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INSTITUTO LATINOAMERICANO DE LA COMUNICACIÓN EDUCATIVA

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CENTRO DE ESTUDIOS EN COMUNICACIÓN Y


TECNOLOGÍAS EDUCATIVAS

Maestría en Comunicación y Tecnologías Educativas

Módulo de Comunicación y Educación

Tarea Sesión No. 13

Reseña
La educación desde la comunicación

Del malestar al des-orden cultural

Tutor: Maestro. Enrique Cuauhtémoc Arellano Aguilar

Sede ILCE
Verónica Peña Caamaño
vpena2709@cecte.orbis.edu.mx

21 de octubre de 2008
La educación desde la comunicación
Martín-Barbero, J. (2002). La educación desde la comunicación. En Enciclopedia
Latinoamericana de Sociocultura y Comunicación. (pp. 9 - 77). Buenos Aires, Grupo
Editorial Norma.

En este libro Martín Barbero hace una crítica a la separación que han hecho los académicos
y pensadores entre el libro, como “. . . el último resquicio y baluarte del pensar vivo, crítico,
independiente. . .” y los medios de comunicación denominándolos como la avalancha de la
frivolidad y es que en la televisión se engendra hoy la más masificadora homogeneización y
el repliegue hacia lo privado. Estos pensadores identifican la videocultura con la decadencia
y el fin del pensamiento pero, apunta Barbero, esta crítica no permite distinguir, por un lado,
la complicidad de la televisión con la manipulación del poder y de los intereses mercantiles, y
por el otro, el lugar estratégico que ocupa en la cultura cotidiana de las mayorías, la
transformación de las sensibilidades, los modos de percibir el espacio y el tiempo y de
construir imaginarios e identidades. Este desencanto letrado conduce al escamoteo de la
política.

Barbero lo que propone es una alfabetización plural, no únicamente de la escritura fonética,


sino también de las múltiples escrituras del mundo audiovisual y del texto electrónico, no
propone la sustitución de un medio por otro, sino la articulación del libro con los otros. Porque
señala, de un mínimo de continuidad entre ellos va depender, en buena mediad, no solo el
futuro de la civilización occidental, sino el porvenir de la democracia.

Los medios de comunicación han introducido una brecha cada vez más amplia, desde donde
enseñan los maestros y desde la que aprenden los alumnos, pues estamos ante una
profunda reorganización que hoy atraviesan los modelos de socialización, pues ni los padres
constituyen el patrón de la conducta, ni la escuela el único lugar para aprender.
El estado debe atender la influencia que la televisión está teniendo sobre la sociedad y no
persistir en mantener separadas las políticas en los ámbitos de la cultura y la comunicación,
del de la educación.
De a cuerdo a Barbero, la escuela debe pensar menos en los efectos ideológicos y morales
de los medios y más en el ecosistema comunicativo, que configure en la sociedad una trama
conformada por las interacciones de lenguajes, escrituras, representaciones y narrativas,
penetrando, ya no de forma puntual, sino transversal.
La escuela debe pensar en un proyecto educativo que replante la idea de cultura y comience
a dar entrada a las ciencias y a las tecnologías, incorporándolas como tecnologías
intelectuales, como estrategias de conocimiento. Además, de incorporar como objeto de
estudio los relatos y las estéticas audiovisuales que son la literatura diaria de las mayorías.
Aprender a leer esa literatura significa aprender a transformar la información en conocimiento
por un lado y por otro, aprender a distinguir y apreciar sus inercias narrativas y sus trampas
ideológicas. Para este siglo aprender a leer los textos audiovisuales y los hipertextos es
condición indispensable de la vigencia y el futuro de los libros, sin éstas, no sobrevive el
primero.
La crisis del libro remite a un espacio más ancho de cambio cultural, el que conecta las
nuevas condiciones del saber con las nuevas formas del sentir y ambos con los nuevos
modos de estar juntos en las nuevas figuras de la socialidad. Tal como sucedió con el
periódico, que fueron los impresores los que con él buscaron escrituras y narrativas que
ensancharan el público lector. La crisis del libro se da en el sentido de su descentralización y
la pluralización de los modelos de existencia del texto escrito como de sus usos sociales. La
lectura pierde su focalidad para desplazarse sobre otras escrituras y textos, desde el
videojuego al videoclip, desde el graffiti al hipertexto.
La situación que atraviesa la nación es similar a la que vive el libro, tensionada entre el doble
movimiento de lo local y lo global, pero el malestar en lo nacional no es solo un efecto de la
globalización, sino la manifestación evidente del déficit de una cultura en común, de una
configuración de lo nacional. Es necesario voltear la mirada a lo popular que ha integrado la
construcción de una nación que creían haber construido solo los políticos y los intelectuales.
Lo nacional rehecho en su mezcla de realidades y mitologías, computadoras y cultura oral,
televisión y corridos.
No estamos solo frente a un hecho tecnológico, sino ante profundos cambios en las prácticas
culturales de memoria, de saber, de imaginación y creación; y la escuela se ha convertido en
un lugar donde esa mutación es un conflicto. Los cambios tecnológicos registrados en la
escuela son más para la fachada que para adentro. El uso de los medios en la escuela es
más bien instrumental, por lo que se les abstrae de sus peculiaridades comunicativas y de su
densidad cultural.
La revolución tecnológica que estamos viviendo no afecta por separado a cada medio, sino
produce transformaciones transversales que ponen de manifiesto el nacimiento de un
ecosistema comunicativo conformado, además de las máquinas y los medios de nuevos
lenguajes, escrituras y saberes, a causa de la hegemonía de la experiencia audiovisual sobre
la tipografía y la reintegración de la imagen al campo del conocimiento.
Durante el siglo pasado los medios fueron el recurso para integrar las nacionalidades en
Latinoamérica, pero actualmente el proceso se está llevando a la inversa, pues son unos de
los agentes más poderosos de devaluación de lo nacional. En el plano político la identidad de
los medios ha cambiado profundamente, están pasando de ser meros intermediarios de la
formación política a mediadores en la construcción del discurso y de la acción política, de
transmisores de información han empezado a actuar en la política.
Uno de los cambios más importantes es la forma en la que los medios se relacionan con los
públicos convirtiéndolos de una cultura de masas a audiencias segmentadas, porque los
medios saben que la audiencia no es un ente indiferenciado y pasivo sino está constituida
por una diversidad de gustos y modos de consumir, sin embargo esta diferencia solo es para
efectos vendibles, pero no en términos culturales, ya que la integración es solamente parte
de un poderoso movimiento de globalización que nos desintegra al hacer prevalecer la
competitividad entre los grupos.
Del malestar al des-orden cultural
El des-orden cultural que vivimos en América Latina se debe al des-centramiento que
atraviesa la modernidad en la existencia de destiempos que son residuos no integrados de
una economía y una cultura otras, que trastornan el orden secuencial del progreso y libera
nuestra relación con el pasado. Separar la modernización de su contexto no es sino la
prueba de que los procesos que la conforman han perdido su centro.
Y en este proceso el protagonismo de las tecnologías, antes llamadas medios, es cada día
mayor, pues se instala en una región o país como elemento exógeno a las herencias
culturales y a las demandas locales, y se convierte en un conector universal en lo global, que
produce grandes paradojas. . . ”: la convivencia de la opulencia comunicacional con el
debilitamiento de lo público, la más grande disponibilidad de información con el palpable
deterioro de la educación formal, la continua explosión de imágenes con el empobrecimiento
de la experiencia, la multiplicación infinita de los signos en una sociedad que padece el más
grande déficit simbólico. La convergencia entre sociedad de mercado y racionalidad
tecnológica disocia la sociedad en <<sociedades paralelas>>: la de los conectados a la
infinita oferta de bienes y saberes, la de los inforricos, y la de los excluidos cada vez más
abiertamente tanto de los bienes más elementales como de la información exigida para poder
decidir como ciudadanos”

Esta experiencia de desmitificación de las costumbres desde donde nuestras sociedades en


América Latina ponían su confianza derriba la ética y desvanece el ambiente cultural.
La televisión es el medio que más radicalmente desordena el campo de la cultura, pues la
experiencia audiovisual la replantea de raíz desde los modos mismos de relacionarse con la
realidad, desde nuestra percepción del espacio y el tiempo.

En América Latina habían sido los medios, y en especial la televisión, la que ayudó a la
conformación de lo nacional. En los años veinte ayuda a la síntesis de la particularidad
cultural y la generalidad política. En los cuarenta el nacionalismo se transforma en
populismos que consagran el populismo del estado en detrimento de la sociedad civil. A partir
de los años ochenta la afirmación de la modernidad nacional pasa del estado al mercado
como constructor de predominios. Hoy en día los medios masivos se han convertido en los
agentes de una cultura-mundo que se está representado hoy por los jóvenes en la aparición
de culturas sin memoria territorial. La globalización tecnológica está disminuyendo la
importancia de lo territorial y de los referentes tradicionales de identidad. Esta devaluación de
lo nacional no proviene de las transformaciones que la tecnología telemática produce en las
identidades sino de la erosión interna que produce la liberación de las diferencias Si se mira
desde la cultura planetaria la nacional aparece provinciana.
La búsqueda de la diferencia ha dejado de ser en América Latina la de la autenticidad, para
indagar la forma de nuestra inclusión en la modernidad.
La mayoría en América Latina se está incorporando a la modernidad sin dejar de lado su
tradición oral, no de la mano del libro sino desde los géneros y las narrativas, los lenguajes y
los saberes de la experiencia audiovisual, esa forma de <<oralidad secundaria>>.
Los modos que tenemos de comunicar no están cambiado de viejos contenidos a nuevas
formas sino la transformación está en la naturaleza del proceso. “la aparición de una
<<comunidad mundial>> en que los hombres de tradiciones culturales muy diversas emigran
en el tiempo”.
Son sujetos dotados de una <<plasticidad neuronal>> y elasticidad cultural, es una apertura
a muy diversas formas, adaptación a los más diversos contextos y una enorme facilidad para
los idiomas del video y del computador. Sin embargo estos mismos jóvenes viven un
malestar cultural porque están enfrentados a creencias tradicionales y modernas.
Ahora la tecnología no se piensa para dominar la naturaleza sino para el desarrollo de la
información y la comunicación del mundo imagen.

El más estratégico de los ámbitos, la imbricación de la familia y la escuela, ha sido quizá el


más des-centrado por la televisión y la computadora. Mientras antes el libro permitía
espacios de comunicación exclusivamente para adultos, la televisión desafía esa autoridad
de los padres y permite a los más jóvenes estar presentes en las interacciones entre adultos,
esta última los expone a los temas y comportamientos que los adultos se esforzaron en
ocultar durante siglos. El niño no puede ser culpado por lo que ve, pero sí por lo que lee. En
este múltiple desordenamiento cultural al interior de la familia lo introduce la telvisión.
La escuela es la heredera del texto impreso, lo que permite una correspondencia entre la
linealidad del texto escrito y el desarrollo escolar, el avance intelectual va paralelo al avance
de la lectura, y entre este y las escalas mentales de la edad. El avance en la escuela es
sucesivo y lineal. El rendimiento escolar se mide por edades y paquetes de información
aprendidos. Por el contrario la lectura de la imagen es polisémica. La actual diversificación y
difusión del saber es uno de los retos más serios que tiene que encarar la escuela, pues las
transformaciones en los modos en los que circula el saber constituye una de las más
profundas mutaciones que una sociedad puede sufrir.

El libro debería ser la primera alfabetización formal que pusiera las bases para la segunda
alfabetización que nos abre un mundo de múltiples escrituras que hoy conforman el mundo
del audiovisual y la informática.

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