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La casa encantada

Prólogo

R. Horacio Etchegoyen

Como lector puedo decir que tuve placer al leer éste cuento y me sentí
llevado a un mundo de ensueño y entusiasmo. Es un relato candoroso y atrayente
donde se juntan la fantasía y la verdad en un círculo de belleza y creación.
La conversación de Elizabeth y Salomón parece el diálogo interior entre
el niño que todos llevamos adentro y ese duende invisible que nos orienta y nos
hace pensar: simboliza el alma humana, el inconsciente freudiano con todos los
inagotables tesoros y miserias que lo habitan.
La Casa Encantada está poblada por todos los sentimientos que habitan
en los hombres y que solo el Amor, como al final del cuento, puede ordenar en un
significado más valedero y trascendente.

Buenos Aires, 20 de diciembre de 2001

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INTRODUCCIÓN

Mi intención es llegar al lector y golpear las puertas de su casa encantada, donde


reside todo el poder y la magia del mundo interior que nos protege de los
temporales de una realidad cambiante y confusa, pero con pleno sentido cuando
la curiosidad y el amor la orientan.
Agradecimiento: a mis padres.

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LA CASA ENCANTADA

Nací en una pequeña aldea rodeada por un bosque. En la


cual viven cientos de familias gobernadas por un rey, dueño del
caballo mas negro y brillante que se pueda haber visto, por si
les interesa el caballo se llama Rubí. Mi padre se llama Pedro y
es carpintero. Cuando yo lo abrazo, de su ropa sale el mismo
aroma del bosque. Es un hombre alto, corpulento y de oscuros
cabellos. Casi siempre esta contento y le encanta cantar
mientras trabaja. Mi madre, se llama Ángela y mis dos
hermanas Ana y Sara. Yo soy la más pequeña, mi nombre es
Elizabeth y tengo ocho años. Soy muy curiosa e inquieta.
Nunca me canso de preguntar ¿Él porque de cada cosa?.
Puedo pasarme horas mirando el estanque del jardín, ¿cómo
crece el musgo?, ¿ cómo se deslizan los peces?, ¿ cómo se
refleja la copa de los arbolés?, que parecen danzar cuando el
viento las sacude, esperar el arco iris después de una lluvia
torrencial o mirar las estrellas titilar por mi ventana .
Mi pasatiempo favorito es leer cuentos. Las historias
sobre príncipes y princesas donde se descubren acertijos
mágicos, para romper hechizos y encantamientos de brujas,
donde hadas bondadosas protegen los héroes y los finales
son felices.
Con mis hermanas ayudamos a mi madre en las tareas de la casa y
es ella quien cuida que yo haga mis deberes escolares y quien me los

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corrige. Ella siempre nos aconseja y reprende cuando nos peleamos ,
mi enojo con ellas es tan intenso como los momentos de alegría que
compartimos.
Una de mis costumbres favoritas es leer debajo del viejo roble.
Mi cuento preferido es La casa encantada. Ella tiene un
amplió portón de hierro oscuro, vigilado por dos dragones,
uno de cada lado. Lenguas de fuego se entrecruzan haciendo
el camino no solo temible sino de muy difícil acceso.

Los dragones están siempre despiertos y casi nunca


distraídos. No solo son diferentes por el color, sino por la
expresión de sus rostros y tamaño. Uno es regordete, sonriente
y de gran estatura, su hermano el dragón negro es delgado,
pequeño y triste. Un día sucedió algo inesperado y maravilloso que
merece ser contado. Yo estaba tan abstraída en la lectura, que no
me di cuenta que un pequeño duende vestido con chaqueta de
seda color verde, de pantalones y zapatos marrones y un gran
sombrero sobre su cabeza llena de rulos, saltaba y saltaba sobre
mi falda, buscando llamar mi atención. Estiraba sus bracitos
intentando tocar las tapas de mi libro, sin poder lograrlo pero
sus intentos no fueron en vano. Yo dejé de leer para ver que
estaba pasando con mi pollera, que se movía y a mí alrededor
no corría ni una mísera brisa.

Sorprendida y curiosa cuando lo vi, le pregunté:

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- ¿Quién eres tú? ¿Qué buscas aquí?.
- El duende erguido con una vocecita ronca me contestó:
- Yo soy Salomón y he venido de un país muy lejano para
hacerte una invitación: conocer La casa encantada.-

Yo con aire de desconfianza le dije: “¡Estás loco! La casa


encantada no existe es solo un cuento para niños.”
-Estás equivocada niña mía - replicó Salomón - las cosas
no solo existen cuando se ven, sino que en su principio están
en nuestra imaginación. Basta imaginar algo muy intensamente
para verlo como real. Así le ocurrió al autor del libro, primero lo
imaginó y después escribió el cuento, pero La casa encantada,
créeme, existe como el mismo sol.
- Lo miré sorprendida y con atención, entonces le respondí:

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- Salomón el problema no solo es La casa encantada, sino que
me resulta imposible aceptar tu invitación para este viaje, pues
mis padres no me dejan acercar a desconocidos.-
-¡Pero niña! Que dices, si ya nos hemos presentado y
entablado conversación y sé que tu siempre has deseado que
te ocurra algo muy interesante, como las aventuras de los
héroes de tus cuentos o ¿me equivoco? –dijo Salomón
- Salomón: “¿adivinas tú mis pensamientos?” – le
interrogué:
-“Por supuesto es por eso que ahora estoy contigo dijo
Salomón mientras se acomodaba su sombrero con aire
distinguido. Además todo es más sencillo de lo que tu crees, el
viaje puede comenzar en cualquier momento pero no tienes por
que tener miedo, solo precisamos de algunos elementos.”.-
-No es tan sencillo- contesté - si mis padres se enteran
que yo sería capaz de viajar con un desconocido sin su
permiso, yo la pasaría bastante mal y no quiero pensar lo que
sería de mí.
“¡Mi linda niña! - repuso Salomón - debes saber que el
miedo es el mayor enemigo de la vida. Él paraliza todas las
iniciativas e inquietudes. Nadie hubiera descubierto continentes
nuevos, montañas, mares, inventos, teorías y tantas cosas si
no hubiera habido gente capaz de enfrentarlo y vencerlo
Sus palabras me tranquilizaron y afloró en mi un inmenso
deseo de viajar con él, al instante le contesté:
- ¿Pues bien Salomón que precisamos para nuestro viaje?

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El duendecito saltando de alegría y aplaudiendo por lo
excitado que se encontraba, exclamó:
- ¡Bravo! ¡Bravo! ¡No te arrepentirás! Déjame pensar con
detenimiento, pues no debemos olvidar nada para que el viaje
sea un éxito. Solo precisaremos una linterna y un par de
anteojos. Luego sacó de su bolsillo un pequeñísimo frasco
cuya etiqueta decía “Contra males y encantamientos” –
Y agregó:
– el viaje lo iniciaremos apenas tengamos todo lo
necesario y no albergues ningún temor, estarás de regreso
antes que tus padres y hermanas regresen del bosque.
Mis mejillas ardían por la excitación, me dirigí corriendo

hacia mi casa. Entré como trompo a la habitación de mi padre y

saque de la mesa de luz la linterna que el tanto usaba; me fui

a la cocina, del aparador tomé el costurero, lo abrí y saque los

anteojos de mi abuela. A los pocos minutos estaba frente a

Salomón y le dije: aquí esta todo, estoy mas que feliz que

nunca, gracias a ti conoceré La casa encantada.

- Veo que estás preparada para el viaje y me agrada que


hayas confiado en mí, porque la confianza es una buena señal
entre las personas, ella garantiza relaciones profundas y
duraderas. -Afirmo Salomón
Salomón, ¿Sabes que dice mi padre siempre? que la
confianza descansa en la verdad, por eso la mentira es tan

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dañina, cuando la gente es engañada en su buena fe, no solo
lloran los ojos sino que llora el alma.”
-Bueno mi niña con este viaje tu alma sonreirá y esa
sonrisa perdurara por mucho tiempo. Llegó el momento de
partir Elizabeth, pero antes quisiera pedirte algo, que me
dejaras viajar dentro de tu bolsillo - y mientras hablaba se
acomodaba su ropa.-
- Si tú lo quieres así, por mí no hay problema- respondí. Y
él con mucha parsimonia se acomodó en mi bolsillo.
En ese mismo instante, todo desapareció de mi vista, solo
nos rodeaba una bruma gris. Comencé a caminar con paso
inseguro con la sensación de que no iba a ninguna parte, pero
después comencé a avanzar como si supiese cual era el
camino.
- ¡Salomón! Estás viendo lo mismo que yo -le dije con voz
entrecortada por la emoción.
- Exactamente lo mismo- exclamó Salomón.
A pocos metros unas lenguas de fuego iluminaban la
silueta de la casa.-Estamos muy cerca del portón de La casa
encantada, pero el fuego no dejará que avancemos. -le dije.
- Despreocúpate querida mía - dijo el duende - y pon
atención a lo que te diré:
- Ese fuego no quema ni lastima, cuando tú te coloques los
anteojos de la abuela verás cosas inimaginables, verás tantas
cosas que no saldrás del asombro los primeros días.-
Me coloque los anteojos de mi abuela y … ¡alcornoques y
alcachofas! - diría mi padre - esto es más de lo que imaginaba.

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El dragón rojo de gesto sonriente, lanzaba por su boca
lenguas de fuego, anchas, extensas y bien diferenciadas.
En una de ellas estaban contenidas todas las especies
vegetales existentes en la tierra, álamos, cerezos, caléndulas,
pinos, tulipanes, fresas, robles, tilos, limoneros, margaritas,
arvejillas, enredaderas trepadoras, cipreses, las especies más
vulgares y las más exóticas.
-¿Qué es esto Salomón? – exclamé boquiabierta por todo
lo que veía.
-¡Mmm! Apenas estás descubriendo una parte y mira, tus
ojos dan vuelta sobre sí mismo como dos pequeños círculos,
tienes frente a ti el dragón de la vida -respondió Salomón.
-Cada cosa que tiene vida está encendida por dentro de
ese fuego, que nunca cesa, es infinito. La hierba más diminuta
e insignificante, la flor más rara y un frondoso árbol, todo está
iluminado por el fuego de la vida.

Sin poder creer todo lo que me estaba sucediendo,


exclamé:
-¡Mira Salomón! Estoy caminado por entre las llamas y no
me quemo, mira allí la lengua de fuego donde están todos los
animales; no falta ninguno, los búfalos, peces, ciervos, pájaros,
ranas, serpientes, pumas y leones, jirafas. ¡Oh! Mi conejo
blanco, el perro guardián de mi padre, la tortuga de mi madre,
los caballos del señor del castillo, y esas horribles arañas, que
con mamá encontramos entre los leños. Están todas las
mariposas de mi jardín, y otras muchas más bellas pero

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desconocidas. Si todas ellas visitaran mi casa, de todos lados
del mundo, vendrían a conocernos.-
-Elizabeth, eres un poco vanidosa - dijo el duende -
aprecio que te gustaría ser famosa pero lo esencial es ser
importante para quienes están cerca.
- Salomón deja de criticarme -respondí con fastidio - y
cuida de no caerte de mi bolsillo por favor.
- Es maravilloso lo que estamos viendo, nada menos que
el interior de cada cosa viva ¿Quien creería que el mismo
fuego que le da vida a las plantas, le da vida a todos los
animales de la tierra?.
Se acercan a una lengua de fuego impresionante en su
tamaño, intensamente roja y brillante. Salomón dijo que
adentro están todos los seres humanos que habitan el planeta
pero yo solo alcanzo a divisar algunos cientos. -¡Oh! Está mi
primo Damián y mis dos hermanas, claro que ellos no pueden
verme, también se encuentra mi tía Ursula y allá se asoma una
viejecita con joroba que suele asustar a los niños cuando ellos
no quieren irse a dormir y aquella con la sonrisa de un ángel,
es mi madre, estoy mareándome por ver tanta gente le dije a
Salomón
- Así es - dijo Salomón - no falta nadie.
- El dragón rojo nutre la vida y siempre está ocupado por
cuidarla, nada que ver con su hermano el dragón negro.
Fíjate a tu izquierda y verás que las llamas cambian de
color, son de un rojo más sombrío y apagado.-
Solté un grito de espanto

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- Salomón, son hombres peleando entre sí.- dije con un
tono de tristeza
Él, con una absoluta serenidad me explicó- Elizabeth estás
viendo el rostro de la guerra, los hombres de cada bando creen
luchar por causas justas, pero solo traen muerte. Ellos no
conocen la piedad niña mía, pero sí la crueldad. A lo largo de la
historia, estos enfrentamientos han llenado de lágrimas y
penurias al mundo y de culpa el corazón de los hombres.

- No quiero ver más Salomón ¡Vámonos de aquí! -dije


impacientemente.
- No es tan sencillo salir, porque las llamas de la vida se
entrecruzan con las llamas de la muerte - respondió Salomón
muy serio.

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Comencé a correr a toda velocidad buscando salir de ese
lugar, el camino cada vez se hacia mas estrecho y oscuro.
Asustada y casi sin aliento le pregunte:
- ¿en donde estamos, acaso estamos perdidos?
- El se quedó mirándome y al momento contestó- este es
el abismo de los Desafortunados, aquí están los hombres y
mujeres que han sido prisioneros del “Mal bicho”.
-¿Y quién es él?- pregunte con interés.
El Mal bicho es alguien que vive en las oscuridades. La luz
lo debilita y se vuelve pequeñito, insignificante. Siempre se está
alimentando de ideas y pensamientos dañinos, perniciosos.
Exige imperativamente lo mismo, nunca descansa, no da
tregua. Lo más grave es que el Mal bicho vive y crece por lo
que nosotros mismos le damos. Él toma las dudas, los
desalientos, las inseguridades, las frustraciones y debilidades y
con todos esos ingredientes va carcomiendo el alma. Siempre
nos está sacrificando, nos aleja de la verdadera tarea de la
vida, Ser Feliz.
A medida que él hablaba, yo lo miraba desconcertada
- Aquí también están los hombres y mujeres petrificados.-
dijo Salomón
- Los estoy viendo, parecen estatuas de piedra. ¿Qué pasó
con ellos? - le interrogué
- Sucede que cuando un hombre o una mujer se queda
pegado a un hecho acaecido en su vida que los impacta
mucho, pierden la noción del tiempo presente, se van
petrificando sin darse cuenta. Por ejemplo aquella tía tuya que

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cuando va de visita a tu casa, siempre repite lo mismo “Nunca
olvidaré lo que me hicieron y menos aún los perdonaré” o aquel
hombre de la aldea que dice “Todo lo perdí ese invierno y
nunca más recuperaré la posibilidad de sembrar el campo”.
Están siempre mirando hacia atrás y usan las mismas palabras
el “nunca” y el “siempre” - decía Salomón mientras suspiraba.
-¡Oh! Elizabeth, ya se cumplió el tiempo, es hora de irnos
de aquí.
Inesperadamente los dos se miran, el chirriar de una
puerta descascarada les deja ver una habitación pintada
grotescamente. “Los estaba esperando”, dijo una anciana de
espalda jorobada cubierta con una chalina color ceniciento.
Sobresaltados preguntaron al unísono:
- ¿Quién eres?
- Yo soy la Infelicidad y vivo aquí con mis cuatro hijos.
- ¿Qué les pasa a tus ojos? ¿Porqué estas tan triste? -le
pregunté con curiosidad- Ella con voz pausada me
respondió:
- Me paso los días y las noches llorando, no puedo
controlar mis hijos. Vivo con el corazón en la boca.
- ¿Y quienes son tus hijos? -le pregunté.

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-Ellos son muy famosos en el mundo, siempre están dando
que hablar por lo que hacen, dijo la anciana. Ellos son el
miedo, el odio, los celos, y la envidia.
-Mi hijo el celoso, siempre está desconfiando de todo y
todos. La sospecha y la traición son los temas de su
conversación, es insistente cuando pregunta y no sabe
escuchar. El siempre está inquieto y ve lo que quiere ver, nada
lo conforma, las pruebas más consistentes ante sus ojos se
desmoronan como castillos de arena. Es posesivo.
-Mi otro hijo, el odio, es tan peligroso para él como para los
demás. Rechaza a todo y todos. Lastima sin piedad y sin culpa.
Arrasa con furia y se desata con toda facilidad. Siempre está al

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acecho y acosando a sus víctimas para descargar su enojo. Es
implacable.
-Y que decir del miedo, parece el más inocente, pero este
hijo mío, también hace de las suyas. Es igual que un carcelero,
aprisiona sus presas, las amordaza y envuelve con sus
tentáculos quitándoles movimiento e iniciativa. Distorsiona todo
lo que ve, a su alrededor crece el peligro más insólito. Y que
agregar de su hermana la envidia ella pasa más
desapercibida pero es mas dañina que sus tres hermanas. Es
ácida y corroe todo lo que toca, como el gusano a la manzana.
Es imposible convivir con ella. Es una eterna insatisfecha.
Cuando ella se acerca a algo o alguien siempre hace daño,
tiene la cualidad de destruir lo más bello o bondadoso.
Conmovida por su relato, le pregunté:
-¿Y tus hijos viven solos? - La viejecita esbozo una mueca
parecida a una sonrisa y contestó:
-No siempre, muchas veces se acompañan entre ellos. Y
los males son mayores. Yo lo que más desearía como madre,
es que no vivan bajo las ordenes del dragón negro porque es
probable que nunca cambien y persistan en hacer rodar por el
mundo las semillas del mal, que cuando crecen son
incorregibles. En cambio si aceptan ponerse bajo el estandarte
del dragón rojo, cada uno de ellos puede transformar el sentido
de su vida y luchar por causas nobles y con resultados más
felices.
-Y ahora quisiera despedirlos, he hablado mucho y estoy
bastante cansada. Pues no estoy acostumbrada a recibir

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visitas. Los acompañaré y les señalaré como encontrar la
puerta donde habitan los Deseos.
- Elizabeth -me dijo Salomón - muchos de los personajes
de tus cuentos de hadas, le obedecen al dragón negro,
por ejemplo aquella historia donde la bruja, envidiosa de
la belleza de la princesa la transforma en rana, o
cuando el gigante encierra al príncipe valiente en la
fosa del bosque, o cuando el rey pierde las llaves del
tesoro porque un bufón malvado las arroja al mar y un
pescado se las traga. Quede fascinada escuchándole y
le dije:
- Entonces también están los personajes que obedecen
al dragón rojo y ayudan a que los finales sean felices ¿
no Salomón?
- Así es Elizabeth- contestó.
Caminamos junto a la anciana unos pasos. Ella
desapareció y quedamos frente a una puerta blanca, que se
abrió y nos permitió vislumbrar una amplia habitación, llena de
luz. Del techo colgaban lámparas de cristal de roca multicolor y
las luces formaban el arco iris en toda su magia.
Me arregle mis cabellos con mis manos que estaban un
poco desordenados y le pregunté:
-Salomón ¿estas cómodo?
-¡Oh! Si Elizabeth - respondió Salomón - tu bolsillo es un
lugar muy acogedor para mí, puedo asomar la mitad de mi
cuerpo sin caerme y no necesito gritarte, ni que me grites para
escucharte.

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- ¿A que no adivinas, porque en la habitación está el arco
iris?
- Salomón, no seas impertinente, pues bien sabes, que
este es mi primer viaje y todo es nuevo para mí ¿puedes
decirme por qué?- pregunte con un poco de fastidio
Los ojos de Salomón se llenaron de luces y sonriendo me
dijo:
- Muy simples, los deseos son de diferentes colores, están
los deseos claros, los deseos oscuros y los deseos de colores.
Desear ser tu amigo, es un deseo claro, querer dañar una flor
es un deseo oscuro y desear ir a pescar al río es un deseo de
color azul.-
¿Cuándo llegarán los deseos? – le interrogue - y al
segundo un tropel de niños de diferentes colores nos rodearon
por todos lados.
- ¡Bienvenidos! ¡Por fin alguien vino a conocernos! - dijo
uno de ellos - que parecía ser el jefe.

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Salomón en voz baja me dice:
-ellos son ciegos, si quieres saludarlos, acércate tú
misma. – Yo hago un gesto reverente y extiendo mi mano hacia
el Jefe de los deseos, que estaba vestido con una túnica color
púrpura, digo:
- ¡Es para mí un honor conocerte! ¡Me da pena saber que
son ciegos, pues no pueden ver lo que está a su alrededor!.-
- No somos ciegos, contestó el deseo Jefe, nosotros
vemos las cosas como queremos que sean, no como son en
realidad. ¿O sea que los deseos se parecen a las ocurrencias?
– le pregunté.
- Nos parecemos a ellas, pero somos más duraderos,
respondió el deseo Jefe.-
- ¿Y siempre son tan inquietos? es imposible poner orden
aquí –-les dije - me recuerdan a esos niños caprichosos e
impacientes.-

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El Jefe de los deseos se puso rojo de vergüenza e intentó
poner orden en la habitación sin resultados, el bullicio era
aturdidor, nadie le hacía caso.
Salomón comenzó a hablar y poco a poco se hizo un
gran silencio.
- tienes que darte cuenta Elizabeth que los deseos no
obedecen a otros deseos sino que buscan imponerse entre sí.
y ahora presta mucha atención a lo que quiero contarte y nunca
lo olvides.
- Hay tres deseos que tú siempre debes guardar en lo
más profundo de tu corazón. Solo tú puedes trabajar
para que ellos se cumplan. El primer deseo es aprender
a ser feliz, el segundo es confiar en ti misma y el
tercero es saber usar los ingredientes que se necesitan
para que se cumplan. No hay nadie igual que tú en
ninguna parte del mundo. Si tú dejas volar esos deseos
y permites que ellos se queden prendidos en el corazón
de otra persona con la esperanza que se cumplan,
sucederá que mientras esa persona está cerca de ti, tú
estarás contenta, dichosa, pero si por cualquier motivo
esa persona se aleja, tú quedarás muy triste, tu mirada
y tu sonrisa se empañarán por un tiempo y no es justo.
- Los deseos son iguales que las semillas y solo uno
mismo puede cultivarlos. Siempre hay que diferenciar los
buenos de los malos. Ellos necesitan cuidado, buena tierra,
sostenido tesón y sacrificio. Los logros se cumplen casi con
certeza cuando tomamos el camino correcto.

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- Salomón ahora puedo entender, el porque de mi tristeza
cuando no se cumplen mis deseos, yo creía que rezando Dios
me los iba a conceder.-le dije
- Lo que tú esperas son milagros - respondió Salomón -
ellos son muy escasos. Y quiero agregar algo más, el no ver
las cosas tal como son, sino como deseos, acarrea mucho
dolor.
- La naturaleza humana es muy terca y no repara en
detalles esenciales, un deseo personal a veces se
involucra con el deseo de otra persona, por ejemplo,
cuando tú quieres jugar con tus hermanas muchas
veces terminan peleando, porque siempre alguna de
ellas o tú misma buscan imponerse y ahí aparece el
dolor.
- Imagínate lo complicado que es todo esto, en un mundo
donde hay millones de personas, en el cual cada una de
ellas posee deseos diferentes o quizás algunas
personas coincidan pero se enfrentan con otras que
desean lo contrario.
- Y en esa lucha de los unos con los otros, el dolor se
hace casi infinito
-¡Ay! Salomón que complicado es todo esto, yo me
imagino que tengo un rompecabezas en una caja diferente al
rompecabezas de mi hermana y nos ponemos a jugar,
entonces mezclamos las piezas y a la hora de guardarlas, ella
toma piezas mías y yo algunas de ella, sucede que no entran
en la caja que corresponde por mas esfuerzos que hagamos.

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La caja es la realidad y las piezas mal elegidas son los deseos
contrapuestos.
- Muy interesante tu ejemplo - dijo Salomón - Eres una
niña brillante y al perder el miedo lo eres mucho más.
Camine hacia la puerta de entrada y de repente las
maderas del piso cedieron, se abrió un agujero bajo mis pies y
me deslice por él sorpresivamente.
Atiné a tomar a Salomón de su mano, para protegerlo y
que no saltara por el impacto del golpe, ¡qué sería de mí sin su
guía!. Todo estaba oscuro, aterrizamos sobre un montículo y
cuando las lágrimas pugnaban por salir de mis ojos.
Salomón me habló con mucha calma para serenarme.
- Elizabeth, estamos en un jardín secreto cercano al río,
donde habitan los Pensamientos. El río de los Pensamientos
fluye constantemente, ellos son como peces de colores que
van y vienen.
Yo mucho más tranquila e intentando sonreír, le pregunto
¿cómo salen de allí?

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- Hay un pescador invisible, que nosotros no podemos
ver - respondió Salomón - las redes las forma con las
palabras y con ellas entrelaza las ideas y de ese modo
las saca a la superficie.
- Por eso los buenos maestros y los buenos padres
enseñan a amar los libros desde pequeños. A medida
que una persona posee más palabras, tendrá mejores
redes para sacar sus ideas y más simple y claro será su
pensamiento.. En cambio una persona que no descubre
el valor de los libros y el espíritu vivo que tienen ellos,
será incapaz de sacar del sueño y la modorra el
pescador invisible.
-¿Y que más sabes de los pensamientos? - insiste
Elizabeth.

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- Están los pensamiento que obedecen al dragón rojo,
ellos son alegres y bondadosos y los que obedecen al
dragón negro, ellos son tristes y fatalistas. Están los
pensamientos fantástico invento de la imaginación y los
pensamientos reales producidos por lo que vemos a
nuestro alrededor. Cada persona tiene los más variados
modos de pensar y abordar el mundo. Estos permiten
conocer a las personas, saber como viven y lo más
interesante, como vivirán.-
- O sea - dice Elizabeth - que cada persona es lo que ella
piensa de sí misma.
- Así es - repuso el duende
- Si tu piensas que eres valiosa y lo crees así, actuaras
convencida de ello ante los demás. Si tú piensas que no eres
importante convencerás a los demás de ello y la vida se te
complicará bastante porque todos te verán inepta para resolver
problemas.
-Y si yo imagino algo fantástico ¿Qué pasa?- pregunte con
insistencia.
El duende saca de su bolsillo el frasco “Contra males y
encantamientos”. -Haz la prueba-. Me dice Salomón con un
gesto provocativo.
Y de pronto siento que desaparezco y me convierto en una
hermosa gata blanca frente suyo. El duende tira los polvillos
sobre mi lomo y ¡Zas! Regreso a mi forma nuevamente y mis
carcajadas lo dejan boquiabierto a Salomón.

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- Esto sí que es divertido, repitámoslo nuevamente
Salomón – le digo.
Y en instantes me transformo en una tortuga inmensa que
lo mira dócilmente. Salomón sube por mi caparazón y me da
ordenes “Quiero dar un pequeño paseo por el jardín”. En
pocos segundos lanza sobre mi caparazón los polvillos y
vuelvo a ser la niña que lo acompaña en su aventura.
- Quiero repetir por última vez el juego – le suplicó a
Salomón quien no quiere contradecirme y responde:
- ¡Está bien! Pero es la última vez.-
No acaba las palabras cuando me convierto en una
paloma blanca, bellísima. Salomón sube con cuidado por una
de mis alas y levantó vuelo por entre los árboles. Salomón
nunca había volado, tocaba el cielo con sus pequeñas manitos
de felicidad. Desciendo con cuidado y Salomón echa los
polvos por mis alas ¡Zas! Vuelvo a mi forma natural y
entusiasmada le digo:
- Sabía que tú nunca habías volado, porque en mis
cuentos los duendes siempre viven en los bosques, así que
pensé, es bueno que Salomón conozca el cielo ¿Te gustó tu
pequeño y fugaz viaje?

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- Eres una niña asombrosa, me encantó volar, pero
apúrate Elizabeth, salgamos de aquí - dijo el duende.
-Me indicó por donde salir. Tomamos ese camino estrecho
y en bajada, en pocos minutos estábamos en un lugar oscuro y
húmedo.
- ¿Dónde estamos,Salomón? No veo nada, y tú. – dije
asustada.
- Yo tampoco reconozco este lugar - respondió Salomón.
Alrededor todo era silencio, cuando apareció un pequeño
hombrecito, con un candil.
-¿Quieres decirnos donde estamos? - pregunté -
evidenciando un cierto nerviosismo.
- Aquí es el sótano de La casa encantada, aquí viven los
que tiene miedo de la claridad respondió el hombrecito.
La mortecina luz del candil, iluminó una gran babosa
estirada sobre el piso. -¡Que cosa más horrible! ¿Qué es eso?
– exclamé.

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El hombrecito del candil respondió:
- ellas son las mentiras.

Y cientos de babosas arrastrándose por el piso, se


estiraban y acomodaban en diferentes formas, circulares,
romboides, rectangulares, cilíndricas, rectilíneas.
-¡Son repugnantes!. Este es un lugar muy desagradable -
dije mientras miraba con aprehensión hacia abajo.
- Cualquier mentira tiene esa naturaleza gelatinosa.
Aparentan acomodarse y parecerse solo en forma a la verdad.
No pueden sostenerse en sí mismas, confunden y desorientan
el camino al andar. Al vivir siempre en la oscuridad son ciegas
y no se reconocen entre ellas mismas - habló con lentitud el
hombrecito del candil.
-¿Y quienes son sus vecinos? - pregunté.
- Dos personajes muy poco queridos por la gente, el
orgullo y la soberbia – dijo el hombrecito del candil – ellos son
dos ermitaños, no le abren la puerta a nadie. Jamás sonríen,
son despreciativos y autosuficientes. Arrogantes y escasos de
humildad.

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Salomón y yo estábamos tan absortos que no nos dimos
cuenta que sobre nuestras cabezas se abrió una puerta,
dejando ver una escalinata.
- Deprisa Elizabeth, vámonos de aquí – dijo Salomón – no
sea que perdamos la oportunidad de salir.
Apresurados dejamos atrás el hombrecito del candil que
nos saludaba diciéndonos:
-Hacía mucho tiempo que nadie visitaba las oscuridades
del sótano, son muy valientes yo siempre los recordaré cuando
encienda el candil.
-¡Adiós, adiós! – dijimos al unísono yo y el duende –
Llegamos arriba en un santiamén. Y frente a nuestros ojos
estaba el jardín más hermoso que se pudiese imaginar. La
primavera embellecía los robles, cerezos, tilos, pinos, álamos y
acacias. Las tonalidades de verdes, cobres, amarillos, ocres,
resaltaban sobre la transparencia del cielo. Todo era luminoso.
Llamaba la atención un gran péndulo.
- ¿Para qué servirá? - pregunté azorada por tanta belleza

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Salomón asomándose sobre el borde de mi bolsillo
respondió:
- Este Péndulo es un símbolo muy antiguo, su movimiento
es eterno. Revela el principio de los contrarios, la noche y el
día, el amor y el odio, la alegría y el dolor, la justicia y la
injusticia, es un mecanismo que poseen todas Las casas
encantadas. Tiene precisión y regularidad cuando funciona
bien, pero hay casos que se rompe el equilibrio y los
movimientos son irregulares y discontinuos. El péndulo se
vuelve imprevisible.
- Lo ideal es conciliarlos, el arte es saber calibrar los
movimientos pendulares y saber disciplinarse.
En nuestra vida están presentes los movimientos
pendulares, vamos de momentos felices a momentos de
tristeza, de momentos de plenitud a momentos de vacío, el

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péndulo habita en nuestro corazón y es fácil darnos cuenta de
ello porque a veces nos sentimos embargados de una intensa
soledad y en pocas horas el amor nos hace compañía.
- Cada persona es responsable de su péndulo y es
bueno reconocer cuando tiene desperfectos para pedir
ayuda, lo grave es no hacerlo en el tiempo oportuno. El
péndulo es quien registra el movimiento de todas
nuestras emociones, pasiones y sentimientos. Cada
péndulo tiene diferentes tipos de llave para accionar el
mecanismo correcto, solo es necesario que su dueño
las conozca por su nombre y sepa utilizarlas, de lo
contrario los errores se reiteran, no se reparan.
Comprender y escuchar nuestro corazón es una ardua
tarea que merece cada día vívido nuestro tiempo de
atención. Yo oía al Duende tratando de no perder la
hilación de su conversación , pero….
- En el jardín irrumpen los personajes más singulares.
- No puedo creer lo que estoy viendo - le digo a Salomón-
ellos son los personajes de mis cuentos favoritos: Los
enanos que custodian el gran diamante, El príncipe de
la espada mágica. El árbol de los milagros.
- Así es Elizabeth - contestó Salomón - ellos pertenecen
al mundo de la fantasía.
- ¿Aquí viven todas las fantasías? – le pregunto
boquiabierta.
- Sí - responde Salomón - pero cada persona ve las
fantasías que ella misma inventa y por ellas es responsable.

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- Quiero ir hacia donde termina el jardín - le exclame a
Salomón- en este lugar nos aguardan muchos
mas secretos que descubrir.
Para llegar allí tenemos que usar la linterna que te pedí
respondió Salomón - Sin perder tiempo yo encendí la linterna
e ilumine el camino.
- Ahora quiero enseñarte él porque es importante en todo
viaje la linterna – dijo el duende – Si tu iluminas hacia
fuera verás el mundo tal como es, en todo su esplendor
y en todas sus miserias, pero tienes que aprender a
iluminar hacia adentro verás toda la belleza y la fealdad
que atesora tu corazón. La linterna es la luz de la
inteligencia por la cual conocemos ¿Cómo es el
mundo?, ¿Cuál es la posición de cada planeta?,
- ¿Cómo se hace el vino? ¿Quién descubrió las
vacunas? ¿La computadora?, la geometría y los
teoremas que resultan tan difíciles para los niños poco
aplicados.
- Pues bien Elizabeth, cuando la linterna se orienta hacia
tu mundo interior aparecen iluminados tus aspectos
mas positivos y los mas oscuros. Por ejemplo tu
bondad, tu amor a la verdad, tu interés y curiosidad por
conocer el mundo y su sentido pero también revela tu
indolencia, tu mezquindad y tu egoísmo. Sabernos
bondadosos y veraces nos hace fortalecer nuestra
confianza pero que difícil es aceptar nuestros
sentimientos oscuros. Nuestra linterna nos hace

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trampas con mucha frecuencia ¿ y sabes porque? No lo
creo, todavía eres muy chica para darte cuenta. La
trampa es ver los defectos en los demás y querer mas
de una vez corregirlos y no verlos en nosotros mismos.
Es por eso que la tarea de ser mejores cada día es
interminable y muy fatigosa. Aquí radica uno de los
mayores misterios del ser humano ¿Cómo ser Feliz?
- Este es el lugar más sagrado donde reside la
verdadera fortaleza que le otorga dignidad a la vida
humana.

- El reto es descifrar la tarea que cada uno de nosotros


tiene que realizar para ser Feliz Las indicaciones y señales
cuando comenzamos a hacer el camino no siempre son claras
y muchas veces el oído humano es duro para el consejo.
Escoger cuales son las oportunidades más certeras que
brinden las condiciones que nos permitan desarrollar nuestra
verdadera naturaleza es misión de la inteligencia y de un buen
corazón.
Yo lo miro fascinada por todo lo que acabo de escuchar y le
respondo: Salomón mi padre diría – eso es tan difícil como
hallar una aguja en un pajar- porque uno prefiere hacer lo que
quiere y no elegir lo que debe y en la mayoría de los casos
sucede que hacer lo que queremos no siempre nos hace
felices.-
- El duende prestándome mucha atención - me respondió:
- Es cierto lo que tu dices, pero ahora te daré algunas
pistas para que encuentres tu tarea – y puedas iniciar tu propia
aventura.-

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- Primero hay que tener en cuenta que hacer lo que queremos
muchas veces es sinónimo de egoísmo y el egoísmo es una
máscara aterciopelada por dentro porque es dulce y
placentero hacer lo que uno quiere - pero tiene filosos clavos
hacia fuera – con ellos lastimamos a quienes nos rodean y
como las máscaras no tienen vida no nos damos cuenta.-
- Segundo: antes de elegir hay que entrenarse en lo que nos
interesa – desplegar nuestras habilidades para saber que
somos capaces ¿ cómo puedes ser campeona de tiro al
blanco si nunca usaste el arco y la flecha? Explorar el
camino y darle valor a nuestra propia experiencia, afirmarnos
con los éxitos y aprender de los fracasos.
- Tercero: ser tenaces y valientes – porque al emprender
cualquier aventura los miedos y las inseguridades se
multiplican por doquier para desalentarnos. Recuerda el
mito de Ulises – él fue muy astuto – se ató al mástil del
barco y se tapó los oídos para no dejarse seducir por el
canto de las ondinas. No dejarnos tentar, ni distraernos del
camino emprendido solo por pensar en un fugaz placer.
- Cuarto: valen los pequeños logros de todos los días –
nos cuesta apreciar en toda su dimensión lo que es
pequeño, el árbol de roble de tu jardín fue tan diminuto que
estuvo guardado en el seno de una semilla hasta que
alguien la eligió, plantó y cuidó. Las oportunidades son
pequeñas cuando salen a nuestro encuentro, el tiempo nos
dice sus consecuencias – si era una semilla del dragón rojo

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o negro - Y por último debes tener en claro que la felicidad
no es el final de una aventura sino la aventura misma.-
- ¿Todos los hombres tienen Linternas? – pregunté intrigada.
- Sí, pero la gran mayoría – contesta Salomón – se entretiene y
atasca fascinados por lo que ve afuera y al no saber iluminar
hacia adentro se empobrecen con el paso del tiempo. Es el
conocimiento de nuestro interior lo que permite que la vida
cobre una magia y un poder inmenso-
Una intensa luz interrumpe la atención que tenía sobre
las palabras de Salomón.
- ¿Y ahora que? –digo extrañada.
- Ya estamos finalizando el viaje, estamos frente al Amor -
contestó Salomón.-
- Él tiene infinitos rostros, de niño, joven o anciano, hombre
o mujer. Tiene diferentes expresiones y miradas. Pero hay algo
común en ellos, la alegría. –Es imposible no reconocer su
señal. Ellos son los afortunados que viven aquí, son los
reparadores del mundo, ellos están en permanente trabajo
cuidando la naturaleza y protegiendo la vida en todas sus
manifestaciones. Es una tarea entusiasta, silenciosa y
paciente.-
- El Amor es contagioso y tiene una condición que lo hace
invulnerable, una brújula que lo orienta al Bien, cualquier otra
dirección lo desalienta, lo desesperanza o lo resigna.-
Salomón estaba emocionado al hablarle del Amor, porque
fue ese sentimiento el que lo inspiró a invitarme a viajar y
pronto terminaría. El sabe muy bien que los duendes no viven

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entre los hombres. Y los hombres son muy desconfiados de lo
desconocido.
Por unos minutos me quedo pensativa y le preguntó:
- Salomón, Tú me has mostrado la casa encantada- ¿Quién es
el dueño de la casa encantada, y como vive quien la habita? -
- Cada una de las personas que vive en el mundo tiene
su casa encantada y la vida de quien la habita depende
del cuidado y el uso de la linterna, el péndulo y el
conocimiento de los diferentes cuartos y jardines donde
viven los pensamientos, la infelicidad, los deseos, el
abismo y el amor. Y no quiero olvidarme de los anteojos
de la abuela y su uso. Ellos simbolizan la experiencia,
quienes la atesoran corren menos riesgos de errores.
Contesto Salomón.
Una paloma blanca sobrevuela sobre mi cabeza, La casa
encantada desaparece y quedamos debajo del viejo roble. Las
lagrimas rodaban por mis mejillas y una confusión de
sentimientos me embargaba, mi querido duende y yo teníamos
que despedirnos.

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Con la voz entrecortada por la emoción le dije:
- Salomón nunca olvidaré este maravilloso viaje.
- El duende estaba posado sobre mi mano extendida a la altura
de mis ojos. Con infinita tristeza en sus ojos, me respondió
yo tampoco, has sido una excelente compañera de viaje, con
mucha curiosidad para conocer más allá de lo que ves todos
los días -
- Salomón me recomendó - No te olvides de guardar la
linterna y los anteojos de tu abuela en el mismo lugar
que los encontraste y lo más esencial es que aprendiste
a usarlos. Me queda muy poco tiempo, pronto estarán

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de regreso del bosque tus padres y tus hermanas. Ellos
no creen en los duendes. Por eso no los ven.-
- ¡Adiós Elizabeth! Se tocó los labios, me sopló un beso y
desapareció tal como había venido. No dejó ningún rastro.-
- ¡Elizabeth! ¡Elizabeth! ¿Dónde estás? Exclamaban mis
hermanas.
- Con torpeza me secaba mis lagrimas del rostro y les
respondí: ¡aquí¡¡ aquí¡ mientras caminaba hacia su encuentros.
Buscando disimular lo que sentía por todo mi viaje. Apenas las
vi exclame:
- ¡Oh que bellas flores! – Es un ramo precioso.
- Son para ti – me dijo Ana. Hicimos una caminata hermosa por
el bosque agregó.
Mi padre salió hacia mí encuentro y estrechándome entre
sus brazos me dijo:
- Mi querida hija, no habrá otro paseo en el bosque sin ti,
debes dar por sentado que con nosotros aprenderás
mucho más que tú leyendo tus cuentos.-El bosque tiene
muchos secretos que enseñarte, muchos no se
aprenden en la escuela. Yo lo miré y con una sonrisa le
respondí: si tu lo dices papá….Desde algún lugar
mágico Salomón sonreía conmigo.

Fin

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