A finales de la década de los cincuenta del pasado siglo surge como fenómeno
de masas en Europa un nuevo género cinematográfico. Se trata del Western a
la europea, una especie de pariente pobre de aquel que estaba dando sus
últimas bocanadas en los EEUU, aunque manteniendo la inercia necesaria
para rodar alguna que otra obra maestra, auténticas joyas, crepusculares, que
determinarán el canto del cisne del western americano.
El héroe del western europeo es un ser solitario, una máquina de matar carente
de sentimientos, que se integra y vive en sociedad sólo en momentos
puntuales. El resto del tiempo es un outsider que vive por y para lamerse sus
heridas, en busca de otra oportunidad que le proporcione vía libre para liberar
todo el odio y la rabia interior que ha acumulado entre film y film. Es, por tanto,
prisionero de sí mismo, situación ciertamente paradójica dentro de un
escenario donde los anchos valles y los vastos desiertos se convierten en
espacios claustrofóbicos para un hombre cuya misión última es dar rienda
suelta a todos esos sentimientos y canalizarlos, de forma violenta, en favor de
una sociedad que demanda sus servicios pero que detesta sus métodos.
Este ser frío, metódico y calculador, no teme a la muerte por que convive con
ella, no tienen pasado, no sabemos de donde viene -ni al director le interesa
ponernos en antecedentes-, lleva una vida errante y en ningún momento
reflexiona sobre su actividad. Nuestro héroe, a diferencia de sus parientes
americanos, se da de bruces contra el bien, como si de repente, y sin él
desearlo, se interpusiese en su camino y una fuerza interior le hiciese seguir la
senda que este le indica. Quizás a modo de redención, se deja llevar y como
resultado va a penar, sufrir, y, llegado el momento, arriesgar su propia vida.
Nuestro hombre es un ser que vive en los vértices del mal pero sin traspasar
sus límites, lindes que convierten al que los rebasa en un malhechor sin
escrúpulos y al que se mantiene en el filo en un ser ambivalente que aún
siendo irremediablemente violento, tendrá la capacidad de reconocer la causa
justa cuando esta aparezca.
THE END