Introducción
Uno en Voluntad
Según el contexto en Juan 10:37,38 las obras de Jesús eran las obras de Su Padre.
El dijo que la unidad del Hijo con el Padre estaba precisamente en las obras que
él hacía, obras que eran del Padre pero efectuadas por el Hijo. Y para que el
Hijo hiciera las obras de Su Padre era necesario que él renunciara a Su voluntad
para hacer la voluntad de Su Padre. Ellos estaban (…y están) unidos por la
Voluntad en común.
Los cristianos deben ser igualmente Uno (compartiendo la misma voluntad del
Padre). En Juan 17:11,21 leemos: “…Padre santo, a los que me has dado,
guárdalos en tu nombre, para que sean UNO, así como nosotros. Para que
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todos sean UNO; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean
UNO en nosotros…”. Esa unidad que los creyentes deben mantener o alcanzar
es la Unidad de la voluntad, teniendo UN mismo espíritu (Efe. 4:3), y una
misma meta, una misma fe, y una misma Esperanza de nuestra vocación
(Efe.4:4). Es decir, un mismo SENTIR (Fil. 2:2; 4:2; Jesús fue claro cuando dijo:
“Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi
hermana, y mi madre” (Marcos 3:35). Estamos llamados, pues, a unirnos a la
voluntad del Padre para que todos seamos UNO. Es menester abandonar
nuestras propias voluntades particulares para hacer la voluntad de Dios, la cual
es la misma voluntad del Hijo que los UNIFICA. La concordancia de las
voluntades une a las partes. ¿Pueden acaso andar juntas dos personas si no
estuviesen de acuerdo? (Amós 3:3).
Incluso los esposos ya no son dos sino UNA sola carne. Hay una unidad en la
carne, pero hay otra UNIDAD de la voluntad. Ambos deben compartir la
misma voluntad. Y así como Cristo acepta la voluntad de Su Cabeza, la cual es
Su Padre; igualmente la esposa acepta la voluntad de Su Cabeza para que
pueda mantenerse la UNIDAD matrimonial. Si la esposa y el esposo quisieran
hacer prevalecer sus voluntades, ¿podrían andar juntos para siempre?
Recordemos que la misma Sara dio ejemplo de sometimiento a la voluntad de
su esposo por medio de la obediencia (1 Pedro 3:6). Si la mujer no entiende este
principio básico, y si el marido tampoco entiende que debe someterse a la
voluntad de Su Cabeza, la cual es Cristo, jamás podrán vivir siempre juntos. La
unidad es fundamental para que prevalezca cualquier vínculo.
El hombre es cabeza de la mujer, y ella debe estar sujeta al marido (Efe. 5:22)
por la sencilla razón de que el varón fue creado primero que la mujer (1 Tim. 2:13).
Es decir, el hombre vino a existir primero o antes que la mujer, y ésta es una
razón suficiente para su autoridad sobre la mujer ¿Y qué diremos de nuestro
Señor? ¿Por qué el Padre es cabeza del Hijo? (1 Cor. 11:3) ¿Por qué Jesús se
sujetará finalmente al Padre? (1 Cor. 15:28) Pues porque el Padre existió en la
eternidad, y él no. Dios es antes o primero que el Hijo. Jesús es menor que el
Padre (Juan 14:28) y como tal se somete al superior, al que es antes que él y que
de todas las cosas.
Juan el bautista dijo: “El que viene después de mí (El Mesías), es antes de mí;
porque era primero que yo” (Juan 1:15). Otra versión lo vierte así: El que viene
después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo".Aquí Juan
reconoce que Jesús, aunque nació seis meses después que él, es primero que él.
Su primacía estaba en su existencia anterior a la de Juan. Cristo realmente era
antes que Juan. Matthew Henry comenta sobre este pasaje así: “Respecto a la
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orden del tiempo y la entrada en su trabajo, Cristo siguió a Juan, pero en cada otra
manera era antes de él. La expresión muestra que Jesús tenía existencia antes de que
apareciera como hombre sobre tierra evidentemente”.
Del mismo modo cuando Jesús dijo que Su Padre “mayor es que yo” (Juan
14:28) lo que estaba diciendo era que Su Padre existía antes que él mismo
viniera a la existencia por engendramiento. También el dijo: “Mi Padre que me
las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi
Padre”.
De modo que podemos concluir que Cristo está subordinado al Padre, quien es
Superior o mayor que todos. Esta sujeción del Hijo al Padre, como aquella de la
esposa al esposo, o de Juan bautista a Jesús se debe a que uno antecede al otro.
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