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EL GRAN TEÓLOGO CATÓLICO

HANS KÜNG OPINA SOBRE EL


INFIERNO

“Una ilimitada tortura psico-física de sus criaturas, tan


despiadada y desesperante, tan insensible y cruel, ¿va a
poder contemplarla por toda una eternidad un Dios de
amor, y a una con los bienaventurados en el cielo?
¿Necesita realmente tal cosa el Dios infinito, por una
ofensa finita (¡el pecado, sin embargo, en cuanto obra del
hombre, es un acto finito!) para restablecer su “honor”,
como sostienen sus defensores?¿Es Dios un acreedor tan
sin entrañas?¿No es un Dios de misericordia?¿Cómo
entonces los muertos van a estar excluidos de esa
misericordia?¿Y un Dios de paz? ¿Cómo va a eternizar la
discordia y la intransigencia? ¿Y el Dios de la gracia y del
amor al enemigo?¿Cómo inclemente, va a tomar venganza
de sus enemigos por toda una eternidad?¿Qué cabría
pensar de un hombre que satisficiese su deseo de venganza
con tal intransigencia y avidez?

¿Por qué uno en este caso tiene que atenerse a la letra


de la Biblia y tomar por fuerza literalmente la imagen del
“fuego eterno”? Oscuridad, llanto, rechinar de dientes,
fuego: Toda una serie de duras imágenes para indicar la
amenazante posibilidad de que el hombre malogre por
entero el sentido de su vida…el “fuego” es imagen de la
cólera de Dios, y “eterno”, en el uso del idioma hebreo,
griego y hasta moderno, no siempre se toma en el sentido
estricto (esto es “eterno”, “esto dura una eternidad”, esto
no tiene fin, es indefinidamente largo). Al hablar del
“castigo eterno” (Mt. 25:46) del juicio final, se carga el
acento en que el castigo es definitivo, decisivo para toda la
eternidad, pero no en que la pena durará eternamente.
Como en el judaísmo, también en el Nuevo Testamento el
tiempo de castigo por los pecados se ve de una manera
unitaria: una veces se afirma un castigo eterno, otras se da
por supuesta una aniquilación total (“ruina eterna”, 2 Tes.
1:9). También en la historia de la iglesia se ha defendido
siempre, junto al dualismo tradicional, la posibilidad de
una aniquilación (annihilatio) y de la reconciliación total
(restitutio omnium, apocatástasis ton pánton).

Pero cualquiera que sea la interpretación de los textos


de la Escritura en particular: En ningún caso cabe afirmar
absolutamente la “eternidad” del castigo del infierno”
(Küng Hans, ¿Vida Eterna? Ed. Cristiandad, Madrid, 1983,
págs.226,227,236,237).

Ojo: Hans Küng no está negando el castigo de los


pecadores impenitentes, sólo la eternidad del castigo en el
sentido clásico.

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