Ismael Berroeta
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Habiéndose cumplido el decimocuarto año del reinado del Emperador Azul, que
gobernaba con sabiduría y bondad infinitas el Gran Imperio del Centro, Su
Majestad llamó al Eunuco Mayor y le ordenó que preparara papel, tintas y pinceles
y que convocara a su presencia al Secretario del Consejo de Gobierno.
tomó asiento frente a los pergaminos que se desplegaban ante él, listos para ser
ilustrados con su caligrafía. El Secretario consultó a las eminentes personas a
quienes debía servir si acaso tenían decidido el título del Volumen Séptimo. Se le
respondió con benevolencia que ese punto sería decidido después, una vez que la
obra hubiese tomado cuerpo o hubiera tocado fin..
He sido yo, Buey Paciente del Mediodía, quien ha tenido el privilegio de escribir
este volumen del Tratado, prestando mis oídos humildes al divino diálogo y mi mano
sumisa a la escritura de la magna obra. Los siguientes son los dichos de Su
Majestad el Emperador Azul y de la Honorable Primera Consejera para Asuntos del
Amor.
Dijo el Emperador:
La consejera cerró ligeramente sus ojos y abatió sus largas y expresivas pestañas,
antes de responder lo siguiente:
La dulce y bella consejera miró hacia abajo con pudoroso gesto, como quien observa
sus manos, sonrió levemente y señaló:
- Generalmente, se dan los papeles y funciones que has dicho, aunque conozco
casos en los cuales ocurre a la inversa.
- Esa mujer, ¿ sería ella misma la que insinuaría a su amante que se entreguen
a juegos de flagelación, iniciando el combate entre el dolor y el placer?.
Con esta frase, Dama Virtuosa tuvo que poner fin a la plática de esa jornada por
cuanto nuestro Amado Soberano debía ocuparse de otros importantes asuntos del
Estado aunque, antes de retirarse, nos exigió que nos presentáramos al día
siguiente poco antes del atardecer.
Dijo el Emperador:
Herir para causar daño sin ningún propósito racional ni siquiera con el
objetivo de matar o no matar, es una actitud alienada que debe ser
estudiada por el Arte de la Medicina.
Herir para sólo gozar con el sufrimiento ajeno por el exclusivo deleite del
que causa el daño, incluso con resultado de muerte, pertenece al dominio del
Arte del Mal.
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- Los Tres Instrumentos son los objetos que puede emplear el varón para
estimular a su compañera. Aquéllos están comprendidos por las manos, la
boca y los útiles.
- Explica cada uno de ellos.
- Las manos del varón son el instrumento con el cual puede dar vida a las cinco
primeras herramientas. La primera herramienta son las bofetadas; la
segunda, las palmadas; la tercera, los tirones de cabello; la cuarta, los
pellizcos; la quinta, los rasguños.
La boca del varón es el instrumento con el cual puede dar origen a la sexta y
séptima herramientas. La sexta herramienta son los mordiscos; la séptima,
es su voz.
- Las sensaciones son las impresiones que capta el cuerpo de la mujer y las
emociones que experimenta su espíritu cuando el varón aplica las
herramientas en su ser. Los logros son las satisfacciones y delicias que
siente el varón cuando aplica los Tres Instrumentos y las Doce
Herramientas con un resultado exitoso o eficaz.
- La primera herramienta son las bofetadas. Éstas son los golpes dados en el
rostro, para decirlo más claro en las mejillas, aplicados secamente con la
mano abierta, sea con la palma o con el dorso de la misma. Se administran a
la mujer de frente, encontrándose ella en diversas posturas, de pie,
sentada, arrodillada o acostada y presentándose vestida, en ropa interior o
indefensamente desnuda. Por ejemplo, pudiera estar la víctima de pie contra
una pared, desnuda pero calzada con sus zapatos de tacos altos. Su amante
podrá abofetearla, excitarse hasta la erección y enseguida poseerla de pie
contra la muralla.
- ¿Qué otro ejemplo tan estimulante como éste puedes darme? -, inquirió el
Supremo Tigre Magnánimo.
- Otro caso, puede ser aquél cuando la mujer está tendida de espaldas sobre
el lecho o, simplemente, acostada en el suelo. El varón la penetra y,
encontrándose ella gozando con la verga, el hombre se yergue un poco, sin
retirar el Tallo de Jade, la abofetea varias veces y después continúa
embistiendo. Un amante medianamente experimentado fácilmente sabrá
mezclar las bofetadas con otras herramientas de dolor, como los tirones de
cabello y los pellizcos, en medio del oleaje del placer del coito.
La palmada es un estímulo violento que ella capta por el oído y por la piel. Por
el oído, la mujer percibe su chasquido seco y cortante, el cual le causa pavor
y, por la piel, percibe el ardor del choque, lo cual se expresa luego como un
calor violento, que en segundos se traduce en deseo de ser poseída. El lugar
favorito de la hembra para recibirlos es el trasero, en la parte superior de
los glúteos, aunque algunas mujeres los recibirán con gusto también sobre la
espalda a la altura de los hombros. Las caricias - alternadas con las
palmadas o después de ellas - serán importantísimas. Ellas alivian el dolor y
empujan al espíritu de la mujer hacia el orgasmo.
- ¿Tiene alguna diferencia que la mujer las sienta o las reciba en cualquier
parte del cuerpo?.
- Bien aplicadas, la mujer podrá recibir con gusto muchas palmadas durante
un período de tiempo más o menos prolongado. Puede decirse que el amante
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- ¿Y la tercera herramienta?.
- Para la sometida es muy excitante que el varón coja su cabello, lo tire hacia
atrás arrastrando la cabeza de ella con el mismo movimiento, dejándola más
o menos horizontal y la bese con pasión en esta postura.
Dijo el Emperador:
Los pellizcos causan un fuerte apremio, más agudo que el que le causaría un
pinchazo, mas bien similar o ligeramente más violento que el clavor de las
uñas. Los lugares favoritos de la hembra para ser pellizcada - en orden de
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Los pellizcos, en los pechos, son muy dolorosos. En los brazos, son más
tolerables y agradables. En la ingle, son más deleitosos que en los brazos. En
las caderas, son deliciosos y más exquisitos que todos los anteriores. Los
pellizcos que superan a todos los otros en intensidad de placer son aquéllos
que se propinan en los labios mayores de la vulva. Éstos pueden ser
retorcidos al comienzo con suavidad y delicadeza como también podrán más
tarde ser tironeados con brusquedad. Recibidos en esta secuencia, los
pellizcos en los labios mayores del Portal de Jade, atravesarán el umbral
del dolor para transformarse en una caricia la cual, por sí sola, puede llevar
a la torturada al vuelo orgásmico.
En el caso del ataque mediante las uñas valen los mismos principios
generales que para el resto de las herramientas, es decir, su combinación
con todo tipo de maltrato soportable mientras exista relación sexual o
coito. Si ella recibe maltrato sin el Tallo de Jade dentro del Palacio
Celestial, sentirá simple dolor.
Una forma especial del mordisco, que sólo corresponde aplicarla con suma
maestría, es aquella que el agresivo macho propina a la excitada hembra en
los labios de vulva, los cuales son estirados o retorcidos hacia los lados o
hacia arriba con estas dentelladas. Sus quejidos, no ya de dolor sino de
intenso placer, inundarán la habitación.
- ¡Cuánta razón tiene Su Majestad!. Las mordidas, los pellizcos y los rasguños
dejarán huellas de diversa amplitud y duración. Si la mujer, en días
posteriores, se detiene a observarlas, permanecerá cautiva en un estado de
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Los gruñidos son los ruidos guturales o voces roncas que imitan el
descontento o agresividad de los animales, por ejemplo, los perros. Su
finalidad es dar un ambiente de brutalidad y crear un estado latente de
temor. Es perfectamente posible para el varón mezclarlos con deleite y
dolor, pongamos por caso lamidos y mordiscos. Imaginemos que el macho
podrá lamer o besar y morder la vulva de la mujer mientras simultáneamente
emite fuertes gruñidos, equivalentes a una amenaza verbal.
- Sentir que los jadeos del varón danzan junto a sus oídos causa en la hembra
un placer sin límite. Por ejemplo, si ella se sostiene sobre sus rodillas con la
cara sobre el lecho y el trasero levantado, siente la herramienta del macho
en su interior y a ello se agrega el sonido del jadeo masculino, la sensación
global llegará a la exquisitez. Imaginará que su pareja adopta un tamaño
gigante, quien la protege mientras la cubre.
Los jadeos convendrán que se usen como un complemento de otra acción, sea
violenta o sea delicada, pues un jadeo de perro - aislado - puede que para
ella no signifique gran cosa y la deje más o menos indiferente.
- Ahora bien, respecto del uso de la voz en el sentido que preguntaba poco
antes Su Majestad, aclaro que las órdenes son las palabras o frases cortas
dichas secamente o en tono amenazador que implican un mandato o
instrucción. Pueden ser muy variadas, referentes a que se ponga en un
determinado lugar o en una postura especial. También pueden referirse a
que realice alguna actividad a exigencia de su torturador. Pudiera ocurrir la
situación de mandársele que se acueste, que abra las piernas, o que se ponga
en cuatro patas, que levante el trasero, o que haga felación, que se
masturbe y muchas otras cosas. Todo ello irá acompañado de la variedad de
sevicias que se han descrito a lo largo de estas jornadas.
- ¿Y los insultos?.
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- Los insultos son las expresiones dichas en diversos tonos de voz que
corresponden a ultrajes o injurias. Pueden ser emitidos con fuerza, casi a
gritos, o simplemente, murmurados al oído. Sirven para crear un ambiente
de amenaza, una atmósfera como si en cada acción del amante flagelador
existe un potencial atropello. Pueden ser muy variados y los más frecuentes
son: puta, perra, yegua, lesbiana, cabrona y varios otros.
Los insultos podrán mezclarse con otras herramientas como las bofetadas y
palmadas, todo lo cual provocará evidente satisfacción a la mujer, quien, si
más encima está con una venda en la vista, imaginará, por ejemplo, ser
deseada no sólo por uno sino por varios individuos y se encuentra siendo
castigada por una conducta infiel, a todas luces falsa, pero que alimenta su
vanidad de hembra disputada entre varios hombres.
- Los insultos calientan aún más a una hembra previamente excitada. Muy
distinto será el efecto de decirle “eres una puta” que murmurarle “eres mi
puta”. Para algunas mujeres, oír que se les llama “una” equivale a una ofensa.
En cambio, escuchar que se les designa por “mi”, la expresión de pertenencia
al macho les provocará un entusiasmo sin límite. En términos generales, las
mujeres que gustan de las palabras fuertes sentirán que las groserías son
una dulce melodía para sus oídos. Algunas mujeres podrán reaccionar con
una respuesta verbal a los insultos. A modo de ejemplo, aceptarán
expresamente un epíteto grosero diciendo “soy tu puta”. Además, podrán
pedir o rogar con malas palabras que su compañero las posea. El acto de
pedir que se la penetre tiene el efecto de sobre estimularla. Se excita más
y más, deseando que el acto sexual no se detenga nunca, que continúe y
continúe para siempre.
Dijo el Emperador:
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Las cuerdas deben ser suaves, de seda o algún material similar, nunca de
cordel basto o grosero. Están destinadas a atar, estimular y provocar dolor,
mas nunca para herir. No podrán ser muy finas porque se hincarían
demasiado en las tiernas carnes de la mujer y con seguridad le provocarían
dolor a costa de lastimarla.
- Un caso será que, para inmovilizarla, puede atarse sus extremidades una a
cada esquina de la cama y, enseguida, poseerla, en tanto ella no puede
moverse ni impedir ni el dolor ni el placer. Mientras se encuentra prisionera
se la puede abofetear, tirar del cabello, morder, pellizcar, dar azotes y
todo tipo de padecimientos, entremezclados de manipulaciones placenteras
tales como besar sus pechos, chupar sus pezones, acariciar su vientre, lamer
y chupar el clítoris y la vulva e introducir el Tallo de Jade o un grueso
consolador por la vagina. En síntesis, se la somete a una compleja operación,
la cual casi la hace enloquecer con las embriagantes delicias disfrutadas.
- Así es, las cuerdas pueden simplemente ser usadas para ligar o atar su
cuerpo o sus brazos y piernas, no con la pretensión de inmovilizar, sino con
el sólo objeto de causarle dolor al estar las ligaduras fuertemente
apretadas o, además, modelar parte de su cuerpo con una finalidad estética
o poder aumentar la intensidad de las sensaciones eróticas.
Respecto del uso de las cuerdas para el modelado del cuerpo no vale la pena
pretender explicar las muy variadas posibilidades de esta técnica, aunque un
pequeño ejemplo puede dar una pista para comprenderlo. El inconmovible
opresor cruzará cuerdecillas alrededor de los pechos de la hembra,
anudando aquéllas en la espalda con fuerza. Así comprimidas en su base, las
mamas quedarán erectas y tensas y, si por acaso la mujer se tiende de
espaldas, no se aplanarán por su peso sino que se mantendrán levantadas.
Además del efecto visual que le proporciona a ambos el hecho verlos así,
tanto los pechos como sus pezones están más prestos y sensibles a las
torturas y las caricias del acosador.
Ahora bien, respecto de la sensación, puede afirmarse que los azotes son
una de las sevicias que provocan dolores más agudos. Por ejemplo, duelen
más que las palmadas. Esto tendría por causa que la fuerza el latigazo va a
dar en una superficie más pequeña de la piel en comparación con otros tipos
de herramientas. Sin embargo, cada golpe del azote está íntimamente ligado
al imaginario sensual de la mujer. Cada chicotazo es recibido con júbilo tal
como si fuese una embestida que introduce el pene más y más hacia el fondo
de sus entrañas.
- Aunque la mujer sufre mucho cuando son atacados sus pechos, los pezones
constituyen un lugar de excepción. Atacarlos mediante los dragones equivale
a someterlos a un fuerte roce o a un apretón de baja intensidad pero no
llegan a causar un dolor agudo.
- Un uso sofisticado será aplicarlos junto con los dragones. Si cada pinza lleva
unidos uno o varios cascabeles, éstos campanillean con los movimientos de
los amantes. Por ejemplo, podrá estar la mujer en la postura de cuatro
patas, su trasero hacia arriba, tendrá prendidos los dragones con
cascabeles en los pezones, el vientre y los labios del Portal de Jade.
Entretanto, el varón la poseerá desde atrás, embistiendo con fuerza, lo cual
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une el dolor con el placer y con el sonido. Con el tiempo, sólo con escuchar el
cascabeleo, la experta gozadora experimentará gran deseo y excitación y
ganas inconmensurables de fornicar. Producido lo anterior, tendrá orgasmo
con un ligero manoseo de la vulva.
Dada esta última explicación el Potente León Fogoso decidió poner fin a esa sesión.
Como se hacía presente de manera incontrarrestable la primavera, mandó que la
sexta jornada tuviese lugar en el jardín cercano a la sala donde habitualmente se
reunía con la consejera Dama Virtuosa. Llegada esa ocasión y rodeados de las
flores de la estación y sintiéndose en el ambiente los aromas de las mismas y los
cantos de las aves, el rostro de Su Majestad veíase nimbado de armoniosa plenitud.
Además, - cosa notable – había invitado a la Segunda y Tercera Consejeras para
Asuntos del Amor, respectivamente.
Dijo el Emperador:
- Hasta ahora hemos descrito y analizado los dolores, los sufrimientos, los
goces y los deleites que obtiene la mujer en las relaciones dolor-placer. ¿
Qué provecho sacará de todo esto el hombre?.
- El provecho que el varón saca de estas relaciones está representado por los
Siete Logros -, expresó Dama Virtuosa con su voz nítida y cantarina.
- El Segundo Logro será que el placer disfrutado por la mujer siempre esté
en un nivel más elevado que el dolor. Si llega a ser a la inversa, la mujer se
enfría. Al respecto, el varón deberá desplegar mucha atención y tener
presente que el enfriamiento es más rápido aún si el dolor es en el Portal de
Jade -, señaló Dama Prudente, la de palabras diáfanas.
- ¿Y el tercero?.
- El Sexto Logro será utilizar su potencia sexual sin perder su fluido seminal.
Esto le permitirá al armonizado varón satisfacer a la ansiosa hembra todas
las veces que ella lo exija en cada sesión de dolor-placer -, fueron las
expresiones de Dama Prudente, tras lo cual se produjo un silencio, indicador
de la profunda reflexión que esas afirmaciones provocaban en el monarca.
El Vigoroso Caballo Estelar se puso de pie, acto que imitamos todos los presentes,
tomándolo como señal de que había dado fin a sus consultas. Sin embargo,
sorprendentemente, formuló una pregunta más.
Dijo el Emperador:
- Los letrados – dijo Dama Virtuosa – usan normalmente para escribir no más
de cinco mil caracteres, aunque es sabido que existen cincuenta mil
caracteres diferentes. De la misma forma, una pareja corriente puede usar
algunas o quizás todas las combinaciones que aquí se han descrito. Empero,
aquellos amantes que cultiven estas artes con maestría y dedicación podrán
descubrir combinaciones innumerables para su placer infinito.
Este es el fin de “La Lucha del Dolor y del Placer”, que corresponde al Volumen
Séptimo del Tratado de los Secretos de la Alcoba Celestial.
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