Luis E. Orellana
Luis E. Orellana.
Marzo, 2005
1
do, re, mi ...
2
remembranzas
“¿Entonces tus amigos son tus juguetes pues veo que te estás
divirtiendo con ellos? “.
“Por supuesto que si, pero ¿por qué dices que he intentado
explicarlo y no admites que lo hice?” -contestó el niño.
“Al parecer tu te sientes satisfecho con la respuesta que me diste,
yo no. Creo que existen más preguntas que hacer y por tanto más
respuestas que dar. ¿Acaso no puedes situarte en otras
perspectivas? ¿Acaso el trompo no es un arma, no es una puerta a
la amistad, no es una de las tantas visualizaciones que el ser
humano hace para aprender acerca del mundo de las cosas? Todo
siempre depende del ángulo desde el cual lo miras. ¿Acaso con tu
trompo no puedes causar daño y herir? ¿Acaso con él no ha
crecido la amistad con los otros pequeños que juegan contigo?
¿Acaso no hay ...?”. ¿Qué? no pudo continuar pues el niño
interrumpió sus palabras.
“Dije que también un trompo podría ser una víctima. Tenías razón,
todo depende del ángulo desde el cual miras. ¿Una puerta a la
amistad? Si, pero también al odio, ya verás cuando cobre el
castigo. En cuanto a eso de las visualizaciones, eso si no lo
entiendo bien”.
“Por supuesto que si y este “si” vale para las tres preguntas, pero
¿Cuál es el punto que tratas de probar?”.
“Que soy tan real como lo es el trompo o que el trompo es tan real
como lo soy yo aquí y ahora. Los dos somos visualizaciones tuyas.
¿Diferencias? Cuando visualizas al trompo lo ubicas en el mundo
al que llamas real y a mi ¿En que mundo me ubicas? ¿Mi mundo
de la esfera no es real? No tienes todas las respuestas todavía
puesto que eres un niño, ahora tienes sin embargo las preguntas.
Pero de algo si estamos claros, la realidad es mucho más que ese
mundo que tu llamas real ¿Verdad que si? Pues de otra manera no
podríamos conversar como lo hacemos. Deseas aprender y has
visualizado la esfera en la que vivimos tus preguntas más
profundas e inquietantes, pero ¿acaso el trompo no podría ser
también otra especie de esfera que te permita descubrir y aprender
ciertas leyes acerca de cómo funciona este mundo de las cosas?
¿Por qué se calienta la punta del trompo cuando gira sobre el
piso? ¿Qué es la fricción? ¿Qué es una resistencia? ¿Qué es el
calor? ¿Por qué el trompo se mantiene en equilibrio durante un
tiempo y luego se detiene y cae? ¿Qué es la gravedad? ¿Qué
hace que el trompo gire? ¿Qué es un impulso? ¿Qué es una
causa y un efecto? ¿Existen efectos sin causa? ¿Cuántas
interrogantes hay por resolver en este mundo de las cosas,
verdad? ¿Te has puesto a pensar cuántas cosas hay en este
mundo que llamas real? Cada una es como una esfera llena de
montones de interrogantes que finalmente te conducen a unas
pocas que son siempre las mismas”.
“Ah, ¿Estás diciendo que tu y los otros son creados por mi pero
que son tan reales como lo son las cosas que puedo tocar? ¿Estás
diciendo que los pongo a ustedes fuera de mi para poder verme a
mi mismo y conocerme? ¿Eso que son ustedes para mi es lo
mismo que somos los seres humanos para Dios? ¿El nos ha
creado, o visualizado si así deseas llamarlo, para poder conversar
con nosotros y poder verse desde afuera? Son muchas
interrogantes para un niño ¿No lo crees? Me va a doler la cabeza.
¿Por qué ahora no me dejas jugar simplemente?”.
De repente ¿Por qué? dejó de bailar y se metió de lleno en la
conversación.
Esta vez ¿Por qué? fue quien primero interrogó: “¿Por qué tanto
alboroto? “. “Soledad ha muerto” –respondió el niño-. “¿Y eso
qué?”. “Y bien, es que por mi confusión no he podido dar las
condolencias correctamente a la mamá de Soledad y, además,
todos dicen que yo debía estar muy triste porque ya no podré jugar
nunca más con mi amiga y sin embargo no me siento triste”. “¿Y
por qué estás confundido?”. “¿Te parece poco? No entiendo. Me
han dicho que ella ha ido al cielo y está con los ángeles, yo diría
que eso es fabuloso, a mi me gustaría también estar con ellos.
Pienso que Soledad es afortunada y sin embargo su mamá llora y
todos ponen caras de compungidos, es como si todos hubieran
comprado una máscara de tristeza. ¿La muerte es algo triste?”. “Tu
pregunta es pertinente. Creo que ¿Qué? podrá ayudarte a
entender mejor que yo”.
“¿Y que has aprendido con este encuentro que dices has tenido
hace un instante?”, –insistió el padre-.
“Y hay más” –dijo el niño-. “He leído que Abdón Calderón no murió
durante la batalla sino después, en otro día y en un hospital”.
Pocos días después de una visita que su padre hiciera al líder que
pasaba un fin de semana en su casa de playa en la Milina, barrio
por aquella época muy distinguido, situado entre Salinas y La
Libertad, escuchó cómo su padre conmovido comentaba en casa,
que lo había encontrado comiendo un arroz con menestra “pues no
sentía apetito para más sabiendo que el pueblo no tenía qué
comer”. Pensó entonces si su pregunta inocente había provocado
ese cambio de actitud o simplemente se había tratado de una
actuación para la visita que el líder ya esperaba, el padre del chico
que le había hecho tal observación. Los acontecimientos con el
paso de los años pusieron todo en la perspectiva adecuada. El
líder en mención le falló al pueblo y fue finalmente despojado del
partido político que tantas expectativas y esperanzas creó.
Era una de aquellas tardes en las que sus amigos brillaban por su
ausencia. Decidió ir al parque, a los columpios, y quizás entonces
a hacer silencio en su mente y jugar con Soledad. De su casa al
Centenario tan sólo había dos cuadras de por medio y las caminó
de prisa. Antes de llegar a los columpios observó, sentada sobre
una de las bancas, a una viejecita que le pareció muy simpática
aunque su facha era como si estuviera vestida de pobreza. “¿Qué
miras, niño?”, le dijo la viejecita al pasar, y antes que él pudiera al
menos esbozar un intento de respuesta, ella prosiguió: ¿Acaso
llama tu atención mi feo rostro lleno de arrugas, mi nariz torcida por
el tiempo y los golpes que he sufrido en mis caídas deambulando
por este parque? ¿Acaso lo hacen mis ojos tristes por la pena o es
la suciedad y pobreza de mis ropas? ¿Vas a burlarte de mi ahora?
El, que ya había disminuido el ritmo de sus pasos, se detuvo y le
contestó casi como en un susurro: “No señora, tan sólo me llamó la
atención su soledad porque es como la que yo sentí hace un
momento antes de venir acá con el propósito de entretenerme un
poco. De cualquier manera me parece extraño que usted esté tan
sola aquí cuando después de un rato la noche va a empezar con
su oscuridad”. La viejecita cambió de actitud ante sus palabras
amistosas, ella momentos antes seguramente había temido que
fuera uno de aquellos chicos que de ella se burlaban por su
aspecto, y ahora comenzó a contarle la razón por la cual ella
siempre andaba deambulando por la calles y en la pobreza
material más absoluta. Se enteró así que cuando ella enviudó sin
tener precisamente una gran fortuna, sin embargo tenía bienes
suficientes para vivir una vida tranquila y sin zozobras, también
tenía dos hijos, una mujer y un varón, adultos, de alrededor de
unos veintiocho y treinta, con hogares ya formados, los cuales
impulsados por sus ambiciones y las de sus parejas respectivas, la
habían convencido de poner todos los bienes que ella poseía a
nombre de ellos, puesto que esos bienes les correspondía por
“herencia”. ¿Cómo podía oponerse a tal solicitud?, eran sus hijos,
ellos cuidarían de ella, a ella los bienes no le importaban realmente
aunque junto a su marido fallecido había trabajado mucho para
lograrlos. Lo hizo y casi, casi, de inmediato, cuando todo estaba ya
“legalizado” sus hijos le voltearon la espalda y tras discusiones que
forjaron para que su vida se tornara más difícil cada día, llegaron a
decirle que lo mejor sería que ella se fuera de la casa que antes le
pertenecía. Así de tumbo en tumbo llegó a convertir los parques en
su hogar alimentada por la caridad de la gente ante la cual
extendía su mano. En la medida que él se adentraba en el
conocimiento de las dificultades que en su vida había soportado la
viejecita y observando que en el corazón de ella no había odio
acumulado o reproches para las acciones de sus hijos sino más
bien una entrega de amor a ellos y una súplica no dicha por el
amor que ellos le negaban, el rostro de la anciana fue adquiriendo
una belleza que sus ojos no habían captado de principio en
plenitud, pero estaba seguro que la respuesta a la pregunta de la
anciana estaba en que la miraba por haber visto de pasada una
incoherencia entre la aparente fealdad de su estampa con una
belleza eterna que pugnaba por expresarse y era esa la razón
cierta que lo obligó a fijar en ella su mirada. Pero ahora estaba
cerca, tenía a esa viejecita junto a él y podía observarla más allá
de los andrajos, su mirada había cambiado de enfoque y percibió
toda la energía de amor que ese cuerpo maltrecho emanaba y
captó en esa luz dorada una belleza eterna que nunca olvidaría.
Pudo ver entonces la bella mujer que ella había sido en su
juventud, sus andrajos se convirtieron en ropaje de hadas y sintió
vibrar su corazón y el de ella en una frecuencia inusitada. Pensó
en la belleza que se puede encontrar detrás de una imagen
maltrecha, pensó en la necesidad de que alguien ayudara a que se
hiciera justicia en casos como éste y sintió que sus interrogativos
amigos ya querían salir de su esfera para provocarle mil y una
reflexiones. No se sentía con el ánimo predispuesto para ello.
Debo irme le dijo rápidamente, ya es tarde y tengo que volver a
casa, y él que nunca daba besos, en un impulso que no pudo
contener, depositó uno en la frente arrugada de esa viejecita a la
que nunca más volvió a ver.
11
música, piano y solfeo
Pocos días más tarde vino a casa el joven profesor de piano que
rápidamente estaba ganando prestigio en la ciudad como un buen
intérprete de música clásica y también de la popular de aquella
época. Oswaldo, que así se llamaba el profesor, era muy riguroso
en lo que se refería a la comprensión de la teoría musical y no se
diga respecto de la ejecución de una pieza. Algunos miembros de
la familia podían ensayar interpretaciones “de oídas” cuando el
profesor no estaba, pero a él no le estaba permitido. Debió
aprender notación musical para poder leer las canciones en los
pentagramas, tal cual como las había ideado el compositor.
Muchas para su gusto fueron también las horas aprendiendo el
solfeo. Tenía que cantar marcando el compás y reconociendo las
notas. Pero, si él ya las conocía, si en toda la vida había música, y
solamente en determinados momentos se encontraba con una
disonancia que rompiera la armonía. Además el tenía su propio
ritmo. ¿Para qué tantos ejercicios? El profesor insistía y a
regañadientes el solfeaba y aprendía. Había otros ejercicios que le
agradaban menos y eran aquellos mediante los que repetidamente
debía sacar las notas y formar acordes con las teclas blancas y
negras, las cuales le recordaban el juego de ajedrez que prefería.
13
al colegio
Por aquella época eran dos los colegios nacionales entre los
cuales habría que escoger para los propósitos mencionados por su
padre. El tradicional, caracterizado por ser el más grande en
cantidad de alumnado y por su cierta tendencia a intervenir en
acciones políticas y bullangas extra-colegio, y, ciertamente,
generalmente triunfador en las presentaciones culturales y
deportivas intercolegiales. Había un colegio nacional más pequeño
en alumnado, con un viejo edificio establecido en la zona céntrica
de la ciudad, el cual luego de una huelga realizada por sus
estudiantes el año anterior había sido reestructurado, y logrado
reunir un grupo muy selecto de profesores para cumplir una nueva
etapa de vida institucional. Su padre había decidido que era en
éste último donde debía realizar sus estudios secundarios. “Serás
un pionero, serás tu quien colabore para hacer grande a tu colegio,
casi nada está hecho, todo está por construir, tu papel es dedicarte
a aprender, respetar a tus profesores y obtener de ellos cuanto
conocimiento puedas, tienes un oportunidad muy especial”.
Se iniciaron las clases, y, las maderas crujientes de las escaleras y
pasamanos del viejo edificio le recordaron lo que su padre había
mencionado, en ese colegio había muchas cosas por hacer y la
mayoría de sus compañeros provenían de un mundo al cual debía
conocer. Los años venideros, aun aquellos que se desenvolvieron
en el nuevo edificio de cemento que cuatro años más tarde fuera
puesto en funcionamiento, fueron años singulares por la
oportunidad que le dieron de acercarse a realidades que no
conocía a plenitud.
14
un guapito de barrio
”Pues no lo se, pero pienso que no debía ir, ya que todos van a
pensar que él es un maricón” –le contestó.
“Esperaremos un rato”
“¿Qué crees que pasó allí adentro?” –pregunto su padre esta vez.
“Tuvo sexo con ese pervertido pues a eso vino, eso es lo que
pasó”.
“Pero él es un hombre y el otro también, y el sexo debe ser entre
un hombre y una mujer, es lo natural, lo contrario es repugnante” –
replicó el chico.
“Pues ya ves cómo son las cosas, él viene acá en busca del dinero
que el vidriero le da a cambio del disfrute que obtiene por permitirle
adueñarse de su cuerpo, es el mismo dinero que el chico usa para
invitar al cine a sus enamoradas, tomar helados y tantas cosas
más con ellas y sus amigos. ¿Qué ironía, no lo crees? Para
mantener su fama de macho él entrega su virilidad y el precio que
paga por esa fama es sumamente alto ya lo ves. Quizás en este
caso, el padre de ese muchacho tiene mucha responsabilidad en lo
que le sucede, pues no solamente no ha sabido enseñarle lo
correcto y por otra parte he conocido que jamás se ha preocupado
de poner algún dinero en el bolsillo de su hijo y eso es un error. Te
lo dije ya alguna vez, en todo debe haber un equilibrio. Muchas
veces te he mencionado que el dinero que te doy para ti cada
semana es el justo y tan sólo un poquito más de lo que necesitas.
Siempre evito que tengas mucho o que nada tengas. Si nada
tuvieras te estaría exponiendo a riesgos similares a los que este
chico sufre y si te doy demasiado lo probable es que no tendrías
amigos verdaderos sino adulones que sólo te apreciarían por lo
que puedas invitarlos. Se de cualquier manera que aunque a ti el
dinero te faltara, al menos en este tipo de perversiones no caerías
puesto que siempre reflexionas sobre todo y sabrías que esto
estaría mal, de todos modos he querido que sepas lo que le pasa a
éste como a otros tantos chicos que no piensan en lo que hacen.
Además, sino ahora, en algún momento de tu vida tendrás frente a
ti diversas formas de ser tentado con mil y una perversiones. Todos
podemos ser débiles en algún momento de nuestras vidas, debes
recordar eso siempre y tratar de evitar estar en dónde no debes
pues allí es cuando eres más vulnerable. Ese chico, por ejemplo,
¿Lo has visto de qué manera demuestra la importancia que
concede a la imagen de su persona? El se cree un chico “lindo” , lo
he visto entrar al gimnasio, parece que levanta pesas y tiene sus
músculos tan bien formados como si fuera a competir en algún
torneo y es tan sólo un chico que aún no termina de crecer.
¿Observaste que cuando caminaba a la vidriería se peinaba a
cada instante y que cada vez que su imagen se reflejaba en las
vitrinas de los almacenes él volteaba para verse? El adora a la
imagen de su cuerpo lo cual me hace pensar que su lado femenino
ha tomado control sobre su vida o al menos la conciencia de su
virilidad la tiene en duda. No quisiera que pienses que cuidar del
cuerpo, de su limpieza y pulcritud, de su desarrollo y bienestar sea
algo malo, no lo es, es la actitud que tengas y la importancia que le
des a eso lo que puede convertirse en una perversión, pues todo
en demasía está mal, aún lo que en principio es bueno. Todos los
placeres de la vida comienzan por mostrarte una fase agradable,
pero si los extremas entonces te perviertes y trastocas el orden de
las cosas. Y bueno, creo que ya he hablado mucho, dejémoslo allí
y acompáñame que quisiera que pruebes un sabrosísimo
escabeche de corvina que preparan aquí a la vuelta”.
15
Estoy aquí: sexo...
No sólo era curiosidad lo que sentía, sentía mucho más que eso
pues la fuerza de la atracción sexual es muy poderosa. En no
pocas ocasiones sus sueños se habían convertido en verdaderas
torturas porque el sexo en ellos le parecía ser tan placentero y sin
embargo su razón consciente le decía que la pasión que erizaba su
piel y lo estremecía de deseos debía ser en el contexto de un
hogar y no repartido sin sentido a las damiselas que deambulaban
por las calles o que proveían sus servicios en los burdeles por
todos conocidos.
Sabía que podría resistir los embates en esta lucha en la que nadie
podría ayudarle, estaba solo pero se sentía fuerte porque sus
convicciones lo protegían y porque en lo profundo de esos sueños
tormentosos también se deslizaba ya la presencia de aquella mujer
compañera de viaje al infinito que en el momento oportuno
aparecería en su vida. La presentía aunque no podía visualizarla
todavía, sabía que estaba ahí, en algún lugar esperando por él,
más tarde o más temprano se produciría el encuentro.
16
los caminos de la vida
A los catorce apareció en su vida “el pichirilo”. Tal vez era una
locura que su padre haya puesto en sus manos un carro siendo
todavía un chiquillo en realidad, incluso no podría conducirlo
legalmente sino con permiso otorgado para manejar acompañado
por conductor con brevet profesional y licencia para hacerlo. Su
padre argumentó en ese entonces que “si desde hace más de siete
años este chico tiene una carabina de repetición calibre 22 en sus
manos y la usa responsablemente, me acompaña a las cacerías y
es capaz de comportarse como adulto, entonces es confiable para
tener y conducir un vehículo, se que no me defraudará y esta
experiencia será parte de su crecimiento” Tal vez el argumento era
expuesto para convencerse a si mismo que estaba haciendo lo
correcto pues ¿quién iba a objetarlo? El chiquillo, desde luego, no.
“No soy mágica ni mucho menos” sabía decirle ella, la intuición. “Lo
único que hago es enseñarte a que hagas una aprehensión directa
de la realidad no interferida por tus pensamientos, no por ello soy
menos lógica o menos inteligente. Tu captas mucha información de
la cual a veces ni siquiera eres consciente, déjame que yo te la
procese pues soy más veloz que tus razonamientos. Te concedo
que no siempre soy útil pero eso ya es cosa tuya, aprende a
utilizarme”.
19
en las calles
También por aquella época tuvo lugar un episodio de esos que algo
enseñan. Empezó declamando aquel poema con el cual iniciaría la
proclamación de la reina en el evento programado en el colegio: “Si
Dios un día cegara toda fuente de luz, el universo se alumbraría
con esos ojos que tienes tu. Pero si lleno de agrios enojos por tal
blasfemia, tus lindos ojos Dios te arrancase, para que el mundo
con la alborada de tus pupilas no se alumbrase, aunque quisiera
Dios no podría tender la noche sobre la nada, pues aún el universo
se alumbraría, con el recuerdo de tu mirada”.
Concluyó el poema y debía entonces continuar con el discurso. No
pudo hacerlo pues su mente quedó en blanco. Era uno de
aquellos instantes en que el silencio irrumpía en su mente y las
vibraciones de su conciencia lo llevaban a aquel lugar. Había un
mensaje que él deseaba expresar, una exaltación de la belleza de
la corporalidad femenina y, naturalmente, su mente lo quería
trasladar al lugar donde estaban los conceptos, los valores,
eternos. Volvió a la realidad, sin que alguien se percatara de lo que
le había ocurrido y fue lo más natural que tomara su ayuda
memoria y dijera el discurso que previamente había concebido. Los
presentes aplaudieron, más él supo que la palabra lanzada a las
multitudes o en los auditorios no sería el instrumento que él usaría
posteriormente en su vida para expresar lo que sentía. Es que las
palabras “cosifican”, vuelven cosas a las ideas y a los conceptos, y
las cosas en que han sido convertidas y en ocasiones hasta
tergiversadas, son insuficientes para expresar las realidades más
profundamente captadas por la mente. El modo de hacerlo sería
entonces proyectando su energía libremente y envolviendo con ella
a quien él quisiera trasmitirle su mensaje y si alguna vez querría
hacerlo mediante las palabras, éstas tendrían que ser escritas y
puestas en papel.
Tal vez por ello, el irse juntos fuera del país con sus tres hijos, a los
cinco años de su matrimonio, llevando decepciones profundas en
su espíritu como consecuencia de los acontecimientos frustrantes
vividos en torno a la política y a la universidad, en una ausencia
que duró algo más de cuatro años, les significó la oportunidad de
consolidar ese “nuestro” tan imprescindible con menor grado de
interferencia.
Cada día eran más fuertes en su amor, cada día construían con
sus actos y en conjunto la estructura de un hogar basado en el
concepto que no reconoce existencia a “lo tuyo y lo mío” y da
cabida tan sólo a “lo nuestro”. Convirtieron así, sin estridencias,
en una realidad de sus vidas aquello que les permite finalmente a
un hombre y una mujer reflejar el amor del Padre en su mutuo
amor.
23
Beta, Alfa, Theta, Delta
Un amor como el que los unía sólo podía dar frutos especiales.
Cuando nacieron los tres, en cada ocasión, sintió como si el
paraíso viniera a la tierra, como si aquel hogar de su espíritu se
abriera ante sus ojos, sin tener que provocar el absoluto silencio en
su mente, ¡No! ese hogar estaba allí en ese momento, a pesar del
ruido y de la algarabía que retumbaba en la familia.
“Yo creo que a todos los hombres les debe pasar lo mismo, que
cuando van a ser padres, quisieran tener un niño, luego les nace
una niña y sufren una decepción, y después la quieren tanto que
hasta cambian de opinión. Es mi niña bonita, con su carita de rosa,
es mi niña bonita, cada día más preciosa, ay, es mi niña bonita,
hecha de nardo y clavel, es mi niña bonita, es mi niña bonita,
cuando la llegue a querer. Si un día se casa mi niña, vestida de
blanco armiño, me acordaré que soñaba con que al nacer fuera un
niño, por eso rezo y le pido al Señor del Gran Poder que el hombre
que se la lleve, la sepa siempre querer. Mi niña bonita”.
Su niña bonita nació así con esta canción regalada y cuando ella
se casó recibió de él otra canción, aquélla que le compuso
especialmente para expresarle el amor que sintió por ella desde el
mismo instante en que fue concebida... y quizás desde antes. “No
quiero un vals” la llamó.
“En este día, no quiero un vals, hija querida, para bailar. Sólo un
bolero, este bolero, dulce caricia que te hará soñar. De un gran
amor del más allá, tu eres retoño que hoy va a volar. Vuela más,
vuela ya, ve a tu luna de felicidad. Ve a tu luna pero no olvides que
Winnie Puh (el amor inocente) en ti siempre vivirá. En tus ojitos
lágrimas hay, hoy no llores niña que se debe amar. De un gran
amor del más allá tu eres retoño que hoy va a volar. Vuela más,
vuela ya, ve a tu luna de felicidad”.
Ella creció Inteligente, hermosa, libre, rebelde y confrontadora, en
la plenitud de su género, y, después de haberse demostrado que
podía ser lo que hubiera deseado en el plano profesional, se
convirtió en madre de dos maravillosas niñas a la manera que todo
padre anhela, dando y recibiendo amor en el contexto de un hogar
Sólo dos o tres días más tarde pudo dar libertad a los sentimientos
que afloraban desde lo más profundo de su ser. El sabía que la
muerte no derrotaría al amor creado en esa relación singular que
había sido la de padre a hijo, la de hijo a padre. La muerte no era
temida, eso lo había aprendido desde los lejanos días de su
infancia. Su padre estaría allí al alcance de su mano cuantas veces
lo deseara, produciendo el silencio que lo levara a aquel lugar sin
tiempo ni espacio , a aquel estado de su mente que lo entretejía
con las vibraciones ondulantes de la Conciencia. Eso sin embargo,
no lo consolaba, lo había perdido aquí en el mundo de las cosas y
el egoísmo puede surgir incluso hasta escudándose en el amor.
¡Que sensación de impotencia! Querría poder despojarse de la
carne de su cuerpo y convertirse en el poder que le permitiera decir
y convertir en sentencia inapelable el “levántate y anda”. Lloró
inconsolable en el que fuera el momento más triste de su vida. El,
poseedor de esa soberbia sensación que lo hacía estar seguro que
todo lo que verdaderamente deseaba lo podía, tenía que rendirse
ahora ante lo imposible y aceptar que habían cosas que le estaban
vedadas en este mundo de las cosas.
Nunca podrá dejar de reprocharse por las caídas que permitió que
sucedieran y sin embargo confía en que el amor es más fuerte que
la nada y que quizás incluso cuando el espacio-tiempo ya no sea,
su intención de ser mejor contribuya a que, en la excelsa
generosidad del Padre, hasta Nadie pueda salvarse volviendo a la
Luz y al Ser.
27
Explosiones de alegría
29
un dilema
Juan era un hombre viejo, frisaba los setenta años, y ya hace algún
tiempo había venido a la ciudad, proveniente del extenso y cada
vez más abandonado campo litoral ecuatoriano, haciéndole un
quite a la miseria en esa época cuando las inundaciones habían
destruido los pocos sembríos que tenía en la pequeña parcela que
aún era de su propiedad, esto es a menos que alguien al saberla
ahora abandonada ya se la hubiere arrebatado y tomado para sí.
Siete semanas, tiempo en que las puertas del cielo se les abrieron,
duraron lo que un suspiro para quienes estaban embelesados,
pero no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague.
Tres semanas más y la sospecha de la chiquilla, de incertidumbre
pasó a inevitable. El resultado del examen realizado a escondidas
lo confirmaba: estaba embarazada. Se lo diría a Roberto. “Él me
quiere. Ahora tendrá que pedirle el divorcio a su mujer. Nos
casaremos y seremos felices por siempre, como en los cuentos”,
pensó.
31
la nueva educación
Una vez más quedaba en claro que el machismo que dizque hay
en la ciudad no siempre funciona en realidad, porque al menos en
los barrios populares muchas veces la que pega es la mujer, que al
fin y al cabo es la que prepara la comida, cuida a los hijos, y si no
le gusta a él, peor pues se rompe el “compromiso” y ella busca
hasta encontrar a su nuevo “machuchín”.
“María Sol, por favor vigílalo que este chico está realmente
insoportable. Hoy no quiso ni tomar el desayuno y anoche se pasó
a nuestra cama varias veces. El padre quería matarlo esta mañana
pues fíjate que se orinó en la cama. Allí te lo dejo que tengo que
correr a mi trabajo”. María Sol no tuvo tiempo para articular
respuesta alguna pues ya Alba Elena estaba sentada y al volante
tratando de salir del atolladero de vehículos que ella había
contribuido a formar al parquearse en doble fila.
Para que observar más, ese futuro estaba escrito como que a este
joven la vida le daría el jaque mate en su momento. La negrura de
un anaco llamó su atención y enfocó...
39
hacia el Guayas
Los más de tres mil metros sobre el mar, donde estaba la pequeña
vivienda de adobe en la que se refugiaba de la ventisca helada, la
acercaban a ese cielo estrellado en las noches y quemante en el
día, pero ahora estaba lleno de neblina como lo estaba su futuro y
el de sus hijos.
La canción estaba bien, reflejaba su sentir, pues los años por venir
desde ya lanzaban sus ¡ay! lastimeros y sus lágrimas, en forma de
nuevos niños pedigüeños descalzos y semidesnudos deambulando
por las calles de la ciudad inundando el presente, pero...
FIN
INDICE
a Dedicatoria
b A manera de introducción
1 Do re mi
2 Remembranzas
3 La esfera
4 Soledad
5 Nadie
6 De héroes y medallas
7 El dedo de Fulgencio
8 Infancia y Política
9 Energías y visiones
10 ¿Qué miras, niño?
11 Música, piano y solfeo
12 Una idolatría que nacía
13 Al colegio
14 Un guapito de barrio
15 Estoy aquí: sexo
16 Los caminos de la vida
17 Jugando ajedrez
18 La pelota no debe ser de trapo
19 En las calles
20 Farras, bailes y tiempo de disfraces
21 A la universidad
22 El encuentro con ella
23. Beta, Alfa, Theta, Delta
24. Los frutos del amor
25. Aquel día
26. Tentaciones
27 Explosiones de alegría
28 Aquella madrugada
29 Un dilema
30 El hijo de Marcela
31 La nueva educación
32 Los sueños de Manuel
33 Los vampiros
34 La justicia maltrecha
35 Viveza criolla
36 Payasitos
37 Razones para una despedida
xxxviii. Buscando el cartón
xxxix. Hacia el Guayas
xl. Triste melodía
xli. Donde brillan las estrellas