BANDOS PRESIDENCIALES
En 1833 la clase media letrada, agrupada alrededor de Gómez Farías y con asesoría
de Dr. José María Luis Mora, tomaron en sus manos el gobierno del país. Santa Anna
ocupaba la presidencia de la República y la clase media liberal que había surgido de las
Logias Yorkinas y de los institutos de enseñanza superior impulsaron la vicepresidencia de
Gómez Farías.
La iglesia y el ejército, quienes eran los más afectados, se opusieron a esta obra
reformista de los liberales y con el apoyo de Santa Anna frustraron la consumación de este
programa social y jurídico.
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Una tras otra, van siendo expedidas las leyes destinadas a destruir las instituciones y
los privilegios de las clases que significaban un obstáculo a la marcha del país en sentido
de progreso. Su propósito consistía en extirpar de raíz la teocracia y el pretorianismo de
los jefes militares, y convertir al país en otra nación, obra que no pudo hacerse por la
oposición enérgica del clero y de la milicia privilegiada y sólo se llegó a consumar, tiempo
después hasta el año de 1867.
Contra los institutos monásticos se dictó una de las leyes que más han afectado los
intereses políticos y espirituales del clero: la que suprimió la coacción civil, directa o
indirecta, para el cumplimiento de los votos monásticos, ley firmada por el mismo Santa
Anna y que declaraba libres para continuar o no en los conventos, a todos los religiosos de
ambos sexos, obligándose el Gobierno a proteger la justa libertad de los individuos que
voluntariamente quisieran abandonar los claustros.
Otras tantas acciones se tomaron para dar paso a una reforma que no se aplicó pero
que ejerció fuertes atentados contra las instituciones eclesiásticas: para destruir el
monopolio que del crédito tenía la iglesia, a fines de 1833 se dictó la ley que declaraba libre
la usura, sin restricción de ninguna clase; y para destruir el ejercito permanente, aliado al
clero, se creó una milicia nacional formada por individuos surgidos del pueblo. Esta sin
embargo, no era lo suficientemente fuerte para asegurar la soberanía del país.
La base económica que debía sustentar la estabilidad del Estado, lejos de reforzarse,
se debilitaba cada día, cosa que dificultaba todo intento de rehacer el orden interior.
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En la práctica política, las siete leyes, hicieron aún más difícil la labor del gobierno.
La República Democrática Federal establecida en la Constitución de 1824 fue sustituida
por una República Democrática Central. Por lo tanto a partir de 1836 se promulgaron la
Siete Leyes Constitucionales que establecían un régimen de centralización gubernativa y
administrativa. Ya estaba, la primera República Centralista en México, que sin embargo,
duraría un sólo período presidencial, el de Anastasio Bustamante, de ocho años, pero con
sus múltiples interrupciones.
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México no solamente se enfrentaba a estas leyes de política interna, sino que también
existieron acontecimientos de otra índole:
Mora, José María Luis, Revista política de las diversas administraciones que ha tenido la
república hasta 1837, UNAM, Coordinador de Humanidades/ Porrúa, México, 1986.