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Urgencias gastrointestinales

Ciertos trastornos gastrointestinales pueden amenazar la vida y


requieren en algunos casos tratamiento quirúrgico de urgencia. Estos
trastornos incluyen la hemorragia gastrointestinal, la obstrucción
mecánica del tracto gastrointestinal, el íleo (cese temporal de los
movimientos contráctiles normales del intestino), la apendicitis
(inflamación del apéndice) y la peritonitis (inflamación del
revestimiento de la cavidad abdominal).

Hemorragia gastrointestinal

La hemorragia puede ocurrir en cualquier sitio a lo largo del tubo


digestivo (gastrointestinal) desde la boca hasta el ano. Se manifiesta
como sangre en las heces o en los vómitos, o puede no evidenciarse
(sangre oculta) y detectarse solamente mediante pruebas
diagnósticas. La hemorragia en cualquier punto del tracto
gastrointestinal puede ser de mayor gravedad si existe además un
trastorno de la coagulación.

Síntomas

Los síntomas posibles incluyen vómitos de sangre (hematemesis), evacuación de heces de


coloración negra alquitranada (melena) y pérdida evidente de sangre por el recto (hematoquecia).
Las heces de color negro alquitranado son el resultado de una hemorragia en la parte alta del
tubo digestivo (por ejemplo, en el estómago o en el duodeno; el color negro se debe a la
exposición de la sangre al ácido gástrico y a su digestión por las bacterias durante varias horas
antes de abandonar el cuerpo). Alrededor de 60 mililitros de sangre pueden producir heces
alquitranadas. Un episodio de hemorragia intensa y única puede producir heces alquitranadas
durante una semana, por lo que la evacuación continuada de heces con estas características no
indica necesariamente una hemorragia persistente.
Las personas con hemorragias de larga evolución pueden tener síntomas de anemia, como
cansarse con facilidad, palidez anormal, dolor en el pecho y mareo. En personas que no
presentan estos síntomas, se puede detectar una disminución importante de la presión arterial
cuando se incorporan.
Los síntomas que indican una pérdida de sangre importante son un pulso acelerado, una presión
arterial baja y una disminución de la cantidad de orina. El paciente puede tener las manos y los
pies fríos y húmedos. La reducción del aporte de sangre al cerebro causada por la pérdida de
ésta puede ocasionar confusión, desorientación, somnolencia e incluso shock.
Los síntomas de una hemorragia importante pueden ser muy variables, en función de alguna otra
enfermedad que pueda padecer la persona. Por ejemplo, una persona con enfermedad de las
arterias coronarias puede desarrollar repentinamente angina (dolor en el pecho) o síntomas de un
ataque cardíaco. En un individuo con una hemorragia gastrointestinal abundante, pueden
empeorar los síntomas de otras enfermedades (como la insuficiencia cardíaca, la hipertensión
arterial, la enfermedad pulmonar y la insuficiencia renal). En los que padecen una enfermedad del
hígado, la hemorragia en el intestino puede provocar una acumulación de toxinas que, a su vez,
causan síntomas como cambios en la personalidad, en la consciencia y en la capacidad mental
(encefalopatía hepática).

Diagnóstico

Después de una hemorragia importante, la medición del hematócrito (un tipo de análisis de
sangre) generalmente muestra una baja concentración de glóbulos rojos. El conocimiento de los
síntomas responsables de un episodio de hemorragia puede ayudar al médico a determinar la
causa del mismo. El dolor abdominal que se alivia con la comida o con antiácidos sugiere una
úlcera péptica; sin embargo, las hemorragias de las úlceras a menudo no se acompañan de dolor.
Los fármacos que pueden dañar el revestimiento gástrico, como la aspirina, pueden causar
hemorragias en el estómago, con aparición de sangre en las heces.
Una persona con una hemorragia gastrointestinal, que haya perdido el apetito y que pierda peso
sin razones aparentes, es examinada con el fin de detectar la presencia de un cáncer. Así mismo,
si alguien presenta dificultades para tragar, debe ser examinado en busca de un cáncer de
esófago o un estrechamiento del mismo. Los vómitos y las arcadas intensas antes de una
hemorragia sugieren un desgarro en el esófago, pero cerca de la mitad de las personas con esta
lesión no vomita con antelación. El estreñimiento o la diarrea junto con la hemorragia o la
presencia de sangre oculta en las heces pueden ser consecuencia de un cáncer o de un pólipo en
la parte baja del intestino, particularmente en los mayores de 45 años. La sangre fresca por
encima de las heces puede ser causada por hemorroides o por un problema en el recto, como un
cáncer.
El médico examina al paciente en busca de indicios que lo conduzcan al origen de la hemorragia.
Por ejemplo, durante una exploración del recto se buscan hemorroides, grietas en el recto
(fisuras) y tumores. Posteriormente se eligen las pruebas si se sospecha que la hemorragia
procede de la parte alta del tubo digestivo (esófago, estómago y duodeno) o de la parte baja
(porción inferior del intestino delgado, intestino grueso, recto y ano).
La sospecha de problemas en la parte alta del tracto gastrointestinal se investiga generalmente
primero introduciendo una sonda por la nariz hasta el estómago y extrayendo líquido. El líquido
gástrico que se asemeja al poso de café es ocasionado por la digestión parcial de la sangre, lo
que indica que la hemorragia es escasa o que se ha detenido. La sangre roja y brillante indica
una hemorragia activa y vigorosa. A continuación, el médico utiliza un endoscopio flexible (un
tubo de visualización) para examinar el esófago, el estómago y el duodeno en busca de la causa
de la hemorragia. Si no se encuentra una gastritis o una úlcera en el estómago o en el duodeno,
se puede realizar una biopsia (obtención de una muestra de tejido para su examen al
microscopio). Ésta puede determinar si la hemorragia es consecuencia de una infección por
Helicobacter pylori. Si es así, se instaura un tratamiento con antibióticos y habitualmente la
infección se cura.
En la parte baja del tracto gastrointestinal se buscan pólipos y cánceres mediante radiografías,
tras la administración de una enema de bario, o bien utilizando un endoscopio. El médico puede
observar directamente la porción inferior del intestino con un anoscopio, un sigmoidoscopio
flexible o un colonoscopio.
Si estas investigaciones no aclaran el origen de la hemorragia, se puede realizar una angiografía
(radiografías tras la inyección de una sustancia radiopaca) o una gammagrafía tras la inyección
de glóbulos rojos marcados con una sustancia radiactiva. Estas técnicas son especialmente útiles
para desvelar si el origen de la hemorragia es consecuencia de una malformación de los vasos
sanguíneos.

Tratamiento

En más del 80 por ciento de las personas con hemorragia gastrointestinal, las propias defensas
del cuerpo la detienen. Las personas que continúan sangrando o que tienen síntomas de una
pérdida significativa de sangre a menudo son hospitalizadas y, generalmente en una unidad de
cuidados intensivos.
En caso de gran perdida de sangre puede ser necesaria una transfusión. Se pueden utilizar
concentrados de hematíes en lugar de sangre entera, evitando sobrecargar la circulación
sanguínea con exceso de líquidos. Una vez restaurado el volumen de sangre, el paciente es
estrechamente vigilado por si aparecen signos de nuevas hemorragias, como un aumento de la
frecuencia cardíaca, una disminución de la presión arterial, o una pérdida de sangre por la boca o
el ano.
La hemorragia a partir de las venas varicosas de la porción inferior del esófago (venas
esofágicas) se puede tratar de varias maneras. Se puede colocar un catéter con un globo
hinchable por la boca hasta el esófago e inflarlo para ejercer presión sobre el área sangrante.
Otro método consiste en inyectar en el vaso sangrante un irritante químico que causa inflamación
y cicatrización de las venas.
La hemorragia gástrica puede a menudo ser detenida mediante maniobras realizadas con un
endoscopio; tales maniobras consisten en la cauterización del vaso sangrante con corriente
eléctrica o la inyección de un material que provoca la coagulación en el interior de los vasos
sanguíneos. Si fallan estos procedimientos, puede ser necesaria una intervención quirúrgica.
La hemorragia procedente de la parte baja del intestino no suele requerir tratamiento de urgencia.
Sin embargo, en caso necesario se realiza una endoscopia o una cirugía abdominal. A veces, en
este último caso, el punto de la hemorragia no se puede localizar con precisión, y debe extirparse
un segmento del intestino.

Hemorragia por malformaciones arteriovenosas

Las hemorragias por malformaciones arteriovenosas son causadas por la rotura de vasos
sanguíneos anormales que comunican arterias con venas.
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