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Entrevista a HANS-GEORG GADAMER

por Bruno Ventavoli

publicada por la revista "La Stampa" el 7 de Noviembre de 1995


Traducción del italiano de Amedeo Galván
HANS-GEORG GADAMER nació con el inicio del siglo, en 1900
exactamente en Marburgo y ha vivido como testigo ocular de los
problemas de la modernidad. Hoy Hans-Georg Gadamer es el más
conocido, traducido, discutido entre los filósofos alemanes. Ha
escuchado directamente de sus voces las lecciones de Husserl y
Heidegger, y es uno de los padres de la hermenéutica moderna,
verdadera y propia "koine" del pensamiento occidental: la más
escuchada, mal interpretada y citada entre las filosofías actuales.
Con sus 95 años, continua dando vueltas por el mundo, a enseñar, a
confirmar esperanzas y límites de su pensamiento, conocido que por
la razón no es nunca demasiado tarde. A partir del '72 que sale en
Italia su obra fundamental "Verdad y método", han sido muchos los
que se confrontaron con sus ideas, pero las palabras de Gadamer,
firmes y serenas, poseen todavía una fascinación enorme. Tanto más
hoy que la intolerancia violenta, la mentira segura de sí, la
imbecilidad que levanta la voz desde las pequeñas pantallas, la
obtusidad del muro contra muro, parecen ser nuestro horizonte del
pensamiento.
El filósofo alemán ha sido condecorado con el rico y prestigioso
"Premio Internacional Feltrinelli por las ciencias filosóficas"
conferido por la Academia Nacional de los Lincei. Su último escrito
italiano es resultado de un simposio en Capri que hubo el año
pasado. Se intitula "La Religión Y Las Religiones" y está contenido
en el volumen "La Religión" dirigido por Jacques Derrida y Gianni
Vattimo, recién impreso por la editorial Laterza.

¿Cuál es el estado de salud de la religión en la modernidad


occidental?

"En el siglo XX, el ateísmo dogmático se afirmó con virulencia.


Pienso al autoengaño ideológico de la doctrina marxista en la Unión
Soviética. Pero después del derrumbamiento del sistema, su poder de
seducción está enormemente disminuido. Sin embargo para las
religiones occidentales no es tan fácil alcanzar a los hombres. En
efecto, la negación explícita de la religión, ha sido sustituida por
un ateísmo de la indiferencia. En la sociedad del bienestar, la
industrialización asume de vez en cuando los rasgos de una verdadera
y propia religión: la religión universal de la economía. Las leyes
inmanentes del desarrollo industrial, técnico, económico determinan
cada vez más nuestros destinos. Sabemos de Weber que el puritanismo
constituye una base fértil para el desarrollo del capitalismo
moderno. El progreso arrollador de la técnica ha aumentado las
consecuencias del desarrollo económico, creando una potencia
autónoma que la humanidad ahora logra con dificultad dominar.
El sistema financiero planetario con su ruinosa fragilidad, los
desastres científicos como Cernobil demuestran que los peligros son
reales. Pero también es en otros planos que la racionalidad nacida
del iluminismo se demuestra insuficiente; es incapaz por ejemplo de
responder a los misterios de la vida humana como la muerte, la
trascendencia, el por qué algo existe en vez de nada".

¿La racionalidad es una amenaza para el mundo?

"Oh, sí, cierto. Es una infección del progreso industrial, comercial


tecnológico.
En los últimos tres siglos hemos incrementado nuestros conocimientos
científicos. Pero el optimismo dogmático de la ciencia, el triunfo
de las tecnologías han resuelto sólo parcialmente los problemas del
vivir asociado, de la existencia humana en este planeta. Cierto, el
bienestar está aumentado, pero también la diferencia entre los
paises ricos y pobres, creando las premisas para conflagraciones
catastróficas. En los mismos paises industrializados es ante los
ojos de todos el problema aparentemente ineliminable de la
desocupación, que pide discusiones dolorosas sobre cómo el Estado
debe intervenir para sanar la situación. Pero sobre todo la
racionalidad científica se demuestra impotente frente a la dimensión
existencial del hombre. La vida, en su potencia imperturbable,
quiere perpetuarse al infinito, se pretende siempre prepotente hacia
el futuro. ¿Puede existir una aceptación racional de la muerte?.
Creo que esto está por arriba de toda fuerza humana. La religión,
las religiones, ofrecen respuestas sobrehumanas frente a las cuales
la ciencia es ciega".

¿La religión puede abastecer respuestas alternativas a la arrogante


potencia científica, económica, política?

"No soy un profeta, pero no creo que el futuro de la humanidad


prosiga en esta adoración del progreso económico. La tecnología
continuará siendo una amenaza grande para la humanidad hasta que la
religión y la filosofía no alcancen a ponerla en su lugar.
Naturalmente estoy muy lejos de proponer volver al camino trazado
por el cristianismo a la humanidad. Se necesita proponer un nuevo
equilibrio entre hombre y naturaleza, y esto puede suceder solo
poniendo en relación culturas diversas, abandonando cada forma de
dogmatismo. Existen culturas y religiones, por ejemplo en el extremo
Oriente, en la India, que han desarrollado virtudes y actitudes
particulares, de la autodisciplina a la relación entre las
generaciones, al orden familiar, a la disponibilidad con respecto a
la naturaleza. Sólo el libre diálogo entre culturas y religiones
puede evitar el peligro de la autodestrucción de la humanidad".

Pero también la religión hoy muestra un lado de sí peligroso,


violento.

"De los Balcanes al Medio Oriente, nos damos cuenta que la religión
puede estallar en la crueldad, en el fanatismo incontrolado. Es otra
cara del triunfo del dogmatismo seguro de sí, sordo a las exigencias
de los otros. Pero existe también otra forma de razón que emana del
diálogo, que está abierta al reconocimiento de los derechos de los
demás, de las diferencias. La filosofía entendida como arte,
cultura, diálogo, es la forma en la cual la racionalidad reconoce el
propio límite, las propias pretensiones, y se pone en escucha del
otro. Sin cultura, sin religión en sentido amplio no hay salvación
para la humanidad".

Ud. habla de cultura, de filosofía, pero ¿no le parece que éstas


están marginadas, insuficientes en el mundo que exalta la voluntad
de potencia?

"El hombre está todavía muy lejano de haber tomado conciencia que
está en juego el destino mismo de nuestro planeta. Quizás la
humanidad no ha aprendido todavía a observar el pasado para evitar
errores trágicos. Si es así, nos espera un futuro lleno de crisis.
El optimismo científico busca cancelar la angustia, el dolor, pero
como sabía Heidegger, la angustia es una situación en la cual el
hombre siente la imposibilidad posible de su existencia. Si la
filosofía no es suficiente, se necesita una grande catástrofe
natural, una epidemia gigantesca para garantizar la salvación de
nuestro planeta. Bajo el estimulo de la necesidad, podrá renacer la
solidaridad, la humildad, la piedad, la autodisciplina".

Ha dedicado una entera vida filosófica al problema de la verdad, de


la interpretación, del método. ¿Cómo es ahora posible hablar de esto
en la era de la televisión que parece hacer de la manipulación
constante de la verdad su razón de ser?.

"La televisión se ha vuelto insoportable. Es una forma de parálisis


del espíritu. Cuando entras a un hotel, la primera cosa que el
camarero hace no es indicarte la ventana sino cómo encender la T.V.
Esta parece ser la cultura dominante. Pero a nosotros nos queda un
instrumento importantísimo para ejercitar la libertad: el botón para
apagar el aparato. Lo recomiendo siempre a mis estudiantes y amigos
oprimir aquella tecla para mantenerse libres. Y es importantísimo
actuar en los niños, porque las bases culturales se asientan en los
primeros 3 años de vida".

Esto presupone un papel fuerte de la familia. Pero, en la modernidad


occidental, se ha asistido a su disgregación.

"Debemos recomenzar con la familia. Es muy difícil, naturalmente,


porque la sociedad industrial ha hecho más débil a todos los
estratos sociales, las fuerzas vinculantes de la familia
tradicional. En otras partes del mundo esto aun no ha llegado,
pienso al Islam, al Este Asiático. La Europa religiosa cristiana
tiene delante de sí una gran tarea, restituir la importancia, la
dignidad y grandeza al núcleo fundamental de la sociedad. La
salvación de la humanidad depende de la firmeza de la familia, de la
fuerza que ésta tiene para transmitir al niño los valores, el
sentido de la libertad, la importancia de la cultura".

¿Ud. es religioso?, ¿La vejez lo ha hecho ser más creyente?

"No es simple serlo... Cierto es que el ateísmo como indiferencia es


una enfermedad, un signo de decadencia del género humano. Sin
trascendencia no hay humanidad. Soy un luterano, estoy siempre
expuesto a la amenaza de la racionalidad, de la otra parte de mí
mismo. Mi pastor comenzaba siempre el sermón citando a San Marcos,
la relación entre creer y no creer, entre fe e incredulidad, dos
posiciones opuestas que se ayudan mutuamente. Si dijera que la
filosofía es superior a la religión sería un ateo fanático".

El domingo ha habido la desaparición imprevista, dramática de un


colega suyo filósofo, Gilles Deleuze. ¿Ud. a sus 95 años piensa en
la muerte?.

"La muerte es un misterio que me ha acompañado siempre. Desde niño,


desde que murió mi madre y no tuve tiempo de conocerla. Por una
parte estaba el sentido de triunfo jubiloso para la apropiación del
mundo, de la lengua. Por otra la conciencia del límite de cada
experiencia nuestra. Pienso siempre en la muerte, esto es natural.
Pero pienso también en todas las cosas de valor de la vida, en la
cultura, en la amistad, en el matrimonio. Todas estas cosas me dan
satisfacción, quizás he hecho algo para mejorar la vida. Pero quizás
ésta sea una ilusión de todos los hombres de responsabilidad".

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