ESPERANZA Y MIEDO
FRENTES CONTRAPUESTOS
lugar de que amen la virtud” (E, IV, prop. LXIII, schol.). En este sentido, en el
político realista el miedo transforma la prudencia en astucia y el odio en
escarnio, que “es alegría que nace del imaginar que algo que despreciamos se
encuentra en algo que odiamos (ibid.,III, def. XI), mientras en el utopista y en el
melancólico saturnino’ el oscilar entre miedo y esperanza conduce a la parálisis
política o- benjaminianamente- a la melancholia illa heroica de Trauerspiel, del
drama bárroco alemán. De manera análoga, el llanto se vuelve tristeza que
nace de imaginar que algo que odiamos se descubre en aquello que, si hubiese
sido de otro modo, habríamos podido amar.
El espacio para una efectiva, aunque parcial, salida del horizonte del miedo y
de la esperanza se encuentra, entonces sólo en el abandono de tal jaula
impuesta por aquella misma lógica de la imaginación y de la obediencia política
y religiosa que contribuye a mantener a los hombres prisioneros.49
Precisamente la valoración de las pasiones, no como “vicios que se deben
extirpar o someter, sino como expresiones de la naturalez -para comprender y,
en determinadas condiciones, para emancipar constituye la alternativa
espinosiana para un cambio bloqueado tanto en el terrreno religioso como en el
de las filosofías tradicionales. En efecto, no ayuda abolir las pasiones con el
solo decreto de la razón o de la voluntad, colocándose por encima de lo
posible, ni contentarse con combinarlas entre sí, como vectores de energías
físicas (con puntos de aplicación, intensidad, referencias y direcciones propias),
poniéndose por debajo de él. Demonizar o manipular de manera astuta las
pasiones es un método infalible para permanecer enredados en la eterna
insoluble, discusión entre ser y deber ser, utopía abstracta y realismo
excesivamente concreto, para deducir cómo han marchado las cosas hasta
ahora o su especular derrumbamiento o su inmutabilidad. Espinosa está en
cambio a favor de una concepción más elevada de la política en relación con
las virtudes cívicas,50 y de un conviértete en el que eres” que quite al precepto
su aparente índole paradójica. Si
CONTRA SPEM
51
Cfr., Cic., Tusc., IV, 80: .Spes est expectatio boni y Tomás de Aquino, Summa
TheoIogiae, I - IIa, q. 40 a 2: Spes est motus appetitivae virtulis consequens
apprehensionem boni futuri ardui possibilis adipisci, scilicent extensio appetitus
in huiumodi objectum. Para su comparación con la acedia, cfr. ibid.,Ia-IIae, q.
35, 8; 2. Para la esperanza como virtud teologal, cfl. ibid.,Ia-IIae, qq. 17-22 y
52-57.
52
Crf., P. Laín Entralgo, La espera y la esperanza. Historia y teoría del esperar
humano, Madrid, 1962, pp. 27ss.; O. Lachnit, Elpis, Diss. Tubinga, 1965 H.
Desroche, La sociologie de
l’espérance, París, 1973, trad. ingl.: The Sociology of Hope, Londres, Boston y
Henley, 1979, pp. 12 y 180; y K. M. Woschitz, Elpis, Hoffnung. Geschichte,
Philosophie, Exegese, Theologie eines Schlüsslbegriffs, Viena-Friburgo-
Basilea, 1979, pp. 63ss. La raíz de elpis parecería estar ligada a la raíz vel, de
la cual el latín velle y voluptas; cfr. A. Walde y J. Pokorny, Vergleichendes
Wörterbuch der indogermanischen Sprachen, I (1930) (reed.: Berlín, 1973), p.
295.
53
Cfr. H. Turck, Pandora und Eva, Weimar, 1931 y J.-P. Vernant, “Le mythe de
Prométhée chez Hésiode”, en Mythe et société en Grèce ancienne, París,
1974, trad.it.: “Il mito di Prometeo in Esiodo”, en Mito e società in Grecia antica,
Turín, 1981, pp. 189-191. Para una valoración negativa de la esperanza como
espera engañadora y precisión ciega, cfr. Pind., fr. 24 Sn.; Theogn., 637ss.;
Antiph., 6, 5; Aischil., Prom., 250; Soph., Ai., 477ss.; Eur., Tro., 681ss.; Suppl.,
479ss.; y Plat., Gorg., 523 D-E. Para la capacidad de los sabios de aferrar las
cosas esperadas y de aquellos que no comprenden de ignorarlas, cfr. Democr.,
fr. B 58 D.-K. = II, 157, 14.
54
Goethe, Faust, der Tragödie zweiter Teil, II, 1, vv. 5403-5444 (los versos
citados son 5441-5443), trad. it. de F. Fortini: Faust. Seconda parte della
tragedia, en Faust, Milán, 1970, pp. 489-491. Sobre estos textos, cfr. G. Diener,
Pandora. Zu Goethes Metaphorik, Berlín-Zurich, 1968, y K. A. Wipf, Elpis.
Betrachtungen zum Beggriff der Hoffnung in Goethes Spätwerk, Berna y
Munich, 1974, en particular pp. 42-58. Sobre el espinosianismo de Goethe, cfr.
por último, M. Bollacher, Der junge Goethe und Spinoza. Studien zur
Geschichte des Spinozismus in der Epoche des Sturms und Drangs, Tubinga,
1969; y H. Timm, Gott und die Freiheit. Studien zur Religionsgeschichte der
Goethezeit, vol. I: Die. S’pinoza- Renaissance, Francfort, 1974. En Umano,
troppo umano y en una carta a Overbeck, Nietzsche define, a su vez, la
esperanza “el peor de los males” y a Espinosa “el más íntegro de los filósofos’,
compartiendo el principio de “hacer del entendimiento la pasión más poderosa”.
Tal admiración estaba, sin embargo, suavizada, en La gaia scienza, por una
sospecha de idealismo, exangüe, por haber el filósofo holandés reintroducido el
amor intellectualis Dei. Sobre el interés de Nictzsche por Espinosa, cfr. W. S.
Würzer, “Nietzsche”, en varios autores, Spinoza entre lumières et romantisme,
en Cahiers de Fontenay, 36-38 (marzo de 1985), pp. 157-171.