Esta disertación desarrolla una discusión que evoluciona en paralelo, esto es, una
reflexión crítica conceptual sobre la noción de sociedad civil y de intervención
humanitaria; al lado del análisis político de una situación concreta profundamente
afectada por la limitaciones y crisis de estos conceptos: la participación de la cooperación
internacional en la atención a las víctimas del desplazamiento forzado y la gestión al
conflicto armado interno en Colombia. Para ello la discusión parte de ubicar al lector en
un estado de cosas del conflicto colombiano, su evolución y derivación en la tercera crisis
humanitaria por desplazamiento forzado de mayores dimensiones en el planeta (después
de Irak y Sudan). En segundo lugar se discute críticamente las aproximaciones e
implicaciones actuales del humanitarismo contemporáneo, particularmente desde la
subsidiariedad y la trasnacionalización de las funciones estatales en la protección de los
derechos humanos. Seguidamente se presenta un debate teórico respecto el concepto
de sociedad civil, con énfasis particular en la torsión de lo nacional a lo global.
Finalmente, la discusión se cierra con posturas aplicadas al caso colombiano.
Los conflictos internos como categoría de análisis son una expresión de posguerra
(segunda guerra mundial), que en la historia más reciente son llamadas “emergencias
complejas” 1. Este tipo de manifestaciones, contrario a las aspiraciones de la constitución
de Naciones Unidas, distan de favorecer la idea de la consolidación del proyecto de paz
global. De hecho, este tipo de fenómenos ha aumentado de cinco por año en la década
de los años ochenta, a más de 40 en la actualidad.
Dado lo anterior, es importante mostrar de manera muy general, el lugar que tiene la
violencia y la gestión de conflictos internos en el discurso internacional dentro del
humanitarismo contemporáneo. La razón es que esta propuesta pretende establecer
esas relaciones de flujo bidireccional e interdependiente entre las formas de conocer e
intervenir los conflictos en el nivel internacional y lo propio en el ámbito nacional; para
1 Forsythe (2000:179) se refiere al concepto “emergencia compleja” como aquel termino impreciso para
aludir a situaciones en donde las autoridades formales o regulares niegan la existencia de un conflicto
armado dentro del marco del derecho internacional, pero en donde a pesar de ello, los civiles se encuentran
en gran necesidad y el orden público se encuentra alterado.
Frente a este panorama, el conflicto armado interno en Colombia pasa por tres
momentos que prefiguran la mutación más importante de este caso: El primer período,
entre los años cincuenta y principios de los años ochenta, es el período del tipo de
manifestaciones acaecidas en el marco de la guerra dentro del Estado-nación, en donde
el conflicto pasó de movimientos de resistencia campesina, a movimientos
revolucionarios en busca de la toma del poder, hasta llegar a la guerra de guerrillas cuyas
manifestaciones dependían del horizonte de georreferenciación donde se estudiasen. Es
en éste período en que la categoría de “conflicto interno” se ajusta más a la realidad
social concreta que describe. Dicho ello, es innegable el hecho de que varios hitos en la
historia de las relaciones entre Estados Unidos y Latinoamérica (con la revolución cubana
como uno de los más emblemáticos ejemplos) ejercieron poderosa influencia en la
dinámica interna del fenómeno.
El segundo momento, surge a mediados de los ochenta, es la etapa del conflicto armado
en el contexto de la globalización. En este nuevo escenario, el conflicto ya no responde ni
se funda en los marcos estrictos del Estado nación; y no se explica única ni
exclusivamente, por los motivos que le dieron origen en la década de los años cincuenta
y sesenta del siglo pasado, y además que encuentra razones tanto en la geopolítica
internacional, como en los factores sociales de tipo local, regional y nacional. El hecho
particular que mas influencia tiene – además del inicio de la era de desmonte del Estado
en el marco de la teología Neoliberal – fue el surgimiento de una nueva fuerza de
confrontación producto de la articulación de dos viejos actores del conflicto: los
paramilitares y los narcotraficantes. Las distorsiones y degradación del conflicto
producto de este cruce es ampliamente reconocido por Williams (1996), Pecaut (1999),
Así surge un nuevo tipo de confrontación que se complejiza y degrada durante los cuatro
últimos períodos de gobierno, entre 1991 y 2006. Las razones de ello se explican por el
entrecruzamiento entre los nuevos comportamientos de los actores en conflicto (fuerzas
militares estatales, fuerzas militares paraestatales, fuerzas militares insurgentes,
ejércitos al servicio de narcotraficantes), las fuerzas internacionales de comercio legal e
ilegal y la geopolítica de global que obliga tomar bandos en la “guerra contra el terror”
La Ley 387 de Julio de 1997 para la Atención a la Población Desplazada, además de crear
el Sistema Nacional de Atención, el cual vincula diferentes entidades del orden nacional y
regional en la atención del problema, prevé cuatro (4) fases bien identificables entre sí:
prevención, atención humanitaria de emergencia, retorno o reubicación y consolidación y
estabilización socioeconómica.
internacional.?
¿Desde qué enfoques y con que propósitos se desarrollan los procesos de representación
de los agentes de cooperación internacional?
Las implicaciones de esta tesis obliga realizar un recorrido sobre el escenario concreto del
conflicto interno colombiano, particularmente en lo que se refiere al estado de cosas que
emergen con el desplazamiento interno forzado. Es importante destacar que el hecho
que marca el punto de quiebre en la participación de la cooperación internacional en los
procesos sociales y de desarrollo del país, esta dado por el giro de intereses que los
distintos organismos dieron al apoyo a programas de desarrollo a la concentración casi
que exclusiva y en muchos casos excluyente, hacia la cooperación sobre la emergencia
humanitaria.
Dos implicaciones importantes de este giro hacia la emergencia: en primer lugar es muy
difícil intervenir dinámicas sociales tan intrincadas como la colombiana, sólo desde la
perspectiva de ayuda humanitaria, sin terminar involucrado en cooperación al desarrollo,
pues al fin y al cabo, el trabajo y la historia de desarrollo institucional sobre estos
campos no desaparece por el giro desequilibrado del discurso de la cooperación hacia el
sentido de la emergencia.
Este argumento se deriva, entre otras, de una interpretación sostenida en Europa por
organizaciones y personalidades de una cierta cultura católico-liberal, en donde con el
principio de subsidiariedad se dan las siguientes consecuencias: “ los objetivos de interés
general previstos por la Constitución se intentan llevar a cabo a través de la autonomía
de la iniciativa privada, también a través de asociaciones sociales. Sólo cuando la
iniciativa privada resulta inadecuada a tales fines entran en juego los Organismos
Locales y el Estado, de manera proporcional al objetivo concreto que se quiera alcanzar ”.
(Frost, 1989:sp)
Estas tensiones entre la moral cosmopolita occidental y la práctica real que generan los
acuerdos de cooperación internacional, obliga comparar y reconocer la necesidad de
coordinación entre el Estado, el mercado y las organizaciones sin finalidad lucrativa, cada
uno con sus propias capacidades y competencias. En esta comparación aparece una
visión problemática adicional y es el principio de subsidiariedad entendido desde la lógica
de la eficacia administrativa.
Todo esto es lo que Aradhna Sharma y Akhil Gupta (2006:21) sintetizan como la acción
estatal en el contexto global de la circulación del discurso neoliberal definido por las ideas
de buen gobierno, fortalecimiento de la sociedad civil, privatización y disminución de la
intervención del Estado en las tareas redistributivas (ver Barry et al. 1996; Ferguson y
Gupta 2002; Paley 2002; Rose 1996.Citado por: Sharma y Gupta 2006: 21). La forma
en que estos aspectos se manifiestan o afectan cada estructura estatal depende de
múltiples variaciones a lo largo de los contextos poscoloniales y pos socialistas, así como
Un argumento central de como esta tendencia no debilita el Estado, sino que crea nuevas
entidades autónomas que comparten espacio de acción autónoma al lado de los
gobiernos, es la que plantea Rose (1996) cuando afirma que este proceso produce la
proliferación de puntos o lugares de regulación y dominación que derivan en entidades
autónomas que no hacen parte del aparato Estatal y que son guiadas por la lógica
empresarial (Burchell 1996; Barry et al. 1996.Citado por: Sharma y Gupta 2006: 21).
Rose define esto como el “gobierno en la distancia”, el cual involucra instituciones
sociales como las ONG´s, escuelas, comunidades, e incluso individuos que son
desplazados del centro del aparato estatal y le son asignadas responsabilidades que de
otra manera, y en épocas anteriores, sólo eran de fuero estatal.
Lo que finalmente se pone en conflicto son las propias fronteras de la acción autónoma
del Estado, en donde éste entra a competir - compartir, ser subsidiado y en no menos de
los casos, ser sustituido. En este sentido Sharma y Gupta (2006:22) se refieren a esta
nueva condición como la aparición de instituciones “cuasi autónomas” y “cuasi estatales”,
tanto en el nivel supranacional como en el nivel subnacional. Este panorama es
representado de diferentes y poderosamente explicativas formas como: la “de-
gubernamentalización” del Estado (Barry et al. 1996: 11); la “des – estatalización” del
gobierno (Rose, 1996: 56) y la gubernamentalización de la sociedad (Foucault, 1991:22).
Pero para poder debatir mas en profundidad las distintas posturas que he realizado a la
idea cosmopolita de sociedad civil global, creo necesario presentar algunas referencias al
concepto, para desde allí evidenciar sus límites en los casos de construcción de
accountability social en los escenarios de emergencias complejas y crisis de soberanía en
el Estado – Nación.
Antes de plantear mas detenidamente la caracterización del adjetivo global dentro del
concepto de sociedad civil, creo necesario discutir los principios base desde donde se
edifica este concepto. Para ello discutiremos algunos de los planteamientos centrales de
uno de los actores emblemáticos en esta discusión, Jürguen Habermas.
Para Habermas (1998) la sociedad civil se entiende como una red no estatal y no-
económica que se encuentra constituida por asociaciones, organizaciones y
movimientos, que toman los problemas que surgen en la vida privada, les dan
resonancia y lo llevan al espacio público-político, de una manera más o menos
espontánea. El núcleo de la sociedad civil está constituido por una red de asociaciones
que establecen los discursos solucionadores de conflictos de intereses para todos en el
contexto de un espacio público relativamente estructurado. La sociedad civil es la base
que organiza a los ciudadanos para que puedan entrar a discutir, a identificar y a
formular sus intereses sociales, enriqueciéndose de las experiencias de los ciudadanos
en su vida privada.
En este sentido, este autor considera que la sociedad civil posee un “limitado espacio de
acción”(Habermas, 1998: 443): una sociedad civil fuerte sólo surge en una cultura
pública acostumbrada al goce de las libertades y socializada en una cultura política
liberal, lo que implica la garantía de una esfera privada; otra limitación, es que en el
espacio de la opinión pública los actores sólo influencian, más no ejercen poder político,
esto sólo es posible cuando las deliberaciones públicas penetran la toma de decisiones
de las instituciones del Estado. A pesar de esta limitación, la sociedad civil puede hacer
sus propias traducciones de los saberes especializados al lenguaje cotidiano, lo que
alimenta la discusión de los asuntos en el espacio de la opinión pública; no olvidemos
que los ciudadanos, debido a sus otros roles sociales, hacen parte del campo de la
ciencia, de la economía, entre otros, lo que les permite conocerlos, no obstante, éstos
sólo son permeables por medio de normas jurídicas que no son creadas por los
ciudadanos sino por las instituciones de otro sistema funcional, el político.
actores como las supuestas ONG´s internacionales operan bajo la sombrilla de las
agregadurías diplomáticas en los países donde intervienen y adicionalmente cuando el
12% del empleo europeo se deriva de la participación de los ciudadanos en este tipo de
organizaciones. En este escenario lo de no estatal y no económico habría que
repensarlo.
El otro aspecto de la postura de Habermas que creo necesario contrastar con casos
concretos, es sobre que tanto los discursos de la sociedad civil son solucionadores; esta
posición parece un poco pretenciosa y además contra evidente en muchos casos, pues el
ejemplo de muchas de las llamadas emergencias humanitarias, la victimización se ha
convertido en una condición permanente. En este sentido, la posición de Peruzzotti
(2002: 86) puede ayudar a responder este vacío en la discusión de Habermas. Según
ese autor, lo mas significativo de los movimientos sociales alrededor de la reclamación y
defensa de los derechos humanos, no es necesariamente su éxito en el alcance de las
metas propuestas, sino su aporte al desarrollo de nuevas culturas políticas basadas en el
desarrollo de una sociedad civil realmente autónoma. O lo que Lechner (1988 y 2000)
denomina como el desarrollo de la ciudadanía por el contenido de la acción y no por el
tipo de resultado derivado de la acción misma.
Otro aspecto referido por Habermas que denota uno de los conflictos mas importantes a
los que se enfrenta la sociedad civil, es lo que el denomina el alcance limitado del espacio
de actuación. Quisiera destacar los problemas de ese espacio en términos de lo que
Peruzzotti (2002: 82) describe como “políticas de la influencia”, entendida esta como el
mantenimiento de la sociedad política abierta a las distintas demandas, de manera que
ésta puede actuar como mecanismo eficiente de mediación entre el Estado y la Sociedad
(Cohen y Arato, 1992, Cap 10). Me preocupación en este sentido es como establecer
mediaciones en los escenarios de sociedades en conflicto cuando los actores en contienda
son tantos y no todos convergen en la esfera pública abierta.
Shaw (1999) define esta tendencia como una nueva teoría global caracterizada por: 1.
El énfasis en las relaciones sociales en vez de relaciones interestatales, en un contexto
de mucho mas amplio alcance en términos de las relaciones de política global. Esta
política global esta definida por una sociedad civil incrementalmente globalizada, dadas
su propias dinámicas económicas y culturales y no por los procesos interestatales. 2.
Esta teoría global concibe a los Estados de manera diferente en los siguientes sentidos:
El punto de partida son las relaciones globales y no las intraestatales, sobre todo cuando
las instituciones estatales tienen a globalizarse en el mismo sentido. En este orden de
ideas, la globalización no es algo que le sucede al Estado – Nación, en la consideración
gereneral sobre la reducción de poder económico y social; al contrario, este proceso se
entiende como un serie de cambios en el poder estatal en donde éste es constituido y
constituyente. Así, las estructuras estatales globales formadas, son causa y efecto de los
desarrollos globales. 3. La crisis de la política global debe ser vista, no tanto como crisis
de las relaciones interestatales, sino como una crisis global, que esta estructurada por la
interacción entre el Estado y la sociedad, y constituida por los medios masivos y otras
instituciones de la denominada sociedad civil al tiempo que de los propios Estados.
(Shaw, 1999: 230,231)
Otra aproximación al concepto de sociedad civil global es el de Shaw, cuando afirma que
la sociedad civil global existe en la medida en que determinadas conexiones globales
constituyen un marco social en donde individuos alrededor del mundo se referencian,
mas o menos conscientemente, en muchas de sus interacciones e intercambios. A pesar
de que no todas las acciones tienen alcance global, debido a las frontera definidas por la
nación, la familia, etc; Shaw plantea que estas fronteras son cada vez mas porosas,
debido al incremento de la consciencia de un contexto global, en donde diferentes
campos de acción son definidos. (Shaw, 1999:215).
Aparece aquí otra de las dificultades o limitaciones del poder explicativo de la idea de
sociedad civil global, al rededor de la suposición de interacciones, no definidas,
conscientes, no demostrables, en un contexto de convergencia, en donde no se
consideran las acciones concretas de los actores sociales y de los alcances globales o no
de sus luchas o demandas. Como lo plantean Alvarez, Dagnino y Escobar (1998: 18) es
necesario superar el uso acrítico y sobre valorativo de las virtudes de la sociedad civil,
sea esta local, regional, nacional o global. En ese sentido, y para terminar la reflexión
con aplicación mas concreta al caso colombiano, presento unas reflexiones finales.
Conclusiones
Rony Brauman de Médicos sin Fronteras (Fisas, 2004:99-100), plantea tres aspectos
inquietantes que ilustran las implicaciones de la crisis política del humanitarismo
contemporáneo:
¿Cómo superar entonces, el efecto de vacío que produce el orden de facto - derivado de
una práctica de la sociedad civil global -, de la subsidiaridad y la trasnacionalización de la
tutela de derechos fundamentales? Efecto vacío que no genera la cooperación
internacional en si misma, sino el arreglo de baja o nula presencia de la estructura
Estatal nacional colombiana –sobre todo, en la provincia donde las cosas acontecen y la
política pública se fragmenta– junto a la naturaleza misma que da origen a la presencia
de los actores internacionales en el territorio nacional: el supuesto que el orden global
cosmopolita puede intervenir eficientemente en la protección de derechos fundamentales
y la mismo tiempo defender la fortaleza de un Estado de Derecho que la presencia
misma de la cooperación internacional cuestiona.
Es apenas evidente que ese vacío sólo se llena con institucionalidad nacional, de
dimensiones equiparables al esfuerzo de institucionalidad desplegada por la cooperación
internacional. Esto nos lleva a la discutir la manera en que los distintos actores de la
cooperación desarrollan procesos de sistematización y socialización de experiencias, que
contribuyan a la apropiación social de conocimiento y al mejoramiento de la public
accountability; pues la acción humanitaria y de cooperación no se caracteriza sólo por lo
que hace, sino por cómo lo hace.
Para que esta aspiración no quede atrapada en el eufemismo, es necesario reconocer que
no todo lo realizado desde los actores de cooperación internacional es público, no todos
los agentes de cooperación están interesados en la divulgación y no todos los ejercicios
de sistematización de experiencias son efectivamente procesos de apropiación social de
conocimiento.
- Superar la historia del humanitarismo que está más cercana a una tradición empírica
que se adapta a las situaciones que a una visión kantiana del imperativo categórico,
aunque a veces parezca lo contrario (Rey y Correa, 2002:29).
Un punto crítico que escapa al debate teórico y creo en una aproximación de economía
política de la sociedad civil global debe considerarse, es el origen de la financiación y las
agendas que subyacen entre las entidades financiadoras, tanto públicas como privadas.
Inevitablemente la provisión de asistencia técnica y recursos y la protección de ciertos
sectores tienen un impacto político y la cuestión sería aprovecharlo de modo positivo
para que contribuya a la construcción de capacidades y a sentar las bases para la paz:
Reemplazar el humanitarismo clásico por una forma más política del mismo. Este tipo de
posiciones, por lo menos, tiene la ventaja de plantear claramente la cuestión sin recurrir
a una retórica de neutralidad para ocultar claros objetivos políticos (Rey y Correa,
2002:31).
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