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ARGENTINA: Cee)
2 HISTORIA DE UN
”° ~ PAIS PERIFERICO.
1860-1914
JOSE PANETTIERI
BRUOTECAS. El crecimiento econémico
1.E1 pais real. Las grandes distancia
Al comenzar los aflos 60, Argentina era todavia un pais no integra
do. Una era \a repablica delineada en los mapas, con sus limites, reco.
‘nocidos internacionalmente, y otra la Argentina real, sobre la cual el
Estado ejercia efectivamente su autoridad y soberania, Fuera de ésta
¥ Separada por una linea fluctuante, llamada frontera, existian, al sur,
al sudoeste y al norte de la misma, extensas zonas, enormes espa:
ios vacios que comprendides dentro de los limites geogratices Gel
pals, escapaban a la jurisdiccién del Estado. Estas vastas regiones,
habltadas por distintas tribus indigenas, que frecuentemente rebasa’
ban las fronteras interiores para incursionar en tierras de blancos, su
maban en conjunto una extension mayor, en kildmetros cuadrados,
Que el espacio ocupado por el pais real (alrededor de un 20 % dela Su
perficie total) *
Aste grave problema, que tardaria todavia unos ahos en encontrar,
434 solucion. se sumaban las grandes distancias, el aislamiento y 1a
escasez de medios de comunicacién, coma factores determinantes
en ia falta de integracién econémica del pais.
‘A mediados del siglo pasado, tanto Ios caminos que conectaban
las distintas regiones como los vehiculos que por ellos traasitaban,
‘muy poco habian cambiado desde la époea de la constitucién del
Virceinato del Rio de la Plata. Se estaba ya en los inicios del ferro
carrily sin embargo la carteta y as mulas para el trafico, y las diligen-
clas y otros vehiculos para el transporte pablico, constitulan fos tn
os medias para recorrer esas enormes distancias.
Pocas eran las vias de comunicacién y pésimo el estado de las mis:
‘mas, Debido ala inexistencia de pavimentacion y de adecuados sista:
trontara exterior
Néstor Tomas Auza, “La ocupacion del espacio vaclo: de
Ealtoral Suc
1876-1810" an: Argentina del 80 al Centenario, Buses A
‘mericana, 1860.9"
2B
mas de desagues,e! tuncionamiento de los caminos dependia de las
variaciones climaticas, siendo practicamente intransitables en enc.
cas de lluvia; de allf que en los meses de invierno disminuyera consr
erablemente el trafico comercial y aumentaran por consiguiente los
tietes.
os eran, en esos afos, las rutas principales que atravesaban el
pais" la de Chile y la del Perd, cuyas existencias se remontaban al pe
Fiodo anterior a la conquista. Fueron las que trazaron los conquista
ores y colonizadores espafoles, que a su vez marchaban por las ya
lrazadas y transitadas por los indios.
De las dos, era entonces mas importante la del Perd. Fueron lo8 in
dios, aquelios que ocupatan la zona donde el Carcarana desembocs
fen ei Parand, quienes noticiaron a Gaboto, en 1527, de la existencia
de Ia ruta del Perv, y le indicaron que por ella se podia llegar a las
sierras de a plata. Y también fue ase el camino que luego descrbiria,
sin ahorrar detalles, Concolorcorve, en su Lazarilo de Ciegos Cami.
nantes. & su vera fueron surgiendo cludades que serlan luego capita
les de provincia: Santiago del Estero, San Miguel del Tucuman, Cord.
ba, Salta y Jujuy; y fue dicna ruta la que alentd la vida de esos contros
urbanos. @
‘Acemas de estas dos largas rutas, habia otras que ligaban entre si
algunos centros, como seria de Buenos Aires a Rosario la de esta ul
tima con Santa Fe; la de Cérdoba a Blo Cuarto; la de Mendoza a San
suan y fa de San Juan a San Luis; caminos todos transitabies para
‘cualquier carruaje, Pero estaban también las que unian el centro y
‘este del pais y que, siendo sélo transitables en lomo de mula, cebian
sortear un serio obstaculo, la travesia de las salinas, que De Moussy
eline como “desierto que tlene de 15 a 25 leguas de ancho, sin agua
ni pasto”.3
Seria sumamente tedioso seguir describiendo otras rutas trazadas
por el hombre y que en realidad no eran muchas. Salvo esas pocas,
gran parte de ias cuales existian desde antano y casi nada habian
‘cambiado, solamente se contaba con senderos abiertos por el paso
de los animales primero, y de los vehiculos luego; "..puede decirse.
sin exageracién que en la Republica Argentina na hay caminos, si no
se da ese nombre a las huellas profundas y sinuosas formadas no por
el arte sino por et ir y venir de las gentes a través de vastas llanuras,
or en medio de los bosques o por las curoras de las colinas y mon.
faflas”, decia Rawson, ministro del interior, en la Memoria del minis.
teno a'su cargo, correspondiente al aho 1863.
Una idea aproximada de cémo eran los caminos, o mejor dicho de
la falta de ellos, nos la da Woodbine Hinchlilt, quien los recorrié bas.
tante a comienzos de los anos 60:
'l camino era de huella; dos sendas paralelas entre el pasto, for
2Erlaue M, Barba, Rastriladas, huellas y caminos, Buenos Aires, Raia,
1988." 8 :
2 Vicor Matin de Moussy, Description Geographique ot Statisque de la Conte.
eration Argentine, Paris, 1950, 1” SeOarePva *mmadas por e! paso de alguna carreta de bueyes u oto vehicuo; a
Ges las huellas eran tan Superiiciales que apenas se wlan te
Atos despuds, Emilio Daleavs, en ta cada de 0, as desc
los caminos que se alejaban Ges cludad de Suenos Aes oo
Los camines no son propio para facia comnkalones
¥ permitr la citulacion de carvajes igeros Los granaes cannes
mpedrados no se estienden masala de diez klomevras de la ceaes
¥ alin s6lo hay dos. A partir de ese limite no hay mas que caminos en.
{etamente impracticable y tricot, lo mds HecuntomontaNechon
Jantanos y sureados por profundos caries pore raico ae as sere
{as de bueyes; la calzadao piso de esos caminos su rebiancess sore
‘crdinariamante bajo ia infivencia de as fuvas el vonte sees eae
‘ec el fodo que se forma y constuye con i una sopusie oe Ueno
closes que los caruajos ligars no puecen araveanr dasha:
Yasea-enlas Memorias dol Ministerio dt In
Jel Interior, como en diva
sas publicaciones periodieas, a inonistencia de eaminoe premony
te dichos consttuye una tomalica que se rep continuarterte Toan,
Bien en las paginas esertas por os viajerss quo wainaon ao orion
Ces el pals, arcontamos relatos de alguna peripeciaecasonaca 9
accidentes del terreno; de todo esto se deduce la poca sequidad de
105 woes yl rgulariadl Go as comusieasonsse oreo
ora bien, hasta qué punto el medio estimula y dos
imulay desaroiata capa.
cidad humana de vencerobstéculos va conforando tl ipo oe
cmbre cuyos habitos se ajusten a las necesidacesy postldades
que la existencia daria te presenta, y hasta en qué medos cee
Tomb esutante puede asombrarnes en suvoluntad Ge vencria
uraleza, 6 algo de lo que se puede tone alguna dea al conor
c6mo viajaba el habitante del pais al promediar los del
senor Pal al promeciar ios anos Secent del
Martin de Moussy, que escribe en os dtimos anos de
aang . Aitimos afos dela década an
terior, nos dice dela osacla con que tanto el hombre Ge ia cluded oy,
‘mo el del campo, hasta el exiranjer, una vez acoctumbrade se lane
aba ala aventura cal viaje sin tener asaguracbs nabitaconmnatinen,
to. nos habla de un sentido nuovo que ae Gesarala on ol ajeoee
grandes cistancias: “es 0! do la memoria de los lugares de oes
Slacién de las dstancias" y ue levado a sy exprenon mas agussen
108 pone an presencia del baqueano, ese gua de las pampas tote g
ue ianias pina se han aecio®: o qu ol ho, une co
‘Satisfacer necesidades, iba configurando sus respuestas a {2
ciones del medio. rawando pest Se incite
Los obstéculos que ese hombre debia vencer eran de dos tigas los
{Megson Hincilt,le a Pta en 8, Banos A, Hac 155
milo Gareaus, ay Costumes en late, Soanoe neers
Victor Martin de Moussy, op. cit. a
30
impuestos por la naturaleza y los creados por sus semejantes. Entre
los primeros estaban las largas jornadas por lugares donde en
muchas leguas quiza no se encontraran indicios de vida humana y
Gonde habia que tener un conocimiento bastante acabado del terreno
Sora aventurarse en i Era necesario saber donde se podria encontrar
Sha aguada para dar de beber alos animales, conocer el estado dellos,
pastos en la region a intemarse, no errar en la direccién de la préxima
asta donde debian hacerse los relevos. Si se trataba de una zona sur
Bada por ros, habia que conocer el vado que ios hiciera accesibles,
Gue los puentes y barcas, que habian comenzado a establecerse des-
Buss de 1863, no abundaban todavia, Si debia atravesarse un bosque,
bra preciso Duscar fa picada'ya abierta. Si lo que nabia delante ora
‘ina travesta, no se podla ignorar que la mula era el Unico animal ca-
paz de encararla.
'V junto a esta forma cotidiana y previsible de la naturaleza, estaba
laaccidn periédica ono, prevista 0 imprevista, de sus elementos, sul
Cente para trastornar el orden establecido hasta el punto de llegar a
Gposibiitar e paso del hombre: una lluvia que velviera impracticable
lUncamino, la creciéa de un rlo.que lo hiciera desbordar, una nevada
{que obstruyera un paso en la montana, una falta prolongada de agua
Que secara pastos y aguadas. 7
staban también los obstculos que creaba el hombre; por una par-
tee indio, imitando con su presencia el avance del blanco y hacien-
do peligrar la seguridad ce los viajes con sus ataques sorpresivos; por
factraja convulsionada marcha de los acontecimientos politicos, que
podia, momentdneamenta, interrumpir el normal trénsito por rutas ya
{stablecidas. Es relatando su viaje durante el afo 1861 que Hinchitf
hace alusiones a la inestable situacion que dificultaba las comunica-
ciones. Cuenta al respecto que encontréndose en la provincia de
Entre. Rlos, ¥ querlendo viajar de Parana a Nogoyé, siente con sus
‘companeros el tamor de encontrarse con algunos soldados de Ur
‘guiza, en cuyo caso “el menor dafo que podria sobrevenir seria
{Quedarnos sin caballos y abandonados en medio del campo”. Lo mis-
tho que cvando, legando al final de su vale, tratando de emprender
otro hacia Mendoza, relata decepcionado:
“Todas las indagaciones efectuadas en Rosario y Parané, corrien:
do el mes de noviembre, hablan tenido la decepcionante respuesta de
{Que era imposibie por el momento comunicarse con el oeste lejano
de! pals. Los negociantes del lo de la Plata no podian enviar dinero
fa Chile a través de las pampas; la guerra habia arrastrado con
hombres y caballos de varias postas entre Rosario y Mendoza; gente
de mal vivir, unida con soldados desertores, se congregaba para po-
Nerse en accion, con desprecio de las leyes; os indios ganaban venta-
jas entre aquella turbulencia para efectuar nuevas incursiones
{Guno de los capturados por ellos tenia posibilidad de salir con vida’
1 Mga targure, Aounte inate para ura wvestigacin ste os rgenes do
ia Aegon oder Sigca porsoss Panel, anos 1868-1068.
Swooabine Hinchilf, op. cit
a