ADVIENTO
Tiempo de desear
Tiempo de esperanza
Tiempo de vela y vigilancia
Tiempo de oración con María y la Iglesia
Tiempo de preparación para acoger la Palabra
Tiempo para vivir la comunión en la Iglesia que espera
Tiempo para estar con María, Madre de Dios y nuestra
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I.- TIEMPO DE DESEAR
Ojalá rasgases el cielo y bajases. (Isaías 63, 19).
El profeta Isaías describe este deseo con estas hermosas palabras en forma
de invocación: “Ojalá rasgases el cielo y bajases, derritiendo los montes
con tu presencia” (Is 63, 19)
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II.- TIEMPO DE ESPERANZA
Yo esperaba con ansia al Señor y Él se inclinó. (Sal 39, 2).
Oramos en comunión con toda la Iglesia que espera y decimos: “Oh Pastor
de la casa de Israel, que en el Sinaí diste a Moisés tu ley, ven a librarnos
con el poder de tu santo brazo”.
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III.- TIEMPO DE VELA Y VIGILANCIA.
Estad en vela, porque no sabéis el día. (Mt 24, 42).
“Dijo Jesús a sus discípulos: “Estad en vela, porque no sabéis qué día
vendrá vuestro Señor. Estad preparados, porque a la hora que menos
penséis viene el hijo del hombre” (Cfr. Mt 24, 42.44).
Nos dice San Agustín: “Vela con el corazón, vela con la fe, con la caridad y
con las buenas obras; prepara las lámparas, cuida de que no se apaguen,
alimentándolas con el aceite interior de una recta conciencia; permanece
unido al Esposo por el Amor, para que Él te introduzca en la sala del
banquete, donde tu lámpara nunca se extinguirá” (San Agustín, Sermón
93).
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IV.- TIEMPO DE ORAR.
“Señor enséñanos a orar” (Lc 11, 1).
Oramos en comunión con toda la Iglesia que espera y decimos: “Oh llave
de David, que abres las puertas del reino eterno, ven y libra a los cautivos
que viven en tinieblas”.
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V.- TIEMPO DE PREPARACIÓN PARA ACOGER LA PALABRA
“Convertíos porque está cerca el Reino de los cielos” (Mt 3, 2).
“Estoy a la puerta y llamo” (Ap 3, 20)
Nos dice la Escritura que “Por aquél tiempo, Juan el Bautista se presentó en
el desierto de Judea predicando: Convertíos, porque está cerca el Reino de
los cielos. Este es el que anunció el Profeta Isaías diciendo: Una voz grita
en el desierto: preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”. (Mt 3,
2-3).
El Señor llega para invitarnos a una comunión de vida: “Mira que estoy a la
puerta y llamo: si alguien oye y me abre, entraré y comeremos juntos”. (Ap
3, 20).
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VI.- TIEMPO PARA VIVIR LA COMUNIÓN EN LA IGLESIA QUE
ESPERA
“Sucederá que aquél día me llamarás “Marido mío” y no me llamarás
más “Baal mío” (Os 2, 18).
El Señor se dirige a su Iglesia por medio del profeta Oseas con estas
palabras: “Sucederá que aquél día me llamarás Marido mío y no me
llamarás más Baal mío. Te desposaré conmigo para siempre, te desposaré
conmigo en justicia y derecho, en amor y misericordia. Te desposaré
conmigo en fidelidad, y quedarás penetrada del Señor” (Os 2, 18.21-22).
Afirma San Pedro Crisólogo: “Era necesaria una esposa para que, desde
entonces, la Iglesia fuese señalada como esposa de Cristo, según dice el
profeta Oseas: “Te desposaré conmigo en justicia y equidad; te desposaré
conmigo en misericordia y compasión; te desposaré conmigo en fidelidad”.
A esto añade Juan: “Quien tiene esposa es el esposo”. Y el bienaventurado
Pablo: “Os he desposado con un solo esposo para presentaros como una
virgen casta a Cristo”. Es verdaderamente esposa la que regenera la nueva
infancia de Cristo mediante un parto virginal” (San Pedro Crisólogo,
Sermones, 146).
Oramos en comunión con toda la Iglesia que espera y decimos: “Oh Rey de
las naciones y Piedra angular de la Iglesia, ven y salva al hombre que
formaste del barro de la tierra”.
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VII.- TIEMPO PARA ESTAR CON MARÍA, MADRE DE DIOS Y
MADRE NUESTRA
“Mirad, la Virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por
nombre Enmanuel” (Mt 1, 23).
Oramos en comunión con toda la Iglesia que espera y decimos: “Oh Sol
que naces de lo alto, Resplandor de la luz eterna, Sol de Justicia, ven ahora
a iluminar a los que viven en tinieblas y en sobra de muerte”.