Adela Cortina
Catedrática de Ética y Filosofía Política
Universidad de Valencia
1. Voluntad de progreso
Hablar de progreso en sociedades "postutópicas" resulta especialmente difícil.
Convencidas las gentes de que las "utopías reales" no producen sino injusticia
y frustración, abominan también de la idea, mucho más modesta, de progreso:
es -dicen- una reliquia de ese pasado moderno que creyó en un progreso
indefinido y que ha quedado sobradamente desenmascarada. La
postmodernidad -continúan- no cree en los grandes metarrelatos del progreso
indefinido, ni en los que tienen por sujeto a la humanidad, ni en los que
conceden el protagonismo al hegeliano espíritu absoluto. Y probable-mente
tenga razón. Pero -como dice Karl-Otto Apel-una cosa es diseñar utopías, muy
otra, obrar con intención utópica. Una cosa es -añadiría yo- creer en que la
historia marcha en la línea de un progreso indefinido, bien otra actuar con
voluntad de progreso o, lo que es idéntico, con intención progresista, que es la
que aquí tomamos ya como punto de partida.
Asumida, pues, esta intención, ¿qué realidades de nuestro presente urge
potenciar para ir marcando una dirección de progreso? Dos me parecen
centrales, sin perjuicio de que otras también lo sean: el surgimiento de un
nuevo modo de articular la relación entre sociedad civil y Estado, que intenta
reconocer a la primera el protagonis-mo que le corresponde, y el irrenunciable
empeño por satisfacer las exigencias de justicia que se esforzaba en colmar el
Estado del bienestar en una noción de ciudadanía plena. Del protagonismo de
la sociedad civil trataremos en esta ponencia, del protagonismo de los
ciudadanos en la segunda .
1) ¿Escuela de civilidad?.
En los años ochenta un grupo de filósofos comunitaristas, encabezados por
Walzer, reciben el nombre de "teóricos de la sociedad civil" por sostener que
los ciudadanos no pueden aprender la civilidad necesaria para llevar adelante
una democra-cia sana ni en el mercado ni en la política, sino sólo en las
organizaciones voluntarias de la sociedad civil (familia, amistad, vecindad,
iglesias, cooperati-vas, asociaciones cívicas o movimien-tos sociales) . La
razón de fondo para tal argumento es que, así como la vida política no puede
sancionar las conductas desviadas sino por medio de castigos infligidos por
extraños, es en la trama de relaciones interpersonales donde nos son más
dolorosos los castigos por las malas actuaciones, ya que vienen de nuestros
seres queridos. Por desgra-cia -afirman quienes esto defienden-, hemos despre-
cia-do la trama de relacio-nes de esa originaria dimensión social, que es la que
produce el espíritu cívico, la solidaridad y la confianza.
Tal vez el argumento sea desmesurado, pero, a mi juicio, conviene no
despreciar su buena parte de razón y potenciar la tarea educativa de la sociedad
civil.
2) Transformación de la economía
Sin duda el mundo de la economía genera mucha menos libertad de la que
pretenden los defensores del neoliberalismo, desde M. Friedman, von Hayek o
R. Nozick, hasta posiciones más matizadas como las de R. Termes o P.
Koslowski. Pero también es verdad que una reflexión profunda sobre la
actividad económica, sobre su sentido y sobre las metas que le prestan
legitimidad, obliga a transformarla en la línea de una economía social, capaz de
asumir sus responsabilidades . En caso contrario, queda socialmente
deslegitimada y pierde la rentabilidad que se genera desde la trama social de
confianza. Ésta es la razón por la que hoy se produce un potente movi-miento
de ética de la economía y de la empresa, que exige una transformación de la
racionalidad económica por fidelidad a las peculiaridades de la actividad
económica misma y, en el mismo sentido, la de la actividad empresarial. Se
multiplican en este sentido las publicaciones sobre la ética de la empresa, como
también el número de asociacio-nes que reflexiona sobre este asunto.
No dejar la economía en manos de la racionalidad estratégica, como hace
Habermas, sino rehabilitar en ella el uso de la racionalidad comunicativa que
resulta indispensable para que funcione, es una de las grandes tareas de nuestro
tiempo. Tanto más urgente cuanto más imparable el proceso de globalización.
3) Revitalizar la cultura social
El pluralismo de concepciones de vida es uno de los haberes irrenunciables de
la sociedad civil desde sus orígenes, y en este sentido lleva razón Rawls
cuando afirma que un pluralis-mo razonable es insuperable en cuantas
sociedades gocen de liber-tad . Sin embargo, no se trata sólo -creo yo- de que
sea insupe-ra-ble, sino también de que un auténtico pluralismo social es una
fuente de riqueza y la única forma de garantizar una existencia común vigorosa.
En efecto, "pluralismo" significa que en una sociedad distintos grupos
proponen distintos modelos de felicidad -lo que yo llamo distintas "éticas de
máximos"- y comparten unos mínimos de justicia. Sin los mínimos
compartidos es imposible construir la vida conjuntamente, pero -a mi juicio-
los mínimos no tienen una existencia autónoma, sino que se nutren de los
máximos . Por eso considero que se equivoca Rawls cuando en la relación
entre la cultura política y la cultura social de una sociedad concede la iniciativa
en exclusiva a la primera.
La cultura política -siguiendo sus indicaciones- consiste en el conjunto de
valores que respaldan tanto una constitu-ción democrá-tica como las
instituciones esenciales correspondientes. La cultura social, por su parte,
procedería de la trama de relaciones de la sociedad civil, en la que se conjugan
tradiciones religio-sas, filosóficas y cuantas proceden del mundo vital. La
conexión entre ambos tipos de cultura es innegable, ya que históricamente se
dan juntas, pero Rawls concede un protagonismo a la cultura política liberal
que resulta injustificado porque, bien miradas las cosas, la cultura política sólo
se sostiene racional y "sentien-temente" -es decir, personal-mente- si viene
respaldada por tradiciones religiosas, filosóficas y culturales verdaderamente
encarna-das en la sociedad. Por eso el pluralismo es una fuente de rique-za, y
urge ocuparse, no sólo de prevenir posibles conflictos, sino también de reforzar
los mínimos y revitalizar los máximos religisoso, filosóficos y culturales.
4) Sociedades interculturales
Uno de los grandes temas de debate, que ha vuelto a ponerse sobre el tapate en
los últimos tiempos, aunque tiene una larga historia, es el del
"multiculturalismo", es decir, el debate sobre cómo organizar una convivencia
justa en sociedades cuyo pluralismo consiste en la convivencia de una
pluralidad de culturas. Ante este problema, que se presenta en casi todas las
sociedades actuales y también en el nivel mundial, las medidas jurídicas y
políticas son necesarias, pero insuficientes. Como en otros puntos de conflicto
social las "medidas éticas" -el cambio de hábitos y convicciones- son
indispensables para construir desde la sociedad civil un mundo intercultural .
6) El "Tercer Sector"
En la actual bibliografía acerca de las cuestiones sociales proliferan los trabajos
preocupados por aclarar el concepto y las funciones de un sector en apariencia
emergente, el llamado "tercer sector" o también "sector social". En principio, el
tercer sector es aquél en el que se realizan actividades sin ánimo de lucro, que
son aquéllas en las que ninguna parte de los beneficios netos va a parar a
ningún accionista individual o persona particular, sino que tienen como meta
acrecen-tar de forma desinteresada la calidad de vida de las personas.
Ante la globalización de la economía, la creciente impotencia de los Estados
nacionales, el incremento del poder de los grandes bancos y las grandes
multinacionales, los sectores político y empresarial parecen incapaces de
garantizar la satisfacción de algunas necesidades básicas de las personas. De
ahí que los ciudadanos hayan de cuidar de sí mismos, restableciendo comunida-
des habitables, que amortigüen los golpes recibidos en virtud de la tercera
revolución industrial.
Ahora bien, a mi juicio, para que el Tercer Sector lleve a cabo su tarea es
preciso evitar la falsa distinción realizada por buen número de autores entre
sector público (gobier-no), sector privado (empresas) y sector social , y
rechazar -en consecuencia- una división del trabajo en la que al gobierno
compete lo público, a las empresas, lo privado, y al "sector social", un espacio
extraño, allende lo privado y lo público. Por contra, hay que decir que al
Estado compete asumir responsabi-lidades públicas básicas y que también las
empresas han de asumir su cuota de responsabilidad pública, de igual modo
que el sector social tiene su tarea en la cosa pública. En consecuencia, la
relación entre unos y otros debe ser de complementación y cooperación .
9) Solidaridad voluntaria
Los mundos familiar y vecinal son los de las solidaridades primarias sin las
que las personas apenas pueden llevar su vida adelante con bien. Sin embargo,
también en la sociedad civil se conforman asociaciones que llevan la
solidaridad a su rango universalista, empeñándose en defender a los débiles de
los Mundos Tercero y Cuarto, sentando las Bases de una Sociedad Civil
Cosmopolita. El Derecho Internacional y la política mundial les van a la zaga
porque la solidaridad lúcida de las asociaciones civiles es descubridora, es
pionera.
Ha sido esta sociedad civil la que ha exigido que la Europa de los Mercaderes
y los Políticos se convierta en una Europa Social, capaz de incluir en el
Tratado de Maastricht la Carta Social, que contempla los derechos económicos,
sociales y culturales de los ciudadanos europeos. Ampliar estas exigencias a la
humanidad toda es el gran reto de estas asociaciones civiles.
10) Sociedad justa
Si la sociedad civil burguesa consideraba que las cuestiones de justicia no le
atañían y las dejaba en manos del Estado, como si a ella sólo le competiera la
libertad, la universalización de la libertad es imposible sin justicia y sin
solidaridad. Sólo que la solidaridad es virtud a la que no puede obligarse,
mientras que la justicia es la primera virtud de las sociedades. Y no sólo del
Estado, como han creído determinadas tradiciones, sino de la sociedad en su
conjunto: también de esa sociedad civil en la que tantas esperanzas se han
cifrado.