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¿PREEXISTIÓ JESÚS EN EL CIELO ANTES

DE NACER
EN BELÉN?
Por Mario A Olcese

Introducción

Desde los albores del cristianismo la iglesia ha debatido sobre Cristo, su


naturaleza, y su relación con el Padre. Los debates comenzaron algunos siglos
después de la muerte de Jesús. En los concilios de Nicea (325 D.C), y de
Constantinopla (381 D.C). En estos dos concilios se elaboraron la Deidad del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo (“La Santísima Trinidad”). Podemos decir
entonces que la Trinidad fue desconocida por Cristo y sus seguidores hasta el siglo IV
de la Era Cristiana.

El Testimonio de los Apóstoles:

Pero, ¿realmente concuerdan Cristo y sus apóstoles con los concilios del siglo
IV? La Biblia tiene otra historia que contarnos, pues sorprendentemente Pablo sí
revela quién es el único y verdadero Dios. El texto clave de Pablo está en 1
Corintios 8:6, que dice: “Para nosotros (los apóstoles y creyentes en general),
sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y
nosotros somos para él; y un señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las
cosas, y nosotros por medio de él.” Observemos que para Pablo, sólo uno es
Dios, el Padre. También añade que uno es nuestro Señor o Mesías rey, el Señor
Jesucristo. Es clarísimo que para Pablo, Cristo no es el único Dios; es, más bien,
el único Señor o Jefe de los hombres que se convierten a él. Es la cabeza de la
iglesia, la cual somos todos nosotros, los bautizados por inmersión.

Ahora bien, veamos este otro texto paulino. Está en 1 Timoteo 2:5, y que dice así:
“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres
Jesucristo hombre”. Observe nuevamente lo que está diciendo Pablo. Él dice
que sólo hay un Dios, y además, un solo mediador entre ese Dios y los hombres
llamado Jesucristo. Sí, Jesucristo es mediador entre usted y Dios, por tanto
¡Jesucristo no es Dios! Él es Mediador, ¡no Dios! Él está en medio de usted y
Dios como ‘el Abogado’. Estas declaraciones de Pablo resultarían contradictorias
si en verdad existiese la Trinidad, ¿no le parece a usted, lector? Además, Pablo
les dice a los corintios que “Dios es cabeza de Cristo” (1 Corintios 11:3). Nótese
que Pablo dice que Cristo tiene una “cabeza” (superior en rango) que es Dios.

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Esto significa que Cristo tiene su Dios. También se lee en Efesios 1:17: “Para que
el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre...”. Y también concuerda con
Pedro, quien escribió: “Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.” (1
Pedro 1:3).

Jesús Admite Tener su Dios:

Pero lo interesante del caso es que el propio Jesús admite tener Su Dios en Juan
20:17: “Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios, y vuestro Dios.” Y en
Mateo 27:46 leemos: “Jesús clamó a gran voz diciendo: Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has desamparado?”. Pero aún más sorprendente es que en cielo, el
entronizado y glorificado Jesús sigue afirmando tener Su Dios (¡4 veces!). Léalo
en Apocalipsis 3:12 donde dice: “Al que venciere yo le haré columna en el
templo de mi Dios, y nuca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de
mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual
desciende del cielo de mi Dios, y mi nombre nuevo.” Esta reiteración de la
frase “de mi Dios” pareciera advertirnos en contra de la doctrina de la Trinidad.
El hecho que Jesús siga teniendo su Dios en el cielo demuestra que él no es el
Único Dios Verdadero. Y esta conclusión se extrae de la misma declaración de
Jesús en Juan 17:3, donde se lee: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti,
el único Dios verdadero y a Jesucristo a quien has enviado.” Nótese que es
Jesús quien está hablando acá. Él afirma que la vida eterna consiste en conocer
sólo a Su Padre como el Único Dios Verdadero, y a él (Jesucristo), como el
enviado del Padre. Jesús no está diciendo que la vida eterna consiste en creer
que el Padre y él son “El Único Dios Verdadero”, y menos aún, que una Tercera
persona esté comprendida en ése Único Dios Verdadero. Es, pues, necesario
escudriñar Las Escrituras, y en particular, cada palabra de Jesucristo mismo en
cuanto a la relación que tiene él con Su Padre.

Jesús Enseña Su Inferioridad Frente a Dios:

Jesús enseña que Su Padre es mayor que él. Esto es muy importante, pues si el
Padre es mayor que Su Hijo, luego éste es menor que Aquel. El texto que
señalaremos es Juan 14:28, en donde Jesús dice: “...porque el Padre mayor es
que yo”. Algunos Trinitarios han argumentado contra este texto diciendo que
“Cristo hablaba como hombre”, y por eso afirmó ser menor que Su Padre. Pero:
¿Acaso no es de esperar que todo hombre sea menor o inferior a Dios?¿No sería
esa una declaración innecesaria en un hombre, y por demás ridícula? Pero yo
creo que lo que Jesús quiso enseñar es que su relación con Su Padre es de
permanente sujeción y de obediencia, como de alguien que no es igual a Dios.
Incluso en la eternidad, Jesús seguirá sujeto a Su Padre (Leer 1 Corintios 15:28).

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Además, Jesús también recalca esta superioridad del Padre diciendo: “Mi Padre
que me las dio, es mayor que todos”. (Juan 10:29).

Jesús No Sabe Todo:

Si Cristo es Dios, ¿no es de esperarse que sepa todo? ¡Pero Jesús no lo sabe todo!
Y si no lo sabe todo, es porque no es el único Dios verdadero. Recuerde que sólo
Dios lo sabe todo y nada ignora. Pero Jesús si ignoró (...e ignora) ciertas cosas.
Por ejemplo: Él no supo quién le había tocado su manto o túnica. Su pregunta
fue: “¿Quién me ha tocado?” (Lucas 8:43-46). También en otra ocasión Jesús
afirmó no saber el día del fin del siglo y de su segunda venida. Categóricamente
dijo: “Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están
en el cielo, ni el Hijo, sino mi Padre.” (Marcos 13:32). Y cuando Jesús estuvo a
punto de partir al cielo, los discípulos le preguntaron cuándo restauraría el
reino a Israel, y entonces él sólo se limitó a responderles que a ellos no les
correspondía saber los tiempos o las sazones que Dios puso en Su sola potestad
(Hechos 1:6,7). Sólo Dios sabe cuándo se restaurará el reino a Israel— ¡Nadie
más!

Definitivamente Jesús no es omnisapiente y esto quiere decir que hay cosas que
sólo su Padre sabe. Es probable que ahora Jesús sepa la fecha de su regreso, si es
que ha sido la voluntad de Su Padre revelárselo.

A Dios Nadie lo ha Visto Jamás:

El apóstol Juan dijo: “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en
el seno del Padre, él le ha dado a conocer.” (Juan 1:18). Recordemos que Juan
vio a Jesús personalmente, y sin embargo él dice que a Dios nadie lo ha visto
jamás. Esto quiere decir que Juan no creyó jamás que Cristo fuera Dios. Si Cristo
era Dios, ¿no parecerían contradictorias las palabras de Juan? Sólo quedan dos
opciones: O era Jesucristo Dios, o no lo era. Si lo era, entonces Juan se equivocó,
y su evangelio no es confiable. Pero la otra verdad es que Cristo vino a darnos a
“conocer” a Dios Padre. Jesús pudo decir: “El que me ha visto a mí, ha visto al
Padre” (Juan 14:9). Luego añadió que el Padre: “mora en mí” (verso 10). Nótese
que Jesús no dijo que él era Dios el Padre. Lo que dijo era que Su Padre
“moraba en él”, y en consecuencia, sus obras y palabras eran de Su Padre. Él
mismo afirmó que nadie ha visto el aspecto de Dios (Juan 5:37), y no pretendió
enseñarnos que su aspecto de Hijo era el aspecto del Padre. Lo que él sí dijo era
que sus hechos y palabras eran de su Padre, y que se relacionaba con los
hombres por medio de él (Su Hijo---Juan 14:10,11; Hebreos 1:1).

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También Jesús enseñó que el Dios verdadero es Espíritu (Juan 4:24), y luego dirá
que un espíritu no tiene carne y huesos como él tenía (Lucas 24:39). Aquellos
que creen que Cristo era el mismo Dios, desconocen Las Escrituras.

Jesús, El Enviado de Dios:

Jesús fue enviado por Dios al mundo para traer Su mensaje de vida. Dice 1 Juan
4:9: “...Dios envió a su Hijo al mundo para que vivamos por él”. Pues bien, los
que creen que Jesús preexistió en el cielo antes de nacer como un humano,
suelen usar este pasaje para señalar que Cristo vino al mundo desde el cielo.
Sostienen que si Dios envió a Jesús al mundo es porque estaba fuera de él, en el
cielo. Además, afirman que ese ser que estuvo en el cielo era Dios Hijo y que
tomó la forma de hombre. Pero los Trinitarios se olvidan de algo
importantísimo: Y es que Juan el Bautista igualmente fue enviado por Dios al
mundo (Juan 1:6). Este texto dice: “Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se
llamaba Juan”. ¿Diremos que Juan el Bautista preexistió en el cielo antes de
nacer como cualquier humano? ¡Por cierto que no! Sumado a lo anterior, los
apóstoles igualmente son enviados al mundo por Jesucristo. Dice Jesús en Juan
17:18: “Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo”. Pues
bien, los apóstoles, como Jesucristo, han sido enviados al mundo---¿Desde
dónde? ¿Acaso los apóstoles vinieron del cielo, literalmente hablando, habiendo
preexistido como “dioses”? ¡Por cierto que no! Ellos fueron enviados al mundo
estando en el mundo. Definitivamente la expresión “enviar al mundo” no
implica necesariamente preexistencia o “venir del cielo”.

En 1 Corintios 3.23 se nos dice que Cristo es “de Dios” (‘ek theou’). Pero los
discípulos también son “de Dios” (‘ek theou’ en Juan 8:47). ¿Prueba ello que
nosotros somos preexistentes, o que hemos vivido en el cielo antes de nacer
como hombres?.

En Juan 6:41 Jesús dice que él es “el pan que descendió del cielo”. ¿Pero son
estas palabras prueba suficiente de que Cristo “descendió” del cielo,
literalmente hablando, o que preexistió con Dios en el cielo antes de nacer como
hombre? Pues bien, en el lenguaje del Nuevo Testamento, “Toda dádiva buena
y todo don perfecto, desciende de lo alto” (Santiago 1.17), mas no en el sentido
que baja del cielo a las nubes, y desde allí a nosotros. Muchas dádivas o regalos
de Dios “bajan del cielo” en un sentido metafórico. Podemos decir que una
‘esposa idónea’ es un regalo de Dios que “baja del cielo”, pero siempre, repito,
en un sentido metafórico. Aun un hijo es un regalo o dádiva de Dios para una
familia constituida. Pero este hijo no ha ‘bajado del cielo’, literalmente
hablando, sino que es una forma de decir que Dios lo ha concedido o lo “ha
dado” (Mateo 7:11). Igual sucedió con Abraham, quien recibió como regalo o

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dádiva de Dios un hijo (Isaac) en su vejez. Pero Isaac no bajó del cielo, sino que
fue engendrado por sus padres biológicos en la tierra.

“Aquella Gloria que Tuve Contigo:

Jesús dice en Juan 17:5: “Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con
aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese”. Para los Trinitarios
este pasaje “prueba” que Cristo preexistió en el cielo antes de hacerse hombre.
Pero algo similar pasa en Génesis 15:18 donde se lee que Dios le prometió a
Abraham: “Ha tu descendencia he dado (tiempo pasado) esta tierra...” (V.B.A),
a pesar de que aún no existía su descendencia. Ahora observe lo que dice Jesús
en Juan 17:22: “La gloria que me diste yo les he dado (tiempo pasado, a los
apóstoles)”. ¿Notó? ¡Jesús y sus apóstoles compartieron la gloria de Dios! Pero:
¿Son del todo literales esas palabras de Jesús?¿Tienen la gloria los apóstoles? En
1 Pedro 5:1 el apóstol Pedro reconocía que “participaba” de la gloria ¡que aún no
había sido revelada! Sus palabras son como siguen: “...que soy también
participante de la gloria que será revelada”. Pedro “recibió” la gloria como una
promesa, pero que tendría que esperar la segunda venida de Cristo para
recibirla (1 Pedro 5:4).

Concluimos entonces que Cristo “tuvo” su gloria con el Padre, pero que en
verdad la recibió en su resurrección (Hechos 3:13-15). Recuerde que Cristo tuvo
su gloria con el Padre, del mismo modo que sus discípulos tuvieron su gloria
con Jesús. Pero ambas glorias se reciben después de la resurrección o de la
transformación de nuestros cuerpos mortales (Colosenses 3:4, Filipenses 3:20,21;
1 Corintios 15:43).

En Apocalipsis 13:8 dice: “...del cordero que fue inmolado desde el principio
del mundo”. ¿Cómo es posible que el cordero haya sido inmolado desde el
principio del mundo, si en realidad ello ocurrió hace casi dos milenios? La única
explicación posible es que Cristo fue sacrificado desde el principio del mundo
en los planes redentores de Dios.

El profesor de Teología en Heidelberg, H.H. Wendt, escribió: “...Jesús mismo, el


Mesías, realmente no existió desde el comienzo con Dios, pero fue el objeto del
amor de Dios, de sus pensamientos de amor, planes y propósitos” (Comentando
sobre Juan 17:5). Ver “La Enseñanza de Jesús”, Edinburg: T&T Clark, 1982, 169-
172.

El profesor de Lenguaje y Literatura del Nuevo Testamento, del Seminario


Teológico de Chicago, escribió en su obra “Revelación de Jesús, un Estudio de
las Fuentes Primarias del Cristianismo” su opinión sobre Juan 17:5; 8:58; 6:62,

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de este modo: “Jesús poseyó esta gloria antes de la fundación del mundo en el
sentido que fue propuesta divinamente para él. Él supo que su obra mesiánica
había sido planeada por Dios desde la eternidad, y que el glorioso resultado de
él... Concluimos, entonces, que estos tres pasajes en Juan (6:62; 8:58; 17:5), en los
cuales Jesús alude su preexistencia, no envuelve la afirmación de que esta
preexistencia era personal y real.” (páginas 221,222).

Emmanuel: “Dios con Nosotros”:

Los que creen que Cristo es la Segunda Persona de la Trinidad, suelen señalar el
texto de Mateo 1:23 para demostrar que Cristo es Emmanuel, que significa
“Dios con nosotros”. Pero: ¿Es Cristo mismo Dios hecho carne por ser
Emmanuel? Pero aquí viene algo interesante. En Job 32 encontramos a un
personaje llamado “ELIHU”, hijo de Baraquel buzita, de la familia de Ram
(verso 1). Y, ¿Qué significa “ELIHU”? Sorpréndase! Significa: “Dios es él”.
¿Podemos pensar que ELIHU porque su nombre significa “Dios es él”? Pero
regresemos por un instante al nombre Emmanuel. Si Cristo es “Dios con
nosotros”: ¿Cómo es que él mismo dice: “Subo a mi Dios y a vuestro Dios”
(Juan 20:17)? ¿Tiene Jesús Dios, su Dios? ¿Cómo puede Dios subir a Su Dios?
¿Tiene el supuesto Dios el Hijo, la Segunda Persona de la Trinidad, su Dios
personal?

“Yo y el Padre Somos Uno”:

Nuestro Señor dijo: “Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30). Los Trinitarios
sostienen que el Padre y el Hijo son iguales, de la misma naturaleza y sustancia.
Pero es sorprendente que nuestro Señor no incluya a la llamada “Tercera
Persona de la Trinidad” dentro de esa Unidad. Y además, ¡nunca lo hizo!. Él
sólo dijo que él y Su Padre eran UNO en propósito y voluntad. Es interesante
observar igualmente que en Juan 17:11 los creyentes y Cristo mantienen esa
misma unidad. El texto dice: “...Padre santo, a los que me has dado, guárdalos
en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros”. Como vemos, la unidad
entre Cristo y su iglesia es la misma unidad entre Dios y Su Hijo. Ahora bien, a
pesar de que los creyentes son uno con Cristo, la cabeza es siempre Cristo
(Efesios 5:23). De igual modo, aunque Dios y Su Hijo son uno, el Padre siempre
es cabeza de Jesucristo (1 Corintios 11:3). Y, ¿Qué diremos de los esposos? ¡Ellos
también son uno! (Efesios 5:31). Y pese a esta unidad, ¡el marido es cabeza de la
mujer! (Colosenses 3:18). Entonces esta unidad no significa igualdad de rango o
autoridad.

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Otro ejemplo. Un entrenador de fútbol puede decirles a sus jugadores:
“Tenemos que ser uno en la cancha”. Con esto el entrenador está diciéndoles a
sus pupilos que todos deben trabajar en unidad, armonía y cooperación mutuas.

“Subir a Donde Estaba Antes”:

En Juan 6:62 Jesús dice: “¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir a donde
estaba primero? Los que creen que Cristo preexistió en el cielo antes de venir
como hombre, suelen usar este pasaje en dónde Jesús anuncia su “subida al
lugar donde estuvo antes” (¿el cielo?). Pero: ¿Está hablando aquí Jesús de volver
nuevamente al cielo donde supuestamente estuvo antes de ser hombre? Si no es
así, ¿a qué lugar se está refiriendo Jesús? Recuerde el dicho hermenéutico que
dice: “un texto sin el contexto es un pretexto”. ¡Tenemos que leer el contexto de
esta cita!.

Si uno examina el capítulo anterior (Juan 5:1), leeremos lo siguiente: “Después


de estas cosas había una fiesta de los judíos, y SUBIÓ Jesús a Jerusalén”.
Luego, volviendo al capítulo siguiente (6:1), leemos: “Después de esto, Jesús
fue al otro lado del mar de Galilea, el de Tiberias”. Esto significa que Jesús
BAJÓ de Jerusalén para efectuar sus milagros cerca del mar de Galilea, a unos
100 kilómetros de distancia (ver el verso 16). Este verso 16 nos dice que los
discípulos DESCENDIERON al mar. En Juan 6:62 Jesús anuncia su SUBIDA al
lugar donde estuvo antes, es decir, JERUSALÉN, para morir por los pecadores.
En Juan 12:12 Jesús se pone en camino para SUBIR a Jerusalén.

“Antes que Abraham fuese, Yo Soy”:

Jesús dijo: “Antes que Abraham fuese, yo soy” (Juan 8:58). Según los Trinitarios
este texto “prueba” que Jesús existió en el cielo antes que Abraham naciera. Pero
en este texto Jesús sostiene su superioridad sobre Abraham, y ello debido a la
glorificación que recibió del Padre (v. 54). En el versículo 56 Jesús dice que
Abraham se regocijó de “ver mi día”. Es decir, Abraham vio la venida del
Mesías con anticipación o por fe; su venida que aún es futura. Las tradiciones
rabínicas declaran que Abraham vio una visión de toda la historia de sus
descendientes (Midrash Rabbah, sobre Génesis 15:18). En el IV Esdras 3:14 dice
que Dios le otorgó una visión de los últimos tiempos. En el verso 57 los judíos
entendieron mal lo que Jesús había dicho, creyendo que él había declarado ser
contemporáneo de Abraham. Pero Jesús reafirma su absoluta preeminencia en el
plan de Dios con la sorprendente declaración: “Antes que Abraham fuese, yo
soy (Él). Es decir,“Yo soy el Mesías”.

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Debemos recordar que el propósito de Juan al escribir su evangelio, es probar
que Cristo (el Mesías) es el Hijo de Dios (20:31). El hecho que en el Antiguo
Testamento Dios hable de sí mismo como “Yo soy (Él)”, no debe, como
frecuentemente se hace, concluirse que la declaración de Jesús: “Yo soy (Él)”
signifique “Yo soy Dios” en el sentido Trinitario. Las declaraciones de que “Yo
soy (Él)” en Juan pueden ser satisfactoriamente explicadas como una
declaración de que es “El Mesías”.

La Evidencia ante nosotros muestra que la frase famosa “ego eimi” (‘yo soy’)
significa “yo soy aquel”, “aquel en cuestión”. El hombre ciego se identifica a sí
mismo en Juan 9:9 diciendo: “Yo soy la persona a la cual están buscando”, “Yo
soy aquel”. Cuando en los textos de Juan el Señor dice: “Yo soy (él)” se refiere,
“Yo soy ése (el Hijo del Hombre)”, “Yo soy el Mesías”. Así en Juan 4:26, “Yo
soy” es igual a “Yo soy Él (el Mesías)”.

Los comentarios de G.H Gilbert en La Revelación de Jesús, págs 214,215 sobre


Juan 8:58 dice: “Jesús había estado enfatizando su pretensión mesiánica. Él no
dijo que antes de nacer Abraham el Logos (Verbo) existió; él dijo: “Yo soy”. Es
Jesús el Mesías, Jesús el hombre, quien el Padre había consagrado para la obra
mesiánica quien habla. Justo antes de esto él había hablado de “mi día”, el cual
Abraham vio (Juan 8:56), por el cual debemos entender la aparición histórica de
Jesús, el Mesías. Abraham había visto esto, en la promesa de Dios acerca de
una simiente (Génesis 12:3; 15:4-5) y lo saludó de lejos (Hebreos 11:13). Jesús,
por tanto, parece afirmar que su personalidad mesiánica histórica existió antes
Abraham naciese. Si este es el caso, luego su existencia anterior a Abraham
debe ser concebida como un ideal.”

Finalmente, “El judaísmo nunca supo de una preexistencia real del Mesías
antes de su nacimiento como un ser humano” (Charles Gore, D.D., Creencia en
Cristo, Londres, John Murray, 1923, pág. 31).

“Señor Mío y Dios Mío”:

En Juan 20:28 Tomás reconoce a Jesús como: “¡Señor mío y Dios mío”. ¿No
prueban sus palabras que Cristo es Dios? Es cierto que en unos pasajes de la
Biblia, Nuestro Señor aparece con el título de “Dios”. Pero: ¿Prueba éste (...y
otros pasajes donde aparece el título “Dios” para él) que Jesús es el Dios
Todopoderoso, Único, y Verdadero? ¡No lo creo! En Éxodo 7:1 Dios le dijo a
Moisés: “Yo te he constituido DIOS para faraón”. Sí, ¡Moisés hizo obras
poderosas ante faraón, como si fuera Dios mismo. En Juan 10:34 vemos el plural
“dioses”, refiriéndose a los jueces de Israel (p.e. Sansón fue juez y “dios” para
Israel---Salmo 82:6). Pero lo más importante es que al Mesías se le da el título de
“Dios” en el Salmo 45:6. En este texto leemos: “Tu trono, oh Dios, es eterno y
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para siempre; cetro de justicia es el cetro de tu reino”. En el verso 7 vemos que
Jesús es ungido como Mesías y rey. Por tanto, el título “Dios” para Cristo es
eminentemente ¡mesiánico¡ (Hebreos 1:8,9).

En los hombres el título “Dios” tiene un significado de “representante de Dios”.


Moisés, los Jueces, y Cristo fueron cada uno “Dios” en el sentido que
representaban a Dios. Todos ellos hicieron las obras del Padre Celestial. Pero es
Cristo quien dice que verdaderamente Su Padre es el único Dios verdadero
(Juan 17:3).

Finalmente recordemos que el diablo es el “theos” (Dios) de este mundo o


“sistema de cosas” maligno (ver 2 Corintios 4:4). Sí, Pablo dice que Satanás es
también “dios” de este mundo, en cambio Jesús lo será del mundo del mañana
(Isaías 9:6,7). Así es, el Mesías será llamado (futuro) “Dios Fuerte” del mundo
venidero (“Era venidera”) de justicia y paz. Pero ese título “Dios” no implica
Deidad. Nótese que Isaías 9:6,7 no dice que Cristo seguirá siendo llamado
“Dios fuerte”, sino más bien que será llamado “Dios fuerte”. Aquí queda
demostrado que el título “Dios” para Jesucristo es eminentemente mesiánico.

“Desde los Días de la Eternidad”:

Miqueas 5:2 dice de Jesús lo siguiente: “...y sus salidas son desde el principio,
desde los días de la eternidad”. Este texto es usado por los Trinitarios para
“demostrar” que Cristo es “eterno”. La palabra “eterno” viene de “olam”, que es
una palabra hebrea (el idioma con el cual se escribió este pasaje). Así, la Versión
Valera (1960) vierte la palabra “olam” como eternidad. Igualmente ocurre con la
Versión de las Américas, y otras más. Sin embargo, la palabra “olam” no
significa siempre eternidad y es usada también para cosas que tienen una
duración indefinida, pero no eterna. Así, la Versión Moderna vierte este pasaje
así: “cuya procedencia es de tiempo antiguo (no ‘eterno’)”. Incluso la Versión de
Jerusalén (Católica) lo vierte así: “y cuyos orígenes son de la antigüedad, desde
los días de antaño”.

En el Nuevo Testamento el equivalente “eterno” no siempre significa sin


principio ni fin de días. En 2 Pedro 1:11 se habla del “reino eterno” de Cristo. No
obstante, sabemos que Cristo reinará exactamente mil años, y no eternamente.
Sabemos que después de ese periodo de tiempo Jesús le entregará su reino al
Padre, para que Él Sea todo en todos (1 Corintios 15:24,28). Igual sucede en
Hebreos 9:12 donde se habla de la “redención eterna”, aunque dicha redención
fue hecha hace dos milenios, una vez y para siempre.
Ésta no es diaria y por la eternidad. Dios no nos redime todos los días, pues
Jesús, repito, murió una sola vez y para siempre.

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Concluimos que Jesús es “desde los días de antaño”, porque estuvo “presente”
dentro de los planes de Dios desde el principio del mundo (Apocalipsis 13:8).
Esto, por cierto, sólo fue un plan anticipado de un Hijo aún no existente. Y,
¿Cuándo empezó a existir el Hijo?¿Acaso fue eterno?. Sorpréndase al leer Lucas
1:35: “...por lo cual el Santo Ser que nacerá será llamado Hijo del Altísimo”.
¿Cuándo, entonces, comenzó a existir el Hijo de Dios como tal? ¿En la
eternidad? ¡No! Sino cuando aparece como el Mesías, el enviado de Dios. Sí,
María dio a luz a quien sería llamado “El Hijo de Dios”.

“Será llamado” implica un momento en que Jesús no era llamado Hijo, pues no
existía. Es interesante lo que Pedro dice en el sentido que Dios tiene “Su
determinado consejo y anticipado conocimiento” (Hechos 2:23). También dice
de Jesús: “Ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero
manifestado en los postreros tiempos por amor a vosotros.” (1 Pedro 1:20).

Jesús Antes que Juan:

En Juan 1:15 Juan el Bautista dice de Jesús: “Es antes de mí; porque era primero
que yo”. Los Trinitarios sostienen que Juan no se refería a la diferencia de edad
de Jesús con respecto a él, pues Juan era mayor que Jesús por seis meses. Lo que
los Trinitarios suponen es que Juan se refería a la “preexistencia” de Jesús, a su
existencia anterior antes de nacer de María. Sin embargo, el Nuevo Diccionario
Internacional del Evangelio de Juan señala que la frase ambigua “antes de mí”
puede referirse a su superioridad de rango.

Igual ocurre con la palabra “primogénito (primero)”. Jesús es el primogénito de


la creación de Dios (Colosenses 1:15). Pero: ¿Indica que él es el primero en ser
creado? ¡No necesariamente! Aquí primogénito es sinónimo de superioridad.
Ismael es el primogénito de Abraham, pero Dios considera a Isaac el
primogénito (el que tiene el derecho a la primogenitura y de todo lo que ello
envuelve---Ver Éxodo 4:22). La palabra griega “protótokos” (primogénito) tiene
el elemento “primo”, que puede referirse tanto a posición como a tiempo. Esto
es importante. Pablo no se refiere a la prioridad de Cristo, sino a su soberanía
sobre toda la creación. Otros ejemplos de “primogenitura” son ‘Efraín’ (aunque
Manasés nació antes---Jeremías 31:9). ‘David’ (aunque era el menor de ocho
hermanos---Salmo 89:20, 27), ‘José’ (aunque era el undécimo hijo---1 Crónicas
5:2).

“Yo no Soy de Este Mundo”:

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En Juan 8:23 Jesús dice: “Vosotros sois de abajo, Yo soy de arriba; vosotros sois
de este mundo, yo no soy de este mundo”. Al leer este texto, cualquiera opinaría
que Cristo vino de otro lugar, como un extraterreno. Los Trinitarios piensan que
Cristo vino literalmente del cielo a la tierra, encarnándose en la virgen María.
Pero lo sorprendente del caso es que también los cristianos ¡No son de este
mundo! Jesús, al orar al Padre dice: “No ruego que los quites del mundo, sino
que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo”
(Juan 17:15,16). ¿Concluiremos, entonces, que como cristianos hemos bajado
literalmente del cielo? Pues bien: ¿Qué significa que los cristianos no son de este
mundo? ¿Acaso que los cristianos están de paso en este planeta y que después
de morir irán al cielo para vivir con Dios y Cristo? ¡No! La respuesta la da San
Juan en 1 Juan 4.4-6. Estos versículos dicen: “Hijitos, vosotros sois de Dios, y
los habéis vencido, porque mayor es el que está en vosotros, que el que está
en el mundo. Ellos son del mundo, por eso hablan del mundo, y el mundo los
oye. Nosotros somos de Dios...”.

Concluimos, luego, que cuando Jesús decía “no ser del mundo”, lo que estaba
diciendo era que ‘era de Dios’---¡Le pertenecía! Igual ocurre con los cristianos.
Ellos no son de este mundo porque sencillamente ¡son de Dios!, ¡Le pertenecen!.

“Salido de Dios”:

En Juan 16:28 Jesús dice: “Salí del Padre, y he venido al mundo...”. Sin embargo,
los falsos profetas que hay en la tierra también han “salido al mundo” (1 Juan
4:1) y no por ello vamos a creer que ellos estuvieron fuera del planeta antes de
su manifestación pública.

“El Verbo era Dios”:

En Juan 1:1 leemos: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el
Verbo era Dios”. Luego en el Versículo 14 se nos revela que este Verbo fue
hecho carne y habitó entre nosotros. Este Verbo está relacionado---
aparentemente---con Cristo, y se nos dice que era Dios.

El comentario Conciso de Young, termina el verso como “Y la palabra era


Dios”, o más literalmente: “Y un Dios (p.e. un ser divino) era la Palabra”.
Moffatt dice: “El Logos era divino”, Goodspeed dice: “La Palabra era divina”,
C.C. Torrey dice: “La Palabra era Dios”. Jurgen Becker dice: “Y un Dios era el
Logos”. Johannes Schneider dice: “Y de la clase de Dios era el Logos”.

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En 1933 el erudito en Griego E.C. Colwel publicó un artículo titulado: “Una
Regla Definida para el Uso del Artículo en el Griego del Nuevo Testamento”.
En él escribió: “Un predicado nominativo definido tiene el artículo cuando
precede al verbo...un predicado nominativo que precede al verbo no puede ser
traducido como un indefinido o un sustantivo “cualitativo” sólo debido a la
ausencia del artículo...”

Tal vez usted ha notado que la advertencia de este erudito de que un sustantivo
predicado anartro que precede al verbo debe ser entendido como definido-si el
contexto lo sugiere. Además, a lo largo de su argumentación Colwell enfatizó
que “el predicado es indefinido en esta posición-sólo cuando el contexto lo
demanda. En ningún lugar dice que todo sustantivo predicado anartro que
precede al verbo en Griego son sustantivos definidos. Ninguna regla inviolable
de la gramática, sino el contexto debe guiar al traductor en tales casos”

El Diccionario de la Biblia---dice John L. McKenzie: “Juan 1:1 debe ser


rigurosamente traducido: ‘La palabra era con el Dios (el Padre) y la palabra era
un ser divino’. Y El Jornal de Literatura Bíblica, vol. 92, 1973, págs 85-87, Phil
Harner dice: “No hay base para vincular el predicado “theos” como
definido...En Juan 1:1 creo que la fuerza cualitativa del predicado es tan
prominente que el sustantivo no se le puede considerar como definido”.
Probablemente la conclusión del texto puede ser traducido: “La Palabra tuvo la
misma naturaleza como Dios”.

James Denny (en Letters of Principal to Robertson Nicoll), 1920, pp.120-126,


insistió que en el Nuevo Testamento NO dice lo que nuestras Biblias y sus
traductores sugieren en Juan 1:1. “La Palabra era Dios” no es la exacta, pues en
el Griego “Dios” (theos) sin el artículo realmente significa “teniendo la calidad
de Dios”, no siendo uno a uno con Dios”.

Resumen:

La Biblia enseña que sólo hay un Dios, el Padre (1 Corintios 8:6). Nuestro Señor
Jesús enseñó que sólo Su Padre es el único Dios verdadero (Juan 5:44, Juan 17:3).
También es importante destacar que los Judíos del Antiguo Testamento repetían
que Jehová era Uno (Deuteronomio 6.4). En el Salmo 110:1 leemos que “el Señor
(“Adonai”) dijo a mi señor (“Adoni”), siéntate a mi diestra...”. Este texto
demuestra claramente que Jehová (Yahweh- “Adonai”) no es el mismo Señor
Jesucristo, el Mesías (“Adoni”). Este Salmo destruye la tesis de un Jesús Jehová.
Por tanto, sólo Yahweh (“Adonai”) es uno, sin la inclusión de ningún “Adoni” o
Señor Mesías.

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Por otro lado, la noción de un Cristo preexistente en el cielo antes de su
encarnación se formuló entre los padres apostólicos de los concilios de los siglos
III y IV d.C. La influencia del platonismo y del gnosticismo adulteraron la
creencia original de un solo Dios verdadero, por otro Trinitario. Que Cristo haya
existido como Dios en el cielo antes de su encarnación no tiene un apoyo sólido
en las Escrituras. Lo que la Biblia parece enseñar con claridad es que Dios tuvo
Su Hijo Primogénito y Unigénito en su nacimiento en María (Lucas 1:35). Por
tanto, antes de ese magno acontecimiento, Jesús sólo existía en los planes y
propósitos de Dios. Dios preconoció a Su futuro Hijo, y lo destinó
anticipadamente para ser el salvador del mundo. Pero Jesús aparece en la
historia sólo cuando nace como hombre, del vientre de María. Antes sólo existía
en la mente de Su Padre (1 Pedro 1:20; Hechos 3:23).

Para Mayor Información Escribir A:

Ing°. Mario A Olcese


molceses@hotmail.com

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