una corporación cooperativa, propiedad de trabajadores
Promovemos la sustentabilidad ecológica de
Puerto Rico mediante la educación etno-botánica y la producción y educación agro-ecológica. Hoy, trabajamos desde nuestra creación, la Casa Jíbara del siglo XXI, dentro del Jardín Botánico y Cultural en Caguas. ecológica de una cuerda. Utilizamos la tecnología sustentable de los bueyes pues nos ayudaron a salvar los árboles ya existentes. Además, no compactan la tierra como lo hacen las máquinas. Los bueyes son buena fuente de estiércol y mantienen los pastos recortados en áreas abiertas. Con su siembra ecológica y jardineras, la Casa Jíbara rinde homenaje a los conocimientos botánicos y agrícolas de las abuelas y los abuelos puertorriqueños. Unas 150 especies de plantas rodean la Casa. Estas representan el sustento de la familia puertorrriqueña. Los rótulos de las plantas incluyen nombres populares y científicos; también el lugar de origen de cada planta. María Benedetti ofrece cursos de fundamento y capacitación en los usos de las plantas medicinales y remedios naturales del país. José Rivera Rojas y amigos educadores ofrecen talleres en agricultura ecológica tropical, enfatizando la siembra de granos y viandas, la creación de composta, la construcción de terrazas fertilizadas y la germinación y propagación de las plantas. Preparaciones para un taller de siembra con semillas tradicionales: malanga blanca, habichuelas pintas, rositas y coloradas, lerenes, guineos manzano, mafafo (malango) y niño, y yautía lila. Jóvenes voluntarios desgranan las habichuelas que ellos mismos cosecharon en las talas de nuestra Siembra Ecológica. Una amiga nos ayudó a sembrar pacholí (Vetiveria zizanioides) en los bordes de nuestras veredas como medida contra la erosión. Los resultados fueron excelentes. Además, cosechamos las raíces y las vendemos a nuestros visitantes como producto artesanal. Las raíces de pacholí tienen mucha utilidad como medicina casera y repelente de insectos. Además del pacholí, usamos bambú de la finca para preparar terrazas o bancos fertilizados. Estas terrazas no sólo evitan la erosión de nuestra tierra orgánica sino que –en este suelo arenoso y caliente de Caguas– ayudan a mantener el agua cerca de las raíces de las plantas. Luego de cosechar plantas que consumen muchos nutrientes, sembramos bancos de habichuelas solas. Al sembrar maíz, seguimos la antigua práctica de echar tres habichuelas en cada hoyo con tres granos de maíz. Esto repone los nutrientes sacados por el maíz; a la vez, el maíz le ofrece sostén a las enredaderas de habichuelas. Intercalamos especies de plantas como técnica de protección de cultivos. Aquí observamos ajíes y batata entre los plátanos. De los abuelos caficultores, aprendimos a sembrar café, cacao, guineos y chinos bajo la sombra de árboles leguminosos, que aportan nitrógeno desde sus raíces a las plantas vecinas. Aquí aprovechamos un árbol de samán. Otras alternativas tradicionales: guamá, moca, brucayo, guaba y prendedor o madre de cacao, entre otros. perfecta para el recao. Entre las siembras, árboles de nim (Melia azadirachta) y de paraíso o alelaila (Melia azedarach) atraen diversas especies de aves, que se encargan de consumir insectos. La sencilla presencia de estos dos árboles ejerce una actividad repelente muy efectiva, y las decocciones de sus frutos sirven como repelentes. Redescubrimos un antiguo uso del clavel de muerto (Tagetes erecta; en la zona oeste, clavel de perro). Conocida por su acción nematicida, esta hermosa planta protege muy eficazmente de los gusanos a los miembros de la familia del repollo (Brassicaceae). Sus nombres folclóricos nos comunican antiguos usos, respetados alrededor del mundo. Durante nuestro primer año, la combinación de claveles de muerto y espantapájaros funcionó para repeler no sólo insectos y nemátodos sino también las iguanas (gallinas de palo). Las nuevas generaciones de este reptil nacieron en la finca sin miedo a estos “repelentes” así que comenzamos a comer iguana como si fuera carrucho, en jugo de limón con cebolla, cilantrillo y jengibre, o frita cual carne de cerdo. ¡Carne local de animales saludables y felices! Natural de las Américas, el tabaco (Nicotiana tabacum) tiene cientos de usos medicinales e industriales. En los nidos de las gallinas echadas, una hoja de tabaco espanta el piojillo. Entre abejas, el humo del tabaco es un buen sedante. Y desde tiempos inmemoriales, agricultores tradicionales utilizan decocciones de las hojas para repler y matar diversas plagas. Las decocciones de tabaco con anamú hasta protegen las plantas de las iguanas. Sembrado entre otros cultivos, el tabaco ejerce acción repelente hacia otras plagas. Dentro de la Casa Jíbara, guindamos las hojas para que nos liberen de mosquitos y majes. Hemos descubierto tantos usos para el tabaco que publicamos un librito y creamos camisetas educativas sobre su valor. El anamú (Petiveria alliacea), conocido popularmente como “la yerba que el cabro no mastica”, se conoce en nuestra tradición de medicina casera por sus usos fungicida, hipo-glicémico y anti- cáncer, entre otros. En la Casa Jíbara del siglo XXI, utilizamos decocciones de anamú para tratar hongos en el suelo y en las plantas; también como repelente de plagas. Desde tiempos precolombinos, la cáscara y las semillas del guanábano (Annona muricata) y el corazón (Annona reticulata) se secan, se muelen, se hierven, se cuelan y se aplican con el fin de atontar peces y matar pulgas, piojos y variedad de plagas agrícolas. Las decocciones de estas semillas son nuestra arma biológica más potente, pues aunque es trabajoso procesar las semillas, hasta ahora, todas los insectos plagas han respondido a una sola rociada de la decocción. Además, estudios clínicos comprueban que la anonaína presente en todas partes de estos árboles es efectiva contra Staphylococcus aureus, Klebsiella pneumoniae, Mycobacterium smegmatis y Candida albicans. Por muchas generaciones, las decocciones de poleo (Lippia alba) se utilizan para esterilzar tijeras de corte y de propagación, y para limpiar (desinfectar) semillas de batata. También como baño anti-piojo y anti-pulga, y como repelente de variedad de insectos. En la finca, usamos barreras vivas de poleo como repelente de plagas. El orégano brujo (Plectranthus amboinicus) contiene aceites esenciales anti-virales y antisépticos. En la siembra, esta planta silvestre sirve como barrera repelente de plagas. Dentro de la Casa, las hojas de orégano brujo son nuestro jabón verde y “sanitizer” jíbaro. blero (Amaranthus sp), la verdolaga (Portulaca oleracea) la ortiga boba (Laportea aestuans) y la hidionda chiquita (Cassia occidentalis). Las primeras tres las utilizamos como súper alimentos, suplementos de minerales, acido graso omega-3 y otros micro-nutrientes escasos en nuestras dietas modernas. Utilizamos las semillas de la hidionda como chorote, tostadas, molidas, hervidas y coladas como café. ¡Rico! Esta planta leguminosa aporta nitrógeno a la tierra. Alrededor del mundo, el promedio de consumo de agua potable es de 10 galones por persona. En Puerto Rico, consumimos un promedio de 400 galones al día, por persona. En la Casa Jíbara, evitamos el mal gasto de este recurso. No tenemos plomería sino un sanitario sencillo de composta. Como base y cobertor, utilizamos heno, musgo, pasto seco y aserrín de árboles del país. Ahora mismo, sólo usamos la composta humana para alimentar árboles pero nos interesa mucho la posibilidad de usar nuestras lombrices de tierra como filtros y procesadores de este recurso potencialmente peligroso. Nos interesa saber de estudios hechos sobre este tema. La manguera sube agua de un pozo hincado hasta el fregadero. El agua usada cae a la malanga, que requiere de mucha humedad. Así vamos reciclando este preciado recurso. Mucho se habla de la importancia de conservar semillas tradicionales. Pero el mejor “banco de semillas” es la tierra fértil. Esta semilla de maíz (variedad diente de caballo) se conservó durante generaciones en el barrio Borinquen de Caguas. Aquí la semilla se seca para luego resembrarla. nuestro arroz no requiere de costosos sistemas de riego. Desde Lajas hasta Utuado, los abuelos más humildes de Puerto Rico sembraban variedades (ahora desaparecidas) de arroz tales como “malagueño”, “criollo” y “japon” en suelos secos y montañosos. No requiere de abonos ni yerbicidas. Nos hace falta diseñar un método para alejar “chamorros”, pequeños gorriones que se chupan las semillas y las dejan vanas. Durante nuestro encuentro de agricultores de arroz, abuelos de nuestra región demostraron las formas tradicionales de separar el arroz de la espiga y de pilar el preciado grano. A través de siembras, publicaciones, talleres, unidades educativas para niños y jóvenes y otros proyectos en proceso, SembrArte, P.T. aspira a conservar lo mejor de nuestras tradiciones para un futuro más verde, más sustentable y mucho más alegre.
Cria, Analisis Nutricional y Sensorial Del Picudo Del Cocotero Rhynchophorus Palmarum (Coleoptera: Curculionidae), Insecto de La Dieta Tradicional Indigena Amazónica