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ORACIÓN DE NOVENA POR NUESTROS

QUERIDOS PARTIDOS

Ofrezcamos ahora esta oración de novena por nuestro


amado __________________ quien se ha alejado de
este mundo y ahora regresa a ti.
Oh Señor, en tu misericordia acógela en tu reino celestial.
Ella se ha ido a descansar.
Ahora espera crecer contigo.
Oh Señor, en tu amor envolvente, llévala a la luz de tu
Divina Presencia.
Intercedemos mansamente, oh Señor, por nuestros fieles
difuntos.
________________.
Que ella encuentre la paz eterna contigo.
Que ella herede tu amable perdón.
Que ella te vea cara a cara.
Sí, tú eres nuestra esperanza en este mundo.
Tú eres nuestra resurrección y vida.
Eres nuestro Juez y Salvador.
Oh Señor, te rogamos humildemente: sé misericordioso en
tu juicio y concede a Eugenia la salvación prometida. No
recuerdes sus faltas, sino límpiala de sus pecados y
concédele una recompensa duradera.
Oh Señor, extiende a _________________ tu victoria
sobre el pecado y la muerte.
No dejes que ella se separe de ti, sino concédele un lugar en
tu morada eterna.
Jesús, Señor de los vivos y de los muertos, consuelo de los
cansados y afligidos, vencedor de la muerte y del pecado,
guía a nuestros difuntos. _________.
Cuando llegue al final de su viaje, llévala de regreso a ti.
Cuando su vida llegue a su fin, déjala vivir contigo.
Mientras ella comparece ante usted para juzgar, por favor
pronuncie nuevamente estas palabras:
“Venid, benditos de mi Padre.
Heredad el reino preparado para vosotros”.
Que el buen Dios le conceda un juicio misericordioso y la
mire con bondad.
TODOS: Señor, ayúdanos a ver la muerte como realmente
es:
— El fin de la pobreza y el comienzo de las riquezas:
— el fin de la frustración y el comienzo de la realización;
— el fin del miedo y el comienzo de la tranquilidad;
— el fin del dolor y el comienzo de la alegría;
— el fin de la debilidad y el comienzo de la fortaleza.
No dejemos que el dolor nos abrume ni nos amargue el
sentimiento de pérdida, sino que de nuestra tristeza surja
una nueva alegría.
Echa fuera nuestros miedos y no se turbe nuestro corazón.
Deja que tu espíritu de paz cobre vida en nuestra
experiencia y dolor, en nuestro dolor y aislamiento, en
nuestra tristeza hoy y en nuestra soledad mañana.
Os encomendamos humildemente, ____________,
a quien llamaste de esta vida mortal.
La amaste siempre con un gran amor.
Ahora que la has liberado de todos los males de esta tierra,
llévala a tu paraíso donde ya no hay pena ni luto ni tristeza,
sino paz y alegría con tu Hijo y el Espíritu Santo para
siempre.
Te agradecemos por todas las bendiciones que le has dado
a _____________________ en su vida mortal.
Oramos para que ella pueda glorificarte con la vida que
vivió y la forma en que él aprovechó tus bendiciones.
Señor, concédenos que nunca olvidemos que la vida es
corta e incierta.
Deja que tu Espíritu nos guíe en la santidad, la justicia y el
servicio a nuestros hermanos y hermanas.
Oramos por la curación de todos los sentimientos infelices
y dolorosos que la muerte pueda haber causado en
nuestros corazones.
Quédate con nosotros, Señor, en nuestros momentos de
tristeza y soledad.
Eres nuestra roca, nuestra fortaleza y nuestra fuerza.
Confiamos en ti y esperamos tu gloriosa resurrección.
Te elevamos nuestra pena y nuestro dolor, confiados en
que cambiarás el luto en alegría porque nuestro amado
ahora descansa en tu paz.
L: Concédele, oh Señor, el descanso eterno.
R: Y que brille para ella la Luz perpetua.
L: Que en paz descanse.
R: Amén.
L: Que el alma de __________________ y todo el
Almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios,
descansen en paz.
R: Amén.

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