este artículo está escrito en 1915, momento difícil para la historia europea. el pesimis-
mo que caracterizó los años bélicos se trataba de superar con la búsqueda de un estado de
equilibrio - equilibrio que por cierto se malogró- que restaurase la confianza de los indivi-
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duos en su propia especie, en su propia libertad y responsabilidad.
freud no podía imaginar, al igual que la sociedad de su tiempo, que unas décadas des-
pués la tragedia de la guerra volverla a sacudir a europa, sembrando la muerte y la destruc-
ción hasta extremos inconcebibles. luego, ¿qué ocurre en la historia de la civilización hu-
mana? ¿cómo es posible tal agresividad y violencia en una especie cuyo fin parece no ser
sino una continua lucha de unos contra otros? ¿será el instinto de muerte el que actúa única-
mente en la historia? ¿y cómo es posible que amplias masas de individuos se presten a reci-
bir órdenes que van en contra de su propia supervivencia?
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ba de nuevo a la historia desde el esplendor del pensamiento griego, se hacía cargo de sus
capacidades y, sintiéndose poderosa frente a la irracionalidad, planteaba un ¡limitado pro-
yecto de construcción de la realidad. parafraseando libremente a hegel, todo lo real se vol-
vería racional.
el optimismo ontológico de la razón se hace evidente. de la concordancia entre reali-
dad y racionalidad nace la certeza de la humanización radical de la especie humana y del
paso de la naturaleza espontánea a la historia asumida y dirigida desde la libertad. hegel re-
presentó la tradición occidental desde los comienzos de su filosofía. la racionalidad es el
gran descubrimiento del pensar griego. desde anaxágoras, e incluso desde tales de mileto, el
orden de lo real es el orden de lo racional. ambos coinciden de una manera necesaria. y este
planteamiento subyace en toda la reflexión moderna y en la que se extiende a lo largo del
siglo xix y comienzos del xx salvo la irrupción aún minoritaria de pensamientos tan signifi-
cativos como el de schopenhauer y el de nietzsche. irracionalismo que surge como conse-
cuencia del extremado panlogicismo hegeliano, entre otras causas de origen social, econó-
mico y político.
por consiguiente, el «asalto» más profundo a la razón va a ser la obra de un psicólo-
go. asalto que se produce al entender freud al sujeto como múltiple y enmascarado. el senti-
miento, el instinto, los impulsos básicos fueron considerados (salvo el hipotético sujeto sen-
timental del romanticismo) en la ciencia y en la filosofía como aspectos menores, aunque
importantes de la vida. esta concepción también se vio confirmada por la negación de los
motivos vitales primarios dentro del dogma de la religión cristiana.
el cristianismo, con sus valoraciones dualistas de origen maniqueo, estructuró una
comprensión irreal de lo real no sólo en relación con el análisis del sujeto, sino en la rela-
ción de éste con su medio. el «más allá» sustituyó al «más acá», tal y como feuerbach y
marx afirmarían con posterioridad. los fenómenos devienen teología, y al teologizarse la re-
alidad y al individuo, la cultura occidental destruyó la concepción clásica de la unidad del
ser como psique y soma, inteligencia y cuerpo. la naturaleza se representa desde una cos-
movisión limitada de los elementos constitutivos de su propia esencia. la dualidad entró con
una fuerza impetuosa en el pensamiento de occidente. teoría y práctica se escindirán defini-
tivamente, y su intento de conjunción no empezará a ser replanteada hasta comienzos del
siglo pasado.
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sin embargo, el cristianismo se apoyará sobre fenómenos de base irracional. la fe, al
contraponerse a la razón, dará origen a uno de los problemas más graves de la historia del
pensamiento científico y objetivo. en efecto, en su enfrentamiento fe y razón estructurarán
toda una concepción interpretativa no racional de lo real.
el irracionalismo tiene que ser considerado como una tendencia continua en el pensa-
miento europeo, pero hasta freud nadie había sido capaz de dar una explicación global de su
sentido, origen y causas. freud construyó una cosmovisión radicalmente nueva en la inter-
pretación causal de los fenómenos psíquicos y su función histórica. marx había planteado
una metodología para la comprensión y transformación de la sociedad dividida en clases;
freud, por su parte, elaboró una teoría abarcadora de la psique y una metapsicología que in-
fluiría en la totalidad de las construcciones teóricas posteriores. de una manera fundamen-
tal, el pensamiento freudiano puso de relieve el aspecto patológico escondido en todo el de-
venir cultural de la especie.
la revolución freudiana se muestra tan corrosiva e importante como la llevada a cabo
por marx. y si marx planteó las bases de una profunda mutación social, económica, política
y humana, freud puso los pilares de un cambio subyacente en la consideración de la imagen
de lo humano. a partir de freud, el ser humano se torna complejo; y se comienza a percibir
la suma de los procesos psicobiológicos y físicos no como fenómenos aislados y simples,
sino como una suma de instancias que son movidas - y a la vez elaboran energía psíquica- y
realizan una actividad cuyo producto final se canaliza en el comportamiento de la especie.
comportamiento que se puede observar como una estructura caracterizada por niveles y
dualismos, pero dialécticos. la simplicidad alma-cuerpo de las creencias religiosas va a ser
desterrada para siempre del pensamiento adulto y crítico de la ciencia. los instintos, el eros
o la violencia, van a formar parte esencial de la dinámica de la realidad, del sentido de la
cultura y del destino de la historia.
es hora -escribe freud- de que nos dediquemos a la esencia de esta cultura, cuyo valor para la feli-
cidad humana se ha puesto tan en duda. no hemos de pretender una fórmula que defina en pocos
términos esta esencia, aun antes de haber aprendido algo más examinándola. por consiguiente, nos
conformaremos con repetir que el término «cultura» designa la suma de las producciones e institu-
ciones que distancian nuestra vida de la de nuestros antecesores animales y que sirven a dos fines:
proteger al hombre contra la naturaleza y regular las relaciones de los hombres entre sí. para al-
canzar una mayor comprensión, examinaremos uno por uno los rasgos de la cultura, tal como se
presenta en comunidades humanas. al hacerlo, nos dejaremos guiar sin reservas por el lenguaje
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común o, como también suele decirse, por el sentido del lenguaje, confiando en que as! lograremos
prestar la debida consideración a intuiciones profundas que aún se resisten a la expresión en térmi-
nos abstractos (15).
la teoría freudiana se fundamenta en las principales aportaciones del siglo xix: el ma-
terialismo mecanicista, el positivismo, el dualismo dialéctico y el evolucionismo. pero su-
perponiéndose a estos conocimientos, la psicofisica, incipiente ciencia que está iniciándose
en la facultad de medicina de viena, determina el rumbo de las investigaciones del joven
freud: «durante mi juventud sólo aspiraba al conocimiento filosófico, y ahora estoy a punto
de realizar ese deseo, al pasar de la medicina a la psicología». y de la psicología, añadire-
mos nosotros, a la metapsicología o interpretación psicoanalítica de la evolución histórica.
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(...) presentan, estrictamente considerados, el carácter de convenciones, circunstancia en la que
todo depende de que no sean elegidos arbitrariamente, sino se hallen determinados por importan-
tes relaciones con la materia empírica,
relaciones que creemos adivinar antes de hacérsenos asequibles su conocimiento y demostración.
sólo después de una más profunda investigación del campo de fenómenos de que se trate, resulta
posible precisar más sus conceptos fundamentacientíficos y modificarlos progresivamente, de ma-
nera que se pueda extender en n medida su esfera de aplicación, haciéndolos así irrebatibles. Éste
podrá ser el mento de concretarlos en definiciones. pero el progreso de conocimiento no era tampo-
co la inalterabilidad de las definiciones. como nos lo evidencia el ejemplo de la física, también los
«conceptos fundamentales» fijados en definiciones experimentan una perpetua modificación del
contenido (16).
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sentidos. realidad que existe en el preconsciente como recuerdo, junto con los impulsos se-
leccionados y cuyas influencias han sido aceptadas y están bajo control. pero al igual que
actúa un ego consciente y controlador, existe un «ello» , un id impersonal.
frente a la experiencia consciente del individuo - que es el ego-, el id se conforma
como masa impersonal de energías y fuerzas que interactúan constituyendo el subconscien-
te en un sentido amplio, o lo que podría llamarse el subconsciente estructural subyacente de
los procesos que determinan la vida consciente como causa interior de dichos procesos. el
individuo será el resultado de la tensión dinámica entre el «yo» y el id, y en tal sentido sur-
girá como una estructura dialéctica y dinámica. pero no es sólo una dinamicidad entre cons-
ciente y subconsciente; es también una elaboración psíquica del material externo, y aquí
freud interrelacionará cultura e individuo. antes de pasar a analizar estos aspectos, conside-
raremos de un modo breve el papel del instinto sexual en la dialéctica psíquica del sujeto.
freud consideró a lo largo de su obra el instinto sexual como un fenómeno psíquico y
cultural y no sólo como hecho biológico. el instinto sexual es el instinto antagónico del de
muerte. es en este juego de fuerzas, en esta dialéctica, donde se define al sujeto. el sujeto se
compone del id - el «ello» biológico-, del ego - el «yo» personal y del superego - el «yo»
culturalizado y socializado-. estos niveles aparecen como eslabones que se van determinan-
do y superponiendo. sería, en última instancia, la lucha entre racionalidad e instinto, lucha
en la que se desarrolla el dinamismo interno del individuo. y antagonismo en el cual la re-
presión de lo instintivo por medio del «superyó» se muestra como la fuente de las perturba-
ciones, traumas y psicosis más significativos.
para el psicoanálisis, el concepto de represión es una de las explicaciones más escla-
recedoras (17). este concepto fue desarrollado por freud desplazando el concepto de diso-
ciación de los psicologistas franceses. la diferencia entre ambos conceptos radica en que la
represión aparece como categoría dinámica y explicativa y no meramente descriptiva, apli-
cada de un modo primitivo a un proceso mental que surge del conflicto entre el principio
del placer y el de realidad, entre instinto y «superyó». impulsos y deseos entran en un con-
flicto motivado por un sistema social de conducta impuesta. como resultado, estos impulsos
y deseos, junto con los recuerdos asociados y sistemas ideales, así como las emociones do-
lorosas que surgen del conflicto - bien activa o automáticamente- son desplazados de la
conciencia al subconsciente, en el cual, sin embargo, permanecen activos, determinando el
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comportamiento y la experiencia por lo general de un modo indirecto y produciendo sínto-
mas neuróticos de diversas clases, o determinando sueños nocturnos y ensoñaciones diurnas
y, finalmente, subyaciendo en muchos tipos de desviaciones del comportamiento «normal».
el «superyó», por su parte, está en la génesis de la cultura y de la historia. frente al
subconsciente instintivo y oculto, el «superyó» canaliza las disociaciones, desplazamientos
y transferencias y da origen a la conciencia en su más alta expresión: como conciencia éti-
ca. el «superyó» designaría entonces una estructura en el subconsciente, edificada por expe-
riencias anteriores principalmente elaboradas sobre la base de las relaciones del niño con
sus padres. de esta manera funcionaría como una especie de conciencia, criticando los pen-
samientos y actos del ego y provocando sentimientos de culpabilidad y angustia cuando el
egos satisfaría o tendería a la satisfacción de los impulsos instintivos primitivos. más el “su-
peryó” estaría ligado a los inicios de la conciencia humana en cuanto conciencia colectiva y
de nuevo encontraríamos aquí la dialéctica entre individuo y sociedad.
freud interrelaciona estructura subyacente de la historia, instinto de agresión y de su-
pervivencia (thanatos y eros). es sin embargo la agresión el mecanismo psíquico que deter-
mina los comportamientos sociales. al interrogarse sobre la historia humana y las estructu-
ras que posibilitan la vida en sociedad, freud plantea cómo el precio que la especie paga es
el aumento de controles procedentes del “superyó”. la cultura nace de una ascenso de con-
troles procedentes del “superyó” sobre los instintos egoístas del id y del ego.
en la metapsicología, freud estudia el sentido del antagonismo entre instinto y socie-
dad organizada. en este problema, el autor de el malestar en la cultura explica que sólo me-
diante la renuncia comunitaria a la gratificación instintiva se podrá alcanzar un equilibrio
social estable. sin embargo, en el pensamiento social freudiano late una idea: un nuevo sis-
tema de ética que transforme la colectividad y al individuo (18). este ideal eliminaría el su-
frimiento primario del instinto y sería capaz de llevar a forjar un “superyó” colectivo racio-
nal.
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una teoría psicológica que desvela lo absurdo y lo irracional. a partir de la obra de freud, el
hombre contemporáneo comprenderá sus traumas y frustraciones. como afirma ricoeur en
freud: una interpretación de la cultura, “freud quiso de manera expresa redondear así la te-
oría de la cultura mediante la reinterpretación del sentimiento de culpabilidad”.
en el psicoanálisis, el sujeto está inmerso en una estructura dinámica en la que el con-
flicto es una característica central. el individuo deja de ser una pieza homogénea para con-
vertirse en un sistema complejo en el que la sexualidad, la agresividad y el instinto de
muerte ejercen un papel predominante de su conducta. pero el sujeto no es una pieza aisla-
da. sus conexiones con el exterior son la realización tanto de las estrategias del deseo como
de su supervivencia material. la dialéctica de la interpretación freudiana del “yo” es un re-
torno y una reconstrucción de los enlaces colectivos y sus fundamentos psicohistóricos.
la metapsciología, como dialéctica del “yo” y el “otro”, ofrece una explicación psico-
analítica de la evolución cultural de la especie. evolución en la que la pulsión de agresivi-
dad desempeña un papel relevante en el decurso de la historia. freud parece que tiende a la
historia en el diván, y la psiconanaliza a partir de una teoría analítica del psiquismo colecti-
vo.
con conceptos del psicoanálisis, la última etapa de la obra de freud sintetiza la “arque-
ología” de las instituciones sociales y culturales. los mecanismos psíquicos de condensa-
ción y desplazamiento, estudiados en la interpretación de los sueños, se extienden al estu-
dio del comportamiento de masas y, sobre todo, de la simbolización con la que éstas se vin-
culan. para freud, el símbolo sustituye el concepto en el espacio del proceso colectivo (19).
esta última etapa metapsicológica hará converger las formulaciones del “primer
freud”, más volcado en los conflictos individuales que en los colectivos, en un conjunto de
obras que se inicia en 1913 con tótem y tabú y tiene sus títulos más destacados en psicolo-
gía de masas y análisis del yo (1921), el porvenir de una ilusión (1927), el malestar en la
cultura (1929) y moisés y el monoteísmo (póstumo).
en tal conjunto de obras, lo simbólico –y sus articulaciones- es el principio determi-
nante para comprender la organización de la subjetividad social. entender, por tanto, “lo que
el símbolo dice” será la cuestión central abordada por el “último freud”.
el “malestar en la cultura” no se puede eludir como categoría histórica. la dialéctica
de los instintos ha demostrado el predominio del «instinto de thanatos» sobre el de eros. sin
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embargo, en ese predominio no es posible olvidar que la cultura enlaza a los hombres entre
sí. la comunidad prolonga su mera existencia vital favoreciendo unos mecanismos de super-
vivencia en los que los lazos libidinales son ineludibles. la culpabilidad de estos lazos, no
obstante, permanecerá latente. a partir de la represión de los instintos, cultura y culpabilidad
caminarán unidas. y principalmente la culpabilidad será el mecanismo silenciado, el funda-
mento subterráneo de gran parte del simbolismo y de los ritos sociales.
si la cultura impone tan pesados sacrificios -considera freud- no sólo a la sexualidad, sino también
a las tendencias agresivas, comprenderemos mejor por qué al hombre le resulta tan difícil alcanzar
en ella su felicidad. en efecto, el hombre primitivo estaba menos agobiado en este sentido, pues no
conocía restricción alguna de sus instintos. en cambio, eran muy escasas sus perspectivas de poder
gozar largo tiempo de tal felicidad. el hombre civilizado ha trocado una parte de posible felicidad
por una parte de seguridad; pero no olvidemos que en la familia primitiva sólo el jefe gozaba de
semejante libertad de instintos, mientras que los demás vivían oprimidos como esclavos. por consi-
guiente, la contradicción entre una minoría que gozaba de los privilegios de la cultura y una mayo-
ría excluida de éstos estaba exaltada al máximo en aquella época primitiva de la cultura. las minu-
ciosas investigaciones realizadas en los pueblos primitivos actuales nos han demostrado que en
manera alguna es envidiable la libertad de que gozan en su vida instintiva, pues ésta se encuentra
supeditada a restricciones de otro orden quizá aún más severas de las que sufre el hombre civiliza-
do moderno (20)
la horda primitiva - lo colectivo natural- está cerca del animal gregario. sin sentido de
la historia, el psiquismo rudimentario vive en los niveles de un malestar inconsciente. la
conciencia inmediata se aferrará a una identificación fantasmagórica con los objetos que le
rodean. los elementos proyectivos constituirán los ámbitos de la religión y de la magia.
en psicología de masas y análisis del yo esos elementos proyectivos se vincularán al
funcionamiento del individuo dentro de la acción colectiva (21).
la psicología de masas freudiana tiene entonces que ser comprendida como el inicio
de una reflexión que está en la génesis de la teoría de la comunicación de nuestros días: las
reglas de la conducta de grandes colectividades. de este modo, en la obra freudiana la opo-
sición entre psicología individual y psicología social pierde su significación. situándonos en
esta óptica, las relaciones interindividuales - padres, médico, persona objeto de amor- son
consideradas como fenómenos sociales. el «otro» - que en lacan se convierte en concepto
psicoanalítico- es la tribu, la casta, la clase social o la multitud anónima. el instinto social
no será primario porque la forma humana de la conciencia depende de él.
freud abre una nueva área de investigación psicohistórica, pero no pierde de vista las
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teorías que sobre la vida anímica le precedieron.
la psicología de las masas, de gustave le bon, y the group mind, de mcdougall, man-
tenían la hipótesis de que la multitud muestra una tendencia a organizarse como un organis-
mo biológico (22). el biologismo, que con el darwinismo social de spencer se extiende por
la ciencia social desde finales del xix, en ningún lugar encontrará una enunciación tan evi-
dente como en las teorías que contraponen «elites» y «masas». según le bon, el individuo
que se inserta en una multitud cede sus facultades intelectuales al ser absorbido en una es-
pecie de supraconciencia primitiva. el debilitamiento de las capacidades humanas en una
multitud, por la tendencia a la imitación como afirma tarde, o bien por la sugestión que ac-
túa sobre el individuo perteneciente a un grupo, como explicaba le bon, le parece a freud
una simplificación del problema. en abierta polémica con la psicología social de su tiempo,
la metapsicología acentuará el fenómeno del contagio psíquico que sufre quien se integra
en una multitud caracterizada por la falta de principios y de finalidades organizativas.
el contagio psíquico le sirve a freud para rebatir la ley de la «unidad mental» de le
bon. en la psicología de las masas, le bon afirmaba:
la pérdida en las multitudes de las adquisiciones individuales propone como regla que
lo heterogéneo se forme desde lo homogéneo. así, para le bon tres factores identifican la in-
serción de un individuo en una masa: a) su sentimiento de potencia invencible merced al
desencadenamiento de instintos que individualmente hubiera refrenado; b) al sacrificar su
interés individual al colectivo, el individuo entra en un contagio mental que orienta su ac-
ción; c) la masa genera caracteres especiales en el individuo a veces opuestos a la misma
psicología individual.
con los tres factores reseñados, le bon repasa la totalidad de fenómenos en los que la
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multitud es protagonista. en la primera parte de su libro, que titula “el alma de las masas”,
los sentimientos y la moral de la multitud se explican aceptando de entrada que es sugestio-
nable y crédula. la masa se muestra dócil y simple, pero estos rasgos se contrarrestan con
una irritabilidad, una propensión al autoritarismo y una intolerancia que le bon fundamenta
en la historia y, de una manera obsesiva, en la historia de los levantamientos revoluciona-
rios. “la historia de las revoluciones populares es casi incomprensible si se desconocen los
instintos profundamente conservadores de las masas” (24).
los instintos conservadores llevarán a le bon a justificar la conducta de masas como
conducta primitiva. la pérdida de las facultades personales que el individuo experimenta su-
mergido en una masa, se compensa con una vuelta a un estadio evolutivo anterior. esta teo-
ría, que freud revisará psicología de masas y análisis del yo al referirse a la horda primitiva,
tanto en le bon como en mcdougall se presenta estrechamente unida a una ideología autori-
taria. en estos dos autores, la masa es consciente por su incapacidad
innata, y no por el efecto de unas acciones sociales que la determinan. aquí freud
romperá con la psicología evolucionista. la formulación de la teoría del inconsciente da un
sentido nuevo a los fenómenos sociales de sugestión e hipnosis colectiva.
la modificación psíquica que el individuo experimenta en el seno de una masa, aparte
de entrar en un proceso característico de intimidación y sugestión, se ve condicionada por
un término perteneciente a la teoría de la afectividad: la libido. al renunciar al yo personal,
el individuo se integra en los “otros”. el “amor a los demás” es entonces una sugestión recí-
proca que canaliza los instintos eróticos hacia una “expresión neutra” en la que el líder pue-
de convertirse en ese “oscuro objeto de deseo” masivo.
pero la conducta de masas no tiene por qué aparecer necesariamente en un estado de
desorganización. la organización por la sugestión de las pulsiones no racionales, según
freud, puede rastraerse a lo largo de la historia a partir de la institucionalización de dos ma-
sas artificiales: la iglesia y el ejército. freud entra aquí en la metapsicología de las institu-
ciones sociales y desarrolla una revolucionaria “intrahistoria” del inconciente institucionali-
zado y de sus efectos.
la iglesia y el ejército son masas artificiales; esto es, masas sobre las que actúa una coerción exte-
rior encaminada a preservarlas de la disolución y a evitar modificaciones en su estructura. en ge-
neral, no depende de la voluntad del individuo entrar o no a formar parte de ellas, y una vez den-
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tro, la separación se halla sujeta a determinadas condiciones, cuyo incumplimiento es rigurosa-
mente castigado. la cuestión de saber por qué estas asociaciones precisan de semejantes garantías
no nos interesa por el momento, y sí, en cambio, la circunstancia de que estas multitudes, altamente
organizadas y protegidas (en la forma indicada) contra la disgregación, nos revelan determinadas
particularidades, que en otras se mantienen ocultas o disimuladas (25).
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en consecuencia, el instinto gregario conllevará una conciencia de culpabilidad y un
sentimiento del deber semejantes al del complejo de edipo. la «muerte del padre», escena
primigenio subterránea de la génesis de la cultura, está en la misma evolución del incons-
ciente social. la masa actual sería, según freud, la resurrección de la horda primitiva. la cul-
pabilidad inconsciente que cristaliza en la necesidad de un líder-padre, liga a los individuos
de a masa entre sí.
hasta aquí freud practica el psicoanálisis a la conducta colectiva. en cambio, este psi-
coanálisis se transmuta en metapsicología cuando se señala una doble naturaleza en el es-
clarecimiento de la estructura libidinosa de una masa: el «yo» y «el ideal del yo”. cada indi-
viduo forma parte de varias masas - raza, clase socia1, comunidad confesional, etc.-, pero la
hipótesis del «ideal del yo» diferenciará la composición psíquica entre un yo coherente y un
yo inconsciente. la construcción del yo pasa a ser uno de los problemas incesantes. el yo in-
consciente estará reprimido y parecerá exterior al yo consciente culturalmente sometido al
superego. apelando de nuevo freud a la teoría psicoanalítica, fundamentará la ruptura de las
resistencias diversas del yo consciente en el lapsus, el chiste, la psicopatología, en resumen,
en la vida cotidiana. y lo mismo que el ideal del yo se construye mediante modelos cons-
cientes también lo consciente se desliza en modelos asumidos colectivamente. la institución
de la fiesta lo demuestra en cuanto violación de tabúes y prohibiciones sociales. no obstan-
te, la suma de restricciones que el ideal del yo engloba, pueden desdibujarse. en el maníaco,
el yo y el ideal del yo se confunden, liberándose a nivel inconsciente de las inhibiciones. y
lo mismo puede llegar a suceder en lo masivo. las instancias del yo se debilitan en la multi-
tud sometida a vínculos inconscientes de libido desviada hacia una figura carismática. es
entonces cuando las formaciones masivas pueden desarrollar su acumulación de agresivi-
dad amparadas en la identificación y el anonimato. como si se produjese una regresión a la
infancia, el sujeto masificado se siente protegido. su libertad la enajena a quien le domina, y
de aquí al desplazamiento de la conducta hacia el sadomasoquismo no habrá más que un
corto paso (27).
el desplazamiento colectivo hacia el comportamiento agresivo es el análisis que inte-
resará a los teóricos de la escuela de frankfurt y que les enlazará con freud. por esto freud
se hace imprescindible al tratar de caracterizar una teoría de la comunicación de masas. co-
municación y psicología están indeleblemente unidas.
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la metapsicología, por consiguiente, pone los cimientos de una teoría crítica de la co-
municación.` en ella freud psicoanalizó los procesos sociales y culturales. así, conceptos
como «condensación» y «desplazamiento» - estudiados en la interpretación de los sueños-
sirven para dar cuenta de conductas masivas en las que la simbolización de modelos incons-
cientes sustituye al pensamiento de base conceptual.
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hesión frente al aislamiento individual. mas el nivel de sugestionabilidad finaliza en un au-
tomatismo compulsivo.
hay un tema en la metapsicología que la teoría crítica frankfurtiana no desperdicia: el
instinto de agresividad canalizado en la identificación con un líder carismático. la identifi-
cación colectiva sublima, proyecta y racionaliza los efectos hipnóticos en el líder. el ahisto-
ricismo de una masa convertida en horda primitiva bajo los efectos de la identificación irra-
cional con quien le domina, le parece a freud - y a la escuela de frankfurt- el mejor signo
para demostrar que la colectividad puede también enfermar bajo formas neuróticas. la pato-
logía social puede extenderse y contagiarse. el pesimismo freudiano en este punto se volve-
rá característico. para el freud perseguido por el nazismo, la explicación de la historia hasta
el momento presente es la historia de una enorme y extendida patología.
pero la tesis psicoanalítica de la enfermedad metapsicológica de la humanidad será
matizada por los autores de frankfurt (29). la patología no es inherente a la especie de un
modo constitucional, sino que es el efecto y resultado de unas causas políticas, económicas
y culturales. pero sin freud, la teoría critica no se hubiese desarrollado del mismo modo que
sin saussure el estructuralismo no habría establecido su metodología. en resumen, freud
aporta al análisis de la colectividad y, de una manera implícita de la intercomunicación co-
lectiva, los siguientes aspectos:
a) una teoría de la acción social de la masa entendida ésta como consecuencia de unos pro-
cesos instintivos desplazados.
b) desde una perspectiva comunicativa, una enunciación psicológica de los niveles simbóli-
cos que emergen y desplazan a los niveles de conceptualización causal. este análisis de lo
simbólico abrirá una vía de indagación aplicable a los efectos de la comunicación de masas
considerados como «sueños» creados técnicamente y en función de las colectividades pos-
tindustriales.
c) sin embargo, no se puede olvidar el importante hallazgo freudiano de los principios de la
personalidad autoritaria, principios que ya poseen el sentido que adorno y los frankfurtianos
le dieron. es decir, la interrelación de la necesidad de un líder o símbolo colectivo que aglu-
tine en unas direcciones sadomasoquistas las grandes colectividades. Éstas fluctuarán desde
una conducta dominada por la pasividad a una violencia sin dirección, lo que permite dife-
renciar los aspectos conscientes e inconscientes de los movimientos colectivos.
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d) en resumen, para freud serán inconscientes los procesos de la vida colectiva en los que el
individuo pierde su capacidad de autoconciencia, y se identifica ciegamente con un grupo
que potencia sus pulsiones instintivas más elementales y primarias.
notas
14 s. freud, el malestar en la cultura (madrid, alianza, 1970), p.100.
15 s. freud, el malestar en la cultura (madrid, alianza, 1970), p.33.
16 s. freud, el malestar en la cultura (madrid, alianza, 1970), p. 134 (“metapsicolo-
gía”).
17 véase, a este respecto, la represión, en obras completas (madrid, biblioteca nue-
va, 1974), pp. 2053-2060.
18 el estudio de l. caruso, psicoanálisis, marxismo y utopía (méxico, siglo xxi,
1974), en especial pp.185-203 (“racionalidad e irracionalidad en el yo colecti-
vo”) establece las relaciones entre el psicoanálisis, el marxismo y la utopía.
19 una obra que revisa el psicoanálisis a la luz de la semiología y la comunicación
es d. liberman, lingüística, interacción y proceso psiconanalítico (buenos aires,
nueva visión, 1976, dos tomos), especialmente el primer tomo y el capítulo titu-
lado “interacción comunicativa, diálogo analítico y procesos semióticos”, pp.
171-309.
20 el malestar en la cultura, en obras completas (madrid, biblioteca nueva, 1974),
17
p. 3048.
21 l. rozitchner, en freud y los límites del individualismo burgués (méxico, siglo
xxi, 1979), pp. 286 ss., plantea un estudio riguroso de la metapsicología.
22 g. le bon, psicología de las masas (madrid, morata, 1983). muy representativa
de las tesis de w. mcdougall es psychoanalysis and social psychology (londres,
methuen, 1936).
23 g. le bon, psicología de las masas (madrid, morata, 1983), p.27.
24 id., ibid., p.47.
25 s. freud, psicología de masas y análisis del yo, en obras completas (madrid, bi-
blioteca nueva, 1974), p. 2578.
26 para un estudio pormenorizado de los conceptos freudianos, véase j. laplanche y
j.b. pontalis, diccionario de psicoanálisis (barcelona, labor, 1983), pp. 184-187.
27 e. m. ureña, la teoría de la sociedad de freud (madrid, tecnos, 1977), pp. 117-
153.
28 p. ricoeur, freud: una interpretación de la cultura (méxico, siglo xxi, 1985), pp.
432 ss. (“los enfoques del símbolo”).
29 e. fromm, psicoanálisis de la sociedad contemporánea (madrid, fce, 1978),
pp.71-176.
30 dos obras que interrelacionan los aspectos comunicativos con el psicoanálisis
son m. c. gear y e. c. liendo, semiología psicoanalítica (buenos aires, nueva vi-
sión, 1974), pp. 281 ss., y e. peterfreund y j. t. schwartz, información, sistemas y
psicoanálisis (méxico, siglo xxi, 1976), pp. 137 ss.
31 las discusiones de la sociedad psicoanalítica de viena y sus referencias a los pro-
cesos simbólicos se hallan en actas de la sociedad psicoanalítica de viena (bue-
nos aires, nueva visión, 1980, dos tomos). la versión estructuralista de la lógica
del deseo se hallará en j. lacan, las formaciones del inconsciente (buenos aires,
nueva visión, 1970), pp. 125 ss.
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