obrero veían una
amenaza para la seguridad pública. Afirmaban que el “maximalismo”, el programa máximo de la
revolución socialista soviética, pretendía apoderarse del país. Se preveía una inminente revolución
mundial, que, si bien constituía un factor movilizador para los trabajadores, actuaba como revulsivo para
las clases propietarias.

La siguiente fotografía de los policías “en pie de guerra” fue publicada en la revista Caras y
Caretas del 18 de enero de 1919. Los que apuntan son conscriptos de la escuela de tiro provistos
de ametralladoras de pie, al frente de la Comisaría 24, en La Boca.

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