MODERNO
La delimitación de las nuevas monarquías en lo que son los actuales Estados, influye su
separación del poder de la iglesia. El derrumbe de la iglesia Ortodoxa en el Oriente y la expulsión
definitiva de los Árabes de Europa acelera la unidad de esos reinos, expandiéndose esa organización a los
territorios descubiertos en América, los cuales van a inundar de riquezas materiales a Europa, determinando
una nueva política económica que será el modelo a seguir del Estado Nacional, el mercantilismo.
España se ve desbordada por la afluencia de oro y plata que llega por raudales de los reinos de
Nueva España, la Nueva Vizcaya, Nueva Granada, la Capitanía General de Guatemala, etc. Bajo esta
situación a las colonias se les tenía prohibido comerciar con otros estados que no fueran sus metrópolis,
esto es, la exclusividad del comercio con las colonias americanas la detentaban España y Portugal. Por
otro lado, Estados como Inglaterra que no poseían tantas colonias fomentaron la piratería, asaltando a
los galeones españoles.
Por su parte, en Francia el Estado se conduce como director y organizador de lo que se debía de
hacer en materia económica, dando origen a lo que se conoció como el Colbertismo en el siglo XV.
Inspirada en las ideas de Juan Bautista Colbert, promotor del mercantilismo, quien como secretario de
Estado y de Finanzas de Francia, tomo drásticas medidas para proteger la economía francesa de las
extranjeras. Esto se identificó como el intervencionismo y proteccionismo del Estado en la actividad
económica estatal.
Entonces fue pues el mercantilismo la ideología del naciente Estado Nacional Moderno.
EL PROTESTANTISMO
En este período se produjo un hecho religioso que coadyuvo al fortalecimiento en el nacimiento
del Estado Nacional Moderno, este hecho fue el protestantismo de Lucero y Calvino.
El movimiento protestante buscó no sólo romper los lazos de unión con Roma, centro del poder
papal; consideraban al papado una fuente de corrupción, y con su movimiento buscaban retomar a la
única y verdadera religión. Solo que en esa búsqueda cayeron en la intolerancia religiosa que tanto
despreciaban, tal y como se dio en los Estados con dominio calvinista como Suiza.
La religión protestante, ayudó a consolidar el poder de las monarquías ya que en los lugares
donde la Iglesia Romana perdía su control, el cuidado y la propagación de la idea religiosa quedaba en
manos de las autoridades civiles. Martín Lutero, por esa razón busco el apoyo de monarcas y príncipes,
básicamente en Alemania, quienes se fortalecían con esta situación.
EL ABSOLUTISMO
El Protestantismo produce la división en la Iglesia Cristiana, propiciando la libertad de ideas,
siendo una fuente más de un período de centralización y ejercido total del poder del Estado en una sola
persona el Monarca, quien sin la atadura de la influencia papal se dedica a someter a los restos del
feudalismo apoyado a veces por los nobles y el pueblo o bien a veces contra estos dos sectores,
acrecentando su poder y el del Estado. La idea del Derecho divino de los Reyes, convino a estos para
extender su poder.
Las guerras ocurridas en Europa en el siglo XV, así como los movimientos revolucionarios que se
dieron en Inglaterra con Oliverio Cromwell sirven de apoyo e impulso al absolutismo.
En Francia se llega al extremo de considerar al monarca como a Dios mismo, (como sucedió en
Egipto en la antigüedad y en el Japón, hasta 1945). La época de los Luises, es la de un absolutismo total.
También en Francia en el siglo XV surge la figura de un poderoso hombre como el Cardenal
Richeliu, que ejerce y detenta el poder del Estado como ministro del Rey y es el verdadero artífice de la
llamada "razón de Estado". Esta razón de Estado, no es otra cosa que la justificación y legitimación de los
intereses políticos del Estado, sobre cualquier cosa; así el exceso de poder y control en una sola persona
que personifica al Estado. Para Manuel Osorio la razón de Estado, es la norma que el poder político
invoca, sin justificación, por lo general, para adoptar decisiones en su beneficio, frente a otros pueblos o
ante sus propios súbditos. Se hace aparecer como si fuera conveniencia política, pero en ocasiones es el
disfraz de los apetitos personales de los gobernantes. Zipepelius señala por su parte, que "Una vez
separado el pensamiento de la Teología y la Ética y, en especial del Derecho Natural, estaba preparado el
terreno para la elaboración de un concepto secularizado y puramente político como es la razón de
Estado". Este concepto denota simplemente lo que es de utilidad para el Poder Político, para la
autoconservación y el crecimiento del Estado como Institución. Fue en Italia, en el Renacimiento que
surgió la concepción del Estado moderno. El pensamiento de Nicolás Maquiavelo rebasa sin duda
muchos de los rasgos de la sociedad política antigua. Ya se ve el nacimiento del Estado moderno
concebido con su ingrediente específico de la soberanía.
Como ya se señaló con anterioridad, uno de los hechos históricos que más influyeron en las ideas
políticas de este tiempo fue el fortalecimiento del poder de los reyes frente a la autoridad del papa.
La contienda entre el poder temporal y el espiritual, se decidió al fin en la controversia entre el
Papa Bonifacio VIII y el rey Felipe el Hermoso a favor de este último en el siglo XV.
Como se recordará, en esta época se dieron dos hechos fundamentales que transformaron la
Historia, y en consecuencia las ideas políticas: El Renacimiento y la Reforma Protestante, que dividió la
unidad del Cristianismo en Europa en el siglo XVI. Además se dio el fortalecimiento del poder de los
Monarcas frente a los señores feudales, lo que motivó la unificación nacional y dio como resultado el
nacimiento del Estado Moderno.
Ya se explico que en el Renacimiento se caracterizó por el nuevo humanismo. Mencionaremos
algunos pensadores políticos que se destacaron en este período:
El pensamiento político de Maquiavelo.‐ (1469‐1527) Fue un notable hombre de Estado ya que en 1494
fue designado Secretario del Gobierno de "Los Diez". Desempeño después importantes misiones
diplomáticas, pero derrocada la República por los Medici, se dedico a escribir; su pensamiento político se
encuentra contenido fundamentalmente en sus obras: El Príncipe y los discursos sobre la primera década
de Tito Livio.
En la construcción de su teoría se basó en la observación de las realidades políticas de su tiempo
y en el análisis que le proporcionaba el estudio de la historia de los fenómenos políticos pretéritos.
En El Príncipe, examinó las causas de la grandeza y decadencia de los Estados y, en atención a
ellas, propuso una serie de medidas o consejos que seguir por los gobernantes para la adquisición,
conservación y fomento de su poder.
En el capítulo XV de su obra se encuentra su célebre doctrina que le hace considerar lícitos los
actos de los gobernantes, provistos o no de contenido ético, siempre y cuando tiendan al fortalecimiento
del poder y al bienestar público; esta doctrina se conoce con el nombre de maquiavelismo.
De acuerdo con esa tendencia, se le considera como el iniciador del principio político, invocado
tantas veces de la razón de Estado, o sea, de la separación de la política y de la ética cuando lo requiriese
el incremento y el poder del Estado.
No encontramos en el análisis de su obra la expresión de un conjunto sistemático de doctrina
política, sino una serie de reflexiones relacionadas con el aumento y la consolidación de la autoridad en
la persona del gobernante. Para la obtención y para conservar ese poder contribuyen dos factores, según
Maquiavelo, en primer lugar la virtud, vocablo italiano que significa en este autor, fuerza, inteligencia,
astucia, crueldad cuando sea necesaria para la defensa del poder, hipocresía, disimulo, doblez,
desconocimiento de la palabra dada y cualquier otro elemento que ayude a la obtención y defensa del
poder político.
El otro factor es la fortuna, azar o coyuntura individual o social que llevan al príncipe a obtener y
consolidar el poder.
Es célebre también en Maquiavelo el paralelismo de las virtudes (entendidas a su manera), del
gobernante con las cualidades del león y del zorro. El príncipe debe ser fuerte como un león y astuto
como un zorro.
Esos principios tan faltos de ética, pero con tanto apoyo en la realidad política de cualquier
época, motivaron que su influencia y difusión adquirieran proporciones extraordinarias y que
Maquiavelo sea una de las figuras más conocidas, discutidas y comentadas de la historia de las ideas
políticas, por sus reflexiones sobre el poder como uno de los ingredientes fundamentales de la
comunidad política y que al consolidarse independizándose totalmente o sea al convertirse en soberanía,
dio origen al Estado moderno.
A esa fama se une en Italia su espíritu patriótico precursor de la unidad de su patria, que en su
tiempo, dividida en múltiples y pequeñas demarcaciones políticas, la convirtió en un campo de batalla
donde dirimían sus contiendas los Estados poderosos de Europa que ya habían logrado su unidad en el
Renacimiento, en particular Francia y España.
La total escisión que preconiza entre la Ética y la Política lo hacen también precursor de las
innumerables figuras y doctrinas políticas que han seguido esa corriente y de la cual son aún, por
desgracia, ejemplos vivientes los Estados Totalitarios de nuestra época contemporánea.
El Pensamiento Político de Bodino.‐ El pensador hugonote francés Jean Bodin, vivió en pleno siglo XVI
(1530‐1596).
Su pensamiento político se encuentra sobre todo en su obra principal: "Los seis libros de la
República"; el objeto fundamental que persiguió Bodino con su doctrina fue la consolidación de la
monarquía absoluta de su país en el siglo XVI.
Por ello el tema más importante es la elaboración de la doctrina de la soberanía, que definió
como "un poder supremo sobre ciudadanos y súbditos no sometido a la ley". También la definió como
una facultad de de crear y derogar leyes con potestad suprema".
De esta suerte caracterizó Bodino a la soberanía como un poder supremo, el de más alta
jerarquía, pues no se encuentra sometido a la ley positiva, ya que la misma es creada y derogada por él.
Sin embargo, ese poder supremo no entraña el despotismo, pues Bodino considera que por
encima del mismo se encuentra el Derecho Natural, e igualmente el Derecho de Gentes y las costumbres
de los Pueblos, además, cuando el poder crea la ley positiva obedece a sus prescripciones en tanto no la
derogue.
Esta concepción de Bodino, de la soberanía como poder supremo, perpetuo, legal y
omnipotente, dio un extraordinario impulso al pensamiento político, que recibió una importante
aportación para la construcción que se estaba efectuando del Estado Moderno.
El Pensamiento Político de Roberto Filmen. Este pensador inglés murió en 1653, estudió el problema
correspondiente a la potestad de los Reyes y decidió que la misma se derivaba de un fundamentación
patriarcal, consistente en considerar a los Reyes como descendientes directos y, en consecuencia,
herederos de Adán, el primer hombre. El título de su obra corresponde a su pensamiento: "Patriarca".
En cambio, otros pensadores hacían hincapié en dar solución a ese mismo problema, fundamentando
el poder absoluto de los Reyes en la frase de la Epístola de San Pablo a los Romanos: " No hay potestad
que no venga de Dios."
Ese mismo texto de San Pablo era interpretado en forma diversa por los partidarios de distintas
tendencias, pues el grupo de pensadores conocido como los Monarcómanos, trataba de reivindicar esa
autoridad regia pero a favor del pueblo, y decían que " la elección viene de Dios, pero es el pueblo el que
constituye a los gobernantes", oponiéndose al derecho divino de los Reyes.
Los Pensadores Españoles del Siglo XVI.‐ En medio de la confusión reinante en Europa en esta etapa, por
la diversidad de las tendencias y la falta de sistematización de la Ciencia Política, hay que mencionar
como un grupo de particular esplendor el grupo de eminentes juristas, teólogos y filósofos españoles del
siglo XVI, que con fundamento en los sistemas clásicos‐cristianos realizaron una labor extraordinaria
enfrentándose a los nuevos problemas que surgieron con la evolución de los hechos políticos,
resolviéndolos con singular maestría.
Sus aportaciones tienen validez permanente en las construcciones de la Ciencia Política y del
Derecho Natural y el Internacional.
Entre ellos figuran especialmente Francisco de Victoria, Domingo de Soto, Francisco Suárez,
Fernando Vázquez de Menchaca, Juan de Mariana y Luis de Molina.
Todos ellos se caracterizan por actualizar a las nuevas circunstancias el pensamiento de la
filosofía cristiana tradicional, afirmando nuevamente los principios relativos a la ley natural a la que
consideraron deben estar sujetos gobernantes y gobernados, considerando además a la soberanía como
atributo de la comunidad política.
El Pensamiento Político de Tomas Hobbes.‐ En el resto de Europa avanzó la tendencia a la secularización,
salvo excepciones como la que vimos de Filmer, en Inglaterra, y las de Fenelón y Bossuet, en Francia, que
trataron de llevar al máximo la expresión de San Pablo "Toda potestad viene de Dios", para estimar la
investidura del poder directamente por Dios en su propia esencia personal al monarca. Vivieron en la
época de Luis XIV (1643‐1715) que representa la culminación del absolutismo traducido en su célebre
frase "El Estado soy yo". Naturalmente que una deformación tan exagerada de los argumentos teológicos a
favor de una persona o dinastía resulta por completo desorbitada a la luz de la realidad política y la
teoría científica que la explica. Con las excepciones señaladas la tendencia que hemos anotado, hacia la
secularización de la Ciencia Política, y, en consecuencia, a su fundamentación inmanente, prosiguió
continuamente.
Una de las figuras más importantes de esa tendencia es el inglés Tomas Hobbes (1588‐1679)
quien desarrolló en el siglo XVI las bases apuntadas por Maquiavelo y Bodino, llevando a efecto una
notable construcción de doctrina política que influyó grandemente en otros pensadores.
Su pensamiento político se encuentra contenido en sus obras: Elements of Law; Elementa
Philosopiae y sobre todo en su célebre obra: El Leviatán.
Hobbes trató de encontrar dentro del Estado los elementos que a su parecer explican su origen y
justificación. Su posición filosófica, que explica la tendencia de su pensamiento político es materialista.
Considera que únicamente existen los cuerpos con sus movimientos, pues sustancia y cuerpo son una
misma cosa.
Estando constituido el hombre únicamente por un cuerpo material, lógicamente la tendencia
más fuerte de la naturaleza humana es la propia conservación, pues a esto tiende de manera normal
todo cuerpo. Esa tendencia innata lo vuelve esencialmente egoísta: solo busca lo que le es útil, y así la
utilidad se convierte en criterio o patrón para distinguir el bien del mal.
Para satisfacer sus instintos egoístas el hombre no repara en medios, el único límite de su acción
es la fuerza.
Esa condición de! hombre originó en la sociedad humana primitiva un estado de lucha, una
guerra de todos contra todos, cuya finalidad era exterminar a los semejantes: el hombre es el lobo del
hombre. Esa situación de conflicto perpetuo, en vez de satisfacer el egoísmo individual, impedía su
desarrollo, pues siempre se encontraba alguno más fuerte o más astuto que se opusiese.
Por ello, los hombres pensaron en obtener una fórmula de convivencia social en la que a cambio
de un sacrificio mínimo se obtuviera la libertad necesaria para satisfacer las aspiraciones individuales.
Esa fórmula de convivencia la encontraron al constituir la sociedad civil mediante un contrato. Es por
tanto una doctrina contractualista.
En toda sociedad es necesaria una autoridad que gobierne, para constituirla, el pueblo cede la
potestad a favor de una persona o corporación. Cuando el pueblo cede la potestad, ésta pasa de manera
absoluta, ilimitada, al gobernante, quien recibe el poder, pero no es parte en el contrato.
En esta forma, Hobbes, coloca dentro del Estado los elementos mismos de su justificación, como
órgano que asegura la paz necesaria para que los hombres puedan satisfacer sus apetitos.
Hobbes es considerado como el fundador de la moderna Ciencia Política, por lo sistemático de
sus elaboraciones y su manera de considerarla como una disciplina secularizada y autónoma.
Su obra influyó en gran manera en el pensamiento político de su tiempo y de épocas posteriores,
pues proporcionó las bases de las construcciones de los pensadores que se fueron alejando cada vez más
del tradicional pensamiento aristotélico‐cristiano.
El pensamiento de Hobbes, justifica plenamente la monarquía absoluta.
El Pensamiento político en los siglos XVII y XVIII
En estos dos siglos, la Ciencia Política logró notables adelantos en virtud de las elaboraciones de
dos corrientes doctrinales de diversa posición.
Una de ellas se dedicó a obtener conclusiones derivadas de la observación y descripción de los
hechos políticos concretos.
La otra realizaba especulaciones abstractas y constituyó la escuela del Derecho Natural Racionalista.
Esta escuela jusnaturalista parte de postulados distintos del Derecho Natural Cristiano, o tradicional,
pues funda sus principios exclusivamente en la razón, que eleva a la categoría de norma fundamental de
la conducta humana.
La doctrina tradicional considera al Estado como un organismo que surge de manera necesaria
por la naturaleza esencialmente social de los hombres. En cambio la corriente del jusnaturalismo
racionalista estima que el individuo aislado se somete contractualmente a la convivencia para obtener la
garantía de su libertad individual, amenazada por la actividad de los otros hombres, si no se ven
obligados a respetarla por un organismo superior.
Este Derecho Natural Racionalista, llamado también, a fines del siglo XVIII, Derecho Natural de la
Ilustración, tiene entre sus más importantes figuras a Hobbes, cuya doctrina ya examinamos, Locke,
Rousseau, Puffendorf, Thomasius y Kant.
No obstante su posición filosófica equivocada, esta corriente de doctrina tuvo el mérito
indiscutible de acercarse al conocimiento de la realidad del Estado considerado como el resultado de la
actividad humana; pero en lo que tuvo una falla fundamental fue en su apreciación de esa actividad
creadora como algo artificial.
Además de los defectos anotados, esta escuela jusnaturalista adoleció del siguiente error que
señala Hermann Heller, quien dice que su mayor falla: "consistió en considerar al homo politicus, creador
del Estado, como un ser abstracto que obra de modo absolutamente libre, independientemente de todas
las condiciones concretas de naturaleza y cultura, de la geografía, familia, clase y tradición. El Derecho
Natural Racional, de Locke a Rousseau y de Puffendorf a Kant, ha ignorado casi por completo la enorme
importancia que tienen esas dos conexiones de hechos que son la sociedad y la Historia, y, por tal motivo,
atribuyó al hombre primitivo, inventor consciente del Estado, ciertas cualidades que son exclusivas del
hombre que vive en sociedad y sólo adquiere gracias a ésta y a una larga historia."
El Pensamiento Político de John Locke.‐ Situado en la corriente jusnaturalista del naturalismo y la
posición contractualista, este pensador inglés vivió de 1632 a 1704.
En 1688 una revolución transformó el absolutismo político en Inglaterra en una monarquía
parlamentaria.
Locke es considerado como el teórico de esta revolución, pues en su obra política fundamental
"Dos Tratados sobre el Gobierno", publicada en 1690, encontramos en la primera parte, una refutación
de la doctrina absolutista expuesta por Filmer en el "Patriarca", y en la segunda parte una construcción
sistemática de doctrina política, que es considerada como la primera gran defensa del sistema democrático
liberal de gobierno.
Locke, al igual que los otros pensadores contractualístas, hace referencia en su obra a un
primitivo estado de naturaleza, en el capítulo III del "Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil".
Pero su concepción de ese estado de naturaleza, difiere completamente del pensamiento de
Hobbes. Según Locke, en esa situación primitiva, los hombres se encuentran en "un estado de perfecta
libertad para ordenar sus acciones y disponer de sus posesiones y personas en la manera que les parezca
conveniente, dentro de los límites de la ley natural, sin pedir consentimiento o depender de la voluntad
de ningún otro hombre".
En esa situación reina la igualdad, porque ningún hombre tiene mayor influencia que los demás.
La ley natural que rige esa situación primitiva es la razón, que establece como consecuencia de la
igualdad e independencia fundamental de todos los seres humanos, que ninguno debe hacer daño a los
demás en su vida, salud, libertad o posesiones.
Esa misma ley natural, derivada de la razón, confiere a todos los hombres el derecho de
defender sus privilegios fundamentales a la vida, salud, libertad y posesiones, castigando a quienes no
las respeten con un sentido de igualdad proporcional al daño sufrido.
Pero esta situación hacía que cada hombre fuese el juez de su propia causa y el ejecutor de sus
decisiones de reparación. La consecuencia fue la verificación de muchas injusticias y por ello se hizo
necesario crear, por el acuerdo de todos, una sociedad política en la que en su totalidad residiese el
poder soberano, pero siendo su ejercicio encomendado a un grupo de personas, pero, y aquí está el
abismo que separa a Locke de Hobbes, sólo en la medida necesaria para preservar los derechos
fundamentales de todos los hombres a la vida, libertad y propiedad. Ese poder se manifestaría como
legislativo en un parlamento y como ejecutivo en los órganos de esta índole. Hay un tercer poder
confederativo que se ocupará de las relaciones exteriores: guerra y paz, tratados internacionales, etc. El
Poder judicial se encuentra implícitamente también en la doctrina de Locke al hablar éste de un órgano
del Estado que dirima las controversias. Esta doctrina de Locke sería después recogida y superada por
Montesquieu.
El poder seguirá siendo un atributo de la comunidad, no un privilegio exclusivo y absoluto de los
gobernantes; por ello, al conservar la comunidad política de manera originaria ese poder, podrá cambiar
a los gobernantes cuando abusen de su mandato, existiendo la posibilidad del derecho de resistencia a la
potestad tiránica.
El pensamiento político de Locke, que hemos expuesto a grandes rasgos, tuvo una gran
influencia en el desarrollo de los hechos y de las ideas políticas que se verificaron y expresaron
posteriormente.
El sistema de gobierno de Inglaterra, la Declaración de Independencia de los Estados Unidos y las
raíces ideológicas del liberalismo revolucionario francés del siglo XVIII, recibieron indudable inspiración
en la constitución política del filósofo inglés de la democracia liberal.
Derecho Natural Racionalista y Derecho Natural Cristiano. Haremos la distinción de manera breve entre
el derecho natural tradicional o cristiano y el jusnaturalismo racionalista.
El Derecho Natural Cristiano es un orden preestablecido, anterior y superior al hombre que debe
seguir en la conducta, los lineamientos señalados por él, si desea ajustar su vida a la ética, esto es, a la
verdad y el bien.
Es un orden anterior y superior a la comunidad política a la que sirve de fundamento, pues esta
misma comunidad se deriva de ese origen natural como una necesidad de la naturaleza humana que
indigente social, la razón humana descubre ese orden pero no lo crea.
El Derecho Natural racionalista es exclusivamente un orden creado por la razón humana por
razones de convivencia para vivir mejor. La comunidad política es creada por el arbitrio de esa misma
razón y su estructura de funcionamiento descansa igualmente en postulados que la misma razón
establece para ese objeto.
El pensamiento político de Juan Jacobo Rousseau. La tercera gran figura del contractualismo en los tiempos
modernos, es el pensador nacido en Ginebra, Juan Jacobo Rousseau (1721‐17778).
Sus principales obras de doctrina política son: Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los
hombres, Emilio y el Contrato Social.
El contractualismo de Rousseau difiere de los otros pensadores de esta dirección, en primer
término, por su especial concepción del Estado de Naturaleza o situación precaria de los hombres antes
del nacimiento de la sociedad política.
Para Rousseau, racionalmente, esto es, sin implicar una correlación histórica real, puede
pensarse que los hombres vivieron en una edad primitiva encontrándose en la misma situación presocial,
en la que su existencia transcurría sin traba de especie alguna, disfrutando de una libertad absoluta, en
un plano de perfecta igualdad con los demás. En esta etapa el hombre no hacía uso de sus facultades
reflexivas, vivía libremente en armonía con la naturaleza como un noble salvaje.
Pero llegó un momento en que los seres humanos reflexionaron y empezaron a transformar el
mundo a su alrededor, empezando con el cultivo de la tierra, así fue naciendo la cultura y con ella la
propiedad y la desigualdad entre los hombres, terminando así el idílico estado de naturaleza primitiva.
Para recuperar la libertad perdida, los hombres se pusieron de acuerdo para crear artificialmente
la sociedad política, para dar vida al Estado. Para crearlo, los hombres ceden a la comunidad sus
derechos naturales y ésta les devuelve, con su protección, esos derechos y así recuperan los seres
humanos la libertad perdida, que en lo sucesivo estará garantizada por la sociedad política.
El poder no es transmitido como pensaba Hobbes, a un hombre o un grupo de hombres, sino a la
comunidad que será la depositaria de la soberanía y por ello su expresión será hecha por la voluntad del
pueblo o voluntad general; lo que esta establezca, será la verdad política.
Esta doctrina de Rousseau, expuesta a grandes rasgos, tuvo una influencia extraordinaria, pues
de ella derivaron sus argumentos en gran parte los ideólogos de la Revolución Francesa de 1789 y de las
organizaciones políticas liberales, que fueron su consecuencia.
Los críticos de Rousseau, argumentan que no se puede estimar al Estado como una comunidad
política artificial, sino que es una comunidad política natural. Además de que se debe entender a la
sociedad política con un alcance mayor en su misión, que la de ser un simple guardián protector de las
garantías individuales. Así como también la libertad y dignidad esenciales de la persona humana y la
estructura de funcionamiento del Estado aun cuando sean establecidas en concreto, en cuanto a su
vigencia formal, por el orden jurídico positivo, éste no deriva de la razón como pretende Rousseau y sus
antecesores contractualistas, sino que su apoyo o fundamento axiológico se encuentra en su correspondencia
con la misma naturaleza de las cosas. “El derecho está en las cosas” dijo el tratadista español Domingo
de Soto, significando con ello la presencia indeleble de la ley eterna, la ley natural y la ley humana o
derecho positivo, no en contraposición, sino en íntima y natural concordancia.
De todas maneras es importante hacer notar que el pensamiento de Rousseau respecto a la
voluntad del pueblo o voluntad general, ha tenido repercusiones extraordinarias en la doctrina política
posterior, llegando aún a nuestros días con un valor dogmático que la convierte en un verdadero mito.
La voluntad general es la expresión de la suma mayoritaria de voluntades en la decisión de los
actos políticos en la que se requiere su manifestación: en los sufragios electorales, en las deliberaciones
legislativas o jurisdiccionales.
El mito consiste en determinar en forma absoluta que lo que exprese esa voluntad general, o
mayoría de votos en la que se traduce, corresponde indefectiblemente a la verdad política.
Dicen los críticos de Rousseau, que esa doctrina llevada al extremo, es falsa. La verdad no
proviene de la voluntad de los hombres, sino de la naturaleza de las cosas en las que reside el principio
inconmovible de contradicción. Así éste lo demuestra: una cosa no puede ser y dejar de ser al mismo
tiempo. Si una verdad política existe como tal verdad, objetivamente, no puede dejar de ser esa misma
verdad aun cuando la voluntad general haya sido no sólo mayoritaria, sino unánime al exponer que dicha
verdad no existe.
Como el sufragio electoral para elegir a las personas que han de ocupar los puestos públicos es el
medio utilizado por las democracias para ese objeto, conviene señalar lo anterior para no incurrir en el
mito de la voluntad general y tener siempre por acertadas las elecciones; y aún mucho más importante
es el aquilatar esa voluntad general en las deliberaciones de sus asambleas legislativas. Una ley podrá
ser injusta si viola el orden natural anterior y superior a ella, aun cuando formalmente sea perfecta por
haber sido aprobada por la citada voluntad general como una técnica necesaria para el buen funcionamiento
democrático pero atribuyéndole el valor correspondiente a la crítica que se ha expuesto.
El Pensamiento Político de Montesquieu. Carlos de Secondant, barón de la Bréde y de Montesquieu
(1689‐1755) es una figura de gran importancia por sus escritos políticos. Viajo por toda Europa y
aprovecho los datos proporcionados por la observación de los hechos históricos y de los datos
sociológicos y psicológicos para elaborar su sistema de doctrina política. Esta se encuentra básicamente
en su obra El Espíritu de las Leyes.
En el desarrollo de su doctrina política no considera al hombre como un ser abstracto, sino como
un individuo que vive inmerso en una sociedad y queda sujeto a las influencias de la misma y es afectado
igualmente por los factores geográficos, es así Montesquieu uno de los primeros expositores de los
principios que han de ser sistematizados y ampliados en forma extraordinaria por la moderna geopolítica.
Es notable su doctrina de la división de poderes, que ha tenido una influencia decisiva en la
Ciencia Política moderna y en la elaboración de las constituciones actuales.
Decadencia del Racionalismo
La postura racionalista, que ya había sufrido algún quebranto por la influencia de las ideas de los
pensadores que, como Montesquieu y Hume, basaban su pensamiento no en los datos de la pura razón,
sino en lo que les proporcionaba la observación de la realidad empírica, decayó en definitiva por la
transformación política y social que se verificó en el mundo por obra de las grandes revoluciones del
siglo XIX.
Los movimientos revolucionarios tuvieron su raíz precisamente en las condiciones que surgieron
en los diferentes países, con motivo de la aplicación de la doctrina racionalista, por las desigualdades
económicas e injusticias a que dio lugar. Heller señala que después de los excesos revolucionarios y las
desviaciones napoleónicas de ese siglo, surgió una tendencia del pensamiento político que hizo que los
escritores, no sólo los contrarrevolucionarios, sino también los mismos revolucionarios, se percatasen de
los numerosos y complejos factores histórico‐sociales que condicionan la actividad política.
Definitivamente ganó la partida la doctrina que basaba sus construcciones en los datos histórico‐
sociales. Típicas de esta nueva época son las dos obras que señala Heller; la Política sobre la base y
medida de los objetos reales, de Dahlmann y la Democracia en América, de Tocqueville. La obra de
Tocqueville que vivió de 1805 a 1859, tiene una importancia singular en la historia del pensamiento
político por ser uno de los acabados ejemplos de la sólida construcción doctrinaria como resultado de la
observación de los datos reales que presentan los fenómenos políticos. Sus reflexiones respecto del
sistema federal americano y la descentralización administrativa tienen un valor permanente dentro de la
teoría de la democracia como forma de gobernar. Su obra fue escrita como resultado de un viaje de
estudio a Norteamérica enviado por su patria, Francia.
Los dos autores de estas obras utilizan el método empírico, en la construcción de su doctrina.
Posteriormente la reacción contra el racionalismo fue llevada por algunos pensadores al extremo
contrario; al respecto expresa González Uribe: "Más tarde el positivismo con sus excesos antifilosóficos,
y el anti‐intelectualismo, con su tendencia a despreciar toda construcción racional, fueron llevando a las
especulaciones políticas a un terreno puramente pragmático y materialista, poniéndolas en grave peligro
de no poder realizar una función científica y de quedar convertidas en meras armas para la contienda
política de hecho".
En el siglo XX se registro un grave crisis de la Ciencia Política que abarco desde luego a la
concepción del Estado, esta crisis obedeció en gran medida a la aparición del marxismo; por su importancia
realizaremos un análisis de sus lineamientos generales e igualmente el de algunas utopías políticas que
son su antecedente.
Economía y Política
La Economía es un factor de primera importancia en el desarrollo de las sociedades políticas. Los
modernos pensadores de la ciencia política han tenido preocupación por el tema de la economía;
algunos le dieron mayor énfasis que otros. A continuación, en forma resumida, analizaremos el
pensamiento político algunos de los más destacados representantes de esa tendencia:
Tomás Moro (1480‐1535). Este autor escribió en Inglaterra, un libro denominado Utopía que habría de
servir en el futuro para designar las construcciones ideales del pensamiento político. Son utopistas todos
los pensadores anteriores o posteriores a Tomás Moro, que no se limitan a describir e interpretar las
realidades políticas existentes, sino que proponen estructuras diversas a las que observan para superarlas,
pero efectúan la expresión de su pensamiento político en forma tal, que será muy difícil o imposible que
alguna comunidad política histórica se organice como ellos proponen. La más hermosa "utopía", es la de
Platón, pero el Estado ideal, que propone como modelo a realizar en su diálogo "La República" no ha
existido nunca en la realidad, y a veinticinco siglos de distancia de su proposición, es ingenuo suponer
que pueda construirse en el futuro.
La sociedad política que construye idealmente Tomás Moro, en las páginas de su Utopía, tiene
alguna similitud con el pensamiento político de Platón. Ambos suponen una estructura comunista, esto
es, que se signifique por la desaparición de la propiedad privada. Pero con notables diferencias; en
Platón ese comunismo sólo debe existir respecto de la clase de los guardianes para que toda su atención
se encuentre concentrada en las tareas propias del gobierno. En cambio Moro, propone que el
comunismo, o sea la desaparición de la propiedad privada, abarque a la sociedad por entero y al igual
que los marxistas, de los que es precursor, deriva su ataque a la propiedad privada y propone la
supresión de la misma, para sustituirla por colectiva, por las mismas razones que habría de expresar el
socialismo marxista: por las desigualdades y explotación a que da lugar la desigualdad en el reparto de
los bienes. Más avanzado que el de los marxistas, el comunismo de Moro es integral, abarca todos los
bienes de producción y de consumo.
La Utopía de Tomás Moro es un valioso antecedente de esas doctrinas marxistas, pero hasta
ahora no se ha organizado comunidad política alguna de acuerdo con su pensamiento.
Tomas Campanella (1568‐1639). Italiano, es también autor de una utopía comunista. En su libro La
ciudad del Sol, imagina la existencia de una comunidad política en la que no existe clase alguna de
propiedad privada, correspondiendo a todos los productos del trabajo de sus habitantes y siendo el
consumo igualmente en común. Por esa comunidad de bienes por la organización autoritaria y jerárquica
de la sociedad, por los votos de pobreza y frugalidad y la reglamentación minuciosa de las horas de
trabajo y descanso, se asemeja la construcción de Campanella a una organización religiosa conventual.
Antecedentes del socialismo marxista pero que tampoco se ha cristalizado su pensamiento en
organizaciones políticas concretas.
Carlos Marx y Federico Engels. La vida y las ideas de Carlos Marx (1818‐1883) y Engels (1820‐1895),
ambos de origen alemán y familias de la clase media, se encuentran estrechamente vinculadas. Ambos
coincidieron en ideas y colaboraron conjuntamente en la elaboración de la trascendental doctrina del
marxismo, llamada así con justicia, porque no obstante las aportaciones de Engels, los desarrollos más
importantes, como lo reconoce el propio Engels y se advierte al examinar la producción conjunta,
corresponde indiscutiblemente a Marx.
Los hechos políticos de su época como es el caso de todos los pensadores de esta disciplina
fueron el punto de partida de sus construcciones teóricas. Europa a mediador del siglo XIX sufría, en toda
su amplitud, el impacto social provocado por el liberalismo económico que auspició la Revolución
Francesa y por la crisis de explotación obrera que fue su consecuencia y que se agravo en sus
proporciones y alcances por la aparición de la era industrial.
Los trabajadores cada vez en mayor número, se encontraron sin protección alguna frente a los
patrones y su fuerza de trabajo apareció en el mercado, como cualquier otro producto, sujeta a las leyes
de la oferta y la demanda con las lógicas consecuencias, de las jornadas agotadoras e ilimitadas, el
trabajo igualmente inhumano de mujeres y de niños, los bajos salarios, etc.
Ése fue el clima propicio para la aparición absolutamente inevitable de movimientos de tipo
revolucionario, a favor de la clase trabajadora, surgieron muchos pensadores y reformistas, Proudhon,
Blanc, Lasalle, entre otros, pero el gran impulso a esa revolución ideológica, con manifestaciones
violentas en el siglo XIX y con trascendencia incalculable en el siglo XX, en el que sus epígonos han
tratado de llevar a la práctica esa construcción teórica, se deben a estos dos autores.
Las principales obras de Marx, son: La Sagrada Familia (1844), La Ideología Alemana (1845‐1846)
Miseria de la Filosofía (1846), Critica de la Economía Política (1859) y El Capital y el Manifiesto del
Partido Comunista (1848). Engels por su parte público: La situación de las clases trabajadoras en
Inglaterra; El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado, El anti‐Düring.
Fundamentos del Marxismo. El pensamiento político del marxismo se apoya en elaboraciones de tipo
filosófico, económico y sociológico. La filosofía de Carlos Marx tiene su fundamento principal en la tesis
que sustenta el materialismo dialéctico. Discípulo de Hegel, tomo la filosofía idealista de este autor para
transformarla en materialista: "La producción económica y la organización social que de ella resulta
necesariamente para cada época de la historia, constituyen la base de la historia política e intelectual de
esta época". Esta idea del materialismo dialéctico proviene del propósito de Marx de "poner de pie" o
volver al revés la dialéctica idealista de Hegel. Este filósofo considera el mundo real como una realización
progresiva de la idea pura, absoluta, existente desde toda la eternidad. Feuerbach y posteriormente
Marx, dirán: El mundo material perceptible por los sentidos es la única realidad. Fuera de él, todo es
fantasía. El pensamiento no es sino un producto del cerebro que es de origen material. Pero siguen
considerando al método dialéctico como el continuo proceso o movimiento negando la metafísica
tradicional que estudia las cosas como hechos fijos. A una situación dada, tesis afirmativa, sucede la
contraria, antítesis negativa y de ésta deriva una tercera posición que es la síntesis o negación de la
negación. En teoría del conocimiento este resultado es nihilismo o imposibilidad de llegar a la verdad,
supuesto que todo es mutable, no hay nada cierto o verdadero. El motor de la historia no es como
pretende Hegel, la idea o Espíritu, son las relaciones materiales de la vida y fundamentalmente los
procesos económicos que constituyen la infraestructura social, de ahí derivan las superestructuras
jurídica, política, intelectual e ideológica que son su consecuencia y que varían al transformarse la
infraestructura.
La lucha de clases, motor de la Historia. El marxismo sostiene que al terminar un primer estadio comunitario
de los grupos humanos prehistóricos apareció la propiedad privada y con ella la lucha de clases: "Luchas
entre clases explotadoras y clases trabajadoras, entre clases dirigidas y clases dirigentes; toda la historia
señala la presencia de esa lucha." Pero a partir del siglo XIX la lucha es siempre entre las dos únicas
clases que existen: burgueses y proletarios. Los burgueses dueños del capital de producción, se
enriquecen con la plusvalía que es el resultado único del trabajo de los obreros, "forzados a venderse al
por menor" de donde deriva la tendencia y desplazamiento de los hombres por las mujeres y los niños,
con la consiguiente baja de salarios y la transformación de la fabrica en un gran cuartel.
"El obrero moderno, lejos de elevarse con el progreso de la industria, desciende siempre más
bajo, por debajo mismo de las condiciones de vida de su propia clase (Manifiesto del Partido Comunista).
"El maquinismo, expresa ese documento, propicia la unificación e igualdad del proletaria porque borra
cada vez las diferencias del trabajo y reduce el salario, casi en todas partes, a un nivel igualmente bajo,
por ello se agrupan y toma ímpetu la lucha de clases."
Poder Político según el Marxismo. Para Marx y Engels: "El poder político es, en sentido propio, el poder
organizado de una clase con vistas a la opresión de la otra. Sin embargo, ese poder político es Imprescindible
para transformar la sociedad capitalista e iniciar la marcha hacia el comunismo". Marx y Engels advierten
que una vez adquirido, por cualquier medio, por la violencia si es preciso, ese poder político por la ciase
asalariada, habrá una etapa transitoria de dictadura del proletariado, en la que al pasar todos los medios
de producción de acuerdo con el programa señalado en el propio "Manifiesto del Partido Comunista", de
manos de los capitalistas al poder público, desaparecerán las dos clases de explotadores y explotados, al
gobierno de los hombres sucederá la administración de las cosas y de esta suerte el Estado desaparecerá,
morirá por sí solo según consideran estos pensadores.
Aspecto positivo del Marxismo. El marxismo tuvo un aspecto positivo de indudable valor humano y de
gran alcance y consecuencia posterior: la denuncia de la grave situación aflictiva de la clase trabajadora,
totalmente abandonada a su suerte por el liberalismo político y económico y entregada en consecuencia,
a las posibilidades de ser cruelmente explotada su fuerza de trabajo como simple mercancía. Esa
denuncia del marxismo provocó la lucha por parte de los trabajadores y el reconocimiento respecto de
los gobernantes de la necesidad de buscar remedio a esa situación de injusticia social. Otros grupos
sociales, muy especialmente la Iglesia Católica, tomaron en cuenta esa misma situación injusta y
propusieron remedios para misma formulándose las encíclicas sociales de la Iglesia a partir de la Rerum
Novarum de 1891. Consecuencia de lo anterior han sido las transformaciones que se fueron operando en
la segunda mitad del siglo XIX, en las actitudes del Poder Público respecto de los trabajadores y la
verdadera explosión de normas protectoras de los mismos en el siglo XX que han cambiado radicalmente
la situación de los trabajadores de nuestro tiempo. Cuando se aplica correctamente la legislación laboral
ya no existen jornadas inhumanas, ni salarios de hambre, ni explotación despiadada y en esas normas
laborales los trabajadores encuentran su medio de defensa.
Aspectos negativos del Marxismo. Independientemente de lo anterior, en el marxismo existen aspectos
que ameritan su crítica como: El primer error del marxismo deriva de su actitud filosófica. Es erróneo el
materialismo histórico. Si la producción y la lucha de clases resultante de las desigualdades económicas
condicionaran la historia en forma total, ésta no existiría, en vez de sociedad humana, habría grupos
zoológicos con características idénticas a través de los tiempos como sucede con los animales. El hombre
prehistórico, cazador y recolector ocasional no habría superado jamás esa etapa. Su inteligencia fue la
que transformo al mundo, ella ha sido el motor fundamental aun cuando no único de la historia. Esto no
significa desconocimiento de la importancia que tienen las causas ajenas al hombre en el desarrollo
histórico. Existen sin duda factores de otra índole y entre esos factores la producción económica tiene
gran impacto en la evolución social, pero también la tienen todas las circunstancias de tipo biológico,
geográfico y muy especial lo que Maquiavelo llamó en forma magistral Virtú y Fortuna, es decir, el
conjunto de de dotes naturales, inteligencia, capacidad, estudio, fuerza de voluntad, etc., de las personas
y el azar o hechos circunstanciales a cada ser humano. Se dice por el marxismo que el siglo de oro en
Grecia, se explica porque la clase ociosa de esa época, al ser sostenida económicamente por los esclavos,
pudo dedicarse a las Investigaciones y estudios de los que derivaron la aparición de figuras tan
excepcionales en todos los campos de la cultura: Platón, Aristóteles, Esquilo, Aristófanes, Fidias,
Demóstenes, por sólo citar algunas figuras geniales. Es incuestionable que no fue la esclavitud la
"infraestructura" de esos grandes hombres, sino por encima de cualquier circunstancia su virtú única,
como igualmente ha sido la virtú excepcional de todos los genios de las diferentes épocas históricas,
Dante, Newton, Cervantes, Galileo, Napoleón y el propio Carlos Marx, la que ha modificado el curso de la
historia. Esto es tan evidente que incluso Marx así lo reconoce expresamente, contradiciendo su
doctrina. El segundo error del marxismo consiste en suponer que se pueda llegar a la desaparición de las
clases sociales y en consecuencia a la lucha entre diversos sectores de los grupos humanos.
Toda sociedad humana, mientras exista el hombre sobre la tierra, tendrá que encontrarse
estratificada; siempre habrá diferencias biológicas y siempre existirán diferentes coeficientes intelectuales
y culturales. Forzosamente habrá división del trabajo y distinción entre dirigentes y dirigidos. Los
dirigidos (gobernados) encontrarán permanentemente motivos de querella respecto de quienes los
dirigen (gobernantes).