Sobre el proceso de globalización hay tan variadas opiniones como distintos son los autores
que han tratado el tema. Aquí intentaremos hacer una caracterización muy rápida de cómo
entendemos esta realidad, lo que nos servirá para revisar las posibilidades que tendría la
aplicación de una política de competencia en un entorno donde cada vez más se distancian
los lugares donde se originan versus los mercados donde tienen sus efectos algunas
prácticas comerciales anticompetitivas.
Lo que se ha venido a llamar la Aldea Global tiene unos elementos muy notables que
caracterizan y diferencian este proceso de otros episodios de crecimiento de la economía
mundial. Así, en el ámbito de la producción se puede señalar que estamos frente al
concepto de fábrica mundial, donde la producción en masa y realizada casi
exclusivamente en una locación específica ha venido cediendo espacio a una producción
flexible y personalizada que atienda de mejor manera los gustos de los diversos grupos de
consumidores, a la vez que cada vez es más difícil determinar el origen de un producto ya
que generalmente aunque se ensamble en un país específico esto se hace a partir de una
serie de componentes que fueron elaborados en muchos lugares distintos. Adicionalmente
se han desarrollado nuevas formas de asociación empresarial, sobresaliendo las de la
subcontratación a nivel internacional.
En materia de Política de Competencia, las negociaciones en el foro del ALCA pudieran ser
un punto de inflexión importante ya que está formalmente constituido un grupo de
negociación sobre este tema que tiene como objetivo general garantizar que los beneficios
del proceso de liberalización regional no se vean socavados por prácticas comerciales
anticompetitivas, lo que pudiera lograrse a través del establecimiento de una cobertura
jurídica e institucional a nivel nacional y regional que prohiba este tipo de prácticas. El
alcance potencial de las recomendaciones que puede hacer este grupo van mucho más allá
de lo que sería dable esperar del grupo que estudia, al amparo de la Organización Mundial
del Comercio (OMC), la interacción entre política de competencia y comercio
internacional.
Parece claro claro, por otra parte, que un elemento que da soporte a este tipo de
desequilibrios financieros lo constituye la ausencia o insuficiencia de marcos
regulatorios, que han llevado a plantear la necesidad de un cambio en el perfil de la
regulación y supervisión de los sistemas financieros nacionales, además de empezar a
sugerir de hecho un nuevo rol del Fondo Monetario Internacional, que haga frente de forma
más efectivas a las cada vez más recurrentes crisis monetarias de sus países miembros.
Por extensión podemos plantear la conveniencia que se definan nuevos marcos regulatorios
que trasciendan el ámbito financiero e incursionen en la esfera comercial, específicamente
en lo relativo al desestímulo y eventual sanción de prácticas anticompetitivas, que
signifiquen un complemento importante a los diferentes Acuerdos de la OMC que norman
el comercio de bienes, servicios y propiedad intelectual.
La necesidad de esta nueva institucionalidad resulta clara cuando personas como George
Soros, reconocido filántropo muy vinculado a fondos de inversión-especulación a nivel
internacional, reconoce que una de las deficiencias del Capitalismo en esta etapa de
Globalización lo constituye el riesgo de la consolidación de monopolios y oligopolios de
alcance mundial. No se está dando solamente un cambio de la competencia oligopolística
hacia las alianzas estratégicas oligopolísticas (v. gr. el caso de los programas de códigos
compartidos entre aerolíneas), sino que surgen con aún mayor fuerza esa tendencia del
capitalismo hacia la concentración y centralización del capital que a comienzos del siglo
pasado llevara a Lenin a plantear la figura del imperialismo.
Las fusiones y adquisiciones, incluso hostiles, sobre todo en el mundo de los laboratorios
farmacéuticos y de los mass-media están de moda, erigiéndose en un reto importante para
la política de competencia actual.