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DECANOMÍA

MANUEL LATORRE DE LA FUENTE


Realización:
SAN ESTEBAN®
c/ Santiago, 5-7
15500 Perlío (Fene) A Coruña
PRINTED IN SPAIN - Impreso en España

Depósito Legal: C - 2513/2007


Introducción
Decanomía o Decálogo es la manifestación o expresión del único y querido
programa serio y válido del Creador, es la voluntad y el plan de Dios para todos
los hombres de todos los tiempos y lugares.
Para que lo oyese todo el planeta quiso Dios promulgarlo en la cima del
monte Sinaí con ruido de truenos, relámpagos y sonido de trompetas.
Decanomía es un vocablo griego derivado de “deka” que es diez y
“nomos” que es ley, noma, mandato, querer, precepto. Decanomía son los diez
mandamientos.
Los hombres al llegar y pasar por este planeta ya no tienen otro reto ni otra
alternativa: cumplirlos o no cumplirlos. El único fracaso o desgracia que le va
hacer daño de verdad al hombre será el incumplimiento de la Decanomía.
Hoy —primo intuitu— a primera vista, la cosmovisión o fotografía
pancósmica del mundo refleja una andadura humana totalmente contraria y
antagónica a la Decanomía. El Diablo —simia Dei— la mona de Dios se
encarga de hacer rodar al mundo perfectamente en contra de Dios con sus
—mimos y réplicas— aunque hubiera cuarenta mandamientos.
Con este nuevo trabajo “Decanomia” el autor pretende ayudar a alguien
a corregir el rumbo y poner norte hacia la Decanomía. Tal vez el lector al ir
repasando estas páginas se siente interpelado y mientras tiene tiempo —con
la indefectible ayuda de Dios— pueda dar otro volantazo, ponerse en pista y
luchar por ajustar su vida a la Decanomía.
La Decanomía se reduce a una línea de amor “descendente” de Dios y
de amor “ascendente” del hombre, por eso el hombre solo puede ser útil y
feliz dentro de este contexto de amor.
El autor,
DEC A N OMÍA I

“Amar a Dios, nuestro Padre y Señor, con todo el corazón,


con toda el alma y con todo el ser …”
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ALFA Y OMEGA
Todo está rodeado de Dios, Alfa y Omega, al principio y al final,
por arriba y por abajo, por dentro y por fuera, lo que pasa es que el
hombre es capaz de acostumbrarse a las cosas grandes e incluso a las
divinas. Entre el hombre y el animal más cercano a él, hay una distancia
abismal e infinita, distancia y diferencia que le imprime lo divino.
El hombre, aunque no quiera, está envuelto y rodeado de una
atmósfera divina y se le nota a poco que se le observe detenidamente:
el poder nacer, el poder morir, el poder amar, el poder odiar,
el poder rezar, el poder pecar, el poder perdonar, el poder llorar, el
poder hacer, el poder inventar, el poder descubrir, el poder esperar,
el poder olvidar, el poder gozar, el poder reir, el poder ser perdonado, el
poder recordar, el poder ser hijo de Dios, toda esta posibilidad, toda
esta realidad y más… está muy lejos de la simple actividad material
y animal y está rozando las fronteras de lo divino y lo eleva sobre toda
la creación con un —endiosamiento bueno—.
Pero también el hombre posee un —endiosamiento malo— que
es el orgullo y soberbia cuando quiere ponerse totalmente en lugar de
Dios, consiguiendo así una vida achatada, triste y rastrera y cansándose
neciamente para que todo gire a su alrededor, que todo empiece
y acabe con él.
Debiendo ser los hombres los que alaben y aclamen a su Hacedor-
Dios, paradójicamente lo alaban y proclaman más y mejor los animales
y las bestias del campo, los peces del mar y las aves del cielo, así lo
atestigua la Sagrada Escritura.
10 DECANOMÍA

El hombre —engreído y lleno de orgullo— no habla, no canta


la gloria de Dios y las maravillas de la creación, pero encerrado
en sí mismo —como ave de corral— intenta atribuirse a él todo
el aplauso, todo el honor y toda la gloria. Toda la creación y la
naturaleza habla sin remedio de las “magnalia Dei” de las maravillas
de Dios, excepto el hombre que se convierte en el único ladrón
posible de la gloria de Dios.
Es triste la visión del egoista cuando todo lo somete a su miope
observación: “me apetece, no me apetece”, “me va bién, no me va bién”.
El egoísta tiene una visión deforme de la realidad.
Dios tiene que ser el origen de nuestro ser y el término de nuestros
deseos como se pide en una súplica que dice así: “…ut cuncta nostra actio
et operatio, a te semper incipat et per te coepta finiatur…” …que toda
nuestra acción y operación y trabajo empiece y termine en Ti, Señor…
Esta es la meta y la cumbre de todo quehacer humano y de paso que
hace bién a los demás nos da mucha paz, todo lo demás será chapucería,
mediocridad, cuquería y yavalismo (ya vale… ya está bien) al mismo
tiempo que produce malestar.
Dice un refrán alemán: “Ende gut, alles gut ” … si tiene buen
final, ya está bien, pero nosotros añadimos, que si tiene además un
buen principio es mejor. Empezó Dios, continuamos nosotros y Dios
terminará.
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AZAR Y CASUALIDAD
Estas dos palabras carecen de sentido profundo. Jamás nadie ha
nacido por casualidad, nadie ha sido consultado para venir al mundo,
nadie elige siglo o tiempo, nadie elige a sus padres ni país ni tierra
para nacer.
Reflexiona el filósofo: “Mi vida se había hecho sin mi, sin mi
intervención, la presencio pero no la causo, algo o alguien distinto de mi
hace mi vida y me la entrega, me la atribuye, me la adscribe a mi; en cierto
sentido, mi vida aunque parezca una antinomia, no es mía, yo la vivo,
pero es hecha por otro, me es regalada, me es atribuída…”
Todo nacimiento es siempre resultado de un proceso muy largo y
minuciosamente desarrollado. Acontecimientos y circunstancias han
ido convergiendo y tejiéndose a lo largo de los siglos hasta el minuto
preciso en el que un ser singular y único —tu y yo— hace su entrada
en el mundo.
La previsión o designio de Dios, su intervención en la naturaleza y
en la vida, en las cosas y en los hombres, en los acontecimientos y las
acciones y en la historia es absoluta y total. “Hasta los cabellos de vuestra
cabeza están todos contados (Mt 10,30)”, es evidente, que si Dios cuida
de cosas tan sin importancia como es el número de los cabellos cuanto
más tendrá en cuenta cosas de mayor importancia. Dios infinitamente
sabio e inteligente todo lo ve, todo lo sabe y nada se le escapa a su
previsión. Dios no quiere el mal, pero el hombre es inteligente y libre
—usa mal de su libertad— y Dios lo permite antes que arrebatarle esa
libertad.
12 DECANOMÍA

Todo ser inteligente obra por un fin. Dios al crear el mundo se


propone una finalidad: su gloria y la gloria nuestra. En el fondo
subsiste la ordenación y unidad del cosmos en medio de una inmensa
variedad de las distintas criaturas.
Si una cosa, un acontecimiento, por pequeño que sea, Dios lo
quiere o lo permite —incluso el mismo hombre— es por algo y
para algo. Un mínimo de sentido común nos hace pensar que no
puede haber existencias, seres, cosas, hombres entregados al azar, sin
rumbo y sin norma.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 13

BONDAD Y MALICIA
El hombre quiera o no quiera tiene que vivir siempre en medio de
una tensión y lucha dramáticas. Anda en medio del bien y del mal, en
medio de la luz y de las tinieblas. El mismo puede obrar el bien o el
mal. Por lo tanto todos los actos del hombre o son buenos o son malos,
hay quien niega los actos indiferentes.
¿Cuándo son buenos y cuando son malos? ¿Qué criterio, referencia
o norma hay que seguir para descubrir y clasificar la bondad o malicia
de los actos humanos? Naturalmente que debe ser una regla válida,
inmutable y universal. Dicen los filósofos: “Homo agit propter finem…”
El hombre obra bien por algún fin porque es un ser racional. ¿Cuál es
el fin último del hombre? Es dar gloria a Dios. Nuestro fin es Dios y la
vida un medio o camino para llegar a ese fin por lo tanto las conductas
de los hombres serán buenas o malas según nos lleven a ese fin o nos
aparten de él.
En los actos distinguen los moralistas el objeto y el sujeto. El objeto
de un acto es aquello a que tiende por su naturaleza, por ejemplo la
limosna tiene como objeto socorrer al necesitado. El sujeto es el agente
que realiza el acto que con su voluntad o intención puede cambiar la
bondad o malicia de los actos, por ejemplo dar limosna pero para que
te vean.
Decía un paisano a otro: “D. Eustaquio —un cacique del pueblo—
es muy bueno pues creó una casa para los necesitados y para los pobres”.
Le contestó el otro: “Si, pero antes hizo los pobres…”
14 DECANOMÍA

Los actos humanos también son susceptibles de una mayor


bondad o malicia por sus circunstancias que mudan la especie: tiempo,
lugar, cantidad, modo, motivos, etc.
Las circunstancias pueden hacer malo un acto en si bueno, pero
nunca bastan para hacer buena una acción que sea mala por su
objeto.
Modernamente el hombre quiere eregirse en aparente señor del
bien y del mal defendiendo una “moral o ética sin Dios” en un intento
de autojustificar su propia conducta. Es la conocida y nueva “moral
de situación” que resulta ser una inmoralidad y una norma engañosa
que califica la bondad y la malicia a su antojo, pasiones, egoísmos
y caprichos.
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CRISIS ACTUAL
Toda crisis es crisis del hombre. Ya finales del siglo XX está surgiendo
un nuevo tipo de hombre. Esta crisis actual es tan profunda porque se
está agotando la concepción del hombre moderno y está apareciendo
el hombre contemporáneo. Dice Ortega y Gasset que la crisis consiste
precisamente en no saber lo que nos pasa.
El hombre es el ser más rico e importante de la creación y está
por lo tanto abierto a la transcendencia. Nos recuerdan los filósofos:
“Homo, transcende te ipsun…”. Al hombre no podemos separarlo de la
transcendencia, pues es, algo constitutivo y ontológico. No podemos
desplumarlo y desmarcarlo de lo divino ni impedirlo en sus proclives
relaciones libres y amorosas con Dios.
Es peligroso confundir las crisis con las modas o ensayos u otras
ligeras diatribas o tanteos. Ni lo viejo por ser viejo ni lo nuevo por
ser nuevo constituyen en sí mismos criterios de verdad. En toda
crisis podemos perder de vista los elementos constitutivos, básicos y
fundamentales e inmanentes del hombre: la mismidad y la alteridad,
la libertad y la autoridad, la libertad y la ley. Antes había un orden, es
verdad, pero era ¡demasiado orden! Impuesto y desde arriba y abusando
de los prejuicios y de las ignorancias de la masa social. Ahora hay más
desorden pero puede llevarnos —eso esperamos— al verdadero orden
provisional y efímero. La libertad integral es el signo de nuestro tiempo.
La crisis y empresa por buscar la libertad es difícil y arriesgada, pero
vale la pena todo esfuerzo y riesgo.
16 DECANOMÍA

En estos momentos de crisis no podemos lamentarnos con


nostalgias facilonas de otros tiempos que no fueron mejores ni peores
sino simplemente distintos. La pretendida libertad que buscamos aún
dentro de la crisis actual debe ayudarnos a ser mejores. Tenemos que
acostumbrarnos a vivir la enhorabuena de la libertad pero con ley. Una
libertad sin ley no es libertad. Libertad no es capricho, ni instinto ni
fuerza bruta. La libertad humana es una libertad limitada. Una libertad
sin ley se destruye a si misma, es utópica, quimérica y vaporosa. Libertad
sin ley es libertinaje y anarquía. Todos juntos arrimando el hombro
podemos hacer que esta nuestra crisis actual desemboque en un orden
más justo.
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DECANOMÍA
Esta palabra griega “Decanomía” se usa en jurisprudencia para
referirse a un conjunto o recopilación de “diez normas, leyes o mandatos”.
Procede del griego “deka” que es diez y “nomos” que es ley.
Dios, infinitamente sabio, no dispone más que de “diez leyes o
mandamientos” para regir, gobernar y conducir a la humanidad hacia
la felicidad terrena y eterna. Son pocas las leyes divinas, pero bastan
para controlar a todos los hombres de todas las razas y de todos los
tiempos. “Si quieres entrar en la vida eterna, guarda los mandamientos”
nos recuerda el Señor.
Son unos preceptos de la ley natural impuestos por Dios a cada
hombre. Se fundamentan en que Dios es Dueño y Señor de la tierra y
por supuesto de los hombres, con más autoridad y poder que ningún
otro legislador.
Esta “decanomía” protege nuestros derechos y también los de
nuestros prójimos. Son leyes universales válidas para todos los hombres
y es necesario cumplirlas todas. No basta decir “yo no robo ni mato”.
Al fallar uno sólo se viene abajo todo el puente y el andamiaje. Al
quebrantar uno sólo se hace reo de todos. Son la base de toda moral
individual y social; es el programa y política más completa y más
perfecta para conseguir la paz de los pueblos, familias y naciones.
Si uno lucha por cumplirlos es mucho más feliz que si no se
cumplen. Las mayores tragedias de la historia ocurren porque no se
guardan. El desprecio a estas leyes es una de tantas causas de las
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desgracias, hambres, guerras, disgustos, lágrimas y penas en este


mundo. Asimismo destruye automáticamente la verdadera y auténtica
felicidad, la unidad de la familia, la fidelidad matrimonial, la educación
de los hijos, el respeto a la vida, la normalidad sexual, la honradez, la
verdad, la religión y la moral.
El hombre que intenta organizar la sociedad y el progreso al
margen de la ley divina, al final va contra el mismo hombre.
Los mandamientos no son “prohibiciones caprichosas” como algunos
pretenden y defienden, sino que son normas sabias, razonadas y
cariñosas como las señales de tráfico o los carriles del tren o las ruedas
para los automóviles que jamás resultan dañinas y perjudiciales sino
más bien útiles y necesarias.
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DESEO DE DIOS
La última y fundamental razón por la que el hombre es grande y
exige tanta dignidad y respeto es por el parentesco y comunión que
tiene con Dios. Lleva dentro un deseo innato inserto en el corazón
que le tira y le inclina hacia Dios.
Siempre le aflora a lo largo de su vida esa tendencia, reclamo,
vocación o llamada por parte de Dios. Dios le atrae al hombre como
un imán en medio de los trabajos, alegrías, tristezas, dolor y muerte.
Jamás el hombre se encuentra tranquilo mientras no encuentra
el “placet” y respuesta de Dios como dice San Agustín.
Es natural esta atracción y dependencia del hombre hacia a
Dios pues lo creó por amor, quiere que ande en el amor y lo destina
finalmente para el amor.
Dios lo lleva de la mano como un padre al niño pequeño, rebelde
y corre veidile que siempre intenta escapar de la mano y salirse del
camino y de la pista del amor.
La historia humana se reduce a esto: contar y narrar los
comportamientos y hazañas de los hombres cuando se acercan a Dios
o cuando se alejan de El. Luces y sombras que van haciendo real el
innato deseo de Dios que el hombre lleva dentro. Religiones, creencias
y comportamientos religiosos en todos los siglos y en el mundo entero
que hacen definir al hombre como un “ser religioso”.
20 DECANOMÍA

Dios —como Padre y Amor— no deja jamás de llamar, buscar e


incitar a todo hombre para que viva en el amor y encuentre la
dicha y la felicidad. Pero Dios quiere que el hombre haga todo esto
—libremente— no forzado ni atado por las narices y —triste y
paradogicamente— es el hombre, la única creatura que puede olvidar
y rechazar a Dios. Entonces las consecuencias saltan inmediatamente
a la vista: el hombre es como las piezas sueltas de un reloj o un hueso
fuera de sitio o un elefante suelto en una tienda de cacharros.
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DE VERA RELIGIONE
Con este título se conoce una de las grandes obras literarias de San
Agustín. “De vera religione” es un libro escrito a su amigo mecenas
hereje-maniqueo Rominiano sobre el año 380.
Pretende ayudarle Agustín en la obscura y difícil búsqueda de la
verdad y de la única y verdadera religión, problema capital e importante
en todo tiempo y geografía para todos los hombres que tienen la suerte
de habitar y vivir en este planeta tierra.
Tarea y problema fundamental que está ahí siempre y según sea la
respuesta así será la trayectoria de la historia y de los hombres.
El hombre necesita y busca una religión y solo hay una que es buena
y verdadera.
San Agustín pretende demostrar en esta obra “De Vera religione”
que la única y verdadera religión es la cristiana y que esta religión
cristiana no se halla mas que en la religión católica. Es verdad que
esta pretensión molesta, pero el problema no vamos a resolverlo
los humanos —será imposible—. El problema le interesa y
lo resuelve Dios, autor, agente, protagonista y causante de la
religión.
Evidentemente que ese Dios Omnipotente arregla ya coge todo lo
bueno y santo que hay en el corazón de cualquier pigmeo, pagano
o católico.
22 DECANOMÍA

Dios creó a los hombres no para divertirse a costa de ellos como


monos o monas de Dios para hacerle cosquillas —dificultades, cargas
y problemas— sino para ser personas e incluso “hijos de Dios”.
Cuenta Agustín a su amigo Rominiano: “Escribí en aquel un libro
de “vera religione” en el cual demostré con muchos y abundantísimos
argumentos que se debe dar culto a la verdadera religión del único
Dios verdadero, es decir, a la Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dije
también que la verdadera religión es la religión cristiana que fué otorgada
a los hombres por la inmensa misericordia de Dios y que todo hombre debe
estar dispuesto por cierta necesidad a dar culto a Dios”.
Este libro forma parte de un pentateuco o grupo de cinco libros
que San Agustín escribió a algunos amigos y colegas que militaban en
las falsas sectas maniqueas.
Agustín, antes de su conversión al catolicismo había estado atrapado
en las redes de la herejía maniquea.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 23

DE UTILITATE CREDENDI
Con este título “De utilitate credendi” escribía una gran obra literaria
San Agustín en el año 412 a su amigo maniqueo Honorato.
Intenta exponer y desarrollar un tema capital y transcendental que le
interesa a todos los hombres en cualquier tiempo y lugar. Responde a las
preguntas: ¿Por qué creer? ¿Para qué creer? ¿Qué provecho o ventajas,
qué utilidad tiene el creer?
San Agustín en sus nueve años que militó en la secta maniquea
arrastró consigo a tres amigos Alipio, Rominiano y Honorato.
Alipio se convirtió y se bautizó junto con Agustín en el año 387. A
Rominiano le dedica otra conocida obra de “Vera religione” en la que
intenta arrancarlo de la secta.
Con esta obra “De utilitate credendi” busca ansioso a su amigo
Honorato, forzando y apurando su conversión. Expone la táctica
engañadora y racionalista de los maniqueos y ataca su doctrina y
filosofía. Le habla magistralmente de la necesidad de la urgencia, de la
sensatez y de la racionalidad de la fe cristiana. Hasta en la vida humana
y en la convivencia social es necesaria la “fe”, la confianza y el fiarse. La
fe es un elemento vital, básico y fundamental en el devenir de la vida
humana.
Creemos a los maestros, a los historiadores, a los sabios, a los
médicos, a la Banca, al hombre del tiempo ¿Por qué no creer y fiarse de
Cristo o de la Iglesia Católica?. Esta es la única fe que nos salva.
24 DECANOMÍA

Ataca a los libre-pensadores. Contra la exégesis rigurosamente


literalista de los maniqueos aclara y demuestra que la interpretación de
la Sagrada Escritura hay que buscarla y pedirla no a los enemigos de
Cristo y falsos profetas, sino a los amigos y seguidores de la Iglesia, la
única que tiene autoridad y poder sobre las Escrituras. Solo la Iglesia
Católica es la verdadera depositaria e intérprete competente para
explicar el sentido de las Escrituras.
Frente al absurdo dualismo maniqueo, defiende San Agustín la
unidad física, sicológica y religiosa del hombre. No hay que buscar
un Dios, causa y origen del mal sino que el mal tiene su “causa” en
la herida voluntad del hombre y que hay un solo remedio y terapia:
Cristo.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 25

DIOS HABLA
Siempre es difícil escuchar, pero escuchar a Dios es más difícil
todavía.
Vivimos inmersos entre una serie de ruidos por dentro y por fuera,
pero para escuchar se necesita silencio. Vivimos con mucha velocidad
y vértigo.
Dios es también “Verbum” es decir Palabra. Dios habla, solo Dios
habla. Pero Dios como el esposo lleva al alma —la esposa— a la soledad,
al tálamo, al silencio y le habla al corazón.
Dios es el que más habla y no solamente cuando truena, habla por la
naturaleza, por su altavoz —el hombre—. Dios habla por medio de su
palabra escrita —la Biblia— Dios habla por la oración. Dios habla
“multifariam multis modis… siempre y de muchas maneras. Al final y
en definitiva habla por medio de su hijo hecho carne —el Verbum—
Jesucristo que es único camino, verdad y vida y su palabra son
eternas.
Ya no hay que escuchar nada más porque nadie sabe nada,
absolutamente todas las palabras, ofertas y soluciones no sirven ni
aquietan al hombre. Pasarán los cielos y toda la tierra pero mis palabras
no pasarán.
Todos los santos —los expertos en la escucha de la Palabra de Dios—
nos cuentan que ellos empiezan a escuchar allá donde las criaturas ya
no saben decir más y responden: “Aquí estoy, Señor, habla que tu siervo o
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tu sierva escucha…” Y Dios comienza hablar y el hombre va agotando


sus preguntas y se hace todo oidos, y escucha y escucha… y Dios
habla y habla, porque solo Dios sabe y la Palabra es eterna.
Este mundo nuestro necesita silencio y serenidad, es tal y tanto el
atolondramiento que nos ensordece, aturde y enmudece a la Palabra
de Dios.
El silencio es tan necesario como en la música. Cómo nos enseña
aquel reloj de los foros romanos que lleva aquella inscripción: “Horas
non numero, nisi serenas… No marco, no cuento más que las horas
serenas… Porque el reloj sabe que la voz de Dios es dulce y suave.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 27

DIOS Y EL HOMBRE
Es difícil descifrar el enigma y el sentido de la vida del hombre sin
la clave de Dios.
Dice San Agustín que el hombre es una gran pregunta y solo Dios
es su respuesta adecuada y exacta.
El hombre es como una “HOMEOPATÍA”, sistema curativo que
aplica a las enfermedades y problemas sustancias iguales o parecidas a
las que trata de combatir, es como una cuña de la misma madera.
Nadie ni nada le puede apagar al hombre su sed de vida, de amor,
de belleza y de verdad porque solo Dios es todo esto.
Dice la canción religiosa: “Rios de Agua viva corren por mi ser…” Es
el pozo y manantial de la Samaritana: “ Nunca tendrá más sed.…”
Muchas veces ante un revés o desgracia el hombre pregunta y quiere
saber el por qué, la causa o explicación de la misma y después de mucha
osbscuridad al serenarnos un poco encontramos al final con Dios que
comienza a responder y descifrar. Ante un fenómeno de la naturaleza, ante
el orden agresivo y perfecto de la naturaleza, ante la marcha de la historia,
ante el derecho, si nos preguntamos seriamente y en verdad Dios
comienza a responder por medio de la razón. Siempre se pregunta y
cuestiona el hombre ¿Qué haré para ser feliz? ¿Dónde está la felicidad?
¿Qué es y dónde está la verdad?
Solo Dios tiene el material, la solución, la respuesta exacta, quieta,
exhaustiva, total y definitiva. A veces sin saberlo nos responde por
28 DECANOMÍA

medio de la razón, de un libro, de un consejo, de una gracia, de un


amigo, de una luz interior como sucede en las grandes y pequeñas
conversiones. Se empieza a ver claro el camino, se siente la mano y el
“digitus Dei”.
Cuando se pregunta y busca con ansias de saber. Reconociendo que
necesitamos una respuesta, que nos falta algo, con sinceros deseos
de obtener solución y respuesta y ganas de aceptarla, Dios siempre
responde.
Tanto San Agustín en el siglo IV como Martín Lutero en el
siglo XVI experimentaron un parecido fenómeno de la naturaleza
—un rayo le llevó a sendos amigos— y les hizo preguntar
por el enigma de la existencia humana. Ambos preguntaron
seriamente y Dios les contestó. El hombre para resolver sus
problemas y dar sentido a su vida necesita escuchar a un semejante
suyo: Dios.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 29

DIOS SABE MÁS


Dios quiere que todos los hombres se salven, pero para salvarse
es necesario creer y aceptar la doctrina de Cristo el único “Soterós y
Salvador” de la humanidad.
Para garantizar la fiel transmisión de la doctrina en todos los tiempos
y todos los hombres fundó la Iglesia Santa que nos enseñará la verdad.
Ha prometido: “Yo estaré con vosotros hasta el fin de los tiempos…”.
La Iglesia ejerce y cumple este encargo de una manera indefectible e
infalible. El periplo y recorrido por la historia no es facil, ni ancho, ni
cuesta abajo, sino que es estrecho, costoso y cuesta arriba.
Cuando la Iglesia manda, prohibe o amonesta no pretende de
ninguna manera molestarnos o hacernos daño, sino que busca nuestro
bién aunque cueste o pataleemos, como los niños pequeños que lloran
cuando su madre le quita el cuchillo o el vaso de veneno que pretende
usar como juguetes. Así la iglesia resulta ser, a pesar de todo, la institución
que más ha contribuido al progreso y al bién de la sociedad.
Hoy está de moda hablar de “católicos por libre” que viven al margen
de la Iglesia o de “católicos agnósticos” o de “católicos pero no practicantes”
o de “católicos contestatarios” nuevos títulos nacidos de la ignorancia
religiosa pero que la sana filosofía y la lógica califica de absurdo,
contrasentido y utópico.
Cuando decimos y afirmamos que la Iglesia es infalible nos
referimos al control que ejerce para evitar el error e impedir que la
doctrina revelada sea deformada o cambiada durante los siglos; fuera
30 DECANOMÍA

de este campo tanto la Iglesia como el Papa pueden equivocarse como


cualquier otra institución o persona humana.
Infalibilidad no significa impecabilidad. La Iglesia está llena y
formada de hombres pecadores. El Papa —como todo hombre— puede
tener faltas y pecados.
Precisamente en la historia ha habido Papas que no han sido
ejemplares. Pecadores sí, pero infalibles, enseñando siempre a los
hombres de una manera segura e infalible la verdad y el camino de la
salvación.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 31

DIOS SALVADOR
Entre los muchos y variados títulos que la Teología otorga a Dios
aparece “Salvador” “Soterós en griego” por ser Dios el único y verdadero
liberador, redentor y salvador de todos los peligros, pecados, de toda
clase de males y también de la muerte.
La biblia nos habla de la historia de la salvación y nos muestra a
Dios como “salvador”. Protege, defiende, sana y salva a su pueblo de
Israel en el Antiguo Testamento y ahora en los tiempos definitivos y
últimos del Nuevo Testamento protege, defiende, sana y salva de todos
peligros y miserias al pueblo cristiano.
Página tras página nos va enseñando y recordando como el Señor
reconstruye a su pueblo Jerusalén, reune a los dispersos de Israel, cura
los corazones rotos y venda sus heridas.
El Señor sostiene a los humildes, su pueblo en el tiempo antiguo
y ahora en el nuevo. Humilla hasta el polvo a los malvados y los
malhechores.
El cubre las nubes de cielo y va preparando la lluvia para hijos de
la tierra y luego hace brotar la hierba en los montes para los ganados
0y sus crias.
El refuerza los cerrojos de las puertas y bendice siempre
a sus hijos a los que se fian de El, a los que le invocan, a los
que siguen sus máximas y programas dentro de las murallas
—su Iglesia— y fuera mantiene la paz en sus fronteras
y como ayer los sacia y alimenta con flor de harina la —Eucaristía—
32 DECANOMÍA

El arroja el granizo como migas de pan y con el frio las aguas se


congelan, envia luego el sol y se derriten, hace soplar los vientos y las
aguas vuelven a correr.
El anuncia a su pueblo salvación, a los suyos, a los que lo aceptan,
a los que se bautizan, a los que viven conforme a sus leyes, a los
que quieren ser sus hijos, a los que quieran libremente aceptar la
salvación.
Dios quiere la salvación para todos los hombres y para todos los
tiempos pero se encuentra con la barrera de la libertad de cada
hombre y de cada mujer.
A los que libremente quieran, Dios les anuncia su palabra
—su Evangelio, sus decretos, sus leyes, su cartamagna, su política, su
filosofía, su programa, su modo de vivir.
A los que no quieren, a los otros pueblos no dan a conocer sus
mandatos porque tienen otros salvadores.
Dios —Salvador y Soteros— es el único que puede dar una oferta
válida para todos los hombres.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 33

EIN NEUES LEBEN


Un titular alemán que quiere decir: “Una vida nueva”.
El Dueño y Autor de la vida cuando habla de su obra de arte “La
vida” nos enseña y advierte que hay dos clases de vida o dos creaciones
para los humanos. La primera creación o vida es finita y mortal.
La segunda creación o vida es infinita y eterna.
También nos habla de dos muertes: una necesaria para la primera
creación y otra posible para la segunda creación.
Todos los hombres y mujeres santos, que son los que entienden y
saben de una y otra vida, nos recuerdan que ellos solo tienen miedo a la
posible segunda muerte y así nos dejan para la historia frases y páginas
lapidarias y elocuentes: “No quiero que mi vida sufra dos muertes”.
La primera vida asépticamente es buena, natural, humana, hedónica,
vieja, muy ajustada a la botánica y a la zoología pero necesariamente
acaba con la muerte. La segunda creación del género humano es
paradójica, chocante, plena y abundante, de milicia y de gracia, que
vence a la muerte y es eterna.
Recuerdo ahora y escribo unos cuantos rasgos, notas o características
de la “Ein Neues Leben” de la nueva vida.
“Das Leben ist so” La vida es así. “Atención, os envío como ovejas en
medio de lobos”. No es naturalmente fácil.
“No hablareis vosotros, sino la fuerza de la nueva vida hablará por
vosotros y os defenderá”.
34 DECANOMÍA

“Os perseguirán viviendo esta nueva vida y podeis marchar a otros


lugares y ciudades”.
“No tengais miedo a los que causan la primera muerte, sino a los que
puedan arrojaros a la segunda muerte”.
“En la andadura de esta nueva vida o “modus vivendi” hasta los pelos
de vuestra cabeza están controlados y contados”.
“No es una vida cómoda ni de paz, sino de guerra y de fuego contra
la vida vieja”.
“Quién ama mas al padre o a la madre, al hijo o a la hija que al Dueño
y Señor de la nueva vida, no es digno de esta vida”.
“El que no abandona la vida vieja —hedonismo, botánica y zoología— y
se abraza a la cruz —símbolo de la nueva vida— no es digno de la nueva
vida”.
“El que se empeñe en conservar y ganar la vida vieja, ese perderá la vida
nueva y solo el que pierda la vida vieja ganará la vida nueva y eterna”.
(S. Mateo 10,16).
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 35

EL CÓDIGO DE LA FELICIDAD
Aunque no queramos aceptarlo toda la creación y por supuesto el
hombre ha salido de las manos del “Creador-Dios”.
Cuentan de un “hijo de papá” “de un hijo bien” de nuestra sociedad
de hoy que se fue a comprar “una máquina” “un buen coche”, después
de elegirla, el vendedor le dijo para que “aquella buena máquina”
marche, ande y dé buen resultado, es necesario cuidarla y alimentarla
con unas determinadas marcas de “engrase” y de “gasolina”. Contestó
“el hijo de papá”, a mí la grasa y gasolina me dan náuseas, me
provocan vómitos, me marean, así que cuando “mi máquina” necesite
esto, le echaré “mantequilla” en los engranajes y “champán” en el
depósito. Contestó el vendedor “pobre máquina mía” así nunca
funcionará.
Los hombres hemos salido de las manos de Dios “buen Creador y
vendedor” como una buena máquina y para que el hombre —máquina
preciosa— marche bien, sea feliz, le impuso unos “mandamientos”
“unas leyes” —determinadas grasas y gasolinas— pero si no las cumple,
es como pretender que el buen coche “ande con mantequilla y con
champán”.
El hombre busca siempre otras sustituciones, otras leyes y así jamás
podrá ser feliz, porque buscamos la felicidad en las cosas donde no se
halla. Intentamos coger agua con cacharros. Pretendemos que un coche
corra con ruedas cuadradas.
La felicidad, la buena marcha, el buén rendimiento, el amor, el
buén hacer, el bién está en la guarda de los mandamientos. Dios sabe
más y tiene sus planes sobre la creación.
36 DECANOMÍA

Dios es el único dueño de la “lavadora”. El fabricante y vendedor de


la “lavadora” tiene el programa para que aquello lave y funcione:
botones, jabones, agua y tambores. Si seguimos las instrucciones del
vendedor aquel artefacto marcha. De lo contrario al pulsar un botón
mal sale la ropa y el jabón cuando pidamos agua y viceversa. Aquello
no puede marchar. Dice el libro del Deuteronomio 11, 26-28, “Ved
que yo os pongo hoy delante bendición y maldición: la bendición si cumplís
los mandamientos de vuestro Dios y la maldición si no los cumplís”.
La felicidad fisiológica, la felicidad animalesca, la felicidad de
animal sano se puede conseguir de muchas maneras. La auténtica y
verdadera felicidad solo se alcanza con la fidelidad en la guarda de
los mandamientos o leyes divinas que constituyen el “Código de la
felicidad” Los mandamientos obligan a todos los hombres de todos los
tiempos y lugares por el hecho de ser hombres.
San Agustín en su juventud corrió tras los placeres y honores y
sintió que estos produjeron hastío en su corazón y al verse vacio de Dios
reconoció que debería aspirar a cosas mayores y exclamó: “Nos hiciste,
Señor, para Ti e inquieto está nuestro corazón mientras no descansa”.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 37

EL HOMBRE Y LA LEY DE DIOS


El hombre no está puesto en la tierra al azar, a la casualidad, a la
deriva, a la suerte ni para que ande por libre. Tiene un quehacer concreto
y unas normas o leyes que como todos los seres de la naturaleza.
Para unos son leyes físicas, biológicas, ciegas, fijas e inviolables. Los
hombres cumplen esas leyes dentro del marco de la “libertad”, puede
cumplirlas para su bien o no cumplirlas para su perdición.
El fin del hombre —o quehacer en la tierra— no se le busca él
mismo ni lo inventa sino que le viene impuesto, grabado y escrito
claramente en su misma naturaleza por el mismo Creador. Entonces ya
no existimos ni vivimos para ninguna otra cosa que no sea ese fin del
hombre: dar gloria a su Creador.
Todo es bueno o malo según nos ayude o nos estorbe para alcanzar
ese fin. Lo peor y el único mal para el hombre será el torcer ese fin o
no conseguirlo.
Cuando la sensatez y la serenidad llega a uno en medio de la
existencia y a lo largo de los siglos, uno se pregunta como aquel joven
del Evangelio: “Señor, que tengo que hacer para alcanzar la meta y ese
fin?. El Señor responde: “Si quieres entrar en la vida —vivir— guarda
los mandamientos”. Este es el camino para todos los hombres de todos
los colores y en todos los siglos sin excepción.
El Sabio-Creador ha ordenado —ley eterna— todas las cosas
de modo que cada una cumpla su fin: los minerales, las plantas, los
animales, los hombres. Por esta ley la tierra da vueltas alrededor del sol,
38 DECANOMÍA

las plantas dan flores en primavera, el hombre siente remordimientos


cuando ha hecho algo mal.
La ley natural escrita y grabada en la naturaleza humana es libre y
violable. Es universal, válida para todos los hombres en todos los
tiempos. Es inmutable por no poder cambiarse.
La ley natural es difícil de conocer. Por este motivo y para mayor
facilidad y para que todos los hombres puedan conocerla con firme
certeza y sin ningún error. Dios nos ha regalado o revelado los “diez
mandamientos o Decálogo” donde explicita la ley natural, los deberes
esenciales y fundamentales inherentes a la persona humana.
Cristo perfecciona, culmina y acaba toda la ley con “El mandamiento
nuevo del amor”.
Nuevo, último y definitivo, doble y único: “Amar a Dios con
todas nuestras fuerzas y amarnos los unos a los otros”.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 39

GRANDEZA Y DIGNIDAD DEL HOMBRE


Es lógico que tanto filósofos como físicos y cualquier ciudadano
de a pié intente definir y opinar sobre “quididad” “esencia o ser del
hombre”.
Al final todos se verán sorprendidos al descubrir que el hombre es
más que un animal y mucho más que un animal racional. Irán palpando
que la diferencia no es solo de grado sino sustancial y óntica, es decir,
en su esencia y constitución. Materia y espíritu.
Los sabios humildes no dudarán en calificar al hombre como un
milagro, un misterio y un regalo de Dios a este planeta. Todo ha
sido creado para la bondad del hombre. Todo es antropocéntrico y
teocéntrico.
Lo saben todos los científicos, filósofos y sabios pero la soberbia
—vieja y nueva— les impide empezar por el principio y reconocer y
aceptar al Creador, Dueño y Señor del hombre. Así pasan los siglos
manipulando, dando vueltas y vueltas, mareando la perdiz y matando
la culebra y los antropólogos, astrofísicos, filósofos y palentólogos al
final pierden el tren o le falta una pieza del rompecabezas, o un ciclo,
o un anillo, o eslabón. A veces dicen “Eureka” aquí está y le resulta
ser un hallazgo de un fósil de un burro o de un chimpancé.
Siguen mareando y cansando a los carbonos y nitrógenos, al
Australopitecus, al Pithecantropus, al Homo Pekinenses, al Homo de
Neanderthal, al Homo Habilis, al Homo Erectus, al Homo Sapiens, al
Hombre de Orce y Atapuerca.
40 DECANOMÍA

Es imposible someter a experimentos y a relojerías y análisis lo que


es espiritual y divino. El hombre es una criatura —obra de arte— con
orígenes y metástasis divina. Es un compuesto y combinado sico-
somático. Es la imagen y semejanza de Dios. Es un simil perfecto de
Dios. Es hijo de Dios.
Ya lo somático o animal les escapa de sus análisis físico-químicos,
cálculos y espectros, pero a donde no llegan es a intentar manipular el
espiritu o la sijé.
Hay que dar un salto cualitativo y estudiar al hombre desde el plan
de Dios y con los ojos del Creador del hombre. Dios lo tiene claro y
sabe lo que ha hecho y lo que vale. No hay otro camino ni estudio para
poder ir al reto e interpelación de la grandeza, dignidad, realidad y
verdad del hombre con todas las consecuencias.
Siempre está bien el estudio y la investigación seria y santa. Pero es
un error grave que envilece, rebaja, empequeñece la grandeza y dignidad
del hombre —la vida humana es sagrada— el pretender buscar el origen,
devenir, progreso y fin en medio de los dignos homínidos, hominoides,
catarrinos, primates, simioides y orangutanes.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 41

HOMBRES ¿QUIÉNES SOMOS?


Desde que el mundo es mundo el único que puede dar una
opinión o hacer un análisis ante el espectáculo del hombre es el
mismo hombre.
Las cámaras proyectadas sobre el “hombre” a lo largo de la historia de
la humanidad, es decir, las teorías, definiciones y opiniones de filósofos,
religiosos, sabios, científicos, hombres de a pié, siempre se dividen
globalmente en dos grandes grupos: unos que relacionan, subordinan,
hacen depender al hombre de Dios como algo humano-divino y otros
que los consideran totalmente independiente, con autonomía total y
desligado de Dios viéndolo como un objeto, una cosa, un número, una
nada un producto, un “factum”.
Nos recuerda la sana metafísica que los dos grupos no pueden tener
razón igualmente o es blanco o es negro, unos aciertan y otros no
pueden acertar.
El hombre es un “genitum”. Recordemos a modo de “Flasch” y de
ejemplo a algunos personajes históricos y que opinión han dado sobre
“el hombre” y leamos los distintos y variados resultados y las felices y
funestas secuelas que han marcado la trayectoria de la historia según se
decanten por una opinión o por la otra: Abraham, Moisés, Aristóteles,
Sócrates, Nerón, Trajano, San Agustín, San Tomás de Aquino, Kant,
Hobbes, Rousseau, Voltaire, Hitler, Stalin, Juan Pablo II.
Dice el sentido común que todos estos no han fabricado la “criatura
el hombre” sino que simplemente se encuentran con el misterio del
42 DECANOMÍA

hombre y se atreven a dibujarlo, pintarlo y definirlo. Sin embargo Dios


ha hecho al hombre —es su obra— su criatura— y tiene derecho a
desvelar, a revelar, a decir, a hablar, a saber y dar una definitiva, exhausta
y acabada noción sobre el hombre.
Todavía hoy claramente nadie ni nada ha explicado de donde
venimos, qué somos y a donde vamos.
Todos opinan, barruntan pero no aciertan, es lógico, ¿qué puede
decir y definir el hombre rudo e ignorante sobre la Teoría de la
relatividad de Einstein? ¿O sobre la maquinaria y funcionamiento de
un reloj sino es relojero? O sobre la manera de hacer una tomía
de apendicitis sino es médico?
Dios lo dijo hasta la saciedad para que lo entiendan toda la tierra,
blancos, amarillos, cobrizos, pigmeos, en el Antiguo y Nuevo Testamento,
en todos los continentes y puntos cardinales y lo repetirá hasta el fin
de los siglos en tierra, mar y aire: Venimos de Dios, somos de Dios
y esto no se puede acabar, vamos hacia Dios.
Dios no tiene otra razón para crear ni el hombre otra para existir.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 43

HOMO
También la Teología siente curiosidad ante el enigma y el misterio
del hombre. Por eso en una de sus tesis de trabajo se pregunta: ¿Quid
est homo? ¿Qué es el hombre…?
Evidentemente que acompaña y aporta material a la filosofía, a la
biología, a la neurología y a la genética en la frenética búsqueda en
saber algo sobre el hombre.
Desde que apareció el hombre sobre el planeta, papiros, pergaminos
y tinta se han gastado por definirlo y encajarlo. Los antiguos califican al
hombre como “un animal razonable y político”. Blas Pascal describe
al hombre como un “ser frágil que sabe que va a morir”. Nietsche habla
del hombre “como una enfermedad del hombre”. Jean-Paul Sartre le
califica de “pasión inútil”. Modernas doctrinas comparan al hombre con
“un número o una cifra”. Otros hay que lo identifican con “el mono”.
Alguien lo ve como “un gusano sobre una corteza de queso”. “Santa
Catalina de Siena lo encomia” “como el arte que tiene en sí la razón”.
Multitud de ensayos, opiniones y definiciones hubo y habrá
que barruntan y demuestran que no hay respuesta a esta pregunta.
La Teología echa mano de la Biblia e intenta dibujar al hombre con
solemnidad, dignidad y altura y desafia a todas las ciencias con su teoría
firme, seria, válida y fuerte el hombre es “imagen y semejanza de Dios”.
Es capaz de interrogarse a si mismo, es el único ser capaz de amar o no
amar. Dotado de entendimiento y voluntad y con un alma libre.
La última palabra y también la primera la tiene la Biblia cuando
44 DECANOMÍA

nos definió al ser humano en sus primeras páginas “creado a imagen


de Dios”. Pero también la Teología tiene sus “terras ignotas” o lugares
obscuros. Dios no es visible ni comprensible por eso sigue buscando
hacia abajo la imagen y semejanza de Dios en los hombres —lo divino
del hombre y hacia arriba los vestigios, la huella, la imagen y semejanza
del hombre en Dios —lo humano de Dios—.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 45

HOMO IN VIA
En Teología se estudia que la vida terrena es el único tiempo
de merecer. Pero para merecer y ganar hay que luchar. El hombre
mientras está “in via” es decir, en el camino de la vida debe mantener
una contínua lucha ascética para que su voluntad persiga su verdadero
fin que es Dios.
Esta necesidad se ha acentuado después de la cita original por
el desorden que ha introducido en el hombre el “fomes peccati” o
concupiscencia que es una tendencia al mal y una dificultad para hacer
el bien.
Ningún hombre podrá obrar el bien —aun el natural— a espaldas
de quien es la fuente de toda bondad. El hombre siempre necesita la
gracia —un impulso divino— para obrar el bien y llevar una decente
vida moral. El hombre nunca fué impecable ni en el estado de justicia
original ni después de la caída; pero en el estado actual es más pecable
y falible por la disminución de sus fuerzas a causa del desorden
original. Ahora sin la ayuda de la gracia o auxilio divino no puede
evitar pecar y hacer el mal.
La ayuda de Dios —la gracia— es absolutamente necesaria para
llevar a cabo actos de orden sobrenatural, es decir, aquellos que por su
misma esencia exceden totalmente las posibilidades de la naturaleza
humana.
En conclusión, siendo la gracia absolutamente necesaria para realizar
acciones sobrenaturales, en el estado actual de la naturaleza humana es
46 DECANOMÍA

también moralmente necesaria para llevar a cabo actos naturalmente


buenos aquellos que cada hombre es capaz de realizar por si mismo
y son sus solas fuerzas naturales.
Nos recuerda el Concilio de Orange en el año 529: “El libre albedrio
de la voluntad debilitado en el primer hombre no puede repararse sino por
la gracia del Bautismo y las gracias sucesivas”.
Los medios de siempre que tiene el hombre para vencer ahora
“in via” son los mismos desde el comienzo: la oración, la mortificación,
los sacramentos, la Eucaristia, la intercesión de la Santísima Virgen,
de los ángeles y de los santos.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 47

HOMO RELIGIOSUS
Al hombre del siglo XXI se le notan también las ganas, los arrebatos
de entusiasmo y las profundas ansias de Dios.
Como respuesta a los tirones de Dios se adhiere alocadamente a toda
clase de sectas y busca ansiosamente soportes y pilares religiosos y
espirituales. El hombre del siglo XX retorna y vuelve cansado de la
experiencia sin Dios.
El deseo de Dios está inserto en el corazón de todos los hombres. El
Nuevo Catecismo no lo han comprado la gente de Iglesia, sino la gente
alejada y desnortada como buscando algo seguro y como husmeando
lo que dice ahora la Iglesia.
El hombre ha sido creado por Dios y para Dios; Dios
sigue atrayendo hacia Si al hombre como a un imán y
solo en Dios encontrará la única respuesta. El hombre está
llamado al “endiosamiento bueno y a la comunión con Dios”.
Todas las creaturas amadas por Dios poseen una semejanza
con Dios especialmente el hombre. Por eso el hombre como
Dios es amor y está destinado al amor. El hombre de todos los
siglos es por naturaleza y por vocación un: “Ens religiosus, Homo
religiosus” un ser religioso. Nos recuerdan los Hechos de los Apóstoles:
En Dios vivimos, nos movemos y existimos”. Nos enseña San
Agustín: “Nos has hecho para Ti, Señor, e inquieto está nuestro corazón
mientras no descansa en Ti” (Conf. 1,1). Leemos en la Gaudium et
spes: “Sin el Creador la criatura se diluye”.
48 DECANOMÍA

Cuando San Agustín pretendía adorar como dioses la


belleza de los seres naturales el mar le contestó: “Agustín, yo no
soy tu Dios…” El hombre busca salidas para su vida pero no
le cuadra ninguna clave. Sin Dios no le encuentra sentido ni
norte a su vida después de esforzarse y fatigarse en la subida se
encuentra de nuevo en el suelo y así continuamente.
Nunca le fué fácil al hombre el vivir según el querer de Dios y por
eso siempre se refugia y cae en un natural y simple pelagianismo que
le anima a imaginarse que él puede salvarse solo sin la ayuda de nadie
—ni perdón, ni gracia, ni Dios— y por otro lado se respalda en un
inoperante luteranismo que le lleva a sentirse impotente y sin arreglo si
Dios no lo remedia — dejar a Dios que vaya haciendo—
Ante este viejo, herético y falso dualismo nos responde San
Agustín: “Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti…” Salvación del
hombre quiere decir conjunción del querer de Dios y del querer
del hombre.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 49

LEY ETERNA
Los hombres tienen sus leyes y Dios obviamente también tiene su
Ley. La Ley de Dios es la ley eterna que es el plan de la divina Sabiduría
para conducir a su fin a toda la creación y sobre todo a la creatura
racional: el hombre.
Dios logicamente no tiene imprevistos y todo lo ordena y gobierna
bien. La ley es la participación y realización de la ley eterna en toda
la naturaleza. Las criaturas irracionales participan de la ley eterna de
una forma ciega y necesaria, mientras que el hombre participa de ella
conforme a su naturaleza racional y libre.
La ley natural es la misma ley eterna grabada en todos los seres e
impresa en la misma naturaleza del hombre. Evidentemente es una ley
universal, inmutable y válida en todo tiempo y lugar. No admite
epiqueyas o interpretaciones benignas. Se basa en la misma naturaleza
del hombre y en sus relaciones esenciales: relaciones del hombre y
Dios, entre el hombre y el hombre, entre los cónyuges, entre los padres
y los hijos, relaciones esenciales en la comunidad, en la familia, en la
Iglesia, en el Estado, etc.
Los principios básicos, mínimos y fundamentales de la ley eterna
suman así: “Hacer el bien y evitar el mal” “No hagas a los demás lo que no
quieres que te hagan a tí”. De estos principios podemos sacar conclusiones
más concretas y ciertas que están mandadas y prohibidas por el Divino
Legislador. No cabe dudar por ejemplo de que está prohibido: el odio
a Dios, la blasfemia, la idolatría, el falso testimonio, el homicidio, la
calumnia, la prohibición de la defraudación del salario justo, etc., etc.
50 DECANOMÍA

Solo el hombre —dentro de toda naturaleza— puede rechazar o


errar en el conocimiento de la ley eterna al estar herido por el pecado
original, obcecado y debilitado por las pasiones personales. Siempre
está inclinado facilmente a ver como falso o dudoso aquello que no
quiere que sea verdadero. Ante la ley eterna —cualquiera que sea la
situación del individuo— no le queda otra alternativa que aceptarla y
obedecerla y nunca discutirla.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 51

LEY MOSÉNICA
A la ley de Moisés o Mosénica le precede la ley natural que es tan
antigua como el hombre.
La ley mosaica contiene, sin embargo, en sustancia toda la ley
natural.
Ocurrió unos 1.500 años antes del nacimiento de Cristo: el pueblo
de Israel, libertado de Egipto, llegó después de 47 dias de camino a la
falda del monte Sinaí. El caudillo del pueblo era Moisés y Dios le
ordenó que el pueblo se purificase durante dos dias y se dispusiera a
recibir la Ley.
Al tercer día que era “Pente-Costés” o sea 50 dias, jornadas o pedazos
de tiempo transcurridos desde la liberación de la esclavitud egipcia,
comenzaron los relámpagos a rasgar las nubes y a tronar temerosamente,
una nube muy densa cubrió el monte y se percibía un sonido muy fuerte. Era
una manifestación e que Dios iba a promulgar al pueblo los
Mandamientos, la Ley, el Decálogo.
Moisés después de 40 días que estuvo en el monte, descendió de
allí para comunicar al pueblo de Dios; traía en sus manos dos tablas
de piedra y en ellas estaba esculpido el Decálogo, la Decanomía,
conocido también por Ley mosaica, Ley mosénica, o simplemente por
Ley de Moisés.
El pueblo judío recibió el Decálogo como la Ley de Dios, como
mandato, precepto, querer y voluntad de Dios y en su observación
y cumplimiento radicaba el amor y la fidelidad.
52 DECANOMÍA

Más tarde lo ratificaría Cristo: “El que me ama guarda mis mandatos”,
poniéndo las obras como prueba y distintivo del amor.
Después de 40 años por el desierto ya a las puertas de la tierra
prometida Moisés le recuerda al pueblo olvidadizo por medio del
“Deutero-nomio”
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 53

MAS ALLÁ DE LA LEY


La historia de la salvación de la humanidad se divide en dos grandes
etapas o economías: una la ley antigua y otra la ley nueva.
En la ley antigua Dios impuso al hombre una Ley o Torá que era
una norma reguladora de la vida, para su adiestramiento y guia. Dice
un antiguo libro de leyes llamado Deuteronomio: “Responderás a tu
hijo: estas son las normas, mandatos y decretos que nos mandó el Señor
Nuestro Dios… para que siguiéramos con vida…”
En la etapa nueva Cristo reinvindica para sí y sus discípulos plena
libertad incluso frente a la ley. El principio y fundamento de la ley
nueva es el amor, que va más allá de la letra de la ley, de cualquier
casuística y de la vana e hipócrita observancia exterior. La doctrina
de Cristo penetra hasta la raiz, el corazón y el espíritu de la ley. No
deroga la ley antigua, sino que da cumplimiento hasta la última coma
o tilde. Cumplir quiere decir “observar” “llevarla a la perfección” “hasta
la raiz” “adherirse interiormente”. Nos advierte la Escritura: “Misericor-
dia quiero y no holocaustos…” “Circuncidad vuestros corazones…”. Exige
una justicia superior: “Si vuestra justicia no sobrepasa la de los letrados
y fariseos no entrareis en el Reino de los Cielos…”.
La ley nueva completa y perfecciona la ley antigua. La ley nueva
suena así: “Pero Yo os digo…”. Habeis oido que dijo a los antiguos
“no matarás”, pero Yo os digo: Todo el que está peleado con su
hermano será procesado. Se puede matar también al hermano o al
prójimo con la cólera, la ira, la envidia, el odio, el desprecio. Habeis
54 DECANOMÍA

oido el mandamiento: No cometerás adulterio, pero Yo os digo: el que


mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en
su interior. La ley nueva o evangélica no se limita a juzgar los actos
puramente externos, penetra en nuestro interior incluso en nuestros
deseos, pensamientos e intenciones.
Habeis oido que se dijo: amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu
enemigo, pero Yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que
os persiguen. El amar al prójimo y odiar al enemigo estaba incluido en
la ley de Talión. Sin embargo la ley nueva del amor excluye cualquier
forma de venganza y de violencia. Todo hombre, aún el peor, es hijo de
Dios y amado por El, por eso, también tú debes amarlo. No se puede
responder a la violencia con violencia, sino vencer la violencia con el
amor, el diálogo, el acuerdo, el convencimiento.
Esta ley nueva y definitiva llega así al corazón mismo de la ley que es
la justicia, la misericordia y la fidelidad, superando toda la rigidez,
frialdad y exterioridad de la ley.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 55

NOMOLOGÍA
“Nomología” del griego “nomos”, ley y de “logos”, estudio, tratado,
es el tratado o estudio de las leyes.
En el planeta tierra los seres privados de razón se rigen por
medio de leyes físicas, inflexibles y fijas, así el sol alumbra, el fuego
calienta, la tierra ha de girar en torno del sol 365 días y sobre su
eje en 24 horas, la luna describe su órbita en torno a la tierra en 27
días, el globo de la tierra ofrece para su recorrido un cinturón de
circunferencia de 40.000 kilómetros… y todo esto ha de contemplarse
y observarse con exactitud… no vale aquel astuto adagio: Obedecelle,
pero non complille…
Los hombres seres racionales y libres se rigen por medio de leyes
morales y también físicas con voluntad libre, y su observancia es digna
de premio y su transgresión será castigada.
Un gran porcentaje de nuestros males físicos y sufrimientos síquicos
tienen su origen en la transgresión de las leyes físicas y morales por
parte del hombre.
¿Quién ha hecho las 200.000 trillones de estrellas que existen en el
Atlas del Cielo?
El Sol es 1.300.000 veces mayor que la tierra.
La mayor estrella conocida es 8.000 billones de veces mayor que
el sol.
La velocidad de la luz 300.000 km. por segundo no puede
superarse.
56 DECANOMÍA

El astro más lejano de nosotros “QUASAR” está a 15.000 millones


de años-luz.
Si dos palos en forma de cabaña requieren la inteligencia de un
hombre, ¿qué sabiduría, inteligencia y poder supone esta estructura
del universo?
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 57

NUEVO PUEBLO
Es una gozada incomparable y un nuevo mediterráneo el leer y
releer el segundo capítulo de la Constitución —Lumen gentium— del
Concilio Vaticano que habla del Nuevo pueblo.
Sin partidismos, sin sectarismo, sin capillitas y sin fronteras el
tenerlo olvidado y enterrado en una biblioteca encierra tanta gravedad
y ceguera al pretender ocultar un documento que ilumina mas que el
sol. Para esta clase de errores y males no es suficiente buscar la causa en
el olvido, negligencia y debilidad humana sino que se palpa claramente
la astucia diabólica por ser más viejo y más sabio.
Pensando Cristo en el momento histórico, la hora fijada para
constituir el “Nuevo Pueblo”, la nueva alianza, el nuevo pacto, la
hora crucial, al año uno, la primera semana santa, un jueves santo al
anochecer de aquel día cuando se une el Cielo con la tierra, nervioso
y con ganas y ansiedad de sangre, ardía su corazón que en latín se
expresa con un redoble, enfático e iterativo lenguaje cacofónico con
verbos, adverbios y calificativos sin regla gramatical —magno desiderio
desideravi— con gran deseo he deseado esta hora. Es mal sonante a los
oido incluso de los no retóricos: “Deseé con deseo, comí la comida o subí
la subida”.
Dejemos la sintaxis. Ya sabemos que todo parto es enfangoso y con
sangre. Un nuevo pueblo de hombres y mujeres, definitivo y eterno,
ya no habrá mas pactos, alianzas ni novedades, yo diría que se trata de
un pueblo novísimo y ultísimo. Pueblo incorruptilbe, linaje escogido,
58 DECANOMÍA

sacerdocio real, nación santa, pueblo de adquisición, donde la Cabeza


es Cristo, todos los hombres y mujeres, de todos continentes, de todos
los tiempos y naciones, de todos los colores, con lazos y categoría de
hijos de Dios —menudo mediterráneo— y dirigidos solo por la ley del
amor y al final el Cielo.
Este documento “lumen gentium”, es demasiada luz, demasiada
miel y nos endiosa a rebosar. Vale la pena releerlo, ponderarlo y
considerarlo.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 59

NOVA ET VETERA
La doctrina cristiana es una verdad siempre vieja y siempre nueva.
Fielmente custodiada por la Iglesia y que nunca podrá cambiar
sustancialmente. La verdad permanece siempre la misma e inmutable.
Es como un depósito o baúl de donde el —Pater-familias— va sacando
sus tesoros y sus cosas —Nova et Vetera— lo viejo y lo nuevo. La
doctrina es alfa y omega, es principio y fin, es tradición y es progreso.
Tenemos una advertencia segura, fiable y garante: “Mis palabras no
pasarán…”
Siguen siendo válidos los argumentos y métodos empleados por los
primeros cristianos, los Santos Padres y Teólogos que a lo largo de
la historia han ido haciendo sus exposiciones, catequesis, catecismos,
predicaciones, lecturas y defensas de la verdad. También hoy tenemos
que usar todos los nuevos y modernos métodos, sofismas, medios y
argumentos en la dura tarea de la conservación y transmisión de la
doctrina.
Cualquier cristiano que se acerque a escudriñar lo —Nova et
Vetera— que contiene este depósito irá descubriendo por si mismo la
antiguedad, la novedad, la grandeza y riqueza de este legado. Nuestro
siglo también se va a caracterizar por la falta de formación e información
y por la ignorancia de la doctrina.
La doctrina cristiana es una doctrina “encarnada” que se hace carne,
cuerpo y vida en los hombres de todos los tiempos y edades. Da seguridad
a la fe y a la vida.
60 DECANOMÍA

La Teología fundamental y básica expone los grandes te-


mas y tratados de “Vera Religione” donde se discute y estudia so-
bre la existencia, posibilidad, cantidad, verdad y falsedad de
las religiones. En los tratados de “Ecclesia Christi” aposta por la
existencia y esencia de la Iglesia fundada por Cristo. Busca la
razón, la causa, el origen, las fuentes de la doctrina en las “Fontibus
Theologicis” que son la Sagrada Escritura y la Tradición.
La Teología especial ofrece y desarrolla los grandes temas “De Fide”
donde estudia la realidad sobrenatural de la fe y su necesidad. En los
tratados de “Deo creante et elevante”se habla de Dios creador y salvador
de todos los hombres. Habla sobre la esencia y existencia de Dios en las
disciplinas de “Deo Uno et Trino”. De la Navidad o encarnación de Dios
en la tierra se ocupan los volúmenes “De Verbo incarnato”. Los tratados de
“Deo santificante et gratia” ofrecen los medios que hay que usar para lograr
la salvación.
Finalmente habla de los últimos dias del hombre sobre la tierra y
de la realidad de la vida futura en los libros “De sacramentis et
novissimis”.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 61

PLAN DE SALVACIÓN I
Todos los hombres tienen un reto que es la salvación eterna.
Dios tiene un querer y un plan que es salvar a todos los hombres,
pero el hombre no puede salvarse sin más y por libre. El hombre para
salvarse necesita no solo conocer la voluntad de Dios —la doctrina—
sino que tiene que ser ayudado para cumplirla —la gracia—.
Para conseguir estas dos columnas o medios: doctrina y gracia, los
hombres siempre encuentran dificultades —nunca son fáciles ni están
predispuestos— por la concupiscencia derivada del pecado original.
Dios comunica al mundo como doctrina —el Decálogo— que es la
parte de la ley divino-positiva y que contiene todos los preceptos de la ley
natural de un modo implícito o explícito. Son conclusiones inmediatas
de la ley natural.
En el estado actual del género humano, el hombre para conocer
con facilidad, con firme certeza y sin ningún error la ley natural y todas
las verdades religiosas y morales que de por sí no se hallan fuera del
alcance de la razón, necesita la Revelación divina.
Por la misma razón de naturaleza caida el hombre necesita
—la gracia— como ayuda para cumplir la ley natural. El hom-
bre no puede cumplir en su integridad y acabadamente la ley
natural con las solas fuerzas naturales. El hombre solo —sin
la gracia— no consigue entender bien ni cumplir las exigen-
cias de la ley natural y además cae con facilidad en toda clase de
aberraciones y errores morales.
62 DECANOMÍA

En definitiva, para salvarse los hombres no pueden andar a tientas, a


ciegas, por libre y con autonomía sino recorrer el camino de la Nueva
Ley y de la gracia que le da seguridad, luz y fuerza.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 63

PLAN DE SALVACIÓN II
No existe mas que una salvación seria, final, definitiva y eterna, todas
las soluciones, ofertas y salvaciones que el hombre se va procurando
son efímeras, relativas arreglan y remiendan algo solo para ir tirando.
El que al final se salva, construye, invierte, se empeña, se hipoteca
en algo, en mucho o en todo para edificar y merecer su casa, su herencia
y su morada en el Cielo.
Amontonad y almacenad tesoros, bienes y riquezas allá donde vais
a estar por toda una eternidad y además estarán segurísimos y rentables
sin impuestos, sin hacienda, sin polilla, sin ladrones, sin peligros y sin
pudrirse.
Había una señora de bien en este planeta azul, vivía en grandes palacios
y jardines con toda la clase de servidumbre, era mas o menos piadosa
y practicante, se murió —por la grande misericordia de Dios llegó al
Cielo, por poco, señora, enhorabuena —allí le ofrecieron como tienda y
habitación para toda la eternidad sin posibilidad de mejora una chabola
plastificada y con goteras. Ante el pataleo y regaños de la buena señora
le contestaron los agentes y constructores del Cielo: Señora, esto es
todo lo que hemos podido prepararle con las aportaciones, divisas e
imposiciones que Ud. nos ha ingresado desde la tierra. Poco piadosa,
poco santa, poco rezadora, poco practicante.
Los tesoros de Dios —el amor y su misericordia— son insondables
e inconmensurables— sabiduría y amor infinitos— son un mar sin
orillas y sin fondo.
64 DECANOMÍA

Cuanto mas nos entregamos a Dios-Padre como hijos más le


conocemos y más le amamos y más nos ama El, infinitamente más que
todas las madres juntas —y mira que nos quieren nuestras madres—.
Este es el único plan de salvación corresponder como hijos hasta la
locura al amor de Dios-Padre.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 65

PLAN DE LOS HOMBRES


Con corto y meridiano pero suficiente conocimiento podemos hoy
los hombres conocer y saber el querido, sabio, perfecto y acabado plan
de Dios: orden, gracia, alegría, santidad, salvación, vida eterna y cielo.
Pero los hombres —empujados por el diablo— intentan corregir,
planear y programar según su poder y sabiduría. Ahí está el plan
paralelo: desorden, pecado, tristeza, vida achatada y animalesca,
muerte, perdición e infierno.
Podemos a modo de “Flash” recordar todos los elementos,
ingredientes y resultados fruto de la maquinación del hombre que
antes no tenía con el plan de Dios.
El diablo como la —simia Dei— la perfecta mona de Dios siempre
hace cosas parecidas a las que Dios hace.
Con el plan de los hombres se siente vergüenza de vernos desnudos.
Fuera del plan de Dios es lo mismo vestidos que desnudos siempre
damos vergüenza y risa.
Hay rebeldía del cuerpo que reclama sus fueros perdidos. Está ahora
el cuerpo sujeto a toda clase de enfermedades y de muerte.
El alma está sujeta a la ignorancia, a la concupiscencia y a la debilidad
de la libertad. El hombre rompió sus lazos y su intimidad con Dios pero
también con la tierra y con los animales, al rebelarse contra Dios todo
se puso en contra de los hombres.
66 DECANOMÍA

Alejados del dulce y quieto paraíso a cambio de trabajos, sudores y


la tierra con espinos y abrojos. Tú —serpiente-diablo— ahora
capitidisminuida y rastrera no levantarás el vientre de la tierra.
Y a ti —mujer— afligiré tu preñez con muchos males y dolores.
Ahora ya los hombres no tienen —con fallidos planes— facilidad para
el bien sino que es “un conjunto” —sui generis— de todo esto, por eso
fué el que quedó peor.
El posible arreglo de este engaño y tragedia —apocaptástasis o
restauración— es el fundamento de la religión: encarnación, gracia,
oración, penitencia, vigilancia y ascética cristiana.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 67

¿QUIÉN SE SALVA?
Nunca se habla de salvación más que cuando existe un peligro o
naufragio, algún riesgo o temor. Siempre hay que salvarse de algo de
ahí la filosofía popular: “Sálvese quien pueda”.
Todas las soluciones, los S.O.S., las ayudas, los medios y
salvaciones que nos pueden prestar los hombres son apaños para ir
tirando y tapando goteras ocasionalmente, a veces alivian los peligros
momentáneamente.
Cuando hablamos de salvación simplemente se refiere siempre a la
salvación del género humano, salvación universal, importante, única,
final, definitiva y eterna. La liberación, plena, bien hecha, la redención
exhaustiva que ofrece Dios. Lo que se llama en Teología —La Sotereo-
logía—.
Opina algunos: ¿Dónde está el poder y la misericordia de Dios, si
solo se salvan cuatro o solo unos pocos?.
Este difícil problema y cuestión que se puede seguir discutiendo
no es nuevo sino que es un tema tan viejo como el hombre porque
hay que compaginar y ajustar el “indiscutible querer omnipotente
de Dios) —salvar a todos los hombres— y “la voluntad libre del
hombre”. Bandera discutida a lo largo de los siglos por todas
las escuelas, filosofías y teologías. Temas y tesis sin resolver
mezclados con otros ingredientes como la doctrina de la
predestinación.
Las escuelas, doctrinas y opiniones se enfrentan, se acaloran o se
acercan según se enfoque el papel de Dios o el papel del hombre. No se
trata de resolver lo que no tiene solución ni de saber lo que no se puede
68 DECANOMÍA

saber, pero sí encender alguna luz para que alumbre un poco mejor y
más lejos posible, recordando simplemente los datos del problema y
unos puntos de doctrina.
Con sana certeza y doctrina científica sabemos que Dios quiere
salvar a todos los hombres sin excepción. También sabemos que por
buena filosofía que Dios no puede hacer imposibles y absurdos ni cír-
culos cuadrados. El círculo dijo: “Señor, hazme círculo y no cuadrado”.
El cuadrado dice: “Señor, hazme cuadrado y no círculo”. No dice el
círculo: “Señor, hazme cuadrado”. Tampoco dice el cuadrado: “Señor,
hazme círculo”.
Dios corrió el riesgo de hacer su criatura el hombre —libre—. El
hombre no puede decir: “Señor, hazme un hombre sin libertad”. No es
posible, sería un caballo o una mula…
Dios quiere salvar, pero el hombre tiene que querer también.
Enfatiza San Agustín: “Deus cravit te sine te, non salvabit sine te”. Dios
que te creó sin ti ahora no te salvará sin ti.
Son muchos o pocos los que salvan. Esta pregunta solo la hacen los
que no están queriendo salvarse, porque los que quieren salvarse están
en ello, bregando, trabajando, colaborando, luchando y cumpliendo
lo que Dios quiere, fiándose del amor, misericordia y omnipotencia
de Dios.
En este asunto, campo y problema de la salvación si el hombre no
quiere. Dios no puede hacer absolutamente nada porque se enfrenta
con libre voluntad del hombre.
El hombre consciente de la necesidad de salvarse tiene que
agarrarse a la cuerda o al cabo que Dios le ofrece.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 69

RACIONALISMO MODERNO
Está rejuveneciendo y brotando de nuevo en nuestro mundo y sin
darnos cuenta una vieja herejía que pone como centro y cumbre del
hombre la “razón” negando o silenciando la revelación divina y toda
transcendencia en el hombre.
Es propio del racionalismo contraponer de un modo radical en
el hombre el espíritu al cuerpo y el cuerpo al espíritu. Todo hombre
es una persona en la unidad y la armonía del cuerpo y del espíritu.
Acertadamente podemos decir que el cuerpo está “espiritualizado” y el
espíritu está “corporeizado”. Nunca podemos reducir el cuerpo a pura
materia. La fuente y modelo para un perfecto y verdadero conocimiento
del “misterio del hombre” es Cristo hecho carne, perfecto Dios y perfecto
hombre.
En nuestra civilización actual cuanto más nos apartamos del “Gran
Misterio de Cristo” y de la revelación, cuanto más el hombre se pierde y
resulta un enigma y un gran desconocido. Las graves consecuencias del
racionalismo moderno y del intento de separación entre el espíritu y el
cuerpo son terribles y funestas y acarrean al hombre enormes peligros.
El hombre es utilizado como los demás cuerpos del mundo creado, un
instrumento ante los bienes de consumo. Es usado como los otros
animales como material en las manipulaciones de embriones,
fetos y colonizaciones. Una concepción antropológica racionalista,
dualista, maniquea que contrapone y separa radicalmente entre
sí el cuerpo y el espíritu, donde ni el cuerpo vive del espíritu
70 DECANOMÍA

ni el espíritu vivifica al cuerpo, desaparece el hombre como


persona y como hijo de Dios, para convertirse necesariamente en un
número y un objeto.
Así por ejemplo nuestra civilización moderna ha perdido y olvidado la
riqueza y belleza originaria de la sexualidad humana en la familia o en
la vocación profunda de la virginidad para convertirse en bestialidad
—pornografía, manipulación y explotación del cuerpo—.
El racionalismo combate de modo radical y rabioso toda la
revelación y el misterio de Dios hacia los hombres y reduce la vida
temporal del hombre, la familia y la sociedad a una lucha sin cuartel
por la existencia o una búsqueda afanosa de la ganancia económica.
El racionalismo es una de las viejas raices que está causando la terrible
derrota ética de la sociedad actual.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 71

SALVACIÓN, AMOR Y PAZ


Jamás nadie ni nada podrá traer a este mundo tal y tan feliz mensa-
je, doctrina y utilidad para la humanidad: La Navidad de Dios.
La total, plena y definitiva salvación del hombre, el amor y la paz solo
proviene de la Encarnación de Dios —Ensomatosis para los griegos—
el hacerse Dios un hombre como nosotros.
Solamente ese Hombre-Dios puede entender y salvar por dentro y
por fuera todas las amenazas, males, daños y enemigos del mismo
hombre: el pecado y la muerte.
El hombre necesita ser salvado de la muerte, un gran enemigo. A
la muerte no la vencen los cañones, ni las espadas ni las medicinas
solamente la Navidad de Cristo.
También el hombre necesita ser salvado y redimido de otro enemigo,
el pecado.
Las enfermedades del cuerpo se curan y si no las cura la muerte.
Las enfermedades del alma —el pecado— son peores. Mientras se vive,
aunque sea enfermos del alma, se va tirando pero si la muerte nos
sorprende lejos del amor de Dios y separados de la Navidad sería el
peor fracaso y catástrofe para un hombre.
La Navidad ha vencido la muerte y el pecado para siempre, llenando
la tierra de salvación, de gracia, de amor y de paz, por eso se palpa y se
corta tanta alegría en la Navidad.
72 DECANOMÍA

En este hermoso mundo nunca pasa nada, porque todo tiene que
pasar, todo pasa, todo caduca, todo fenece, todo se va, todo muere,
todo se arregla. El peor suceso, accidente y catástrofe que le puede
acontecer al hombre es el no aceptar y vibrar ante la Navidad de Dios,
ante la oferta y regalo que Dios trae de salvación, de luz, de vida, de
gracia, de amor, de alegría y de paz.
Este es el único reto serio que tiene todo hombre al pasar por este
mundo camino de la eternidad y del Cielo.
La Navidad invade, impregna, inunda, empapa todas las políticas,
los gobiernos, las naciones, los siglos y todos los tiempos y sobre todo los
corazones de los hombres, pues las piedras y la Astrología no saben
corresponder ni agradecer esta locura del amor de Dios.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 73

SALVACIÓN ETERNA
¿Habrá algún otro negocio, trabajo o asunto más importante y con
tales consecuencias o podrá haberlo jamás como la salvación eterna?
No se trata de ganar o perder un pleito o hacienda o vida o de ser
feliz o no toda una vida, significa una felicidad o infelicidad eternas,
poseer a Dios eternamente o ser condenado para siempre.
Este es el “quid o cuestión” cuando se habla de la salvación eterna.
Al fin el hombre tiene que morir. ¿De qué servirá haber sido rico,
poderoso y feliz según el mundo? Honores, trabajos, estudios, sudores,
dolores de cabeza, nobleza, dignidad, títulos vanos. Con la muerte
todo se deja y se pierde. La vida más feliz y más larga en aquella hora
parece un sueño.
Con todo eso hemos conseguido el Cielo o el infierno.
Al no ser santos, se puede perder el Cielo y a Dios sin remedio y
sin consuelo.
¡Como nos enseñan los santos y los mártires a perder la vida por amor
a Jesucristo!
Santidad y martirio exigen afliciones, tormentos y sacrificios que no
tiene comparación —ya pasaron— con la gloria futura o los tormentos
eternos.
Ellos —los cristianos antos— fueron prudentes, sabios, penitentes,
mortificados, lo sacrificaron todo por asegurar la salvación eterna.
74 DECANOMÍA

¿Qué hacemos nosotros, qué negociamos, en qué nos


empeñamos?
Algún santo fué condenado a pasar los dias de su vida en una
asquerosa prisión de un establo hediondo y lo soportó todo por
conseguir la salvacion eterna. Mientras nosotros gozamos y buscamos
rabiosamente deleites, placeres, hedonismos, dignidades, prestigios,
seguridades.
Recordamos el evangelio del rico y del pobre Lázaro.
El rico epulón bajó al infierno mientras Lázaro pasó desde el hospital
a la gloria.
La salvación todo lo suple y arregla y sin la salvación las más grande
y poderosa fortuna es nada.
Quizá sería positivo —MIENTRAS hay tiempo— poner a punto el
trabajo y el negocio de la salvación, que debía ser normalmente el
objeto de nuestros cuidados y deseos.
Es peligroso bajar la guardia, nos lo recuerda el Señor: “Porro unum
est necesarium…” Por lo demás una cosa sola es necesaria: la salvación
eterna …
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 75

VIDA CRISTIANA
A grandes trazos y pinceladas la vida cristiana consta de dos
carriles: uno es Dios que siempre está queriendo, siempre marcha,
siempre ayuda y nunca falla y el otro carril cada uno de nosotros que
siempre estamos desmontándonos y descarrilando.
Por lo tanto no será vida cristiana cuando no se cuenta con el carril-
Dios, sus preceptos, su ayuda y su gracia y nosotros siempre fuera del
carril y desmontados.
Es posible que haya otras vias y caminos, Dios es misericordioso y
omnipotente. Pero es muy arriesgado, muy difícil y como “una avis
rara” el poder salvarse de otra manera cuando Dios señaló el camino y
modo que El quiere.
La señal, el querer de Dios —el evangelio— es como el armazón
que une y ata los dos carriles.
Nunca al azar, ni por libre ni a ciegas, ni con improvisación se logran
cosas grandes e importantes y menos la vida eterna y la salvación.
La sensatez nos dice que tenemos que admitir los principios y las
consecuencias. Los principios, las verdades cristianas, los dos carriles,
las normas, los preceptos nos garantizan como consecuencia lógica el
premio de la vida eterna.
Para vivir o ir tirando vale cualquier forma de vida o de religión, pero
para morir en serio la mejor y la más segura es la religión cristiana.
Otro trazo distintivo y claro de la vida cristiana es: el desprendimiento
de las cosas del mundo y la unión y confianza en Dios.
76 DECANOMÍA

A todos nos son familiares estos axiomas o máximas cristianas: “No


ameis al mundo ni las cosas que hay en él” “Si alguno ama al mundo no está
en él el amor de Dios” “No se puede servir a dos señores” “Si perseguimos a
dos liebres nos quedaremos sin ninguna” “Vosotros no sois el mundo. Yo os
he separado de el por la llamada, por la vocación y por la elección” “Amarás
al Señor —tu Dios— con todo el corazón, con toda el alma y con todo tu
ser” “Todo lo que hay en el mundo es concupiscencia o codicia de la carne,
curiosidad de los ojos y soberbia de la vida”.
Si no queremos perdernos tenemos que luchar y defendernos con-
tra toda esa oferta y adquirir la unión con Dios por el carril de la fe, la
esperanza y el amor.
Nunca fué lo mismo ir hacia el norte que hacia el sur. Tan solo el que
sigue este carril y cuida las señales va por camino bueno, seguro y
cierto y al final llegará a la meta: el premio de la vida eterna.
Recuerda el sabio pensamiento latino: “Talis vita, finis ita…” Tal
vida, tal final.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 77

VIDA ETERNA
De repente en medio del silencio un escriba pregunta a Jesús:
“Maestro que haré para conseguir la vida eterna?”. Jesús responde con
otra pregunta: “Qué dice la ley?”. Recuerda perfectamente el escriba los
dos únicos preceptos: “Amar a Dios y al prójimo”. Pero la cuestión no
está resuelta todavía: Puntualiza el escriba: “Y quién es mi prójimo?
Como conseguir la vida eterna?. Pregunta interesante y universal
que se hace todo ser humano por el simple hecho de respirar y vivir.
Es indiscutiblemente el reto más grande que se le presenta a cada ser
humano.
Quizás este episodio tuvo lugar en el camino que conduce de Jericó
a Jerusalén. Es una subida abrupta y bordeada de barrancos y de preci-
picios propia para ser guarida de salteadores.
En este escenario Jesús contesta al escriba con una parábola: “Un
hombre descendía de Jerusalén a Jericó. En una revuelta del camino el
viajero se encuentra rodeado de ladrones. Lo despojan, lo desnudan y
tendido lo dejan medio muerto. Los que mas frecuentan aquel camino
son sacerdotes y levitas por ser Jericó una ciudad levítica y sacerdotal.
Pasó efectivamente un sacerdote, vió al herido envuelto en sangre y ha-
ciendo un gesto de repulsión siguió el camino. Pasó un levita, se acer-
có, tal vez sintió un poco de piedad, pero tenía prisa y pasó adelante.
Pero he aquí que llega un samaritano, odioso extranjero, despreciado
por todos los doctores y al ver al caminante tendido en el camino llega
hasta él, le habla, le examina sus heridas. Aquel corazón se inclina,
78 DECANOMÍA

desciende, borra distancias, elimina susceptibilidades. No piensa en


los ladrones que podían desvalijarle también a él, recoge al herido, le
cura con aceite y vinagre, le lleva al mesón, lo encomienda al dueño y
cumple con él todos los deberes de la caridad más tierna, compasiva
y abnegada.
Estaba hablando Jesús, por lo tanto, el comportamiento, el modo,
el arte, el quehacer del Buen Samaritano es divino y perfecto.
Falta ahora dar respuesta, sacar la enseñanza y la moraleja.
Cual de los tres, pregunta Jesús, a tú entender es el prójimo de
aquel caminante apaleado por los ladrones?
No era posible dudarlo, pero sí evitar pronunciar el despreciativo
nombre de aquel “buen samaritano”. Contestó cautamente: “Aquel que
tuvo misericordia con él …”
Pues haz tú otro tanto. Para conseguir la vida eterna —para ir hacia
Dios— no puede haber castas ni razas ni colores ni fueros ni privile-
gios. Dos hombres son prójimos, amigos y hermanos por el hecho de
ser hombres.
Un dia a Jesús le insultaron llamándole samaritano y endemoniado.
Fue un honor para El pues Jesús es el Buen Samaritano —Samaritano
Divino— que bajó del Cielo —de Jerusalén— para socorrer a la
humanidad caida y saqueada por el diablo —el ladrón— y nos da la
medicina de los Sacramentos y nos deja en la posada de la Santa Iglesia
y a la vuelta nos recogerá para darnos la vida eterna.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 79

VOLUNTAS DEI
La voluntad, el querer, el plan, el programa del que más sabe y
del que tiene más poder siempre es mejor, más rico, rentable, útil y
ventajoso.
Lógicamente la voluntad, el querer y el poder de Dios fue inventar y
crear el mundo y poner al hombre y a la mujer en la cumbre de toda la
creación, de tal manera pensó Dios en todas las cosas de este mundo para
que sirvieran al hombre y a la mujer sin que le faltara absolutamente
nada —al fin y al cabo son sus hijos— y que disfrutaran de todo
—probarlo todo y retener lo bueno— nos aconseja la sabiduría.
El hombre no tiene un fin en si mismo —nadie vive para sí mismo—
sino que está así servido, asi mimado y así cuidado para que también con su
voluntad ordene y dirija —es capaz— el mundo ciego hacia la “gloria de
Dios” no puede haber otra razón para crear este mundo. El hombre y la
mujer tienen que estar en esta dinámica.
San Pablo recuerda este programa a sus fieles de Corinto: “Todas las
cosas son vuestras, vosotros sois de Cristo y Cristo es de Dios”.
Dios está contento con sus hijos y sus hijos están naturalmente
orgullosos de tal Padre.
Este servicio, trabajo o reinado donde está ocupado el hombre y
la mujer todo es válido menos el pecado y la muerte. El vivir como
hijos contentos y servidores de Dios en serio es precisamente todo lo
contrario del pecado que es emancipación, autonomía, separación e
independencia de Dios —vivir al margen de su voluntad—.
80 DECANOMÍA

El vivir como hijos y servidores de Dios es lo contrario de la muerte


—es el único antídoto contra la muerte, porque Dios es vida. Nos recuerda
San Pablo “Si vivimos, vivimos para Dios y si morimos, morimos para Dios”.
“El Padre Eterno no engaña y ratifica su voluntad” —el que vive para mi
vivirá eternamente—.
El venir a este mundo y no enterarse de la voluntad o plan de Dios
es como coser con una aguja sin hilo y correr fuera de pista.
DEC A N OMÍA I I

“El nombre del Señor es Santo…”


MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 83

ANTINOMIA
Al hacer un análisis o fotografía sobre la vida y el mundo obviamente
aparece como una “Antinomia”, paradoja o aparente contradicción de
fuerzas o términos que se contraponen o resisten dando como tensión
y fuerza a la vida —cargas positivas y negativas— como el contrapeso
de las gruas para levantar más peso.
Los humanos vivimos familiarizados con la “Antinomia”,
antagonismo, fuerzas que tiran hacia y hacia abajo.
El cuerpo que es botánica y zoología. El alma que es inmaterial y
espiritual. Potencias que originan la vida. Dos enemigos que tienen
que vivir juntos y dos amigos que no pueden verse.
Tierra para lo terrestre y caduco. Cielo para las almas y todo lo
celestial.
Materia o mundo visible para palpar y ver Espíritu, mundo invisible,
valor de la fe y de lo que no se ve.
Hombre de la tierra y ángel del Cielo.
La vida para vivirla y la muerte para vivirla también ya que es parte
integrante de la vida.
El bien que hay que hacer y el mal que hay que evitar.
El pecado o “conversio ad creaturas” y vida divina o gracia “conversio
ad Deum”.
Dios, Padre, amigo, creador y salvador. Diablo, viejo enemigo
y perdedor. Un binomio de enemigos o fuerzas a gran escala en los
abismos del Cielo y de la tierra y en las profundidades del corazón.
84 DECANOMÍA

Materia y forma —sistema filosófico de Aristóteles o


hilemorfismo— en la constitución metafísica de todos los cuerpos.
Potencia y acto, poder y existir.
Cielo e infierno, premio y castigo, estados serios y definitivos, luz
y tinieblas.
Trabajo y capital, tira y afloja, onda de la historia, grandes ruedas y
ejes en el equilibrio del mundo.
Positivo y negativo, si y no, ánodo y cátodo componentes contrarios
que producen tensión, energía y vida.
Amor y odio, opuestos que mantienen y sostienen la vida espiritual
o del alma porque el cuerpo es ciego y material. No solo de pan vive
el hombre.
Rosa, bonita, bella y hermosa y también su fiel compañera la espina.
Dicen los alemanes: “Keine Rose, ohne Dornen” no hay rosa sin
espinas.
Placer y dolor, cruz y cielo, elementos constituyentes de la vida
humana.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 85

CONCILIO VATICANO II
A lo largo de la historia de la Iglesia ha habido muchos Concilios
que convocados por el Espíritu Santo forman parte de la misión,
gobierno y magisterio de la misma Iglesia.
Desde fuera y con una visión externa y global hablan los
historiadores de un esquema y proceso que ofrecen todos los
Concilios.
Los enmarcan dentro de tres etapas. En el momento de la
convocatoria o anuncio de un Concilio —como un despertar y alarma
a través de los siglos— el diablo tiembla y patalea porque le van a
cortar un poco las alas y a sacudir el polvo. A este período le llaman la
etapa del diablo porque este ha responder al ataque..
Una segunda etapa de reunión propiamente conciliar, de trabajo,
de exámen, de discusiones, temas conciliares suelen clasificarla como
la etapa de los hombres.
La tercera etapa de resultados, de ejecución de la doctrina, de praxis
y de vida es la etapa de los frutos y del Espíritu Santo.
No dejan de ser consideraciones y elucubraciones del ojo del
historiador porque en realidad todas las etapas antes, ahora y después
son momentos del diablo y de la fuerza, la luz y el amor del Espíritu
Santo.
Lo cierto es que a nosotros nos ha tocado vivir en la etapa postconciliar
del Vaticano II y da la impresión que hemos enterrado y archivado los
preciosos y ricos documentos conciliares: Constituciones, Decreto y
Declaraciones.
86 DECANOMÍA

Será necesario e imprescindible para una nueva evangelización


desempolvar los textos, leer los originales, estudiar y meditar la
letra de los textos y en el momento obscuro y difícil de la exégesis o
interpretación de los mismos recurrir a la autoridad y luz del magisterio
de la Iglesia. ¡Cuantas interpretaciones variopintas y pintorescas a la
sombra del Concilio, cuantas ligerezas y desvios! Del árbol caido todo
el mundo hace leña… a mar revuelta ganancia de…
Han desaparecido aquellos frescos documentos, ediciones,
ejemplares y volúmenes llenos de vida y de luz —aggiornamento y
renovación— del querer, del amor y de la sabiduría del Espíritu Santo.
Los mejores y mas bonitos originales del siglo XX.
Paradoja. Convocado el Concilio para buscar “Klarheit” es decir,
claridad y luz para los problemas de la humanidad la ha sumido en más
confusión, desconcierto y obscuridad —Unklarheit—
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 87

DEO OMNIS GLORIA


Esta esencial y bonita jaculatoria la han repetido todos los santos
al descubrir y reconocer que no podemos los humanos ser ladrones de
gloria debida a Dios. La única razón de ser de la existencia humana.
Asimismo la sensatez nos dice que no debemos aplaudir a los
pinceles sino al artista. Tampoco se debe aplaudir al burro sino al que
va encima. Cristo es el que tiene que lucirse y brillar.
Hemos de ir lógicamente siempre desde las cosas y regalos al
generoso dador y dueño.
Enfatiza San Agustín: “Dios no necesita de nuestra gloria y alabanza
—sigue siendo lo mismo— pero nosotros al glorificar y alabar al Creador
nos hacemos mejores”.
La Iglesia así lo entiende y enseña al constituir como oración oficial,
base y fundamento de la Iglesia orante la meditación y recitación de
los salmos.
Los salmos enseñan a los hombres y al mundo a ponerse en su
sitio.
El hombre es el hombre y sigue siendo hombre y Dios es siempre
Dios y sigue siendo Dios. No hay trueques.
Recordamos el salmo 148 que suena así como una gran alabanza
universal: Alabad al Señor desde los cielos, desde las alturas, todos los
ángeles, ejércitos, sol y luna, estrellas luminosas, aguas que estáis encima de
88 DECANOMÍA

los cielos porque aparecieron allí cuando Dios mandó y les fijó unas leyes
de sostén que jamás cambiarán”.
Alabad al Señor monstruos marinos, todos los abismos, fuego,
granizo, nieve, relámpagos y truenos, bruma, vientos, montañas,
colinas, árboles, frutales, cedros, bestias salvajes, ganados, reptiles y
todos los pájaros.
Sumarse a la alabanza reyes del mundo, pueblos todos, principes,
jóvenes, doncellas, viejos y niños, solo a El la gloria porque lo hizo
todo y domina los cielos y la tierra, solo El es el orgullo de sus amigos
y la defensa de su pueblo querido, elegido e íntimo.
Napoleón Bonaparte que tenía mucho miedo a los truenos
al sentir las sacudidas decía a sus súbditos señalando con el dedo al
Cielo: “Ese sí que tiene poder…”
Cuando los humanos se suman a esta cita, orquesta o coro es como
una señal de que van por buen camino.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 89

DIOS ESTÁ CERCA


Ninguna religión tiene a Dios tan cerca de los hombres —sus
criaturas— como la nuestra.
Casi todas creencias colocan a sus dioses mas allá de las nubes y de
las estrellas, lejos de la creación, como algo inaccesible y despreocupado
de los hombres.
Se quejaba San Agustín: “Pasé la vida buscando a Dios lejos y fuera
de mi y lo tenía cerca de mi y en mi corazón. Señor inquieto está y
desconcertado nuestro corazón mientras no te encuentra a Ti”.
Dice Santo Tomás de Aquino: “Nihil hoc veritatis verius …” No hay
nada más verdad que esta —Cristo, perfecto Dios y perfecto hombre
está presente en todos los sagrarios de la tierra para asombro y amor de
los hombres.
Dice la canción: “Tan cerca de mi que hasta le puedo tocar…”
Cada Navidad nos recuerda que Dios es Enmanuel, Dios con
nosotros.
La Liturgia nos enseña que donde están reunidos dos en mi nombre
—solo en su nombre y por su causa— allí estoy yo en medio de ellos.
Yo estaré siempre con vosotros hasta el final de los tiempos.
En cada alma en gracia y que vive esa realidad sobrenatural habita
Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo con todo el hacer divino, con la
gracia, las virtudes infusas, los dones del Espíritu Santo que configuran
y realizan al hombre como hijo de Dios.
90 DECANOMÍA

Cuando el hombre busca a Dios un poco, Dios se le acerca. Se


puede buscar de una forma concreta, directa y determinada y a veces
indirectamente sin saberlo. Cuando alguien busca seriamente el bien,
la verdad y la belleza, está buscando a Dios pues todo eso solo se
encuentra en Dios.
Para buscar con seriedad a Dios hay que salirse de uno mismo y
dejar el egoísmo.
Decía Newmann para juzgar a un alma no importa tanto ver la
distancia a que se encuentra de Dios sino ver la dirección que lleva. ¿Va
hacia El o se aleja? Si va hacia El y le busca con sinceridad es que Dios
comienza a atraerle y se le acerca.
Cuando el hombre busca y pregunta, Dios siempre se le acerca.
“El que tenga sed y ganas de cosas grandes —verdad, belleza y amor—
venga a Mi y beba”
Un santo moderno y de todo el mundo, recién canonizado, San
Josemaría Escrivá nos enseña que como en el amor humano a Cristo
hay que tratarlo, rozarlo, conocerlo y amarlo.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 91

DOCTRINA Y VIDA (I)


Los predicadores de la doctrina cristiana en ocasiones resultan
impopulares e incómodos y muchas veces tienen que ir contra corriente.
¿Desde cúando un médico da medicinas inútiles a sus pacientes porque
tiene miede de prescribir las que son útiles? Por otra parte se cumple al
pie de la letra la profecía: “Vendrán tiempos en que la gente no soportará
la sana doctrina y volvera sus oídos a las fábulas”. Hoy se escucha con
cierta fuición y lelismo a cualquier improvisador y charlatán de turno
que aparece en la esquina con doctrinas, planes y programas ridículos,
pintorescos y variopintos.
Somos insaciables. Algunos tratando demostrar la cuadratura del
círculo y nosotros ávidamente escuchamos y le seguimos a corazón, cabeza
y oídos plenamente abiertos; otros se empeñan en hacer “volar los burros y
los cerdos” y nosotros les aplaudimos. Buscamos con ansia, doctrinas
novedosas y raras. No toleramos la sana doctrina, la creemos trasnochada,
vieja, poco atrayente y anacrónica.
“Id y anunciad” la doctrina, que todo el mundo lo sepa y lo conozca,
que todo el mundo se entere, para que luego no haya disculpas ni
malentendidos. Así los predicadores y los mensajeros lo han cumplido,
incluso dando la vida, hasta los confines de la tierra —finis terrae—
hasta el final de la tierra, convencidos que no había ya más tierra donde
anunciar la noticia y dar la buena nueva.
Dice San Agustín: “Cum dicas nove, non dicas nova” …” esto es,
cuando anuncies o prediques no digas nada nuevo, sino la doctrina de
siempre —transmitida, no inventada— de una manera inteligible a los
92 DECANOMÍA

tiempos modernos, de una manera nueva, no antigua, hacerse entender,


explicarse en lenguaje moderno y nuevo, adaptarse —agiornamento—.
No se pueden inventar doctrinas —Cristo es la cumbre del invento—
Alfa y Omega, Principio y Fin. Es lo más antiguo y lo más moderno.
Algunos dicen: Si Cristo hablara mañana por televisión yo le cree-
ría y el mundo seguro que se convertiría. Mentira. Cristo no tiene
nada más que hablar y decir a la humanidad. Ha agotado su palabra.
el Logos, el Verbum, la Palabra, Cristo se ha vaciado. No tiene que
hacer enmiendas ni ha dejado nada en el tintero. Cristo se ha vaciado
—knosts— totalmente.
Los hombres a medida que van apareciendo sobre esta tierra hasta el
final de los tiempos tendrán que luchar por aceptar la doctrina y hacer
conformidad y unidad de doctrina y vida. Una cosa es conocer y otra
reconocer. Podemos tener la cabeza llena de magníficos y profundos
conocimientos teológicos y doctrinales y sin embargo sentirnos áridos,
secos, vacíos e incapaces de vida por dentro. No debe haber doblez en
la vida. No debe ir la doctrina por un lado y la vida por otro. La doctrina
es para vivirla, de lo contrario no sirve, como tampoco sirve al libro
que la contiene, ni al vídeo o magnetófono que la cuenta o la repite.
Quizá sea molesta la doctrina, como la medicina, pero cura. Quizá le
llamemos loco al que la predica por estar basada en la cruz, pero como
dice un refrán alemán: “Kinder und narren sagen die Warheit…” los
niños y los locos dicen la verdad.
Y firma el Señor diciendo: “Pasarán los cielos y la tierra pero mis
palabras no pasarán”.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 93

DOCTRINA Y VIDA (II)


Hay una “Didaskalia” única y diferente, es decir, una doctrina o
enseñanza distinta de todas las doctrinas y filosofías.
Es la doctrina vieja y nueva —noticia o evangelio— de Dios.
Pasarán todas las enseñanzas y teorías que le habrán servido al hombre
para hacer el recorrido y los años de su historia, poco para la andadura
de la tierra y menos o nada para su salvación y la vida eterna.
Debemos conocer esta “Didaskalia” o sotérica y salvífica doctrina
o noticia.
Aparece a lo largo de la historia siempre constituida sobre cuatro
goznes, fundamentos o bloques clásicos y tradicionales: el conocimien-
to o estudio de la fe, la revelación de Dios como creador, Jesucristo
como salvador y el Espíritu Santo como amor en su Iglesia.
Los Sacramentos —7 ni más ni menos— o acciones sagradas
donde Dios actúa en miembros o adoctrinados.
La vida de los hombres animada también por el cumplimiento
de los mandamientos que hacen vida y camino que nos lleva hasta el
Cielo.
La última parte siempre está marcada por el tema o bloque de la
oración, necesaria para vivir este nuevo modo y definitivo de vida,
para poder profundizar y conocer la fe, poder alimentarse con los
sacramentos y poder cumplir los mandamientos.
La oración es como la caldera o combustible que permite tener
viva, encendia y unida la doctrina y la vida.
94 DECANOMÍA

Los riesgos y dificultades para la aceptación de esta doctrina y vida


ya están preconizados desde su origen —hace 2000 años— “Llegarán
tiempos, hoy mismo, en que la gente no soportará la sana y buena doctrina,
pero si divertirán y gozarán en medio de las herejías, falsas doctrinas,
errores, fábulas, invenciones, chismorreos y mentiras …”
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 95

DOXOLOGÍA
Vital, precioso y bonito vocablo griego “Doxología” viene a ser la
síntesis, resumen y razón de ser última y fundamental del mundo
animado e inanimado. Es la respuesta al “por qué y para qué” los
hombres estamos en la tierra.
Jamás los filósofos ni pensadores podrán buscar e indagar otro fin
u objetivo.
“Laus Deo” la gloria y alabanza a Dios creador.
La respuesta exacta y perfecta a esta “doxología” la hace el mundo
inanimado de una forma determinada y fija. Aúnque parezca lógico no
lo es en absoluto que el hombre —libre y grande— lo hiciera mejor,
porque siente siempre la tentación de robar esa gloria debida solo a
Dios.
“Doxología” es vocablo compuesto de “Doxa” que es gloria, honor y
alabanza y de “Logos” que es estudio o tratado. Es un asunto o vida de
alabanza o aplauso.
Naturalmente no podemos aplaudir a los pinceles sino al artista.
No podemos elogiar ni alabar ni aplaudir a las cosas y regalos sino
al generoso Dueño y Señor. No debemos adorar las cosas de Dios
sino al Dios de las cosas.
Así nos lo enseñan los salmos en el Antiguo Testamento. Son
como formularios de pueblo de Israel de oración, de petición, de
misericordia, de alabanza, de perdón, de venganza o de acción
de gracias.
96 DECANOMÍA

En el salmo 150 y último leemos como una —doxología final—


El pueblo se dirigía a Dios contento por las maravillas que hacía en
su favor y cantaban o salmeaban así: Hombres todos alabad al Señor
en sus templos y santuarios. Alabad fuera y bajo su majestuoso
firmamento o tienda. Alabad por las grandes hazañas y por su inmensa
grandeza.
Todo cuanto vive y respira tocad al son de trompetas, con las cítaras
y las arpas, con tambores y cuerdas, con flautas y címbalos todo bien
afinado, sonoro y vibrante.
“Deo omnis gloria” era la favorita jaculatoria del torero Antonio
Bienvenida después de victoriosas tauromaquias cuando lo llevaban a
hombros entre aplausos, orejas y pasodobles.
Nosotros también nos unimos cada dia a “esta doxología cósmica”
al final del canon de la Misa. Todo honor y toda gloria por los siglos
de los siglos. Amén.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 97

EUCARISTÍA
Eucaristía es una palabra griega que significa “la mejor gracia, el
mejor regalo, el mejor don, la mejor lotería, el mejor remedio” del que se
puede beneficiar el hombre en esta andadura terrenal.
Tanto el vocablo Eucaristía como Evangelio están compuestos con
el mismo prefijo “eu” que significa “bien, bueno, feliz, óptimo”. Uno es
“buena gracia” y otro es “buena noticia”.
La Eucaristía o presencia real de Dios entre los hombres —lo que
no pueden hacer los hombres lo hace Dios: marcharse y quedarse al
mismo tiempo— no podía ser de otra manera es la fuente, raíz y la
cumbre de la vida cristiana.
Eucaristía también es comida, banquete, cena —ágape— o comida
fraterna— a la que están invitados todos los hombres en todos los
tiempos y lugares. Se come, no el pan que engorda y hace morir, sino
el “maná”, el pan del Cielo, el Corpus Christi, el pan de los Angeles,
que da la vida eterna y sacia todos los gustos.
El símbolo de la Eucaristía es el Pelícano, pájaro legendario que
no busca comida para alimentar a sus polluelos sino que se picotea el
pecho de donde brota sangre abundante para alimentar a sus hijos.
Eucaristía también suena a Santo Sacrificio porque repite, actualiza
y hace presente el universal, definitivo, novísimo y último sacrificio
de la historia —agradable a Dios y salvífico para los hombres—: El
sacrificio de la Cruz de Cristo.
Eucaristía es comunión, es unión. Nos Cristificamos, nos
98 DECANOMÍA

identificamos con Cristo, nos unimos al recibir el Cuerpo y la Sangre de


Cristo. Nos hacemos más cristianos, nos vamos convirtiendo en “Alter
Christus, Ipse Christus” “otros Cristos, el mismo Cristo” estamos acumulando
garantía y semilla de inmortalidad.
Eucaristía es Santa Misa, porque se despide a los participantes o
fieles al terminar la liturgia eucarística con una “missio” “una misión”
“misa” para que cumplan la voluntad de Dios en su vida ordinaria.,
“missa”, está enviada y cumplida la ofrenda.
La Santa Misa nunca termina pues al celebrarla en la Iglesia
cargamos las baterías para luego seguir viviéndola en la vida, iluminado
e impregnando así todas las realidades terrenas hasta poner a Cristo en
todas las encrucijadas de la historia y en la entraña y la cumbre de todas
las cosas.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 99

GLORIA DEI
Jamás los hombres podrán discurrir ni pensar un eslogan o lema tan
útil, tan radical y tan perfecto que haga tanto provecho y tanto bien
para su vida como este: “Gloria Dei”, “Deo omnis honor et gloria…”
¡A Dios todo el honor y toda la gloria! Es la plenitud, el fin, la meta,
el quehacer, el plan a conseguir en la actual economía de la salvación
de los hombres.
El cambiar el punto de mira, el objetivo, el camino, el esfuerzo
hacia otra dirección sería el fracaso y la desgracia más grande que le
puede suceder a un ser humano.
Peligro que la historia testimonia y califica con el tan usado y familiar
vocablo “desgracia” que significa etimológicamente y exactamente esta
realidad, es decir, el andar o vivir fuera y al margen de este camino o
plan de la gracia. No dar todo el honor y la gloria a Dios. La humanidad
y el sentido común siempre reconocieron en esta obvia situación como
la desgracia por antonomasia.
El fin absoluto y último de la creación y de la salvación de los
hombres es solo el honor y la gloria de Dios.
Pero todo el honor y la gloria que ha de recibir Dios —Uno y
Trino— desde la creación y desde todos los hombres ha de ser siempre
por medio de Cristo.
En la Misa tenemos la fórmula sublime y el programa acabadísimo
para glorificar a Dios: “Per ipsum, cump ipso et in ipso… Deo omnis
honor et gloria…
100 DECANOMÍA

Todo lo que invente el hombre para dar honor y gloria a Dios


fuera de Cristo o fuera de este camino será inepto, estéril e inútil y
nunca lograría esta finalidad. Por eso toda la vida cristiana desde su
nacimiento hasta la cumbre de la perfección y de la santidad consiste
en esto solo: “Incorporación e identificación con Cristo”.
El ideal cristiano es hacer todas las cosas por Cristo, a través de
Cristo, por medio de Cristo por eso siempre terminamos nuestras
súplicas y plegarias —“Per Dominum nostrum Jesucrhristum …”
No solo por Cristo, sino —cum ipso, con Cristo— en unión
con El. Mientras permanecemos en gracia está dentro de nosotros y
unidos a El ¡Que valor y que precio adquieren! Sin esta unión no valen
absolutamente para nada —nihil— lo ha dicho el mismo Cristo.
Finalmente también —in ipso, en Cristo, dentro de El— la cumbre
de la sublimidad, de la grandeza y de la santidad. El cristiano no solo
es —alter Christus— sino es —ipse Christus— el mismo Cristo, la
completa y total —cristificación— revestidos de Jesús como una nueva
encarnación del Verbo, dominado y poseído por risto hasta poder
exclamar como San Pablo —mihi vivere Christus est, vivo autem iam
non ego… para mi vivir es Cristo y ya no vivo yo sino que es Cristo
quién vive en mí.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 101

GOTT IST MIT UNS


“Gott ist mit uns” Dios está con nosotros. Así titulan los alemanes
para hablar de la fiesta de la Navidad. La noche del nacimiento de
Dios —Qihanacht— o también el nacimiento de Jesús —Die Geburt
Jesu—. Nunca hablan de la noche vieja sino de la noche de San Silvestre
—“Silvesternacht”— el 31 de Diciembre.
Navidad significa Dios que se hace hombre para estar siempre con los
hombres y las mujeres —su mágnum opus— su gran obra. Dios quiere
estar con Nosotros “Gott bei uns” con todo su poder para ayudar, dirigir,
querer, amar y vivir, defendernos de todos los males y de la muerte y
compartir con los hombres la vida eterna.
Navidad es aceptar, descubrir y querer cada hombre y cada mujer
esta grandeza, esta realidad, esta presencia de Dios —Gegenwart— en
nuestras vidas.
Naturalmente la realidad y alegría de la Navidad ha sido expresada
por los famosos músicos alemanes con los mejores y bonitos
villancicos.
La Navidad trae al mundo todo el bien, todo lo divino, toda la
alegría, todo el poder, toda la grandeza, inyectando en la tierra el
—endiosamiento bueno—
Navidad es saber y sentir que los hombres no estamos solos ya a
la deriva, sino que el mismo Dios no acompaña, cuida, vela, vive
a nuestro lado.
Al aparecer la Navidad en la escena del hombre desaparece todo lo
malo, todo lo que daña y perjudica al hombre: el pecado, la tristeza y
la muerte.
102 DECANOMÍA

Navidad significa que Dios no es lejano, ni de tierra, ni de terror,


ni de muerte, sino es “Enmanuel” Dios con nosotros, cercano, amigo,
Dios de amor, Padre, Dios de la vida.
Por eso celebramos año tras año con fiesta y alegría la Navidad que es
nacimiento de la vida sin término y es la causa y origen de todo bién.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 103

HIMMEL - REICH
Este bonito y conocido vocablo alemán “Himmel-Reich” significa
“reino o imperio de Dios, Cielo y Paraíso”.
No es el poder —Kraft— ni el gobierno, ni el reinado de la historia
ni de las películas de los famosos “Reich o Führer”.
Se trata del “Himmel-Reich” o todopoderoso y eterno imperio, reino
o vida. Instaurado por Jesucristo, Hijo de Dios. Suena a premio, trofeo
y meta.
Cuando Jesús dja la casa paterna de Nazareht y empieza a recorrer las
ciudades y caminos de Kafarnaúm, Galilea, Decápolis, Jerusalén y todos
los rincones a un lado y al otro del Jordán, lo primero y lo único que
predica, habla y anuncia a todas las gentes es el “Evangelion vom Reich” “el
Evangelio del Reino” “Gottecheit” “el Gottes Thron” “el Himmel-Reich”.
Este reinado o vida no viene espectacularmente y con trompetas sino
que está muy cerca de cada uno de vosotros. Está dentro de vosotros.
Y para dar muestras evidentes de este reinado inaugurado cura
y sana toda clase de enfermedades y dolencias en los cuerpos y en el
alma. Paralíticos, mudos, cojos, ciegos, muertos y también perdona los
pecados o enfermedades del alma.
Este reinado alegra, favorece y ayuda al hombre-entero: cuerpo y
alma.
El hombre necesita y exige todo su ser completo para ser feliz y
perfecto, por eso este reinado que es eterno regala y premia con
104 DECANOMÍA

la pervivencia, la resurrección y la vida eterna. Los ángeles nunca


necesitarán cuerpo, los hombres sí.
En este reinado de vida, ya no tiene poder la muerte.
Este reinado que es eterno, nada ni nadie lo derrotará ni las fuerzas
del infierno.
Es un reinado del amor. Solo Dios y los hombres son capaces de
amar.
Una vez pesado, analizado y medido este planeta azul —la tierra—
solo se aprovechará y quedará el amor. Ningún otro elemento, materia
o valor podrá tener entrada, ni cabida ni perduración en el “Himmel-
Reich”.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 105

ICEBERG
Como se puede observar el vocablo “Iceberg” suena a léxico
anglosajón. Vocablo compuesto de —ice— que es hielo y de —berg—
que es montaña. Es una montaña de hielo. Gran masa de hielo flotante
que sobresale de la superficie del mar. La parte que flota y se ve y la otra
parte que se hunde y no se ve configuran la realidad del “Iceberg”.
Suele emplearse como simil, ejemplo y modelo perfecto de
otra realidad compleja que es la Iglesia, una sociedad o comunidad
constituida por un elemento humano, visible y terrestre y otro espiritual,
invisible y celestial.
La Iglesia tiene una profunda analogía y simil también en el misterio
de la encarnación —la naturaleza humana de Cristo, visible unida a la
naturaleza divina, invisible.
Este Iceberg es la única Iglesia de Cristo que es una, santa, católica y
apostólica, la única columna y fundamento de la verdad. Esta realidad
—Iglesia— santa, inocente e inmaculada también es pecadora, por eso
busca sin cesar el perdón y la penitencia, la renovación y acoge en su
seno a todos los pecadores.
Pero ella también es vida, es gracia, es resurrección, cielo, triunfo
sobre la muerte y avanza en medio de persecuciones y muerte. Predica y
enseña la cruz y la muerte del Señor y se vigoriza al mismo tiempo con
la fuerza y esplendor del Señor resucitado.
106 DECANOMÍA

La Iglesia como su fundador Cristo, siendo Dios y rica se anonada y


se hace pobre; no está puesta para buscar la gloria y el poder del mundo
sino para servir y su misión necesita también recursos humanos.
Evangeliza y anima los pobres, a los ricos, a los oprimidos, a los débiles,
busca todo lo que está perdido para que no se pierda ni uno solo.
La Iglesia —salvadora— como un Iceberg flota y atraviesa todos
los mares zozobrosos del tiempo hasta llegar al puerto seguro de la
eternidad.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 107

LA CREACIÓN
El hombre siempre pregunta el “por qué y para qué” de todas las
cosas. Lógicamente le interesa sobremanera saber sobre el origen y fin
del mundo. Nunca lo podrá saber todo. Febrilmente la ciencia trabaja,
indaga y estudia por barruntar algo sobre el origen y algo sobre el final
del mundo. Los resultados son difíciles y obscuros al principio y más
negativos sobre el final.
Lo que debe saber el hombre y la ciencia sobre el origen del mundo
es que vino “ex nihilo” de la nada y que salió de la cabeza, del plan, de la
sabiduría y del amor de Dios y sobre el final debe saber también que este
mundo rueda, gira y camina hacia Dios. Esto en sana filosofía se llama
saber todo sobre “el quid de la cuestión” que ya es mucho saber.
Ahora le queda al hombre y a la ciencia trabajar y estudiar con
hipótesis sobre el “quomodo” es decir, como fue eso, cómo se hizo, de
que manera, como es posible. Sobre el paradero final del mundo y sobre
“el quando” nunca sabrá nada, no conviene saberlo, no es posible saberlo,
ni el tiempo cuando será.
Con seriedad se debe actuar y enfrentarse la ciencia con el estudio y
el trabajo sobre el origen del mundo. Seriedad es saber que el hombre
no pudo ni puede inventar el plan, el marco, la meta, la materia, la
constitución del mundo. El hombre y la ciencia juegan con los elementos
y materiales que ya encontró hechos: tierra, agua, cielo, aire, hierba,
metales, plantas, tiempo, animales, atomos, astros, células, vida, amor,
odio, voluntad, inteligencia, libertad, movimiento, sol, luna, dia, noche,
108 DECANOMÍA

hombres y mujeres. Todo esto es algo que procede de Dios y nunca


del hombre. El hombre llegó después de todo esto, fue el último en
llegar.
Todo esto es bueno —valde bonum— muy bueno y bonito,
familiar al hombre. Pero no es del hombre y todo se le puede rebelar
y muchas veces se le pone en contra del mismo hombre que pretende
ser dueño. Toda la creación sobrepasa el cálculo del hombre.
La ciencia nunca podría siquiera barruntar, atisbar, ni discurrir ni
descubrir lo que es la luz, el día, la noche, los años, las tinieblas, la tierra,
el mar, el cielo, el corazón, el amor, el odio y la libertad.
Toda la creación es un don y un regalo de Dios y no de los
hombres.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 109

LA VIRTUD DE LA RELIGIÓN
La religión considerada como virtud es una variedad de la virtud
moral de la justicia, incluso la supera por la excelencia y dignidad de su
objeto el “culto a Dios”.
Es la que más se acerca a las virtudes teologales, según algunos
teólogos sería como la cuarta virtud teologal: fe, esperanza, amor y
religión.
No solo tienen derechos y obligaciones los hombres exigidos por la
justicia sino que también Dios tiene sus correspondientes derechos: el
culto que se le debe por parte de toda la creación.
Estos derechos de Dios los prescribe y guarda la virtud de la religión
mdiante la regulación de actos internos como son la devoción y la
oración o actos externos como la adoración, el sacrificio, las ofrendas u
oblaciones, el voto, el juramento, el conjuro y la “laus Deo” o invocación
del santo nombre de Dios.
La devoción, no las devociones falsas y espúreas de las beatas, consiste
en la prontitud del ánimo para entregarse a las cosas que pertenecen al
servicio de Dios. La devoción o dulía a los santos no debe terminar en
ellos mismos, no son la causa final, sino Dios a través de ellos, o sea, a
Dios en ellos.
La oración es hablar con Dios. La adoración es testimoniar el honor
y reverencia que nos merece la excelencia infinita de Dios. Los angeles
adoran solo con el espíritu pero los hombres compuestos de espíritu y
materia deben adorar al Señor corporalmente.
110 DECANOMÍA

Los sacrificios son cosas externas sensibles con su real mutación o


destrucción para testimoniar nuestra sumisión y su supremo poder.
Las ofrendas u oblaciones son una espontánea donación de una cosa
para el culto divino. El voto es una promesa libre de algo posible y mejor
que su contrario. Los votos quebrantados constituyen el sacrilegio.
El juramento es la invocación del nombre de Dios en testimonio
de la verdad.
Es asertorio o promisorio según se limite a testificar alguna verdad
o si con él se promete algo. El conjuro es la invocación del nombre
de Dios para obligar a ejecutar o abstenerse de alguna cosa. La Iglesia
emplea el conjuro contra los demonios en el exorcismo. La “laus Deo” o
invocación del Santo nombre de Dios, es la alabanza externa, el pecado
opuesto es usar el nombre de Dios en vano. También opuesto a la virtud
de la religión está la superstición y sus variantes, el culto indebido Dios,
la idolatría, la adivinación o magias, la vana observancia, la tentación a
Dios. El perjurio o poner a Dios por testigo falso, el sacrilegio o violación
de lo sagrado, la simonía o pretender comprar o vender lo espiritual.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 111

MONOTEÍSMO
Si Dios no fuese uno no sería Dios porque es imposible según
adviertelasanafilosofíaquepuedahaberdosesenciasoseressoberanamente
perfectos. Alguno ya está maquinando ahora con la “clonación”.
Para ser soberanamente perfecto es preciso no tener otro igual. “No
tener otro igual” es una perfección que el que no la tiene carece de algo.
Sin embargo la historia nos habla de los pueblos y hombres dispersos
por el pecado, ciegos en el entendimiento y en los deseos del corazón
que adoraron a muchos y diferentes dioses —politeísmo—.
Unos adoraron al sol, la luna, las estrellas. Otros fabricaron ídolos
vivos y difuntos. Hasta algunos plantaban sus dioses en los huertos.
Los pueblos más cultos y las naciones más sabias como Roma y
Grecia fueron más extravagantes en esta adoración.
La “Apoteosis o divinización” de los emperadores. Las montañas
—bergs— de los dioses griegos.
Los cristianos fueron siempre perseguidos por estas naciones por
defender y creer que no hay más que un solo Dios —monoteísmo—.
Los Padres, Apologetas y Doctores de la Iglesia gastaron sus vidas
refutando los ataques físicos y literarios, extravagantes y absurdos,
supersticiones y lindices, monstruosidades e inmundicias inventadas
por el paganismo.
112 DECANOMÍA

Nos recuerda San Pablo: “Cuando los hombres abandonaron


enteramente a Dios, también Dios los abandona a ellos a su capricho y antojo
y entonces no hay exceso o locura que no sean capaces de cometer, aún aquellos
que son más alumbrados y sabios”.
Deus est “Una et Summa Deitas” Dios es uno, plena y total
divinidad.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 113

ONOMÁSTICA (II)
La palabra “onomástica” del griego “ónoma” nombre, significa lo
concerniente, lo relativo al nombre.
En esta ocasión me refiero a la onomástica por antonomasía, es
decir, al nombre de Dios.
Dios es conocido con el nombre del “Dios de Abrahán, Dios de Isaac,
Dios de Jacob …” También se le conoce como el “Dios Creador de cielos
y tierras, Padre Celestial, el Altisimo, el Omnipotente, el Pantocrator”.
Dios habló a Moisés en primera persona: “YAHVE, El que es. YAHVE
es el nombre de Dios.
YAHVE significa el que es, el ser subsistente, la plenitud del ser, el
ser por esencia, independiente, del cual reciben su existencia todos los
seres de la creación.
YAHVE también significa: “El que está con vosotros para asistiros, de-
fenderos y haceros felices…”. Esto denota el amor y la providencia amorosa
que Dios tiene con los hombres.
Por eso San Juan nos da esta definición de Dios: Dios es Amor.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 115

ONOMÁSTICA DE JESÚS
No hubo ni habrá jamás un hombre a quién se le puedan apropiar
y atribuir tantos y tan variados nombres y calificativos. Solamente en
ese hombre los nombres realizan, corresponden y significan lo que es ese
hombre “por su naturaleza: Salvador, Cristo-Jesús, Jesucristo”.
Jesús es el único salvador —soteros— del mundo. “Cristo” significa
ungido y es el único ungido “per se”. Todos los demás ungidos —reyes,
príncipes y atletas— pronto se desengrasan y se desungen.
“Cordero de Dios” obediente y fiel, mansa victima de Dios y de los
hombres hasta la muerte. “Alfa y Omega” es el principio y fin de todo lo
creado.
“Nuestro abogado” amigo todopoderoso, padre, médico, fuerte y
seguro defensor y mediador. “Señor” el único y verdadero dueño
y propietario de todo, suyos son los cielos y la tierra.
“Enmanuel” porque es el Dios con nosotros, acampó y vive con los
hombres. “Hijo de Dios” es Dios y es Hijo natural de Dios. “Hijo del
Altísimo” de lo más alto, de la mayor alteza, del todopoderoso. “Hijo
del hombre” porque también es verdadero y perfecto hombre, hijo
de María y de José. “Hijo de David” porque es de la familia, rama y
parentela, de la genealogía de David. “El Justo” está para juzgar a toda
la humanidad. “La Luz” que brilla más que el sol. Sin esa luz el mundo
sigue en tinieblas.
116 DECANOMÍA

“El único Maestro” ya que enseña toda y la única verdad, el camino


para ir al Cielo. El es la Verdad. “El Resucitado” que murió y ahora
vive para siempre. “Mesías” es el esperado, el profetizado, el anunciado
de los pueblos y naciones. Marca la historia. “Nuestro Señor” amigo
y pastor bueno de los hombres que nos trata como hijos y no como
siervos y esclavos. “Buen Pastor” todos los demás pastores son extraños y
asalariados. Dió la vida por las ovejas. “Resurrección y Vida” jamás nadie
podrá a hablar así: “Yo soy la resurrección y la vida”. “Rey” para eso ha
venido, para ser Rey universal y eterno. “Salvador del mundo” solo. El
salva y protege de verdad. Es el Gran Soteros-Libertador.
“Sacedote eterno” los demás sacerdotes participan de su sacerdocio,
pasan y retiran. El es Sacerdote para siempre, es el Sacerdote eterno.
“Autor de la vida” es el arquitecto, factor e inventor de la vida. Es es la
vida. Fuera de El no hay vida. “Pan de vida” autor de la vida, la conserva
y la alimenta. “Piedra angular fundamento y sostén de todo”. “Camino,
Verdad y Vida” el que no anda por este camino retrocede y desanda. Sin
El todo es mentira. La vida sin El es una muerte que avanza y puede
ser una muerte eterna.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 117

¿QUIÉN ES DIOS?
Evidentemente que ésta es una pregunta que suena a catecismo,
pero para pataleo de muchos el saber y conocer un poco de la naturaleza
de Dios y sus perfecciones desde nuestro atrevimiento, pobreza,
ignorancia, flaqueza e imperfección también es ciencia, filosofía,
teología, matemáticas, zoología y hasta se me antoja botánica.
Es bueno, justo y sano hacerse de vez en cuando esta pregunta quién
es Dios, cómo está Dios.
Para qué trabajen todas las ciencias sobre la naturaleza de Dios ahí
esta la respuesta: “Yo soy el que soy, Dios es el que es, el que no puede
faltar…”
Ahora si que echo mano del catecismo para recordar, conocer y
saber sobre las perfecciones de Dios.
Dios es un ser simplicísimo, no está compuesto de parte alguna, es
sin mezcla y ni composición.
Es espíritu, sin cuerpo, sin figura, sin color. Es todo y no tiene nada
de lo que entretiene y divierte a nuestros sentidos.
Es eterno, es la vida, no tiene principio ni fin, simplemente es, ha
sido y será siempre, no puede faltar. No se entretiene con el tiempo ni
le afecta el cambio de hora.
Es inmenso, lo ocupa todo, lo invade todo, está en todas partes. Todo
tiene detrás de sí algo divino.
Es inmutable, no está sujeto a mudanza, no tiene nada que buscar
ni nada que perder.
118 DECANOMÍA

Dios conoce todas las cosas, nada se le puede ocultar a su


conocimiento y penetración, lo pasado, lo presente y lo venidero y
todos los secretos de nuestro corazón. Se las sabe todas.
Dios lo puede todo —omnipotencia, pantocrator— todo lo posible
claro está. Está limitado frente a tu libertad, no te puede salvar si tú no
quieres ni puede hacer círculos cuadrados.
Todas las cosas dependen de Dios, providencia, son suyas, las crea,
las gobierna, las conserva y dispone de ellas a su voluntad. Es el dueño.
Todo lo ordena y planifica naturalmente para su gloria —fin último
del hombre y de la creación— el hombre solo es feliz cumpliendo este
fin. Permite el mal para buscar algún bién, nunca puede abandonar al
hombre ni querer algún mal.
“Omnia in bonum…” todo sucede y acontece para bién del hombre
y para hacer resplandecer, la gloria, la grandeza y su omnipotencia.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 119

SANTO, SANTO, SANTO


El nombre de Dios es santo y por esto no se puede tomar en vano.
Los ángeles y los santos en el Cielo alaban continuamente el nombre
de Dios proclamándolo: santo, santo, santo y los hombres hemos de
esforzarnos para que el nombre de Dios sea también glorificado en la
tierra, como lo pedimos al rezar el Padrenuestro.
Había una cantante de ópera que había obtenido muchos triunfos
y le habían aplaudido en las principales ciudades del mundo. Pero un
día comenzó a perder la voz y a sentir molestias en la garganta. Los
médicos descubrieron un mal incurable que podría acabar con su vida.
Para evitarlo necesitaba operarse urgentemente. Le dijeron: Ya no podrá
Vd. cantar ni siquiera hablar jamás. El dia convenido momentos antes
de la operación, le dijeron si quería decir algo. Ella respondió con una
sonrisa: “Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…” Fueron las últimas
palabras que pronunció.
Hay un mandamiento que nos aconseja y nos manda honrar, alabar,
respetar y dar siempre gloria a Dios.
Cuentan de nuestro querido torero Antonio Bienvenida que cuando
en la plaza después de las brillantes faenas de tauromaquia la gente lo
quitaba a hombros. El iba repitiendo “Deo omnis gloria” “Todo para la
gloria de Dios”.
Si no glorificamos ni horamos el nombre de Dios al menos no le
ultrajemos, no lo menospreciemos ni lo blasfememos. Es curiosa la
120 DECANOMÍA

sicología humana. Lo único que deberíamos hacer es alabar, glorificar y


respetar el nombre de Dios pues en ello nos va la vida y la eternidad. Sin
embargo hay mucha gente que sin acordarse para nada de Dios durante
toda su vida, pero cuando se acuerda es para blasfemar o maldecir el
nombre de Dios porque las cosas nos salen bien. ¡Si los goles no entran
Dios no tiene culpa!
Se entiende que una persona pueda vivir una vida achatada y
horizontal marginando y olvidando a Dios totalmente y por supuesto
una vida “egoista, cerrada y rastrera”, sin acordarse de bendecir, alabar y
glorificar el nombre de Dios, pero lo que es difícil de entender —no
ser por empuje o instigación diabólica— que el rato o minuto que se
acuerda sea para insultar, maldecir, tentar y blasfemar contra Dios.
Lo curioso es que Dios no injuria ni maltrata al blasfemo —no lo
aniquila ni le emite “un rayo láser”, sino que simplemente lo tolera y
lo respeta.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 121

SPLENDOR GLORIAE
Al final de los tiempos cuando Cristo vuelva de ninguna manera
humilde, silenciosa, ni de noche en una cueva a las afueras de una
pequeña aldea.
Podemos poner a volar la imaginación, la fantasía y los sueños porque
todas las venidas y llegadas, entradas y paseos solemnes y triunfales tanto
civiles, como militares y religiosos, los ramos de Jerusalén, las apoteosis
orientales, las basílicas, los arcos triunfales de los reyes y emperadores,
la gloria y los ángeles de Bernini todo será nada y menos que nada ante
la aparición gloriosa y triunfal —parousia— del Señor para juzgar a
toda la humanidad.
Se acabó la humildad, la misericordia y toda intercesión.
Legiones de ángeles, querubines, serafines y todas potestades y
dominaciones llegan abriendo paso entre el cielo y la tierra, avanzan
los doce apóstoles, detrás la Santísima Virgen, la Reina —Madre— que
acompaña siempre a su hijo —Rey— en el campo de batalla —juxta
crucem— y naturalmente el día de triunfo y de victoria. Cierra el
cortejo el Señor, el Rey, el Juez.
Toda la gloria, la majestad, el poder, la victoria del Cielo quiere traer
a la tierra en este dia final.
Y lo verán todos, los justos y los pecadores, con talante y suerte muy
dispar.
Los justos —pecadores también— recorrieron el camino de la cruz
hasta el calvario y lograron la victoria.
122 DECANOMÍA

Los condenados —pecadores también— no siguieron el camino de


la cruz, todo lo contrario, eran enemigos de la cruz con burlas, ataques,
sonrisas y desprecios.
Allí estarán Anás, Caifás, Herodes, Pilato, el Sanedrín judío, la turba
furiosa que gritaba: “Crucificalo, crucifícalo”.
¡Soy yo, aquí me teneis …! Ahora soy el juez …
Todos esperarán oir la sentencia conteniendo el aliento y pidiendo
a los montes que los aplasten, pero los montes por esta vez también se
harán sordos.
Venid benditos —dichosos— a recibir lo prometido: Vida, gloria,
felicidad, remio, reino.
Apartaos de mi —malditos-condenados-enemigos del Señor—
colmad vuestros ensañamientos, persecuciones y odios.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 123

RESURRECCIÓN (I)
Al final de los tiempos las trompetas sonarán sobre el campo de
huesos de la tierra y las tumbas se abrirán para que los hombres puedan
acudir a un juicio.
Si hay que asistir a un juicio obviamente antes tiene que haber una
resurrección —volver a la vida— porque los cadáveres no pueden asistir
a juicios, aunque la historia sabe y nos cuenta de cadáveres ante los
tribunales. Pero no este el caso. La resurrección es conveniente, razonable,
necesaria y justa.
El hombre tiene cuerpo y alma instrumentos de pecado y de virtud.
Si el alma peca es para dar gusto al cuerpo y si el alma practica la virtud
el cuerpo se violenta y sufre. Por lo tanto es justo y conveniente que
el compañero del alma en la práctica de la virtud y del vicio reciba
juntamente y justamente el premio o el castigo.
La resurrección para el hombre es incomprensible e imposible para
los hombres, fácil y posible solo para Dios. Dios pudo hacer lo más
—la creación— y también hace lo menos —la resurrección— Ambas
imposibles para el hombre.
Es difícil hacer la creación pues había que sacar y crear todo de la
nada —ex nihilo— En la resurrección ya lo tenemos todo solamente
hay que juntar el cuerpo al alma de nuevo que ya existen. Es posible la
resurrección, no hay contradicción alguna …
124 DECANOMÍA

Es un dogma de nuestra fe católica que enjuga las lágrimas y alivia


los corazones ahogados en penas por la separación de padres, amigos,
familiares que tanto amamos y están ahí detrás de losa del sepulcro pero
que ese día —dies magna y amara valde— saldrán del lecho frio y nos
volveremos a ver para no separarnos —esto esperamos— nunca más.
Sostenía el físico Newton una acalorada discusión con unos colegas
que negaban la resurrección. En un momento mandó traer arena y hierro
en polvo, después revolverlo y mezclarlo todo muy bién, preguntó a
los contertulios ¿Quién capaz de separar ahora el hierro de esta tierra o
arena? Al no tener respuesta ocurrente y pronta, cogió un imán lo acercó
y todas las partículas del hierro se adhirieron al imán. La fuerza del imán
se la puede dar Dios al alma para reunir el polvo disperso del cuerpo.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 125

RESURRECCIÓN (II)
Los humanos no estamos muy acostumbrados ni a esta palabra ni
a esta realidad —Resurrección—
Estamos mas familiarizados con la muerte, el fenecer, el acabóse, la
finitud. Sin embargo para bien o para mal existe y está ahí esta realidad
que siempre es objetivamente buena y positiva. Digo para bien o para
mal sujetivamente según se crea y acepte esta realidad o no.
Siempre es mejor y más atractivo que la vida termine en resurrección
que en la muerte.
Es mejor que la última palabra de la historia la tenga la vida y la
resurrección y no la muerte.
Nos recuerda un adagio alemán: “Ende gut, Alles gut …” Si el
asunto, la cosa, el negocio, la vida termina bien, todo está bien. Para
que la vida termine bien no puede acabar con la muerte sino con vida
y resurrección.
Resurrección etimologicamente quiere decir “volver a la vida, revivir”,
esto para los hombres es imposible pero no para Dios. La resurrección
está y hace mucho bien, da esperanza a la humanidad, hace temblar a la
naturaleza y al infierno y alegra el cielo.
El autor y el único que es capaz de hacer y dominar la resurrección
es Cristo —en contra de todos los demás fundadores de religiones—.
El se proclamó Salvador del mundo y el centro de todos los corazones,
apelando a sus milagros y a su propia resurrección como garantía de
sus palabras y de su doctrina.
126 DECANOMÍA

Todos los años en la Vigilia Pascual, al acabar la Semana Santa se


celebra y conmemora el acontecimiento y el día de la Resurrección de
Cristo en la Pascua y luego durante todo el año todos los domingos o
dias del Señor se celebra sin parar el gran día de la Resurrección. No
hay cosa que mas se festeje en el planeta logicamente que el triunfo de
la vida sobre la muerte con la resurrección.
Las grandes y solemnes obras musicales los “Aleluyas” fueron
compuestas por los sensibles maestros para recordar este gran día.
Al acabar la Semana Santa la liturgia de la Vigilia Pascual rompe con
el canto del “Aleluya” tres veces repetido y cantado. Así mismo lo sienten
el sonido y el repique de las campanas y los acordes del órgano que se
asocian al festejo de las luces y las flores que adornan el sábado santo
todos los altares del mundo.
DEC A N OM Í A III

“El Domingo ha sido instituido para el hombre


y no el hombre para el Domingo…”
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 129

ALEGRÍA Y FELICIDAD
Trás estas dos palabras —como banderas— alegría y felicidad se
apuntan y corren todos los hombres desde que el mundo es mundo.
Ahí están los saludos y despedidas en todos los idiomas y lugares.
Buenos días, buenas tardes, buenas noches, adiós. Todas estas expresiones
llevan carga y todas las ganas y deseos de felicidad y alegría. Lo
mismo:“Felicidades, feliz cumpleaños, feliz onomástica”. Estas formas,
ansias, deseos y metas de alegría, felicidad, paz, gozo forman parte
constituyente de todo ser humano.
El hombre al final y después de todos los trabajos e intentos lo único
que encuentra es tristeza y soledad. Alegría y felicidad es lo que más se
busca y menos se encuentra.
Lo mismo nos recuerda el reloj del Foro Romano con aquella
inscripción: “Horas non número nisi serenas”.
Esta inquietud y deseo innato en toda alma humana fué puesta por
Dios y nadie ni nada va a colmar, llenar y satisfacer esas ansias a no ser
solo Dios. Imposible y falsa toda alegría y felicidad sin Dios.
Dios nunca falla y sigue queriendo la alegría y la felicidad para
los hombres, pero estos la buscan donde no está. Decía San Agustín:
“Yo siempre la buscaba lejos y fuera de mí y todo estaba cerca y dentro de
mí…”
Dios también nos indica el camino. Dichosos, felices y alegres cuando
seais limpios de corazón, dichosos los pobres, los que ahora llorais, cuando
os persigan y calumnien por mi causa, cuando vais por el camino o
130 DECANOMÍA

vía crucis vuestra alegría tiene raices en forma de cruz y nadie ni


nada os la podrá quitar.
Dios sabe mas. Por lo tanto no está en el tener o poseer, ni en la
salud ni el dinero, ni en la seguridad ni en el poder, ni en el saber, ni en
la riqueza ni en la pobreza, está por encima del dolor, de la enfermedad
y de toda las dificultades.
Aunque parezca mentira y sea una locura y necedad y ague un
poco la fiesta podemos afirmar cuanto más cruz más seguridad, más
certeza, más fortaleza, más alegría, más felicidad, más resurrección y
más gloria.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 131

ALTA DIGNIDAD
Dispone la humanidad actualmente de un rico documento conciliar
y universal que es la “Lumen gentium” es como la luz, el sol, el faro y el
foco que nos alumbra y calienta en nuestra vida.
Alli se puede leer y meditar sobre la casta, la dignidad, y la grandeza
de los hombres y sobre todo nos expone la riqueza y alteza del cristiano,
del creyente, de fiel y del laico. Analiza los dones, los regalos y los
elementos que perfilan la nueva vida o realidad cristiana: el bautismo,
los sacramentos, los dones, las virtudes, hijos de Dios, sacerdocio común
o de los fieles, el don de profecía y la realeza.
Conceptos y elementos constituyentes de una vida que vale la
pena conocer y vivir. El no conocerla y vivirla equivale a pasar por esta
tierra —muertos— y en consecuencia seguir luego —muertos— por
toda una eternidad. Así suena —esta lógica pura, dura y también
Aristotélica— al despreciar precisamente un programa de vida.
El bautismo como cualquier parto o nacimiento nos lanza a la nueva
vida, nos empuja hacia una vida distinta, sagrada y santa, sacerdocio
común de todos los fieles. Así estructurados e incorporados todo
cuanto hacemos y vivimos tiene carácter de culto, adoración, acción
de gracias, en resumen el fin último y absoluto de toda la creación
—la gloria Dei—. Todo lo de más será perder el tiempo.
La confirmación acelera, crece, fortifica, afianza este quehacer o
vida, consagración, milicia e incorporación. La eucaristía, fuente y
cima de la nueva vida, se come y se bebe para alimentarla. La
132 DECANOMÍA

penitencia, evidencia nuestra enfermedad, pobreza, barro,


debilidad, pecado, desnorte, egoismo, nos cura para seguir
viviendo de nuevo. La unción de enfermos, nos unge, alivia y
fortalece en la última escaramuza, puente, combate y agonía como a
cualquier atleta y deportista para llegar a la meta. El orden sagrado que
dedica a algunos solo, total y exclusivamente a la preciosa e incomparable
tarea como médicos, pastores, padres, animadores, adoctrinadores,
servidores y vigilantes de la nueva vida. El matrimonio, parejas que se
dedican a quererse para procrear y educar hijos solo para a la nueva vida
—fabricatores filiorum Dei— por eso el matrimonio es el
—sacramentum mágnum— al proporcionar hijos para la vida eterna.
De otra manera sería una potencia y un placer efímero, estéril y
destinado al fracaso.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 133

CRISTO, LOS APÓSTOLES Y LA IGLESIA


Esta multisecular y tripartita división de la historia: Cristo, los
Apóstoles y la Iglesia ya empieza a ser poderosa, dominante, significativa,
actual, determinante y eterna. Con derecho podemos decir a que pesar
de 2000 años de andadura está como en ciernes en el periodo inicial y
fundacional.
También podemos decir que esta salvífica, metastizada y capilar
realidad sigue su rumbo y empuje divino y ya es irreversible. Pasarán
todos los tiempos y lugares pero esta realidad, este mensaje, esta misión,
esta Palabra no pasarán. De momento si analizamos la corta andadura
bimilenaria podemos contrastar el comportamiento firme, testimonial
y definitivo. Siempre la misma línea de dirección y de gobierno. La misma
fe, la misma doctrina y la misma vida.
Ningún hombre al nacer puede evitar —ya hoy— el desafío y el reto
de esta realidad, embajada, plan o misión de Dios: “Id al mundo entero
y proclamad …”
Este mensaje o llamada obliga en conciencia, pero no coacciona
porque Dios tiene en cuenta la dignidad de la persona humana que el
mismo ha creado, la cual debe regirse por su propia determinación y
gozar de libertad.
Cristo, maestro y señor nuestro, manso y humilde de corazón,
atrajo e invitó pacientemente a sus primeros discípulos, confirmando
su predicación con milagros para excitar y robustecer la fe de los
134 DECANOMÍA

oyentes. Reprobó la incredulidad de los que le oían y le rechazaban


pero dejando la sanción y el castigo para el día del juicio.
Al enviar a los apóstoles al mundo les dijo: “El que creyere y fuera
bautizado se salvará y el que no se perderá…” Mandó que dajaran crecer
en los sembrados la cizaña junto con el trigo hasta la siega final. Nos
enseñó a servir, no a dominar, a no romper la caña cascada, mandó dar
al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios y su reino no se
defiende a golpes.
Los Apóstoles aprendieron bien la lección y fielmente la vivieron
hasta la muerte y fielmente la trasmitieron, siguiendo en todo la misma
política o comportamiento del maestro nunca por acción coercitiva sino
con la fuerza y virtud de la Palabra y del amor. Dios quiere que todos los
hombres se salven y cada uno dará cuenta de sí.
Despreciaban las “armas de la carne” y siguieron las mansedumbres y
la modestia de Cristo, reconocieron siempre la legítima autoridad civil
y al mismo tiempo no tuvieron miedo de contradecir al poder público,
hay que obedecer a Dios antes que a los hombres.
Este el camino, la herencia, la Iglesia y el comportamiento que
siguieron y siguen hoy innumerables mártires y fieles en todo tiempo
y lugar imitando al primer mártir de la verdad: el maestro y fundador
Cristo.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 135

DIES DOMINI
Con este título “Dies Domini” ha publicado Juan Pablo II una
hermosa Carta Apostólica. En ella explica el sentido y el significado del
“Domingo” vocablo derivado del latín “Dominicus” “Dia del Señor”. En
griego “Kiriaké Hemera”.
Hace una bella exposición sobre el Domingo en cinco capítulos: “Dies
Domini” “en que celebramos los terráqueos y festejamos la obra de la
creación. Los israelitas celebraban el “Shabbat o Sábado” en cumplimiento
de aquella ley de Moisés: “Seis dias trabajarás y harás todas tus obras, pero el
día séptimo es día de descanso para el Señor, tú Dios. Ningún trabajo servil
harás en él, ni tú, ni tú criado, ni tú hijo, ni tú hija, ni las bestias de carga,
ni el extranjero que habita dentro de tus puertas. Pues en seis dias hizo
el Señor el Cielo y la tierra, el mar todo cuanto contiene el séptimo día
descansó: (Ex. 20, 9-11)”.
Es la voluntad de Dios que dediquemos de una forma especial un
dia a la semana al Creador.
El Domingo es “Dies Christi” es el día en que resucitó Cristo, es el
día de la nueva Creación o de la Pascua.
Es “Dies Ecclesiae” es el día de la Iglesia que se reune a través de los
siglos —Domingo tras Domingo— para recordar y celebrar el día de
la resurrección del Señor. Se reúnen los cristianos siempre alrededor
del altar y del sacerdote para celebrar la Misa, el acto más grande de
adoración y de culto.
136 DECANOMÍA

La Iglesia para ayudarnos a cumplir la voluntad de Dios —quiere que


le glorifiquemos— nos concreta el precepto de oir Misa los domingos y
dias festivos desde los siete años.
Es “Dies hominis”. La vida humana tiene un ritmo de trabajo y de
descanso. No somos bestias que tengamos que trabajar siempre y sin
orden. El trabajo es para el hombre y no el hombre para el trabajo. El
Domingo es “del hombre” para que disfrute con alegría del tiempo de
descanso y que le permita cultivar su vida familiar, cultural, social y
religiosa.
Si no hay trabajo o hay poco que se haga dentro de los seis dias, por-
que el diablo hace la escaramuza de obligar a trabajar y remunerar más
el trabajo realizado en Domingo.
Es “Dies dierum” es como el alma de los otros dias, es la clave para
digerir y aplicar el misterio de la resurrección y triunfo definitivo de
Cristo sobre la muerte celebrado a lo largo de la historia “domingo en
domingo” hasta llegar al Domingo sin fin y sin ocaso: la eternidad.
El dia que no necesitará de la luz del sol ni de la luna porque lo
iluminará la gloria de Dios.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 137

DIES DOMINICA
“Dies Dominica” es el domingo o dia del Señor en que se celebra,
recuerda y conmemora la Resurrección de Cristo.
En el Antiguo Testamento se celebraba y respetaba el “precepto
sabático” que era el recuerdo de la creación y el descanso del séptimo
día. Era un día de asueto consagrado a Jahvé porque el mismo Señor
bendijo el día del sábado y lo santificó según leemos en el libro del
Exodo. El “precepto sabático” prohibía el trabajo en ese día y mandaba
ofrecer oblaciones y sacrificios. Además celebraban otras diversas fiestas
como recuerdo de las misericordias y portentos que Dios había realizado
en su pueblo: la salida de la esclavitud de Egipto, la festividad de la
Pascua, la peregrinación por el desierto, la fiesta de los Tabernáculos o
tiendas, la promulgación de la Ley y la Solemnidad de Pentecostés. Era
un precepto que obligaba bajo grave, impuesto bajo pena capital. Dice
el Exodo: “Guardareis el sábado porque es cosa santa. El que lo profane será
castigado con la muerte; el que trabaje en sábado será borrado de en medio
de su pueblo”.
En la Ley Nueva al dejar de celebrar como fiesta el “sábado” y sustituirla
por el Domingo, Cristo de ninguna manera rebaja la solemnidad y
santidad de este. El precepto dominical manda: abstenerse del trabajo
y ofrecer oblaciones y sacrificios, exige una obediencia y una adhesión
total e incondicionada.
En la Nueva Ley ya no hay más que una “sola acción sacrificial” hasta
el fin de los siglos, una sola Víctima, un solo Sacerdote, Jesucristo y un
solo sacrificio del altar, la Santa Misa. Nos recuerda el Concilio
138 DECANOMÍA

Vaticano II: “la Iglesia, por una tradición apostólica que trae su origen
del mismo día de la resurrección de Jesucristo, celebra el misterio
pascual cada ocho días en la fecha que es llamada con razón
“dia del Señor o domínica”. Por eso el domingo es la fiesta
primordial que debe presentarse y inculcarse a la piedad de los fieles
de modo que sea también día de alegría y de descanso del trabajo”.
El domingo no es un día como los demás sino que es un
“dies dominicus” es decir, un dia santo dedicado a la alabanza y servicio
de Dios.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 139

DOMINGO
Antiguamente el día de fiesta era el “sábbatum” sábado, que significa
descanso.
Ahora el día de fiesta es el “Domingo” llamada “Día del Señor” o “dies
dómini”.
El “Sábado” era para los judios, lo que es ahora el “Domingo” para los
cristianos, porque en Domingo se realizaron los principales misterios de
la redención humana: La resurrección de Cristo y la Venida del Espíritu
Santo.
El Domingo es un “día de alegría y de holgar en el trabajo”
Es un derecho de Dios el exigir al hombre que dedique al culto un día de
la semana, en el que libre de las ocupaciones materiales, pueda elevarse con
el pensamiento y el amor a las cosas celestiales, a Dios su creador
ofreciendo el Santo Sacrificio de la Misa.
Es también un derecho y al mismo tiempo una necesidad para el
hombre, hacer una pausa en la aplicación del cuerpo al duro trabajo
cotidiano para alivio de los miembros cansados. ¡Cuanto se agradece un
descanso después del duro trabajo semanal!.
El Domingo es para reparar nuestras fuerzas físicas y mentales, es para
distraer y divertir honestamente los sentidos, es para cultivar la amistad
familiar y la convivencia entre los demás hombres, es para traer el recuerdo
de la fiesta y descanso eterno del Cielo, donde ya no habrá trabajo,
ni dolores, ni sufrimientos.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 141

DOXOLOGIA I
El vocablo “doxologia” del griego “dosa”, honra, honor, gloria y de
“logos”, tratado, significa el tratado de la gloria.
San Jerónimo nos dice: El hombre ha nacido para que conociendo a
su criador, le glorifique con temor y homenaje cumpliendo sus
mandamientos y así pueda ser feliz eternamente.
Pero que es gloria? Respondemos con San Agustín: “Clara cum laude
notitia…” esto es, el conocimiento claro de las buenas cualidades
que posee un ser y como consecuencia la alabanza que de este
conocimiento brota.
En resumen glorificar a Dios es conocerlo, reconocer su excelencia
y la necesidad que de El tenemos y luego amarlo, alabarle y servirle
en todo momento y darle gracias ahora en el tiempo y luego gozar de El
en la eternidad.
La gloria de Dios es gloria nuestra… No se hace mejor Dios si le
alabas, pero tú te vuelves mejor alabándole.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 143

DOXOLOGÍA II
La doxología de los vocablos griegos “doxa”, honor, gloria, alabanza
y del conocido “logos”, estudio, tratado, es un resumen o tratado de las
alabanzas, glorias o aplausos.
El único fruto que recoge Dios de la creación es el amor del hombre,
el afecto del corazón de la criatura. El corazón es la parte más delicada
y apreciable del hombre, la que Dios ha reservado para sí. También
nosotros nada apreciamos tanto como el afecto del corazón. Por tanto el
fin del hombre en la tierra es amar a Dios, esta es la respuesta doxológica
o la cumbre y la cima y el resumen de todos los preceptos y leyes. En
una máquina o en un órgano cualquiera, una cosa son los medios y
otra el fin, es decir, aquello que con dicha máquina se quiere obtener.
En la macrocósmica máquina del mundo todo es medio para el gran
fin de amar a Dios; todos los seres de la naturaleza, la sociedad, los
reinos, las profesiones, las riquezas, las ciencias, los acontecimientos, la
historia entera deben ser ordenados a este fin. Toda la creación tributa
puntualmente el aplauso a su Creador, solo el hombre corre el riesgo de
negarle y robarle a Dios el servicio, el honor, la gloria, el aplauso.
Todas las criaturas son prestadas al hombre, pero terminada la
construcción del edificio se quita el andamiaje, acabado el bordado
se arrincona el telar; así terminada la jornada laboriosa de la vida del
hombre se le quitarán todas las criaturas, pues se ha terminado el teatro
y la representación, se cierra el escenario y se baja el telón. Dios sopesa
y examina la obra ejecutada por cada uno según la cantidad y calidad
de-quilates doxológicos.
144 DECANOMÍA

La sublimidad de lo creado, incluso de la materia bruta alcanza su


culmen y fin en el hombre, el único ser que le puede impregnar de
amor.
Se puede, sin embargo, amar también mucho y mejor a las personas
y objetos, con tal que este amor esté subordinado al amor de Dios, quién
no rebaja su marca de salto y de exigencias, ya que nuestro Dios es un
Dios celoso. También el amor humano es un medio respecto del amor
de Dios y quien quisiere preferir el amor de las criaturas al amor de Dios
tendría en contra el plan y el querer de Dios.
Yo, como algunos otros me pregunto, pero el fin de la vida humana
no es el placer? no es la gloria? no son las riquezas? no es la salud? no es
el dinero? no es la ciencia? La respuesta es clara, simple y aséptica, es un
NO MAYÚSCULO. El ser el fin del hombre amar y servir a Dios está en
la misma línea de que el sol calienta, la lluvia cae, los peces para nadar, las
aves para volar, en la misma linea de que el leño al arder se consume, el
martillo al caer sobre un cuerpo blando lo aplasta, el fármaco al ingerirlo
nos envenena etc. etc. En resumen el que Dios quiera al hombre y el que
el hombre responda con amor a Dios —amor con amor se paga— no es
algo opinable o que pueda someterse a votación, sino que es algo insito y
grabado en el corazón del hombre y sigue la inercia de la naturaleza. Así
lo plagia San Agustin en su inmortal axioma: “Señor, nos has hecho para
Tí e inquieto anda nuestro corazón mientras no descansa en Ti…”
Para terminar podriamos dejar escrito un principio y programa
para la actuación y desenvolvimiento de la vida del hombre siempre
acorde con el plan de la creación y el querer de Dios que sería este:
Siempre y en todas las cosas primero Dios, después los demás y por
último yo. Y nunca este otro radical y diametralmente opuesto: Primero
yo, después yo y por último yo.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 145

LUMEN GENTIUM
Siempre fue mejor, mas útil y más provechosa la luz que la obscuridad
y las tinieblas.
Para ver y aclarar las cosas siempre se necesita la luz y el sol porque
hay mucha penumbra, noche, obscuridad, sombra, misterio y todo el
alumbramiento es poco.
Para esta noche hay muchas clases y ofertas de luz, llama y fulgor,
pero todas dejan siempre la misma penumbra y sombra.
Hay una luz y antorcha que ilumina más que el sol y en la que
nunca se podrán obscuridades. Solamente alguien y uno puede hablar
así: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue nunca caminará en tinieblas
y tendrán la luz de la vida…”.
La única antorcha y llama que ilumina todos los caminos y arde
sin apagarse.
El Concilio Vaticano como todos los concilios anteriores se siente
con la obligación y deber ante el mundo de ser tea encendida, antorcha,
sol, luz, lámpara y por eso las primeras palabras y documentos que
elabora el Concilio son: Lumen gentium… porque intenta iluminar,
aclarar, precisar, gritar al género humano sobre la realidad del —misterio
de la Iglesia—.
Todo misterio exige intentos y contatos de desvelo, de descifrar, de
luz y de un poco de aclaración porque tal realidad importa sobremanera
a toda la humanidad ahora y siempre.
146 DECANOMÍA

Una de las cosas más bellas e interesantes que ha regalado el Concilio


es afirmar: “La Iglesia es en Cristo como un sacramento o señal e instrumento
de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano…” Esta
concisa y precisa definición sobre la naturaleza y misión universal de la
Iglesia exige un Concilio y todos los aclaratorios documentos que ha
elaborado.
Sin embargo siguen las sombras y penumbras desde la Iglesia que
es el “único misterio y sacramento” que puede unir al hombre con Dios
y también el “Único instrumento” de la plena y definitiva unida del
género humano más allá de las íntimas relaciones y soluciones raciales,
técnicas y culturales.
Evidentemente siempre es mejor encender una cerilla que ilumine
un poco este mundo —lumen gentium— que quejarse o despotricar
contra las tinieblas.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 147

TEURGIA
No es tan rara esta palabreja “Teurgia” ya que a menudo usamos en
el lenguaje común, de a pié y para andar por casa y también en la jerga
académica y cultural términos parecidos compuestos con las mismas
raices, así: metalurgia, siderurgia, fiturgia, halurgia, liturgia, quirurgia.
Todos los vocablos compuestos con el sufijo “urgia” llevarán una
idea o significado de acción, trabajo, operación de algo. “Fiturgia” es
jardinería, trabajo y cultivo de plantas.
“Teurgia” significa la operación o trabajo de Dios. Palabra compuesta
de “Theos” que es Dios, algo divino y de “ergón” que es operación, acción,
trabajo.
Qué hace Dios? En qué trabaja? Qué oficio tiene? Dios ama, crea,
cuida la creación y salva a los hombres.
Ya conocemos aquel axioma latino que suena así: “Operari séquitur
esse…” La operación, la acción y el trabajo sigue al ser, primero una cosa
es lo que es —su esencia— y luego opera y trabaja según su esencia.
Naturalmente toda operación o trabajo especifica la naturaleza del ser.
La piedra es lo que es, el caballo puede dar coces, el hombre puede
razonar y pensar, Dios crea el mundo y salva a los hombres.
Dios hace lo que no puede hacer la piedra, ni el caballo, ni el hombre:
crear el mundo, conservarlo e ir salvando a todos los hombres que van lle-
gando a este mundo, atacando lo que realmente hace daño al hombre: el
pecado y la muerte. Solo Dios puede hacer esta operación —Teurgia—
.
148 DECANOMÍA

Una Teurgia y operación tripartita, amodo de triunvirato. Dios


—Padre Eterno— crea el mundo por amor, pero el hombre le falla.
Dios piensa, no abandona, como una madre a la cabecera de su hijo
gravemente enfermo, elige, inventa y llama a un pueblo de creyentes y
de hijos restaurados. Cristo, su hijo, convoca, reune a todos en la casa,
convocatoria, iglesia, —oikia— asamblea de amigos, hijos de la luz,
una nueva creación, una reforma, restauración o plan que procede de
Cristo, vive en Cristo y camina hacia Cristo.
El Espíritu Santo, el tercero del triunvirato, que es amor, actua,
hace vivir y anima esta nueva creación con su soplo, mociones,
inspiraciones, dones y carismas, dirige, vivifica, enriquece, infunde
fuego en los corazones para que quieran salvarse y dejen quererse
modelando santos y mártires. Es la cumbre y el remate de la
Teurgia o querer de Dios, es la plenitud de los tiempos, es
—pleroma ton jronon— es el final de la operación.
D E C A N OM Í A I V

“Honra a tu padre y a tu madre…”


MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 151

ABBA… PADRE
La relación o comercio entre Dios y los hombres es familiar y cariñosa,
es relación de Padre a hijo y de hijo a Padre. Es el regalo y el don más
grande que Dios otorgó a los hombres.
Naturalmente que el padre cuida y ama a su hijo según sus posibilidades
y el hijo honra, trata, obedece y ama a su padre. La grandeza incomparable
es que en este caso el padre es Dios.
Todos los hombres somos hijos de Dios en su único hijo Cristo que
nos enseñó a tratar así a Dios como Padre: “Padrenuestro…” la oración
por antonomasiadelcristiano. “Abba,papaito,babo,papá—LieberVater—”
balbuceando como niños pequeños.
Los hijos tienen derecho a la herencia de su padre y esta herencia es el
mejor tesoro: Cielo, reino, vida eterna.
En la prueba de este mundo tenemos que luchar para ser buenos hijos
y santos.
En los formularios que aparecen publicados con oraciones para
niños pequeños nos encontramos con cosas curiosas, oraciones fáciles
y sencillas que nos pueden enseñar a vivir esta relación, este comercio,
esta gran verdad y realidad.
Por la mañana reza el niño pequeño: “Buenos dias, querido
Padre-Dios… Oh ya es de día otra vez, a está todo claro fuera,
gracias porque he dormido bien esta noche y ahora tú me regalas
y preparas otro nuevo dia, que sea hermoso y bonito, yo estoy
contento en el mundo porque puedo jugar —spielen— trabajar de
152 DECANOMÍA

nuevo. Tu me has cuidado durante toda la noche obscura por eso te


doy gracias de nuevo con el corazón y con la boca. Ayúdame y asísteme,
querido Dios, para que este nuevo dia sea bendecido y santo”.
Así, de corazón a corazón, de tú a tú o con oraciones semejantes
podemos también aprender de los niños a rezar con confianza, con
agradecimiento, con la alabanza, con sencillez y con amor y poder vivir
siempre en la presencia de nuestro Padre-Dios.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 153

ANTROPOIDE
Según la Biblia después de haber creado Dios toda clase de animales
“formó de la tierra el cuerpo del hombre…” (Gen. 2,7)
Algunos opinan que el cuerpo humano procede por evolución de
una especie de reino animal… del mono, del macaco…
Esta hipótesis, no tesis, no conclusión científica es de dos clases:
Transformismo o evolucionismo absoluto dice que cuerpo y alma
proceden por evolución o transformación. Esta teoría materialista
no se puede admitir en modo alguno porque el alma es espiritual y lo
espiritual no puede originarse de la materia.
Otra clase de transformismo es el moderado que afirma que el cuerpo
humano es el resultado de formas anteriores, o sea, que solo el cuerpo
humano procede por evolución de un simioide, de un homoide ú
antropoide. Esta afirmación es hoy día una hipótesis de trabajo.
Por lo tanto toda libertad y todo campo está abierto para los
investigadores de esta teoría y así están las cosas y los trabajos sobre este
tema —por el momento sin argumentos decisivos en favor de dicha
teoría— hasta que se llegue a la tesis o conclusión científica, definitiva
y seria.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 155

ANTROPOLOGÍA
La ciencia que estudia seriamente y con objetividad al hombre se
llama “Antropología” del griego “anzros-opos”, hombre y de “logos”,
estudio, tratado.
A todos los hombres les conviene saber en profundo y en raiz, “aunque
les cueste o echen espumarajos o pateleen o vivan en el ártico o en el
antártico o aunque todas las estadísticas del mundo digan lo contrario) la
maldad y la bondad de la actividad humana, de la acción humana, de
la operación humana, de los actos humanos, de lo que es propio del ser
humano, de lo que está después del ser hombre según el aforismo latino
“operari sequitur esse” esto es, que la operación sigue al ser, que el caballo
tiene su actividad propia y que el hombre tiene su actividad propia.
El hombre es más hombre al saber y conocer la maldad y la bondad
de sus actos humanos.
El hombre obra siempre por un fin, porque es un ser racional.
En su conducta podemos descubrir un fin inmediato, que es el que
se propone conseguir cuando actúa; así quien viaja en el tren se propone
llegar a la ciudad para la que pidió su billete. Y un fin último que es
aquel alcual se refieren todos los demás fines, cuando se consigue este
fin, no hay que buscar ya otra cosa.
El fin último del hombre no puede ser otro que dar gloria a Dios de
donde procede nuestra felicidad. Si nuestro fin es Dios y nuestra vida es
un medio para llegar a Dios, nuestros actos serán buenos o malos según
nos lleven a ese fin o sean contrarios a él.
La maldad o bondad de los actos humanos proviene del torcido o
debido orden al último fin: Dios.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 157

CRISIS DEL AMOR


Desde el paraiso terrenal, pasando por los grandes imperios y reinos
y en nuestros dias y siempre en la historia al lado y en paralelo a todo lo
bueno y digno que ha inventado Dios aparecen las réplicas, las imitaciones y
los remedos. Así por ejemplo Dios quiere que el hombre trabaje y ahí está la
contra, el paro; Dios quiere que el hombre y la mujer se santifiquen y
sean felices dentro del matrimonio estable y ahí está la “aventura sexual”
la explotación rabiosa del sexo, las violaciones, las pornografías, la
bestialidad, la comercialización del sexo.
Hoy la falsa cultura del amor trata de confundir y mezclar el placer
con la felicidad, el sexo con el amor. Una cosa es el placer, la satisfación,
el gusto, lo animalesco y otra cosa es la felicidad que proviene de sentirse
el hombre seguro, quieto y tranquilo según lo que es realmente: animal
racional e hijo de Dios, no una bestia; cuando la bestia se comporta como
lo que es está feliz y a gusto, cuando el hombre se comporta como una
bestia jamás encontrará felicidad y alegria; tal vez se aquiete algo pero
con una alegría animalesca, fisiológica propia de un animal sano.
Una cosa es el sexo que todo hombre y mujer posee y otra muy
distinta es el amor que muchos hombres y mujeres no tienen. Es lógico
y natural que cuando el hombre y la mujer se aman lleven y aporten
siempre el sexo; pero puede haber sexo sin nada de amor, el que se va con
una prostituta; puede haber manifestaciones eróticas sin amor.
El amor busca siempre el bien de la persona amada, exige por lo tanto
sacrificio, renuncia, detalle, delicadeza, entrega. El amor es generoso.
Cuando simplemente deseo, busco algo que me satisface; cuando amo,
busco satisfacer a alguien.
158 DECANOMÍA

La aventura sexual, el sexo sin amor termina siempre hastiando. En


la aventura sexual impera el egoismo, el libertinaje lujurioso, el deseo, el
capricho, la avidez de placer, el instinto sexual. Todos estos ingredientes
no pueden proporcionar nunca una felicidad perdurable y no harta
nunca. El amor cuanto más se da, más se tiene.
La sexualidad no es para jugar ni para negociar como pretende la
pornocracia y como enseña la pornografia, sino que Dios la ha
inventado para que esté al servicio del amor en el matrimonio.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 159

DULCE PRECEPTO
Es lógico que la segunda tabla del Decálogo comience con esta
cariñosa amonestación, conocida por 4º Mandamiento: “Honra a tu
padre y a tu madre para que vivas largos años en la tierra que Yavé,
tu Dios, te da”.
Se trata de un mandato y querer divino que nunca pasarán de moda
y que ninguna tradición humana contraria podrá anular.
Alguien después de un atento estudio y análisis lo ha llamado con el
acertado nombre de “dulce precepto”.
Nos recuerda la obligación de honrar a los que nos han dado la vida
y que le devolvamos amor, respeto, obediencia, afecto reverencia,
gratitud, veneración y agradecimiento.
El quebrantar este precepto también es una de las causas
que producen tantos males en nuestra sociedad, mientras
tenemos tiempo y ocasión debemos gozar en su cumplimiento
pues todos sabemos que en esta tierra siempre se es más tiempo
hijo que padre y la rebeldía contra los padres conlleva la
rebeldía contra Dios.
Durante todas las generaciones los padres han visto las cosas, la vida,
los problemas con distinta óptica que sus hijos, siempre ha habido y hay
divergencias, ningún hijo jamás ha elegido a sus padres, no hagamos
traumas por lo tanto, no creerse incomprendidos, que tienen defectos los
padres, también los hijos, no hay tal escandalosa novedad. Si maltratamos
o despreciamos a nuestros padres, tener por seguro que nosotros seremos
doblemente maltratados por nuestros hijos.
160 DECANOMÍA

Quizás no esté en nuestras manos el hacerles todo el bien, pero sí


que podemos evitarles muchos males y sinsabores.
El diablo nos estimula y excitar el fervor y las ganas de quererlos con
detalle y exquisitez cuando ya no los tenemos.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 161

EDUCACION DE LOS HIJOS


Rara será la familia, por cristiana que sea y por elevada que sea su
educación, en la que la crisis de la adolescencia no haya provocado algún
conflicto entre los padres y los hijos. Los padres deben tener paciencia,
calma y serenidad con las “majaderías” de sus hijos adolescentes.
La educación de los hijos es una de las carreras, asignaturas, artes o
trabajos más difíciles con los que se encuentran los hombres. Al intentar
dar unas cuantas pinceladas superficiales dentro de la seriedad,
profundidad y amplitud de la educación, solo recojo algunos principios
básicos, fundamentales e indiscutibles.
Jamás se puede permitir una desobediencia. Esto exige a los
padres antes de dar una orden, pensarlo bien. Es malo dar muchas
órdenes y sobre todo contradictorias. El padre y la madre deben
estar siempre de acuerdo en cuanto a las órdenes y castigos, nunca
deben contradecirse. Las órdenes deben ser claras y no difíciles.
Dada la orden debe ejecutarse por encima de todo. Si el niño con sus
llantos y gritos logra hacer su voluntad siempre usará esta estrategia
de nuevo. El niño debe saber que hay ocasiones en las que son inútiles e
ineficaces los llantos y los gritos.
Un niño mimado es un niño perdido. Mimar no es darle y
permitirle todo que nunca será demasiado. Niño mimado es aquel a
quién nunca se le ha exigido, a quién no se le ha enseñado a devolver en
proporción a lo recibido.
162 DECANOMÍA

Educar es ayudarle por todos los medios a obedecer, ayudarle a


superarse, enseñarle a amar, enseñarle a rezar, enseñarle a querer
lo que no quiere, lo que no ama y lo que no le gusta. Todo esto,
aunque parezca duro, le servirá para hacerlo un “vir”, un hombre,
un varón fuerte. Si no entendemos esto seguro que conseguiremos
hacer de nuestros niños un montón de pastelería e inutilidad.
Así se van enderezando, moldeando y humanizando. Los
niños no sienten placer ni alegria en las cosas que consiguen sin esfuerzo.
En todos los terrenos de la vida hay que pagar con creces la subida, la
alegría y la felicidad de contemplar un hermoso panorama.
Finalmente en el capítulo de la sexualidad es necesario que los padres
les hablen sin rodeos, sin regateos, sin morbosidad y sin sobrepasarse. Las
cosas como son —la verdad en la realidad— sin evasivas, ni cigüeñas ni
otras tonterías, de una manera clara, sana, correcta, digna y adecuada.
Los niños no pueden ir a la calle con esta asignatura pendiente para
aprender de los falsos compañeros y pasantes —generalmente los más
golfos— ¡Que clase de información chabacana recibirán tus hijos en esa
escuela! Deben salir del hogar familiar respondiendo con este título
y diploma “Todo eso ya lo sé porque me lo han explicado mi madre y mi
padre. Dejarán así a sus padres orgullosos de sus cátedras después de haberles
preparado bien”.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 163

JESUCRISTO, VERDAD
La vida y el tiempo no se no da más que para esto: “Conocer esta”
verdad —in directo et in re— es decir, plenamente y ahí brotarán todas
las demás verdades y conocimientos que son necesarias para la vida.
Jesucristo no es la verdad para saberla, sino la verdad para vivirla.
Cualquier hombre fuera de la verdad o del marco de Cristo vivirá
equivocado en todo. Cristo es la verdad absoluta e integral.
Verdad es su persona ejemplar hijo de Dios. Nunca entenderemos nada
ni siquiera el simple cristianismo —ni la vida— mientras no aceptemos
convencidos lo fundamental y el marco de la verdad —ser hijos de
Dios— Esta verdad nos la enseñó el mismo Jesucristo: “Subo a mi Padre
y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios…”
Si el cuadro de la vida de cualquier hombre no está enmarcado dentro
de esta realidad o verdad, nunca tendrá cuadro ni vida ni bueno ni malo,
seguirá desmarcado y desnortado en todos los sentidos.
Cristo practicó lo que enseñaba y enseñó lo que practicaba; “Jesús
coepit facere et docere… Hacia y enseñaba la única verdad. Vida y doctrina
formaban un todo armonioso y unitario. Ni solo doctrina ni solo vida.
Muchos intentan y pretenden vivir una vida absurda en esta dicotomía
y doblez. Esta pretensión les aleja de la vida y de la doctrina.
Estos tesoros de verdad, ciencia y sabiduría de Cristo proceden de su
ciencia divina que poseía plenamente por ser —el Verbo— la Palabra
de Dios; de su ciencia beatífica que le correspondía como santo y
164 DECANOMÍA

bienaventurado acá en la tierra; de su ciencia infusa superior a la de


todos los angeles y de su ciencia adquirida que fue creciendo a lo
largo de su vida.
Los que escuchaban decían; “Ningún hombre habló ni pudo hablar
así…” todos los genios, los inventos, la filosofía, las teorías de la
humanidad palidecen, se esfuman y se anonadan ante la verdad y el
evangelio de Dios. Por eso los santos —los sabios de la verdad y de
la vida— acaban por perder el gusto por los libros escritos por los
hombres. “Yo, decía, Santa Teresa de Jesús apenas encuentro algo en los
libros a no ser en el evangelio. Ese libro me basta”.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 165

¿QUÉ ES EL HOMBRE?
Desde que el hombre apareció sobre la tierra ha hecho nacer la
“filosofía”.
Todos los filósofos en todos los tiempos se preguntan. “¿Qué es el
hombre?, ¿De dónde viene? y ¿A dónde va?”. Todavía hoy no se han puesto
de acuerdo en las respuestas, ni en el hallar la verdadera identidad del
hombre. Hoy quizás está perdida, más que nunca, porque se han venido
abajo los dos pilares que sostenían la “identidad y esencia del hombre”:
la libertad y la verdad.
Dios, al crear todas las cosas, —el macrocosmos— puso en la cumbre
de la pirámide en la jerarquía de los seres al hombre, pero la historia, las
culturas y las civilizaciones han dado la vuelta a la pirámide patas arriba,
y el hombre quedó allá abajo.
Los filósofos no tienen por qué saber qué es el hombre. Todos somos
filósofos y podemos dar una definición u opinión sobre el hombre. Entre
todos los seres que estudia la metafísica, el hombre es el más perfecto
y adornado, acertadamente los griegos lo llamaron —microcosmos—
pequeño mundo, pequeño ornato, pequeño adorno, una obra de arte,
perfecto orden en lo pequeño —mikros— en comparación con el gran
orden supremo del Universo o —macrocosmos—
Algunos dicen que el hombre es fruto de una explosión o generación
espontánea —ya es mucho azar y parto—. Otros dicen que el hombre
es un número. Infinidad de doctrinas a lo largo de la historia variopintas
y pintorescas.
166 DECANOMÍA

San Agustín aporta: “El hombre es una pregunta y Dios es la


respuesta…” Pero realmente sin gastarnos en enumerar las poco felices y
desacertadas definiciones que a lo largo de la historia ha habido y habrá.
¿Quién puede hablar mejor de un reloj? - Será relojero. ¿Quién puede
hablar mejor de la construcción de una casa? –Será un albañil o cantero.
¿Quién puede opinar sobre una operación de apendicitis? –Será el
doctor.¿Quién puede dar una noción definitiva, exacta, óptima,
acertada y exhaustiva sobre el hombre? –Será Dios, su hacedor y
creador.
¿Qué dice Dios sobre su creatura, el hombre? –Que es un ser creado
a imagen y semejanza de Dios, dotado de libertad, hijo de Dios, con el
endiosamiento bueno, que cuenta para la aventura y andadura de la vida
con un número determinado de años y que está puesto en la tierra no para
comer ni para dormir, sino para conocer, amar y servir a Dios mientras
trabaja, come y duerme, y luego gozar de Dios en la vida eterna.
Dios sabe más y no se le discute.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 167

MICROCOSMOS
Todas las culturas y filosofías han calificado al conjunto de la creación
o del mundo en orden, en armonía, en su lógica sana, en su ecología,
en su originalidad —valde bonum— con un “totum macrocosmos” es
decir, contemplaban en ello la plenitud de la grandeza y de la belleza
—cosmos.
Lógicamente a la criatura más perfecta de la creación —el hombre—
no dudaron en nominarla “microcosmos” la grandeza y la belleza en lo
pequeño —micros—.
Este “microcosmos” el hombre, a pesar de los fallidos intentos y de las
malas fotografías que a lo largo de la historia han tratado de perfilarlo
—gallina desplumada, gusano, número, etc.— es un ser misterioso que
se compone de cuerpo —soma— y alma —sijé—, de carne —sars— y
de espíritu —neuma—, de materia —hile— y de forma —morfé—
todos componentes dispares que íntimamente asociados forman una
sola naturaleza —fisis— y una sola persona —hipóstasis—.
El hombre tiene algo de todas las criaturas, el ser de las piedras, la vida
como los árboles, la sensibilidad como los animales y la inteligencia como
los angeles, por eso el ojo y la cultura griega contempló en el hombre
como un pequeño mundo —microcosmos— una síntesis admirable
de la creación entera…
Esta simbiosis, mecanismo y funcionamiento de una triple acción
vegetativa, sensitiva y racional constituye la vida natural del hombre.
168 DECANOMÍA

Actividad que no está sobrepuesta, ni desvinculada, ni yuxtapuesta,


ni en capas independientes y superpuestas, sino que se compenetran,
se coordinan, se complementan, se influyen intima y mutuamente en
todos los sentidos y en todos los ordenes.
Del elemento y componente real alma, espíritu, sijé, razón,
inteligencia, morfé, neuma, voluntad, fe, brota del hombre otra vida
y otra actividad sobre-natural, inmortal semejante a su vida natural y
mortal.
Vida y organismo sobre-natural con un sujeto de operaciones —el
alma, la inteligencia y la voluntad—, con un principio de operaciones
la gracia santificante, con sus potencias o virtudes infusas y los dones
del Espíritu Santo, con sus actos y operaciones de esas virtudes y de los
dones.
Al hablar del hombre el calificativo de —microcosmos— es un
perfil serio, exacto, totalizante, estático y dinámico.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 169

MANDATUM NOVUM
Cuando hablamos del “Mandatum Novum” naturalmente nos
referimos a la “Ley Nueva” que nos legó Jesús: La Ley del amor.
Desde hace 2000 años que apareció la “novísima ley” quedaron
abolidas todas las leyes antiguas y viejas. La “Ley Nueva” abarca,
comprende y resume todas las leyes y todas las justicias. Esta ley nueva
del amor es insustituible por ser definitiva y eterna.
Todas las sociedades y estados tienen poder para dar leyes y
gobernar las naciones y promover el bien común de los pueblos. No
es razonable negar este poder legislativo a Dios, Dueño y Señor del
Cielo y de la tierra. Dios como Gran Artífice, Gobernador, Regidor y
Legislador Supremo tiene derecho para dar leyes.
Aunque suene a paradójico Jesús vino a abolir la ley y el templo.
Este evangelio, anuncio o promulgación que suena a novedad es una
liberación, una revelación y una revolución.
El pueblo judio estaba atrapado y perdido en medio de una pesada
carga y amalgama de leyes y de variopintos sacrificios en torno al templo.
Pasaban la vida alrededor del templo —lejos de Dios— metidos en dis-
cusiones de preceptos. Afirmaban unos: “La perfección y la santidad está
en las purificaciones y abluciones…”. Otros: “No, está en los sacrificios…”.
Para los fariseos la prefección está: “En el cumplimiento exacto de las
prácticas y costumbres…”
170 DECANOMÍA

En medio de esta perplejidad los rabinos hacen una capciosa


pregunta a Jesús: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante…”?
Todos los judios desde siempre la sabían porque la repetían por lo
menos dos veces al día en la oración, la llevaban como escrita en su frente,
la colgaban sobre la jamba de sus puertas, la lucían de una forma
deportiva, alegre y pintoresca en sus túnicas y filacterias. Ciegos,
hipócritas y fariseos.
Responde Jesús a los judios y todos los hombres de una forma clara,
conocida, categórica y definitiva, acortando distancias entre el cielo y
la tierra y acercando los hombres a Dios en la amistad y la intimidad:
“Amarás a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus
fuerzas…”. Este es lo primero y mayor en todas las leyes.
Les remata y cierra la pregunta: “El segundo es semejante al primero,
amarás a tu prójimo como a ti mismo…”.
A cumplir el “Mandatum Novum” se reduce la vida del hombre que
es la totalidad, la plenitud, la causa, la síntesis, el motivo, el fin, la meta
y el móvil de todas las leyes.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 171

REZAR
Rezar es un vocablo que existe en todos los idiomas del planeta.
Donde hay un hombre hay “rezar”, hay oración en potencia.
Rezar es una realidad y una actividad muy usada, muy practicada, muy
útil, muy poderosa y muy necesaria como el aire para los pulmones. Es una
medicina potente y una palanca poderosa. Es lo que más y mejor ayuda al
hombre, le da salud, lo cura, lo fortalece, le da vida y definitivamente lo
salva.
Sin esta ayuda, comodín o industria —oración— al hombre a la larga
mal le va rodar todo su negociado, toda su programación, su existencia,
su salud, su vida, sus problemas y por supuesto su salvación final. Para el
hombre que no reza el resultado de 2+2 puede ser 105 o menos de 4.
Santa Teresa nos recuerda que el hombre que no reza se pierde, porque
no se puede defender, no es fuerte ni es poderoso.
Cristo rezaba y nos enseñó a rezar. La Escritura nos habla
cansinamente y hasta la saciedad de que es necesario rezar con terquedad,
con tesón, con insistencia, con perseverancia y con tozudez.
Es obvia y evidente tal necesidad advertida, porque el hombre es
pobre, débil y flaco y al contrario Dios lo puede todo.
Rezar es hablar con Dios, adorar, pedir, dar gracias, pedir perdón.
Todo esto es la vida del hombre que expone y ofrece a Dios toda su
realidad, su miseria, su maldad, su mezquindad, su impotencia y su
necesidad y Dios le brinda y con toda seguridad le ofrece todo su poder,
su bondad, su gracia y su amor. Toda la relación del hombre con Dios,
172 DECANOMÍA

toda su existencia y toda su vida es oración. Oración es el trato,


dependencia e intimidad del hombre con su Padre-Dios.
Rezar es fácil tanto vocalmente con palabras, oraciones y conceptos
ajenos y prestados como mental y personalmente, sin palabras, elevando
la mente, la memoria, la voluntad y la inteligencia a Dios.
Rezar nunca es perder el tiempo como piensa la agitada sociedad
moderna porque sabe que es necesario frenar la máquina en la
gasolinera para llenar combustible.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 173

TALIS VITA, ITA MORS


Este viejo y sabio adagio latino nos dice que “según sea la vida así va
ser la muerte”.
La naturaleza ordinariamente no actúa con sobresaltos ni con
estridencias.
Si llevamos una vida buena en paz y en orden logicamente
concluiremos con una feliz, buena y dulce muerte “eutanasia”. Si vivimos
una vida agitada y en desorden tendremos una desgraciada y mala
muerte “cacotanasia”.
Para los escépticos ante estas asevaraciones podemos recordar aquel
otro viejo y paralelo sofisma latino: “Nemo repente fit summus…”. Es
decir, nada de repente se hace grande.
Lo grande, lo sumo, lo raro, lo anormal, lo extraordinario sería que
fallase y no se cumpliese el refrán latino: “Talis vita, ita mors.”
Si luchamos diariamente por enderezar nuestra vida hacia Dios con
acciones de gracias, peticiones, alabanzas y oraciones, con el trabajo
bien hecho, con detalles de generosidad y de amor hacia los demás
naturalmente la muerte coronará esta feliz y santa vida.
Si no luchamos y dejamos todo a la deriva y por libre, como salga,
la muerte sellará y ratificará esta desgraciada e infeliz situación. Hacia el
lado que caiga el árbol así se quedará.
Puede fallar naturalmente el sabio y viejo adagio titular latino
pero siempre será una excepción, algo raro, exótico, tumbatibo y
extraordinario.
174 DECANOMÍA

La sabiduría humana, la experiencia y la historia nos han legado


estos principios filosóficos sobre las postrimerías aprendidos y arrancados
de las pocas y muchas cosas que se pueden saber ciertas sobre los
acontecimientos de la muerte: “Nuestro vivir no es más que un precipitado
correr hacia la tumba, la muerte no se puede evitar, la hora de la muerte no
puede saber y la vida pasada no se puede cambiar…”
Ante la brevedad y efemeridad de la vida recomendaba Santa Teresa
a sus monjas con ironía: “No construyais los conventos muy altos para que
el dia del juicio no produzcan al caer mucho ruido…”.
DEC A N OMÍA V

“No matar…
no hacer daño al prójimo…”
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 177

AMOR
Cada uno de los hombres —y toda la humanidad— vive entre el
amor y el odio.
Si no se acepta el amor, el odio comenzará a invadirlo todo con frutos
cada vez más venenosos.
Solo el amor verdadero construye y es germen y principio de la única
revolución que no traiciona al hombre. Dice San Agustín: “Ama et fac
quod vis…” ama y haz lo que quieras… El amor ignora las fronteras, no
mide las posibilidades, no calcula, no se resigna ante la imposibilidad,
no se derrumba ante las dificultades, al contrario crece como el artista
que quiere más a su obra cuantos mas sudores le cuesta.
El amor conduce a la felicidad y a la auténtica alegría. Dice Aristóteles:
“Amar es querer bien para alguien…”
No es posible separar el amor del dolor ni el dolor del amor, por eso
la enamorada se alegra en sus dolores y se regocija en su amor doliente.
Todo lo hace llevadero el amor.
El amor pide correspondencia y a esto tienden todos los esfuerzos del
amante a atraer hacia sí el amor del amado. El amor es la explicación de
todo. Dice Santo Tomás: “El amor reviste de gran dignidad al hombre…”.
Solo el hombre es capaz de amar, distintivo fundamental de la persona
humana.
“Deus est Amor… Dios es Amor… nos dice San Juan y el amor va
transformando al amante en el amado. El amor ennoblece y enriquece
siempre al hombre y le hace parecerse un poco más a Dios.
178 DECANOMÍA

Jamás la palabras dirán tan bien la realidad del amor como cuando
lo hace el modelo vivo —el hombre— en su conducta y en su vida.
No hay ocasiones excepcionales para amar, hemos de aprender a
amar en lo corriente de cada día; a través del espíritu de servicio, con el
trabajo bien hecho, con una conversación amable, sin herir nunca y con
serenidad en los momentos de dificultad o de cansancio.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 179

DIOS CREADOR
Dios creó el mundo libremente. Alguien defiende que este mundo
es el mejor de los posibles. Parece lógico opinar que pudo haber sido de
otras muchas maneras.
La fantasía nos apunta otras muchas posibilidades y variedades. Por
ejemplo la programación y plan del mundo antes de la tragedia del
paraiso terrenal. Un mundo totalmente distinto sin maldad, sin
enfermedad, sin guerras y sin muertes.
¿Cómo sería posible? Ahí está la imaginacion, la elucubración y la
fantasía. La creación “ex nihilo” … de la nada solo es exclusiva de Dios
—Omnipotente— Creador. De nada, nada se hace, pero Dios lo puede
todo.
Una cosa es tener poder para “crear” y otra muy distinta es saber lo
que hay que “crear”. Y este es el plan de Dios, variado, rico y sorprendente
—que solo Dios podía hacer— hágase la luz, aparezcan los cielos, las
aguas, las hierbas, la tierra, vivan las aves, los peces, los animales y los
hombres. Ni más ni menos. No un caos revuelto sino un orden perfecto,
inteligente y acabado.
Sin embargo los hombres nos acostumbramos a este extraordinario
y festivo regalo de la creación y nos parece todo tan normal y tan
natural. Y todavía no hemos gritado, ni explotado con un agradecido y
solemne: “Gracias Señor, por la creación…”.
180 DECANOMÍA

Muchos adversarios por no admitir a Dios como Padre y Creador


de la vida inventan las más pintorescas, variopintas, absurdas y ridículas
teorías. Hablan del accidente de la vida, de la generación espontánea,
de la explosión de la vida, recurren hasta a las Galaxias omnipotentes,
hablan de “bichos raros” y de “androides”, extraterrestres, etc., etc. Por no
querer aceptar el gratuito y buen hacer de Dios.
A pesar de todo, Dios sigue siendo Dios y el hombre sigue siendo
hombre y en la creación todo está en perfecto orden y armonía, nada
ni nadie interrumpe, toda la creación colabora, sólo está el peligro del
hombre —único ser inteligente, libre y semejante a Dios— que puede
incumplir los planes de la creación.
Esta es la grandeza y también la bajeza de los hombres, creados poco
inferiores a los ángeles y siempre con la pretensión de ser como Dios.
Dios —Creador cuenta y espera de los hombres— criaturas la
sabia cooperación en el perfeccionamiento y cuidado de la obra de su
creación.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 181

DOLOR Y MUERTE
A la humanidad siempre le preocupó y le preocupará el saber el
“por qué”, el origen, la causa del dolor y de la muerte.
No siempre hubo en el mundo mal, dolor y muerte. Al principio
cuando Dios creó al hombre y a la mujer no los creó con mal, con dolor
y con muerte. Fueron precisamente el hombre y la mujer los
protagonistas, los portadores y los más sufridores del mal, del dolor y
de la muerte.
Dios tenía otros planes, tanto el hombre como la mujer en sí
mismos constituían un todo armónico, perfecto y feliz, pero
en plena y nítida libertad, al decir libertad estoy diciendo
falible, quebrantable, rompible, desintegrable y así fué el
hombre falló y con esta falta original cambió el rumbo a toda la
humanidad en la que —ya sí— se experimentaban las primicias y
consecuencias de esta falta una vez perdida la —justicia y santidad— en la
que el hombre y la mujer no conocían el mal, ni el dolor, ni la muerte.
Esta macrotragedia protagonizada personalmente por el cabeza de la
humanidad se transmite a todos los hombres sus descendientes por
generación en el amor con sangre y con dolor.
Después de esta sacudida el hombre quedó como desintegrado en si
mismo y rotas las amarras con su Dios —fuente del bien, de la felicidad y de
la vida—. Esta es la única causa seria de todos los males existentes síquicos
y físicos, por dentro del hombre y por fuera, de los males de la tierra,
182 DECANOMÍA

del infierno, la tristeza, el mal uso de la libertad, las guerras, las espinas
y los abrojos, el cansancio, la enfermedad, el sudor, el dolor, la muerte.
Luego a lo largo de la historia cada hombre que viene y pasa irá
concretando y protagonizando ese mal, ese dolor y esa muerte —no
necesariamente— sino en límpida, plena y absoluta libertad y por lo
tanto responsable.
Y ahí tenemos en los albores como primicia el primer homicidio
de la historia —Caín mató a su hermano Abel— y luego el fiel
desarrollo y exacto a lo largo toda la humanidad del mal, del dolor,
de la enfermedad y de la muerte como formando parte constitutiva
de la vida. La perpetua enemistad entre el imperio del mal —Satanás
y el imperio del bien—Cristo.- La eterna lucha entre el bien y el
mal. Pero pasadas estas escaramuzas y guerrillas, estas alternativas
de bien y de mal, la última palabra de la historia no será el mal
ni la muerte sino el bien y la vida.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 183

DUEÑO Y SEÑOR DE LA VIDA


El hombre desde el paraiso siempre sintió la tentación de hacerse
“dueño y señor de la vida”. Es natural esta ansia de apropiación.
Existe también un “quinto mandamiento” que regula nuestro
comportamiento con respecto a nuestro prójimo —próximo— para
una pacífica y sana convivencia.
Este mandamiento no solo ordena “no matar”, sino también prohibe
las riñas, golpes, envidias, etc.; manda y regula un respecto y cuidado
exquisito por la vida humana, que es un don de Dios.
Solo Dios es el dueño y de señor de la vida. La historia nos cuenta
el original, triste y doloroso episodio de los hermanos Caín y Abel y a
este fatal comienzo de la marcha de la historia todavía no se le ha puesto
fin.
La vida humana es sagrada desde el primer instante de su concepción
—según la Biología, zoología y botánica—. Siempre mantiene la vida
relación con el Creador, origen y término de nuestra existencia.
El hombre —por mucha ansia y ambición— que sienta, no es más
que un administrador que debe cuidar la vida propia y la ajena.
El hombre tiene obligación de “amar y respetar y cuidar” su propio
cuerpo. A esto se opone el suicidio, la mutilación, la eutanasia, la gula,
la embriaguez, las drogas.
184 DECANOMÍA

El hombre debe usar bien de los talentos tanto naturales como


sobrenaturales. La pereza siempre se opone a que los talentos
fructifiquen. Si grave e importante es cuidar el cuerpo que habrá que
decir del cuidado del alma o vida espiritual?.
Debe respetar también —por supuesto—, la vida ajena. Este derecho
está inculcado en el homicidio y el aborto, que son crímenes horrendos
contra Dios —Dueño de la vida— y contra el hombre.
El “quinto mandamiento” regula también una sana y santa
convivencia, por eso prohibe todo aquello que hace daño al prójimo:
odio, envidia, enemistad, discordias, riñas, venganzas, peleas, desear
mal a alguien, alegrarse del sufrimiento de los demás, insultar, etc.
Nos manda perdonar de corazón las injurias “no siete veces, sino
setenta veces siete”. Prohibe el escándalo que atenta contra el bien
espiritual del prójimo. Duras son las palabras del Evangelio para el que
comete el escándalo: “mejor es atarse una rueda de molino al cuello y
arrojarse al mar”.
Asi de claro y duro y sin paliativos por el altísimo precio y valor de
la vida humana y espiritual del hombre.
En contra del escándalo propone y regula toda clase de ayuda con
las obras de misericordia, para resolver y aliviar todas las necesidades
tanto materiales como espirituales.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 185

EUGENESIA
El origen etimológico aclara ya el significado del término.
Eugenesia viene de “eu” (bueno, “buena” y de “génesis” (generación,
origen, nacimiento). Estos vocablos griegos se emplean para
designar el estudio de la herencia biológica, de sus leyes y del influjo
en ella de los factores sociales y ambientales. Como disciplina
práctica es la aplicación de esos conocimientos científicos para
conseguir una buena gestación y el nacimiento de hombres y mujeres
bien dotados para la vida.
Se llama eugenesia positiva la que intenta el resultado de un buen
nacimiento mediante los consejos oportunos antes de la concepción, la
mejora de las condiciones del embarazo, del parto, de la lactancia, de
la educación.
Se llama eugenesia negativa la actividad que persigue la mejora de
la raza humana evitando la procreación de las parejas más débiles y mal
dotadas impidiendo que nazcan hijos con enfermedades hereditarias,
con diversos medios: prohibición del matrimonio, esterilización,
aborto, etc.
La eugenesia positiva es una acción totalmente ética y legítima, que va
unida en general a todas las medidas de profilaxis, sanidad e higiene, tanto
privadas como públicas. Hablando también en términos muy amplios,
todo lo que contribuya al desarrollo de la moralidad privada y pública es
una positiva actividad eugenésica. En contra de lo que ordinariamente
se dice las enfermedades hereditarias graves son pocas y poco
186 DECANOMÍA

frecuentes, sin embargo dentro de las medidas contra los riesgos


eugenésicos se puede incluir la visita médica prematrimonial.
El mito de una raza humana pura —racismo, nacismo—, el trato
inhumano y el experimento zoótico en los hombres y las mujeres es
un crimen.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 187

EUTANASIA I
La “eutanasia” del griego “eu” bien y de “thanatos” muerte, equivalente
a buena muerte o bien morir.
Si Dios es el dueño y propietario de la vida y de la muerte, con todo
derecho es sólo Dios el que da la vida y la muerte.
Quitar la vida al prójimo —en nombre de la eutanasia— es un grave
pecado que se llama “homicidio”; y quitársela a sí mismo es otro gravísimo
pecado que se llama “suicidio” siempre, en todas partes y en ambos casos
es un atentado contra el soberano dominio de Dios.
Nunca podrán tener valor estos razonamientos: de los suicidas:
“¿Por qué vivir, si no quiero?”; de los incurables: “si no puedo vivir”;
de los subnormales: “si no sirvo”; de los ancianos: “ya di lo que podía”;
de los criminales: “soy una carga para la sociedad”. Aunque la vida sea
un accidente siempre hay una razón para vivir: Dios.
La misión de la medicina es defender y cuidar la vida, no destruirla;
nunca es lícito —en nombre de la eutanasia— acortar la vida.
Si los sentimientos o la seudo-ciencia nos hacen quebrantar
estos principios se correrá el riesgo de causar a los hombres la
—cacotanasia— o sea, la mala muerte o el mal morir.
Dios es el autor de nuestra existencia, no el capricho, ni el padecer,
ni el sentimiento, ni el consentimiento, ni la ciencia, y si queremos
morir con dignidad hay que vivir con dignidad: talis vita, ita mors…
a tal vida, tal muerte.
188 DECANOMÍA

La “eutanasia” —entendida como abreviación de la vida— sin el


consentimiento del enfermo, es homicidio y con su consentimiento
es suicidio.
La “eutanasia” —entendida como disminución del dolor— o
analgésico es una actividad completamente lícita y ética.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 189

EUTANASIA II
Palabra que etimológicamente procede de dos vocablos griegos, de
“eu” que significa bien, y de thanatos, que significa muerte, de ahí buena
muerte. Este vocablo eutanasia ha sido y es usado y maltratado, traido y
llevado por todos. La medicina lo emplea significando estos conceptos
“muerte dulce”, “muerte sin dolor” etc., etc.
Los místicos lo usan para hablar de la muerte feliz, dichosa,
bienaventurada, ejemplar y santas de los siervos de Dios, arrancando de
la Sagrada Escritura: “Dichosos ya los muertos que mueren en el Señor…”
Otros hedónicos del siglo XX la califican a la eutanasia como la cumbre
y la plenitud, el final feliz de una vida vivida a la “dolce vita” sin freno ni
cortapisas. Por lo tanto el vocablo eutanasia es un vocablo ambiguo y
aplicable a muchas realidades.
Sin embargo, en general, bien nos entendemos todos cuando se habla
de la eugenesia o buen nacer y de la eutanasia o bien morir.
Tanto el nacer como el morir son actos positivos que pertenecen a
la existencia y le son conaturales, siempre se nace a tiempo y se muere
a tiempo; ¿ahora se puede hablar hoy del bien morir…? En el siglo XX
le hemos arrancado el objeto a la eugenesia y también a la eutanasia. Se
puede hablar del buen nacer de una criatura nacida sin dolor, engendrada
sin amor, alimentada sin calor humano y criada sin hogar, etc. etc. Qué
tiene este nacer del siglo XX de eugenesia? mas bien suena a —cacao-
genesia— o mal nacimiento.
190 DECANOMÍA

Lo mismo digamos de la eutanasia, ¿dónde está la dulce muerte


o muerte feliz? Cuando hoy el tecnicismo de la medicina corre el
riego de hacerse abusivo sobre todo en los últimos momentos de la
existencia, cuando el final de la vida hoy se hace en una situación de
soledad.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 191

HOMBRE VIEJO Y HOMBRE JOVEN


Los jóvenes tienen mucho de futuro y poco de pretérito, tienen
lógicamente poco de recuerdo, de memoria y todo de esperanza; el
hombre viejo es varón de memorias, mientras el joven es varón de
esperanzas.
Aquel ha vivido ya toda la etapa ascendente de la vida, sus esperanzas
se han realizado en parte o han sido ya definitivamente abandonadas. Su
vida se encuentra “fijada y cerrada” integramente dirigida al recuerdo, a
la memoria, a lo nemónico. De ahí el profundo acierto sicológico de la
frase: “Voy a morir. Ya mi vida se vueve enteramente recuerdo”.
Por el contrario, el hombre joven tiene un pasado muy breve y un
porvenir muy dilatado; carece de historia, su patrimonio real es exiguo,
le falta lo que comunmente se llama “experiencia” de la vida. Pero, en
cambio, es rico en ilusiones y en esperanzas. El porvenir, no el pasado
es lo que cuenta para él. Está “abierto”.
Pero tampoco todo es esperanza y expectación y futuro, sino que va
realizando al mismo tiempo la cara, el depósito, el baúl de sus “recuerdos”
que le van haciendo viejo.
En el esquema de la vida natural no hay futuro sin pasado y sin pre-
sente y para que lo nuevo nazca tiene que ir muriendo lo viejo; con el
predominio de una empequeñece la otra. Cuando la vida es “enteramente
recuerdo” poco lugar queda para la esperanza.
La esperanza es el lenguaje de la juventud.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 193

HUMANISMO NUEVO
Parece que la humanidad hoy se perfila en su despertar —como frágil
y débil planta rompiendo la tierra en busca del sol— hacia un humanismo
nuevo, pleno, abierto y trascendente, dejando atrás aquel otro
humanismo viejo, cerrado e impenetrable. Ha experimentado
y aprendido que un humanismo inmanente podría tan solo
aparentemente triunfar.
Ciertamente el hombre puede organizar la tierra sin Dios, pero al fin
y al cabo sin Dios no puede menos que organizarla contra el hombre.
El humanismo exclusivo es un humanismo inhumano.
El hombre de hoy que maneja tantos “botones” conoce, sabe y teme
que a la hora de usarlos se le pueden derretir o aguar la pólvora. No
hay, pues, más que un humanismo verdadero que se abre al Absoluto y
que da la idea de la verdadera vida humana como leemos en la acertada
expresión de Pascal: “el hombre supera infinitamente al hombre”.
Efectivamente todos los problemas que desgarran la vida del hombre
provienen en último término de que éste se ha cerrado y alejado de Dios,
intentando construir la existencia considerándose el centro del mundo
como si Dios no tuviera nada que ver o como si no tuviera una palabra
clara y omnipotente para orientar a los hombres en medio de todos los
problemas del mundo. Así nos lo advierte claramente en el Salmo 121:
“Si Dios no edifica la casa, en vano trabajan los que la construyen”.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 195

MÁRTIRES
“Mártir” es una palabra griega que significa testigo, testimonio; se
conoce como “mártir” todo el que muere por Cristo defendiendo su
doctrina.
Siempre hubo, siempre hay y siempre habrá persecuciones contra
Cristo y sus seguidores garantizando así la actual existencia del
“martirio” “…” No es el siervo mayor que su Señor. Si me persiguieron
a Mi, también os perseguirán a vosotros (Jn. 15,20).
Se conoce en la historia como época de las persecuciones las
protagonizadas por los emperadores romanos: Nerón, Domiciano,
Trajano, Marco Aurelio, Septimio Severo, Decio, Diocleciano, que
empaparon y regaron el suelo romano con la sangre de los cristianos,
sangre que resultó ser “novum semen christianorum… una nueva semilla,
grano o simiente que hizo brotar a lo largo de los siglos nuevas plantaciones
—neófitos—, nuevas razas, nuevos vástagos, una “multitudo ingens ac nova”
una multitud enorme y nueva de cristianos, testigos, “mártires”.
Oficialmente cesaron estas cruentas persecuciones y se le concedió
la paz a los cristianos en el año 313 con el famoso Edicto de Milán
firmado por el Emperador Constantino el Grande.
Los cristianos se reunían junto a las tumbas de los mártires
considerando su muerte como un triunfo y una victoria sobre sus
enemigos de la fe, convirtiendo las catacumbas —cavidades
subterráneas— en lugares de culto.
Los sarcófagos de los mártires son unos restos o monumentos
arquitectónicos en donde se puede estudiar el arte, el lenguaje y la
simbología cristiana y paleocristiana.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 197

MÁRTIRES MODERNOS
Muanga es un joven rey negro con instintos sanguinarios y alma
salvaje que rige los destinos de Uganda en el Africa tropical a finales del
siglo XIX.
Tanto aprecia y respeta a los hechiceros como al pequeño grupo
de cristianos que ve crecer a su alrededor.
Pronto advierte que alguno de sus pajes se niega a satisfacer sus
instintos sexuales y bestiales. El rey empieza a sentirse tenso y molesto
y arremete con recelo y luego con odio contra los cristianos.
El cristianismo es exigente, condena los sacrificios humanos, la
poligamia, la injusticia, la crueldad.
Inmediatamente se levanta una de aquellas horribles matanzas tan
frecuentes en tierras africanas.
Un dia al atardecer volvía el rey de sus cacerías y mandó llamar a uno
de sus pajes, le avisaron que estaba en una de sus catequesis.
Una de las primeras víctimas que mandó a la hoguera fue el
joven José Mkasa, uno de los primeros oficiales de palacio.
Mas tarde ruge y manda presentar en palacio a otro grupo de
muchachos con Carlos Luanga a la cabeza. Se presentan con cortesía
y cariño delante del rey y de su mujer Nassiwa. El rey los insulta
diciendo: “Vaya con los cristianos. Mis perros valen más que vosotros”.
Furioso añadió: “ Los que rezan vayan a aquel rincón para saber a
quien hay que quemar…” Se apartó ungrupo siguiendo a Carlos Luanga.
198 DECANOMÍA

Hubo deserciones, conversiones, bautismos, cobardías, traiciones,


miedos, apostasías. El grupo restante gritó: “Aquí ya no reza nadie”.
El grupo de los jóvenes valientes y atletas fué llevado a la cárcel.
Allí se animaban unos a otros, rezaban, estaban firmes, ¡mañana será el
combate!, nuestro dolor momentáneo, no moriremos dos veces.
Llegado el momento, al son de tambores y al canto de melodia los
llevaron hacia la leña encendida. Entre los 16 perdonaron a tres que
repetían y lloraban diciendo: “Nosotros también rezamos porque somos
cristianos…”.
El verdugo ante la hoguera les preguntó por última vez: “Declarad
simplemente que no volvereis a rezar y Muanga os perdonará…”.
Respondieron: “No, rezaremos mientras vivamos”.
Entró primero Carlos Luanga en el fuego bromeando con el verdugo:
“Suéltame las manos para que yo te pueda ayudar a atizar las llamas…”
Kizito, el más joven sigue sonriendo y provocando a los
verdugos. Dionisio que cantaba en medio de las llamas. Mugaba
Tuzindé, hijo de uno de los verdugos. Hizo todos los medios
posibles para que su hijo cediese, le contestó: “No es posible,
soy cristiano y permaneceré cristiano…” Tengo miedo a las
llamas, mátame antes de que se encienda más la hoguera. El padre hizo
señas a un subalterno, mientras volvió la cabeza, que con un mazo le
rompe la nuca.
Así escribieron una página de la historia aquellos jóvenes de Uganda
conquistando la lureada corona del martirio enriqueciendo la familia
de los mártires y amigos del Señor.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 199

PARA SALVARSE
Dios quiere que todos los hombres se salven. El querer y la voluntad
de Dios están claros, ahora falta que el hombre quiera también. Así lo
recuerda San Agustín: “Deus creavit te sine te, non salvabit sine te…”
Dios que te creó totalmente sin ti, sin tu consentimiento ni permiso, si
tu cooperación ahora no quiere salvarte sin tí —ser libre—, es necesaria
tu voluntaria cooperación. Es preciso agarrarse a la cuerda que se nos
echa al pozo. La cuerda está pero hay que agarrarse a ella.
El hombre no se puede salvar por libre y a su aire —ni con pietismos
exagerados ni con cucas cicaterías— como algunos pretenden y
predican.
El salvador-Jesús tiene un modo, un camino, un querer, un plan
concreto y revelado para salvar a los hombres de todos los tiempos.
Jesús —no hay otro nombre bajo el cielo por el que podamos
salvarnos— no solo tiene un plan teorético o una voluntad genérica
para salvarnos sino que nos pone y ofrece una rampla articulada sobre
cuatro pilares: la fe, los Sacramentos de la fe, los Mandamientos o vida
de fe, y la oración de la fe.
Es evidente que sin fe es imposible agradar a Dios y salvarse,
una fe que se recibe y se mantiene por medio de los Sacramentos, se
expresa y testimonia con una coherente vida del creyente cumpliendo
los Mandamientos y todo este andamiaje sostenido y apoyado en una
contínua, asídua y perseverante vida de oración. Dice Santa Teresa
de Jesús: “El que no reza se condena…”.
200 DECANOMÍA

Quien tiene el oficio de salvar es Dios y nos da este plan de mínimos


como “conditio sine qua non…” luego está también naturalmente la
libertad, la generosidad y entrega de cada uno.
El querer salvífico de Dios no es quimérico o etéreo o angelical ni
queda al azar o capricho de cada uno sino que es concreeto, querido
y práctico amoroso y vital y no hay ni puede haber otro camino para
salvarse.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 201

PECADO
El pecado existe.
El gran logro, conquista, éxito del diablo en el siglo XX es el anuncio
y convencimiento universal de que no existe el pecado.
Su grito de victoria es: “Estar tranquilos que no pasa nada, todos somos
unos santos, no hay pecado”.
Enemigo ignorado, enemigo doblemente peligroso.
El pecado abunda y mucho, el pecado es rebeldía, desobediencia,
desamor, hacia Dios que es AMOR; es ese “no quiero”, es “dar las espaldas
a Dios”, es la “conversio ad creaturas” en definición de los Teólogos.
Existen pecados de pensamientos, de obras, de deseos, de palabras,
de omisiones del bien. Hay en la humanidad un —único y verdadero
mal— que se debe evitar: el pecado.
El pecado es la causa y origen de todos los males, transgresiones,
ingratitudes, desarreglos, abusos de la libertad, esclavitudes, de la falta
de paz y alegría en la sociedad, todo pecado daña de algún modo a la
humanidad.
El no querer aceptar —la realidad del pecado— es como querer
tapar los agujeros de la regadera, cuando lo sensato sería cerrar la llave
de paso.
La total malignidad del pecado solo se podría comprender
conociendo a Dios y esto es imposible aquí en la tierra.
202 DECANOMÍA

Solo Dios, sin embargo, se arroja o atribuye el poder de perdonar


los pecados, de borrar, tirar lejos, olvidar y nos invita, no nos fuerza, a
la conversión, al arrepentimiento, a la penitencia, a la —motanoia—, a
la reconciliación, a la detestación del pecado, a la “conversio ad Deúm”.
“Convertios a Mi y seréis salvos”. (Is 45-22).
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 203

SENTENCIA CONTRA EL INOCENTE


El calor, la claridad y el fuego de la cultura y de la civilización van
penetrando las mentes y modelando los corazones de tal manera que el
mundo empieza a entender todos los retos y razonados razonamientos
y principios sobre el aborto y a dar respuestas nítidas y definitivas.
El aborto o interrupción del embarazo es un homicidio. La sana
ciencia en todos los tiempos ha afirmado que la vida de una persona
comienza en el momento justo y en el instante de la concepción.
El Concilio Vaticano II añade que el aborto provocado es un “crimen
abominable”. El Dr. Jerónimo Lejeume, por citar alguno, catedrático de
genética en la Sorbona de París, miembro egregio y sobresaliente en las
ciencias en todos los continentes, nos enseña: que la primera célula
resultado de la concepción es ya un ser humano. Sigue diciendo: si el
embrión desde el primer momento no es un hombre ya no lo llegará a
ser nunca. Esto suena a pura ciencia lo demás es falacia y mentira.
Todo lo que el individuo posee de único, singular e irrepetible
a lo largo de su vida está presente en su código genético. El Dr.
Severo Ochoa insiste: no hay diferencia entre matar esta célula
humana o un ser maduro. Desde el momento que se constituye
el huevo o zigoto —instante de la concepción— unión y fusión
entre el espermatozoide masculino y el óvulo femenino, aparece el
nuevo ser que ya empieza a tener todos los derechos personales. Tiene vida
propia y derecho a que le respeten como cualquier adultos. Jamás es una
verruga o apéndice de la madre que pueda extirpar a voluntad.
204 DECANOMÍA

La ley de Dios prohibe el aborto y ninguna ley hecha por el hombre


puede hacer lícita la sentencia y la muerte de un inocente. Esto no lo hacen
ni las fieras. Todos los animales defienden rabiosamente a sus crias.
La legalización del aborto en distintas naciones es una señal clara de
incultura e incivilización, jamás será un progreso y nunca podrá convertir
el aborto en algo bueno. Tal política es un retorno al espíritu circense
para contentar y entretener las voces que lo reclaman. Las cosas no se
hacen buenas por ser frecuentes. Aunque todo el mundo robe y mate
jamás se podrá legitimar.
Por otra parte las madres quieren que sus hijos vivan y no que
mueran. Aborto suena a utopía y paradoja. Nadie le quitará a una madre
abortiva el remordimiento en su conciencia. Es un contrasentido hablar
de madre y al mismo tiempo de aborto. Madre quiere decir vida y
aborto quiere decir monstruosidad.
Comentan los médicos: “Es más fácil sacar a un bebé del útero de una
mujer que de su pensamiento…”.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 205

TANATOLOGÍA
Tanatología del vocablo griego “zana-zanatos”, muerte y de los
“logos”, tratado, estudio, es el tratado de la muerte.
“No matarás” es un mandamiento del autor y dueño de la vida, de la
que nosotros somos simples administradores. Todos tenemos derecho a
la vida. A la dignidad humana se oponen y ofenden las condiciones
infrahumanas de vida, detenciones arbitrarias, deportaciones, secuestros,
esclavitud, terrorismo, el aborto… y cuanto atenta a la vida.
Toda vida humana debe ser absolutamente respetada.
Traigo una antigua cita sobre el tema del aborto de San
Clemente Romano: “No matarás a tu hijo por medio del aborto,
ni matarás lo nacido porque todo lo formado que ha recibido alma
de Dios si es muerto, será vengado como muerto injustamente…”.
Ante la facilidad y arbitrariedad de la muerte siempre y sobre
todo nuestro siglo XX nos viene a decir este autor que Dios librará
sus letras de cambio a grande plazo…
El homicidio es un gran crimen y el suicidio es otro.
Al acabar Caín de matar a su hermano Abel, Dios le dijo: ¿Qué has
hecho? La voz de la sangre de tu hermano está clamando a Mi desde
la tierra… (Gen. 4,10-11).
El comportamiento de los humanos con los humanos en este campo
está muy perfilado y detallado prohibiendo hacer daño a la propia vida
y a la vida de los otros con palabras, obras y deseos y también con
imprudencias.
206 DECANOMÍA

El Papa Pablo VI en 1965 en la sede de las naciones unidas abogando


por la paz dijo: “La violencia no es progreso, la venganza no es justicia, el
odio no es civilización…”.
Aunque las nubes del siglo XX cargadas de muerte y de sangre
quieran ocultar la claridad solar de Dios que no quiere que el hombre
corte la vida de otro hombre, sin embargo, no prevalecerán.
La sensibilibidad humana en este punto ni se apagará ni aniquilará
y después de los nubarrones vendrán necesariamente los claros y aquellos
rescoldos y cenizas producirán nuevas y grandes llamas y sonará con gran
estruendo y rotundidad en esta tierra aquellas viejas y antiguas leyes:
“No hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti”. “Haz a otros lo que
razonablemente quisieras que te hiciesen a ti” o estas otras novísimas y
más próximas: “Haz el bien a los que te odian y reza por los que te persiguen
y calumnian”.
Concluyendo, siendo la muerte tan antigua como la vida sin
embargo, la última palabra de la historia no será la muerte sino la vida,
el último relevo lo tendrá la vida.
El hombre tiene derecho a la vida, a recibirla, cuidarla y defenderla,
pero nunca ha tenido ni tendrá el derecho a maltratar la vida, a cortar
la vida, a matar la vida, propia ni ajena.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 207

UNA NORMA DE VIDA


La caridad es la más perfecta y suprema norma de conducta para
toda convivencia humana. Nada tiene que ver con la filantropía
inmanente, corta y limitada a la que sobrepasa la caridad por ser
transcendente, sobrenatural y eterna.
Siempre la caridad ha sido más exigente. La caridad más que en
dar consiste en comprender. La caridad exige realidades prácticas y se
demuestra con las obras. La caridad no puede pasar de largo ante los
quehaceres, ocupaciones y exigencias ajenas. No admite excusas, regateos
ni omisiones. La caridad hace lo que el momento y la hora exigen.
La caridad es atenta, cortés y educada.
Donde no llega la filantropía o el interés humano ha de llegar la
caridad. La caridad llega también a nuestros enemigos y a quienes nos
hacen daño, a quienes nos difaman, a los que nos quitan la honra, a
quienes buscan positivamente nuestro mal.
La caridad perdona y comprende a los demás. El mayor enemigo de
la caridad es la soberbia y el egoísmo que hace pensar solo en uno mismo
y olvidar la presencia y las necesidades de los demás. Por eso dice San
Agustín: “La humildad es la morada y cuna de la caridad”.
La regla sencilla para vivir la caridad es: “Haced con los demás todo
lo que deseais que hagan con vosotros”. Por lo tanto la experiencia de
lo que me agrada o me molesta, de lo que me ayuda o me hace daño es
siempre una norma segura de lo que tengo que hacer con los demás.
208 DECANOMÍA

Anejas y como arrastradas a la caridad van otras normas de conducta


que hacen posible, alegre y feliz la convivencia humana: fidelidad,
gratitud, amistad, veracidad, sinceridad, lealtad, afabilidad, corrección
fraterna, deferencia, respeto, delicadeza, en definitiva, preocupación y
detalle en el modo de tratar a los demás.
D E C A N OM Í A VI

“Vivir la castidad y la limpieza


del alma y del cuerpo…”
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 211

CLUBS DE VIRGINIDAD
La historia se repite y ahora por ley pendular y después de la
proliferación de “Clubs de permisividad sexual” empieza a aparecer
la novedad de los “Clubs de virginidad”.
Nunca fue lo mismo el bien que el mal, el amor que el odio, la
castidad que la fornicación. El camino del bien, del amor y de
la castidad nos llevan a la felicidad y al Cielo; el mal, el odio y la
fornicación nos llevan irremisiblemento a la perdición, a la decadencia
y a la destrucción —así Sodoma y Gomorra y el imperio romano— Dios
nos llama y ayuda a seguir el camino del bien, del amor y de la castidad
o limpieza dentro del matrimonio. Solos es imposible, pero con la
ayuda de Dios posible e incluso fácil.
Ahora en Estados Unidos y otros reinos que siempre presumimos
de ponerlos como modelos avanzados, después de la revolución sexual
y el desenfreno, vuelven y nos sorprenden con los modelos de “Club de
virginidad” donde se reúnen chicos y chicas que pretenden compartir
toda clase de relaciones e ideales humanos, buenos y santos y cultivar
una verdadera amistad desinteresada , limpia y honesta, y aunque suene
a utopía “estas metas y estos clubs” los jóvenes salen como rabiosos de
defender y vivir el hasta ahora “tabú de la castidad”.
Profileran y publican lemas y slogans como estos: “el verdadero amor
sabe esperar” “Do the right thing, wait for the ring… Haz lo correcto,
espera el anillo…” Estudian, debaten y explican las grandes ventajas de
la castidad. Invitan a expertos en Biología y en espiritualidad, aprenden
212 DECANOMÍA

ideas claras de lo que está bien y de lo que está mal. Ya tienen una
fórmula para ingresar: “Delante de Dios, de mi mismo, de mi familia, de
mi futuro compañero o compañera y de mis futuros hijos me comprometo
esperar hasta el día de mi boda…”
Se sienten orgullosos y felices de pertenecer a “esos clubs” y afirman
que se encuentran mas maduros por esperar que por acostarse con cual-
quiera. Otros testimonian que la virginidad es el mejor regalo que puedes
hacer a tu futura pareja. Aparecen spots publicitarios como estos: “virgen
no es una palabra sucia” “No te dejes engañas: el único sexo seguro es la
continencia antes del matrimonio y la fidelidad en el matrimonio…”.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 213

EL MATRIMONIO, NI MÁS NI MENOS


El matrimonio cristiano representa la unión de Cristo con la Iglesia,
es según dice el Vaticano II una comunidad de vida y de amor, que se
establece sobre la alianza libre (pacto o contrato) de los esposos, es decir,
sobre su consentimiento personal e irrevocable.
El matrimonio, añade el Concilio, es el acto humano por el cual los
esposos se dan y se reciben mutuamente, y de esto nace aún ante la
sociedad una institución confirmada por la ley divina.
El matrimonio es el sacramento que santifica la unión del hombre y
la mujer y les da la gracia para que vivan en paz y crien hijos para el
Cielo.
El matrimonio fue instituido por Dios nuestro Señor en el Paraiso
Terrenal cuando unió como esposos a Adán y a Eva para que viviesen
—siempre juntos— en mutuo y fiel amor (Gen. 2,18-24). Entonces dijo
Dios: “Dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer
y vendrán a ser los dos una sola carne” (Gen. 2,24).
Jesucristo santificó el matrimonio elevándolo a la dignidad de
Sacramento. Dios, pues, es el que quiere a la unidad de la familia
humana.
El matrimonio es fundamentalmente uno (de un hombre con una
sola mujer) e indisoluble, o sea, unidos para siempre. Jesucristo condena
el divorcio y ya en él Génesis dijo Dios: Lo que Dios ha unido que no
lo separe el hombre —ni la Iglesia ni ningún Estado—.
214 DECANOMÍA

Los fines del matrimonio son: la procreación y la educación de los


hijos y la ayuda mutua. El Concilio dice así: la institución del matrimonio
y el amor conyugal están ordenados por sí mismos en la procreación y a
la educación de los hijos. Procread y multiplicaos (Gen. 1,28)
La materia del matrimonio es el derecho mutuo sobre los cuerpos,
manifestado por el consentimiento. La forma es el consentimiento
matrimonial. El ministro son los propios contrayentes, pues el sacerdote
que asiste no es más que un testigo autorizado por la Iglesia. El sujeto son
los mismos contrayentes. Esta realidad se ha llamado siempre, se llama
y se llamará MATRIMONIO. Hay otras realidades, otros entes, otras
cosas, pero nunca han volado los burros ni mucho menos los cerdos,
ya Aristóteles en el siglo IV antes de Cristo dijo —las cosas son como
son y no como nos apetecen que sean—.
Cuando una joven y un joven desean contraer matrimonio se
presentan en la Iglesia, ante el altar, con el fin de hacer una alianza o
compromiso solemne y sagrado, bendecido por la Iglesia y para que
Jesucristo santifique y bendiga su unión por medio del matrimonio.
El amor mutuo de los esposos ha de ser imagen viva del amor que
une a Cristo con la Iglesia, por la que Cristo se ha sacrificado hasta
dar su vida. Así lo dice San Pablo (Ef. 5,25). Los que se casan son libres
para casarse no para descasarse y tienen que amarse mucho teniendo
por modelo el amor y la unión con Cristo con la Iglesia. Este amor
de Cristo a su Iglesia es un amor puro y casto, y así debe ser el amor
de los esposos… y del amor de los que entablan relaciones. Al casarse
los esposos imponen los anillos, se juntan las manos, se hacen entrega
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 215

de arras o de trece monedas… todo indica o tiene un significado: que


deben estar toda su vida unidos con felicidad en una comunidad de
amor y de bienes.
La familia es la primera comunidad donde crece y se edifica el Reino
de Dios. La familia es una especie de escuela, fundamento de la sociedad,
quien no vota por la familia engaña a la sociedad. En el hogar familiar
es donde Cristo ha querido que los hijos del Pueblo de Dios recibieran
su primera formación y por eso Dios reune a los hombres en familia,
para que en ella los padres y los hijos se ayuden a ser buenos. La familia
es la primera comunidad donde crece y se edifica el Reino de Dios,
manifestando así la auténtica naturaleza de la Iglesia, ya por el amor de
los esposos ya por la cooperación amorosa de todos sus miembros; la
familia es la cuna de todo bien. Despreciar la familia es no jugar limpio
en el esfuerzo común para el progreso de la sociedad.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 217

FIESTA NUPCIAL
Dios que es infinitamente sabio para hacerse entender por los
hombres y poder relacionarse con ellos nos pone otra comparación,
simil, figura o parábola: El Banquete nupcial.
Toda la realidad del hombre y de Dios, la vida en la tierra, el reino de
los Cielos, las relaciones entre Dios y los hombres es como un “banquete
de bodas y una fiesta nupcial”.
Aparece y se desarrolla como una relación, un binomio, una cuestión
de dos, una alianza, una unión, una fidelidad, un compromiso, un
desposorio, una vida.
El padre de familia, el rey, Dios prepara y celebra las bodas de su hijo.
Todos los hombres tenemos seria y formalmente la invitación, la oferta,
la tarjeta para la fiesta.
Dios nos habla, clama, llama, predicación, doctrina, la buena nueva
o evangelio, milagros, Santa Iglesia, alegría, salvación y felicidad eterna
pero los invitados no quieren recibir la invitación ni asistir a la boda.
Incluso en su pobreza, egoismo y cerrazó hieren y matan a los voceros,
mensajeros, embajadores, enviados y portadores de la noticia de
la boda.
A Elias lo persiguieron. A Isaías lo aserraron. A Jeremías lo mandaron
al calabozo. A Ezequiel lo desterraron. A Oseas lo ultrajaron. A Juan
Bautista lo asesinaron. Al propio hijo también lo despreciaron y se
deshicieron de él.
218 DECANOMÍA

A pesar de todo las bodas se celebrarán y se llenará la sala de invitados


para saborear las viandas: cojos, lisiados, extraviados, perdidos, paganos,
ociosos, pecadores, extranjeros de oriente y occidente.
Entre Dios y cada hombre hay una relación personal de amistad,
mas estrecha e íntima. Dios prepara y nos invita a la cena-fiesta familiar
porque nos da categoría de hijos, nos sienta a su mesa, nos comunica la
gracia y nos prometa la vida eterna. Todos estamos invitados a esta fiesta
de familia, de intimidad o desposorios. Dios busca y quiere siempre lo
mejor para cada hombre. Quiere estrechar más y más cada día estos
lazos de familia, paternidad y filiación. Quiere penetrarnos y fundirnos
diariamente en su vida por la fe y el amor. Este querer e invitación
es apremiante. Llama una y otra vez a nuestra puerta. Dios está
enamorado.
Desgraciadamente su voz y clamor cae en el vacio o es sofocado por
los ruidos y ocupaciones terrenos. Uno se entretiene en su granja. Otro
va a su negocio. Otro va a ver su ganado. Otro hace la fiesta-boda a
su aire y por libre.
Seguimos apurando nuestros sentidos cuando vale mas una migaja
del banquete nupcial de Dios que todos los gozos de este mundo.
Con este comportamiento y vestidos de bodas no podemos entrar en
el banquete, pero si queremos asistir a la boda no hace falta comprarlo,
lo encontraremos preparado a la puerta porque nuestro Anfitrión-Dios
puede y sabe más.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 219

HEDONISMO
Es obvio que el hombre no puede entregarse ciegamente al placer,
al bienestar, al confort, al consumismo como cualquier otro animal.
El hombre debe vencerse y combatir el moderno y rabioso hedonismo
con las mismas viejas armas de siempre: oración, ayuno y amor que
harán entender y no caer en las garras de esta moderna civilización
hedónica. Por otra parte no se pueden legitimar los desórdenes morales.
Por ejemplo hoy asistimos con miedo a los insidiosos ataques y amenazas
a la familia y aparecen por todas partes la aprobación y defensa de las
prácticas homosexuales.
Los medios de comunicación difunden iniciativas que son
anti-familiares, dan prioridad a la descomposición y ruptura de
las familias derrotando y destrozando el ser humano, el hombre,
la mujer e hijos. Hoy los parlamentos parece que quieren apagar el
esplendor de la verdad. Defienden un bien a veces que en realidad
es un mal, separaciones e infidelidades conyugales que incluso
exaltan y aplauden y proponen el amor libre como modelo a imitar.
¿De dónde procede esta propaganda…? ¿Qué fuentes tiene…? Por
sus frutos los conocereis, dice el Señor, todo árbol bueno da frutos
buenos y todo árbol malo da frutos malos. Al defender y proteger
las tendencias y prácticas homosexuales y otros comportamientos
desviados estamos regalando y ofreciendo al hombre “hedonismos”
moralmente inadmisibles.
220 DECANOMÍA

Es verdad que hay que ser comprensivos y respetar a cada persona


humana que padece estas tendencias y debilidades pero lo que está claro
es que no se pueden disminuir las exigencias de una norma moral
objetiva. Jamás podrán constituir una verdadera familia el vínculo de
dos hombres o de dos mujeres y ni piadosamente se le pueden atribuir
el derecho de adoptar niños privados de familia. Estas “presuntas familias
suplentes” harían mucho daño a los niños al encontrarse sin padre ni
madre y con “dos padres” o con “dos madres”.
Celebramos este año el “año de la familia” y el Papa con la “Carta a las
familias” nos invita a rezar por las familias y con las familias para que sean
protegidas, ayudadas y defendidas de los satánicos y terribles ataques. Lo
mismo deben hacer los parlamentos e instituciones en consonancia con la
Organización de las Naciones Unidad y con la Iglesia. Nos recuerda
el Señor: “La verdad os hará libres…”. Si no vivimos de acuerdo con
nuestra recta conciencia y según las normas morales objetivas la vida
humana y la dignidad del hombre y la familia están expuestas a la
decadencia y a la destrucción.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 221

HOMBRE Y MUJER
Les va a ser muy difícil a estas criaturas “hombre y mujer encontrar
otro origen y otra referencia que no sea el polvo de la tierra y el amor de
Dios”.
Nos enseña la Escritura Santa y Sabia —memento homo pulvis es et
in pulvere reverteris— recuerda que eres polvo y al polvo volverás.
También nos recuerda, con el estilo literario que queramos, que Dios
formó un cuerpo de la tierra y dio a este cuerpo la vida uniéndole un
alma racional, es decir, que la idea ejemplar, el modelo, el plan, el
programa, el proyecto pertenece a Dios y es su obra maestra.
Para traer a la mujer al mundo no usó Dios tierra sino que infundió
en el hombre un sueño profundo y le sacó una de sus costillas y de ella
formó a la mujer y el hombre pudo decir al verla: bien, vale, esto ya es
hueso de mis huesos y carne de mi carne.
Ambos creados y formados por la mano de Dios a su imagen y
semejanza.
Los adornó con un alma, espíritu, entendimiento, voluntad y libertad
que son las prerrogativas y perfecciones que constituyen al ser humano.
Son la patente de Dios, la huella y el espejo de la naturaleza divina.
Preparados y pensados para ser una raza de Dios —hijos adoptivos
de Dios— capaces de heredar la vida eterna, la felicidad del Cielo.
Hombre y mujer, cosa muy seria, no se puede jugar con ellos
y hay que respetarlos como algo divino.
Es necesario tener siempre presente la recomendación sabia y
santa: reconoce, hombre y vive tu categoría y alta dignidad.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 223

HUMANISMO
Humanismo es un sistema filosófico que hace girar todo en torno al
“ombligo del hombre”. Nunca puede ser el hombre el eje, el centro y
Señor de la historia, sino Dios. Es válido el Teocentrismo y nunca el
humanismo.
Todo ha de girar naturalmente en torno a Dios y por supuesto
en torno al hombre sin exclusivismo. Jamás Dios excluye al
hombe. Un humanismo aséptico excluye siempre y hace al hombre
principio y fin —poniéndolo como centro del universo—. El
hombre es la medida y patrón de todo. Se convierte en legislador
y juez de sus acciones y margina al Creador. Como siempre un
humanismo inmanente termina por reducir, empobrecer y socavar la
dignidad del hombre.
Un falso humanismo envuelve al hombre de hoy como en un papel
de celofán o de regalo: una sed devoradora de bienes y servicios —tener,
tener y tener—. Tener dinero a toda costa —no importan los medios—
. El consumismo convierte al hombre en un ser de consumo —usar
y tirar—. Masifica y atrofia, marca y despersonaliza al hombre. Los
modelos de vida que presenta y ofrece a la sociedad están alardeados de
riqueza, lujo, derroche y placer.
Otro valor en alza es la ola de hedonismo y de lujuria que lo impregna
e inunda todo. La trivialización de la sexualidad —en tonos salvajes y
animalescos— al separar la sexualidad y la reproducción.
224 DECANOMÍA

Comentan algunos teólogos modernos que al quitarle al hombre


todo lo sobrenatural también se le quita lo natural y lo humano y solo
se queda con lo animal.
Somos hijos de nuestro tiempo y todo está orquestado sirviendo y
fomentando este humanismo. La calle, la vida social, los medios de
comunicación sirven fielmente a la causa sin reparos y sin resistencias.
Se nota y se palpa, la metástasis, el feliz avance y progreso en el
hogar, en la familia y en cada persona. Naturalmente este humanismo
desenfrenado hace explotar y reventar la vida humana.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 225

MARIDOS Y MUJERES
Es verdaderamente una pena que a estas alturas de civilización y
de historia todavía estemos enzarzados y trampeados discutiendo y
haciendo partido del machismo y feminismo. Toda la palabrería que
termina en “isimo o ismo” suele ser peligrosa y antigua.
El hombre y la mujer naturalmente e induscutiblemente son
iguales y únicos en su especie con idénticos derechos y obligaciones.
Pero también es verdad en biología que son muy distintos corporal
y síquicamente para poder logicamente atraerse y complimentarse.
Así se habla hoy con tanta hilaridad de la “media naranja” en la
calle, en lo coloquial y en los medios de comunicación. También
la gramática los coloca como prototipos y cabezas de serie
dentro de la masculinidad y femineidad. Por eso la mujer que no posee
femineidad es un “marimacho” y el hombre sin masculinidad resulta ser
una “damisela”.
Las diferencias que existen entre el hombre y la mujer —nunca son
fruto de la educación sino que radican y arrancan de la misma naturaleza.
Es verdad que la educación puede agravarlas o rebajarlas.
Lógicamente el hombre nunca puede dar a luz, fisiologicamente
la mujer está equipada y adornada de unas cualidades propias de la
maternidad. La mujer es más tierna, el hombre es más carnal y la mujer
es más detallista, el hombre se enfrenta con las cosas más globalmente;
la mujer no encuentra placer en el amor físico, sino a través del
amor síquico.
226 DECANOMÍA

El hombre y la mujer están hechos para amar y para luchar,


pero preferentemente se le adecúa mejor y se le apropia a la
mujer el amor y al hombre la lucha. La felicidad matrimonial
se consigue no mandando ni el uno ni el otro. Esto exige
santidad y deportividad. La imaginación y la sensibilidad es más
acusada en la mujer. Lo demuestra en el arreglo y decoración del
hogar. Cualquier cosa pequeña la hace feliz o la hace llorar. Cosas que
pueden parecer insignificantes para el hombre, causan gran disgusto
a la mujer. La mujer necesita detalles y delicadezas. La mujer es más
intuitiva, el hombre es más reflexivo.
En el “milagro del matrimonio” la mujer debe aceptar lo que el
hombre dice y el hombre comprender lo que la mujer quiere decir. El
deseo de agrandar es innato en la mujer. La felicidad matrimonial no
se logra aturdiéndose con fiestas y riquezas sino en el hogar ordenado,
el cariño de los hijos y la paz en el alma de ambos cónyuges. Quizás
durante el noviazgo solo se ven las buenas cualidades de la persona a
quién se ama, después de casados ocurre lo contrario, se olvidan las
buenas cualidades y no se ve más que los defectos. El matrimonio
no es un contrato de servicios sino una comunidad de vida
y amor. Para que un matrimonio vaya bien hace falta la colaboración de
los dos pero para hundirlo basta con uno.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 227

MATRIMONIO
El matrimonio es un sacramento santo y serio entre el
hombre y la mujer para llevar también la felicidad a la sociedad.
La abundancia de rupturas matrimoniales están haciendo una
sociedad triste, aburrida y peligrosa. La unión conyugal ayuda a la
fidelidad del corazón, al control de la concupiscencia, al dominio
del carácter, es ayuda y consuelo mutuo, favorece la educación de
los hijos y el sostenimiento del hogar.
Los hombres y mujeres pueden entrar libremente en una comunión
estable de vida y amor —formando una familia— pero luego ninguno
de los dos ni por separado ni por común acuerdo pueden romperlo. El
vínculo conyugal que los une dura mientras dure la vida. Son propiedades
esenciales a todo matrimonio la unidad y la indisolubilidad. A esta
sociedad permanente, perpetua y exclusiva de un hombre y una mujer
se le conoce por “matrimonio” cualquier otra clase de emparejamiento
se le llama “concubinato”.
El no entender esto o el ir en contra o el querer suplantarlo por
otra cosa es simplemente ir “contra natural” y por eso es peligroso para
la sociedad y hace a los hombres y a las mujeres unos desgraciados.
Hoy innumerables esposos y esposas separadas y con sus hijos sufren las
consecuencias de estos fracasos matrimoniales. Han perdido las ganas
de vivir y el mayor goce de la vida: el amor de un hogar, la peor
desgracia de un humano.
228 DECANOMÍA

Todos los promotores y pensadores que vociferaban ligeramente


a favor de los divorcios, separaciones y rupturas matrimoniales
se darán cuenta de las funestas consecuencias para la sociedad.
Ha sido una promoción y un camino equivocado. Si quieren la
felicidad terrena en esta vida tendrán que volver al matrimonio
uno e indisoluble y a la familia. Dios sabe más. También la
sociedad tendrá una vez más que dar la razón a la Iglesia siempre acérrima
defensora del matrimonio. La Iglesia —mater et magistra— nos enseña
que pureza, la limpieza y la castidad son el único camino —con sacrificios
y renuncias— para poder llegar a la felicidad de un hogar a la felicidad
de un hogar con amor.
La gracia sacramental que imprime el matrimonio ayuda a
sobrellevar los riesgos y dificultades de la vida conyugal. Aún estando
esta gracia por medio pasa lo que pasa, cuando falta es muy fácil que
se hastíen pronto el uno del otro y el hogar se convierta en una casa
de fieras y en un infierno.
No es lo mismo vivir en matrimonio que en pareja. Los animales
naturalmente viven en parejas mas o menos duraderas, pero nunca en
matrimonio como las personas. El único matrimonio válido y lícito
entre los católicos es el sacramento. El católico que se casa solo por lo
civil se excomulga el mismo.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 229

MATRIMONIO CIVIL
Para un hombre y mujer bautizados el pretendido “matrimonio civil”
es una simple formalidad legal que asegura a los esposos los privilegios
y derechos establecidos por las leyes civiles.
Sin el matrimonio religioso, el matrimonio civil para un cristiano es
un vergonzoso concubinato. Los dos cónyuges pretenden vivir
totalmente fuera y al margen de la vida cristiana y sus normas, por lo
tanto son indignos de los sacramentos —por pública deshonestidad—
y sus hijos, ante la Iglesia, son ilegítimos.
El “matrimonio” para un cristiano es un sacramento querido e
instituido por Jesucristo y los sacramentos no son de la
competencia de la autoridad civil. Jesucristo no ha elegido a los
empleados del Estado para conferir los sacramentos. Sabido es
por la tradición y la historia que en todos los tiempos y lugares,
la Iglesia y la religión han intervenido y celebrado siempre el
matrimonio y a la autoridad religiosa pertenece el decidir y sancionar
si existe o no matrimonio.
La temeraria y vergonzosa secularización del matrimonio no deja de
ser una usurpación e intromisión del poder político.
Ante un acontecimiento tan serio y tan santo como es el Matrimonio,
la autoridad civil poco más que el “cuerpo” les exige a los contrayentes.
La Iglesia tiene la carga y las riquezas de sus cánones y reglas para
bendecir la unión de los dos esposos y atraer sobre ellos y su futura
230 DECANOMÍA

familia todas las ayudas y bendiciones de Dios. Les exige una


conducta ordenada, prudencia y conocimiento a la hora de la elección de
la persona, les prepara según el querer y las miras de Dios con oraciones
fervorosas, con una confesión general y la Santa Comunión, vigila
sobre los impedimentos y obstáculos “impedientes” que hacen ilícito
el matrimonio y los “dirimentes” que lo hacen nulo, aunque se haya
celebrado y consumado al faltar las condiciones requeridas.
Las proclamas, avisos o amonestaciones de casamiento tienen por
objeto descubrir los impedimentos y hay obligación grave y seria de
manifestarlos.
Así nos lo recuerda la sabiduría popular: “Si vas a la guerra, reza una
oración. Si vas a la mar, reza dos oraciones y si vas a casarte, reza tres
oraciones…”
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 231

MORAL Y SOCIEDAD
Hoy nuestra sociedad se debate y vive en medio de un marco social y
cultural muy complejo y confuso. Vive inmersa en un ateismo práctico o
al menos camina indiferente con respecto al plan de amor de Dios; vive
y actúa como si Dios no existiese. La política no fundamenta sus
programas de acuerdo con los planes de Dios…
Para afrontar esta situación “La Iglesia invita a sus fieles ha hacer
resplandecer su luz ante los hombres”. La Iglesia tiene la obligación y el
deber de transmitir a la sociedad principios religiosos y éticos que dan
pleno significado a la vida humana. Decía el Papa en Denver a los jóvenes:
“Solo con una elevada visión moral puede la sociedad garantizar que sus
jóvenes tengan la posibilidad de madurar como seres libres e inteligentes
dotados de un gran sentido común y capaces de trabajar por los demás para
crear una comunidad y una nación con un fuerte temple moral”.
Todos debemos aceptar las leyes universales y estables de la ley moral
y la ley natural. Allí leeremos y aprenderemos la absoluta inviolabilidad
de la vida humana desde el momento de su concepción hasta su muerte
natural. Nuestro siglo pasará a la historia como una página de desamor,
de aborto y de la civilización de la muerte. Nunca será lícito hacer un
mal para que venga un bien.
La sociedad de hoy tiene como desafío “el poner en primer lugar a
los hijos y a las familias”. Desafiar las graves amenazas contra la dignidad
humana que no disminuye por el dolor o por las enfermedades graves.
Nos recuerda el “Catecismo de la Iglesia Católica” que la “eutanasia
232 DECANOMÍA

directa”, el suicidio asistido y otras acciones que ponen en peligro a


los ancianos, a los enfermos y a los desamparados son actos siempre y
“per se” intrinsecamente malos son violación de la ley divina y una
ofensa de la dignidad humana.
La sociedad de hoy debe defender “la transmisión responsable de la
vida humana dentro del matrimonio”, según la verdad del evangelio. Ni
el hombre ni la sociedad pueden separar por iniciativa propia los dos
significados del acto conyugal: el significado unitivo y el significado
procreador, dos aspectos ligados intrinseca y sabiamente a la sexualidad
humana que hace resplandecer y brillar la belleza y el esplendor del
verdadero amor conyugal.
La moral para la sociedad es como un pulmón que oxigena e
ilumina el corazón y la mente de los hombres.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 233

PERFILES SOBRE EL NOVIAZGO


Desde el paraiso terrenal ha pasado mucho tiempo y con el paso del
tiempo podemos acostumbranos a muchas cosas importantes, entre
ellas está el “asunto del matrimonio” es decir, la unión de un
hombre y una mujer para siempre— hasta que la muerte
los separe. En algunas etnias en el momento de ratificar
y sellar esta unión rompen un puchero de barro mientras
prometen o juran que “aquella unión se acabará cuando aquel puchero
vuelva a ser puchero”.
Lo normal y natural, si no se siente la voz de Dios para una vida
consagrada, es que el chico y la chica piensen en el matrimonio. Pero
“Nemo repente fit summus…” esto es las cosas grandes no se hacen en un
día, se necesita tiempo, preparación, diversas etapas. El matrimonio es
un “sacramentum magnum” es una de esas cosas grandes de la vida y que
hay que llegar por tiempos. Encuentros, descubrimientos, exploraciones,
no lanzarse demasiado de prisa ni retirarse o dilatarlo por miedos.
Ahí está la natural etapa pre-matrimonial o de noviazgo. Conocer y
conocerse en grupos y en pandillas. Relación de sexos. Los medios
y entretenimientos culturales, benéficos y deportivos favorecerán
el encuentro y el conocimiento. Aquí surgirá un enriquecimiento y
conocimiento recíproco. Un chico y una chica comienzan a salir juntos.
Salir juntos no es noviazgo, pero puede ser un anticipo o preludio del
noviazgo.
234 DECANOMÍA

El noviazgo ya no es un pasar el rato o diversión o juego, sino


algo muy serio. Es una etapa muy formativa e importante. Debe
ser una magnífica ocasión para aprender a ejercitar mutuamente
la nobleza, la sinceridad, la generosidad y la delicadeza,
fundamento del auténtico y verdadero amor. El noviazgo
es conocimiento mutuo. Hay que ser fuertes y valientes; es mejor romper
en el noviazgo que luego. El noviazgo tiene sus obligaciones de discreción y
secreto sobre las mutuas posibles confidencias.
Por supuesto que en el noviazgo huelgan los pocos dignos y falsos
“flirteos y juegos de amorios” que pueden acarrear graves consecuencias
éticas y sicológicas. El corazón necesita un rodaje. Si quemamos el motor
en el rodaje no tendrás más que un cacharro para toda la vida. Solo con
un montón de chatarra y tornillos no andan las máquinas ni dan la
hora los relojes.
El ligue, el juego erótico y sexual, el flirteo, es la negociación misma
del amor, es una caricatura del amor, es una mentira peligrosa. Esta
réplica o mutilación del amor terminará perdiendo a los protagonistas
y los dejará una profunda huella sicológica de frustación, desencanto y
amargura. Con el amor no se juega. Enseña y confirma la experiencia
que de un mal noviazgo saldrá un mal matrimonio y que de un buen
noviazgo saldrá un buen matrimonio.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 235

PORNOCRACIA

Esta palabra griega “Pornocracia” quiere decir dominio, imperio,


explotación, poder —kratos— de la porno, lascivia, lujuria, instinto
sexual, placer, abusando y trastornando las potencialidades y grandezas
que posee el hombre y la mujer en orden a la procreación.
Bajo la excusa de la liberación del sexo, comercia, manipula y
trivializa la sexualidad humana. La pronocracia es la negación total
del amor verdadero. En el nombre del amor vende una mercancia
adulterada y desvergonzada. Explota y negocia un erotismo malsano y
morboso. Manipula y teledirige a la juventud haciendo de la sexualidad
del auténtico amor y consigue una sociedad vacia, frívola, aburrida,
frustrada; provoca e inventa cada día nuevos estímulos sexuales sin
escrúpulos ni moralidades tan solo existe una norma: mientras el “body”
resista y la piel no reviente; es tal la euforia y el frenetismo pornocrático
que en algunas naciones ya se comete una violación por minuto y han
lanzado una flota de prostitución con miles y miles de jóvenes —apurando
cada vez más la minoría de edad con niñas de 7 años para abajo—.
Nada de liberación del sexo —como predican con su política
pornográfica— sino todo lo contrario: obsesión, dependencia, manía
y sicopatía sexual.
El maníaco y obsesivo sexual ya no vive más que para el sexo. Nunca
fué ni será en el hombre y la mujer lo más importante el “sexo” ni lo
“animalesco” ni lo “sensitivo” sino el amor espiritual y limpio.
236 DECANOMÍA

La auténtica felicidad del hombre no puede ser la alegría de animal


sano o fisiológica sino lo que realmente es el hombre —ser racional
e hijo de Dios—
La pornocracia como ayuda veterinaria no está mal, pero al
hombre le degrada y pervierte. La pornocracia pretende convertir al
hombre y la mujer en objetos y cosas de placer, pero los objetos no se
aman, se utilizan, luego estorban y se tiran o se arrinconan.
Los juguetes suelen durar poco. El hombre y la mujer no
son bestias nunca pueden regirse por instintos brutales y
zoológicos y al contrario agradecen toda oferta y ayuda en orden a
la limpieza, lo sublime, la virtud, la dignidad, el pudor, el respeto, la
pureza y la veneración exigida por su condición de ser humano.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 237

PERFILES SOBRE EL MATRIMONIO


Jamás ni la praxis ni el capricho ni la incultura ni la mayoría de votos
podrán cambiar la concreta y exacta realidad del matrimonio. Vale el
plan y el programa de Dios porque puede y sabe más.
Según el plan y el querer de Dios el matrimonio es un sacramento
que santifica la alianza o contrato del hombre con la mujer y le da las
gracias necesarias para cumplir sus deberes de esposos y de padres
cristianos.
Como “unión natural” del hombre y de la mujer el matrimonio existe
desde el principio del mundo “Urgeschichte”. Dios mismo lo estableció
en el paraiso terrenal cuando bendijo a Adán y a Eva diciéndoles: “Creced
y multiplicaos sobre la tierra”.
El matrimonio, como sacramento ha sido instituido por Jesucristo
que lo elevó a la dignidad santa dándole virtud para producir la gracia.
Entre cristianos no puede haber matrimonio sin ser sacramento. Es
decir, si no es sacramento el matrimonio no será válido ni verdadero.
Para los no bautizados la historia es otra.
La materia del sacramento del matrimonio consiste en la entrega de
sí mismos y la forma es la aceptación y el consentimiento mutuo que
hacen el uno al otro expresada ante el propio párroco o un sacerdote por
el delegado y dos testigos.
Efectivamente los ministros o agentes de este sacramento son los
dos contrayentes.
238 DECANOMÍA

La unión matrimonial —indisoluble— es una señal sensible que


representa la unión e intimidad de Jesucristo con su Iglesia. Los hombres
y mujeres son totalmente libres para casarse pero ya no son libres para
descasarse.
Según la lectura de San Pablo esta realidad es un “sacramentum
magnum” que ayuda a las mujeres para que estén sujetas a sus esposos
—como la Iglesia está sujeta a Jesucristo– y también ayuda a los maridos
para que amen a sus esposas como Jesucristo ama a su Iglesia con un
amor generoso, alegre, total y perfecto.
Este es el irreformable, chocante y paradójico, sabio y definitivo plan
que Dios quiere para los hombres y las mujeres. Es ahí en el matrimonio,
en el hogar doméstico donde esencialmente hay que vivir todas las
virtudes cristianas, santificarse y ganar el Cielo sin más rarezas,
extravagancias y malabarismos.
Un hogar cristiano es “Iglesia doméstica”, es una prolongación y una
“manus longa” de la Iglesia universal.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 239

VIENTRE, SEXO Y DINERO


Dios que sabe más, tiene para todos los hombres —sus hijos— un
sabio, generoso y maravilloso plan.
Incluso vino al mundo para ser luz y para que los hombres dejaran
de debatirse en las tinieblas.
Creó todas las cosas para que den gloria a Dios y ayudaran a los
hombres a conseguir su último fin, una meta feliz.
Pero los hombres —antes y ahora— no lo recibieron y siguen en la
obscuridad más completa. Fuera de la luz, fuera del plan de Dios, fuera
de Cristo, jamás los hombres alcanzarán la paz, ni la felicidad, ni la
salvación, ni la meta, ni serán capaces de descifrar el sentido de la vida.
Todas las realidades temporales andan al margen de la luz —fuera de
la luz— como un laberinto, como un tiovivo, como un rompecabezas:
el hombre, el trabajo, el estudio, los negocios, las leyes, las investigaciones,
las aficiones.
Este estado de tinieblas y de paganismo hace perder el rumbo y el
ánimo a tantas y tantas generaciones, a nuestra sociedad y sobre todo a
la juventud. El fruto es el actual y desenfrenado hedonismo, la búsqueda
y alocada carrera por el bienestar material a cualquier coste y el miedo
y el pavor a todo lo que pueda causar sufrimiento.
Con estas perspectivas y vivencias, al mundo de hoy este vocabulario:
Dios, pecado, cruz, gracia, mortificación, vida eterna le resultan
incomprensibles, trasnochadas y anacrónicas. Sabiendo que son luz,
señales y semáforos para hacer el camino.
240 DECANOMÍA

Teniamos fe, respetábamos las señales, pero con el tiempo


empezamos a poner entre paréntesis a Dios y terminamos por arrojarlo
fuera. Vivimos la cultura de la muerte de Dios que nos empuja a
la muerte del hombre.
En el lugar de Dios, para de alguna manera llenar su vacio, mal
—divinizamos y queremos endiosar y alzar en su puesto a la pobre y
desplumada creatura el hombre— sin dignidad sobrenatural y sin
dignidad humana.
Como resultado de darle vueltas al becerro ahí está por todas partes
—sin exageración— el entretenimiento, la política y la planificación
de los hombres y de los estados: el vientre, el sexo y el dinero.
DEC A N OM Í A VII

“No robar…”
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 243

CUESTION SOCIAL

La Iglesia fundada por Cristo tiene mucho que hacer y que decir a lo
largo de la historia sobre la organización social. Naturalmente tiene
siempre sus baterías totalmente cargadas: la vieja y la nueva doctrina
social de la Iglesia.
Toda organización de la sociedad exige que haya quién mande y
haya quien obedezca. El poder de la autoridad viene de Dios por eso los
que mandan deben hacerlo con justicia y delicadeza y los que obedecen
deben hacerlo con respeto, fidelidad y sumisión.
El objetivo de la organización de la sociedad es perseguir y lograr el
bien común. Hoy parece que la doctrina social de la Iglesia no tiene cavida,
es como una célula enquistada dentro del organismo de la sociedad. Pero
como es una célula vital tendrá que reactivarse e invadir para hacer la
“metástasis” en toda la sociedad.
Hoy la cuestión o problema social se ha agravado profundamente
porque se ha hecho poco caso o ninguno a las directrices sociales de la
Iglesia.
Cristo acabó con la esclavitud, pero no con la fuerza de las armas sino
con la fuerza de su doctrina y con la fuerza del amor. Las “macrósticas
injusticias” de nuestro tiempo no se vencerán con el odio, sino haciendo
a los hombres mejores. No hay doctrina ni sistema ni programa para
hacer mejor a la humanidad que supere a la doctrina de Cristo.
244 DECANOMÍA

Es necesario y urgente que los que mandan y los que obedecen


—acepten la doctrina social de la Iglesia— Ni el odio ni el egoismo
pueden aguantar la verdadera paz.
Han fallado a lo largo de la historia los viejos intentos de las luchas
de clases. Los hombres —aunque parezca tautológico— todos somos
hermanos, hijos del mismo Padre-Dios. Por lo tanto con los mismos
derechos fundamentales a poseer y gozar de la tierra y de los bienes
del mundo.
La Iglesia en su recorrido por la historia ha tenido que vivir —como
Madre y Maestra— en medio de las estructuras sociales más diversas. En
todos los siglos ha luchado por implantar y defender la justicia social.
Nunca por medio de una revolución sangrienta, sino con la doctrina y
con el amor. Ella posee la medicina, es decir, su doctrina clara y segura
y colabora con los patrones y los obreros pero la historia la va haciendo
la libre actuación del hombre.
La Iglesia siempre vigila por la dignidad de la persona humana; las
empresas con comunidades de personas; ha defendido siempre que el
Estado es para el hombre y no el hombre para el Estado; lo primero en
la tierra es el hombre y todo está en función del hombre; las cosas son
para el hombre y no el hombre para las cosas. Por eso las huelgas son
métodos —extremos y límites— reconocidos por la doctrina social de
la Iglesia para la defensa de los derechos del hombre y para cuando hay
inversión en la jerarquía de valores. Las huelgas deben hacerse en las
debidas condiciones y con los justos límites para no dañar ni perjudicar
las exigencias del bien común de la sociedad. Dice Pablo VI en la encí-
clica “Populorum progesio” “No se puede combatir un mal real al precio de
un mal mayor”.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 245

DOS CAMINOS
En muchas páginas de la Biblia se habla de dos caminos, opciones
o alternativas a elegir libremente por cada hombre: el camino del bien,
de la felicidad y de la vida y el camino del mal, de la perdición y de la
muerte.
No es lo mismo ir hacia el norte que ir hacia el sur. Esta realidad es
una encrucijada o dilema típica y propia solo del ser humano.
Nunc apuede haber una fijación, seguridad o determinación en
ningún camino. No sirve poner el piloto automático. Como dice el
poeta: “Se hace el camino al andar…” El que inicia el camino del bien
puede torcer en cualquier momento y lo mismo el que anda por el
camino del mal. Es de sabios rectificar.
En el Salmo I se habla clara y elocuentemente de estos dos caminos
distintos con respecto a la ley, a los frutos y a un juicio.
Dichoso el hombre que camina en la ley del Señor. Infeliz el hombre
impio y pecador que camina fuera de la ley o se burla de ella.
Caminos diferentes por sus frutos y resultados. Serán unos como
árboles plantados junto al rio, dan mucho fruto. Otros serán paja que
arrebata el viento, todo follaje y sin frutos.
Al final del camino Dios premiará el camino de los justos. Pero el
camino de los pecadores acaba mal y no resistirán el juicio. Nos confirma
la sabiduría popular: “El que mal anda mal acaba…”
246 DECANOMÍA

En textos paralelos leemos en el profeta Jeremías que hay dos


caminos: el camino de la vida y el camino de la muerte.
Dice el libreo del Deuteronomio: “Pongo hoy delante de ti la vida o
la muerte, bendición o maldición. Si amas a Dios y sigues sus caminos y
guardas sus mandamientos vivirás tú y los tuyos y te multiplicarás. De lo
contrario morirás…”
Sobre esta andadura también nos recuerda el libro de los proverbios:
“La senda de los justos es como la luz del alba que va aumentando hasta
llegar al pleno día. El camino de los malos es como las tinieblas, no saben a
donde van ni donde han tropezado…”.
Finalmente Jesús —que es el camino— siguiendo el pensamiento
Bíblico nos enseña en su Evangelio: “Entrar por la puerta estrecha y angosta,
porque el camino que nos lleva la perdición es ancho y espacioso…”
Nos recuerda el refrán alemán sobre el final de los caminos: “Ende
gut, Alles gut” Si tiene un buen final, todo está bien.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 247

EL HOMBRE Y LAS COSAS


Suena este título a una “fábula de Fedro” pero es la triste y al mismo
tiempo la alegre realidad del hombre.
El hombre naturalmente es más que las cosas, las riquezas, los bienes
y la tierra. Las cosas son para el hombre y no el hombre para las cosas.
El hombre que usa de las cosas —medios no es de la tierra sino que es
para el Cielo.
Tanto los ricos como los pobres —usando de las cosas— deben
cumplir los mandamientos. Pregunta el joven rico ¿Qué tengo que hacer
para ir al Cielo? Oyó esta respuesta: “Cumple los mandamientos”.
Cuando el hombre nace, se encuentra con las cosas que le rodean y le
acompañarán hasta morir. Así llegamos desnudos y desnudos nos
marcharemos. Las cosas solo sirven para salir a la escena y teatro
de la vida.
El hombre tiene derecho a la propiedad privada: casa, tierras, dinero
que consigue principalmente mediante el trabajo. Todo sistema o
política que anule o coarte la libertad, el trabajo y la propiedad privada
esantinatural y antihumano. Para armonizar y tutelar el destino
universal de los bienes creados y la propiedad privada está el séptimo
precepto del Decálogo: no robarás que también se extiende a la usura
y al fraude.
Lo mismo exige la naturaleza ciega, animada e inanimada: dentro
de una sana ecología, respeto y cuidado.
248 DECANOMÍA

En el juego de la vida el hombre ante las cosas debe mantener una


razonable actitud, si no quiere que las cosas le dominen a él.
Dentro de la jerarquía de valores y de las cosas, por encima de todas
las cosas que están al servicio de los hombres y que necesitamos para
vivir, hay bienes más importantes como el amor a Dios y al prójimo.
Con respecto a los demás, no se trata solo de no robar, sino que
también hay que compartir y ser generosos.
El hombre ante el riesgo de las cosas se debe preguntar ¿Estamos
pegados a las cosas, pocas o muchas? ¿Somos egoistas? ¿Respetamos
y cuidamos las cosas de los otros? ¿Nos apoderamos de lo que no es
nuestro?
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 249

EL MUNDO DEL TRABAJO


La doctrina social de la Iglesia habla de las gravísimas obligaciones de
los patrones y empresarios.
En otra ocasión me he referido a los sagrados derechos e intereses
de los obreros, hoy quiero detenerme solo ante las obligaciones.
Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso y ayuda
de los hombres y de los pueblos. Los bienes creados deben llegar a
todos y de forma equitativa dirigida por la justicia y acompañada de la
caridad.
Para colaborar a este plan de Dios están todos los hombres, gobiernos,
patronos y obreros.
En otra ocasión he escrito sobre el “justo salario”. Ahora analizamos las
obligaciones: trabajar con empeño, diligencia y fidelidad, no malgastar
los materiales y energías, cuidar el instrumento de trabajo y emplear
bien el dinero que se gana.
Es cierto que hay que recibir “un salario y remuneración justas” y hay
muchas injusticias, pero también es cierto que a veces se trabaja con
negligencia y desgana —chapucería— que dificilmente se justifica la
aspiración de un salario mayor.
El patrono hace mal si no da un salario justo, pero el trabajador
también lo hace mal si no trabaja lo justo y bien. Muchos obreros
trabajan con nobleza, pero hay otros que hacen lo menos posible.
250 DECANOMÍA

Para elevar el nivel de vida de la gran familia que es un país o nación,


es necesario que haya una prosperidad económica y para que haya
prosperidad económica es necesario que el trabajo rinda.
Todos tenemos parte y arte en la crisis económica. Todos
ganamos con la prosperidad y bienestar económicos —aunque
sean migajas—, pero también en las crisis económicas todos
salimos perdiendo y generalmente mucho.
Aumentar la producción y repartir justamente los beneficios son los
dos factores determinantes del bienestar económico social.
Por otra parte nunca se gana lo suficiente, siempre hay ansias de ganar
más y más. El dinero viene con trabajo y se va solo. Es verdad que es malo
que el hombre no gane lo suficiente para vivir dignamente, pero todavía es
peor que el hombre se gaste en vicios, desenfrenos, diversiones, caprichos,
superfluidades lo que realmente necesita. Decía un paisano que visitaba
por primera vez una gran ciudad al contemplar los grandes emporios:
“Cuantas cosas que no no necesito…” Hoy nuestro tiempo se caracteriza
y se define por el “siglo del consumismo y de las superfluidades”. Para las
diversiones todo parece poco, es como un saco roto y sin fondo. Esforzarse
para ganar lo necesario para una vida digna y una diversión decorosa es
bueno y justo, pero suena un poco a “jauja” el exigir, ganar y protestar
para derrochar.
Finalmente no debemos olvidar que la avaricia hace daño tanto a los
de arriba como a los de abajo y los bienes de este mundo no son fines
sino medios.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 251

EL ROBO
Dice Santo Tomás de Aquino en orden a la justicia: “Unicuique sui…”
A cada uno lo suyo…
Aunque nos parezca claro y al mismo tiempo tautológico o repititivo
y paradójico hay que decirlo: está prohibido robar, no es justo quitarle a
otro lo que licitamente le pertenece.
Hoy nuestra sociedad de la impresión que se mueve un poco al borde
y al límite del fraude, del robo con apariencias legales, con astucias, con
falsificaciones, mentiras, hipocresías, pesos y medidas falsas, ficciones y
precios injustos. Nuestra sociedad no va por caminos de santidad y de
bien, no debe extrañarnos que los hombres traten de engañarse unos a
otros. Si todo anda mal no tiene porque la justicia permanecer intacta
y aséptica —como un oasis de bien y de jauja—
Tan ladrón es el que roba con máscara y metralleta como el de “guante
blanco” que busca conseguir dinero de cualquier manera ilícita y sin
violencia.
Priva en la sociedad la usura, los hurtos, las trampas, los
engaños en compras y ventas. Tampoco se intimidan los ladrones
y atracadores a la hora de cometer “robos sacrílegos” de objetos o
imágenes en lugares sagrados. Se oyen por todas partes las quejas de
la justicia herida por las negligencias y retrasos injustificados de los
salarios y pagos, pudiendo hacerlo a su debido tiempo previamente
acordado. Las partes en los contratos aspiran y esperan un
servicio recíproco.
252 DECANOMÍA

Al hablar de “latrocinios” no se pretende enseñar a nadie los distintos


“modos de robar” pues elocuentes y buenos maestros ofrece la calle
y la tele.
También las cosas perdidas tienen su dueño, no pueden guardarse sin
más al encontrarlas, es necesario procurar averiguar quien es el dueño y
devolverlas; todo lo robado y encontrado debe restituirse a su dueño para
obtener el perdón. Sigue siendo válida aquella ley de la moral universal:
“Res clamat dómino suo…” Todas las cosas reclaman, llaman y buscan
a su dueño.
Cuidar y respetar las cosas públicas que usamos —de todos— es una
señal de buena educación, de cortesía, de bien y de cultura, el maltratarlas
es propio de la jungla y de la selva —gamberrismo— y un robo al
derecho del prójimo.
Grave y pernicioso es robar o quitar la honra y la fama de alguien.
También roba el que coopera al robo, el que manda, el que aconseja,
el que alaba, el que ayuda, el que encubre, el que consiente, el que
pudiendo no lo impide.
Es una equivocación querer suplir con obras de caridad los deberes
de la injusticia. Primero justicia y a donde no llega la justicia ayuda la
caridad. Comentaban en un pueblo: qué bueno es D. Pepito que ha
creado una casa de beneficiencia para los pobres mientras otros
respondían: Sí, pero antes ha creado a los pobres.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 253

EL VALOR DIVINO DEL TRABAJO


A finales del siglo XX están sucediendo cosas muy extrañas y curiosas
como por ejemplo: el paro. No es posible que el mundo pueda rodar al
margen de Dios. Dios ha prometido: “Yo estaré con vosotros hasta el final
del mundo…” Es decir está detrás y al fondo de la trayectoria y marcha de
la historia humana. Desde el paraiso hasta ahora los hombres
han tratado el trabajo como algo maldito y luchó contra
esta presunta maldición y al final logró derrotar y destruir
a su enemigo: el trabajo. Necesitó para ello miles y miles
de culturas, generaciones y años —para Dios nunca es tarde—.
Ahora en esta nueva época histórica —nueva precisamente por una
novedosa concepción e idea sobre el trabajo— la vida social y pública ya
no resiste que el hombre maltrate y desprecie más el trabajo y estamos
tocando fondo, el trabajo languidece, enferma, muere y desaparece,
desechado y repelido por los hombres. El trabajo ha muerto.
Pero el trabajo —por ser divino— entra en los sabios planes de Dios,
es una “cosa molto buona” al decir de los italianos. Hemos llegado a una
época histórica que ya no resiste la concepción e idea antigua del trabajo
como maldición y chapucería. El trabajo está ahí porque es “un querer de
Dios” y siempre prevalece en contra del plan destructor del hombre. El
trabajo no tiene nada que cambiar, lo que tiene que cambiar 180 grados
y más es el hombre para intentar descubrir el rico, valioso, transcendente
y divino valor del trabajo.
El trabajo nunca fue una maldición, sino todo lo contrario una gran
bendición y regalo de Dios. En definitiva ¿Qué es el trabajo…? Es un
254 DECANOMÍA

querer y plan de Dios con el que el hombre contribuye a la perfección


terrena de la creación para gloria del creador y belleza del hombre que al
mismo tiempo se perfecciona, se santifica e incluso se hace “más hombre”.
El trabajo es el estado natural del hombre, resultando el “paro” y la
“ociosidad” algo contra naturam.
El trabajo del hombre —radical y fundamentalmente— consiste en
“cultivar y guardar el jardín del Edén”, el paraiso, la tierra, no hay otra
razón seria ni válida así lo enseña la Biblia.
La nueva civilización y cultura del año 2000 estará montada y
apoyada sobre el trabajo considerado como lo que realmente es: una gran
bendición de Dios. El paro nos hace ya meditar y pensar en este cambio y
giro que hemos de dar al valor del trabajo humano como instrumento de
santificación. Las grandes líneas directrices y ejes con las que tenemos que
familiarizarnos a partir del siglo XXI se orquestan en estas coordenadas:
“Santificar el trabajo, santificarse en el trabajo y santificar a los demás
por medio del trabajo…” Es decir que además de ganar pesetas con
nuestro trabajo al mismo tiempo ganemos el Cielo.
La solución al paro jamás podrá estar en trabajar menos, sino más
y mejor con perfección y santidad.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 255

EVANGELIO DEL TRABAJO


Es inseparable el trabajo de la dignidad y grandeza del hombre.
El trabajo es parte constituyente de la buena y ardua condición del
hombre.
Dios desde siempre ha pensado y concebido al hombre así: En
las primeras lineas de la Biblia podemos leer: “Homo ad Laborem” El
hombre para el trabajo. Y también “Homo ut operaretur…” Para que
trabaje.
Mandato divino: “Dominad y someted la tierra”.
Como siempre aparece la réplica a los planes buenos sabios del
Creador y ahí la historia con la explotación, tergiversación y desviación del
trabajo.Recordemossinolaesclavitud,losgremios,larevoluciónindustrial,
el pensamiento liberalista, materialista y economista.
El hombre está destinado al trabajo, pero nunca se podrá perder de
vista que ante todo el trabajo está en función del hombre y no el
hombre en función del trabajo.
El trabajo —bonum arduum— según terminología de
Santo Tomás, tiene su ética, su Evangelio y su santidad. El
trabajo es un bien del hombre, de la familia y de la sociedad
y expresa la dignidad del hombre y la aumenta, transforma la
naturaleza para sus propias necesidades. El hombre en su trabajo
se realiza a si mismo y se hace más hombre.
Dios, Creador del hombre y del trabajo, no es un Dios ocioso y
nos da ejemplo: Se hizo semejante a nosotros en todo, dedicó la
256 DECANOMÍA

mayor parte de su vida terena al trabajo manual junto al banco del


Carpintero, santificado y dignificando el trabajo.
Para defender al hombre y al trabajo podemos recordar el solícito
cuidado de los Papas ante la amenaza y explotación del trabajo
—mercancía— por parte del pensamiento materialista, liberalista
y capitalista o ante la conocida cuestión obrera o proletaria con sus
elocuentes y puntuales encíclicas: “Rerum novarum” de León XIII,
“Quadragessimo anno” de Pio XI, “Mater et Magistra” de Juan XXIII,
“Populorum progressio” de Pablo VI y finalmente “Redemptor hominis
y Laborens exercens” de Juan Pablo II.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 257

MATERIALISMO
El hombre de nuestra época con gran maestría —maestría diluvial,
maestría de Torre de Babel— se ha constituido en un gigante de
este siglo. Con los inventos humanos ha conseguido un prodigioso,
merecido y elogioso dominio de la naturaleza, pero al mismo tiempo
y también monstruosamente se ha convertido en un pigmeo en el
mundos obrenatural y eterno… contraste sintomático, claro, paradójico
y peligroso…
Mientras la ciencia y la técnica —apadrinadas y protegidas por el ilustre
y viejo materialismo— progresan a un paso asombroso y gigantesco,
la dignidad humana se encuentra morbosamente envilecida, rebajada
y alicaida hasta tal punto maltratada que en el “Emporion Cósmico o
mercado mundial” se cotiza, se compra y se vende el objeto hombre o
mujer por poco dinero.
Alguien ha apuntado que uno de los mejores negocios de este siglo
sería comprar hombres y mujeres por lo que realmente valen —cada vez
menos— y venderlos por lo que creen que valen.
La única doctrina o filosofía que trata, valora y enfoca al hombre
adecuadamente es la doctrina cristiana que endiosa al hombre —con el
endiosamiento bueno—. Enfoca y empuja al hombre en su triple
dimensión: religiosa, social y terrena. Nada del hombre le resulta ajeno.
Es un camino realmente duro e intransigente, pero es esperanzador
y de victoria segura.
258 DECANOMÍA

Tanto el hombre como la mujer tienden hacia Dios como el acero al


imán, aunque muchas veces con los gestos y las palabras pretendan
rechazar esta “wonderful” dependencia.
Al —Deus Faber— Dios Trabajador y Artífice no le resulta extraño
la actividad y trabajo del hombre, sus relaciones sociales, su estructura
bisexual, sino que ambos a una el padre y el hijo, la mano del maestro
y la mano del alumno, la ornamentación del mundo prestando así un
útil y favorable servicio a sus semejantes los hombres.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 259

PAZ Y ALEGRÍA
Mucha tinta se ha gastado y mas papel ha rodado y todavía se
alzarán muchas banderas para brindar por la paz y la alegría.
Pero razonablemente ¿Qué es la paz? ¿Qué es la alegría? Cuál es la
verdadera esencia o quididad de estos tan anhelados dones?
La paz y la alegría no se pueden comprar ni vender. No son bienes
inmuebles. No existen ni se conciben fuera del corazón de los hombres
y de las mujeres. Son virtudes y dones que anidan y tienen su cuna en
el corazón de los humanos.
La paz y la alegría no se encuentran en las ferias o mercados, ni
en las mesas redondas, ni en el emporio público ni en el simposium
internacional.
La verdadera paz no tiene que ver nada con el quieto descanso o paz de
los cementerios. La auténtica alegría no es la alegría fisiológica o animales
del animal sano ni es la alegría de carcajadas o de pandereta.
La paz y la alegría son únicas e indivisas, son bienes y regalos exclusivos
que nos trae solo Cristo —el Príncipe de la paz, el Gran Irenarca— solo
El es la “Causa nostrae laetitiae” es decir, el motivo y la causa de la paz,
la salvación, el bienestar y la felicidad de los hombres.
Solo los hombres pueden ser dadores y sembradores de la paz y de la
alegría que se difunde por contagio como nos lo recuerda aquel adagio
filosófico “Bonum es effusivum sui”. Todo bien rebosa, es generoso, se
transmite, se comunica, se entrega, se regala y se da. Así la paz y la alegría
se viven y se siembran con las obras y con el ejemplo de la propia vida.
260 DECANOMÍA

Otro axioma de la sana filosofía nos recuerda: “Nemo dat quod non
habet…” Es engañoso y absurdo hablar e intentar sembrar, poner, regalar,
dar, comunicar y vivir la paz y la alegría si no se posee o almacena antes
en el propio corazón porque nadie puede dar lo que no tiene.
El único modo o talismán de tener el calor y el color de la paz y
de la alegría es estar conectados con la caldera —Cristo— solo El
será capaz de mantenerlas y hacerlas posible incluso en medio de los
familiares, naturales y adversas condiciones del ser humano: dificultades,
problemas, sufrimientos, dolor, enfermedad, cansancio, reveses,
contradicciones, desprecios, cruces, muerte y lágrimas.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 261

POBREZA Y RIQUEZA
El tener cosas no es malo, es malo estar pegado a ellas. Siempre nos
ha predicado: “Qué difícil le va a ser a los ricos entrar en el Reino de los
Cielos…” Pero quienes son los ricos y quienes son los pobres?. Cual es el
único, definitivo y verdadero significado y sentido de la riqueza y de la
pobreza?. La riqueza no consiste tanto en tener, como en el estar
desprendido de las cosas. Hay muchos ricos, pobres y muchos pobres
ricos.
Alguno es rico con solo su vacía “cucharita de oro” y con su “conejito o
gazapito”. Está totalmente lleno, ocupado y satisfecho. No hay lugar ni
sitio para Dios. Nos predican también: “lo primero amar a Dios, con
todo el corazón y con todo el ser…”
No toda pobreza es santa ni toda riqueza mala. No todos los ricos se
condernarán ni todos los pobres se salvarán.
El hombre con su trabajo o por herencia o por azar puede llegar a
poseer dinero, bienes y fortuna. Esto no es malo ni condenable,
pero se debe luchar para no apegarse desordenadamente. El corazón
del hombre debe estar libre para Dios. Donde está tu tesoro, allí
está tu corazón. Este desprendimiento cristiano no es desprecio
por los bienes terrenos, sino lucha por cumplir el mandato:
“buscad primero el reino de Dios y su justicia y todo lo demás se
os dará por añadidura…”
En cualquier momento como una mala noche y como un ladrón en
la noche — hay que estar dispuestos a dejarlo todo. Todo lo conseguido
262 DECANOMÍA

con tanto trabajo, sudor, sacrificio y esfuerzo. Nada en este mundo tiene
un valor permanente y todo pasa con el tiempo.
El corazón del hombre es como una “cama estrecha y una manta
pequeña” que no cubre a dos, resulta ya estrecho para Dios solo, si además
le damos entrada a otras cosas, arrojamos a Dios.
No bajan con el rico al sepulcro todas sus riquezas. ¡Que necedad tan
grande es amontonar allí donde se ha de dejar y no enviar allí a donde
se ha de ir!
Dios se resiste a los llenos y satisfechos, lo mismo si están cubiertos
de seda que de harapos y concede su gracia a los humildes. De nada
nos servirá vivir sin un céntimo si acariciamos el deseo de poseerlo.
Se puede ser avaro sin tener dinero.
Todos los que aman las riquezas, aún cuando no puedan conseguirlas
deben contarse en el número de los ricos.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 263

PROPIEDAD PRIVADA
El hombre necesita usar de los bienes materiales por haber sido creado
con cuerpo y alma.
Los bienes materiales que Dios regaló al hombre son no sólo para su
utilidad y disfrute en la tierra, sino también para que le ayuden a acercarse
a El.
Esos bienes materiales sirven al hombre para comer, vestir, defenderse
del frío y del calor, desarrollar su mente y sus potencias y para conseguir
la suficiente autonomía para proteger su libertad.
El hombre se da cuenta que esos bienes materiales no los ha hecho él,
que viene al mundo y ya se encuentra con ellos como un depósito
abundante y gratuito regalo de Dios. El hombre no debe servirse de esos
bienes a su antojo y muchos menos a su capricho. Los bienes
materiales no son fines a si mismo, sino medios e instrumentos.
El hombre viene, los usa y se va. Cuando el hombre intenta
quedarse con ellos y en ellos, se rebaja y se esclaviza, pierde
su libertad, se ciega y los idolatra, así la fama, la fortuna, el aplauso,
los placeres. De ahí la advertencia del Señor: “No podéis servir a Dios
y las riquezas” y lo mismo nos lo recalca el espíritu evangélico al
hablarnos de desprendimiento, sobriedad y pobreza que no es el simple
“no tener” sino el estar desprendido y despegado.
Concluyendo podemos afirmar que la necesidad y la posesión de
los bienes materiales —propiedad privada— es para el hombre un
264 DECANOMÍA

derecho natural y algo innato; esta necesidad y utilidad es anterior


a la sociedad; es un derecho irrenunciable del hombre. También lo
demuestra la experiencia universal en cualquier tiempo que el hombre
está más solícito por lo que es para él que por lo que es para todos y lo
que es objeto de propiedad común fácilmente acaba siendo de común
descuido.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 265

QUERER LA LIBERTAD
A fuerza de ser sinceros, da la impresión que nuestro siglo no quiere
la auténtica libertad. Es lógico este pensamiento ya que tampoco
quiere la “verdad”, la verdad os hará libres, dice el Señor.
Mas bien huye y renuncia a la libertad para entregarse sin remedio a
unos instintos y formas simiescas u a otras fuerzas indomables.
“Me apetece, no me apetece. Me va bien, me va mal. Me da la gana, no me
da la gana”. Afirman y enseñan que toda libertad fracasa y naufraga sin
remedio. Al no querer la libertad rechazan de cuajo la otra cara, faceta o
dimensión propia de las personas que es la responsabilidad.
Esta es una causa y raíz hoy en nuestro mundo moderno de los
desquiciados y patológicos comportamientos morales. La libertad y la
responsabilidad son dos caras de la misma moneda, únicas y exclusivas
del ser humano. Algunos llegan a negar rabiosamente en el hombre
la persona y la naturaleza dejándolo reducido a un “simio ilustrado”.
Hay un axioma filosófico antiguo que dice: “Operari sequitur esse…”
es decir, el “obrar sigue al ser…”, esto es, que la mula obra según su
naturaleza, es natural y lógico que dé coces, pero la
persona humana obra según su categoría y señorío. Hay
comportamientos humanos e inhumanos según se conformen
con la naturaleza propia del ser humano o en contra. No es lo
mismo el comportamiento del hombre que el comportamiento de un
cocodrilo.
266 DECANOMÍA

Existen leyes físico-químicas-biológicas que lejos de impedir


el desarrollo de los seres vivos le ayudan poderosamente. Las leyes
morales nos ayudan y hacen posible vivir al hombre a la altura y
dignidad adecuadas a nuestro ser de “personas”. Nunca las leyes
físicas ni morales fueron obstáculos ni limites sino todo lo contrario
son como una “potencia activa y cooperadora” en torno a los cuales
funciona perfecta y ordenadamente el “macrocosmos” o universo
y el “microcosmos” o el hombre.
Las leyes físico-químico-biológicas jamás perdonan su violación.
Con el desprecio de las leyes morales da la impresión de que no
sucede nada, pero realmente también sucede una gran desgracia, caos,
frustración y catástrofe para el ser humano al alejarse de la verdad y
perder la libertad.
Querer vivir sin leyes morales es tanta utopía, locura y necedad
como pretender vivir sin leyes físicas.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 267

REALIDAD DEL TRABAJO


Nos recuerda el libro del Génesis que “Deus creavit hominem ut
operaretur…”. Dios creó el hombre para trabajar. Los peces para nadar,
las aves para volar y los hombres para trabajar. Algo tenía que hacer sobre
la tierra: cuidarla y trabajarla.
Lo constata también el libro de Job: “Homo ad laborem…”. El hombre
para el trabajo y para ser útil.
Cuando Cristo aparece sobre la tierra pasa treinta años de su vida
oculta en Nazaret trabajando de carpintero y así lo conocen sus paisanos
como el “Filius fabri…” el hijo del obrero o del carpintero. Los tres años
de su vida pública llega hasta el cansancio en su total entrega al duro
trabajo del evangelio.
El trabajo es algo esencial, natural y divino en el hombre, lo que sí es
accidental, juxtapuesto y advenedizo es la fatiga y la molestia que
conlleva.
Dios quiere ahora en esta definitiva y última economía salvífica que
el hombre se salve y santifique en la plataforma del trabajo, es decir,
que el trabajo nos puede condenar o santificar.
Cuando hacemos nuestro trabajo —el que sea, físico o intelectual—
de mala gana y maldiciendo al invento del trabajo, evidentemente que se
hace “chapucería”, se pasa mal y se hace pasar mal a los demás. Si hacemos
nuestro trabajo sabiéndonos hijo de Dios y colaboradores para hacer un
mundo un poco mejor, para servir mejor a los otros, entonces seremos
268 DECANOMÍA

más útiles y más felices y nos santificaremos en lo pequeño y ordinario


de cada día “y además sin ser bichos raros, ni ñoños, ni hacer cosas
espectaculares iremos ganando el Cielo que es para lo que estamos en la
tierra”.
Dios quiere el trabajo y hay mucho que hacer en la tierra —aunque
sea paradógico— y sobra trabajo, lo que pasa que pasa que también está
la mano negra, el enemigo de Dios, del hombre y del trabajo, es decir,
la manipulación humana, entonces ahí está el problema y la lacra de
nuestro siglo: el paro.
Tenemos que ser consecuentes y cambiar el rumbo de nuestra vida.
No podemos apoyar y firmar unos principios y luego mandar al
patíbulo las consecuencias. En el siglo XX hemos rechazado de cuajo a
Dios —autor y dador del trabajo— y no debe extrañarnos entonces
que con el se nos vaya todo lo bueno: la alegría, el amor, el orden, la paz,
la familia, la felicidad, el trabajo y en definitiva el Cielo.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 269

SALARIO JUSTO
El salario o la remuneración del trabajo debe ser suficiente para
permitir al hombre y a su familia una vida digna en el plano material,
social, cultural y espiritual.
Según el Papa Pio XII vida digna es poder criar una prole sanamente
alimentada y vestida; con una habitación digna de personas humanas;
con la posibilidad de procurar a los hijos una educación conveniente;
y prever incluso tiempos de estrechez y asegurar la enfermedad y
la vejez.
La lucha y la tensión por mantener un salario justo es desde el
paraíso el “caballo de Troya” y el eje donde se apoya la trayectoria de la
historia y la variedad de las culturas.
Le preocupó a la cultura Caldea, Egipcia, a Aristóteles, a la cultura
romana, le preocupó sobremanera a Cristo, a la alta y baja Edad Media,
al mundo renacentista, a Santo Tomás de Aquino, a Tomas Hobbes, a
la revolución industrial, a Karlos Marx, a todos los estados modernos
y a la Iglesia que posee una de sus grandes joyas sobre este asunto: la
doctrina social.
Dice San Pablo: “El que no trabaje que no coma”. Dice la filosofía
popular: “Del trabajo sale todo”. Detrás de la prosperidad de una
nación está el trabajo. En el querer el trabajo coinciden exactamente
los Estados y Dios. El trabajo es bueno para el desarrollo de un país
y bueno porque lo quiere Dios. La historia está tejida de lo que
se llama inflaciones y bancarrotas, ruinas y caidas de los imperios
270 DECANOMÍA

o estados. En el “macro-emporio” de la oferta y demanda entre


el trabajo y el salario se construyen los estados.
La historia “Magistra vitae” va salvando dia a dia los escollos y nos
enseña: que no pueden excederse los salarios de tal manera
que dejen de ser salarios y se conviertan en loterías; que no
se pueden rebajar tanto que lleven al pueblo y a las familias
a un pauperismo universal; que no se puede regatear tanto
en el trabajo que todo sea una “chapucería e inutilidad”; que no se puede
uno entregar con exceso al trabajo de tal forma que lo “narcotice”, lo pierda
o lo esclavice, no olvidando que no es el hombre para el trabajo sino el
trabajo para el hombre.
En la búsqueda y mantenimiento del equilibrio de un salario justo se
van abriendo y escribiendo las páginas de la historia. De otra manera en
el logro y cuidado del salario justo y la dignidad humana se encuentra el
“quid” de lo que se llama la cuestión o problema social, sobre la cual
tiene mucho que hacer y decir la doctrina social de la Iglesia que por ser
marginada ha agravado la situación profundamente.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 271

SANTIFICAR EL TRABAJO
Es verdad que Dios impuso al hombre la ley y el imperativo del
trabajo y por lo tanto es bueno que el hombre trabaje. Pero no es el
hombre para el trabajo sino el trabajo para el hombre. El hombre
necesita naturalmente el ocio y el descanso.
Por eso otra ley positiva ordena regular nuestro trabajo y nuestro
descanso sino para mandarnos descansar a nosotros, sirviendo de
ejemplo y modelo y ser como nosotros en todo. Ahora Dios sigue
trabajando no está ocioso.
Dios quiere que se santifique el trabajo y por eso nos preceptúa el ocio
y descanso. Con otra ley nos manda santificar las fiestas para así poder
santificar el trabajo. Dice la filosofía china: “Cuando el labrador se sienta
a la sombra del árbol a preparar y a limar sus azadas no está perdiendo el
tiempo…” Luego le serán más útiles y eficaces.
Ciertamente santificar las fiestas es oir Misa entera y no trabajar sin
necesidad…, para poder dedicarse un poco más a Dios. El día más grande
de fiesta del año es el Domingo, dia del Señor. Por eso es el que más veces
celebramos. Como su nombre indica debe ser para el Señor y no para
el diablo. Algunos dicen que no van a Misa porque no les dice nada o
porque no tienen ganas. Desde luego la Misa no es una diversión, sino
una operación que nos santifica, es un acto de culto oficial y del pueblo
de Dios.
Siendo el trabajo necesario y santo, también es urgente y santo el
descanso. Por eso está prohibido trabajar los domingos y dias de fiesta,
272 DECANOMÍA

para que el hombre no se haga esclavo del trabajo, aunque a algunos les
toque en turno de guardia para los servicios públicos necesarios y los
domésticos imprescindibles. Hay ciertos trabajos que razonablemente
no pueden aplazarse.
Descanso no significa necesariamente inactividad sino simplemente
cambio de ocupación. Da la impresión que hoy los dias de fiesta más bien
se profanan para el diablo que se santifican para Dios. Incluso pretenden
invertir los dias y las noches por una falsa fiebre de hedonismo; malévolo
intento “contra naturam” que llevará a la humanidad al borde de la
ruina.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 273

SOCIEDAD
A simple vista y también después de un profundo análisis y
observación se contemplan y aparecen en la sociedad de hoy unos
matices abiertamente caracterizadores y sintomáticos de una grave
situación y arriesgada pervivencia: atracos, violaciones, secuestros,
robos, abortos, divorcios, terrorismos, toxicidad, droga, paro, amenazas
nucleares, manipulaciones genéticas, etc. etc.
Toda esta rica siembra de mal produce mucha muerte. Pero
el mal no está allá lejos en Honalulú sino que anida en cada uno
de nosotros. No podemos esperar que todo nos venga hecho:
no solo los “canguros de Australia” forman parte del mundo de
hoy. En la gigante empresa de ahogar el mal con abundancia de
bien tenemos que arrimar el hombro cada uno en su rincón que
ocupa —cada palo aguanta su vela—.
Nunca tuvo el género humano tanta abundancia de riquezas,
de posibilidades y de poder económico; y sin embargo, una parte
grandísima de la población sufre necesidad y hambre y cada vez son
muchedumbre los analfabetos y por lo tanto mas —manipulables—.
Jamás tuvieron los hombres como hoy un sentido tan agudo de la
libertad, pero surgen por todas partes nuevas formas de esclavitud social
y síquica y no falta el peligro de una guerra capaz de destruirlo todo
desde los cimientos.
Nadie nos va a quitar las castañas del fuego…
274 DECANOMÍA

Ea! Luchemos denodadamente contra el mal, empecemos a ahogar


el mal, sembremos generosamente el bien, hagamos deporte, tapemos
baches, plantemos árboles, hagamos carreteras, allanemos montañas…
quizás así merezcamos un nuevo cuadro sintomático de la sociedad. No
asesinemos ya más a niños inocentes —que no quedaría impune— para
justificar y encubrir nuestros absurdos y desorbitados goces y placeres
egoísticos.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 275

TRIPLE DIMENSIÓN DEL TRABAJO


En la dinámica de la salvación de los hombres el trabajo además de
ser un instrumento de co-creación ha sido elevado al plano sobrenatural
convirtiéndose en un medio de co-redención. Cristo —Dueño y Señor—
avicinó el penoso trabajo humano al misterio de la cruz y de la redención,
en otras palabras, el trabajo humano viene a ser un medio ordinario de
santificación.
Este es el núcleo central y doctrinal del Concilio Vaticano II y el
nuevo mensaje universal predicado y ofrecido al mundo por el Opus
Dei: santificar el trabajo, santificarse en el trabajo y santificar a los demás
con el trabajo. Este es en definitiva el mensaje cristiano y el primer
ejemplo ofrecido al mundo por la trilogía de Nazaret, José el carpintero,
el ama de casa Santa María y Jesús el hijo del carpintero. Cuales son
las rectas motivaciones y únicos objetivos del trabajo en Nazaret…?
Plena conciencia de colaborar con el esfuerzo personal al plan divino
de la redención. Aquel humilde arte santo era un santuario muy grato
al Señor, porque respondía al preciso y claro designio de la voluntad
divina. Indudablemente que cada uno en aquel taller conocía bien su
menester e intentaba responsablemente desarrollarlo siempre con la
mayor perfección, nada de yavalismo —ya vale— y nada de chapucería.
No buscaban ningún otro objetivo personal más que la gloria de Dios, por
eso no ahorraban sacrificio ni empeño ni solicitud, todo le parecía poco
porque deseaban con todas sus fuerzas servir del mejor modo posible al
misterio de la redención de los hombres.
276 DECANOMÍA

El generoso y elocuente ejemplo de los obreros y trabajadores del


taller de Nazaret nos debía empujar a cumplir con nuestros deberes
profesionales con intensidad, diligencia, espíritu de servicio, con
fidelidad aun en aquellos trabajos en apariencia menos importantes.
Naturalmente que el trabajo humano podemos vivirlo animado en la
fe, esperanza y la caridad que es lo que constituye la “dimensión espiritual
del trabajo” alma y motor de la laboriosa vida cotidiana.
Finalmente en el trabajo humano ordinariamente encontraremos
la plataforma para atraer a los otros a un nuevo encuentro y
amistad con Dios. Cualquier trabajador y obrero cristiano hijo de
Dios— debe poner todo su amor en la cruz de Cristo como vértice de
todo lo creado con una vida honesta y santa en medio del ruido de las
fábricas y oficinas, en el silencio de las bibliotecas, en las encrucijadas
de las calles, en la tranquilidad de los campos, en la intimidad de la
familia, en el ajetreo de la política y de los estadios y en cualquier trabajo
humano.
D E C A N OM Í A VIII

“No mentir…
no decir falso testimonio…”
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 279

APUNTES SOBRE LA VERDAD


Al dar vueltas sobre la “verdad” uno se encuentra que coincide
exactamente con la “realidad”. Así lo defiende Santa Teresa cuando habla
de la “humildad” identificándola con la verdad y con la realidad. Dice que
“humildad” viene del latín “humi” que significa “en tierra”, algo así como
sólido, real, verdadero, firme y estable. La falsa humildad sería la
—mentira— esto es, crearse uno o aparecer lo que no es.
Los filósofos distinguen en todos los seres tres propiedades
fundamentales: “unum, verum et bonum” esto es, que en raiz y en el
fondo todo ser es “uno, verdadero y bueno”.
Hay quien concatena y une la verdad con la justicia —que van unidas
como las cerezas— afirmando que el mundo tiene necesidad de la verdad
que es justicia y de la justicia que es verdad.
Se proclaman hoy muchas verdades: “morir por la verdad…” “matar
en nombre de la verdad…” Pero la verdad es una sola y los errores siguen
siendo muchos.
El hombre es hombre a través de la verdad, si al hombre le quitais la
verdad os quedaréis sin hombre. Cada hombre nace en el
mundo para ser verdad, dar testimonio de la verdad según
su vocación particular, cada hombre tiene que ser verdad.
El hombre tiene derecho a la verdad y vosotros teólogos,
escritores, políticos y periodistas podeis condenar al hombre a vivir en
la mentira.
280 DECANOMÍA

Da la impresión que en nuestro mundo actual abunda la confusión,


el error, el engaño y la mentira.
Es bueno preocuparse para que la verdad sofoque, apague y aniquile
estas malas hierbas.
Otros hablan de su binomio inseparable: “verdad y libertad”.
Defienden que no se puede ser verdaderamente libres, si no llegamos a
ser prisioneros de la verdad.
A muchos les escandaliza la verdad, pero si la verdad provoca
escándalo, mejor es permitir el escándalo que abandonar la verdad. Es
fácil alejarse de la verdad.
Siempre ha costado alcanzar y poseer la verdad.
La verdad es eterna, no es oportuna, ni convencional, ni ocasional,
ni flexible, ni transigente. Cristo es la “Verdad”, no tiene la verdad.
Parece que el mundo está huyendo y apartándose de la “Verdad-Cristo”,
pero esta huida y alejamiento —ateismo, agnosticismo— no puede ser
verdad porque es Verdad-Dios.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 281

JESUCRISTO, VERDAD
La vida y el tiempo no se no da más que para esto: “Conocer esta
verdad” —in directo et in re— es decir, plenamente y ahí brotarán todas
las demás verdades y conocimientos que son necesarias para la vida.
Jesucristo no es la verdad para saberla, sino la verdad para vivirla.
Cualquier hombre fuera de la verdad o del marco de Cristo vivirá
equivocado en todo. Cristo es la verdad absoluta e integral.
Verdad es su persona ejemplar —hijo de Dios. Nunca entenderemos
nada ni siquiera el simple cristianismo —ni la vida— mientras no
aceptemos convencidos lo fundamental y el marco de la verdad —ser
hijos de Dios— Esta verdad nos la enseñó el mismo Jesucristo: “Subo a
mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios…”
Si el cuadro de la vida de cualquier hombre no está enmarcado dentro
de esta realidad o verdad, nunca tendrá cuadro ni vida ni bueno ni malo,
seguirá desmarcado y desnortado en todos los sentidos.
Cristo practicó lo que enseñaba y enseñó lo que practicaba; “Jesús
coepit facere et docere… Hacía y enseñaba la única verdad”. Vida y doctrina
formaban un todo armonioso y unitario. Ni solo doctrina ni solo vida.
Muchos intentan y pretenden vivir una vida absurda en esta dicotomía
y doblez. Esta pretensión les aleja de la vida y de la doctrina.
Estos tesoros de verdad, ciencia y sabiduría de Cristo proceden de su
ciencia divina que poseía plenamente por ser —el Verbo— la Palabra
de Dios—; de su ciencia beatífica que le correspondía como santo y
282 DECANOMÍA

bienaventurado acá en la tierra; de su ciencia infusa superior a la de


todos los angeles y de su ciencia adquerida que fue creciendo a lo largo
de su vida.
Los que escuchaban decían; “Ningún hombre habló ni pudo hablar
así…” Todos los genios, los inventos, la filosofía, las teorías de la
humanidad palidecen, se esfuman y se anonadan ante la
verdad y el evangelio de Dios. Por eso los santos —los sabios
de la verdad y de la vida— acaban de perder el gusto por los
libros escritos por los hombres. “Yo, decía, Santa Teresa de Jesús
apenas encuentro algo en los libros a no ser en el evangelio. Ese libro
me basta”.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 283

LA VERDAD OS HARÁ LIBRES


La verdad hará libres a los hombres no es una frase retórica ni poética,
sino una enseñanza bíblica que nos advierte que el binomio verdad-
libertad van siempre juntos y son inseparables.
Las fatales conclusiones y consecuencias de esta ruptura
nos la recuerda obviamente el Papa en su encíclica “Veritatis
splendor”. Hoy abunda la mentira y la corrupción en
medio de una febril y justa búsqueda de la libertad. No
estará viciada nuestra pretendida libertad? Somos realmente libres? Si
buscamos y vivimos en la verdad inmediatamente —ipso facto— hará
su presencia la libertad, pero si andamos en la mentira y en el error la
libertad se ausenta. La ausencia de la libertad se llama esclavitud.
La libertad es el mejor y mas grande don y regalo de los hombres.
Pienso que muchas veces en vez de hablar, escribir, gritar, pedir y reclamar
la libertad, sería bueno también preguntar cómo anda nuestra vida en
la verdad?
Dicen los escolásticos si no vivimos en la verdad la conclusión “patet”
es decir, es lógica y clara: todavía somos unos esclavos y unos parias.
Si vivimos apasionados en la verdad disfrutaremos de una gozosa
libertad.
Hay que admitir la verdad venga de donde venga, diga quién la diga,
tenga la fuente que tenga, nadie tiene el monopolio de la verdad. Pilatos
desde el tribunal pregunta a Jesús: Qué es la verdad? Donde está la
284 DECANOMÍA

verdad? Nosotros hoy y siempre preguntamos que es la libertad,


donde está la libertad. La libertad es vivir una vida llena de actitudes y
comportamientos de verdad.
Cuando no vivimos en la verdad, aparece la pantomima, el teatro, la
doblez, la hipocresía, la mentira, la corrupción. Fuera de la verdad no hay
libertad ni cosa que se le parezca.
Un hombre sin libertad es como un ratón —una vez cazado por
el gato— lo hiere, juega con él, hace volteretas, lo tira al aire, le anima
de cuando en cuando para que corra y escape y terminada la exhibición
al final se lo come.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 285

PROGRESO O RETROCESO…?
En este momento actual tan paradójico en el que se presume de
tantos descubrimientos, logros, cotas cimas y conquistas la humanidad
se encuentra inquieta, apresada y axfisiada.
A más victorias conseguidas, más interrogantes planteados.
El dolor, la enfermedad, la muerte, el hambre, las guerras, el paro, la
emigración ahí están.
La humanidad sigue con sus merecidas conquistas fuego, pólvora,
radioactividad, farmacopeas, conquistas espaciales, armas atómicas,
etc.
Después de tantos siglos de progreso la humanidad se encuentra
titubeante, inquieta, insegura, con miedo. Realmente este cuadro
sintomático del hombre del siglo XX tan acuciante y dramático se podrá
llamar “progreso o retroceso”?
Con toda seguridad que al hombre le está faltando algo definitivo
e importante en medio de sus antagonismos, luchas, desequilibrios,
egoismos y atropellos. La humanidad anda inquieta por algo en medio de
la desconfianza, del rencor, del odio, a pesar de los cantos a la fraternidad
entre los hombres y los pueblos.
Al hombre no le aquieta la sola libertad precaria que le ofrece el
“progreso”.
El Santo y el Sabio del siglo IV San Agustín de Hipona —Africa
Norte— a esta situación responde clara y lapidariamente: “El hombre
es una pregunta y Dios la respuesta única y exacta”.
286 DECANOMÍA

En sus Confesiones 1,1 nos deja esta generosa aportación: “Señor


nos has hecho para Ti y nuestro corazón está inquieto mientras no descansa
en Tí”.
El hombre tiene derecho a interrogar y va ha recibir múltiples y
variadas respuestas, pero absolutamente todas al margen de Dios a la
larga y ya a la corta les serán erróneas parciales, insuficientes, infructuosas
e insatisfactorias.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 287

SAGEN DIE WAHRHEIT…


Así hablan, dicen y cantan los tedescos para “decir la verdad”: Sagen
die Wahrheit… Pero también añaden ante la dureza de la verdad: “Al que
diga la verdad regálale un caballo…” para poder huir pronto y veloz.
Para andar y poder convivir es necesaria la norma de la “sinceridad”
y de la “verdad”. No se puede poner el “intermitente” indicando para la
derecha y salir para la izquierda. No puede haber doblez en la vida. No
se puede dar gato por liebre.
Debe haber una conformidad y unidad entre la doctrina y la vida,
cuando no vivimos como pensamos, terminamos pensando como vivi-
mos. Existe una doctrina que procede de Dios —inmutable y univer-
sal— para todos los hombres, en todos los tiempos, de todas las razas y
colores, quizás un poco molesta como la medicina amarga pero cura.
Quizás nos moleste quién la predica, también nos recuerda a este
propósito otro refrán alemán: “Kinder und Narren sagen die Wahrheit…”
los niños y los locos dicen la verdad.
Lo primero que tiene que ser “el hombre” es ser “hombre”, esto es,
tener autenticidad y sinceridad.
Sinceridad es a humildad como felicidad es a fidelidad. Se
intercambian y correlacionan, van intimamente unidas. Humildad
de “humi” es en “tierra”, firme, sólido, es genuino, es sinceridad, es
autenticidad, es en definitiva, verdad.
288 DECANOMÍA

La sinceridad tiene como opuestos la hipocresía, la fachada, la


mentira, el barniz, la superficialidad, la frivolidad, la falsedad,
la apariencia, la doblez.
La mejor manera de parecer algo, es serlo. El hombre actual no sabe
lo más próximo y cercano a si mismo, resulta un perfecto desconocido.
Prefiere no conocerse por miedo a no gustarse y así se mantiene lejos de
la realidad. Se gasta y desgasta por intentar conocer lo incognoscible,
lo que tiene más lejos: la luna, marte, las galaxias, etc. etc. Pretenden
aprender muchas lenguas para no decir la verdad en ningún idioma.
Cada uno es cada uno. Y ya sabemos como acabó el cuervo que quiso
imitar al águila, se quedó a medio camino-muerta-por inanición.
No vale la mística “ojalatera”: “ojalá yo fuera, ojalá yo naciera, ojalá
yo viviera, ojalá yo tuviera”. La verdad está aquí y ahora —no hay
disculpas— hemos de luchar por hacer la vida viviendo en la verdad.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 289

VERDAD, BONDAD Y BELLEZA


LA FILOSOFIA en su rama de metafísica u ontología al estudiar a los
seres siempre les ha predicado y atribuido unas propiedades intrínsecas
simplemente por el hecho de existir: verdad, bondad y belleza.
Todos los seres al poseer y proyectar su verdad, su bondad y su
belleza ontológicas reflejan un barrunto y una sombra de las perfecciones
infinitas de su Creador-Dios que es Suma Verdad, Suma Bondad y Suma
Belleza.
En medio de todos los seres creados el que mejor vive, proyecta,
evidencia, intima y tiene conciencia de esas propiedades naturales a
todo ser es el hombre, único ser querido por si mismo al ser creado
a imagen de Dios.
Al hombre le gusta la verdad, es verdad y quiere que le traten con
verdad tal cual es —sin aumentarlo haciéndolo Dios ni
rebajarlo convirtiéndolo en bestia—. Todos los hombres
somos un compuesto de alma y cuerpo, de algo humano
y algo divino que no son partes paralelas o yuxtapuestas
sino que constituye un solo ser —una naturaleza humana
individualizada— el hombre tiene tirones y apetencias de angel y
también de animal.
El hombre es el mejor representante o plenipotenciario de la bondad
de Dios y puede llenar la tierra de bondad, de amor y de buen-hacer
y con sobreabundancia por encima de todos los seres por el hecho de
“ser”, de “ser hombre” y de “ser hombre e hijo de Dios”; puede realizar la
290 DECANOMÍA

aventura del bien porque no le faltan ninguna clase de medios pues


tiene a la Suma Bondad-Dios totalmente de su parte.
El hombre es lo más bello y hermoso de la creación. Dios al terminar
de crear y adornar la tierra puso al hombre y la mujer como reyes y
señores de toda la creación y al ver todo lo que había hecho
firmó: “valde bonum…” muy bien. El hombre es una obra
de arte —un pequeño adorno y armonía— que los filósofos
llaman “microkosmos”. Para los griegos “kosmos” es adorno,
belleza, orden, pulcro, armonía.
Logicamente los hombres debían vivir en consonancia con la
verdad, bondad y bellezas ontológicas como hacen todos los demás
seres.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 291

VERDAD Y AMOR
Verdad y amor son dos pilares y ejes sin los cuales el hombre no
puede vivir. Dios es Verdad, es la Verdad misma y no puede engañar al
hombre, sus juicios son justos, sus palabras son verdad, sus promesas se
cumplen siempre; si el hombre es infiel, El sigue siendo fiel. El hombre
—fuera y al margen de Dios— vive necesariamente en la mentira y en
el engaño, nunca será válida la verdad del hombre, solo vale la verdad de
Dios. El hombre creado para la verdad, tiene derecho a toda la verdad,
pero al caminar sin Dios se engaña a si mismo, rompe las cartas y engaña
a los demás.
Donde está la verdad…? Se pregunta el mundo siempre a lo largo de
los siglos. Hoy más que nunca por adquirir poder, dinero, sexo, prestigio,
bienestar, satisfación se articula una sociedad montada y vendida en la
mentira. Necesita el mundo volver, girar y rectificar el rumbo —hacer
conversión, cambio, metanoia para encontrar la Verdad que es Dios.
Cuando el hombre ama, busca y vive en esa aceptación, intimidad y
trato con Dios entonces aparece la verdad, se vive la verdad y el hombre
puede decir “ya finalmente la verdad” y ser el mismo “verdad”.
También Dios y el hombre tienen que jugar siempre con las mismas
cartas del amor. Dios es Amor y el hombre también es amor.
Dios no cesa de salvar al hombre y de perdonarle, a pesar de sus
grandes y peores infidelidades. Dios aparece a lo largo de la historia
manifestando su bondad y solicitud amorosa para con todos sus hijos.
292 DECANOMÍA

Nadie es padre como lo es Dios. El amor de Dios para con el hombre


es comparado al amor de un padre a su hijo; es más fuerte que el amor
de una madre con sus hijos; es más dulce que el amor de un esposo a su
amada; “Tanto amó Dios al mundo que le dió a su Hijo único” (Jn. 3,16).
El amor de Dios es eterno. Dios es rico en amor y en fidelidad.
Cuando el hombre llega a vivir en la verdad y en el amor
reconoce la grandeza y la majestad de Dios y del mismo hombre
hecho a imagen y semejanza de Dios. Cuando el hombre descubre
esta realeza y dignidad entonces vive en un contínuo acción de
gracias ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho…?
(Sal. 116-12). Usa bien de todas las cosas creadas que son buenas
o malas en la medida que nos acercan o separan del Unico Bién-Dios.
Finalmente el hombre que ha encontrado el amor y la verdad se asegura
en la —Providencia de Dios, nuestro Padre— en todas las circunstancias
aún las más adversas como nos recuerda la Santa de Avila: Solo Dios
—Verdad y Amor— basta.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 293

VERITATIS SPLENDOR
Con estos dos vocablos latinos “veritatis splendor” comienza la última
encíclica del Papa Juan Pablo II.
Así suena como “luz y esplendor de la verdad” en medio de nuestro
oscuro y confuso siglo XX que se encuentra sumido en las tinieblas y
desnortado confundiendo el bién con el mal.
Para que luego acusen y digan que la Iglesia siempre va detrás y llega
tarde a las realidades y acontecimientos de la historia de la humanidad.
No hay peor ciego que el que no quiere ver. Cuando no se quiere aceptar
la verdad se autodisculpa la sociedad con peregrinas y falaces excusas. La
Iglesia como “madre y maestra” siempre está pendiente y llega al momento
y punto exacto y preciso como la sangre que corre inmediatamente a la
herida; pero siempre está la cuquería del hombre que olvida, silencia y
no quiere saber nada de la amarga medicina.
La Iglesia grita que las normas morales y éticas garantizan la
convivencia social tanto nacional como internacional, siempre nos
enseña y proclama que las normas morales fundamentales y mínimas
son universales e inmutables y que están al servicio de la persona y de la
sociedad y que antes estas normas eternas y naturales no hay privilegios
ni excepciones para nadie ya puede ser uno dueño del mundo o el
último miserable de la tierra, ante las exigencias morales somos todos
absolutamente iguales. Estas leyes las lleva todo hombre escritas no en
papeles o en las piedras sino en la cabeza y en el corazón, son leyes
grabadas en la conciencia y en la intrínseca naturalez de cada hombre
294 DECANOMÍA

de cualquier color o raza y en cualquier latitud o tiempo. “Hacer el bien


y evitar el mal…” “No hagas a los otros lo que no quieras que te hagan a
tí…” Son válidas y promulgadas y explicitadas para todos los hombres
—crean o no crean en Dios—. No podemos responder ante un semáforo
rojo: “Yo paso porque no creo en Dios…” Sigue pasando, pocos pasarás.
No podemos decir: “Yo me tomo un litro de veneno porque soy libre…”.
Mentira, terminarás oxidado y tieso. No podemos ponernos a bailar
la samba en los aleros de los balcones y ventanas, terminarás seguro como
un “huevo frito” en una acera.
La encíclica “Veritatis Splendor” nos enseña que el bien verdadero
para la humanidad se fundamenta siempre y ahora en la indisolubilidad
entre la libertad y la verdad.
D E C A N OM Í A IX

“Ser limpios de mente y de corazón…”


MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 297

EROTISMO
Nos ha tocado vivir en un siglo asfixiante también por la polución de
la sexualidad. A escala mundial nos invaden la pornocracia, la pornografía,
grandes olas de desenfreno erotismo, violaciones, perversiones sexuales,
infidelidades, divorcios, nudismos, falsos naturalismos, obscenidades y
todo orquestado, dirigido y empujado por los medios de comunicación
social con escenas íntimas de alcoba y los supermercados del amor.
Todo regulado por la ley del péndulo que nos sitúa ahora mismo en un
extremo como intentando enterrar y olvidar tabúes, mitos, moldes,
moralidades, rompiendo miedos, prejuicios y represiones sexuales.
Buscando una liberación del sexo hemos caido en las mas vergonzosa y
degradante dependencia y vieja esclavitud sexual.
Es falso y mentiroso decir: “Ahora en el siglo XX hemos descubierto y
encontrado el sexo”. El sexo naturalmente es tan antiguo y viejo como el
hombre y la mujer desde el paraiso terrenal.
El sexo siempre hay que encauzarlo y dirigirlo como el agua y la
energía eléctrica si no queremos que lo arrase y destroce todo. Hay que
dominarlo, no reprimirlo.
Es falso y mentiroso la “liberación de la mujer”. Con este desenfreno
sexual la mujer no se ha liberado, sino todo lo contrario, se ha
instrumentalizado, ya se ha convertido en un “juguete de usar y tirar”, se
ha degradado como nunca.
298 DECANOMÍA

La Iglesia Católica con sus normas de moralidad sexual desde


siempre ha protegido y liberado a la mujer dignificándola y exigiendo
para ella el máximo respeto; jamás nadie ni nunca defenderá a la mujer
tan bien como la moral católica; no prohibe nada, sino simplemente
orientada, ayuda a dominar y a encauzar su sexualidad al servicio de
la maternidad y de la procreación.
Es lógico que cualquier mujer —novia, esposa, hija o hermana—
sepa y quiera respetar y defender su pudor, su pureza, su decencia y su
conducta.
Cualquier mujer fácil, coqueta, ligera y frívola no interesa a nadie y
es capaz de amargar a cualquier hombre. Nos recuerda la filosofía
popular: “Los hombres eminentes no se sienten atraidos por las mujeres
fáciles…” y todos presumimos de “hombres eminentes”.
Nuestra sufrida sociedad esponjada y bombardeada por esta ola de
erotismo sin moral y sin conciencia empieza a quejarse: “Es fácil encontrar
una chica o un chico para divertirse, pero es muy difícil encontrar un
chico o una chica que sean capaces de hacer feliz un hogar…”
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 299

FOMES PECCATI
“Todos los hombres nacen con el pecado original” así nos lo enseña el
Concilio Arausicano II en el año 529 y el Concilio de Trento en el
año 1545.
Todos heredamos el pecado original y con él la consiguiente herida
de la naturaleza humana. En toda persona humana coexisten la
inclinación al pecado y un auténtico deseo de felicidad que solo Dios
puede saciar. Todos los hombres experimentan en su propia vida el
contraste de esas dos tendencias radicales que mutuamente se combaten.
Esta tensión es evidente y empapa toda la vida del hombre.
La inteligencia humana ha quedado obscurecida y ha de esforzarse
para vencer su ingnorancia cayendo facilmente en el error. La voluntad
—sin perder el libre albedrio— ha quedado debilitada e inclinada al
mal, poco fuerte para afrontar las dificultades y dominar las tendencias
desordenadas. En definitiva todos nacemos con un desorden en el
entendimiento, en la voluntad y en las pasiones que sin ser pecado,
procede del pecado y al pecado inclina. Nos recuerda la Escritura: “Militia
est vita hominis super terra…” La vida del hombre es una batalla contínua
contra un enemigo que se encuentra dentro de los propios muros de la
ciudadela.
El hombre en la —actual economía reparada— no logra alcanzar
su fin de un modo fácil, espontáneo y lineal, por fuerza y necesidad si
quiere conquistar la felicidad —tributando la gloria debida a Dios—
ha de estar vigilante y combatiendo contra el hombre viejo— cargado
300 DECANOMÍA

con la concupiscencia o “fomes peccati”— que son los restos, reliquias


e impedimentos de pecado original que le inclinan hacia el mal y le
obstaculizan en su orientación recta y estable hacia el bien.
La carne rebelde le entorpece instigándole al mal mediante el amor
desordenado y apartándole del bien. El diablo nos supera en inteligencia,
astucia y poder, nos tienta y seduce con algo que tenga apariencias de
bien engañando al hombre y reteniendolo en el pecado. El mundo
como —enemigo del hombre— nos embelesa con un afán excesivo y
desmesurado de los bienes temporales, de bienestar y de poder para
separarnos de Dios. Todos juntos fomentan y difunden el olvido y
la ignorancia de Dios. Esta ignorancia es el mayor enemigo de Dios
y de los hombres.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 301

GRANDEZA DEL SACRAMENTO


DEL MATRIMONIO
Dios sabe más y puede más y por eso creó el hombre y la mujer
solo para el matrimonio.
Es verdad que la atrevida osadía de los hombres con estos dos
juguetes y elementos tan divertidos y tan distintos “hombre y
mujer” siempre pretenden e intentan hacer otras cosas: sexualidad,
pornografías, comercio, etc. etc. pero jamás ningún sistema, política
o doctrina tendrá un feliz y largo éxito ni jamás tendrán razón al
programar — contra naturam—.
Dios instituyó el matrimonio —unión de hombre y mujer, uno con
una y para siempre— desde el paraiso terrenal- Por eso no creó otros
variopintos elementos en este aspecto pues le bastó y era suficiente esta
perfecta dualidad: hombre y mujer.
El matrimonio es algo muy serio, grande e importante. Cada vez que
los hombres con sus planes se alejan más de esta verdad y realidad, peor
marcha la historia, la sociedad y los individuos. Esta vieja y antiquísima
institución arranca desde el paraiso terrenal. Dios creó al hombre y la
mujer con el encargo de procrear y multiplicarse: “Hombre y mujer los
creó y los bendijo, Dios, diciéndoles: procread y multiplicaos y llenad la
tierra”. (Gen. 1, 27)
Dios instituyó entonces el matrimonio con un fin principal: tener
hijos y educarlos. Los hombres no podemos enmendar la plana de Dios
302 DECANOMÍA

impunemente. También tiene el matrimonio un fin secundario: que


los esposos se ayuden entre sí: “No es bueno que el hombre esté solo”.
(Gen. 2)
En el tiempo Jesucristo elevó el matrimonio a la dignidad de
Sacramento, algo sagrado y santo por su misma naturaleza
y entre cristianos solo hay un verdadero matrimonio y esto
que parece tan sencillo no admite enmiendas ni pataleos.
Por eso ningún cristiano-católico puede contraer el llamado
“matrimonio civil”. Tal unión no es válida solo es válido el matrimonio-
sacramento contraido en la Iglesia.
Los ministros de este Sacramento son los mismos esposos
contrayentes, pero para que sea válido es necesario celebrarlo ante
testigos y delante del párroco o un delegado suyo.
Dice la sana filosofía: para que una cosa sea lo que es, debe poseer una
esencia, una constitución, unas propiedades que hacen que sea una cosa
es y no otra cosa. La esencia del matrimonio es: la unidad, uno con una
y la indisolubilidad, que es un vínculo conyugal que no puede desatarse
ni romperse jamás, es para siempre.
La sensatez nos recuerda que cualquier realidad a la que le falte una de
estas propiedades será todo: una ceremonia civil, un apareamiento,
un apaño, un plagio, un rejuntamiento, una convivencia, pero nunca
“un matrimonio”.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 303

LA CASTIDAD,
UNA AFIRMACIÓN GOZOSA

“No adulterarás” manifiesta el dominio del Señor sobre la


propagación y desarrollo de la familia humana.
Con este precepto Dios protege al amor humano y señala el camino
recto, trazando al mismo tiempo un cauce al instinto.
La virtud de la castidad consiste esencialmente en la ordenación del
instinto sexual al fin que dios le ha señalado: La procreación.
La virtud de la templanza refrena, modera, dirige los movimientos
y placeres sensibles propios del gusto y del tacto y de la generación.
Tanto la virtud de la castidad y de la templanza se aprecian, valoran
y respetan… descubre la responsabilidad del cuerpo en la generación
de la humanidad.
Vivir la castidad es una afirmación gozosa —es corona triunfal— en
la participación grandísima y delicada del poder de Dios. Nunca ha
sido la castidad, la limpieza, la pureza algo negativo o de desprecio o
de renuncia, como no lo son las renuncias y cuidados del atleta ante
las exigencias y la responsabilidad de la Olimpiada.
La castidad es hermosura que atrae, es verdad y produce gozo…, pero
por haber “colocado la mentira en el lugar de la verdad, los entregó el Señor
a pasiones infames, pues sus mismas mujeres invirtieron el uso natural en
el que es contrario a la naturaleza. Del mismo modo también los varones,
304 DECANOMÍA

desecharon el uso natural de la hembra, se abrazaron en amores brutales


unos con otros cometiendo torpezas nefandas, varones con varones, quedando
atestados de toda suerte de iniquidad, de malicia y fornicación”.
Estos errores y horrores traen como consecuencia la corrupción
de las costumbres de la sociedad, según el dicho… “La lujuria oscurece
la verdad y la razón”.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 305

LA ENVIDIA
La envidia es otro de los viejos y graves pecados capitales. El maestro
y animador es siempre el mismo —el viejo satán—
Dirige, sujeta y manipula todo desde el principio, instiga a los ángeles
para que tengan envidia de Dios —sereis como dioses—, instiga a Adan
y a Eva para que tengan envidia de Dios, instiga a Caín para que tenga
envidia de su hermano Abel.
Sigue dominando facilmente con su gran imperio y mentira sobre
cada hombre.
La envidia es el pecado capital más absurdo. Decía el Quijote a
Sancho: “Oye, Sancho, de todos los pecados capitales siempre se saca algún
gusto, provecho o beneficio, pero de la envidia…?”
Envidia es el disgusto que sentimos —nos enferma— en nosotros
mismos cuando el prójimo —vecino— posee riquezas y bienes
espirituales y temporales que ofenden nuestro maltrecho amor propio.
Las causas y raices de la envidia son la soberbia, el querer ser superior
y estar por encima de los demás. Nos hace mucho daño que los demás
estén sobre nosotros.
La sensualidad y la avaricia también son causas de la envidia, el apego
que tienen a las cosas terrenas, no pueden soportar o sufrir que los otros
gocen de los placeres o riquezas que queremos para nosotros. Nunca se
contenta cada uno con lo suyo.
Los envidiosos tienen el comportamiento de aquel pajaro Nimbo de
la INDIA que por envidia, cuando sus colegas con sol y buen tiempo
306 DECANOMÍA

salen a cantar sus hermosos gorgoritos y trinos, él lleno de envidia no


los soporta y se esconde en los agujeros y cuando no están los demás
—aún con mal tiempo— sale el Nimbo a dar sus gorjeos.
El envidioso aborrece al prójimo y desea ofenderle –hundirle— y
se entristece por el bien y la bonanza de los demás y también se alegra
del mal de los otros, de ahí las calumnias y murmuraciones.
La envidia nos hace parecidos y semejantes al padre de la envidia
—satán— que sufre eternamente y sin remedio porque no soporta que
los hombres sean más felices que el y corran mejor suerte.
Contra la enfermedad, vicio o pecado de la envidia no hay mas
remedio ni terapia que una cura de humildad, mortificación y
desprendimiento de los bienes de la tierra que nos facilitará una vida más
libre, sana y santa.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 307

PERFILES SOBRE EL HOMBRE


No vale la idea que el hombre se hace sobre el hombre sino la idea
que Dios —su Creador— tiene sobre él.
Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento
de la verdad, solamente para eso al principio creó Dios al mundo para
luego salvar al hombre al final. No hubo, ni hay ni habrá otro nombre
dado a los hombres que nos pueda salvar: solamente Jesús, en griego
“Soteros” que significa Salvador.
Ante el plan de Dios válido para todos los hombres en todos los
tiempos, el hombre responderá adecuadamente y se realizará plenamente
si está en estas ordenadas y abcisas: conocer y amar a Dios.
Dios en todo tiempo y lugar está siempre cerca del hombre para
salvarlo, y para que el designio, el plan, el querer de Dios resuene y
llegue a todos los rincones de la tierra en todos los siglos elige a unos
hombres que colaboren en el anuncio y proclamación del mensaje: id
y predicad…
La historia y el hombre han necesitado de 2000 años para que “esta
noticia” “este evangelio” llegara a todos los confines de la tierra.
Solamente los hombres que —urgidos por el amor— se adhieran
libremente a Cristo— Salvador se salvarán. Toda esta misión y obra se
transmite a todo hombre y mujer que se va asomando a este planeta-
tierra de generación en generación.
308 DECANOMÍA

La doctrina o querer de Dios se transmite mediante un conjunto


de esfuerzos que se llaman “evangelización y catequesis” es decir,
comunicación de fe y de vida. La catequesis está unida a lo largo de la
historia intimamente a toda la vida de la Iglesia.
La palabra “catequesis” del griego “katajeo” quiere decir “poner las cosas
en orden, en su sitio, desde arriba hacia abajo”. Lo entenderemos mejor
con la imagen de la gallina que da acogida a sus polluelos.
Dios se acerca amorosamente a todos los hombres vengan de donde
vengan, sean como sean, cargados con sus miserias, problemas y pecados.
Dios se hace todo con todos. Dios está empeñado en salvar al hombre
solo falta que el hombre quiera también.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 309

¿QUIÉN ES DIOS?
Evidentemente que ésta es una pregunta que suena a catecismo,
pero para pataleo de muchos el saber y conocer un poco de la naturaleza
de Dios y sus perfecciones desde nuestro atrevimiento, pobreza,
ignorancia, flaqueza e imperfección también es ciencia, filosofía,
teología, matemáticas, zoología y hasta se me antoja botánica.
Es bueno, justo y sano hacerse de vez en cuando esta pregunta
¿quién es Dios, cómo está Dios?
Para qué trabajen todas las ciencias sobre la naturaleza de Dios ahí
está la respuesta: “Yo soy el que soy, Dios es el que es, el que no puede
faltar…”
Ahora si que echo mano del catecismo para recordar, conocer y saber
sobre las perfecciones de Dios.
Dios es un ser simplicísimo, no está compuesto de parte alguna, es
sin mezcla y ni composición.
Es espíritu, sin cuerpo, sin figura, sin color. Es todo y no tiene nada
de lo que entretiene y divierte a nuestros sentidos.
Es eterno, es la vida, no tiene principio ni fin, simplemente es, ha
sido y será siempre, no puede faltar. No se entretiene con el tiempo ni
le afecta el cambio de hora.
Es inmenso, lo ocupa todo, lo invade todo, está en todas partes.
Todo tiene detrás de sí algo divino.
310 DECANOMÍA

Es inmutable, no está sujeto a mudanza, no tiene nada que buscar


ni nada que perder.
Dios conoce todas las cosas, nada se le puede ocultar a su
conocimiento y penetración, lo pasado, lo presente y lo venidero y todos
los secretos de nuestro corazón. Se las sabe todas.
Dios lo puede todo —omnipotencia, pantocrator— todo lo posible
claro está. Está limitado frente a tu libertad, no te puede salvar si tú no
quieres ni puede hacer círculos cuadrados.
Todas las cosas dependen de Dios, providencia, son suyas, las crea,
las gobierna, las conserva y dispone de ellas a su voluntad. Es el dueño.
Todo lo ordena y planifica naturalmente para su gloria —fin último
del hombre y de la creación— el hombre solo es feliz cumpliendo este
fin. Permite el mal para buscar algún bien, nunca puede abandonar al
hombre ni querer algún mal.
“Omnia in bonum… todo sucede y acontece para bien del hombre y
para hacer resplandecer, la gloria, la grandeza y su omnipotencia”.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 311

TIEMPO DE PRUEBA
También es obvio que la corta vida del hombre sobre la tierra suena a
una “prueba”. Una prueba para algo. Dios actúa como el padre y la madre
que dejan deliberadamente a su hijo solo durante algún tiempo para ver
como se porta.
Todos los hombres por ser –libres y mayores de edad— tenemos
que demostrar con nuestra conducta donde y como queremos pasar la
eternidad. La prueba de nuestra vida va terminar de una forma súbita e
inesperada, porque los hombres y las mujeres en este periodo de prueba
se cansan y se echan a dormir, así nos lo cuenta la parábola e comparación
de las vírgenes, tanto las prudentes como las necias se quedan dormidas.
Será un final repentino como la llegada del ladrón en la noche.
La prueba consiste esencialmente —hoy y ahora— en mantener
encendidas las lámparas, cuidar la llama, estar pendientes del aceite,
vigilar la mecha para cuando llegue la hora. Luego será demasiado tarde
y la puerta se cerrará.
La prueba dura lo que dura nuestra vida, unos años, unas semanas,
unos dias. El árbol quedará así como caiga. Dios siempre nos da las gra-
cias y ayudas suficientes para salir de la prueba con un avance positivo,
nos da un plazo para el arrepentimiento y para la corrección, es inútil
quejarnos de que nos haya dado más. Las vírgenes necias creían que sus
lámparas estaban en tan buena situación como sus vecinas.
Nos cuenta la parábola del rico incesante que un hombre ha
tenido un buen año en su comercio, negocio o cosecha y descansando
312 DECANOMÍA

junto al fuego mientras saboreaba un vaso de vino piensa en derribar


sus graneros, construir otros mayores y almacenar sus ubérrimas
cosechas, esperando que suban los precios en el mercado. Pasados estos
pequeños sacrificios luego se puede retirar del negocio y empezará a
vivir. Entonces es cuando llega el aviso: “Tú, insensato” esta misma
noche han de exigirte el alma. Esa vejez soñada no llegará nunca. Si
hubiera almacenado alguna riqueza espiritual o hubiera cuidado de la
vida de su alma recibiría con agrado el mensaje.
También es sensatez pensar y saber que nuestra vida, la fama, el
placer, el poder, el dinero, el sexo tienen un límite, un término, un
plazo.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 313

UNO Y TRINO
Naturalmente que éste exótico y sugestivo titular suena al misterio
de la esencia de Dios: Uno y Trino-Santísima Trinidad.
Por supuesto que no tiene nada de rompecabezas, ni de contradición
ni de trabalenguas. Al contrario es algo muy íntimo a cada hombre,
vital y cercano.
Obviamente es un gran misterio incomprensible, pero es necesario
conocerlo así, creerlo así y vivirlo de cerca así. Estamos ante la grandeza
e inmensidad de Dios.
Hay muchas cosas en éste mundo que conocemos pero que no
comprendemos, no es culpa de las cosas, es así de limitadísima nuestra
humana naturaleza.
La sana filosofía y la ciencia nos hablan claramente y hasta allí
podemos saber y conocer de la “naturaleza o ser o esencia de las cosas”
y por otro lado nos “hablan de la persona”.
En el misterio de la Santísima Trinidad nunca decimos “una y tres”
en el mismo sentido o en los mismos términos. Sería un absurdo y
contradicción.
Afirmamos y creemos en un solo Dios — una sola naturaleza, una
sola esencia, un solo ser— lo que es Dios en sí mismo.
Afirmamos y creemos que esa naturaleza o ser Dios posee o subsiste
en “tres personas o hipóstasis”. Padre, Hijo y Espíritu Santo. Estas tres
personas distintas no son más que un solo Dios.
314 DECANOMÍA

En este mundo que conocemos cada ser o cada cosa tiene su propia
naturaleza o ser que le hace ser lo que es y no otra cosa. Asi la planta, el
mar, la piedra, el caballo o el hombre, todos estos seres tienen su propia
naturaleza —esencia-ser— y solo el hombre es, posee o tiene una
persona. Pero la una, rica y divina naturaleza de Dios subsiste o tiene tres
personas iguales en antigüedad, majestad y perfección y distintas
porque el Padre no es el Hijo y el Padre y el Hijo no son el Espíritu
Santo.
Ninguna de las tres personas es anterior o posterior. Las tres son
eternas. El Padre no puede existir un solo instante sin engendrar a
su Hijo.
La luz es producida por el sol, no obstante el sol es el principio de la
luz; la luz es tan antigua como el sol es el principio de luz; la luz es
tan antigua como el sol porque el sol no puede existir un solo instante
sin brillar.
Grande e inefable misterio de Dios que envuelve, penetra e invade
la vida del hombre hasta lo más profundo e íntimo de su ser.
El amor de Dios se ha infundido en nuestros corazones por el
Espíritu Santo para que vivamos como hijos de Dios queridos por
Dios Padre.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 315

VIDA MATRIMONIAL
Se habla mucho hoy de las rupturas y fracasos matrimoniales y
mientras tanto se están sufriendo desgraciadamente en la sociedad las
penosas consecuencias. Sin embargo se habla poco o nada del amor y
de la comprensión que desempeñan un papel tan importante en la vida
matrimonial.
Dentro y fuera del matrimonio es peligroso y gravísimo el orgullo y la
soberbia, el remedio siempre es la humildad y reconocer los errores que
surjan en ambas partes. Las dificultades conyugales son menos graves de lo
que parecen y pueden superarse con un poco de buena voluntad. Muchos
matrimonios después de los primeros años de casados felices, ahora son
unos desgraciados viviendo en discordia, exasperados y furiosos.
Ahora que aparecen los defectos en el hombre y en la mujer es
necesario “domesticarlos” y convivir con ellos comprendiendo y
luchando. Las moscas no se cazan con vinagre. No podemos estar
siempre fijando la atención en los defectos y echándolos en cara, hay
que ver las buenas cualidades que se veían en el noviazgo.
Los dos tienen defectos, pasiones y errores ¿Quién no los tiene…?
¡Cuantos matrimonios tienen los mismos defectos que ellos y aún más y
sin embargo viven felices y en paz!. Tienen que adaptarse el uno al otro en
un esfuerzo contínuo remando en la misma dirección, si cada uno rema en
sentido contrario, la barca no navega, se desconyunta y se hunde. Quién
no esté dispuesto a adaptarse al otro es mejor que no se case. Puestos a no
ayudarse el uno al otro y en un contínuo choque de opiniones, deseos,
planes y gustos el matrimonio se convierte en un infierno. Cualquier
316 DECANOMÍA

choque o discordia inevitable se puede convertir siempre en armonía


maravillosa. Quizás uno y otro tengan que corregirse en algo pero no
somos automáticos —se necesita tiempo—, también la paciencia sin
discusión es una norma suprema del amor. Hay que saber esperar que
el cónyuge logre superar los defectos. Excitarse y enfadarse no servirá
de nada más que para multiplicar los roces y los choques. El tiempo
destruye siempre lo que se hace sin él. Sobra decir que dentro del
matrimonio jamás deben existir palabras agrias, insultos, ultrajes y
asperezas. Al matrimonio le pasa como al agua cuando se enturbia ya no se
ve nada en ella, hay que dejarla reposar para que recobre su claridad.
El matrimonio requiere también comprensión y perdón recíproco,
es malo perdonar demasiado, pero también es peligroso no perdonar
lo suficiente. Vale también aquí aquello del evangelio perdonar
hasta 70 veces siete y repetir, es decir, siempre. cuando hay que
reprender siempre a solas y nunca en público y sin reproches duros
y reacciones violentas. La “taciturnidad”, la terquedad, el mal humor
actúan en el matrimonio como un cáncer. Es peligroso que el marido
se atrinchere tras el periódico y la televisión, la taberna o la calle.
El marido cansado del trabajo y la mujer cansada también del trabajo
necesitan hablar y desahogar, hay maridos que no hablan con su mujer
solo gritan y mandan. En cualquier matrimonio naturalmente aunque
reine el verdadero y auténtico amor conyugal siempre habrá lugar
para el sacrificio y el disgusto, pero al final siempre sale el sol después
que pasan los nubarrones.
DEC A N OMÍ A X

“No codiciar nada de tu prójimo…


ni desear su mujer…”
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 319

AVARICIA
La avaricia es otro de los pecados capitales que siempre está vivo
y vibrante en nuestra sociedad, es como una endémica plaga. Es el
amor desordenado a los bienes temporales hasta llegar a la esclavitud y
adoración. Es poner el corazón en las cosas, es apegamiento, esclavitud,
servidumbre y dependencia de lo terreno.
El amor ordenado para la categoría del hombre es —el amor de
Dios— el amor al Dios de las cosas y no el amor a las cosas de Dios.
Avaricia es amar desordenadamente las cosas y los regalos de Dios.
Dice el adagio: “Semper avarus eget…” El avaro siempre es pobre. Es
una señal y síntoma de la avaricia el gozo y el regocijo inmoderado por
la posesión de los bienes terrenos.
Nos recuerda la filosofía popular que las cosas son para el hombre y
no el hombre para las cosas.
Cuando el hombre ama apasionadamente los bienes de la tierra
se convierte en avariento y “homo terrenus” pero si busca los bienes
espirituales y de arriba —sursum— se hace un “homo sanctus et
spiritalis”.
El “homo terrenus” por ser mentira y falso hace daño y es peligroso.
El “homo spiritalis” es verdad y más útil.
Es también una señal de avaricia cuando nos afligimos con exceso al
perderlos y tenemos que ser privados de ellos, cuando se procuran o se
conservan por caminos y medios injustos y opuestos a la ley de Dios.
320 DECANOMÍA

Es malo también hacer uso de ellos por lujo, capricho, vanidad o


sin necesidad de ellos, por soberbia y sensualidad.
La avaricia es la raiz y causa de muchos males en la tierra: traiciones,
fraudes, mentiras, enemistades, riñas, perjurios, inquietudes, violencias,
dureza de corazón.
Hay que estar dispuestos a desprenderse poco a poco y dejar los
bienes de este mundo porque en cualquier momento todos los bienes
son capaces de dejarnos.
Es más real y llevadero estar sin ataduras y enteramente libres y
dispuestos a partir.
El pensamiento de la muerte nos puede ayudar mucho contra la
avaricia pues nos privará —muy a pesar nuestro— de todas las riquezas
y bienes que hayamos almacenado con tanto esfuerzo y sudor.
Venimos desnudos y libres a este mundo y nos iremos libres y
desnudos, solo nos acompañarán nuestras buenas o malas obras.
“Opera enim illorum secuntur illos…”. Solo las obras llenaran nuestras
maletas.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 321

DIVORCIO
El divorcio es un mal. Cristo lo prohibe y la Iglesia no puede
aceptarlo. Esta es la doctrina clara y de siempre sobre el divorcio.
Los divorcios no solucionan nada, traen graves perjuicios a la sociedad
y siempre empeoran la situación. El divorcio hace más daño que bien, es
una solución que hace mas daño que el mal que remedia. Debemos tener
cuidado con las pretendidas medicinas que para curar un pequeño mal
nos causan otro cáncer peor. Nos recuerda la sana filosofía que un error no
justifica otro error.
El caer en la tentación de pensar en la posibilidad del divorcio ya
empieza a hacer daño y causa malestar dentro de la familia. Es deportivo,
elegante y santo el saber soportar unos los defectos de los otros sobre
todo entre esposa y esposo y entre padres e hijos. No por cambiar de
pareja o de convivencia desaparecen milagrosamente los defectos, sino
que persisten y aumentan inherentes a la condición humana. No hay
persona conocida o desconocida sin defectos, si esa es la causa del malestar
se volverá uno a divorciar de nuevo. En algunas naciones alguna pareja
tiene en su haber el negro y macabro “récord” de diez o doce divorcios.
Es verdad que el divorcio engendra divorcio.
Una aventura amorosa, de momento, puede parecer maravillosa,
pero a la larga caerá en las mismas dificultades y problemas que se
encuentran en cualquier matrimonio estable. Generalmente siempre
terminan de mala manera. Nos recuerda la filosofía y la sicología que el
amor fiel de una pareja estable es causa y fuente de un placer mucho más
322 DECANOMÍA

profundo que lo que puede dar de sí una aventura amorosa. Los hijos,
terribles víctimas del divorcio son huérfanos de padres vivos.
Los matrimonios —fortalecidos por la gracia sacramental— deben
esta atentos y ser fuertes ante el ataque de esta tormenta escandalosa de
divorcios y matrimonios fracasados. Salvar el matrimonio ante el menor
disgusto para no caer en un divorcio irreparable con cónyuges inocentes,
separados, tristes, solos y con hijos abandonados. Hay que saber resistir
esta salvaje oleada que intenta destruir los pocos matrimonios que se
mantienen fieles y luchan contra corriente y que se quieren oponer a la
perversa y diabólica moda de la cultura del erotismo y de la perdición.
La Iglesia quiere ayudar a salvar los matrimonios poniendo toda clase
de dificultades a los que solicitan los divorcios. El matrimonio estable es un
bien y una paz para la sociedad. Confiesa un esposo —después de superar
otra crisis matrimonial—: “doy gracias a la Iglesia por haberme ayudado a
superarme, ahora quiero muchísimo a mi mujer y soy feliz con ella, si me
hubiera divorciado se la había llevado otro y yo la habría perdido”.
El matrimonio indisoluble es obra de Dios y por lo tanto —en buena
lógica— es absurdo que el hombre pueda inventar algo mejor. Cuando
nace y existe el amor se busca la pareja estable y exclusiva. Nadie pone
plazo a su amor. El amor quiere serlo siempre. El que piensa poner
término a su amor es que no ama. Las uniones provisionales y cambiantes
son propias de caprichos sentimentales o sexuales nunca del amor que
desea ser eterno y para siempre.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 323

HOMBRE Y MUJER
Los seres más perfectos, más bellos y más verdad de la tierra son el
hombre y la mujer.
El hombre y la mujer son la cumbre y la cima de la creación, están
encima de la cúspide de la pirámide en la jerarquía de las creaturas. En
el largo recorrido de la historia del mundo muchas veces se ha puesto la
pirámide patas arriba. Ahí está la esclavitud, el menosprecio y minusva-
loración de la mujer, la filosofía del machismo y del feminismo.
Dios creó al hombre y a la mujer… a imagen de Dios los creó
(Gen. 1,27). El hombre y la mujer ocupan un lugar único en la creación.
Dios creó todo para el hombre y la mujer.
El viejo binomio: hombre y mujer ha sido inventado, crado y
querido por Dios. Entre uno y otro hay una perfecta igualdad en la
dignidad, en los derechos y en los deberes; la única pequeña y gran
diferencia está en la esencia “ser hombre” o “ser mujer”.
Ambos y juntos son una obra maestra que indica y refleja la sabiduría
y la bondad de Dios. Dios no quiso crear al hombre solo o a la mujer,
sino que los creó hombre y mujer, el uno para el otro, es una unidad de
dos. Cuando el hombre vió a la mujer gritó: Esta es hueso de mis huesos,
es decir, es otro yo de la misma naturaleza y humanidad. Ninguno de los
animales era “una ayuda adecuada” para el hombre o para la mujer. No
se puede concebir al “uno sin el otro”. Dios no los ha hecho a “medias” o
“incompletos” sino que son así esencialmente.
324 DECANOMÍA

Están hechos para una comunión de personas y


complementarios en cuanto masculino y femenino. Según el
plan de Dios forman en la “unión matrimonial” una sola carne
para transmitir la vida. “Sed fecundos, multiplicaos y llenad
la tierra (Gen. 1,28)”.
Preparados anatómica y fisiológicamente para poder cooperar de
una manera sublime y divina, única e insustituible en la obra de la
creación. Para ninguna otra cosa tan importante, tan humana y tan
divina —por expreso encargo de Dios— están hechos los hombres y
las mujeres más que para la paternidad y la maternidad, todo lo demás
es tangencial y les viene dado como plataforma, escenario y ayuda para
mejor y santamente cumplir con esta misión y querer de Dios.
Cuando la historia pierde este enfoque o punto de vista sobre la
pareja humana necesariamente la destroza, la rebaja, le rompe
la armonía y le aleja de la felicidad.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 325

LA VIDA DEL HOMBRE


El hombre es el ser supremo y más perfecto de la creación y está
puesto por Dios-Creador en la cúspide de la pirámide, de aquí arranca
toda la grandeza del hombre poco inferior a los ángeles . Dios creó a
su imagen y semejanza, es el único ser libre como Dios. Siempre ha
habido muchas teorias, hipótesis, suposiciones y elucubraciones sobre
el hombre pero Dios sabe más y es el autor de “esta obra”.
La grandeza del hombre también radica en ser “eviterno”, esto quiere
decir que es casi eterno, tiene principio en el tiempo pero ya no tiene
fin. El hombre una vez traido a la existencia ya tiene que aguantar,
soportar y sufrir responsablemente para bien o para mal todo el peso
de su existencia y condición humana que persiste y pervive para su
suerte o para su desgracia aún después de la muerte.
Los que pretenden acabar con la vida del hombre con la muerte se
engañan y van contra los planes de Dios. La vida del hombre no
termina, se transforma, se cambia, continúa.
En esta etapa terrenal y temporal de unos cuantos
años —pocos— el hombre está sometido a una prueba
adornado y regalado con la libertad humana. Muchos no
quieren esta prueba ni prefieren la libertad por las graves y
transcendentales consecuencias y por lo caro que Dios cobra el haberles
prestado la “libertad” haciéndolos hombres en vez de monos.
En la etapa última, final y definitiva “post mortem” se gozará según se
haya ajustado uno a los sabios planes de Dios y según se haya empleado
rectamente el don de la libertad.
326 DECANOMÍA

La etapa terrenal es irrepetible y corta, marcha a la medida y al ritmo


del tiempo y del reloj, no tiene moviola, no se puede dar marcha atrás,
podemos rectificar las veces que queramos, parchar la rueda y arreglar
el carro, comenzar y recomenzar y empezar de nuevo.
Algunos dicen: yo tengo otras creencias y otras normas de vida.
Bueno, pero esto no es discutible ni optativo, no sirve ningún otro
planteamiento. Otros dicen: es duro y serio aceptar esas normas de
juego, puede ser un fracaso. Fracaso y solemne va ser seguro cuando sin
remedio nos veamos sin solución. Dios quiere que todos los hombres
se salven pero no por libre ni de cualquier manera, sino que ha dicho
el modo y camino concreto por donde se debe ir: su Iglesia. Leemos
en los Hechos de los Apóstoles: “No hay en el cielo ni en la tierra otro
nombre para los hombres por el que podamos salvarnos, sino el nombre
de Jesús… ” Por lo tanto queda fuera de texto en este terreno de Dios
y de la salvación cualquier otra opción y alternativa por muy bonita,
variopinta, moderna y pintoresca que se nos presente en el andar de
los siglos.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 327

MATRIMONIO
Dios inventó el matrimonio para garantizar la continuidad y
procreación del género humano. Pero todo tiene su “réplica” y los
hombres de lo que era un bien programado y organizado, lo han
trocado en un caos y en un foco de desavenencias. Lo que era un
nido de generosidad, entrega y alegría se convirtió en una cuna de
egoismo, de dispersión y de tristeza.
El vinculo matrimonial entre el hombre y la mujer creaba en tono
a si: hijos, familiares, amigos, un hogar de amor, de lucha y de bienestar,
ahora con las rupturas llega el desastre, la ruina, la desazón y la tristeza
produciendo la diáspora y fuga en los cónyuges, hijos, familiares
y amigos.
El divorcio y las separaciones jamás podrán ser causa de algo bueno
en ningún orden ni para nadie, siempre crean y dejan necesariamente
víctimas.
Los cónyuges son libres para contraer matrimonio, pero no son libres
para romper el vínculo matrimonial. A nadie debe extrañar que nuestra
libertad esté así protegida, ya que no es omnímoda ni omnipotente.
En el matrimonio el cuidado, el esfuerzo y el empeño por guardar
fidelidad y custodiar el vínculo dentro del amor debe ser una norma de
siempre y para siempre.
El amor debe crear un lazo sincero, fuerte y permanente, pero a veces
los matrimonios son coincidencias de dos egoismos. Solo el gozo sexual
328 DECANOMÍA

y la simple unión carnal no basta, no llena, no sacia, no vincula, no


compensa, no completa, no acaba, no agota la compleja, rica y exigente
realidad matrimonial.
Al romperse el matrimonio de pronto se ensaya otra aventura
que romperá de nuevo por no aportar amor sino egoismo. Pasados
los primeros escarceos, encantos y novedades todo el nuevo equipaje
montado se vendrá abajo.
El amor exige que olvidemos nuestro “complicado yo” ya que la
soberbia también daña y mina cualquier matrimonio.
El amor nunca puede darse por supuesto y hecho, los cónyuges
deben recordar con frecuencia y no bajar la guardia ante el “compromiso
de amor” que firmaron en su mocedad. El fuego si no se alimenta se
apaga, el amor hay que cuidarlo y estrenarlo cada día.
Amarse hasta el final este es el reto, el precio y la condición; es fácil
amarse la víspera de la boda o en la primavera de la vida; el permanecer
en el amor hasta el final otorga al hombre y la mujer un título de
“aristócratas del amor”.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 329

PRELUDIO DEL MATRIMONIO


Las cosas grandes no se hacen en un día. El matrimonio es una de
esas cosas grandes, es un “sacramentum magnum” es un sacramento
grande.
Antes de llegar al matrimonio definitivo y estable existen unas etapas
naturales y previas como preludio. En la adolescencia y juventud se van
dando pasos para ir conociendo y descubriendo al otro sexo. Es malo
lanzarse y malo el retirarse.
En estas etapas de evolución natural y normal de conocimiento es
necesario el trato entre los jóvenes, el encuentro, la convivencia, los
grupos o pandillas que pueden estar fundamentadas en lo cultural, lo
benéfico o deportivo u otras afinidades.
Los grupos o pandillas entre chicos y chicas invevitablemente darán
a conocer los variopintos y pintorescos aspectos de la forma de ser de
cada uno. Las grandezas y las virtudes como también las pequeñeces
y miserias de cada cual. Dice la sicología que “ya en el juego y la mesa
se le puede conocer bien a una persona”.
Como fruto y resultado del conocimiento en grupos y pandillas irán
emparejándose para salir juntos, salir juntos no es todavía el noviazgo
pero es un preludio.
El noviazgo como preludio y preámbulo del matrimonio ya no
puede ser un mal juego ni una diversión ni un pasatiempo sino algo
muy serio, es una etapa muy formativa como ocasión para ejercitar
330 DECANOMÍA

la nobleza, la sinceridad, la lealtad, la generosidad, la caballerosidad,


la discreción, la fortaleza, la fidelidad, la moralidad. Es el momento de
conocerse mutuamente para luego dar un paso para toda la vida. Hay
que prepararse para un amor duradero. Al no llevar bien el noviazgo no
puede marchar bien luego el matrimonio.
El amar para un rato tan solo —diversión, flirteo, aprovechamiento—
es egoismo y no amor. Flirteo es jugar al amor. Es la negación del amor,
es caricatura del amor, es mutilación del amor. El amor es lo más íntimo
y más delicado del ser humano.
El noviazgo es una escuela preparatoria para el matrimonio. El
ligue es un juego peligroso, ligero, superficial y frívolo que incapacita
para amar.
Hoy está en crisis el matrimonio porque está en crisis el noviazgo.
Fracasan los matrimonios porque el noviazgo estuvo cargado de
placer, egoismo y calamidad y sin virtud y sin amor no puede haber
matrimonio feliz.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 331

LA GRAN PROMESA
La más grande de las promesas no puede ser otra que el “Cielo”.
Dios ha inventado todas las cosas tan variadas para nuestro servicio y
nuestro uso, pero tenemos que usarlas como —medios e instrumentos—
que no nos estorben para llegar al Cielo. Los bienes y las cosas no son
fines. Por eso siempre rezamos y pedimos que el uso de los bienes
terrenos no nos impidan conseguir los bienes celestiales. Hay que
estar atentos y saber usarlos.
El Cielo está ahí prometido, pero antes conviene sufrir un poco o
un mucho.
El Cielo hay que merecerlo y ganarlo. Antes del premio siempre
está la prueba.
Al Cielo siempre se llega por el camino de la cruz. Del Cielo es más
fácil enumerar los males y daños de que habremos de carecer, que los
bienes y placeres que hemos de gozar. Por eso el Cielo también nos
viene grande. Empieza a soñar y quedarás corto.
“Regnum coelorum vim patitur…” El reino de los Cielos ofrece
resistencia, no es para los cobardes sino para los valientes.
La alegría, el amor y el gozo del Cielo serán más grandes que los
habios en cualesquiera circunstancias de la tierra y más. En el Cielo habrá
más sabores que gustos en el mundo entero.
El buen ladrón ha robado el Cielo, todos los demás tenemos que
ganarlo día a día con nuestras buenas obras y méritos.
332 DECANOMÍA

Todos estamos llamados al “Gran espectáculo eterno”: el Cielo.


Tenemos entrada?.
Es bueno tener ganas, ambición y esperanza en el premio y poner
los medios.
Dios pone delante de los hombres: el bien, la vida, el Cielo y
también el mal, la muerte, el infierno. Es tiempo de escoger, es tiempo
de opción, es tiempo de elegir.
La gloria que está preparada repercute ya en el presente. Nuestra
vida es como los primeros compases y notas de una gran tocata,
sonata y sinfonía que es el Cielo.
Mientras somos peregrinos no conviene olvidar el punto de destino.
Hemos de bajar en la estación-muerte y luego subir en la estación-
Cielo.
La gloria y el Cielo no tienen límites, ni fondo ni riberas. El Cielo es,
según definición de los teólogos: “Plenitudo omnium bonorum…” es la
plenitud, la posesión y el gozo de todos los bienes que aquieta y satisface
plenamente todos los deseos y aspiraciones del hombre.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 333

CONQUISTA DEL TESORO


El que tiene algo importante que hacer o un gran negocio que
arreglar anda como preocupado y procura poner en ello todo el corazón
y toda la cabeza.
La Gloria, el Cielo es semejante a un “tesoro” “un gran negocio”, no
deberíamos perder este punto de mira ningún instante de nuestra
vida.
Habrá que hilar fino y luchar todos los días, incluso venderlo todo
para conseguir el “tesoro” la margarita preciosa de la Gloria. Realmente
se trata de un gran negocio.
Necesario es el despengue y desasimiento de las cosas de este mundo
¡duro y difícil!. Ahí está el mérito. Si fuera fácil no se hablaría de tesoro,
sino más bien de bagatela.
Necesitamos volar, aunque no podamos levantar mucho
vuelo, con nuestras alas manchadas, sucias, pegadizas y con
mucho barro, a pesar de que la tierra nos atrae como un imán
maldito. Hemos de imponernos y pelear contra esta fascinante
atracción… pensando que en realidad valen poco las cosas
de la tierra, duran menos, apenas empiezan y ya se acaban.
Para saborear este efímera realidad convendría visitar con frecuencia
nuestra sepultura y allí mirar, oler y palpar nuestro cadáver podrido
de ocho días.
A cambio de esfuerzo que pongamos ahora, se conseguirá el gran
tesoro, el gran premio, el gran amor, sin engaños, sin traiciones, con
334 DECANOMÍA

todo el amor, con toda la belleza, con toda la grandeza, con toda la
ciencia.
Cada uno tiene que hacer y resolver el gran negocio: saber perder
cara a la tierra para ganar cara al Cielo. Esta si que es ganancia.
Mientras los hombres dicen y juran para “siempre” en sus cosas
temporales, solo es verdad, con una verdad total, el para “siempre” del
Cielo y de la eternidad.
Es bueno para el hombre, de vez en cuando, meditar, pensar, soñar y
sentir sabores de miel, dulzuras del Cielo, y poner los ojos en la
eternidad ¡que sí es para siempre!
Si esto no fuera así la vida sería una broma cruel.
Por otra parte no hay conquista de tesoro fácil.
Hay una ambición que siempre es poca y nunca es mala: la
ambición y ganas de Cielo.
Si todos corren hacia algo, nosotros — en el gran marathon de la
vida— tenemos que correr más que nadie hacia la meta: vida eterna,
Cielo.
Quizás esta lucha por el tesoro la entiendan pocos, pero también es
verdad que la felicidad del Cielo es solo para los que saben ser felices en
la tierra.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 335

EL HOMBRE
¿Qué es el hombre?
Hay muchas teorías y definiciones sobre el hombre –variopintas y
pintorescas. Las ha habido siempre y las habrá.
Recordemos a algunos filósofos y pensadores, como resumen,
capitulación y prototipo, que engloban y significan los más salientes e
importantes en la historia.
Para Kierkegard el hombre es formalmente angustia, una existencia
entre el ser y la nada. Para Heidegger el hombre es un “sein zum
Tode” … un ser para la muerte, un ser que viene de la nada y camina
irremisiblemente hacia la nada, origen y meta de la existencia humana.
Para Sartre el hombre es una pasión inútil. Para Albert Camus el
hombre es un continuo absurdo, algo irracional y carente de sentido.
Todas estas teorías y ensayos de visión miope, asfixiante, angustiosa,
periférica e inmanente de los existencialistas contrasta con la
diagnosis que Cristo hace sobre el hombre —imagen e hijo de Dios— que
debe servir a Dios ene este mundo y luego ser feliz para toda la eternidad,
resultando así la concepción cristiana sobre el hombre, más rica,
alegre, abierta, esperanzada, transcendente y sustancial.
Todos los planteamientos e interrogantes filosóficos sobre el hombre
y el mundo encuentran respuestas infructuosas, obscuras y rebajadas y
poco dignas cuando se quiere enfocar al hombre fuera del marco divino
y desplumado de lo transcendente.
336 DECANOMÍA

Realidad y grandeza del hombre cuyo asombro narra la Biblia:


¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él.? Has hecho al ser humano
un poco inferior a los ángeles… Sólo Dios, por ser creador y dueño del
hombre, tiene una concepción clara, exacta, sabia, válida y definitiva
sobre el ser humano y por lo tanto no discutible ni opinable. ¡Quizás
sea el relojero el que mejor puede definir y hablar del reloj…!
El misterio del hombre en cualquier época histórica no termina de
resolverse más que por una aceptación sincera a Cristo, Alfa y
Omega, piedra filosofal del hombre y clave del mundo.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 337

SIGLOS DE LA INCREDULIDAD
Después del concilio de Trento además de los buenos frutos empiezan
a surgir nuevos brotes de esceptecismo, gnosticismo, filosofismo y
liberalismo como réplica a renovación y reforma en la fe católica.
En Francia aparecen los libertinos que defendían a ultranza
el libertinaje e independencia total en materia de religión y
revindicaban el derecho a la incredulidad. Sus corifeos, el filósofo
epicúreo Gassendi, discípulo de Moliere, Bernier y Bayle autor del
“Diccionario histótico crítico” donde recogía todas las objecciones
contra la religión y contra la Iglesia. Estos libre-pensadores buscaban
todas las armas en la ciencia, en el dogma, y en la historia para
atacar a la Iglesia.
Todos estos y otros se aunaron para publicar la “Enciclopedia” en el
año 1751. Montesquieu, Voltaire, Rousseau, Concillac, Diderot éste
dirigió la obra y se declaró abiertamente ateo y sostenía que Dios no
existe. D’Alembert autor del prólogo en donde se burla de la edad
media cristiana.
El objetivo de esta obra era sustituir el culto tradicional cristiano por
el culto y la devoción a la diosa razón y al materialismo.
Voltaire ridiculiza al clero y los creyentes, atacaba todos los dogmas,
la Biblia y los evangelios.
La lista sigue con Juan Jacobo Rousseau otro acérrimo demoledor
de todas las bellezas, instituciones y doctrinas cristianas.
En Alemania también proliferaron los librepensadores como
338 DECANOMÍA

Lessing que coloca a las tres religiones israelita, cristiana y musulmana


en el mismo terreno como tres anillos iguales pero de distinto metal.
El baúl o compendio de todos los errores y falsas doctrinas y
ataques a la Iglesia lo realizó un librero Nicolai en su “Biblioteca general
alemana”.
En Inglaterra todas las fuerzas malignas y anticatólicas —deistas,
naturalistas, materialistas y librepensadores— se agruparon en torno
a la masonería del francés “maçón” que es albañil.
Masonería —albañiles franceses— que se fueron extendiendo por
todas las naciones.
En ciertas ocasiones, todas las fuerzas de la incredulidad, van más
lejos y así Alemania, Suiza, Francia y otros estados protestantes declaran
la guerra contra la iglesia católica —Kulturkampf— pero como siempre
saldrá victoriosa de estos zarpazos anticatólicos y anticristianos para
poder cumplir su misión.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 339

DIOS Y CULTURA
La historia y la cultura de los diversos paises, regiones, naciones y
continentes a través de los siglos son como una respuesta variopinta y
policromada para intentar dar sentido a la existencia humana y personal.
Cultura también es la actitud que el hombre asume ante el “eterno
misterio de Dios”.
Cuando la cultura se nubla y se aleja del “misterio de Dios” también
se eclipsa el sentido de Dios y el sentido del hombre lo que sucede
en nuestro mundo contemporáneo. Al perder el sentido de Dios, se
pierde necesariamente el verdadero sentido del hombre, de su dignidad
y de su vida.
Como consecuencia de este eclipse aparecen hoy falsas soluciones
poco duraderas, doctrinas y filosofías con el materialismo, el hedonismo,
el relativismo que al final dañan al hombre. Se manifiesta aquí la
perenne validez de lo que escribió el Apóstol: “Como no tuvieron a bien
guardar el verdadero conocimiento de Dios, Dios los entregó a su mente
insensata para que hicieran lo que no conviene. (Rom. 1,28)”.
Para esta filosofía lo único que cuenta es el bienestar material —la
calidad de vida que nos empuja y aprieta contra la eficiencia económica,
el consumismo desordenado, la belleza y el goce de la vida física,
olvidando las dimensiones mas profundas —espirituales y religiosas—
de la existencia.
340 DECANOMÍA

Otras consecuencias de este eclipse son la febril aparición de “utopias


totalitarias que predican con mucho ruido y por poco tiempo la justicia
sin libertad” o las “utopias libertarias” que defienden la libertad sin
verdad.
Estas falsas ofertas y efímeras niegan la existencia de una verdad
objetiva sobre la persona humana y la ética natural y confia el establecer
lo que es verdadero y lo que es justo a la simple opinión de la mayoría.
Estas utopías e ideologías, agnósticas y relativistas minan en su fundamento
cualquier estado de derecho, por eso el Papa sale al encuentro ante
estas doctrinas con sus dos encíclicas: “Veritatis splendor y Evangelium
vitae” donde defiende toda la justicia dentro de la libertad y la libertad
dentro de la verdad.
Un pretendido mundo y cultura sin Dios es inconcebible e ilusorio.
Los denodados esfuerzos del relativismo y del secularismo negando la
transcendencia del hombre nos conducen y propinan “la cultura de
la muerte y la degradación humana”.
Ya se empiezan a ver las ruinas de tantas torres de Babel que van
cayendo y quedando por el camino enlosando la historia y la cultura.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 341

SENTIDO DE LA EXISTENCIA
Todo hombre en estado de sensatez y desde su poquedad sabe que
a Dios no se le puede corregir la plana ni el programa. Dios siempre
sabe y no nos queda más, en nuestra condición de criaturas, que mirar
y preguntar al Otro, al Creador.
Dios vió la “creación buena” y fuente de alegría para todas las
criaturas y en sumo grado lo es para el hombre. Dios Creador puede
decir a toda la creación: “Es bueno que tú existas”. La bondad de la
creación —la Buena Noticia, el Evangelio— es más grande que todo lo
que en el mundo hay de mal. El mal no es fundamental ni definitivo.
Todas las ofertas, filosofías, doctrinas e ideologías son utopías y
torres de Babel que se van cayendo y quedando por el camino. El
mundo empieza a estar cansado de tantas y falsas ideologías y ofertas
que si no provienen de Dios al final hacen daño al hombre y nos llevan
a la degradación y a la cultura de la muerte.
Por eso se barrunta y atisba que empieza a brillar la verdad —Veritatis
Splendor— que está rasgando las tinieblas de la existencia humana.
El hombre moderno tristemente piensa, vive y trabaja como si Dios
no existiese. Este es el único y verdadero mal —causa y raiz de todos
los otros males—. El hombre —criatura— no puede ser auténtico sino
acepta a Dios como Creador; el hombre no es grande sino en la medida
que su vida sea una respuesta al amor de Dios y se pone al servicio
de sus hermanos.
342 DECANOMÍA

El destino y el proyecto del hombre no solo está ligado a Dios en su


origen, procedencia divina —imagen y semejanza— sino también es su
vida injertada en Cristo y con participación con Cristo por medio del
Bautismo en la real vida de conocimiento, de amor y de alegría. Cuando
un hombre sale de las fuentes del Bautismo oye decir a Dios: “Tu eres
mi hijo yo te he engendrado hoy”. El proyecto de Dios sobre todos los
hombres también persiste en su fín y en su destino que es la vida eterna
en el Amor.
La vida viene de Dios y la salvación también viene de lo alto, así
nos lo recuerdan las altas de torre de los campanarios de las Iglesias y
Catedrales y también los sonidos y las alarmas de las campanas.
Dios no tiene dos proyectos sobre el hombre, uno natural y otro
sobrenatural, sino uno solo que es la total participación en la vida de
Cristo, la elevación del hombre y la filiación divina.
La civilización moderna pretende vivir sin Dios como si Dios no
existiera, minimizando y rebajando al hombre. Pero si Dios no existe
¿puede existir el hombre verdaderamente?
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 343

NUEVA VIDA
Todos los hombres tienen la posibilidad —si quieren— de vivir una
nueva vida paralela —mal dicho paralela— a la vida natural, terrena y
somática que es la vida sobre-natural, divina y eterna.
Así como a la vida física la anima la sangre, las venas, las arterias, los
leucocitos y eritrocitos, los huesos, la piel, etc. a la vida sobre-natural
la sostiene la fe, la gracia, los Sacramentos, los mandamientos y jamás
perjudica o destruye la vida humana sino que la potencia, la capacita y
la ayuda porque es superior, es sobre-humana, es sobre-natural, es mas
que la vida natural.
San Pablo habla de esta nueva vida calificándola de “neofitismo” es
decir, es una nueva planta, un nuevo brote, una nueva existencia, un
nuevo ser, un nuevo retoño, otro nacimiento por el Bautismo.
La vida natural y somática tiene un desgaste y un final inevitable: la
muerte. La vida sobre-natural crece y se desarrolla y es vida para siempre,
es eterna.
Cristo es el dueño de la vida del hombre y nos descubre “la grandeza
y el sentido de la vida”. El hombre es la única creatura de la tierra que
Dios ha amado por si misma y la ha destinado a la felicidad eterna. La
verdad y el bien son los únicos objetivos que aquietan el entendimiento
y la voluntad del hombre.
La nueva vida empuja al hombre a vivir de acuerdo con su “grandeza,
vocación y destino” que es conseguir dentro de la “libertad” la meta y el
logro de la verdad y del bien.
344 DECANOMÍA

Esta nueva vida nunca será fácil de vivir porque la naturaleza está
herida y por lo tanto sujeta al error e inclinada hacia el mal. Nuestra
libertad herida hay que curarla, cuidarla y educarla, porque Dios nos
quiere llenos de verdad y de bien, nos quiere santos pero también felices.
La felicidad en la tierra siempre es agridulce.
Cristo que es el Señor de la historia y del cosmos es para el hombre
“el camino, la verdad y la vida “nueva”. Ya lo decía la leyenda de aquella
biblioteca: Si conoces a Cristo lo sabes todo; si ignoras a Cristo, no
sabes nada…”
También la madre Teresa de Calcuta nos ha legado que “Cristo es el
Amor que ama, es el camino para ser andado, la luz para ser encendida,
la vida para ser vivida, el amor digno de ser amado”.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 345

CAMINO FINAL
Una vez resucitados todos lo hombres haremos juntos y mezclados
el último camino hacia el lugar del juicio y tribunal de Dios.
El criterio para el juicio no será la riqueza, ni la pobreza, ni la ciencia,
ni la ignorancia, ni el linaje noble o humilde. La cruz será la medida para
pensar nuestras vidas buenas o malas.
Todos mezclados niños y niñas, jóvenes puros de cuerpo y alma
y los corrompidos, la virgen inocente y la joven perdida, la madre
sacrificada y la callejera, el esposo fiel y el traidor, el industrial honrado
y el desaprensivo, el cumplidor y el que no tenía conciencia, el gobernante
recto y el sobornado, el sacerdote ejemplar y el escandaloso, el religioso
observante y el despreocupado, el Obispo bueno y el que no lo era. Todos
mezclados y difíciles de distinguir. Pero ahora llega el momento de la
noche para el rebaño y las ovejas a un redil y las cabras a otro.
¿Tú quién eres? Yo fuí el nuevo rico del pueblo y de la ciudad, he
abierto todas las puertas con el dinero en la tierra. El dinero puede abrir
todas las puertas pero no las del Cielo, pasa a la izquierda.
Yo también fui rico pero me sentía y sabía administrador de los
bienes regalados por Dios. Generoso y agradecido. Los bienes y los
dineros están al servicio del hombre y no al revés. No me dominaron y
me sirvieron para servir a Dios y a los demás, pasa a la derecha.
Yo fuí un gran sabio, el primer profesor de la gran universidad. Escribí
muchos libros. Bien todo, pero te faltó la ciencia de la fe, de la santidad
y del amor, pasa a la izquierda.
346 DECANOMÍA

Yo fuí el gobernante de la nación, he legislado a todos mis súbditos,


pero siempre en paralelo o al margen de Dios. Tú, doctor en leyes no
has conocido la “la Ley” pasa a la izquirda.
Yo fuí una pobre madre cargada de hijos —lo que tenía que ser mujer
y madre generosa— pasé muchas burlas, apuros y calamidades, pero
confié siempre en el Señor, pasa a la derecha.
Yo también fuí mujer, mis universo, un ídolo para el mundo, pero la
belleza corporal se ha perdido y con ella la hermosura del cuerpo y
la hermosura del alma, pasa a la izquierda.
Yo también fuí joven, no tuve hermosura ni fortuna, me he
sacrificado para no vender mi honor ni perder la hermosura del alma,
pasa a la derecha de los ángeles, la Virgen, los santos y los mártires.
Todas las separaciones son duras, esta será dura y eterna.
MANUEL LATORRE DE LAFUENTE 347

EXÁMEN FINAL
Todos los hombres que hemos tenido la suerte de nacer y pasar
por este planeta tierra durante algún tiempo tenemos la obligación de
rendir necesariamente un exámen y juicio final.
Alguno se extrañará de estos tonos escatológicos y temas de las
últimas cartas del autor, no hay morbo de ningún tipo ni fisiológico ni
síquico gracias a Dios. La única explicación es el latir y sincronizar un
poco con los tiempos litúrgicos que nos recuerdan al finalizar cada año
y con motivo del tiempo fuerte del Adviento estas verdades eternas.
El mundo resulta ser como un campo de sementera donde hay
recolección, espigas y frutos.
Las buenas obras como el trigo hay que almacenarlas en el Cielo
y las malas obras como la cizaña y mala hierba hay que quemarlas.
Este juicio final es necesario y conveniente.
La vida temporal de cada hombre en la tierra es como un prólogo, un
preludio, un iceberg a la que le queda todavía mucho por ver e infinitas
páginas. Dios es paciente y no tiene prisa ya tendrá tiempo de separar
el trigo de la cizaña. Aquí y ahora no castiga a los malos ni premia a los
buenos. No quiere hacer exámenes parciales lo deja todo para el exámen
final.
El mínimo honor de Jesucristo —hijo de Dios— exige el juicio final,
pues el mundo verá que no era una blasfemia el afirmar que era —hijo
de Dios— para ser juzgado, azotado, coronado de espinas y clavado
en una cruz.
348 DECANOMÍA

Es necesario un juicio pleno y exhaustivo ya que aún después de


muertos los hombres pueden hacer mucho bien o mucho mal: los
santos, los libros, las sectas, las doctrinas.
Exige juicio la virtud mal tratada y despreciada, el vicio siempre
aplaudido e impune en esta vida merece su castigo.
Quiere juicio la verdad y la justicia. Este mundo camina y vive en la
hipocresía, en el teatro, en la ficción, en la mentira y en la injusticia.
El dia del juicio es el día de la verdad y de la justicia. Hay estatuas
inmemoriales que no merecen estar más tiempo en los pedestales y
heroismos enterrados en el olvido, en la ignorancia y en el desprecio.
La condición social del hombre exige el aplauso al premio y el
castigo de la reprobación de una manera solemne, pública y social.
La última gran escena —el juicio final— del gigantesco drama
humano tiene que corresponder a la magnitud de la obra
representada.
Índice
PÁG.

Introducción................................................................................. 5
Decanomía I
Alfa y Omega................................................................................ 9
Azar y Casualidad.......................................................................... 11
Bondad y Malicia.......................................................................... 13
Crisis actual................................................................................... 15
Decanomía.................................................................................... 17
Deseo de Dios............................................................................... 19
De Vera Religione......................................................................... 21
De Utilitate Credendi.................................................................... 23
Dios habla..................................................................................... 25
Dios y el Hombre.......................................................................... 27
Dios sabe más................................................................................ 29
Dios Salvador................................................................................ 31
Ein Neues Leben........................................................................... 33
El Código de la Felicidad............................................................... 35
El hombre y la Ley de Dios............................................................ 37
Grandeza y Dignidad del Hombre................................................. 39
Hombres ¿Quiénes somos?............................................................ 41
Homo........................................................................................... 43
Homo in via.................................................................................. 45
Homo Religiosus........................................................................... 47
Ley Eterna..................................................................................... 49
Ley Mosénica................................................................................ 51
Mas allá de la ley........................................................................... 53
Nomología.................................................................................... 55
Nuevo Pueblo............................................................................... 57
Nova et Vetera............................................................................... 59
Plan de Salvación I........................................................................ 61
Plan de Salvación II....................................................................... 63
Plan de los Hombres..................................................................... 65
PÁG.

¿Quién se salva?............................................................................. 67
Racionalismo Moderno................................................................. 69
Salvación, Amor y Paz................................................................... 71
Salvación Eterna............................................................................ 73
Vida Cristiana............................................................................... 75
Vida Eterna................................................................................... 77
Voluntas Dei................................................................................. 79
Decanomía II
Antinomia..................................................................................... 83
Concilio Vaticano II...................................................................... 85
Deo Omnis Gloria........................................................................ 87
Dios está cerca............................................................................... 89
Doctrina y Vida (I)........................................................................ 91
Doctrina y Vida (II)...................................................................... 93
Doxología..................................................................................... 95
Eucaristía...................................................................................... 97
Gloria Dei..................................................................................... 99
Gott Ist Mit Uns........................................................................... 101
Himmel - Reich............................................................................ 103
Iceberg.......................................................................................... 105
La Creación................................................................................... 107
La Virtud de la Religión................................................................ 109
Monoteísmo................................................................................. 111
Onomástica (II)............................................................................ 113
Onomástica de Jesús...................................................................... 115
¿Quién es Dios?............................................................................. 117
Santo, Santo, Santo....................................................................... 119
Splendor Gloriae........................................................................... 121
Resurrección (I)............................................................................. 123
Resurrección (II)........................................................................... 125
Decanomía III
Alegría y Felicidad......................................................................... 129
Alta dignidad................................................................................ 131
Cristo, los Apóstoles y la Iglesia..................................................... 133
Dies Domini................................................................................. 135
PÁG.

Dies Dominica.............................................................................. 137


Domingo...................................................................................... 139
Doxología I................................................................................... 141
Doxología II.................................................................................. 143
Lumen Gentium........................................................................... 145
Teurgia.......................................................................................... 147
Decanomía IV
Abba … Padre............................................................................... 151
Antropoide.................................................................................... 153
Antropología................................................................................. 155
Crisis del Amor............................................................................. 157
Dulce Precepto.............................................................................. 159
Educación de los Hijos.................................................................. 161
Jesucristo, Verdad.......................................................................... 163
¿Qué es el Hombre?....................................................................... 165
Microcosmos................................................................................. 167
Mandatum Novum....................................................................... 169
Rezar............................................................................................. 171
Tali Vita, Ita Mors......................................................................... 173
Decanomía V
Amor............................................................................................ 177
Dios Creador................................................................................ 179
Dolor y Muerte............................................................................. 181
Dueño y Señor de la Vida.............................................................. 183
Eugenesia...................................................................................... 185
Eutanasia I.................................................................................... 187
Eutanasia II................................................................................... 189
Hombre viejo y Hombre joven...................................................... 191
Humanismo Nuevo....................................................................... 193
Mártires........................................................................................ 195
Mártires Modernos........................................................................ 197
Para salvarse.................................................................................. 199
Pecado.......................................................................................... 201
Sentencia contra el Inocente.......................................................... 203
Tanatología................................................................................... 205
Una norma de Vida....................................................................... 207
PÁG.

Decanomía VI
Clubs de Virginidad...................................................................... 211
El Matrimonio, ni más ni menos................................................... 213
Fiesta Nupcial............................................................................... 217
Hedonismo................................................................................... 219
Hombre y Mujer........................................................................... 221
Humanismo.................................................................................. 223
Maridos y Mujeres......................................................................... 225
Matrimonio.................................................................................. 227
Matrimonio civil........................................................................... 229
Moral y Sociedad........................................................................... 231
Perfiles sobre el Noviazgo............................................................... 233
Pornocracia................................................................................... 235
Perfiles sobre el Matrimonio.......................................................... 237
Vientre, sexo y dinero.................................................................... 239
Decanomía VII
Cuestión Social............................................................................. 243
Dos Caminos................................................................................ 245
El Hombre y las Cosas................................................................... 247
El Mundo del Trabajo.................................................................... 249
El Robo......................................................................................... 251
El Valor Divino del Trabajo........................................................... 253
Evangelio del Trabajo.................................................................... 255
Materialismo................................................................................. 257
Paz y Alegría.................................................................................. 259
Pobreza y Riqueza......................................................................... 261
Propiedad Privada......................................................................... 263
Querer la Libertad......................................................................... 265
Realidad del Trabajo...................................................................... 267
Salario justo.................................................................................. 269
Santificar el Trabajo....................................................................... 271
Sociedad........................................................................................ 273
Triple dimensión del Trabajo......................................................... 275
Decanomía VIII
Apuntes sobre la Verdad................................................................ 279
PÁG.
Jesucristo, Verdad.......................................................................... 281
La Verdad os hará libres................................................................. 283
Progreso o Retroceso …?............................................................... 285
Sagen Die Wahrheit ….................................................................. 287
Verdad, Bondad y Belleza.............................................................. 289
Verdad y Amor.............................................................................. 291
Veritatis Splendor.......................................................................... 293
Decanomía IX
Erotismo....................................................................................... 297
Fomes Peccati................................................................................ 299
Grandeza del Sacramento del Matrimonio..................................... 301
La Castidad, una afirmación gozosa............................................... 303
La Envidia..................................................................................... 305
Perfiles sobre el Hombre................................................................ 307
¿Quién es Dios?............................................................................. 309
Tiempo de prueba......................................................................... 311
Uno y Trino.................................................................................. 313
Vida Matrimonial......................................................................... 315
Decanomía X
Avaricia......................................................................................... 319
Divorcio........................................................................................ 321
Hombre y Mujer........................................................................... 323
La Vida del Hombre...................................................................... 325
Matrimonio.................................................................................. 327
Preludio del Matrimonio............................................................... 329
La Gran Promesa........................................................................... 331
Conquista del Tesoro..................................................................... 333
El Hombre.................................................................................... 335
Siglos de la Incredulidad................................................................ 337
Dios y Cultura.............................................................................. 339
Sentido de la Existencia................................................................. 341
Nueva Vida................................................................................... 343
Camino Final................................................................................ 345
Exámen Final................................................................................ 347

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