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El conocimiento se compone de dos elementos: el concepto con que se piensa

un objeto y la intuición por la que recibimos dicho objeto. Si falta uno de los dos
elementos, nos hallamos o ante una intuición ciega o ante un concepto vacío.
Todo conocimiento de un objeto - toda síntesis de una multiplicidad- lo lleva a
cabo un sujeto: algo es objeto porque se enfrenta a una conciencia que actúa
como sujeto, que realiza la unidad. Así como espacio y tiempo, las formas a
priori de la sensibilidad, hacen posible intuir un objeto, así también los
conceptos puros del entendimiento hacen posible pensar un objeto.
La crítica a la razón supone investigar cuáles son los elementos a priori del
entendimiento, o cuáles son las condiciones necesarias que se añaden a las de
la sensibilidad para constituir la experiencia; los principios a priori que hacen
posible pensar la experiencia hacen también posible el conocimiento científico
de la naturaleza, esto es la física.
Pensamos mediante conceptos enlazados en juicios, que se componen de
conceptos empíricos, los cuales a su vez son posibles por los conceptos puros
del entendimiento (categorías). Un concepto empírico, por ejemplo,
«manzana», es un forma de organizar y ordenar la variedad y multiplicidad de
las impresiones sensibles, pero al mismo tiempo una «regla», una norma, para
aplicar dicho concepto a otra variedades y multiplicidades semejantes. Hay
reglas, sin embargo, y por lo mismo conceptos, que no provienen de la
experiencia: el de «sustancia», por ejemplo

Ha de haber tantas reglas de pensar, o categorías, como maneras básicas de


hacer juicios, o de pensar acerca de las cosas. Por ello deduce Kant las
categorías de las doce clases de juicios, que la lógica de su tiempo clasifica en
cuatro grupos de tres, en un esquema con reminiscencias aristotélicas:
cantidad, cualidad, relación y modalidad

A menos que pensemos previamente de las cosas que son «sustancias» que
permanecen a pesar de las variaciones a que se ven sometidas, que se
interrelacionan unas con otras como «causa y efecto», que interaccionan en
«reciprocidad» unas con otras, que pertenecen a la «realidad» o no, que ser
una cosa es «no ser todas las otras», que las cosas son «unas», o «muchas»

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o que configuran una «totalidad», o que son «posibles» o «existentes» o hasta
«necesarias» -a menos, en fin, que pensemos de acuerdo con todas estas
categorías-, no será posible ninguna síntesis intelectual, ninguna comprensión
de lo percibido sensorialmente: no podremos llamar a nuestro conocer
«conocimiento objetivo».
Así como el conocimiento es objetivo porque las categorías son «objetivamente
válidas», así también las categorías sólo pueden utilizarse para construir la
realidad objetiva. La deducción trascendental de las mismas -a saber, que sean
necesariamente constitutivas del conocimiento- delimita el ámbito en que
pueden utilizarse.

Categorías del entendimiento:

1. De cantidad: unidad, pluralidad y totalidad

2. De calidad: realidad, negación y limitación

3. De relación: substancia y accidente, causa y efecto, y reciprocidad

4. De modalidad: posibilidad, existencia y necesidad.

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