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Judaísmo - 22/05/2008

PARASHAT HASHAVUA
"Bejukotai''
Interpretación y comentario
en la reciente fiesta de Pesaj fuimos a pasear a la Ciudad Vieja de Jerusalem. Después de rezar en el Muro
Occidental, una de las mujeres que allí mendigan ayuda, llamó a mi hija menor y le dijo: "Ven, dame una
ayuda (tzedaká) y te daré una bendición''. Mi hija tomó mi mano y me estiró para un lado, mientras yo lo hice
para el otro. "Ven mamá, la mujer quiere darme una bendición, ¿por qué no quieres?'' Sentí su deseo
inocente de responder a esa oferta atractiva y ella sintió mi incomprensible negativa. Sentí un dolor en el
corazón por el hecho de que una visita al Muro me dejó un gusto amargo. Debía darle a mi hija una respuesta
rápida y una explicación a mi negativa. Le dije que yo no estaba dispuesta a que reciba una bendición de
cualquier persona.
Ahora, analizando la parashá "Bejukotai'', recuerdo aquella experiencia con mucha fuerza y la misma me
causa repulsión. ¿De dónde tiene la mendiga del Muro, el atrevimiento de repartir bendiciones con un hilo rojo
por cinco shekéls? ¿Por qué ella tiene el derecho de transformar la experiencia de encontrarnos en un lugar
sagrado, en una ocasión para sentir por lo menos -en mi caso- una burla al concepto de bendición?
Nuestra parashá cierra el conjunto de leyes del libro de Levítico con una larga lista de bendiciones y
maldiciones. Algunas veces, no es fácil escuchar las bendiciones y las maldiciones e identificarse con la idea
según la cual la buena conducta recibe una recompensa y el desvío de los preceptos de Dios y la
desobediencia exigen un castigo inmediato.
Quiero concentrarme en las raíces del concepto de la bendición judía. Según M.D. Casuto (Enciclopedia
Mikrait, concepto "brajá'', vol. 2, pág. 354), la idea original de la palabra "brajá`` (bendición) era la entrega de
un presente de Dios al ser humano a cambio de los sacrificios que la persona le ofrecía en su culto. El ser
humano bendecía a Dios y expresaba ante Él sentimientos de agradecimiento, temor, respeto, amor y
alabanza. Y Dios bendecía al ser humano, es decir, le entregaba a él Sus presentes. En ese caso, la
bendición era una parte significativa en el diálogo existente entre el ser humano y Dios; las bendiciones
humanas y las bendiciones Divinas eran idénticas en sus referencias, pero diferentes en su esencia, aunque
ambas eran componentes de esa relación.
A continuación, Casuto destaca que "en el Antiguo Oriente estaba difundida la creencia -basada en el
concepto del poder mágico de la palabra expresada- que las palabras de bendición o maldición -¡y
especialmente las palabras de maldición!- cobraban vida por sí mismas y se transformaban en realidad''. Él
encuentra en la Biblia testimonios de esta creencia dentro del pueblo de Israel y de otros pueblos, pero
destaca que esa idea se contradice con la idea de la religión bíblica según la cual "no es de imaginar que
haya en la palabra del ser humano el poder de actuar por sí misma sin la Voluntad de Dios, porque sólo de Él
sale lo bueno y lo malo''. Si es así, entonces las bendiciones entre los seres humanos son sólo deseos o
rezos para que Dios actúe según la bendición. En un diálogo humano (de bendición), se forma un triángulo en
cuya base se encuentran una persona frente a otra y la fuente del poder es el Ser Superior.
¿Cuándo ocurre que la bendición que recibimos es significativa y queda grabada en nuestra memoria? Quizás
cuando la contraparte en el diálogo es una persona que tiene mucha importancia para nosotros, que nos mira
a los ojos y que ve nuestros anhelos, y en ese mismo momento dice las palabras que van a resonar dentro
nuestro.
A veces, siento que vivimos en una época en la cual las bendiciones se transformaron en un producto barato.
Reconozco que extraño aquellos días que no conocí, en los cuales, quizás, las palabras tenían más valor.
Como dice Abraham Iehoshúa Heschel: "La vida dentro del cuerpo es maravillosa y linda, pero más
maravillosa y linda es la vida dentro de una palabra. La palabra es más importante que el mundo: todo fue
creado por la palabra de Dios. La Torá es una constelación de palabras sagradas. Cuando una persona
buena muere, su alma se transforma en una palabra que continúa viviendo en El Libro de Dios''.
(A.J. Heschel, "Moral, grandeur and spirituality audacy", pág. 373).

Estudio y análisis
Rabino Dr. Alexander Even-Jen
Profesor de Pensamiento Judío, Instituto Schechter de Estudios Judaicos Jerusalem
"Si en Mis leyes os vais a encaminar y Mis mandamientos vais a guardar y los vais a cumplir, Yo daré
vuestras lluvias en su tiempo y dará la tierra su producto y el árbol del campo dará su fruto'' (Levítico 26:3-4).
¿A quién van dirigidos estos versículos? Puesto que en el Tratado de Avot está escrito: "Antignos de Sojo,
que recibió la tradición oral de Shimón el Justo, solía decir: No imitéis a los esclavos que sirven a sus amos
con la esperanza de ser recompensados; mas servid a Dios como aquellos servidores que lo hacen
desinteresadamente, profesando siempre la veneración a Dios'' (Tratado de Avot 1:3).
Muchos versículos en la Torá se refieren a la "recompensa'' que el pueblo de Israel se supone que recibirá en
caso de cumplir con los preceptos de Dios. ¿Cómo puede Shimón el Justo decir algo como aquéllo? Puesto
que parecería que la mayoría del pueblo son esclavos. ¿Y qué tiene de malo el culto a Dios por el cual la
persona espera influir positivamente en favor de su familia y de ella misma?
¿Puede ser que una persona cumpla con los preceptos sin esperar "recompensa'' a cambio? ¿No hay en esta
exigencia un desentendimiento de la naturaleza humana?
¿Por qué utilizar la imagen de la "esclavitud''? Ciertamente, en muchas fuentes el pueblo de Israel es
descripto como ``esclavo de Dios'', pero ¿esta imagen refleja la experiencia religiosa que anhelamos? ¿Acaso
la imagen que usa Abraham Iehoshúa Heschel para describir la relación entre el ser humano y Dios -el ser
humano es descripto como "socio'' de Dios-, no es más apropiada para nuestras aspiraciones espirituales?
Editado por el Instituto Schechter de Estudios Judaicos, la Asamblea Rabínica de Israel, el Movimiento
Conservador y la Unión Mundial de Sinagogas Conservadoras.
Traducción: rabina Sandra Kochmann.
Rabina Valerie Stessin, vice directora de la fundación TALI

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