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Paulina Zavala Lozada

 El voyeur o mirón, trata de observar


discretamente escenas sexuales o la
desnudez femenina, desempeña más bien un
papel activo.
 En el desarrollo sexual infantil hay un estadio
en el que “ver” y “mostrar” los genitales es
algo placentero. El voyeur o mirón
permanece fijado en este estadio, en
ocasiones esto puede ponerles en conflicto
con la ley.
 Freud y sus discípulos resaltaron que en la
infancia se abre el camino de la curiosidad
sexual infantil, cuyo desenvolvimiento puede
ser muy importante para la formación del
carácter y desarrollo de la personalidad.
 Es común que el niño tropiece con un mundo
adulto lleno de tabús sexuales, sus preguntas
son recibidas con desdén o rechazo. De esto,
el niño lo que rastrea es que ha topado un
terreno misterioso y por lo mismo,
doblemente atractivo, en el que las
ansiedades y secretos parentales hacen
imposibles un esclarecimiento y discusión
abiertas.
 Podemos encontrar en la infancia los puntos
de referencia esencial. El niño tiene un
legítimo interés en orientarse sobre la
diferencia de los sexos. Con ello adquiere una
imagen de su propio cuerpo y también del
sexo opuesto.
 El sentido del mirar libidinoso reside en el
carácter del mirón y en su actitud frente al
problema de la vida, al que quiere eludir
situándose como “observador distante”
 Todo hombre se complace en contemplar a
su compañero erótico pero no sustituye a la
unión sexual, sino que la estimula y la
enriquece.
 Tampoco aquí podemos pasar por alto el
intento de autoprotegerse tan esencial a
todas las personalidades neuróticas. El que
únicamente quiere ver, se mantiene a
distancia de su objeto sexual, está sobre
seguro.
 La pulsión visual sirve aquí al hombre
angustiado e inhibido como instrumento de
defensa y protección. El yo neurótico se
protege así contra los peligros, tanto
imaginarios como reales, de un estrecho
contacto psíquico y físico, concentrando su
interés en el placer de contemplar.
 Lo que el mirón quiere evitar a toda costa, es
la proximidad del compañero sexual, al que
teme por motivos infantiles. Mientras no se
haga otra cosa que ver, no hay necesidad de
actuar. Se tienen todos los triunfos en la
mano, por decirlo así, sin tener que jugarse
nada.
 De alguna manera los mirones quieren
recuperar y satisfacer su curiosidad infantil,
que no pudieron satisfacer a consecuencia del
medio represor. Pero los deseos infantiles
permanecen eternamente insatisfechos,
porque hincan sus raíces en una estructura
caraterológica dañada, a la que
contantemente activan.
 De ahí que la voluptuosa curiosidad del mirón
no conoce límites: busca una y otra vez
objetos visuales, que sólo parcialmente
pueden satisfacerle en cada ocasión.
 Como todo paciente perverso, también el
voyeur vive sus deseos casi enteramente en la
fantasía, deseos que en la realidad apenas le
ofrecen posibilidad alguna de satisfacción.
 “ El contacto visual o el mirar libidinoso en la
forma descrita, tiene relación con la fantasía.
Crea y mantiene la pasividad y los procesos
deficientes de adaptación. El contacto visual no
es únicamente una retirada, pero tampoco llega
a consolidad una vida acorde a la realidad, como
sería constituir una auténtica comunidad con los
otros hombres, a los que tenemos que escuchar
y aprender a tocar, acariciar, satisfacer y alegrar”
Edrita Fried (1960)

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